Capítulo 8
La misma semana en que Jimin había acompañado a Jungkook a investigar para su trabajo de diseño, no había dejado de pensar en cuánto más tiempo quería compartir con él. La temporada del campeonato nacional Universitario aún no había comenzado, y el equipo seguía entrenando, pero no tan exhaustivamente, se tomaron su merecido descanso por unas semanas. Por lo cual, Jimin tenía más tiempo disponible, tanto en su agenda diaria como en su mente.
Luego de hablar en la reunión de la iglesia y reflexionar de su relación con Jungkook, le habían nacido aún más ganas de pasar tiempo con él.
Entonces, una tarde de aquella misma semana, Jimin se unió al entrenamiento de Jungkook en el gimnasio.
A penas llegó, le buscó por donde sus ojos llegaban a ver. No le había encontrado hasta que se acercó a la sala de boxeo, y ahí estaba. Abrió la puerta y saludo a algunos chicos que estaban preparándose, mientras se quedaba a un costado observando a Jungkook boxear con Mingyu, ambos bajo la supervisión del entrenador.
Distinto a lo que Jimin hubiera supuesto, el boxeo que ellos estaban practicando no se trataban de golpes furiosos sino de golpes inteligentes y certeros. Tanto Mingyu como Jungkook tenían sus guantes de boxeo y cascos protectores. Dependiendo de la cantidad de golpes y esquivadas, el entrenador iba sumando puntos a cada contrincante. Soltaba al aire palabras de aliento, y al parecer la batalla iba muy pareja.
La camiseta negra de Jungkook estaba empapada de sudor en toda la zona de su cuello, espalda y pecho. Sus movimientos eran ágiles y limpios. Fue sumando puntos, hasta que un último golpe sobre un lado del rostro de Mingyu, sobre su casco, le dio el último punto ganador.
Mingyu aceptó la derrota, ambos se quitaron los guantes y se saludaron con un apretón de manos y una palmada en la espalda.
- Están en buena forma, muchachos. Descansen – dijo el entrenador.
Se quitaron los cascos, mostrando sus cabellos mojados. Jungkook se peinó el cabello hacia atrás y fue cuando Mingyu le golpeó con el codo en las costillas.
- Te esperaré para un próximo round.
- Cuando quieras, mis guantes estarán listos – soltó Jungkook, seguro de que podía dar otra buena pelea. Mingyu se rio por su respuesta.
- No me refería a ese tipo de round.
- Oh...
Mingyu le empujó amistosamente, haciendo reír a Jungkook mientras negaba con la cabeza por su insinuación.
Jimin no pasó por alto aquella secuencia. Se encontró a sí mismo pensando en que él también quería un segundo round con Jungkook. Porque la noche que habían estado juntos no se iba de su cabeza, tampoco el beso que se habían dado en su auto unas noches atrás. Quería que las cosas se le dieran algo más fáciles y poder expresarse realmente como quería, pero Jungkook le tenía paralizado. Nunca le había costado tanto acercarse a alguien, dar el primer paso, tomar lo que quería. Intentar ser él mismo sin beber ni una gota de alcohol para romper el hielo, le estaba costando una eternidad de mirar a Jungkook y no lograr hacer nada más.
Cuando el menor le vio, le sonrió e instantáneamente le hizo un gesto con la mano para que se acercara.
Mingyu se alejó de ellos para recomponerse y tomar agua.
- No entiendo mucho sobre boxeo, pero lo haces muy bien.
- Gracias, lo sé – dijo con arrogancia, lo que le robó una risa a Jimin - ¿Quieres intentar?
- ¿Yo? ¿Pelear contigo? Puedes noquearme en un segundo – sonó alarmado, le parecía una locura. Jungkook negó con una sonrisa y tomó una de sus manos. En algún momento había tomado una cinta, y con ella comenzó a vendar sus manos.
- No, sólo te enseñaré a dar golpes al saco, así algún día boxearás conmigo.
