DEBILIDAD
El silencio se había esparcido en su totalidad, que cuando un suave silbido del viento se escabulló entre las rocas; él abrió los ojos.
Boruto se removió de su posición. Quedarse dormido sentado no era lo más cómodo, sobre todo contra una pared rocosa y fría, pero no había tanta diferencia con la cama que tenía en la guarida donde se escondía—por ahora—. No podía darse el lujo de quejarse y en este punto ya no le importaba porque su cuerpo se había acostumbrado a vivir de esa forma.
Se tocó el hombro, presionándolo para que el cosquilleo se detuviera, ladeó la cabeza y repitió lo mismo con su cuello.
Admitía que los primeros meses si fueron complicado, es decir, un día despiertas; sales de tu pieza donde dejaste un libro o video juego a la mitad, tomas tu desayuno, pasas por los pasillos por donde tantas veces peleaste o reíste junto a tu hermana pequeña, miras la sala y ese sillón que te entumía la espalda, pero irónicamente seguía siendo muy cómodo para unas partidas.
Observas todo tu mundo a tu alrededor y te despides de tu madre prometiendo que todo estará bien.
Dices adiós sin saber que de verdad lo estabas haciendo.
Era difícil aceptar que ya no tendría mantas calientes donde dormir, ni su comida favorita cuando estuviese triste, mucho menos los abrazos, besos y todo el cariño y amor al que estaba acostumbrado.
Se levantó y salió al sentirse sofocado por sus emociones. Anduvo por los oscuros y silenciosos pasillos, escuchando únicamente sus pasos o a los animales que acechaban entre la oscuridad a un alma tan desolada como la suya.
Con Sasuke no era tan difícil. Él reconfortante saber que había alguien velando por ti, que te esperaba de algún modo, que se le llenaba el pecho de orgullo al verlo progresar y hacerse más fuerte. El simple hecho de saber que había alguien que se preocupaba por él y sabía quién era Boruto Uzumaki... era una salvación.
Podía contar con la palma de su mano a las personas que estaban de su lado, y agradecía, aunque sea una parte pequeña, pero... pero no era lo mismo.
Él había sabido como llevar las cosas para que su alma no se perdiera entre todo lo demás. A pesar de todo, aunque haya sido tan injusto y doloroso, Boruto Uzumaki siempre había sido positivo y encontraba una lucecita en medio de la oscuridad, sin embargo, cuando él se fue... sintió toda la soledad absoluta.
La que debió tener desde un inicio, pero Sasuke decidió confiar en él.
Él que se haya ido despertó una parte de él, esa parte que veía en los ojos de Sasuke y ahora podía decir que lo entendía cuando le contaba acerca de su vida, de sus errores y decisiones. De su redención y como cambió su vida.
Cuando tomó su espada fue como si un peso que había estado evitando que le cayera encima, ahora lo aplastara totalmente.
Había conseguido levantarse y mantener la cabeza en alto por muchas razones, pero tres eran las principales. Primero, no dejaría que su sacrificio fuese en vano después de todo. Segundo, que todo esto que estaba sucediendo tendría que resolverse de alguna forma, aunque por ahora lo creía imposible, y tercero...
Boruto se detuvo al salir del refugio, permitiendo que la brisa de la madrugada intentara consolarlo con un suave abrazo. Levanto el rostro un poco más, observando el manto del cielo cubierto por estrellas. De tantas noches así, poco a poco, se había acostumbrado a la oscuridad. Y es que realmente no era tan malo, el espectáculo sobre él era precioso, el problema surgía cuando giraba hacia a un lado y se encontraba con absolutamente nada.
No había nadie.
Ni siquiera era capaz de encontrar su propia sombra.
Levantó la mano hacia el cielo, y aun entre lo lóbrego pudo observar el karma, esa marca indeleble en su palma, y como en todos los instantes en que sucedía, se preguntó: ¿Qué hubiese pasado si...?
¿Qué tan diferente sería su vida?
¿Sería para bien o para mal?
¿Se hubiese vuelto tan fuerte como ahora?
¿Su forma de pensar sería diferente?
¿Realmente todo el sufrimiento tendría una recompensa?
¿Por qué no podía simplemente tener una vida tranquila? Ese era el chiste, difícilmente se podía conseguir de premio una vida plena y feliz.
Dicen que tienes que sacrificar para recibir, pero él ya había dado hasta lo que no tenía.
Su vida, su familia, sus amigos, su propia identidad y sentía como poco a poco sus pensamientos y forma de sentir eran arrebatados con el paso de los días. Cerró los ojos intentando recordar, lo primero que olvidas de las personas es su voz, y a él ya le costaba recordar incluso la suya.
