Era una noche llena de viento donde la luna llena podía verse en el cielo. Algo raro ya que raramente sucedía en ese pueblo.

—¿Has oído sobre el rumor de mi escuela?

Mientras tanto, en otra habitación un chico giró la manilla de una puerta.

—¿El de la sala de música?

No había nadie en esa escuela que no lo hubiera escuchado.

La chica asintió— Si ese, dicen que puedes conseguir lo que deseas, pero solo si te atreves a entrar...

El chico dio un paso dentro, haciendo rechinar el viejo suelo.

—Y te sientas en ese piano...

El chico se sentó en la pequeña y desgastada silla junto a la ventana de cortinas transparentes.

—Tienes que tocar la canción que esté escrita en el pizarrón —su amiga la miró con temor sabiendo de qué hablaba—. Sin importar si la conoces o no...

El chico abrió el piano provocando que el polvo ensucie las yemas de sus dedos y se pudiera observar flotar en el aire. Viendo sus largos dedos encima de las teclas blancas y negras, dudó. Pero solo por un segundo, con determinación tocó la pieza que estaba escrita en ese pizarrón.

—Debes tocarlo sin importar que— su amiga la miró atenta esperando que lo dijera—. Y si te equivocas en una sola nota...

El chico terminó la pieza con la espalda algo encorvada y a los segundos miró hacia esa ventana que por el viento se abrió por completo dando una vista de la luna, las estrellas y mostrando una silueta de gran sonrisa parada en la orilla de esta, su largo cabello se movió junto al viento mientras se acercaba.

—Morirás.