Capítulo 18
Cruzaron la avenida principal de la Universidad hacia la cafetería, en la que algunas veces desayunaban antes de entrar a clases.
Jimin le seguía el paso a Jungkook, casi pisándole los talones.
- En serio, no tienes que invitarme nada – Jimin trotó detrás suyo mientras entraban a la cafetería con el tintineo de la campanilla de la puerta.
Jungkook llegó al mostrador, esperando ser atendido. El rubio se colocó a su lado, apoyado sobre el mostrador.
- ¿No vas a escucharme? – preguntó divertido, con una ceja alzada – Te atendí toda la semana porque quería hacerlo. No me tienes que devolver nada.
- Yo quiero devolvértelo, ¿de acuerdo? Se llama estar agradecido – hizo énfasis en las palabras mirando a Jimin a los ojos y alzando sus cejas sugestivamente. Luego, señaló con su dedo la vasta pastelería bajo el vidrio donde estaban apoyados – Vamos, elige – instó, y Jimin le revoleó los ojos, provocándole una risa.
- De acuerdo. ¿Lo que quiera? – bajó la mirada hacia el mostrador y luego la volvió a subir hacia él – Quiero un Jungkook para llevar.
Jungkook iba a protestar, pero rápidamente la chica que solía atenderlos se acercó. Su rostro lucía esa sonrisa impecable y cordial como siempre. Les saludó y esperó pacientemente a que hicieran su pedido.
Insistió una vez más a que el rubio de dijera qué quería, pero seguía indeciso.
- No lo sé, pide lo que quieras, me gusta todo.
- Entonces, ¿estarías bien con algo con pasas?
Lo dijo a propósito y le dio una sonrisa sardónica cuando Jimin le miró inquisitivamente.
- Sabes que detesto las pasas. Puedes elegir todo menos algo con pasas – dijo determinante antes de pasar su brazo por encima de sus hombros, desapareciendo la distancia entre ambos – Esto tiene buena pinta – Jimin señaló un budín y un roll.
- Genial, hecho. ¿Ves? No era tan difícil – soltó él con tono burlón y dándole una palmada en el mentón.
La chica se rio con la interacción de ambos y continuó anotando lo que deseaban pedir. Jungkook pidió unas tostadas con huevo revuelto y tocino. Cuando la chica se alejó, Jimin le pellizcó el costado del cuello con sus dedos. Jungkook se sobó el cuello con la mano y le devolvió el gesto. Sólo estaban jugando y riendo.
- Eres cabeza dura... - el mayor le reprochó - no me interesa que me invites ni compres nada, alimentarte es lo mínimo que puedo hacer por ti cuando estás demasiado ocupado como para tomar el control de la cocina.
- Lo hago porque quiero.
- Genial, yo también.
- De acuerdo.
- Bien.
Ambos se quedaron mirándose, resistiendo a ceder en la tonta discusión. Jungkook vio cómo la mirada de Jimin bajaba a su boca y supo en lo que estaba pensando. Se relamió los labios y tuvo que mirar hacia otro lado para no dejarse llevar por la tentación de Jimin viéndole así.
- Es más... yo debería invitarte luego de que aprobaras el examen – dijo con voz suave. Su mano se levantó y le acarició su lóbulo de la oreja, jugueteando con la hilera de piercings que tenía allí. A Jungkook le temblaba el estómago cada vez que le tocaba tan suave. Se le hacía imposible no voltearse y cruzar miradas. Sus ojos se buscaban constantemente, y recorrían sus rostros sin querer perderse de ningún gesto.
- No seguiré discutiendo al respecto... - susurró cuando Jimin se acercó a su rostro demasiado como para pasar inadvertido. Casi roza sus labios, pero Jungkook miró al frente, desviando su atención hacia la chica de la cafetería.
Ella les estaba mirando, pero inmediatamente siguió con lo suyo al verse descubierta. Por esa razón, Jungkook miró con disimulo a su alrededor en busca de más miradas que pudieran darse cuenta de lo que estaba pasando.
- Creo que ella lo sabe.
- ¿Qué cosa?
- Que andamos juntos...
