Capítulo 6; Primer día.
—¿Encontraste lo que buscabas?
Naruto respingó y lo miró.
—Oh, yo... no, digo sí —Naruto negó con la cabeza y le sonrió mientras se mordía el interior de la mejilla con nerviosismo—. Sasuke me obligó a venir por ti —explicó, tratando de mantener la calma. Había escuchado parte de la conversación que Itachi había tenido con una persona misteriosa que le había hecho sentir muchas cosas, y ninguna era muy buena. Era aterrador.
—Tendré que agradecerle entonces —Itachi se acercó a él con una sonrisa coqueta. Había querido besar a Naruto anteriormente, aunque sentía que iba muy rápido también creía que Naruto parecía anhelar que lo besara también así que, ahora que no esperaba tener más interrupciones de último minuto podría proceder con su necesidad urgente de hacerlo. O eso creyó, Naruto al verlo tan cerca se alejó e Itachi carraspeó incómodo. Al parecer, sí había hecho su movimiento muy rápido—. Vamos por ese té y esos dangos —afirmó, alejándose de Naruto.
Naruto soltó un suspiro hondo y lo miró de reojo mientras se alejaba.
—Lo siento, solo soy la niñera —se dijo en voz baja—. ¿Niñera? Pero qué digo, si soy hombre.
Sin duda, estaba enloqueciendo.
Luego de terminar de comer, Itachi subió a su habitación para seguir estudiando y Naruto acostó a Sasuke en su habitación, pues el pequeño estaba exhausto y se había quedado dormido en la sala mientras ambos veían una película. Naruto, por su parte, había subido a su cuarto también y había observado con cansancio el trabajo que habían avanzado y el que faltaba con sus cosas.
Al menos Itachi había cumplido su promesa de ayudarlo a desempacar lo mejor que pudieron, ahora solo faltaban sus cosas más personales y unas que otras prendas que estaba seguro que podría terminar al día siguiente. Mientras tanto se sacaría la ropa y se tiraría a la cama a ver videos en internet hasta que el sueño lo obligara a dormir.
O ese era el plan hasta que su teléfono se iluminó.
—¿Diga? —contestó enseguida tras ver el nombre de contacto que ponía la pantalla.
—Hey —el susodicho bostezó tras la línea, haciendo que Naruto sonriera de inmediato—, traté de contactarte en casa pero me dijeron que ya no estarías ahí. ¿Qué hiciste?
—¿Qué hice de qué? —Naruto ladeó la cabeza, aún sabiendo que el otro no podría verlo. Estaba seguro que se lo había imaginado, así de bien se conocían esos dos. No por nada eran mejores amigos.
—Para que te echaran de la casa, chico problemas —volvió a bostezar, haciendo que Naruto riera. Shikamaru Nara era sin duda el chico más perezoso que conocía, pero el más inteligente y capaz del mundo también—. Dime, ¿es cierto que pasaste una noche en la cárcel?
—¿Quién te dijo eso?
—Kiba, me lo encontré hoy cuando lo estaban sacando a golpes de la estación —se rió.
Naruto suspiró, amaba oír la tranquila risa de su mejor amigo, como que sentía que no era todo tan malo. Shikamaru generalmente era un chico de carácter serio, rara vez reía pero si lo hacía, entonces era porque las cosas iban a estar bien. En resumen, le había hecho sentir su apoyo sin saber que lo necesitaba.
—¿Dónde estás? Paso por ti y me lo cuentas en el Ichiraku.
—¿Cómo dices? —se rió—. ¿Tienes dinero para hacer tal propuesta?
—Sí, Naruto, el dinero es una de las cosas que se consiguen cuando trabajas. ¿Sabes? No te saldría mal intentarlo —Cierto. Shikamaru llevaba un par de años graduado y ya trabajaba en la estación de policía.