Jimin no dijo nada, se quedó prestando atención a cómo Jungkook vendaba sus manos con suavidad. Luego levantó la mirada para ver su rostro. Los labios de Jungkook estaban algo fruncidos, la misma mueca que hacía cuando se concentraba o estaba pensativo. Jimin no quería boxear, Jimin quería poder besarlo en esos momentos. Le arrebataba un impulso que le hacía olvidar que había gente a su alrededor.
Cuando Jungkook terminó de vendarle las manos, no le colocó los guantes, simplemente lo dirigió hacia uno de los sacos de boxeo. Sosteniéndole de los hombros, lo colocó frente al saco que colgaba del techo.
- Al principio querrás que el saco vuele, pero olvídate de ello, es muy pesado cuando lo golpeas, no se mueve fácilmente.
- De acuerdo. No tengo ni puta idea de qué hacer, de todas formas.
- Pensé que eras un deportista nato, Park Jimin – su tono fue burlesco, cerca de su oreja.
- Soy beisbolista, uso un bate, no los puños – se quejó, girándose un poco para enfrentarle y Jungkook soltó una risita, disfrutando de su reacción. Rápidamente volvió a ponerle en posición con sus manos en los hombros. Se separó para ponerse a su lado y mostrarle la posición que debía tomar, y cuando Jimin le imitó, volvió a ponerse detrás de él para corregir la postura.
- Esta pierna, un poco más adelante, necesitas estabilidad – le dijo, dando golpecitos en el muslo para que la corrigiera. Luego posó las manos en su cadera y también las movió. Jimin sintió a Jungkook inclinándose más cerca de él, su rostro casi al lado del suyo por encima de su hombro. Le tomó de los brazos y le hizo estirar uno – Toca el saco con los nudillos. Un golpe tranquilo y seco.
Jimin estiró su brazo derecho y los nudillos dieron contra la superficie del saco, fue un golpe sin mucha fuerza.
- ¿Cómo lo sientes?
- Está duro.
El pelinegro se rio por la elección de palabras.
- Es del saco de lo que estamos hablando, ¿verdad?
Jimin se giró con una ceja alzada y la boca abierta, mientras Jungkook intentaba no soltar una carcajada que hiciera que todos le miraran.
- Sí, hablo del saco, a menos que haya otra cosa dura de la cual no me haya enterado.
- Tal vez en unos pocos minutos la haya – soltó una atrevida declaración, y Jimin volvió a abrir la boca de la sorpresa. ¿En serio le estaba provocando tan descaradamente? ¿Allí? ¿En pleno gimnasio? No le molestaba, para nada, sólo no se lo esperaba.
- Bueno, si quieres puedo ayudarte con eso más tarde – ofreció, sin querer quedarse atrás. Si Jungkook quería ser atrevido, esa era su oportunidad para serlo también.
- Uf, sí.
El mayor sintió un apretón en uno de sus glúteos antes de que Jungkook se alejara para ponerse detrás del saco. Un estremecimiento le recorrió el cuerpo. Tal vez le venía bien golpear un saco con peso muerto por un rato para descargar esa adrenalina que unas pocas acciones del otro chico habían provocado.
Afortunadamente Jungkook no volvió a jugar con su cabeza y se enfocó en enseñarle algunos movimientos para pre-calentar mientras golpeaba el saco.
Al poco tiempo Mingyu se les había unido, tuvieron un rato de charlas mientras descansaban y seguían.
Cuando terminaron, Jimin estuvo atento a cómo Mingyu quería salir con Jungkook luego del entrenamiento. Jungkook le había rechazado.
El chico no se había visto desilusionado, ni molesto, simplemente sonrió al pelinegro, le sobó la espalda y se despidió de ambos.
Unos minutos más tarde, mientras ambos se secaban el sudor de sus cuerpos con unas toallas, Jimin miró a Jungkook y se atrevió a preguntarle algo que le tenía intrigado.
- ¿Por qué no quieres salir con Mingyu?
La pregunta pareció sorprender a Jungkook, quien se le quedó mirando por unos segundos antes de responder.
