Capítulo 4.
*ADVERTENCIA: +18. Palabras altisonantes y/o algunas groserías. Alusión y/o descripción de situaciones grotescas, sangrientas, sexuales, violencia y/o muerte.
Capítulo 4.
Gerard apretó los párpados y luego los abrió lentamente, estaba aturdido. Miró con cautela a su alrededor, no supo identificar si era antes o después del mediodía, pero puedo notar que había suficiente luz de sol en la habitación.
Su sobresalto fue mayor cuando reconoció la habitación donde se encontraba; había estado allí suficientes veces para saber que pertenecía al príncipe Louis.
Intentó sentarse, pero una molestia en su abdomen le obligó a quejarse y a moverse más lento.
—Has despertado—, exclamó una voz, Gerard miro hacia la puerta y vio a un muchacho joven; conocía su nombre, pero no sabía exactamente qué labores realizaba en el castillo, le había visto antes por la cocina y el jardín recogiendo flores, también solía verle pasear cerca de los establos, el granero y el lago.
—¿Karim?
El joven sonrió, —señor, me alegra que te estés recuperando.
Gerard agitó suavemente su cabeza, —¿dónde estoy, qué sucedió?—, estaba seguro de que sus encuentros con el príncipe era secretos, así que no se le ocurría una razón decorosa, válida, y creíble para explicar su presencia allí.
Karim se acercó a la cama donde estaba recostado Gerard y le ayudó a acomodarse, —fuiste herido en una pelea durante tu último viaje, el capitán Bastián te trajo y ahora estás mejor.
—Recuerdo la batalla y recuerdo a mi hermano, pero-
La puerta de la habitación se abrió de repente y Louis apareció en el umbral, por un instante le miró con los ojos azules muy abiertos, pero luego corrió a la cama, se trepó a ella y abrazó al guerrero, —Gerard, no vuelvas a asustarme así.
Gerard se quedó quieto y rígido por la muestra de afecto, específicamente porque no estaban solos; pero al mirar a Karim este no parecía sorprendido, sino que una ligera sonrisa cómplice se dibujó en sus labios.
Louis le soltó y le miró de frente, para luego esparcir besos en las mejillas del caballero; después de hacer eso en seguida volvió a abrazarle.
—Su alteza, traeré el ungüento y las medicinas para limpiar la herida, vuelvo pronto— dijo Karim, y seguramente fue como una cortesía, porque Louis no le respondió; toda la atención del príncipe estaba en Gerard.
—¿Qué-?—, confundido, el caballero negó con la cabeza y corrigió su pregunta, —¿por qué estoy aquí?
Louis deshizo el abrazo, alejándose un poco para mirarle mejor, —estás en este lugar para que pueda cuidar de ti.
—No lo entiendo.
El príncipe tomó la mano del hombre, —estabas muy mal herido y yo, cuando te vi en ese estado, me di cuenta de las cosas, —le besó los nudillos, —comprendí lo mucho que me importas, no solo me gustas, en realidad te quiero.
Gerard tragó duro, ¿acaso estaba soñando?
Cuántas veces había fantaseado con que el príncipe le regalara un poco más de atención, más de la que le daba como compañero de cama.
—No quiero negar más lo que siento—, continuó Louis, —por eso estoy dispuesto a-
Gerard tiró con suavidad de él en otro abrazo.
—¿Puedes repetirlo?—, pidió el caballero cerca de su oído, —dilo de nuevo, por favor.
Louis sonrió y se aferró a la espalda de Gerard, —te quiero.
—Yo también te quiero— dijo el hombre.
Tres golpes en la puerta cortaron el ambiente.
—¿Su alteza?—, era Karim, —he traído los medicamentos.
Aún en la cama, Gerard descubrió su torso y observó con atención su abdomen, recordaba que su vientre había sido desgarrado, pero ahora solo tenía una cicatriz atravesada.
Mientras tanto, en la gran mesa de la habitación Karim mezclaba unas sustancias viscosas.
