Capítulo 24

En el campo de baseball de la Universidad, los más chicos practicaban sus carreras para llegar a la base lo más rápido posible. Tomaban sus tiempos e intentaban mejorarlos con cada entrenamiento. Otros practicaban sus lanzamientos y bateo. Jimin hacía correcciones y aconsejaba para mejorar la técnica. También había puesto especial importancia en el trabajo en equipo. Las cosas aún estaban tensas entre algunos de los jugadores y era trabajo de Jimin y el entrenador Song el lograr limar las asperezas. Por esa misma razón, puso sobre la mesa la idea de organizar un campamento para los jugadores, donde no sólo jugarían baseball, sino que también tendrían que realizar actividades que fortalecieran la confianza del equipo. Al entrenador le pareció una idea fantástica, la oportunidad perfecta para que los más chicos se solidarizaran los unos con los otros y su comunicación mejorara.

Jimin estaba emocionado, aún faltaban algunas semanas para el campamento y ya había diagramado las actividades que quería realizar con ayuda de Jungkook. Tenía un objetivo claro y eso le había vuelto optimista y enfocado. Ayudaría al equipo a mejorar su relación, a aumentar su confianza y así los resultados en su juego.

Dirigió su vista hacia el grupo de chicos que estaban alternando posiciones entre corredores y bateadores. Mientras algunos bateaban, otros corrían hacia las bases para marcar una carrera. Mientras tanto, los jardineros, aquellos que se encargaban de lanzar la bola a Home antes que un corredor terminara su carrera, tenían que estar muy bien sincronizados. La operación falló porque Jungwon se saltó a Riki, quien había estado esperando su turno. Riki giró su rostro, sus ojos buscaron a Jimin inmediatamente. El chico suspiró rendido y Jimin sólo pudo torcer un poco su boca en un gesto de entendimiento. Riki estaba pasando por las consecuencias de sus propias acciones. Se había disculpado con Jungwon, y aunque éste último había aceptado las disculpas, había comenzado a aplicar la ley del hielo. Era como si Riki no estuviese bajo su radar.

- Jungwon, no ignores a tu compañero. Primer aviso – le regañó.

- Lo siento – respondió el menor, agachando la cabeza.

Tenían aún mucho trabajo por hacer, pero se sentía entusiasta. Estaba feliz, ¿qué podía hacer con eso? Nada más que disfrutarlo. Su temporada estaba yendo bien, mantenía buenas notas en los exámenes, disfrutaba mucho de sus prácticas como entrenador de un equipo y tenía a un chico lindo y brillante enviándole mensajes en ese momento.

Sonrió al ver el nombre de Jungkook en la pantalla. Era una llamada.

- Hey... - respondió ni bien apoyó el celular sobre su oreja.

- Hey – la voz suave de Jungkook le acarició el pecho – Sobre la feria de hoy... a penas termine de entrenar me ducho y ya estaré listo.

- Perfecto, cuando termine aquí pasaré por allí a buscarte.

- Bien – aceptó – Extraño que entrenes conmigo...

- Dios, yo tambiénreconoció. Hacía tiempo que su agenda no le permitía unirse a Jungkook en el gimnasioAl final, no pude avanzar mucho en el boxeo...

- Ya tendremos tiempo para ello – escuchar esa promesa se sentía bien.

Jimin levantó su cabeza y pudo ver a lo lejos a una de las madres de los jugadores. La mujer hablaba con una sonrisa tan ancha que parecía no caberle en el rostro. A su lado, Sunoo, uno de los jugadores, se veía algo avergonzado. Su madre siempre estaba orgullosa de él, iba a verle jugar y adoraba hablar con el entrenador.

- Adivina quién está aquí, avergonzando a su hijo – dijo Jimin con una risa contenida en su voz.

- ¿Betty boop?

- La misma – dijo riéndose esta vez – Deberías ver la cara de Sunoo, es un poema – soltó y escuchó la risa ronca de Jungkook del otro lado.

- Pobre chico, ella está a un paso de unirse al equipo.

- Eso sería... bastante divertido.

