Capítulo 4
Secándose el sudor del cuello con la toalla de mano que llevaba al gimnasio, Jungkook bebía agua para rehidratarse y humedecer su garganta. Cada vez que tenía una sesión de boxeo su boca terminaba seca. Era un buen entrenamiento para mantenerse activo y en buena forma, así fuese con un saco de boxeo o con un compañero que quisiera practicar con él.
Le urgía una ducha, sacarse el sudor que hacía que su camiseta y shorts se pegasen incómodamente a su piel. Así, rápidamente tomó su bolso de la correa, colocándosela al hombro y saludó a sus compañeros mientras salía del gimnasio hacia el campus. Cruzó la puerta y se chocó con Mingyu, quien iba entrando.
- ¡Woah! - soltó el otro chico al chocar directo con él, casi perdiendo el equilibrio.
- Lo siento - Jungkook se disculpó con una risa, pasando por el costado.
- ¿Ya te vas?
- Sí, quiero ducharme de una vez y estudiar - dio un paso más, pero Mingyu tironeó un poco de su camiseta para evitar que se escapara.
- Hmm... - soltó pensativo - ¿Sigues ocupado?
- Bastante.
- ¿Incluso para una cerveza y algo más?
Jungkook vaciló, frunciendo su boca y sin tener una respuesta inmediata. Tenía que estudiar, pero le agradaba demasiado Mingyu como para perdérselo.
Al parecer, lo que pasaba por su mente era evidente a simple vista, porque la sonrisa que esbozó Mingyu ya expresaba haber obtenido una victoria. La victoria era el haberle hecho dudar de cambiar su rutina preestablecida para salir con él.
- Hoy. A las nueve - el chico dijo, y Jungkook le observó con las cejas levantadas por lo tan seguro que sonaba - Vamos. Estoy solo en casa. Cerveza y pizza. El mejor plan de miércoles por la noche.
Jungkook sonrió, negando con la cabeza para sí mismo, su decisión se torcía cuando le daban a elegir entre estudiar y pasar una buena noche. Llevaba un tiempo sin estar con Mingyu, y no es que fueran pareja, ambos sabían que lo que tenían no era nada, pero sí eran una buena compañía para cuando querían pasarla, hacer un pequeño plan improvisado a mitad de semana, ambos sabiendo que eso era todo lo que había y habría alguna vez. Se conocían desde hacía tiempo, y nunca habían tenido problemas para entender que no necesitaban nada más profundo que eso.
- ¿Te molesta si lo dejamos para la otra semana? - Jungkook preguntó con cierto pesar por tener que resistirse. Pero si él no tenía disciplina, nadie estudiaría por él - Prefiero no descansar ahora y poder hacerlo luego del examen del lunes - explicó. Mingyu le miró con una sonrisa, ¿cómo iba a molestarse por eso?
- Para nada. La próxima semana será - dijo - Te va a ir bien. Luego me cuentas.
- Gracias.
Al despedirse, siguió su camino a la estación de tren. Cuando llegó sacó su celular de su bolso. Su plan era mirar videos que le ayudasen para el trabajo que estaban realizando con Taehyung. Sin embargo, un mensaje de Jimin tomó toda su atención.
Era en respuesta a un video que Jungkook mismo le había enviado, sobre un dibujo animado lo suficientemente viejo como para que se notase la baja calidad de imagen. Ambos recordando cosas que habían sido parte de sus infancias.
"¿Y de esto te acuerdas?", decía el mensaje acompañado de la foto de un post.
Jungkook miró la foto de unas golosinas que solían comer de pequeños. Jimin era adicto a ellas, y era la razón por la cual Jungkook las conocía.
El recuerdo le robó una sonrisa.
"Imposible olvidarme de esas golosinas". Respondió.
Porque le recordaba esa tarde que Hoseok había decidido jugar el papel del irritante y mandón hermano mayor, diciéndole que no podía jugar con él y con Jimin.
Jungkook estaba enojado por eso, pero la cosa era que, cuando Hoseok se había ausentado unos minutos en el baño, Jimin tuvo la excelente y divertida idea de que Jungkook se vengase. Con todo el ánimo de travesura que un niño de diez años podía tener, Jimin invitó a Jungkook a subir las escaleras, escabullirse en la habitación de los Jeon y encerrarse en el armario.