El caballero tapó de nuevo su abdomen y observó al joven por unos instantes, luego miró otra vez a Louis, quien estaba a su lado, sentado en la cama, y le preguntó, —¿cómo exactamente terminé aquí?, recuerdo la lucha, también el intento de algunos hombres por detener la sangre que brotaba de la herida, pero ¿qué sucedió después?
Louis suspiró, —Bastián ordenó regresar, te trajeron hasta su cabaña y yo estaba cerca, entonces te vi— se encogió ligeramente de hombros, —le pedí a Karim que te examinara para ver si podía hacer algo.
Gerard miró de nuevo al joven, él había terminado de revolver sus menjurjes.
—¿Eres un curandero?—, ahora tenía algo de sentido haberlo visto en los jardines y el lago, seguramente recogía plantas para sus remedios.
Karim asintió y luego dijo,—mi señor, debo aplicar esto a tu herida recién cerrada; permíteme chequearla, por favor.
Pero fue Louis el que descubrió el abdomen de Gerard, se mantuvo sujetando las prendas para dejar visible la marca tierna y rosácea donde antes hubo una profunda fisura.
Con ayuda de un instrumento que parecía una pequeña cuchara plana, Karim recubrió la cicatriz con la mezcla; la cosa, además de tener una textura desagradable, se veía y olía un poco mal.
—Deberás dejarlo lo que resta del día, luego lo podrás lavar— indicó Karim cuando finalizó.
Louis asintió, —¿alguna otra instrucción?
El muchacho comenzó a guardar sus utensilios, —puede comer cosas suaves y ligeras, pero deberá mantenerse en reposo, la herida podría abrirse de nuevo si realiza algún enfuerzo excesivo; mañana ya deberá estar mucho mejor.
—Bien.
—¿Hay algo más que pueda hacer por ustedes?—, preguntó el curandero mirando a Louis y luego a Gerard cuando tuvo sus cosas dentro de la bolsa de tela.
El príncipe negó y Gerard dijo, —muchas gracias, Karim.
El muchacho le sonrió, Gerard era un hombre amable, le agradaba; probablemente él era el único caballero que había notado su presencia en el patio del castillo y que le había llamado por su nombre; casi nadie le prestaba atención. Por eso no se opuso tajantemente cuando el príncipe le pidió usar sus habilidades, habilidades que eran secretas y reservadas para la familia real.
—Descuida, mi señor, me alegra haber sido de ayuda.
Una vez que se despidió, Karim fue a sus aposentos, él vivía en una agradable habitación cerca de la cocina del castillo, solía ayudar allí de vez en cuando; cocinar no era muy diferente a preparar las medicinas. Yuna era su maestra, ella era una mujer con más años de experiencia: Yuna también había sido instruida por la Curandera Real anterior. Ella no se encontraba en las tierras, había salido en busca de algunas raíces especiales y bastante específicas en un campo algo lejano, Yuna no estaría de regreso sino dentro de algunas semanas,
Karim estaba bien con ello, él había aprendido lo suficiente para estar a cargo durante la ausencia de su maestra.
Lavó y guardó los utensilios en su baúl, después tomó unos pequeños frascos vacíos y los guardó en su bolsa de tela, iría a buscar algunas hojas, debía secarlas y triturarlas para reponer los ingredientes que recién usó; una enseñanza de su maestra fue esa: siempre había que prepararse para cualquier emergencia, por eso los ingredientes para las pócimas básicas no podían escasear.
Bastián gruñó cuando vio al hechicero, o lo que fuera, cruzar el jardín hacia la parte trasera del castillo, el chico llevaba una bolsa de tela en la mano.
El caballero dejó la segadera que había estado usando, porque él, al igual que los demás hombres, hacían algunas tareas en el granero y el establo cuando no estaban practicando con sus armas.
Se acercó por su espalda, Karim estaba muy entretenido observando minuciosamente las ramitas de un arbusto mediano.
La ligera respiración ahogada dejó en evidencia el sobresalto del curandero antes de dar la vuelta para enfrentarle y exclamar, —mm-mi señor...
Bastián frunció el ceño cuando examinó desde su altura al joven: su cabello era castaño-rojizo, ligeramente ondulado y un poco desordenado; sus cejas y pestañas eran de un tono más oscuro que su cabello; su piel era clara, como si pocas veces hubiera estado bajo el sol, y sobre su nariz y mejillas tenía unas tenues pecas.