La mujer les hacía recordar al personaje de Betty boop por su peinado y labios rojos. Jungkook la había visto una sola vez, pero había sido suficiente para recordarla para siempre. Era una buena mujer, apoyaba a su hijo hasta el final de los tiempos y era ruidosa al respecto, lo que provocaba que Sunoo se viera más tímido en ocasiones. Pero no le hacía daño, a Jimin le caía bien, no todos los chicos tenían la suerte de tener una madre así, que apoyara a su hijo sin presionarlo a ser perfecto.

Jungkook y Jimin hablaron un poco más por teléfono hasta que se despidieron.

- Nos vemos en un rato, te quiero... – saludó Jimin.

- Te quiero – respondió, Jimin escuchó la sonrisa en su voz.

Cortó la llamada y levantó la mirada hacia el cielo y soltó un suspiro derrotado. Su corazón se sentía desbocado. Habían pasado meses, y no se acostumbraba a estar saliendo con Jungkook. Y no pensaba que fuera a hacerlo nunca.

- Hyung... ¿tienes novia? – la voz del asistente del equipo le sacó de su ensoñación. Jimin parpadeó al verle mientras pensaba en una respuesta. No encontró una lo suficientemente buena.

- Uhm... algo así...

- ¿En serio? Nunca la he visto por aquí.

Claro que no, porque él no sabía que se trataba de Jungkook, del chico alto y tatuado que había pasado por allí a verle algunas veces.

- Somos bastante reservados... pero si miras con más detenimiento, quizás te des cuenta.

- Entiendo... - murmuró pensativo - ¿Será que la he visto en tus redes?

- Oh, sí, muchas veces – su tono fue juguetón. El chico puso una cara confundida.

- Sólo subes fotos con tus compañeros del equipo y con ese amigo tuyo.

- ¿Amigo?

- Sí, el de los tatuajes, el que suele venir aquí. Con ese que sales todo el tiempo...

El asistente parecía darle vueltas al asunto, mirando hacia los jugadores como si eso le ayudase a reordenar sus pensamientos. En un determinado momento, parecía como si una lamparita se hubiera encendido en su cabeza. Giró su rostro, mirando Jimin con sorpresa. Él sólo respondió enarcando una ceja, su postura se mantenía firme con sus hombros derechos y sus brazos cruzados.

- Oh... - el sonido salió débil.

- ¿Hay algún problema?

- N-no... para nada – negó con la cabeza y con un gesto de sus manos – Sólo que... tienes todas las chicas que quisieras detrás de ti.

- Tal vez... - se encogió de hombros – Pero vele el lado positivo... es menos competencia para ti, ¿no?

- Ni en millones de años esas chicas se fijarían en mí.

Jimin soltó una carcajada y le dio un manotazo en la espalda al chico, quien se desestabilizó por el empujón.

A Jimin no le importaban cuántas chicas podía meter en su cama, ni qué tan hermosas fueran. Ninguna de ellas era Jungkook.

Lo quería consigo a todas horas, a cada rato. Tal vez era por su apretada agenda que extrañaba a Jungkook incluso aunque se despertaban uno al lado del otro todos los días y antes de separarse desayunaban. Por la tarde, cercano a la noche, era cuando volvían a verse para cenar y dormir juntos. Los martes y jueves eran los días menos cargados para Jimin porque no entrenaba a los juveniles, entrenaba temprano con su equipo y luego tenía un break antes de clases, los momentos en los que se sumaba a la mesa donde Jungkook y Taehyung se sentaban a estudiar en el campus. Luego se iba a sus clases y no veía a Jungkook hasta la tarde.

Fue caminando juntos y subiendo escaleras en las pendientes de Itaewon, que la idea del campamento de baseball nació.

Ambos miraron la basta cantidad de escalones que debían subir para llegar al cine donde querían ir, y Jimin suspiró cansado.

- ¿Me cargas? – preguntó, y Jungkook se echó a reír.

- ¿Quieres matarme? Si lo intento, seguramente falle y caigamos de allí hasta morir.

- Ouch, me has llamado pesado – fingió un tono lastimero. Jungkook comenzó a subir los escalones mientras se agarraba de la barandilla con su mano derecha.

- Porque eres puro músculo – espetó con obviedad. Se giró para ver a Jimin sin moverse aún en el primer escalón – Pon en marcha esos glúteos de acero.

- Este es un entrenamiento más duro que los del entrenador Jo – dijo al comenzar a subir.