Jungkook lo murmuró, y Jimin se giró a ver a la chica. Ella les dedicaba miradas de vez en cuando y disimulaba con una sonrisa suave cada vez que Jimin la veía. Él levantó una ceja y volvió su mirada a Jungkook.
- ¿Y hay un problema con eso?
- ¿No te importa que la gente te mire y lo sepa?
- No, ¿por qué? – Jimin preguntaba genuinamente – Me siento demasiado feliz como para que me importe.
Un hormigueo se apoderó de su pecho, y su corazón se entumeció de manera extraña. Ni si quiera sabía describir el sentimiento que le generaba oír que Jimin le dijera que se sentía feliz estando así.
En algún punto de su vida, había dejado de sentir miedo por la opinión de los demás hacia su sexualidad, pero, honestamente, nunca se había presentado con alguien más en público. Nunca había estado en pareja, no después de Yugeyom.
No se había puesto a pensar en lo difícil que era borrar la herida de su adolescencia, hasta que se dio cuenta que se sentía incómodo al pensar en las miradas ajenas. Era como estar en terreno desconocido, expuesto. Era como si se preguntase ¿Es seguro estar así aquí? ¿Es segura la vida afuera del closet? Se había sentido libre luego de abrazar su sexualidad y salir con hombres, pero nunca lo había hecho a la luz del día así, con meriendas, acercamientos cariñosos y miradas que delataban algo mucho más profundo que una amistad.
Pero, por otro lado, estaba Jimin. Él sonriente y fresco, recargado en el mostrador como si fuese el dueño del lugar, y con su mirada puesta sólo en él. Era tan obvio lo que pasaba, porque a cada paso o palabra, Jimin se le acercaba, le rodeaba la cintura o el cuello con su brazo, le acariciaba la espalda o el dorso de su cuello, le hablaba al oído y se reía como si fuese un niño teniendo el mejor momento de su vida. Y a Jungkook se le aflojaban las piernas y tenía ganas de liberar todos los "Te amo" que se chocaban dentro de su boca y se volvía a tragar porque eran demasiado.
La felicidad no le cabía en el pecho, sonrió, pero intentó esconderlo mordiéndose el labio inferior. Jimin se inclinó hacia él, sosteniendo su mano, no sabía en qué momento se la había tomado.
- ¿Jimin-hyungnim?
La voz de un chico a su lado hizo a Jungkook casi saltar lejos del mayor. Jimin le miró, viéndose sorprendido por su repentino alejamiento, le había soltado la mano bruscamente.
Cuando voltearon a ver, había un chico de unos diecisiete años al lado de ellos con la mochila al hombro. Otros chicos se acercaron y saludaron a Jimin con mucha alegría.
- ¡Hola, hyungnim! – acompañaron el saludo con reverencias.
Jimin respondió a los saludos naturalmente, como era él; atento y agradecido. Pero, Jungkook no podía asimilar la situación lo suficientemente bien como para decir algo y no parecer un ser poco sociable.
Había cruzado sus brazos al instante que se había volteado y vio la mirada de ese chico escanear la cercanía en la que se encontraba con su entrenador, porque sí, entendió que se trataba de los chicos que Jimin entrenaba. Había también alejado su mano de la del rubio en una milésima de segundo, esperando que no se hubiera notado.
Los chicos continuaron conversando y se alejaron para sentarse en una mesa. En ese momento, el chico frente a ellos, al que Jimin había llamado "Riki", se volteó a ver a la puerta al escuchar la campanilla y un conjunto de voces conocidas.
Jungkook observó y escuchó lo suficiente como para concluir que se trataba de los chicos que habían tenido una discusión. Riki se quedó de pie mirando hacia la puerta, y uno de los tres chicos que entraron se detuvo en seco al momento que cruzaron miradas. Inmediatamente dijo "Mejor vamos a otro lado", y salieron de la cafetería.
Riki se le quedó viendo, y cuando se volteó buscó la mirada de su entrenador.
- Me está evitando... - soltó con desánimo y Jimin soltó un suspiro lleno de entendimiento.