Resultando todo un genio, a Shikamaru no le fue nada difícil ganarse una promoción que le hizo ahorrarse tres años de escuela, los cuales no desaprovechó siendo un perezoso como él en su año sabático (para sorpresa de todos), y se enlistó en la policía. Ahora trabajaba en la estación a pocos kilómetros de su casa, todo un suertudo.
—Ja, ja, ja —rió falsamente—. Muy gracioso, Shika. ¿Ya vienes en camino? Tengo hambre.
—¿Cómo voy si no sé donde estás?
—Oh, cierto —Naruto se palmeó mentalmente la cabeza y rió—, deja, te mando la ubicación.
—Bien, chico problemas —recibió el mensaje de Naruto y alzó las cejas—, ahora eres más rico. Impresionante.
—Cállate-ttebayo. Y no hagas ruido al estacionar esa motocicleta, ¿sí? A mi jefe le dará un infarto —aseguró, mordiéndose de nuevo el interior de la mejilla al repasar lo dicho. Debía avisar a Itachi que saldría un rato.
—¿Jefe? —Shikamaru pareció atragantarse con su propia saliva—. Vaya, ¿hace cuánto no nos vemos?
—Dos días y contando.
—Eres bueno, zorrito. Quiero detalles de todo, ya salgo por ti —afirmó, colgando para no darle tiempo a responder.
—¿Cuántas veces le habré dicho que no me diga zorrito? —murmuró en voz baja mientras salía de su cuarto. Era suerte que no se hubiera puesto su pijama todavía, caminó los pocos metros que había entre cuartos y tocó a la puerta con la I negra—. ¿Itachi-san? Soy Naruto.
Naruto no tuvo respuesta.
—Uhm, sé que es extraño pero tengo que salir un momento.
Nada todavía, Naruto se mordió el labio.
—Llevaré mi teléfono y la copia de las llaves que me dio —continuó hablando, sin respuesta.
El sonido del motor de la inconfundible de la Kawasaki del Nara lo despertó de su conversación con la puerta y suspiró. No había que ser muy inteligente para saber que el Uchiha ya dormía, así que se regresó a su cuarto por algo de dinero, llaves y teléfono móvil. Luego cerró la puerta del cuarto y salió del pasillo hacia las escaleras tratando de no caerse pues no veía mucho por la falta de luz.
Claro que no se le ocurrió encender la linterna de su celular hasta que ya se encontró en el primer piso. Rodó los ojos y usando la poca luz de afuera, abrió la puerta principal y salió.
—¡Zorrito! —Shikamaru silbó, tenía el cabello suelto por el casco en su cabeza y estaba semi parado en la motocicleta estacionada frente a la puerta de la casa en la carretera.
—¡Que no me digas así-ttebayo! Y no grites, podrían oírte —se dio la vuelta y cerró la puerta con llave, en orden de ocultar el sonrojo de su rostro y orejas. Aunque Shikamaru y él hubieran sido amigos toda la vida, no podía evitar ponerse de esa forma algunas veces, después de todo, había sido su primer amor también—. Demonios, sí que eres molesto.
Shikamaru soltó una pequeña risa.
—Lo siento, es inevitable, adoro verte sonrojar de esa manera —confesó el pelinegro, mientras le extendía el casco con tazones de ramen azul. Claro, lo había escogido él, si nadie lo había notado—. ¿Y bien?
—Dijiste que me llevarías a Ichiraku-ttebayo. No tendrás nada de mí hasta que este lleno —aseguró, poniéndose el casco. Shikamaru arqueó una ceja y le dedicó una sonrisa coqueta—. ¡No seas sucio! —le gritó al notar su reacción y se subió a la motocicleta, inflando los cachetes con molestia—. Tsk, solo conduce, ¿Quieres?
—Claro, zorrito, lo que tú desees son órdenes para mí —encendió el motor enseguida.
Naruto solo sonrió y abrazó al mayor.
—Idiota —susurró.
