Capítulo 10; Girasoles y ciervos.
—Nee, Sasuke.
—¿Hm?
—¿Hace cuánto Itachi está casado con Izumi?
—¿¡QUÉ?!'
Izumi se asustó al oír el grito y miró de reojo a Itachi, observando en silencio como este se mantenía serio mirando a Kousuke. Ambos se miraban fijamente y ella se sentía incómoda, solo de pensar en los sentimientos que creyó enterrados muchos años atrás se le retorcía el estómago. Itachi no se había movido un centímetro aunque se notaba que quería hacerlo.
No porque le importara que el otro le creyera débil sino porque confiaba plenamente en que Naruto se encargaría de Sasuke y estaba en buenas manos. Ella podía ver la confianza que le entregaba a aquel chico. Incluso lo había defendido con anterioridad, era por eso que no lo entendía.
—Itachi.
Él no la miró... En realidad, nunca lo había hecho, siempre miraba a otro lado, nunca a ella. Entonces... ¿Qué era lo que tenía aquel chico que tenía tan embrujado a Itachi? Al punto de confiarle a Sasuke ciegamente y defenderlo incluso de alguien que consideraba su familia.
—¿No quieres que vaya a ver a Sasuke-chan?
—No es necesario, Naruto está con él —fue lo que respondió, sin titubear ni un segundo.
Izumi agachó la cabeza. Ahí estaba Naruto otra vez. No lo entendía, miró a Kousuke entonces, el peligris se veía distante y hasta enojado desde que el tal Naruto había salido de ahí. De todos modos, ¿qué tenía que ver él con Kousuke? Frunció el ceño. Ni que fuera la gran cosa, tsk.
—¡Shh! ¿Por qué gritas-ttebayo? —Naruto se asustó y se apartó de la bañera cuando el menor se levantó, salpicando el agua por todas partes—. Quédate quieto, todavía tienes jabón.
—¡Dijiste que Izumi y nii-san están casa-cas-casamentados!
—Es casados, teme —lo corrigió enseguida—. Anda ya, déjame lavarte el cabello.
—Como sea, dobe —le sacó la lengua y frunció el ceño, mientras se cruzaba de brazos—. Además, ¿no deberías prepararme desayuno? Muero de hambre, usu-ra-ton-ka-shi.
—¡Maldito mocoso! —se quejó con una vena en la frente y luego suspiró—. Bien, ¿sabes qué? Acompañame al kombini y compramos las cosas para tu desayuno. De paso dejamos que Izumi-onesan y tu hermano se... hablen. Erm... ¿Te gustan los huevos?
—No.
—¿Y si los preparo con tomate? —arqueó una ceja.
Los ojos onix del azabache se iluminaron cual estrellitas.
—¿En serio?
—Hum, sí, ¿vamos? —extendió su mano enseguida y el menor asintió repetidas veces, jalandolo hacia afuera del cuarto de baño enseguida. Al menos intentándolo.
—¿Qué estás esperando, dobe? —le gruñó cuando vio que este no se movió ni un centímetro.
—Ah, primero que te vistas y segundo que te termines de bañar —le dio un vistazo de arriba abajo con ojos críticos. Sasuke se sonrojó como uno de los tomates que tanto presumía amar y se metió enseguida a la bañera, sumergiéndose hasta el cuello.
—Eres un ero-dobe —se quejó en murmullos.
Naruto soltó un par de carcajadas limpias que se escucharon por toda la casa.
—Parece que está todo en orden —Itachi sonrió de lado al oír la risa del Uzumaki.
Izumi abrió grande los ojos. ¿Qué veía? ¿Itachi realmente estaba sonriendo o acaso había entrado en una extrañamente perversa realidad alternativa? Parpadeó varias veces al ver a Kousuke arquear la ceja y mirarla, rió enseguida.
—Sí, cariño, tienes razón —sonrió con falsedad. Tenía que deshacerse pronto del niñero.
Ese chico era una amenaza a su matrimonio con Itachi y su boleto a la libertad, y no permitiría que todo por lo que tanto había trabajado se fuera al caño por culpa de ese estúpido jovenzuelo.
—Así que, Itachi-san, ¿a qué te dedicas?