Entre los tapados de invierno de sus padres, Jungkook pegó su espalda contra la madera detrás de él, mientras hacía lugar a que Jimin se metiera con él, cerrando las dos puertas, más sin hacerlo del todo, dejando que un halo de luz se filtrara entre la junta de los dos bordes.
Jungkook se inclinó hacia delante para espiar por la hendija, pero Jimin le tiró hacia atrás del hombro.
- Si te asomas nos encontrará - susurró, acercándose a su oreja - Esperemos a ver cuánto tarda en encontrarnos - dijo, terminando con una risita divertida, esa risa que siempre se le contagiaba. Esa risa que soltaba cuando sabía que estaba haciendo una travesura.
Jungkook volvió a apretarse contra la madera, juntando sus manos entre sus piernas y mirando cómo Jimin intentaba encontrar algo en los bolsillos de sus pantalones.
Estaba encerrado en un armario con Jimin, no recordaba haber estado tan cerca de él antes. Sus brazos se rozaban, al igual que sus piernas. Jimin se movía mucho al intentar encontrar lo que fuera que estaba buscando, pero a Jungkook no le molestaba, le daba curiosidad saber qué estaba haciendo.
Finalmente, en la mano de Jimin brilló el envoltorio de lo que parecían ser unas golosinas. El envoltorio era rojo, y tenía unos dibujos de confites de colores y fuegos artificiales.
- ¡Mira! - exclamó, aun manteniendo el tono bajo - Las compré hoy - Jungkook alzó las cejas al mirar el paquete - ¿Las has probado? - preguntó, y él negó con la cabeza en respuesta - ¡Tienes que hacerlo!
No esperó ni un solo segundo y Jimin abrió el paquete, lleno de confites pequeños de todos los colores y brillosos. Se llevó el borde del paquete a los labios, tiró la cabeza hacia atrás y llegaron a su boca.
Con curiosidad, Jungkook observó cada movimiento. Jimin hizo un sonido de satisfacción con la boca cerrada, saboreando lo que parecía ser el manjar más delicioso y difícil de conseguir. Se veía tan feliz que Jungkook sonrió.
- ¡Mhm! - volvió a hacer un sonido, esta vez señalando su boca mientras miraba a Jungkook, esperando que entendiera algo - ¿Lo escuchas? - preguntó con la boca llena.
- No, no escucho nada - negó, y Jimin se acercó a él, inclinándose contra su oreja.
A Jungkook se le aceleró el corazón, nervioso, pero pudo escuchar sonido de burbujeo, como pequeños chasquidos que provenían de la boca del mayor. Se sorprendió, era cierto que lograba oírse cómo algo se movía en su boca.
Las golosinas estaban provocando pequeñas explosiones. Lo miró asombrado, y Jimin rió con la boca cerrada y llena. Le dio el paquete, y cuando Jungkook se llevó algunos de esos confites a su boca, apenas un poco más grandes que granos de azúcar, sintió los chasquidos contra su paladar y en su lengua. Tenían sabor a frutilla y algo ácidos, eran deliciosos y la sensación era divertida.
Jimin había comprado, no uno, sino dos paquetes, y los compartió únicamente con él, mientras aún seguían escondiéndose y Hoseok les buscaba sin éxito.
Se reían cómplices cada vez que el chico gritaba sus nombres exasperado porque sabía que se estaban escondiendo de él para hacerle enojar. Y ambos se reían el uno contra el otro, entre chistadas que intentaban hacerse guardar silencio. De la misma manera que lo habían hecho la noche que ambos subieron las escaleras y se encerraron en su habitación, estando ebrios y sabiendo lo que estaban a punto de hacer. Jimin se había reído contra su oreja, ambos anclados a la puerta y apenas pudiendo mantener el equilibrio, cuando habían comenzado a desvestirse el uno al otro. Escondiéndose otra vez.
Pero cuando eran pequeños, lo que escondían eran golosinas. Como muchos padres, los Jeon no querían que sus hijos comieran demasiado azúcar. Era la razón por la cual Jimin las llevaba a escondidas. Hoseok también las había conocido gracias a él.