- Puedes sugerírselo a él o al entrenador Song. Sería un buen entrenamiento para los más chicos... - a Jimin se le dispararon las cejas como si hubiera descubierto algo, pero Jungkook no lo vio – Algo así como... "Si no hacen caso y empiezan a llevarse bien, deberán llevar a su compañero cuesta arriba por estas escaleras".

- Hey, eso es una muy buena idea.

Jungkook se giró y le miró por encima del hombro.

- Estaba bromeando... - se rio.

- Pero... imagínalo – comenzó – El entrenador lo amará, aunque ellos probablemente me odien por sugerirlo – agilizó su paso para ir al lado de Jungkook.

- Quizás puedan hacer un campamento o algo así.

Y así fue como Jimin pasó días pensando en la idea, hasta que lo expresó con el entrenador Song y éste estuvo encantado con su iniciativa. Le pidió a Jimin que se encargara del itinerario y él lo hizo sin problemas.

- ¿Qué tipo de actividades crees que... sean buenas para que comiencen a ser más unidos?

Había preguntado Jimin, yaciendo recostado en su cama boca abajo. Apoyado sobre sus codos, tenía entre sus manos un cuaderno donde se anotaba ideas para el campamento. Jungkook estaba a su lado, con su mano le acariciaba la espalda en un vaivén suave.

- Tienen que tener... un objetivo en común – agregó, y Jungkook pensó un poco más.

- Uhm... no soy muy creativo para el trabajo en equipo ya que diseñar a veces es solitario – admitió – pero no hay nada que Google no pueda resolver – dijo, mientras alcanzaba su celular en la mesa de noche. Comenzó a navegar buscando información. Al cabo de un rato leyó las instrucciones de una carrera de obstáculos en pareja – Uno de los jugadores debe ir con los ojos vendados y el otro debe ayudarle a esquivar los obstáculos dictándole instrucciones.

- Será divertido ver a Riki y Jungwon intentando cooperar juntos – pensó Jimin en voz alta. Jungkook desvió su mirada del dispositivo y le miró con una ceja alzada y sonrisa entretenida.

- ¿Quieres ayudarles o lo haces para reírte de ellos?

- Para ayudarles, pero eso no significa que no sea interesante de ver – se rio, admitiéndose culpable ante la observación de su compañero.

Siguieron pensando, y cada idea Jimin la anotaba y desarrollaba en su cuaderno. Cada actividad tenía sus reglas y su objetivo, acompañado de una reflexión final, tanto tratase sobre el baseball o no.

Mientras Jimin seguía pensando, poco a poco Jungkook se quedó dormido a su lado. Él había sonreído para sí mismo antes de darle un beso en la mejilla y decidirse por dormir.

Con el paso de los días, Jimin logró formular un itinerario basado en actividades y entrenamiento de baseball en pareja y en grupos. Investigó herramientas para desarrollar confianza y la comunicación tanto dentro como fuera del campo de juego.

Por esa razón, Jungkook había notado que Jimin estaba enfocado y optimista al respecto. Al inicio, la situación con sus jugadores le tenía preocupado. Los amigos de Jungwon se habían puesto en contra de Riki y sus allegados, no lo demostraban abiertamente, pero cuando algo salía mal en una jugada, tendían a echarse la culpa los unos a los otros. Jimin mediaba las situaciones con ayuda del entrenador Song, pero no siempre era fácil convencer a los adolescentes de dejar su orgullo de lado. También, Jungwon había tomado una actitud más ruda y cerrada desde su pelea con Riki. A Jimin eso le había afectado.

- Los adolescentes tienen sus sentimientos muy alborotados... - había dicho Jungkook una vez – Quizás sea difícil, pero... tal vez es una buena oportunidad para aprender algo nuevo.

El mayor se sintió impulsado por esas palabras, y usó las malas circunstancias a su favor.

Una tarde, Jungkook había querido ver a Jimin entrenando a los más chicos. Sentía que era una faceta de él que nunca había visto y deseaba conocerla. Al mayor le brillaron los ojos ante la propuesta y no pudo negarse. El entrenador Song ya le conocía y le recibió con gusto en su campo de entrenamiento.

Mientras le observaba dirigir al equipo, la admiración pulsaba en su interior. Ya sea como jugador o como entrenador, la presencia de Jimin llenaba el campo de una energía sólida pero divertida. Sus palabras guiaban a los jugadores como un faro a los navegantes, y ante un error no dudaba en alentarles. Sobre sí mismo se había colocado la responsabilidad de apoyar y contener al equipo. Por ser más jóvenes e inexpertos que él, sentía que debía hacer algo por ellos.