—Soy estudiante de derecho y trabajo medio tiempo —fue lo único que respondió—. Izumi, ¿no crees que deberías darle un tour a tu amigo por el lugar o algo?
—Podría preguntarle a Naruto para que ustedes puedan saludarse como se debe —propuso Kousuke con una sonrisa prepotente—. Estoy seguro de que no se negará.
—No.
La sorpresa fue más porque la respuesta no provino de la voz de ninguno de los Uchihas mayores sino de el más pequeño, quien bajaba de la mano con el rubio, ya vestido y perfumado.
—El dobe es mi sirviente, no el tuyo —le dijo, mirándolo fijamente antes de que el rubio le saltara una nueva vena en la frente—. Nii-san, Naruto y yo iremos a comprar mi desayuno, tú y tu esposa se pueden morir de hambre como su invitado —concluyó, avanzando con todo el orgullo y prepotencia que podía cargar en su pequeño cuerpo.
Naruto, detrás de él, ladeó la cabeza y miró a Itachi, parpadeando varias veces.
—Ah... ¿Desea que traiga algo, Itachi-san?
—Lastimosamente lo que quiero que me traigas no puede ser presenciado por nadie más, Naruto —le sonrió coqueto y luego miró a Izumi con seriedad—. Espero que ya hayan desayunado, yo sí, y Naruto solo cocinará para Sasuke.
Izumi apretó la mandíbula.
—Descuida, ya comimos en el avión —respondió entonces.
—Yo tengo hambre.
—¿Quier-?
—Naruto, el señor Kousuke es lo suficientemente hábil como para comprar algo de comer para sí mismo. Por el momento, él y yo hablaremos con Izumi aquí —lo interrumpió enseguida y miró al rubio con tranquilidad—. Puedes ir con Sasuke.
—E-está bien, volveremos en un rato —hizo una reverencia a los presentes y volvió a tomar la mano del menor después de ayudarle a colocarse bien los zapatos. Itachi lo observó en silencio.
Le gustaba ver como Sasuke se había acoplado a él tan fácilmente y rápido.
Naruto no se percató para nada de la mirada fija sobre él hasta que llegaron a la caja y se encontró con un par de ojos perlas viéndolo fijamente, haciendolo parpadear al reconocerlo. ¡Diablos! Si se le había olvidado llamarlo.
—Buen día, Naruto —sonrió el joven, mientras tomaba la cesta de sus manos para comenzar a registrar su compra—. Presumo que has estado ocupado, ya que no has llamado.
—Oh, s-sí, l-lo siento jeje —se rascó la mejilla, avergonzado—. Han sido días muy duros, en realidad. ¿C-cómo estás t-tú?
—Muy bien, gracias... Estaría mejor si cierto sol me hablara —le guiñó el ojo y observó entonces como lo miraba el pequeño demonio al lado del rubio—. ¿Quieres un chocolate amargo?
El niño apretó la mandíbula y recibió el dulce con molestia, lo comería pero le ofendía demasiado. Naruto sonrió ante su actitud y luego miró en silencio al Hyuuga, quien se sintió contento de captar su atención.
—¿Te gusta lo que ves? —le sonrió coqueto.
—Sí-ttebayo.
Neji le observó sorprendido, no se esperaba eso y Naruto se puso completamente rojo al notar lo que acababa de decir.
—No te tomé por un chico directo —Naruto carraspeó al escucharlo.
—¿C-cuánto e-es?
—¿Naruto?
—¿Sí?
—Ya me pagaste —susurró, sonriendo. Naruto procesó por un momento y recordó que le había dado la tarjeta cinco segundosantes de su pregunta mata-neuronas. Sonrió también, tan avergonzado que deseó que la tierra le tragase entero y lo escupiera al otro lado del mundo.
—C-claro, um... Me voy entonces —miró a Sasuke y luego de recibir la tarjeta de vuelta, tomó las bolsas y le sonrió al joven—. Ha-hasta luego.
—Adiós... Y Naruto —este se giró a verlo con confusión—, por favor, llámeme.
—H-Hai —sonrió antes de irse junto a Sasuke—. Demonios, si ni siquiera recuerdo donde dejé su número, debí habérselo pedido de nuevo.