Había días que pasaban como una ráfaga en la que se le olvidaba mencionar palabra alguna, y es que ni pensar podía darse el gusto al menos. Él ya no era dueño ni de ello, eran pocas las veces que se rendía y se sinceraba en su subconciencia, aunque después se arrepentía por esa estúpida voz que lo atacaba, aunque intentara suprimirla.
A veces funcionaba, en la mayoría de los casos, pero había días que su cabeza no podía con tanto.
Se sentó a la orilla de un acantilado, recordando por un momento cuando lo hacía en la cima de los Hokages y observaba la Hoja, ahora, solo se abría paso un cielo apagado, más rocas, y algunos árboles moviéndose constantemente.
Eran pocos, quizá no debía estar tan a la intemperie, pero había días en los que no le importaba y se tomaba el tiempo de dedicarse a... nada en realidad, solo estar un poco relajado.
Se distrajo con su mano, ajustando su guante que estaba algo desaliñado por todo lo que había ocurrido ese día, después pensó que no tenía sentido si en un rato más iría en el rio más cercano para refrescarse, pero es que nada lo tenía y se sentía frustrado. Apoyó ambos brazos detrás de él, y se mantuvo así, intentando procesar todo lo que había ocurrido.
Hacía mucho que no sentía esas emociones apoderarse de él, distrayéndolo y rompiendo la barrera que estaba seguro de que nada podía derribar, pero... Boruto cerró los ojos, evadiendo hacia donde sea que su cabeza pensaba regresar por el día de hoy, en su lugar, prefirió empujarse más atrás, en el pasado. A lugares que no le daba tanta pena ir porque eran recuerdos nostálgicos, sin embargo, eran recuerdos que se comenzaban a hacerse borrosos, como si él también empezara a creerse lo que los demás.
Rendirse no era una opción, pero vivir cada día se volvía más pesado.
"Yo te lo advertí"
Boruto se sobresaltó por un leve instante, sintiendo un escalofrío que de inmediato se convirtió en molestia. — Cállate, no estoy de humor ahora.
"Entonces suprímeme como lo has hecho antes"
Sus labios se movieron en una mueca y sus cejas se fruncieron junto a las líneas de su frente.
"Regresar a la Hoja te dejó más descolocado de lo planeado que ni siquiera eres capaz de frenarme"
Boruto podía sentir como si lo mirara y estaba completamente seguro de que lo hacía con burla. Pero eso no le enfadaba, era más bien el hecho de que tenía razón. Sus pensamientos y emociones estaban dispersos, flotando como una debilidad que él podía usar en su contra, mantenerlos a raya durante el día había sido difícil y creyó que en algún punto si estaba teniendo el control, pero ahora... ahora no podía desviarlos como solía hacerlo.
Las risas al final tocaron lo suficiente como para cabrearlo. Se levantó, dejando ese sitio y esperando que se quedara ahí también su estúpida voz. Estar solo no era malo, pero ese era el problema. Tenía que estar condenado a vivir con su voz entrometida entre sus pensamientos, a compartir su subconciencia.
Sus rodillas tocaron la orilla del rio a la par que sus manos se adentraron en el agua helada. Sentirla en el rostro era reparador a pesar de que la temperatura fuese alta. Ya se había acostumbrado y con el tiempo dejó de extrañar las duchas con agua caliente.
Permaneció un momento así, dejando que el agua dejara de escurrirse entre sus manos para subir hacia su cabello y echarlo para atrás. Al instante se encontró y un completo vacío se adueñó de él. Comenzaba a desconocerse, bueno, hasta ese día... comenzaba a sentirse un completo intruso en su propio cuerpo, creía que ya no quedaba nada de Boruto Uzumaki en su reflejo.
"Por un momento creí verlo. Hoy" volvió a irrumpir en su cabeza y Boruto se congeló. Algo le decía que lo mejor era cortarlo ya, pero lo último había ganado su atención e intriga.
—Echaba de menos la villa —se excusó.
"La villa" repitió con ironía y Boruto empezó a comprender hacia donde iba la conversación. Su respiración se mantuvo por un momento e intento no pensar o recordar absolutamente nada. "La villa que está desesperada por conseguir tu cabeza"
—No se tienen la culpa de que sus memorias hayan sido sobrescritas.
"Tu acción de hoy fue un completo descuido" el tono de su voz se profundizó, casi como un regaño "Aquí no hay lugar para debilidades"
Aquí... Boruto entendió que hablaba de su cuerpo, lo que lamentablemente compartían ahora, por lo tanto, aquello no fue un consejo, era una advertencia.
—¿A qué te refieres? —intentó una vez más desviar el juego. Él ya sabía, lo que no... era porque necesitaba que se lo confirmara.