- Dale tiempo, mientras tanto sólo puedes enfocarte en cómo poder ser un buen compañero. Cuando él necesite ayuda, deberás estar ahí si realmente te importa ganarte su confianza.
- No creo que vuelva a hablarme nunca... - la mirada del chico tenía algo de remordimiento, afectado por lo que sus propias acciones habían desencadenado.
- No te apresures. No será fácil, pero no es imposible. Ten paciencia.
Riki asintió, aceptando sus palabras. Sus ojos repentinamente se movieron de Jimin y cayeron sobre Jungkook. Se sintió observado, reconoció la pregunta en sus ojos. "¿Por qué mi entrenador lucía como si fuese a besarte?"
Una ola de pánico vibró dentro suyo. Se irguió y se aclaró la garganta, decidido a actuar como si allí no hubiera sucedido nada.
Jimin notó también la mirada del chico y se volteó a verle por un momento, así que no tardó en presentarles formalmente.
- Jungkook, éste es uno de mis jugadores, Riki.
- Un gusto, Riki – le saludó con una pequeña reverencia y extendió su mano. Riki le siguió con la mirada e inmediatamente se inclinó también, recibiendo el apretón de manos. Jungkook notó que el chico se quedó mirando su brazo lleno de tatuajes. Levantó sus ojos y lo miró con atención.
- Y Riki, él es Jungkook, mi-
- Amigo. Soy... su amigo de la infancia – Jungkook sonrió y esperó que no se hubiera notado la urgencia que había tenido de interrumpir lo que fuera que Jimin fuese a decir.
- Es un placer, Jungkook-hyung – respondió el chico y le soltó la mano. Sus ojos se intercalaban entre Jimin y Jungkook.
"Lo sabe", pensó.
Se sintió inquieto, no debía haberse apresurado y responder por Jimin.
Agradeció que el chico se fuera con sus amigos, y suspiró.
- ¿Por qué interrumpiste así? – Jimin preguntó, acercándose a su oído.
- No sé... entré en pánico.
- ¿Por qué? – se rio, mientras recibía la bandeja que la chica había puesto sobre el mostrador – Simplemente iba a decir que eres mi amigo.
- Perdón, no sé qué me pasó – Jungkook negó con la cabeza y suspiró para liberarse de la repentina tensión.
Ambos caminaron ya con sus desayunos en sus bandejas y se sentaron en una mesa.
- Aunque... - Jimin retomó – También tengo ganas de decir que eres mi pareja.
Jungkook detuvo su mirada en Jimin y no le dio oportunidad a decir más.
- ¿Por qué le dirías eso a tus jugadores?
- ¿Por qué no lo haría? No es nada malo, y es la verdad. No voy a mentir sobre quién soy o lo que nosotros somos.
- Sí, pero el padre de ese chico es homofóbico...
- Sí, ¿y? Me da igual su padre retrógrado, no voy a esconderme por su culpa.
- ¿Y no te preocupa que él se entere?
- No lo sé... no lo he pensado – admitió con honestidad – Sólo... justo ahora no me parecía malo decirlo. Luego de la charla que tuve con el equipo, creo que es importante que comiencen a normalizarlo. Yo... no sé cuál de esos chicos pueda estar luchando contra él mismo en este momento, sintiendo que está solo.
No pudo replicar nada ante eso, recordó por qué se había enamorado de Jimin en primer lugar. Incondicional y comprensivo incluso aunque él no estuviese pasando por lo mismo. Él miraba, observaba y veía las luchas de los demás. Le bastaba solo con ver y escuchar para entender realidades que no eran la suya. Así como le había entendido a él y le había acompañado, quería hacer lo mismo con sus jugadores, y con cualquiera que lo necesitara. Jungkook sintió un destello de nostalgia en su pecho.
Su expresión preocupada se suavizó, para dar paso a una sonrisa y mirada agradecidas. Esperaba que otras personas pudieran tener a alguien como Jimin en sus vidas.
Colocó su mano sobre la del mayor y le acarició con tacto cálido.