El capitán de los caballeros resopló, —¿dónde está mi hermano?
—El caballero Gerard se encuentra mucho mejor de salud, esta mañana recién desp-
—¿Dónde está?— repitió, —han pasado dos malditos días y no he tenido noticias de él.
—Mm-mi señor, yo-
—¡Habla!—, exigió; y Karim dio un ligero salto del susto que le causó, también abrió mucho los ojos.
Bastián entonces notó que el color de los iris del chico era un café claro y que alrededor parecía tener un halo dorado; simplemente los colores eran inusuales.
—Lo siento, el príncipe ordenó que no mencionara una palabra—, bajó la cabeza por un instante.
Bastián bufó molesto.
—Pero le aseguro, capitán, que pronto tendrá noticias— agregó al mirarle de nuevo; cosa no muy sencilla, ya que el curandero apenas le llegaba al pecho.
—¿Pronto?
—Yo, solo le puedo pedir que sea paciente— se relamió los labios.
Bastián miró la rosada lengua asomarse de entre los esponjados labios por un fugaz instante, antes de sacudir la cabeza.
—¡Capitán!—, un caballero le llamó a la distancia.
Bastián volteó para prestarle atención al sujeto y no le sorprendió lo que vio: era un hombre que siempre le buscaba para cualquier cosa, parecía que no podía hacer nada por sí mismo.
Era mejor ignorarlo, así que regresó su mirada al frente, pero Karim se había escabullido.
Poco antes de que el sol descendiera en el horizonte, Louis ayudó a Gerard a lavarse tal como Karim aconsejó, el menjurje se había solidificado y se convirtió en una costra difícil de quitar. Pero el príncipe, tan desvergonzado como era, aprovechó para tocar más piel de la necesaria.
—Louis, creo que debemos parar—, dijo Gerard entre besos, estaba desnudo en la cama del príncipe, pues a los aposentos reales había sido llevada la tina para que pudiera lavarse. Hasta ese momento, Gerard no había puesto un solo pie fuera de la habitación; aunque tampoco había hecho nada más que dormir y comer un poco.
—Lo siento—, se disculpó el príncipe, rompiendo el contacto, —¿te duele?—, señaló el abdomen del guerrero.
—No, solo es algo extraño—, Gerard rascó su piel alrededor de la cicatriz, —además de que me siento algo cansado.
Louis le acarició la mejilla, la barba del caballero estaba crecida, no se había afeitado en algunos días.
—Es normal, perdiste mucha sangre—, explicó el príncipe, —debes descansar y alimentarte para recuperarla— dijo mientras instaba a Gerard a meterse debajo de las sábanas, así, desnudo.
Louis pensó que le agradaba la idea de tener al caballero al alcance.
Gerard sonrió; —¿dormirás conmigo?
Louis imitó su gesto, —claro, pero no ahora, tengo que revisar un asunto.
—¿No puede esperar hasta mañana?
Negó con la cabeza, —lo siento, cariño, es un tema urgente.
Desde que Gerard despertó, Louis incluyó en su lenguaje palabras dulces y el caballero no se quejaría por eso ni por sus atenciones. De hecho, él no quería mencionar nada al respecto porque temía que todo fuera pasajero; era cierto que ambos se declararon sus sentimientos, pero Louis era un príncipe, así que no podían estar juntos ni podía existir nada más de lo que ya había entre ellos. Gerard sabía que estaba siendo egoísta al no preguntar siquiera por su hermano porque, según el relato del príncipe y del curandero, había estado en la choza de Bastián antes de ser trasladado a los aposentos reales; preguntar por su hermano le traería a la realidad y él prefería disfrutar lo mucho o poco que pudiera estar al lado de Louis.
—¿Quieres que te espere despierto?
Louis negó, pero se acercó y le besó de nuevo, tan fuerte y duro que nuevamente le fue difícil separarse.
Cuando Louis salió de su habitación, fue directo hacia la de Darren. Sabía que su hermano no era de los que dormían temprano, así que le encontraría aún despierto.