Fue así como, en varias ocasiones, los tres comían golosinas sin que sus padres lo supieran. Y Jimin era el favorito de los Jeon por una razón, siempre consentido y halagado por ser inteligente, respetuoso y educado. Pero él tenía esos arranques de rebeldía, lo que tenía a Jungkook con su atención pegada a él. Nadie iba a imaginarse que Jimin rompiese las reglas de la casa, que le diera golosinas a sus amigos aunque supiera que sus padres no lo aprobaban.
Las travesuras eran siempre inocentes, de aquellas que son divertidas y que te ayudan a conseguir amigos fácilmente. De aquellas que te dirigen, luego de un tiempo, a llevar al hermano de tu mejor amigo a la cama.
No siempre había sido así, sin embargo. Jimin había llegado a Seúl siendo lo suficientemente tímido y callado como para hacer amigos. De no ser que sus familias se juntaban frecuentemente, nunca se hubieran conocido.
Jimin jugaba al baseball desde antes de llegar a Seúl, y cuando retomó las prácticas, lo hizo en el mismo lugar que Hoseok.
A Jungkook nunca le había interesado el deporte en equipo, pero no iba a mentir en decir que el baseball no le empezó a llamar la atención gracias a Jimin, pero prefería más verlo que jugarlo.
Gracias a Jimin, había logrado salvarse de los "castigos" de su hermano. Hoseok, naturalmente, quería su propio espacio, sus propios amigos y sus propias reglas. Jungkook era más pequeño y siempre invadía sus cosas. Solía decirle "Te metes en todo". Tal vez sonaba malo, pero no era maldad, Hoseok sólo era un niño.
Para cuando Jungkook llegó a su casa, los mensajes con Jimin habían ido y venido. Incluso luego de ducharse, miró su celular y mensajes de Jimin le esperaban.
- ¿Cenas con nosotros? - su madre le preguntó, sirviendo parte de la comida que su padre había preparado en la mesa, donde también estaba sentado su hermano. Rodeó la mesa y se acercó a la olla de estofado.
- Tengo que estudiar - dijo - Pero tomaré un poco - sonrió. Su madre asintió y le preparó un plato repleto de comida y un vaso de agua en una bandeja - Gracias - dijo, sonriéndole.
- Ah, pero eso no es todo - dijo ella, sacando postre de la heladera y colocándolo junto al resto de la comida.
- Hey, a mí no me has ofrecido postre - se quejó el hermano mayor.
- Porque aun no has terminado de comer.
- Bueno, él pude buscar el postre cuando termine de comer.
- No seas envidioso - dijo Jungkook, a lo que su hermano rio.
En todo ese rato, Jungkook había estado respondiendo a algunos mensajes. Y Hoseok quiso curiosear.
- ¿Con quién hablas? - su tono fue insinuante, esperando que le respondiera que hablaba con algún chico.
- Con Jimin.
- ¿En serio? - su expresión cambió a una sorprendida. Claramente, no esperaba que "algún chico" fuese su mejor amigo - ¿Y de qué hablan?
- De cuando éramos pequeños. ¿Recuerdas las golosinas que explotaban en la boca? - le preguntó, y la cara de Hoseok se iluminó ante el recuerdo que creía perdido.
- ¡Oh, eran las mejores!
Luego de debatir en si esas golosinas seguían existiendo o si la compañía había dejado de producirlas, Jungkook subió a su cuarto, preparó su laptop, se colocó sus lentes para que las luces de la pantalla no arruinaran su visión, y mientras comía comenzaba a leer.
El sonido de un nuevo mensaje le distrajo. Tomó su celular y respondió.
"Ha llegado el momento de sentarme a estudiar. Hablamos luego. Por cierto, ¿Seguirán existiendo esas golosinas?"
Antes de recibir una respuesta, colocó el celular en modo silencio y lo dejó sobre su cama. Necesitaba estar libre de distracciones, y el saber que Jimin estaba a sólo un mensaje de él, no hacía un buen trabajo por ello.
