UN DON MUY ESPECIAL (PARTE 2)

 Pero al encontrarnos con Ángel... me sentí algo... extraño. Como si esa alegría e ira que estaba en mi interior al verlo y al pegarlo... hubiese desaparecido y reemplazado por dolor y miedo.

Era algo muy inusual en mí, siempre me había gustado golpear a los más débiles o burlarme de ellos porque no tenían amigos o simplemente porque eran diferentes a los demás.

Cuando mis amigos comenzaron la pelea, cada golpe, cada patada, cada puñetazo, lo podía sentir por todo el cuerpo. No era dolor, sino una sensación de culpa y angustia. Mi sufrimiento por sentir aquello me hizo que me peleara con Héctor y Pablo, que confundidos, me empujaron y siguieron con lo suyo.

Ya estaba harto de todo ese sentimiento, así que bruscamente, les cogí a ambos por el cuello y los estampé contra un árbol.

-¡¿Qué te pasa tío?! - Gritó Héctor-. ¿Te has fumado algo o qué?

-Primero, no me he fumado nada, y segundo, dejad ya a Ángel, ya ha tenido bastante por hoy - Dije bastante molesto-.

Los dos me miraron enfadados, pero yo no me inmute. Tan solo suspiré aliviado y observé cómo Ángel desaparecía de mi vista. Después de ese encuentro algo ajetreado, hicimos la misma rutina de siempre. Pero ahora ya no me fijaba tanto en molestar o interrumpir a los otros. Estaba pensando el porqué sentí toda esa sensación cuando golpeaban a "nuestro saco de boxeo". Simplemente pensé: "¿Por qué aquella angustia? ¿Cómo es que ya no me gusta ver a Ángel sufrir de la noche a la mañana?" Esas y muchas más preguntas se me venían a la cabeza.

A la mañana siguiente, nos encontramos otra vez con él, aunque ahora yo les frenaba los pies a mis "amigos". Estaban muy confundidos de mi nueva forma de actuar, ellos recordaban a un Marcos mucho más agresivo, intolerante e impulsivo, pero ya no era ese Marcos. Ahora ya comenzaba a comprender la dura situación que pasaba Ángel con esa sensación que sentía que me desmoronaba en pedazos, que me sentía una persona muy débil y pequeña entre fuertes y grandes. Y, con esos pensamientos, empecé a distanciarme más y más de aquellas personas que hacen daño a otras por placer o enfado. Sabía que estaba eligiendo el camino correcto.

Así que, un día, dejé una nota en la taquilla de Ángel que decía lo siguiente:

"Sé por todo lo que estás pasando. Te veo en el parque de siempre, a las 17:30. No faltes.

Marcos."

No estaba del todo seguro si iría, pero igualmente me senté a la sombra de un árbol, esperando a ver si aparecía. Miré el reloj y ya era un poco tarde, pero seguí esperando. Al cabo de unos 10 minutos, pude ver como alguien se acercaba a mí. Era él. Me levanté rápidamente y corrí hacia él, pero cada vez que me acercaba más, se alejaba.

-¿Ahora qué quieres? -Dijo cortante-.

-Quería hablar contigo.

-¿De qué? ¿De que ya sabes realmente por lo que estoy pasando? ¿De verdad lo sabes? -Respondió molesto-.

Hice una pausa.

-Siento todo por lo que estás pasando, de verdad. Te pido perdón por aquellas veces que te humillaba, que te insultaba, que te pegaba... Estos últimos días he estado pensando en todo lo que hice contigo, y por fin cambié. Ahora entiendo a las personas que como tú, sufren por ser rechazadas, ya sea por cualquier cosa. -Miré hacia el suelo con tristeza por un momento, pero luego volví a mirarlo a los ojos- Con esto te quiero decir... Que siento todo lo que he hecho contigo, y que jamás, volveré a hacerte la vida imposible. ¿Querrías ser mi amigo?- Extendí la mano esperando una respuesta-.

Todo aquel lugar se volvió silencioso. Al no recibir ninguna respuesta, bajé el brazo lentamente hasta que una mano me cogió la mía con fuerza. Miré asombrado a Ángel.

-Un amigo no me vendrá mal, ¿no?

Sonreí.

Fin de la grabación.



Espero q os haya gustado la historia :)

PD: Esta historia es para unos premios, ¿creéis que ganaré el premio?

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