- Veo lo mucho que te importan estos estos chicos, y por eso me preocupa que el padre de Riki se entere y quiera sacarlo del equipo. Un padre como él no querrá que su hijo sea entrenado por alguien gay. Entiendo que tú no seas prejuicioso, y eso es una de las cosas que siempre me gustaron de ti – admitió con franqueza. Jimin lo miraba atento, captado por su mirada, y le devolvía el gesto con el vaivén de su pulgar contra la piel de su mano – Pero no todos son como tú. Hay personas que no lo entienden y tal vez nunca lo hagan, y van a querer arruinarte tan pronto sepan que sales con un hombre.
- Pero... si me escondo, ¿entonces qué ejemplo les estoy dando?
- Si no quieres esconderte... está bien. Sólo quería que pensaras en la posibilidad... de que las cosas se vuelvan complicadas si dices que sales con un hombre.
Jimin le sonrió, esa sonrisa sincera que a Jungkook le hacía sentir seguro y acompañado. Asintió, aceptando su preocupación y consejos.
- Está bien, lo tomo – se rio – Admito que me dejé llevar un poco. Sé que no va a ser fácil y que me voy a enfrentar a situaciones que aún no he pasado ni he visto, pero estoy dispuesto a hacerlo. No me da miedo porque te tengo conmigo.
Tal vez, era un buen momento para decir esas dos palabras que a Jungkook siempre le daban vueltas en la cabeza. Las tenía en la punta de la lengua, pero no quería apresurarse, no quería saltar al vacío. Había aprendido que, aunque las emociones fuertes le hicieran sentir poderoso, imparable, también debía gestionarlas con responsabilidad. Era fácil resonar con las vibraciones de su pecho, con los latidos y el aleteo de las mariposas, pero ésto era una de las relaciones más importantes que estaba construyendo.
Jimin y él comenzaron a comer su desayuno, y cuando miró detrás de Jimin, Riki estaba mirando. Jungkook evitó la mirada, continuó hablando y comiendo casualmente, pero cada vez que chequeaba si seguía siendo observado, se encontraba con los ojos del chico nuevamente.
- Riki no deja de mirarme... - dijo y Jimin estaba por voltearse a ver – No voltees – le detuvo – No seas tan obvio – le regañó, haciéndole soltar una carcajada.
- ¿Y... cómo te mira?
- No lo sé, como... "Tú te acuestas con mi entrenador, ¿cierto?" – susurró acompañado de una pequeña actuación, haciendo a Jimin reír aún más – "Mi entrenador es gay por tu culpa".
- Oh, así que te haces responsable.
- Claro que sí – se cruzó de brazos y reposó su espalda contra el respaldo de su silla, vanidoso – Cambiaste de equipo, soñé con eso toda mi vida.
- Sobre eso... ¿por qué no me cuentas un poco más? – interesado, Jimin se acomodó con sus brazos sobre la mesa, su atención puesta completamente sobre él – Quiero saber cómo te morías por mí.
- Es patético.
- No lo es, eras pequeño, me parece adorable pensar que gustabas de mí desde niño.
- Sólo diré que por eso siempre te perseguía a todos lados. Si teníamos que jugar a las escondidas te buscaba a ti, o si teníamos que jugar a las atrapadas, te perseguía a ti. Y si tú me perseguías... yo moría de felicidad.
La sonrisa de Jimin se ensanchaba con cada palabra. Jungkook estaba seguro que, en ese momento, ambos compartían los mismos recuerdos y, probablemente, mucho de eso ahora cobraba sentido para el mayor. Jimin se veía complacido por haber tenido la atención de Jungkook, devota e incondicional desde siempre, pero también se enternecía por cada detalle de las historias que oía desde la perspectiva del más chico.
- De niño eras... adorable. Yo detestaba que Hobi te echara de nuestros juegos, tenías esos ojitos tristes cada vez que lo hacía.
- Él era un jodido desalmado – soltó, el rencor reviviendo crudamente hizo a ambos reír.
- ¡Oh! – un recuerdo golpeó su mente – Siempre decías "Déjame jugar, yo también quiero estar con Jiminie-hyung".
- Qué vergonzoso.