Mientras comía, él leía y trabajaba en sus informes y tareas que le ayudaban como una práctica a las posibles preguntas del examen. No le gustaba leer contenido teórico, para él era mucho más fácil y entretenido hacer proyectos de edición, donde su creatividad era su fuerte y podía explotarla al máximo. Y si no se sentía muy inspirado, y las ideas no fluían, entonces miraría algunas películas, series o leería libros que le ayudasen a encontrar un punto de partida cuando perdía el camino. El trabajo creativo no era siempre fácil y divertido como mucha gente podría llegar a pensar.
Logró terminar varios puntos de las actividades para cuando se hizo un horario razonable para terminar e irse a dormir. Tres horas estudiando sin parar contenido teórico eran más de lo que se le podía pedir. Suficiente para sentirse orgulloso de ello. El día siguiente sería otro día para estudiar. Iba bien.
Se quitó los lentes y los dejó sobre su escritorio, cerró su laptop, se puso de pie y mientras se desvestía para irse a dormir, caminó hacia la cama, tomó su teléfono y se lanzó sobre el colchón. Arrastrándose, se enredó entre las sábanas y con el delicioso aroma del jabón, se dispuso a ver los últimos mensajes de Jimin antes de dormir.
"De acuerdo, estudia duro! Debería googlear si siguen existiendo... Si lo hacen debería comprarlos. Los necesito!".
A Jungkook también se le antojaban. Estaba seguro que, si los probaba, le desbloquearían aún más recuerdos de su niñez, la nostalgia y toda esa cosa que te hace sentir viejo al crecer.
Él lo googleó y, lamentablemente, no logró encontrar nada más que algunas menciones a esas icónicas golosinas que habían provocado furor entre los niños en los años 2000.
"Qué triste, los niños de hoy en día no saben lo que es bueno", dijo Jungkook luego de avisarle a Jimin que no había encontrado nada.
Por su lado, Jimin estaba recostado en la cama -no la suya- con el celular entre sus manos y con una media sonrisa en su boca, leyendo los mensajes de Jungkook y respondiendo.
La puerta del baño que daba a la habitación se abrió y salió una chica con una toalla que rodeaba su cuerpo, cubriendo su desnudez. Otra toalla estaba colocada en su cabeza, conteniendo su cabello. Algunos mechones se asomaban por debajo de la tela.
Estaban en una habitación de hotel, de esas con agradable aroma en las sábanas, vista nocturna hacia la ciudad por la ventana, baño con azulejos blancos y pulidos, y copas de champagne en la mesa de noche. No estaban celebrando nada, Jimin simplemente aprovechaba el buen servicio de los hoteles.
Dejó su celular en la mesa de noche y miró a la chica caminar hasta el lado vacío de la cama. Mientras ella se quitaba la toalla y secaba su cuerpo, él la miraba. Cuando ella se giró a verle, sonrió, y Jimin respondió de la misma manera.
- ¿Por qué me miras así? Ya hemos terminado, mañana me despierto temprano y tú también.
- Lo sé, lamentablemente no puede haber segundo round - se rio.
Ella se quitó la toalla del cabello y su pelo largo y negro cayó sobre sus hombros y parte de su pecho. Las gotas en él comenzaban a escurrirse por su piel, entre sus pechos, bajando por su ombligo y llegando más allá, perdiéndose entre sus piernas; en el paraíso.
No había dudas que le gustaban las mujeres, que, si fuese por él, viviría entre sus piernas. Pero, si se ponía a pensar un poco más allá y recordaba la forma en la que Jungkook se había estremecido debajo suyo, en sus gemidos, en la forma dulce en que se había retorcido sobre las sábanas y sujetado contra la almohada cuando había llegado al orgasmo, le hacía pensar que eso era una clase diferente de paraíso. Un paraíso donde tener a un tipo derritiéndose por él era caliente. Un paraíso que también sería capaz de encontrar entre las piernas de un hombre. Porque la vida era demasiado corta para perderse del espectáculo que era un cuerpo temblando ante el placer agudo que una lengua o una caricia podían causar.
- Jimin.
Dijo ella, acallando una risa.
Él la miró con las cejas levantadas esperando que le dijera qué sucedía, y ella respondió mirando hacia su cuerpo, la parte inferior de éste. Jimin se miró, y entendió lo que le causaba gracia a ella.