- No es que no quiera, hoy Taehyung me espera para hacer una video-llamada por la noche – explicó, mientras pasaba la toalla por su frente. Las puntas de su cabello estaban mojadas por completo.
- Me refiero a hacer algo oficial. Parece alguien decente. Y se nota que le gustas mucho.
- ¿Se nota? – Jungkook se rio – Sólo tenemos una relación casual y él lo sabe.
- Sí, pero te mira como si estuviese esperando a casarse contigo – explicó llanamente y Jungkook se rio. Por lo que había logrado notar de todas las interacciones de ese par, Mingyu estaba muy interesado. Buscaba el contacto, lo miraba a cada rato y no era la primera vez que le invitaba a hacer algo. Y a pesar de ser rechazado seguía intentándolo y no dejaba de sonreír amablemente y tratar a Jungkook como algo más que un compañero de boxeo y de cama – Hace mucho tiempo que están con este acuerdo. ¿Nunca quisiste algo más? – realmente estaba curioso por saber la razón, más teniendo en cuanta que su amigo Hoseok le había asegurado que Jungkook tenía tendencia a querer una relación estable.
- No realmente – se encogió de hombros. Jimin se apoyó contra la pared, dejando la toalla colgando de uno de sus hombros mientras veía a Jungkook colocarse sus zapatillas, sentado en el banco que estaba contra una de las paredes del cambiador – A pesar del tiempo que hemos pasado, estoy bien así. Y tampoco es como si tuviésemos muchas cosas en común, o algo que me interese más que lo físico en él.
- Bueno, lo entiendo, me ha pasado.
Sin embargo, lo que no le había pasado a Jimin era sentir realmente tanto interés por una persona con la que se había acostado una sola vez. Pero volvía a lo mismo, se trataba de alguien que era mucho más que eso. Y aunque quisiera un segundo round –y realmente lo deseaba- en realidad quería explorar otros aspectos de Jungkook, saber más, conocerse mutuamente de maneras que no lo habían hecho aún. Quería cosas simples como estar tumbados en la cama, pasar sus dedos por su piel caliente hasta quedarse dormidos con la televisión encendida.
Era mucho pedir, ¿tal vez?
Cuando ambos estuvieron listos, salieron al campus y ya era de noche.
- Te llevo a tu casa. ¿Quieres? – Jimin le ofreció.
- Sí, claro.
Cuando Jimin detuvo el auto frente a la casa del menor, giró su rostro y le miró. Jungkook le sonrió apaciguadamente, no parecía tener prisa por bajar, y, por primera vez, Jimin finalmente tomó lo que tanto quería. Acortó la distancia y le besó. Jungkook cerró los ojos instantáneamente, y se dejó besar, estaba vez dejando a Jimin marcar el ritmo. Era lento, porque mientras más lento lo hacía más lo sentía y más lo recordaría. Labios suaves, lenguas curiosas y dientes traviesos, jugaban entre sí alargando la despedida.
Cuando el beso llegó a su fin, Jungkook tenía esos ojos y esa sonrisa como si hubiera sido hechizado, y eso a Jimin le había gustado mucho.
- Hablamos luego... - dijo Jungkook, y Jimin volvió a acercarse a su boca.
- Sólo un poco más... - dijo rozando sus labios, a lo que Jungkook sonrió y sucumbió.
Nuevamente los besos fueron lentos, esta vez acompañados por caricias. Manos iban y venían, recorrían el cabello del otro, se deslizaban por sus cuellos hasta sus pechos. Y cuando la excitación fue evidente y les faltó el aire, se separaron sin poder ocultar los jadeos.
- No quiero irme, pero Taehyung se va a poner histérico si no llego a tiempo – nuevamente se lamentaba por no poder continuar lo que habían comenzado. Jimin, por su lado, volvió a sentarse erguido en su asiento, asumiendo que hasta allí habían llegado. Asintió con la cabeza, con una sonrisa – Te veo el sábado, ¿cierto? – preguntó, recordando que su hermano había invitado a sus compañeros de equipo a almorzar.
- Sí, allí estaré. Pero, ¿no vas a estar estudiando?
- Sí... pero acepto interrupciones.