En cuanto la motocicleta dejó la casa, el azabache fue capaz de abandonar la ventana y sentarse en el borde de la cama. Lo había oído tocar, estaba saliendo de la ducha pero lo había oído.
Itachi había creído que no sería cortés recibirlo en una toalla y con el cabello mojado, así que optó por no decir nada, al menos sabría que Naruto seguiría hablando. Le había sorprendido saber que saldría tan tarde pero se reprimió de hablar mientras se ponía los bóxers, para cuando se había terminado de vestir el sonido de un motor lo había hecho fruncir los labios. Claro, se había asomado a la ventana con tranquilidad ya que estaban cerradas y eran polarizadas, solo para ver a un personaje desconocido en chaqueta de cuero y una gran motocicleta.
Una a la que Naruto había subido, aunque pudo escuchar clara y fuerte el grito del chico.
"¡Zorrito!"
Ni siquiera entendía por qué le molestaba tanto.
Ah, sí, era un tonto.
Y le gustaba Naruto.
Apretó la mandíbula.
¡Y lo había abrazado en la motocicleta cuando se fueron! Qué molesto.
Naruto tenía novio.
Se dejó caer sobre el colchón, sonriendo de lado.
Aunque claro, no por mucho.
—¿Me estás jodiendo tan rápido?
—¿Querías que lo hiciera lento? Joder, Naruto, no aguantaba las ganas de hacerlo.
—¡Idiota! Ve más despacio, me estás ahogando.
—¡Tú fuiste el que dijo que necesitaba más! —reclamó el pelinegro, moviéndose más rápido—. ¡Te dije que luego no te quejaras! Demonios, qué fastidio.
Naruto se sonrojó al recordarlo y prefirió callarse, cosa que hizo que el mayor levantara la mirada hacia los ojos azulinos. No recordaba muy bien como es que habían terminado así.
—¿Quieres que pare?
Naruto negó.
—¿Quieres que siga?
—Sí, sí.
—Bien —estiró un poco la mano—. Pero no te quejes tanto.
—¿Quieres callarte? Es vergonzoso que digas estas cosas en esta extraña posición —Naruto parecía un tomate. A Sasuke le gustaban los tomates, recordó que tenía que comprar más.
—¿Tú crees? —sonrió de lado—. Yo la siento muy normal.
—Eso es porque tú no estás abajo de nadie —se quejó.
—No es que pese mucho, no seas quejica, zorrito —retorció su mano y Naruto soltó un jadeo—. Sabes que amas que te tenga sometido.
A este punto, Naruto sentía que se desmayaría.
—¡Cállate-ttebayo! Gira la puta manecilla rápido —le gritó.
—Hai, hai. Lo que diga mi rey —Shikamaru alcanzó la manecilla y la giró—. Pie derecho azul.
—¡Gracias, Kami! —ambos se alejaron brevemente al punto azul más cercano, aunque seguían con los brazos casi en el suelo—. Joder, sí que pesas, sentí que iba a perder —soltó un sollozo.
Y como si fuera arte de magia, Shikamaru se rindió.
—¡Ah! Ya te habías tardado —se quejó Naruto, dejándose caer sobre el tapete de Twister como el Nara—. Qué poco aguante tienes, Shika.
—Y te consta, ¿no?
Naruto rodó los ojos pero el rubor en sus mejillas hizo que el Nara se riera. Amaba molestarlo.
—Teme.
—He tenido mucho aguante, no has seguido hablando e incluso trataste de distraerme con tus movimientos en el twister —Shikamaru se soltó el cabello y se sacudió el sudor de la frente—, lástima que no he caído en tus encantos, hada del bosque. ¿Quieres seguir hablando de tu jefe?
—No.
—¿Y del niño demonio?
—Se llama Sasuke.
—Ah, veo que se ha ganado algo de tu respeto —afirmó con una sonrisa de lado—. Eso es bueno.
—Supongo que sí —suspiró—, ¿qué hora es?
