Hablarte al oído (Shura x Camus)
No podía quitarle la vista de encima, sería capaz de hacer hasta lo imposible con tal de llamar su atención.
Desde que le encomendaron a Shura ser el chófer de ese joven de cabellos esmeralda había quedado embelesado ante la belleza única que desprendía tan solo con verlo unos cuántos segundos.
No tenía opción más que admirarlo a través del retrovisor porqué las veces que lo llevaba a su trabajo ese joven francés no emitía alguna palabra alguna, se la pasaba admirando por medio de las ventanas el paisaje urbano y en otras ocasiones se encontraba leyendo.
- Esta ocasión no quiero llegar a mi casa - Respondió aquel bello francés mientras dejaba a un lado el libro que estaba leyendo.
Camus era un hombre casado con una dama que respondía al nombre de Hilda, era la mano derecha de Saga en una importante empresa, la mayoría de las veces se quedaba trabajando hasta altas horas de la noche con tal de que a su esposa no le faltara nada, sin embargo esa monotonía lo estaba llevando al límite.
- Entonces a donde le gustaría que lo lleve joven Camus - Le contestó el español sin quitar la vista de la carretera mientras manejaba.
- Quiero ir a un lugar donde pueda descansar y olvidarme de ese molesto trabajo que me tiene encerrado peleando con los clientes de Saga, quizá sea buena opción para que pueda liberarme de toda mi vida estresante.
Shura se dio cuenta que el semblante de aquel francés era muy distinto, lo notaba irritable, cansado e incluso más serio de lo normal.
- Si esa es su decisión definitiva lo llevaré.
El español no sabía a donde llevarlo, lo primero que se le ocurrió fue salir de la ciudad para llevarlo al espacio abierto de la naturaleza.
Camus no se molestó en absoluto y dejó que aquél chófer que le asignó Saga lo llevara a donde él quisiera.
Cuando llegaron a un mirador lo primero que hizo fue bajar del auto y respirar un poco de aire fresco mientras su mirada se perdía en el bello paisaje nocturno donde podía mirar las luces artificiales de la ciudad que se veía a lo lejos.
Verlo de espaldas y perderse en ese suave movimiento de su cabello esmeralda por el viento lo hacía imaginarse un sin fin de sensaciones. Sabía que ese joven galo era casado pero quitaba el hecho de que también había caído en la hermosura que desprendía.
Bajó de su auto y se acercó lentamente hasta donde se encontraba Camus.
No podía dejar pasar más tiempo, necesitaba tenerlo cerca de él, amaba el aroma de su fragancia que dejaba en el auto así como su presencia cada vez que lo veía por el retrovisor... Sin querer se había vuelto adicto a él.
- Esta vista es magnifica Shura, así me puedo olvidar unos momentos de mi tediosa vida. Ayer discutí con mi pareja porqué cada vez me exige más dinero y eso es molesto - Respondió Camus mientras sacaba la cajetilla de cigarros del bolsillo de su saco.
En ese momento Shura actuó sin pensarlo, se acercó por detrás del joven galo y le habló al oído mientras le retiraba la cajetilla de cigarros de las manos.
- Si gustas puedo relajarte de otra manera.
Al sentir su aliento cerca de su oído provocó una corriente recorrer en todo su cuerpo, desde hace meses atrás el galo no había tenido la oportunidad de tener un encuentro sexual con su esposa porqué siempre le decía que la cabeza le dolía ó bien porqué se sentía muy cansada la señora de la casa.
- Shura...
- No tienes la menor idea de como he fantaseado contigo desde que te conocí - Murmuraba cerca de su oído mientras tomaba sus largos cabellos virídían y los hacía a un lado para seguirse perdiendo en el aroma que emanaba de su cuerpo y de sus prendas.
- Estamos en plena carretera... - Susurró nervioso al sentir las manos de su chófer recorrer su cuerpo sin pudor.
- No pasa nadie más, además... Eso sería excitante - Habló de nuevo en su oído mientras desabotonaba su camisa de manera tortuosa.
- Shura... - Respondió Camus cerrando sus ojos y recargando su cabeza en el hombro del contrario dejándose llevar por el momento.
Al demonio todo eso, era casado y afortunadamente sin hijos pero las ganas de querer ceder a ese momento placentero lo invadían totalmente.
De un movimiento repentino Shura le dio la media vuelta para tenerlo de frente, lo tomó de la cintura y lo acercó a su cuerpo.
- No me importa perder mi empleo o ganarme tu odio, no resisto más... Te necesito.