Jimin escuchaba las quejas y enojos de los chicos con paciencia, asentía con la cabeza, les miraba a los ojos y les daba un consejo de regreso. Les daba herramientas para seguir, les planteaba situaciones que debían resolver mentalmente antes de lanzarse a una jugada. Jimin era el alma del equipo y lograba que, a pesar de sus diferencias, éste se moviera como una extensión de él mismo.

Jungkook lo observaba desde el banquillo con el aire fresco del campo acariciando su rostro. Sus ojos seguían cada uno de sus movimientos, y su pecho se apretaba sin que pudiese controlarlo. Para él, más allá de si eran amigos o pareja, Jimin siempre sería una fuente inagotable de inspiración y fortaleza.

Cada vez era mayor el nivel en que ambos se conocían. Su relación se expandía con cada experiencia y el aprecio por el otro era su motor. Jimin se encontró a sí mismo disfrutando de las cosas más pequeñas y simples, de los silencios calmos cuando Jungkook estudiaba o tenía un proyecto que diseñar, hasta los momentos de risas ruidosas y luchas en la cama hasta fundirse en besos mientras se abrazaban.

Cuando ambos se adentraron a la feria de atracciones de la Universidad, fue como sumergirse en un mar de luces brillantes y música. La noche estaba en su punto más vibrante, ambos caminaban juntos entre los puestos de algodón de azúcar, bajo los banderines y guirnaldas que cruzaban de un puesto a otro. Los gritos emocionados de los estudiantes formaban alboroto a su alrededor. Mientras iban pasando, las conversaciones se entremezclaban. Había juegos de todo tipo, desde tiro al blanco hasta un laberinto del terror.

En el medio del bullicio, una risa familiar les hizo detenerse. Al acercarse al puesto de lanzamiento de aros, reconocieron a Taehyung y el chico con quien estaba saliendo; Min Yoongi. Tae se reía de los lanzamientos de Yoongi, los cuales ninguno lograba dar con el objetivo.

- ¡Eres malísimo! – soltó entre risas. Mientras Yoongi intentaba concentrarse.

- Esta vez sí le daré... - aseguró con un ojo cerrado y el disco en su mano, calculando el tiro perfecto.

- Ya es la quinta vez...

- La sexta es la vencida.

- Estoy seguro que así no era el dicho.

Jungkook caminó hacia ellos, seguido de Jimin, y cuando vieron a Yoongi a punto de tirar su próximo lanzamiento, Taehyung le picó las costillas con el dedo, haciéndole dar un movimiento involuntario y torpe, lanzando el aro hacia otra dirección.

- ¡Oye! ¡Me has saboteado! – miró a Taehyung con ojos bien abiertos, sin poder creer la traición. Taehyung no lograba recuperarse del ataque de risa que estaba teniendo.

- Eso es muy malo de tu parte, Tae – Jungkook finalmente anunció su presencia.

- Me lo está poniendo difícil... - Yoongi se quejó, mientras miraba a Taehyung descostillarse de risa contra la baranda del puesto. Jungkook no pasó por alto la sonrisa que se asomaba en los labios del chico mientras miraba al otro burlándose de él. Parecía que, con tal de hacerle reír así, era capaz de hacer cualquier cosa.

- Tae, tu risa se escucha a kilómetros de aquí – agregó Jimin. El susodicho se recuperó de su risa, limpiándose una pequeña lágrima en la esquina de su ojo. Suspiró con regocijo.

- Me lo dicen seguido.

- ¿Hace mucho llegaron aquí? – preguntó el pelinegro.

- Hace sólo media hora – respondió Yoongi.

Hablaron unos minutos más, compartieron las atracciones que habían visto hasta el momento y estuvieron de acuerdo a continuar con la visita a la feria juntos.

Vieron una larga fila que venía de la puerta del laberinto del terror y no dudaron que sería una experiencia muy divertida. Caminaron hasta el final, oyendo bromas y risas nerviosas al anticiparse a lo que podía llegar a ocurrir allí dentro. Taehyung estaba entusiasmado, sabía que la reacción de sus amigos sería algo para recordar y de lo cual reírse por días.

