04
Yuma mimaba a su gatito mientras Maki mimaba a su gatito.
— Riki, quiero mimos en los pies — pidió, mientras alzaba los pies.
— No haré eso, Yuma. Ew las patas.
— ¡No tengo patas! Los animales tienen patas, yo tengo pies, unos lindos y suaves pies —reclamó el pequeño, un poco enojado.
— Lo que sea, no tocaré tus pies.
—Malo. ¡Yudai Sempai siempre me hace masajes en mis piecitos y me cuida!
— Ñuñai Ñeññai — repitió, con tono burlesco — Bueno, el no está aquí, así que te jodes.
Maki se había levantado de la cama, molesto.
Estaba celoso. Era muy celoso aunque odiara admitirlo.
¡Y es que no lo pueden culpar! Yuma era verdaderamente cercano a Yudai, quien siempre lo andaba alagando y diciendo que era "su pequeño". Sin mencionar que lo cuidaba de sobremanera, según su opinión.
Un callado Yuma apareció a su lado, con una grande y brillante sonrisa en el rostro.
— Estás celoso, Riki — afirmó entremedio de una risa, sus mejillas estaba rosas y reía como si decir eso fuese la maldad más grande del mundo.
—No — dijo, aún más molesto — Claro que no. Yudai también es mi Sempai y me quiere más a mí.
— Puede ser... — susurró — ... Pero tú me quieres más a mí — sonrió y lo abrazó, quedando como ya era costumbre, su rostro en el pecho del menor.
—Ni en tus sue-
Iba a negar, pero sintió su corazón derretirse cuando las pequeñas manos del otro se posaron en las suyas y las tomaron con delicadeza. Seguido de eso, alzó su cabecita y dejó un beso en su mejilla, con otra de sus risas maliciosas.
— Okay, puede ser — murmuró Hirota rendido, para luego comerle su dulce boquita.
Su tarde fuera maravillosa, vieron películas, se pintaron las uñas, jugaron con Cookie (Cookie Hirota Nakakita, por cierto), y se besaron hasta que el sol se escondió.
Por la noche bailaron con "Only" de LeeHi (canción que a Yuma le encantaba), sonando de fondo. Movían sus cuerpos tranquilamente al suave ritmo de la música, bajo la luz de la luna que los iluminaba gracias a las cortinas abiertas de la habitación del japonés mayor. Luego salieron al patio a observar el cielo estrellado, mientras el más alto le decía que todas esas estrellas le recordaban a cada vez que lo miraba directo a los ojos.
Nakakita Yuma sólo podía sonrojarse más.
No eran novios, pero Maki no podía esperar para volver a ese gatito oficialmente suyo.
FIN
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