La mirada de Jungkook le hizo saber que ya se estaba anticipando a alguna posible travesura, y le estaba invitando a participar. Jimin se le quedó mirando, con su corazón latiendo rápidamente, y ansiando que el sábado llegara.
Jungkook volvió a acercarse, robándole un beso y saliendo del auto con su mochila cargada al hombro.
Para el momento en que el sábado llegó Jimin se paró frente a la puerta de los Jeon y suspiró, como si fuese la primera vez que pisaba esa casa, su corazón estaba ansioso, porque no estaba segundo cómo transcurriría el resto del día con la promesa de Jungkook girando en su cabeza.
Sólo tenía seis años cuando pisó aquella casa por primera vez. Jamás había visto a la familia, pero sus padres eran amigos desde antes de que él naciera. Cuando dejaron Busan, simplemente se instalaron en Seúl y cuando los padres de Jimin no podían cuidarle por razones laborales, lo dejaban en la casa de los Jeon. Al principio no había sido fácil, su madre tampoco quería dejar a Jimin si él no se sentía cómodo, era una casa nueva con gente desconocida para Jimin, pero fue una buena señal cuando con el tiempo fue el mismo Jimin quien quiso quedarse cada vez más y más tiempo.
Pero ese primer día también le martilleaba el corazón, aunque más con miedo que por emoción.
Tocó el timbre, y justo detrás de él llegaron más compañeros del equipo. Se saludaron con un abrazo y la puerta se abrió. Seokjin ya había llegado, así que fue él quien los hizo pasar.
A penas Jimin entró, su mirada recorrió la sala de la casa hasta caer sobre el último escalón de la escalera que llevaba al primer piso. Estaba seguro que Jungkook estaría en su habitación en ese momento, y así lo comprobó cuando salió al jardín trasero y sólo estaba Hoseok y el resto del equipo, disfrutando del sol y de la piscina, colocando música de fondo.
Había pasado media hora, y ya habían comenzado a comer algo. Jimin debía admitir que no estaba demasiado concentrado con lo que estaba aconteciendo por estar al pendiente del pelinegro que estaba en el primer piso, probablemente estudiando había dicho. El saber que estaba tan cerca le volvía loco, nunca hubiera imaginado llegar a sentirse así por el hermano menor de su mejor amigo, pero lo estaba. Se sentía totalmente a la deriva de sus emociones.
Mientras estaba sentado en la mesa, comiendo algo de vegetales asados, su pierna se movía con nerviosismo, y cuando Hoseok apareció con varias botellas de Soju para prindar, agradeció al cielo.
Un vaso frente suyo fue llenado con el líquido transparente, y cuando todos tuvieron su vaso de shot en la mano, Jimin tomó el suyo, brindaron por la temporada que no iba a tardar en llegar y el partido ganado, y luego tomaron el Soju hasta que no quedase ni una gota.
Jimin cerró los ojos y suspiró, sentado en su silla y sintiendo la quemazón en la garganta. Sólo tenía que relajarse un poco y podría enviarle un mensaje a Jungkook. Necesitaba verlo.
Siguió comiendo y bebiendo tragos de Soju mientras conversaba con sus compañeros y sus nervios comenzaban a evaporarse.
Mientras tanto, en su habitación, Jungkook yacía sentado en la silla de su escritorio, con su tablet en el soporte y su lápiz digital en la mano. Su cabello estaba húmedo por la ducha que había tomado cuando se había despertado. Se había colocado una camiseta blanca que ahora tenía el borde del cuello salpicado con gotas de su cabello, y un par de shorts negros. El extremo contrario a la punta de su lápiz golpeteaba contra sus labios, estaba intentando concentrarse en lo que quería lograr con su trabajo creativo, pero ya había oído el sonido de la puerta y el sonido de voces masculinas rondando por la casa, lo cual le hizo ponerse nervioso al anticiparse a la visita de Jimin. Se masajeó los ojos por debajo de sus lentes de lectura y despeinó su cabello al sentirse frustrado con su dolor de estómago.