La fila comenzó a avanzar, y poco a poco se sumergieron en el laberinto. Lo que al principio parecía ser una aventura divertida se convirtió en una serie de gritos y carcajadas. Cada vez que una figura oscura saltaba desde una esquina o una luz parpadeaba inesperadamente, Jimin se aferraba al brazo de Jungkook, quien, a pesar de su actitud tranquila, no podía evitar saltar cada vez que un sonido escalofriante rompía el silencio. Todo estaba tan oscuro que sólo se veían sombras escurriese de un pasadizo a otro. Las voces y las máscaras de los sujetos que les asustaban lograban ponerles los pelos de punta.

Cuando alguien saltó contra Taehyung, tomándole por sorpresa, éste soltó un grito desgarrador y corrió hacia otra punta. Esta vez, fueron sus amigos los que se rieron de él hasta quedarse sin aire. Jimin se sostenía de Jungkook, quien estaba apoyado contra una pared, la risa le hacía difícil la tarea de mantenerse en pie.

- ¡Imbéciles! – les insultó desde lejos - ¿Y si muero de un ataque cardíaco? Esto no es saludable... - oyó un lamento fantasmagórico y salió corriendo a la velocidad de un cohete para unirse a sus amigos.

- Pensé que estabas emocionado por entrar – se burló Jungkook.

- Descuida, yo te protejo – Yoongi se acercó a él con una sonrisa traviesa. Taehyung lo miró con complicidad, olvidándose por un momento del susto que había sentido.

Una serie de murmullos inquietantes les obligó a seguir y alejarse de aquel rincón. Había recovecos sin salida, en ocasiones habitaciones con puertas que se abrían y rechinaban. Golpes se escuchaban en lo profundo de la oscuridad. Más gritos y estudiantes correteando se veían ir de un lado a otro buscando la salida.

Lo único que les guiaba eran las luces tenues y parpadeantes en los rincones, que dejaban ver carteles escritos con "sangre" que les decían hacia dónde debían caminar.

- ¡¡Wow!! – Jimin soltó un grito cuando cayó sobre él un muñeco que simulaba un cadáver colgando con una soga en su cuello. Dio un paso atrás, empujando a Jungkook sin querer – Mierda... ve tu adelante, eres el más alto – tironeó de su ropa y se colocó detrás de él.

- ¿Planeas sacrificarme?

- Eres más fuerte y valiente que yo. Tú puedes – le animó con una palmadita en el trasero.

De repente, el silencio fue ensordecedor, y un portazo se oyó detrás de ellos. Giraron sus rostros para ver detrás, y una figura similar a la mujer de la película The ring caminó fuera de una de puerta, giró su rostro cubierto por su cabellera negra, su postura era torcida y la rodeaba un aura endemoniada.

Tan rápido como ella comenzó a aproximarse, los cuatro chicos salieron corriendo y gritando. Entre insultos y empujones, huyeron de la mujer mientras daban saltos y más monstruos y asesinos aparecían por el camino.

- Por Dios... me voy a morir – soltó Taehyung. Los cuatro descansaban contra una pared, recuperando el aire perdido al correr.

- Esto no tiene fin... ¿verdad?

Otro ruido les hizo sobresaltarse.

- Mierda... ¿Dónde están los demás? – Yoongi notó que estaban completamente solos.

Entonces, gritos se oyeron al fondo del pasillo, alguien huía de algo que debía ser terrible.

- ¡¡Aaaaaahh!! – en la esquina del pasillo dobló Hoseok, seguido por Namjoon, ambos corriendo a toda velocidad - ¡¡Córranse de ahí!! – chilló.

Detrás de ellos venía persiguiéndoles la mujer de antes y unos cuantos monstruos más.

No lo dudaron ni un segundo y se echaron a correr todos juntos.

Al final, la luz del exterior brillaba detrás de un portón, y al empujarlo lograron salir.

- Eso... dio más susto de lo que pensé... - Namjoon sostuvo su mano en su pecho y respiró con dificultad, al igual que el resto.

Cuando el susto pasó comenzaron a reírse, recordando las caras que habían hecho con cada susto. Sus corazones aún latían acelerados por la emoción.

- No volverás a convencerme nunca de entrar a un lugar así otra vez – advirtió Hoseok a Namjoon. Éste soltó una risa, a pesar del susto no se arrepentía.