—Las siete —respondió con desgano y bostezó—. Deberíamos acostarnos.
—¡¿Qué?!
—Lo decía en plan de solo dormir —le respondió—, no estamos listos para volver a inti-
Naruto tenía una expresión de horror.
—¿No soy tan malo como para que hagas esa cara al pensarlo o sí? —se deprimió.
—¿Eh? —Naruto parpadeó y lo miró—. ¡No! ¡Oh dios, Shika! —se empezó a reír al ver lo que se había imaginado su mejor amigo—. Estoy en shock, creí que habías dicho que eran las siete.
—Esa hora es —replicó, bostezando de nuevo.
—Cogeme, voy a desmayarme.
—Bien, ¿te cojo antes o después?
—¡Contigo no se puede! —le lanzó una almohada, chillando—. ¡Llévame a casa! ¡A la mansión Uchiha, más bien! Oh, Itachi va a matarme, ya debe estar despertando.
—Ahora llamas a tu jefe por su nombre —Shikamaru hizo una pose pensativa—. Sospechoso.
—¡Shikamaru! Es de vida o muerte —dijo—, ¡mi muerte! Andando.
El pelinegro bostezó y asintió.
—¿Llevas todo?
—Para sorpresa tuya, sí —afirmó—, vamos rápido.
No era mucho pero apenas abrió la puerta se encontró a una recién levantada Yoshino, quien estaba perpleja de ver al rubio con el cabello alborotado, la ropa desaliñada, cara de no haber dormido ni un minuto y a su hijo más atrás de la misma forma. La mujer bostezó.
—Buenos días, Naru-chan —le sonrió brevemente y miró a su hijo—. ¿Tú qué, vago? ¿Olvidas que debes trabajar?
—Tengo turno de noche hoy —se encogió de hombros—, llevaré a Naruto a su casa antes de que se enteren que se escapó para verme —agregó rápidamente—. Me alegra que lo hayas visto pero si preguntan por él, no sabes nada, eh.
—¿Eh? —Naruto parpadeó cuando estaba afuera de la casa y soltó la mano del mayor—. Dios, tu madre pensó que nosotros...
—Sí, que estábamos jugando twister como en los viejos tiempos, Naruto. ¡Concéntrate! Es tu primer día de trabajo y vas tarde, ¡vives en la misma casa! Me reiré luego —sonrió, extendiéndole el casco—. Llegarás como si nada, dirás que saliste a trotar.
—¿Con la misma ropa de ayer?
—¿Quién es ese hombre para juzgar?
—Mi jefe, para empezar —se rascó la mejilla y bostezó—. Voy a morir de cansancio.
—Bien, solo no te duermas en la moto —encendió el motor una vez Naruto se abrazó a él en el asiento trasero—, no quiero recoger muertos hoy.
—Capcioso si piensas en donde trabajas-ttebayo.
—Ya andas diciendo tonterías —se quejó, mientras negaba con la cabeza y sostenía una sonrisa.
Con suerte llegaron veinte minutos luego a la mansión Uchiha. Suerte y que Shikamaru conducía que daba miedo cuando estaba apurado, Naruto bajó con las piernas entumecidas.
—Me duelen las piernas —se quejó—, es tu culpa.
—Yo no fui el de la idea de hacer ese tipo de cosas —replicó Shikamaru.
Ambos se intimidaron con la mirada hasta que un carraspeo los hizo sobresaltar.
—¿Naruto?
—¿Dobe?
Naruto cerró los ojos.
—Jefe... Sasuke...
—¡Dobe! ¿Dónde estabas?
—Em...
—En mi casa, buenos días —Shikamaru bostezó—, bien, me voy. Yo sí quiero dormir algo.
—Claro —Naruto se sonrojó y miró a Itachi. La mirada fría del Uchiha parecía querer atravesarlo pero no comentó nada al respecto e inflando los cachetes se giró hacia Shikamaru para entregarle el casco tras quitárselo—, descansa, Shika. Dile a tu madre que me perdone por no haberme quedado a hablar con ella.