- De acuerdo, hora de ducharme - anunció para ella y para sí mismo, saliendo de la cama y caminando hacia el cuarto de baño luego de que su miembro había vuelto a despertar.
- Sí, por favor - dijo ella riendo.
Cuando cerró la puerta del baño detrás suyo, apoyó su espalda contra la puerta. Dejó salir una bocanada de aire, y entonces se dispuso a prepararse para ducharse. Giró el grifo de la ducha y el sonido del agua llenó el cuarto.
- Si Hobi supiera... me mataría, ¿cierto? - se preguntó en voz alta respecto de su mejor amigo, mientras entraba a la bañera con el agua cayendo.
En realidad, no podía saber con certeza cómo su mejor amigo se lo tomaría, en el caso de que se enterase de que había puesto sus garras sobre su hermano. Pero incluso él mismo se reprendía por haberlo hecho y por seguir reteniendo las imágenes de Jungkook desnudo, como si no hubiese terminado con él.
Sí había terminado. Habían hablado para no volver a mezclar las cosas, habían dejado en claro lo que ambos querían. Habían cerrado esa puerta.
Y aun así, Jimin parecía resistirse a deshacerse de la llave.
"Si eres heterosexual, está bien, no vas a dejar de serlo por esto".
Recordó lo que Jungkook le dijo la mañana siguiente a esa noche.
No, la sexualidad no era una preocupación en absoluto. Jimin no tenía masculinidad frágil, no le interesaba vivir por el típico estereotipo de deportista o lo que fuese. Su familia no le había criado así.
El problema se enraizaba en algo muy diferente, y era: ¿Y si realmente no le gustaban los hombres nada más que para el sexo? ¿Y si se trataba de un capricho?
¿Iba a perseguir a Jungkook, insinuársele, tener sexo con él, y luego seguir de largo como lo hacía con las mujeres?
El problema era, ¿Cuánto tiempo podían estar así antes de que las cosas se jodieran?
Jimin tiró la cabeza hacia atrás y soltó un bufido para sí mismo. Se restregó el agua del rostro y miró hacia el frente, hacia la nada, atravesando la nube de vapor del baño.
Jungkook había sufrido por tipos hetero-curiosos y gays de closet.
Y por su lado, Jimin tenía un historial de sabotear sus relaciones. Las razones no importaban, el punto era que no era el indicado para nadie, y había casi un cien por ciento de probabilidades de que tuviese que terminar de manera brusca.
¿Y si Jungkook quería seguir? ¿Y si Jungkook desarrollaba sentimientos? ¿Y si le lastimaba? ¿Y si Jimin sólo había querido probar, divertirse y nada más?
¿Y si llegaban a un punto sin retorno, donde la única forma de poder seguir era teniendo que destruir su relación?
No podía usar a Jungkook para quitarse las ganas del sexo, para saciar esa curiosidad. No podía usarle para experimentar. Eso era lo que había lastimado a Jungkook hacía tiempo, y no sería él quien abriese esa herida.
¿Le gustaban los hombres? No lo sabía, nunca se había detenido a pensarlo, pero no recordaba que sus ojos se desviasen a los traseros o miembros de sus compañeros de baseball mientras se cambiaban en los vestuarios. Nunca había mirado a un tipo y pensado "Que caliente", aunque sí que era atractivo, pero eso le sucedía a todos. ¿Cierto?
Sin embargo, pensar en músculos, piernas fuertes, espaldas anchas... no lucía tan mal en ese instante donde estaba deseando que el agua se llevase la excitaciónde su cuerpo. Si le gustaban los hombres, debían gustarle otros además de Jungkook. Debería de pensar en esas características como atractivas por sí solas, no sólo por la persona.
- Con Jungkook... - pensativo, frotó su cabello mientras el shampoo corría cuesta abajo por el agua que lo bañaba. Los pensamientos de Jungkook, su cuerpo, su boca, su piel, también llovieron sobre él - Sí, definitivamente sí - dijo para sí mismo - Volvería a hacerlo una y mil veces más.
Ante la confesión para sí mismo se mordió el labio inferior. Deseaba morderse la lengua también, y arrancársela en lo posible. Y así no podría volver a hablar y decir barbaridades como esas, no podría soñar con enredarla en la lengua de Jungkook, en pasarla por el costado de su cuello, o cosas mejores.