- Tanto gritar me dio hambre, necesito comer – anunció Taehyung y todos estuvieron de acuerdo.

Jimin y Jungkook caminaron juntos detrás del grupo, sus hombros iban prácticamente pegados, sus manos rozándose. En cada oportunidad que tenían, se tocaban. Si se hablaban, lo hacían poniendo la mano en la cintura o espalda del otro. Si Jungkook quería llamar la atención de Jimin, tiraba un poco de su chaqueta y viceversa.

Luego de comer, les pareció importante que no faltara algodón de azúcar en esa velada.

El que pidieron Jimin y Jungkook tenía color celeste, morado y rosa entremezclados. El sabor era delicioso. Sus amigos hablaban y conversaban, contando la experiencia que habían tenido al probar distintos juegos.

Por su lado, los dos chicos habían ganado fichas para una ronda de comida gratis por pescar manzanas en una cubeta de agua. Jungkook había ido primero, pero no había tenido éxito. Jimin le había filmado en su intento por atraparlas, y sólo había logrado atorarse con agua y que ésta se metiera en su nariz. Los mechones de pelo de su flequillo estaban mojados y pegados en su cara. Jimin no aguantaba más la risa mientras Jungkook daba mordiscos al agua.

- Maldición... - Jungkook se secó el agua de los ojos – No puedo. Hazlo tú, tu boca es más grande.

- Y te gusta eso... ¿cierto? – su voz fue sugerente. Jungkook se rio, pero le empujó de lado mientras secaba su rostro con una servilleta que le tendió Taehyung.

- Oh... yo quiero todos los detalles de eso.

Todos se rieron, y Hoseok no tardó en quejarse y pedir que no deseaba escuchar detalles de nada.

Como era de esperarse, Jimin lo logró, aunque luego de unos intentos bastante graciosos. Jungkook había tomado un video que compartió inmediatamente en Instagram.

Mientras sus amigos seguían discutiendo qué atracción probarían después, Jimin tiró suavemente de la muñeca de Jungkook y señaló la cabina de fotos al final del camino.

- ¿Nos tomamos una foto? - preguntó en voz baja.

Jungkook miró hacia la cabina iluminada con luces neón y asintió con una sonrisa.

- Vamos – aceptó, llevando consigo lo que quedaba del algodón de azúcar.

Se deslizaron dentro de la cabina, dejando atrás el ruido de la feria. El interior era pequeño, apenas había espacio para los dos, y la pantalla parpadeó con la cuenta regresiva de la primera foto.

- ¿Qué pose hacemos primero? - preguntó el menor.

- ¿Y si ponemos pico de pato?

Jungkook asintió. Ambos posaron con sus labios abultados y sus ojos bien abiertos. El flash destelló por toda la cabina.

La siguiente toma fue Jungkook girándose de repente para mirarlo y Jimin hizo lo mismo, fingiendo sorpresa, tocando la punta de la nariz de Jungkook con la suya.

En la tercera foto, Jungkook envolvió un brazo alrededor de Jimin y lo apretó contra él, su nariz rozando la mejilla del rubio. Jimin sintió su corazón latir más rápido.

Para la última foto, Jimin se inclinó y depositó un beso suave en los labios de su chico justo cuando el flash brilló una última vez.

El silencio en la cabina se volvió más íntimo cuando la impresión de las fotos comenzó a salir. Jimin tomó la tira de imágenes y la miró con una sonrisa.

- Nos vemos bien juntos - murmuró, apreciando la última imagen y pasando su dedo pulgar sobre ella.

Jungkook la observó con atención y una sonrisa que no se borraba de su boca.

- Sí, lo hacemos - dijo con voz suave, llamando la atención de Jimin. Éste le miró y sus ojos se conectaron.

Luego su mirada cayó a sus labios, no pudiendo mantener la distancia por más de un minuto. Volvió a acercarse, uniendo sus labios. El sabor era dulce por el algodón de azúcar, dulce como lo era Jungkook y su sonrisa, como sus ojos negros y expresivos. Jungkook asomó su lengua, cálido y húmedo, Jimin adoraba lo juguetona que se volvía. Su forma de besar era suave, sin perder su presencia. Sorbía su labio inferior, le hacía saber cuánto le gustaba besarlo. A Jimin le gustaba sentirse importante para Jungkook, saber que lo necesitaba, que le deseaba.