- Tú te acuerdas de mi época ecologista, estamos a mano.
Se sentía algo apenado de que Jimin recordase todo con tanto detalle, pero él parecía disfrutarlo y recordar esas épocas con mucho cariño.
La conversación fue interrumpida por el sonido del celular de Jungkook, y cuando chequeó el mensaje que le había llegado, lo leyó.
- "Vamos a preparar una cena en casa. Dile a Jimin que venga, haremos Japchae con kimchi". Es mamá – aclaró. Levantó sus ojos hacia Jimin – Supongo que tenemos cena familiar. ¿Quieres ir?
- Claro que sí, no me pierdo el Japchae de tu madre por nada del mundo.
Jungkook sonrió, y su mirada volvió hacia el chico que estaba a unas mesas de ellos. Riki fingía no estar prestándoles atención, pero Jungkook siempre le encontraba mirándole. ¿Sería que los había descubierto y planeaba contarle a su padre? ¿Y qué había del resto de sus compañeros? ¿Comenzarían rumores sobre la sexualidad de Jimin?
- ¿Vamos?
La voz de Jimin le sacó de sus pensamientos. Volvió a centrarse en él y asintió, para luego ponerse de pie. Ambos dejaron la cafetería y Jungkook esperaba que la relación que Jimin tenía con él no fuera un obstáculo para su carrera como entrenador y jugador de baseball.
Cuando esa noche llegaron a la casa de los Jeon, Jungkook sintió una pequeña maraña de nervios enredarse en su estómago. Era la primera vez que ambos se presentaban en una reunión familiar como pareja. Habían cenado en casa de los padres de Jimin, pero Jungkook nunca había tenido miedo de no ser aceptado por ellos. Pero por su lado, aunque sabía que sus padres adoraban a Jimin y que ya no tenían problemas con su sexualidad, muy en el fondo se preguntaba si ellos realmente lo aceptaban. Esa era la primera vez que llevaba a un chico a su casa, esperaba que el hecho de que ese chico fuese Jimin ayudara a romper el hielo.
La puerta se abrió frente a ellos, dejando ver a Hoseok del otro lado.
- Oh, llegó el par menos esperado de la noche – bromeó, haciéndose a un lado para dejarles pasar.
- ¿Qué dices? Somos los invitados principales – replicó el rubio dándole un empujón amistoso a su amigo.
Hoseok cerró la puerta e inmediatamente se posicionó entre ambos, los abrazó por el cuello y los dirigió hacia la cocina.
Sus madres conversaban mientras juntaban vasos y platos para llevar al parque trasero y preparar la mesa. Cuando Jungkook vio a su madre, el estómago se le apretó y su corazón se detuvo por unos escasos segundos. Ella sonrió, se secó las manos con el paño de la cocina, e inmediatamente abrazó a Jimin. Fue un abrazo pequeño mientras le sobaba la espalda suavemente, característico de ella. Por otro lado, la madre de Jimin se le acercó y le dio un abrazo vigoroso. Hye siempre había sido el tipo de madre cariñosa, mientras que la suya era un poco más tímida con las muestras de afecto.
- Quisiera que mi mamá fuese como la tuya... - había dicho Jungkook a sus dieciocho años - Ella me quiere más que mi propia mamá.
- Ella no te quiere menos que mi madre... - quiso intervenir Jimin.
- Ella tendría que quererme así. Es su obligación, ella eligió ser mamá. Si no puedes con eso, ¡entonces no tengas hijos!
- Tal vez ella no tenía todo resuelto, pero aún así quiso tenerte. Los padres no nacen siendo padres, por eso se equivocan. Y sí, a veces nos lastiman.
- ¿Entonces? ¿Qué hago?
- Esperar. Ella lo está intentando.
Sí, en algún momento de su vida, había deseado que su mamá fuese diferente. No obstante, al madurar se dio cuenta que incluso los padres siguen aprendiendo con el tiempo, y que convertirse en padres no los volvía automáticamente el ejemplo perfecto. Lo importante era la predisposición que tenían para ser mejor para sus hijos.