—¿Louis?—, Darren le miró curioso cuando abrió la puerta, —¿qué te trae por aquí?
—¿Puedo pasar?
Darren miró a los lados del pasillo, estaba completamente vacío; lo que fuera que el menor tuviera que decirle definitivamente era un tema delicado.
—Sí, adelante—, Darren se hizo a un lado dejándole el camino libre.
Louis ocupó una de las sillas elaboradas a juego con la mesa, sobre la que había dos libros abiertos y restos de velas consumidas. Darren solo disfrutaba de mantener un perfil bajo, pues el hombre era estudioso, bastante inteligente y muy bueno en lo que hacía.
Claus, el hermano mayor, era demasiado torpe y volátil cuando estaba molesto, no podía pensar con la cabeza fría; por eso Darren era el perfecto candidato para ser su futuro consejero, así sus padres se aseguraban de continuar con un reinado próspero: con el hijo mayor como rey, pero realmente gobernados por el segundo hijo; la verdad sea dicha.
—¿Qué es?—, preguntó Darren ocupando el lugar enfrente de Louis.
—Dijiste que me debías un favor, ¿recuerdas?
Darren rio, —es demasiado pronto para cobrar la deuda, ¿no crees?
Louis frunció el ceño, —¿estás retractándote de tus palabras?
—Yo no dije eso—, negó, —es solo que no pensé que fuera de inmediato.
Louis meneó la cabeza y suspiró.
—¿Qué es, entonces?— volvió a preguntar el mayor, —¿en qué te puedo ayudar?
—Quiero contraer matrimonio pronto, ¿puedes hacer que la corte me permita elegir a mi consorte?
Las cejas de Darren se elevaron casi hasta el nacimiento de su pelo y sus ojos se abrieron enormes, —¿qué?
—¿Puedes hacerlo, sí o no?
Darren parpadeó tupido, recomponiéndose; —¿es la persona que estás encondiendo en tu alcoba?
Louis asintió e insistió de nuevo, —¿puedes hacerlo?
—Depende, ¿es de familia noble?
—Sí.
El segundo príncipe se acomodó en su silla, pegando la espalda a la madera y cruzando los brazos sobre su pecho, —bueno, supongo que, después de todo, tú serás el primero en darle más herederos a padre y no Claus.
Louis negó, —no lo creo, quiero casarme con un hombre.
—Oh, vaya.
Los matrimonios del mismo sexo no eran inusuales, solían crear alianzas sólidas; en cambio, los únicos obligados a casarse con su opuesto eran los que debían mantener la línea de sangre; en su familia, específicamente su hermano Claus tenía esa encomienda, después estaba Darren.
Darren cruzó una pierna sobre la otra y agregó, —¿y él está de acuerdo?
Louis se encogió de hombros, —no le he preguntado aún, pero confío en que aceptará.
El mayor sonrió y dijo burlesco, —y aunque él diga que no, eres un príncipe, puedes ordenarle que acepte.
Louis sonrió ligeramente para estar en sintonía, pero lo cierto era que no podría obligar a Gerard; sí, se había comportado arrogante con Bastián, pero era solo su fachada.
—Y, entonces, ¿quién es?—, preguntó Darren, —si tengo que convencer a la corte con solo decir que es de familia noble no será suficiente, debo elogiar su linaje.
—Gerard Percy—, dijo.
Deshizo su pose y se echó hacia adelante, asombrado, —¿el segundo hijo del General Percy?
—Sí, él mismo.
Darren silbó, —con una historia familiar así de impecable, convencer a la corte será pan comido; pero no puedo decir lo mismo de padre y madre, ellos aún no han descubierto que ocultas a alguien en tu habitación, así que mejor ve preparando tu discurso.
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ESPACIO PARA CHARLAR.
Siento que este capítulo fue más "blah-blah-blah", pero era necesario (je, je, je). Nos leemos en algunos/varios días.
Por cierto, creo que ya se dieron cuenta de que esta historia ya se extendió más allá de agosto, jajaja. Sorry~
Perdón por los errores de dedo y otros; no tengo tiempo de revisar/editar.
Última fecha de actualización: 22 de septiembre de 2024.
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