"Por más fuerte que sea un humano, siempre será destruible por su patética forma de sentir" comenzó con su monologo habitual hacia ellos "¿Sabes qué es peor que tener una debilidad?" Su risa retumbo, casi irritando sus oídos y causando un dolor inexplicable en su cien "Demostrarla a tu enemigo"
"—Boruto" la voz de Sarada retumbó como un rayo en su cabeza, destruyendo a su paso la fortaleza que se había esmerado tanto en mantener para que nada se adentrara o escapara de él.
Él también era consciente y se atrevía a decir que le daba la razón. Ir a la hoja era algo que estaba planeando, tenía a Code en la mira, pero quizá lo mejor era esperar, aunque sea unos minutos, o por lo menos aparecer en otro lugar, pero sus acciones partieron de sus emociones sin poder analizarlas debidamente.
"—Grita tan fuerte como puedas..."
Apretó la mandíbula al recordarlo y su enojo regresó alzándose con fuerza, ya ni siquiera era por su risa. El simple hecho de pensar y pensar... lo estaba volviendo loco.
Boruto permaneció en silencio, casi incluso conteniendo su respiración. Posó los ojos en el rio, intentando mirar el fondo, intentando mantener su cabeza ahí, pero como si fuese un flash, en menos de un segundo, el recuerdo de su voz apareció llevándolo hacia un lugar recóndito en el que sus memorias más preciadas permanecían encerradas para no caer en los lamentos; desde salidas con sus amigas, partidas, juegos con su hermana, charlas con su madre, pocas interacciones con su padre, y su equipo, sus ex compañeros de equipo.
El equipo siete se había disuelto y prefería mantenerlo ahí, sin recordarlo en lo absoluto.
Porque cuando se permitía sentir... él no lo entendía, no comprendía porque pensaba o anhelaba ciertas cosas, por eso prefería no hacerlo.
Sasuke fue claro cuando le dijo que en este momento no podía permitirse un placer tan genuino como sentir, él le había hablado por experiencia y las emociones podían interferir con los objetivos.
Así como un sentimiento podía motivar a luchar, también podía abrir paso a la destrucción y un poder como el suyo no debía siquiera mezclarse con un sentimiento como eso. No ahora.
Él comenzaba a entenderlo, aunque hubiese preferido nunca toparse con ese pensamiento, pero su cuerpo se había movido solo.
Las imágenes continuaron apareciendo, como si quisieran mostrarle donde estuvo su error. Actuar impulsivamente había sido el primero, pero lo reparo al mantenerse sereno y concentrado en su objetivo, él lo había logrado, incluso frente a su hermana pequeña... que ya no lo era tanto.
Lo había logrado frente a sus amigos e incluso ante ella, pero de nuevo el sentir, lo hizo volver.
El sentir le hizo bajar la guardia.
Podía recordarlo a la perfección y eso no lo dejaba tranquilo. Como la sorpresa cedió tan rápido para que la melancolía estrujara su corazón en lo más profundo de sus memorias, tocando emociones y reviviendo sentimientos.
Él llevó la mano inconscientemente a su barbilla donde el recuerdo del tacto parecía querer permanecer un instante más ahí, lo suficiente como para atesorarlo y no olvidarlo.
La cercanía, la textura, el aroma; había cedido ridículamente ante algo tan banal.
Había sido un error del que no se arrepentía. Joder, ¿Hace cuanto no se sentía así? Tan relajado, siendo capaz de olvidar por un maldito momento todo el infierno que había vivido. ¿Era justo ser egoísta por una vez no?
Todo el dolor y los lamentos se quedaron atrás con solo un abrazo, y él, totalmente cautivado por la calidez y amor que creía ya no merecer; se permitió sentir.
El agua en las manos ya no era suficiente. Boruto sumergió el rostro al agua, cerrando los ojos con fuerza y esperando que el agua helada se encargara de congelar y desviar cualquier pensamiento que se atreviera a surcar en su cabeza.
Salió con una gran bocanada de aire, tosiendo y maldiciendo por la propia traición que sentía de sus propias emociones. «A esto se refería el maestro».
Rendido, se dejó caer sobre el césped, llevando el brazo sobre su cara. No quería mirar el cielo estrellado, pero tampoco rodearse de oscuridad al cerrar los ojos, cualquiera de las dos lo llevaba al mismo lugar.
—Sarada.
NOTA:
Empezamos con algo suave, pero que me costó semanas escribir. Créanme que me vi durante días todas las interacciones de Boruto en el manga, intentando decifrar su personalidad o encontrar algo similar para plasmarlo aquí.
Me duele pensar todo lo que ha sufrido el nene ╥﹏╥ y YO SÉ, USTEDES SABEN que ese abrazo significó muchas cosaaaaaaas, y bueno, nos leemos pronto con interacciones de estos dos en esta nueva etapa (ɔˆ ³(ˆ⌣ˆc)
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