Negó con la cabeza y se apresuró a quitarse los restos de shampoo y jabón. Y de Jungkook.
- Ojalá fuera tan fácil como ducharse y ya.
Giró el grifo y el agua dejó de caer.
Pero, si no era por Jungkook, ¿sería capaz de intentarlo con otro hombre? ¿Serían igual de calientes?
Levantó su mirada al frente, su mandíbula cayendo un poco. Una idea se abrió paso en la nebulosa de sus pensamientos. Si tenía dudas, iba a tener que resolverlas. Así que secó su cuerpo rápidamente, se colocó sus bóxers y salió del baño.
Su acompañante ya estaba dormida, y él se metió en la cama tomando su celular inmediatamente. Y así comenzó. Configuró su app de citas para que también le ofreciera ver chicos.
Estuvo por un buen rato, varios minutos. Minutos que se volvieron media hora, el tiempo había volado mientras lanzaba "Me gusta" a cada chico que le parecía atractivo. Estaba impresionado porque ya había logrado hacer match con varios hombres. Al parecer había muchos interesados.
Jimin sonrió, tal vez era popular entre los gays también, ¿no?
Algunos de ellos le hablaron, querían verle, querían salir a beber, querían... sexo. ¡Claro!
Se mordisqueó el labio inferior mientras abría los mensajes y respondía. Hasta que en uno de ellos había una fotografía.
Sus ojos se abrieron hasta que casi se cayeron de su cráneo.
- Wow, hermano... eso es grande... - dijo en voz baja.
Definitivamente, los hombres eran más atrevidos que las mujeres cuando se trataba de ligar a través de mensajes. Nunca había conseguido de manera tan fácil una fotografía íntima.
Se irguió un poco, sentándose en la cama para proceder a servirse una copa más de champagne.
Al beberlo sintió las burbujas revoloteando contra su paladar y su lengua.
¿Jungkook habría hecho esas cosas? Es decir, enviarle a algún chico una foto de sí mismo desnudo.
No le molestaba exactamente ver la polla de un tipo, pero... saber que se la habían enviado con el fin de conquistarle, con el fin de atraerle a una posible interacción sexual, le hacía sentir algo nervioso. Era bueno que hubiese una pantalla de por medio y mucha -pero mucha- distancia. No estaba listo para hombres que se le insinuaban tan explícitamente, apenas estaba intentando reconocer si le gustaban los hombres además de las mujeres.
Pero, nuevamente venía a su mente el hermano de su mejor amigo. Jungkook era tan bueno. En todo sentido. Tan genial, tan comprensivo y suave a su manera. Era paciente, para nada brusco e invasivo.
Era tan... confiable.
Salió de los chats de la aplicación de citas y volvió al chat con Jungkook. No había leído su último mensaje, se había ido a dormir seguramente, lo cual él también debería de haber hecho.
La confianza en una persona era importante. Con las mujeres era -tal vez de una manera injusta- fácil sentirse seguro. Ellas no iban a enviarte ninguna foto explícita sin que las invitases, sin que hubiese un indicio previo de que estás interesado en ello. Pero él había escrito "Hola, ¿qué haces?", y todo lo que obtuvo fue la foto de una polla. Eso.
No tenía rostro, no tenía nada, sólo... una polla.
Entonces, si hablaba de confianza, de sentir que podía saber que la otra persona no haría cosas que le hicieran sentir incómodo, el indicado era Jungkook.
Tal vez, dados sus problemas de confianza en los hombres desde que era niño, no era lo más conveniente buscar tener sexo casual con cualquiera que se cruzara en la aplicación de citas. El sentir que tal vez podía llegar a caer en una situación de la cual no pudiese tener el control, despertaba sus miedos más profundos y primitivos.
Entonces se encontró mirando el perfil de Instagram de Jungkook. Y esa urgencia ansiosa que había corroído su pecho ese último rato desapareció. Sustituir a cualquier extraño de la aplicación que pudiese ser un posible ligue, por Jungkook, le había traído los pies a la tierra. Algo se ablandó en su pecho.
Quería a Jungkook.
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Actualización al fin ✨️
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