Sasuke se atragantó con su chocolate amargo.
—¿Estás bien?
—Me sorprende verte por aquí a estas horas... Chouji.
—¿Es porque no soy Naruto? —se quejó el chico de huesos grandes y hombros anchos, sonriendo. El Nara negó con la cabeza y se alzó de hombros—. ¿Qué estás pensando hoy? Es demasiado temprano para que estés despierto.
—¿Tú crees? No pude dormir bien —bostezó.
—Es raro ver que no estés durmiendo, solo digo —se sentó a su lado y le dio un vistazo al cielo—. No venías aquí desde el día que Naruto te rechazó...
—No tenía muchas ganas de recordar eso, Chouji, pero gracias —chasqueó la lengua, cruzando sus brazos detrás de su nuca—. Como sea, estoy pensando en invitarlo a salir pero no sé qué decir.
—Llévalo al cine.
—La última vez que fuimos al cine Naruto incendió una cesta llena de palomitas sin querer —rodó los ojos con una sonrisa ante el recuerdo.
—Estás tan perdidamente enamorado —suspiró.
—¿Está mal? —encendió el cigarillo que traía en manos hace un par de minutos y lo llevó a su boca, dándole una calada rápidamente. Chouji se limitó de mirarlo de reojo con un gesto de desaprobación.
—No, lo que está mal es que sigas creyendo que tienes una oportunidad.
—La tenía —sonrió con ironía—, la seguiría teniendo si ese idiota no se hubiera puesto en el camino, lo juro.
Chouji sonrió con tristeza y asintió.
—No puedes cambiar el pasado y debes aprender a vivir con el presente.
—¡Oh! Veo que hablaste con mi padre antes de venir aquí —Shikamaru se quejó enseguida.
Chouji se encogió de hombros.
—Solo digo que deberías superar que Naruto lo escogió a él.
—Lo invitaré al cine —le restó importancia, dando una nueva calada al cigarillo.
Maldita sea.
—De verdad siento que soy un mal tercio —fue lo que dijo Kousuke.
—No estás interrumpiendo nada en el momento —fue la escueta respuesta de Itachi.
—No somos una pareja muy convencional —Izumi se limitó a sonreír.
No tenían mucho que pudieran decir e Itachi solo esperaba que decidieran irse pronto, comenzaba a cansarse de tener tantas personas en su casa. Con Naruto y Sasuke era más que suficiente para él, no quería tener que lidiar con nadie más y solo quería dormir.
Tenía tanto sueño.
—Creo que tu esposo debería dormir, se ve realmente cansado.
—¿Por qué lo dices? Yo lo veo igual que siempre —Izumi miró al azabache de reojo.
—Am, tiene unas enormes y muy marcadas ojeras... Para empezar —replicó él, como si fuera obvio—. Creo que no durmió suficientes horas...
Izumi rió.
—No te preocupes, Itachi ha tenido esas ojeras desde que es pequeño —explicó—, pero no te preocupes, usualmente duerme las horas necesarias, incluso en semana de parciales.
—¿Segur-?
—Itachi son ojeras no sería Itachi —se presentó entonces con un bostezo y una sonrisa—. Veo que hay reunión familiar el día de hoy, hola desconocido —saludó al de cabellos grises.
—Deidara —Izumi saludó con molestia. Genial, otro rubio molesto—. ¿Quién te dejó entrar?
—Ah, Naruto lo hizo —se encogió de hombros—, me lo encontré en la entrada cuando venía con Sasuke. Eh, Itachi, recuerda que debemos ir a... comprar unas cosas para el semestre.
—Deidara, el semestre acabó ya, tal parece que el tinte te quemó por fin las neuronas que no tenías —Izumi estaba impaciente.
—El próximo semestre, estúpida —sonrió—, y para tu información, mi cabello sí es natural.
Itachi volvió a bostezar.
—Dijiste que Sasuke y Naruto regresaron, ¿dónde están? —inquirió enseguida.
—Oh, en la cocina —señaló—, te espero allá. Ve cuando estés listo para ir de compras.
—Muy bien.
Itachi agradeció por primera vez en su vida lo inoportunas que eran las apariciones de Deidara.