Esa semana había sido tan... surrealista. Tener a Jimin interesado en verle, en generar momentos consigo más allá de la relación que tenían desde que eran pequeños, le había sorprendido muy en el buen sentido. Y desde entonces no podía dejar de pensar en los besos que habían compartido, en las miradas de Jimin, en las sonrisas que intercambiaban, en cómo habían pasado de hablar casualmente, ponerse Me gusta en Instagram, y comentarse videos graciosos, a salir juntos, a pasar tiempo en el gimnasio y fuera de la universidad, a tener momentos pequeños, pero de intimidad en el auto. Cómo habían pasado de miradas fraternales, a miradas que caían hacia sus labios.
Para esa altura, Taehyung estaba al tanto de todos los detalles y aún estaba anonadado por los avances de su mejor amigo. Y para ser honesto, Jungkook también estaba asombrado de sí mismo. Él y Jimin habían logrado conectar, parecían estar sintiendo y queriendo lo mismo. Estaban yendo en la misma dirección. ¿Qué más perfecto podía ser?
Se apoyó contra el respaldo de su silla giratoria y se tapó la cara con ambas manos.
- Dios santo... voy a llorar – soltó. Estaba feliz como si volviese a ser un adolescente.
Y en ese mismo instante su celular vibró con un mensaje.
Se lanzó hacia él, lo tomó del escritorio y cuando desbloqueó la pantalla lo leyó.
"hey..."
Sus labios se ensancharon en una sonrisa inevitable. Sólo una palabra había sido suficiente para hacerle llenar de regocijo.
Escribió inmediatamente.
"Te estabas tardando..."
"Alguien está ansioso?"
Jungkook bufó para sí mismo. A penas Jimin sabía cómo le ponía, ya se notaba lo tan seguro y consciente que era de lo que podía provocar en los demás.
"Sí... bastante... quiero verte"
Admitió, porque podía tener orgullo con muchos hombres, pero sabía que con Jimin no era necesario, él nunca se aprovecharía de eso.
Había esperado respuesta de ese mensaje, pero no llegó de la manera que esperaba.
En lugar de recibir un mensaje, cinco minutos después la puerta de su habitación se abrió y cerró, dejándole ver a Jimin, con una de sus manos en el picaporte. Ambos se quedaron mirándose, y la sonrisa traviesa de Jimin le hizo apretar el posa brazo de su silla.
- ¿Jugamos a escondernos? – Jimin preguntó. Y Jungkook se quedó sin palabras por unos segundos, algo pasmado. Asintió con la cabeza, sin poder decir una palabra, y menos de una milésima de segundo después, tuvo a Jimin sobre su boca.
Los dedos de Jimin se filtraron por el cabello de su nuca y dentro del beso apasionado que había iniciado, le incitó a ponerse de pie, tironeando de él. Jungkook sólo siguió los movimientos como si fuese un ratón siguiendo la melodía de la flauta, sin poder prestar atención a nada más que responder a Jimin.
Cuando la parte de atrás de sus piernas se chocaron contra su cama, cayó sentado en ella, el único instante donde sus bocas se separaron. Para su sorpresa, Jimin trepó su cuerpo, subiéndose sobre su regazo, con sus rodillas a cada lado de sus piernas. Y una vez más, se propuso a devorar su boca.
No entendía lo que estaba pasando, pero le gustaba. Le gustaba demasiado.
Jimin estaba frotándose contra su cuerpo a la vez que se dedicaba a besarle profundo y lento. El calor emanaba de su cuerpo como olla hirviendo, Jungkook estaba encantado. Así que aprovechó a aventurar sus manos por su cintura, debajo de la camiseta y sentió su piel caliente, los músculos tensándose con el movimiento de sus caderas, y el borde de sus bóxers el cual deseaba bajar lo más rápido posible. Estaba en el paraíso.
Y entonces, entre besos húmedos y suspiros, jungkook lo notó.
- Bebiste... ¿cierto? – le preguntó, y Jimin dejó de besarle. Éste sonrió y negó con la cabeza.