—No creo que le afecte, pero tendrás que darle un par de explicaciones —aseguró, tomando el casco—. Nos vemos, zorrito. Hasta luego, Uchihas —encendió el motor.
Por mucho que quería gritarle que no le dijera así, Naruto se tragó sus palabras y estiró su mano hacia el pequeño demonio que mataba con la mirada al motociclista. Itachi no hablaba de nada.
—Espero que no te moleste saber que llamé a tus padres esta mañana cuando no respondiste a mis llamados —dijo Itachi, mientras se acomodaba la corbata tras soltar a Sasuke de la mano—. Hablaremos luego de que llegue de mis clases.
—Claro, lo siento, olvidé cargar la batería —Naruto suspiró. Mamá iba a matarlo.
—Bien, adiós Sasuke —Itachi abrazó al malhumorado pequeño de cinco años y le dio un poke en la frente, al levantarse miró a Naruto con su típica mirada lacónica—. Suerte en tu primer día, Naruto-kun.
—Gra-gracias, supongo —lo vio alejarse un poco, se había traumado levemente con aquella mirada fría e inexpresiva que le había dirigido, diferentes a las pocas que conocía, suspiró y entonces lo recordó, girándose para gritar—. ¡Suerte en el examen-ttebayo!
Itachi lo miró sorprendido y dejó que su expresión se suavizara brevemente.
Maldición, ni siquiera podía enojarse con él.
Los despidió con la mano y se la echó al bolsillo luego de camino al auto que ya había sacado, con suerte, Naruto no incendiaría la casa al intentar buscar de comer. Como se había trasnochado esperándolo, casi no se levantaba a tiempo y no pudo cocinar algo.
—Te ves peor que antes.
—Cállate, Kisame —suspiró apenas entró a la facultad.
—¿Qué pasa? ¿La niñera se quedó dormida? —se rió.
Itachi se quedó en silencio, recordando en silencio el comentario de aquel joven y Naruto.
"Me duelen las piernas, es tu culpa".
—Supongo que ese es el problema.
A Itachi le dolía la cabeza.
"En mi casa... Yo sí quiero dormir algo".
—Quizás el problema es que llegó tarde a su primer día —masculló, tallándose el puente de la nariz.
—¿Tarde? Creí que vivía en tu casa ahora —Kisame ladeó la cabeza.
"Nos vemos, zorrito."
—Sí. Exacto.
Kisame lo miró confundido.
—Na-ru-to.
—Mamá —el rubio estaba temblando.
—¿No te dije que no le causaras problemas a Itachi-kun acaso? —Oh, la voz tranquila de su madre era sin duda la más aterradora de todas. Naruto hizo una mueca, al menos lo estaba enfrentando por teléfono, sería un problema si ella no estuviera del otro lado del país en el momento—. ¿A dónde fuiste esta mañana?
—Ah...
¿Esta mañana? Claro, seguramente Itachi se había dado cuenta solo en la mañana y habría asumido que había salido temprano. Vaya, no merecía la inocencia de su jefe. Y él había pasado toda la noche en la casa de... Negó con la cabeza abochornado.
—Naruto —Kushina aseveró la voz.
—Estaba con Shikamaru-ttebayo, en su casa —afirmó. Con los años había aprendido que la mejor opción en la vida era no mentir, tarde o temprano su madre siempre se enteraba de las cosas, solo no le diría desde qué hora estaba allá.
—¿Shikamaru se despierta temprano? —A Naruto le cayó una gotita en la cabeza.
—Eh, sí —masculló en voz baja la reputación de su perezoso amigo, carraspeó—. Por el trabajo.
—Ah, es verdad. ¿No se ve lindo con su uniforme? —Naruto respiró levemente cuando el modo fangirl de su madre se activó y sonrió levemente—. Te dije que no debías dejarlo ir-ttebane.