—¿Ah? —se quejó—. ¿Acaso prefieres ir con esa rubia plana a estar con tu esposa?
—¡Te escuché! —gritó desde el pasillo—. ¡Y que sepas que tengo más curvas que tú!
Kousuke ladeó la cabeza.
—Ahora estoy confundido...
—Es mi mejor amigo —respondió Itachi—, y ya conoces la respuesta a tu pregunta, Izumi.
Dicho esto, Itachi abandonó la sala de estar para seguir a Deidara con rumbo a la cocina. La castaña apretó la mandíbula a punto de explotar de la rabia que sentía por la actitud del azabache y Kousuke solo ladeó la cabeza hacia el otro lado.
—E-Espera... ¿Es hombre?
Izumi suspiró.
Cuando Naruto había dicho que Izumi estaba de vuelta, Deidara no había podido creerlo, incluso había estado titubeando minutos antes si tocar la puerta de la casa o no. Quería hablar con Itachi pero no había encontrado la fuerza y si no hubiera sido porque Naruto se atravesó cuando intentaba huir para contarle sobre Izumi no habría entrado a la mansión Uchiha. Porque claro que sabía lo molesta que era la presencia de la castaña para Itachi.
—Pero en cuadritos.
—Que sí, teme, ya siéntate —se quejó el rubio mientras cortaba en cuadritos los tomates extras del desayuno de Sasuke—. Oh, Deidara. ¿Cómo has estado?
—He estado mejor —dijo, sentándose en la mesa a un lado del menor—. Pero al menos no tengo que cuidar un pequeño demonio como tú —sonrió con gracia y Naruto solo negó con la cabeza.
—Ya quisieras tener tanta suerte —le sacó la lengua y Deidara rodó los ojos—. Ya verás, Deidara, tú algún día te arrepentirás de llamarme demonio... Un día apareceré en tu cama y te jalaré de los pies —dijo, sorbiendo su jugo de manzana lentamente para darle un aura más misteriosa.
Deidara parpadeó.
—No hay necesidad, el solo ver tu cara me da pesadillas —afirmó, dandole palmaditas en la cabeza y mirando el jugo que le extendía Naruto—. Oh, gracias Naruto —le sonrió de vuelta.
—No hay por qué —se sentó en frente de ellos luego de haber puesto el desayuno de Sasuke y el suyo en la mesa—. Vaya, si que tengo hambre-ttebayo. Ah, ¿ya desayunaste?
—Sí, no te preocupes —afirmó enseguida. Deidara no solía desayunar a menos que Sasori lo obligara y lamentablemente al haberse quedado a dormir en su casa, temprano por la mañana lo había obligado a comer un desayuno que casi podía igualar al que ahora Naruto estaba comiendo—. ¿Como pueden comer tanto? —se susurró a sí mismo.
—De repente me dio hambre —Itachi bostezó de nuevo al entrar a la cocina—, buenos días...
—¿Itachi, al menos dormiste hoy? Pareces un mapache.
—Un par de horas, creo —se sentó cerca de Naruto y bostezó de nuevo, apoyando su rostro en la mesa—. Siento que me hubiese pasado por encima un tractor.
—¡Te dije que se moriría! Rápido, al doctor —Sasuke saltó a jalar el brazo del mayor.
—Sasuke, espera —Naruto se paró a detener al chico y miró a Itachi, poniendo su mano sobre su frente—. Itachi, ve a la cama, tienes fiebre.
—¡Nii-san, eres muy joven para morir! —se abrazó al mayor.
—No se va a morir a menos que sigas abrazandolo así, se está poniendo azul —lo regañó Naruto.
Sasuke se apartó y se disculpó pero Itachi estaba demasiado concentrado mirando al suelo.
—Deidara, ayúdame a cargarlo a su cuarto, Itachi necesita descansar —pidió, mientras miraba a Sasuke—. Termina de comer o a ti sí que te voy a llevar a ver al doctor.
—¡Pero si no estoy enfermo!
—Pues yo te hago enfermar-ttebayo, siéntate y termina de comer —le respondió, pasando uno de los brazos del Uchiha por su hombro al tiempo que Deidara hacía lo mismo—. Ahora, Itachi, muévete.