- Sólo un trago... brindé y ya... - aseguró, mientras continuaba con besos por su barbilla y la línea de su mandíbula – Déjamela pasar una vez... - rogó, y esa súplica le hizo a Jungkook temblar las piernas. No le quedaba mucha fuerza de voluntad después de todo lo que se llevaba resistiendo.
- ¿Qué excusa has metido allá abajo?
- Que iba al baño... - respondió, y Jungkook rio.
- ¿Cuántos minutos es eso?
- No lo sé... - Jimin se separó de su cuello y lo miró - ¿Diez?
- ¿Diez minutos en el baño? Si tienes diarrea tal vez.
Jimin soltó una carcajada tan fuerte que Jungkook tuvo que taparle la boca, aunque no pudo evitar contagiarse de ella. Ambos se rieron tanto que terminaron recostados en la cama, casi cayendo de ella y enredándose el uno con el otro.
- No puedes... hablar de diarrea antes de tener sexo – soltó Jimin intentando recuperar el aire y dejar de reír.
- Fue tu culpa – le soltó sobre los labios, girándose encima suyo y besándolo suavemente – Tenemos... que hacer esto muy rápido entonces. Lo odio.
- Yo también... pero sino tendré a Hobi sobre mí.
- Desvístete entonces – Jungkook ordenó, y Jimin no dudó.
Ambos comenzaron a quitarse la ropa rápidamente, sus camisetas volaron por al aire, sus shorts y ropa interior también. Jungkook había vuelto a estar recostado boca arriba y Jimin se recostó sobre él. Ambos cuerpos extendidos.
Para ese momento, ya tenían dolorosas erecciones entre sus piernas, ansiosos por volver a sentir la excitación de esa noche que habían estado piel con piel por primera vez. No había suficientemente tiempo como para que hubiera penetración, pero no era del todo necesaria, todo lo que querían era un orgasmo, caricias y besos.
Pegaron sus abdómenes y así las zonas bajas de sus cuerpos. Sus piernas estaban intercaladas, aumentando el contacto entre sus caderas, y por consecuencia, de sus miembros. Estaban calientes y adoloridos, entre los besos gemían por las sensaciones que recorrían sus cuerpos. Era electrizante, un dolor que bombeaba y se aliviaba insuficientemente con cada roce. Habían comenzado lento.
Las manos de Jungkook bajaron por la curvatura de la cintura de Jimin hasta sus glúteos, y sintiendo en sus palmas la forma perfecta de Jimin, hizo presión para empujarle más cerca suyo. Y por su lado, Jimin tenía su brazo derecho apoyado contra el colchón, con su mano enredada en el cabello de Jungkook y su otra mano acariciándole el pecho. Su mano subía y bajaba, grabándose la dureza del músculo y la suavidad de la piel de Jungkook. Recorría desde su esternón hasta su cuello, y volvía a bajar hasta masajear su pectoral, rozando uno de sus pezones.
Jimin parecía estar disfrutando de su cuerpo y Jungkook estaba aliviado de ello.
- Quise esto por mucho tiempo, Jimin...
Jungkook se animó a decir con un jadeo mientras recibía los besos de Jimin en su cuello. Y cuando Jimin respondió "Yo también", sintiendo la vibración de esas palabras sobre su piel, hubiera querido responderle que no tenía idea de realmente a cuánto tiempo se refería. Habían sido más de diez años.
Jimin nunca se había dado por aludido de sus miradas, nunca había notado cuánto lo deseaba físicamente ni cuánto lo quería sentimentalmente. Habían sido años de tenerle a su lado, de haberse volteado cuando se sentía olvidado por el resto y hasta por su propio hermano, y que Jimin estuviese ahí, evitando que él se hundiera. Jimin no tenía idea de que él siempre estaría agradecido de tenerle en su vida. No tenía idea de que estaba enamorado de él.
Cuando la fricción de sus cuerpos se volvió desesperada, sus bocas se mantuvieron rozándose y respirando agitadas. Ahora sus caderas se movían con rapidez y brusquedad. Sus labios rojos e hinchados quemaban, se habían besado hasta que les dolieran, y así gemían, con lamentos que variaban entre gruñidos y gemidos urgentes.