Después de decirle esto tomó su rostro y se acercó a esos labios para probar eso besos con lo que siempre ha fantaseado.
Camus por su parte lejos de poner resistencia se dejaba llevar por el momento, podía sentir como sus lenguas se entrelazaban buscando más allá de sus cavidades.
A los pocos segundo Shura lo recargó en el cofre del auto y él sobre aquel francés ejerciendo presión mientras aquellos bultos rozaban entre si mismos.
- Me muero por ti - Susurró el español y después de decirle esto se acercó a su cuello y sin previo aviso dejó una marca muy notoria en esa piel.
Poco les importaba a los dos si pasaban autos en esa carretera, era el lugar ideal donde nadie molestaba.
Shura tomó la mano del francés y lo llevó hasta los asientos traseros del auto.
Cegado por el momento Camus rápidamente se quitó su saco y lo aventó a los asientos delanteros, se sentó sobre las piernas del español y ahora fue su turno de acercarse para poder besarlo como nunca lo había hecho antes.
Sentía su piel como subía de temperatura, entre juegos sus lenguas recorrían sus cuerpos.
Shura desabrochó el pantalón del contrario y le retiró toda sus prendas de un movimiento repentino.
- Desde que te vi no he podido concentrarme, he perdido la razón. Respirar tu aliento, en este momento sentir tus latidos es lo que más deseo... - Shura se había dado cuenta que cada vez que hablaba cerca del oído del francés lo hacía ponerse más nervioso y ese era algo más a su favor.
Con una mano en su cintura y la otra en su espalda del francés, lentamente lo acostó en el asiento y Camus sin pensarlo dos veces abrió un poco más sus piernas para darle total libertad al español.
Shura se acercó a ese miembro despierto y lo envolvió con la calidez de su boca.
- ¡Shura! - Gritó Camus sin pensar, en ese momento eso era tocar el cielo, de manera inconsciente llevó sus dedos perdíendose en esa cabellera azabache incitando que siguiera con esa labor.
- Falta lo mejor y quiero probar cada rincón de tu cuerpo.
El español elevó un poco la cintura del galo y con ayuda de su lengua fue delineando su entrepierna dejando un camino de saliva que bajaba hasta aquel obscuro lugar.
De manera repentina la espalda de Camus se arqueó ante ese cálido y húmedo tacto, algo nuevo para él y le gustaba, no paraba de gritar el nombre de su amante en esos momentos.
Shura se levantó un poco y se despojó de su pantalón, su ropa interior y se sentó para poder ayudarle a Camus a que tomara su lugar sobre él.
- Haré esto rápido.
No le dio tiempo de que respondiera, la punta de su miembro ansiaba entrar en ese sitio, cuando lo logró Camus dejó escapar un grito de dolor que después se convirtió en placentero.
- ¡Por todos los dioses Camus... Aprietas delicioso! - Exclamó Shura al sentir como esas paredes se amoldaban a su miembro envolviendo en esa calidez.
Para no lastimarlo comenzó esos movimientos de manera tranquila mientras calmaba los gemidos de Camus con besos, sin embargo esa nueva sensación comenzaba a gustarle y fue el galo quien comenzó a moverse de manera frenética.
Los vidrios del auto se habían empañado y eran ellos dos en ese lugar donde dejaban sus más locos impulsos por un momento de deseo y pasión.
El celular del galo sonaba por parte de su esposa quince llamadas en total y eso a ellos no les importaba en absoluto.
Sus cuerpos los cubría una ligera capa de sudor, Camus enterraba sus uñas en la espalda del contrario y Shura dejaba marcas muy notorias en su pecho.
El vaivén se fue intensificando a tal punto que el roce de su miembro entre el vientre de Shura y el de Camus lo hizo liberarse entre ellos dos.
Al sentir ese líquido en su piel Shura no pudo evitar terminar en ese interior dejando su esencia dentro de aquel francés dueño de sus fantasías.
- Quiero llevarte conmigo para demostrarte lo que hay en mi corazón.
Camus sonrió ante esa confesión, mientras intentaba regular su respiración se recargó en su hombro para poder responderle.
- Encontraste mi debilidad muy fácil, amo cuando me hablaste al oído...
Esa conexión entre los dos era sincera aunque se haya presentado todo tan repentino, Camus se ponía nervioso al tener a Shura como chófer...
Nadie le garantizaba que aunque estaba casado y tuviera una vida no caería nuevamente en una situación así.
Lo encontró tarde pero Shura era su complemento y llegó en el momento inesperado...
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