Se quedaron quietos por un momento, sus labios rozándose mientras sus párpados se abrían lentamente.

- Me siento como un adolescente hormonal... besándote en una cabina de fotos – dijo Jimin con gracia y Jungkook rio contra su boca.

- Haciendo travesuras... - agregó con su risa vibró contra los labios de Jimin – Pero, es divertido. Este momento es sólo nuestro.

- Sólo nuestro... - susurró, como si decirlo más alto pudiese acabar con la magia del momento, como si tuviese miedo de despertarse de ese sueño – Es perfecto.

Jimin le besó nuevamente, y ésta vez dejó un camino de besos por su mandíbula hasta el costado de su cuello, inhaló el perfume de Jungkook, llenándose de él. Dejó un beso allí, Jungkook sintió su estómago llenándose de cosquillas y su pecho apretándose. Le costaba respirar cada vez que sentía que no le cabía en el cuerpo todo lo que sentía por Jimin.

- Salgamos, antes que alguien nos descubra – Jimin dijo, separándose de su cuello. Jungkook se sintió mareado, sus ojos estaban risueños y a Jimin le encantaba ver que se perdiera así por él.

Ambos salieron de la cabina, topándose con la mirada sorprendida de Riki.

La boca de Jimin permaneció abierta y cuando quiso hablar balbuceó un poco. Jungkook intervino más rápidamente para salvar la situación.

- Hola, tu nombre es Riki, ¿cierto? – saludó, sonriendo para ocultar su nerviosismo, al igual que hizo guardando sus manos y alejándolas de Jimin.

- E-eh... sí. Tu eres Ju-Jungkook. Uhm, quiero decir, eso creo... - desvió su mirada por unos segundos hacia Jimin, y luego volvió a mirarle.

- No sabía que venías aquí hoy, Riki – dijo Jimin cuando encontró su voz. Miró a su alrededor, un poco inquieto - ¿El resto de los chicos... ha venido?

- Sí... vine con Woonhak, Sunoo y Jake. Y creo que vinieron más, pero aún no los he visto.

Riki hablaba con Jimin e intentaba mantener su mirada en él, pero siempre lograba desviarla hacia Jungkook. Mientras hablaba, le miraba de reojo. Jungkook ya había mencionado a Jimin anteriormente que ese chico le había mirado mucho veces anteriores, como cuando él iba a ver a Jimin al campo.

- Bien, espero que la pasen bien, y no se metan en problemas.

- Claro que no – Riki se rio con timidez.

- Recomiendo el laberinto del terror.

- Es más aterrador de lo que parece – advirtió Jungkook. Jimin lo miró y sonrió.

- Lo es – dijo cuando volvió a mirar a Riki.

- Lo tendremos en cuenta – respondió mirando a Jungkook a los ojos – Bu-bueno... ya me voy. Los demás estarán buscándome...

Riki se fue rápidamente, dejando a Jimin con una sensación pesada en el pecho; preocupación. Jungkook le masajeó la base de su cuello, le conocía tan bien que sabía cómo se ponía a penas se tensaba.

- ¿Crees que... se haya dado cuenta? – preguntó Jungkook en voz baja.

- No lo sé, puede ser – soltó el aire cansado. Las yemas de los dedos de Jungkook presionaban esos puntos tensos y aliviaban el malestar como por arte de magia.

Jungkook le dijo que no se preocupara, pero al día siguiente, Jimin tuvo al chico frente suyo, haciéndole una confesión que no esperaba. 

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Buenas gente bella.

Y así de la nada, como siempre, traigo otra a actualización. Estuve de vacaciones y por eso no aparecí. Necesitaba desconectar.

En este capítulo tenemos un poco de cómo va la relaciónde Jungkook y Jimin y de cómo se relacionan con el resto. Como siempre vemos los pensamientos de ambos, pero con el tiempo y las situaciones esos pensamientos van mutando. A esta altura superaron algunos obstáculos, ahora se permiten quererse sin limitarse por miedo a que algo salga mal. Van por buen camino y se encuentran estables. Poco a poco saldrán al mundo exterior y la compañía del otro será crucial para poder enfrentarlo.

Les deseo una buena semana ✨️

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