Jimin llevó su mano entre sus cuerpos, tomando con ella sus dos miembros para que la fricción fuese más intensa. Jungkook hizo lo mismo, y así ambos se ayudaron a llegar a la liberación de ese orgasmo que tanto deseaban poder repetir. Gimieron alto y delicioso, y si alguien los había escuchado no les preocupaba ya demasiado.
El mayor se dejó caer al lado de Jungkook, y ambos yacieron boca arriba, totalmente agotados pero la plenitud en sus pechos era la evidencia de que lo que habían estado buscando, lo habían encontrado. Se sentía bien coincidir.
Mientras Jungkook respiraba con sus ojos cerrados, sintió que algo cálido acunaba su mano. Abrió sus ojos y se giró, viendo que a su lado Jimin aún estaba con sus ojos cerrados, el aire saliendo entre sus labios, y más abajo, su mano estaba cubriendo la suya. Entonces, con un movimiento casi imperceptible, acomodó su mano, y con su pulgar acarició suavemente la mano de Jimin.
Pero, lamentablemente, no podían quedarse así por mucho tiempo más. Jungkook tuvo que separarse del tacto del más grande para arrastrarse por su colchón hasta alcanzar las toallas húmedas que tenía en el cajón de su mesa de noche. Le tendió un par a Jimin y ambos comenzaron a limpiar sus cuerpos.
- ¿Cuánto tiempo hemos tardado? – el rubio quiso saber, mientras sentado en la cama limpiaba los restos de fluidos de su abdomen. Jungkook chequeó la hora en su celular.
- Mhm... algo más de diez minutos supongo.
- Carajos...
- ¿Cuál será tu excusa?
- ¿Diarrea?
Esta vez fue Jungkook quien se carcajeó, y golpeó a Jimin en el hombro por hacerle recordar su previa charla.
Su risa fue interrumpida por un beso, que le obligó a derretirse contra él de un momento a otro.
Fue corto, y cuando Jimin se alejó, deseó el que pudieran seguir besándose, robar un poco más de tiempo.
Ambos comenzaron a vestirse rápidamente, rescatando la ropa que había sido arrojada por la habitación.
- No lo dejaremos así... seguiremos en otro momento – la promesa de Jimin le pareció tan dulce que ya quería saborearla.
Asintió con la cabeza, y se animó a ser él quien le diera otro beso. En esa instancia ya no sentía que tenía que actuar más precavido, ya no tenía miedo de asustar a Jimin demostrando cuánto quería su cercanía. Había sido duro el recordarse constantemente que tenía que darle espacio a Jimin, para no confundirle ni tampoco para agobiarlo.
Tomo el rostro del mayor con ambas manos, y besó sus labios calientes tres veces más. La tercera un poco más prolongada y con pesar al separarse.
La sonrisa que tenía Jimin antes de salir por la puerta, le dejó con un regocijo tan grande en el pecho que hacía tiempo no sentía tratándose de alguien más.
Se quedó unos minutos en su cama, sin poder digerir lo que había sucedido.
Cuando Jimin volvió a aparecer en el jardín, volvió a sentarse en su lugar, el cual, desafortunadamente, estaba al lado de su mejor amigo.
Cuando tomó asiento, Hoseok se giró a mirarle, y ya podía ver el aire de sospecha en sus ojos.
- Te tardaste mucho en el baño, ¿no crees?
- Sí, lo siento, tengo diarrea – soltó como si nada, y la cara de Hoseok se arrugó, expresando asco.
- No necesitaba saber esa información.
Cuando volvió a girarse para seguir conversando con sus amigos, Jimin se rio a sus espaldas y en silencio.
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Hola Gente, espero que les haya gustado el capítulo.
Actualmente estoy con dengue, sintiendome no mal sino fatal, sin poder ir a trabajar y sin salir de la cama.
Cuídense de los mosquitos, porque es horrible estar así y en el peor de los casos puede ser letal.
Nos leemos
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