—¡Oka-san! —estaba rojo. Rojo como un tomate, pensó Sasuke al verlo cuando entró en la cocina—. No digas tonterías-ttebayo, sabes perfectamente que solo somos amigos.
—Sí, sí, y los Uchihas no son unos dioses griegos —le restó importancia—, en fin, cariño. Espero que tengas un gran día hoy, hablaré con Ita-kun sobre tu pequeño incidente, seguro que no es nada grave pero no vuelvas a hacerlo. ¿Bien?
—Lo prometo. Adiós, mamá —lanzó un beso a la nada y colgó.
Naruto se volteó a ver al demonio.
—Sasuke-kun, ¿quieres ver una película?
El azabache menor arrugó la nariz y se fue de la cocina con una mueca de disgusto que hizo reír a Naruto. Seguramente el Sasuke-kun no le había agradado para nada, ah. Tenía que haberlo grabado.
Sacudió la cabeza, había mucho por hacer y muy poco tiempo.
—Konan.
—Yahiko —la peliazul le sonrió a su novio con una mirada tranquila y luego miró al pelinegro que venía con el pelinaranja—, Itachi.
—Ohayo —respondió, bostezando.
—¿Aún no duermes bien?
—No es eso, simplemente no fue una buena noche —le restó importancia con un gesto en su mano. Konan y Yahiko se miraron cómplices.
—Seguro se pasó la noche imaginando al rubiecito en la ducha —Kisame se acercó junto con Deidara y Sasori—, ¿pensaste muchas guarradas para hacer con tu niñera, Itachi-san?
Itachi ensombreció la mirada.
—No pensé que fueras de ese tipo, Itachi —Konan se acomodó las gafas azules que tenía.
—¿Qué dices? Los callados son los peorcitos —aseguró Yahiko con una sonrisa de medio lado.
—Es verdad, Danna siempre ha sido callado pero quien lo viera en la ca-
—¿Deidara? —todos lo miraron cuando se calló repentinamente, notando que Sasori le había tapado la boca bruscamente y sostenía una mirada de pocos amigos aunque sus orejas rojas habían hecho a todos reír.
—¿De qué hablan? —Hidan se acercó a un lado de Kakuzu.
—En vez de estar perdiendo el tiempo deberían estudiar para los parciales, o no se graduarán ni producirán dinero —se quejó Kakuzu al ver a todos reunidos sin hacer nada importante.
—Hablábamos de las pasiones del Uchiha —respondió Yahiko con una sonrisa burlona.
—¿Itachi? Pero sí es más santo que Jashin —bufó el peliplata—. No mata a una mosca.
—Ayer casi se come a su niñero —Kisame se rió.
—¿Quién se iba a comer un niñero? —Nagato se acercó con las manos en los bolsillos.
—¿Quién tiene niñero a esta edad? —Tobi negó con la cabeza mientras hablaba divertido.
—Ah, este va a ser un largo día —suspiró.
Itachi ni siquiera se sentía de humor para refutar algo.
"Nos vemos, zorrito".
Apretó la mandíbula.
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Sexto capítulo de HIPERSOMNIA.
Disclaimer: Los personajes le pertenecen a Masashi Kishimoto, creador del manga y anime Naruto. Universo alternativo. Novela BL. Lee bajo tu propio criterio. Créditos de las imágenes a sus respectivos autores/as. Atente a las consecuencias en caso de leer.
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¡Hola de nuevo!
Ha sido mucho tiempo.
Lamento no haber regresado antes pero ya estoy aquí.
Ahora que no tengo trabajo por el momento trataré de mantener más activa.
Quiero que me cuenten de sus vidas, ¡les deseo a todos un feliz año 2021!
Hagamos este año el nuestro.
Espero que sigan leyendo, votando y comentando.
Un beso y un abrazo.
Amnesia, fuera.
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