—Sí, somos dos debiluchos contra un gigantón, no creo que lleguemos con él ni a la esquina si no coopera —Deidara lo miró de reojo con seriedad y al cabo de unos minutos, ambos comenzaron a reírse, despertando al mayor—. Anda ya, Itachi, vamos a la cama.
—Está bien —se recargó sobre su hombro, dejando su boca peligrosamente cerca del cuello del rubio mayor que se erizó enseguida y tragó fuerte—. Naruto viene también... ¿Verdad?
—Vaya, no sabía que fueras tan pervertido, Itachi-kun —se burló.
—Hm...
Naruto se rió y negó con la cabeza mientras comenzaban a subir las escaleras lentamente. Mientras más rápido lo hicieran, más rápido llegarían al cuarto del mayor y podrían descansar. El teléfono de Naruto comenzó a sonar en el momento en que esto último se cumplió, contestó enseguida sin siquiera fijarse en el nombre. Deidara acomodó a Itachi en la cama.
—¿Moshi, moshi?
—Dime que estás libre mañana en la noche.
—Estoy libre en la noche —bromeó con una sonrisa apenas reconoció la voz—. ¿Porqué?
—Te tengo un plan al que no podrás decir que no.
—¿Ah, sí? Dime... ¿Acaso planeas probar de nuevo mi agilidad hasta que me duelan las piernas? —se mordió el labio cuando oyó a Shikamaru ahogarse con su propia saliva al otro lado de la línea—. ¿O esta vez vas a amarrarme para que no vuelva a huir de ti?
Itachi frunció levemente el ceño y Deidara abrió grande los ojos. Joder, qué ilegal era Naruto.
—No me des ideas —gruñó Shikamaru, pasando una mano por su cabello mientras se mordía el labio. Naruto podía parecer todo lo inocente del mundo pero... A veces ponía a prueba su paciencia—. Escucha esto, tú, yo, parque de los ciervos y muchos girasoles. ¿Qué dices?
—¿Al aire libre? —su sonrisa se tornó peligrosa.
Deidara tragó duro. ¿¡Al aire libre!? Joder, no solo no sabía que Naruto saliera con alguien sino también que eran todos unos pillos. Su cara estaba completamente roja cuando miró de reojo como Itachi mantenía los ojos entreabiertos, luchando contra la inconsciencia solo para oírlo.
—Escucha, comida, vino, velas y un lindo atardecer, ya sabes. Me gustaría que hiciéramos un picnic, uno de verdad —dijo—. No como los que hacíamos en la cochera —se rió al recordarlo.
—Vaya, si lo dices de esa forma hacerlo al aire libre suena muy romántico —se rió también.
Itachi apretó la mandíbula.
—Joder, qué sucio —masculló Deidara, riendo bajito al ver la reacción desmejorada del Uchiha.
—¿Entonces qué dices?
—Sabes que diré que sí, ni siquiera tenías que tomarte tanto esfuerzo para llamarme —murmuró Naruto, mientras miraba en silencio el paisaje que se veía desde la ventana del Uchiha—. Pudiste mandarme un mensaje.
—Naruto.
—¿Sí?
—Yo... um —quería decirle que lo quería ver tan urgentemente porque no soportaba la idea de estar separado de él por mucho tiempo, pero las palabras no salían—. Um... Quiero que te vistas taan lindo que parezca que vas a una cita con el chico que te gusta.
—¿Oh? —Naruto se sonrojó.
—¿Puedes?
—¿Por qué quieres que me vista de esa forma-ttebayo?
—Porque yo iré tan guapo que te opacaré —mintió. Porque me encantaría que fuera una cita...
—No hay modo de que sea verdad —Naruto sonrió—, pero si eso es lo que quieres, puedes contar con ello. Creéme, me veré tan irresistible que vas a querer besarme-ttebayo.
—Hmp, estoy seguro que no es lo único que querrá hacer —Deidara murmuró, riéndose.
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Décimo capítulo de HIPERSOMNIA.
Disclaimer: Los personajes le pertenecen a Masashi Kishimoto, creador del manga y anime Naruto. Universo alternativo. Novela BL. Lee bajo tu propio criterio. Créditos de las imágenes a sus respectivos autores/as. Atente a las consecuencias en caso de leer.
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