- Me han contado que te adueñaste de la temporada – dijo Mina sonriendo hacia Jimin. Él sonrió también y respondió con modestia.
- Es gracias al trabajo en equipo.
- ¡Gracias a que yo le salvo el culo más de una vez! – se entrometió Hoseok en la conversación.
- Hoseokie, no seas envidioso – soltó ella, haciendo a Jungkook estallar en una carcajada.
- No, Mina. Hobi tiene razón, yo no sería nada sin él – admitió Jimin sarcásticamente, abrazando a su amigo.
- Ambos son indispensables para el equipo – agregó Hye, siempre tan diplomática – Pero... yo aquí quiero hacer una mención especial – los ojos de la madre de Jimin se giraron hacia Jungkook – A mí me han dicho que has estudiado muy duro estas semanas y has aprobado todos tus exámenes y entregas.
- Sí, fueron unas semanas... agotadoras – suspiró, aliviado al saber que todo eso había pasado ya – Pero... de alguna manera logré llegar con todo – miró a Jimin, y éste le dedicaba una sonrisa suave y orgullosa – Jimin me ayudó mucho.
- Qué cursi... – soltó Hoseok y Jimin le dio un codazo en un costado.
- Me alegra que te esté yendo tan bien, Mina me dijo que recibes muchos halagos por tus trabajos como pasante – agregó, y allí supo que su madre había estado esparciendo por allí cómo le estaba yendo en la universidad y en su trabajo.
- Sí... algo así.
- ¿Algo así? – preguntó Mina, sorprendida y con un deje de indignación. Señaló a su hijo con el dedo y declaró para todos los presentes – Le han dicho que la última vez que hubo un pasante tan completo como él, fue hace diez años.
Se sintió avergonzado, sobre todo porque Hoseok no dejó de hacerle burlas. Pero se sentía bien que su madre luciera y sonara orgullosa.
Cuando comenzó a estudiar en la universidad, nunca lo había hecho para ganar la aceptación de sus padres, sino la de él mismo. Se había rendido a intentar ser el hijo que ellos esperaban. Sin embargo, saber que su madre estaba feliz por él al punto de alardear, le hacía confirmar que, con el tiempo, todo volvía a su lugar y las recompensas llegaban.
No fue difícil romper el hielo. En un punto, sintió que él había sido el único ansioso por aquella reunión. Jimin se había sentido cómodo desde el primer momento que había llegado, Jungkook agradecía que él estuviera allí para volver el ambiente mucho más fácil. Su madre adoraba a Jimin, y no había cambiado su forma de tratarle sólo porque ahora estuviese saliendo con su hijo. Los nervios habían sido en vano.
Mina pidió a Hoseok que ayudase con la cocina, despojándole a él y a Jimin de cualquier obligación o tarea.
- ¿Por qué ellos no?
- Jimin siempre me ayuda, Hoseokie. Él está perdonado.
- ¿Y Jungkook?
- Él es el pequeño de la casa – respondió ella y le tomó por los hombros, empujándole hacia la cocina nuevamente – No seas holgazán.
- ¡Eso es favoritismo!
- Jeon Hoseok, no protestes.
- Pero qué mujer... - masculló.
Jungkook y Jimin se rieron, y aunque sus madres les quisieron librar de las tareas domésticas, ellos ayudaron de todas formas, junto a sus padres.
Entre cuchicheos, risas y bromas, terminaron de preparar la comida y todos se sentaron en las mesas del parque trasero.
Jimin levantó la mano, llamando su atención e hizo un gesto para que se sentara en la silla vacía a su lado, palmeando la superficie del asiento. Se sentó allí y comieron uno al lado del otro.
De alguna manera, Jungkook se sentía un espectador esa noche, en el buen sentido. Ver a las dos familias unidas era algo común, pero había tenido un poco de miedo de que algo cambiara luego de que él y Jimin decidieran estar juntos. Al final, nada lo había hecho. Se sintió aliviado y cómodo, como si las cosas hubieran seguido su rumbo natural. El compartir tiempo con esas personas que eran su familia, con la persona que amaba a su lado, le hacía sentir afortunado.
Miró a Jimin por un buen rato, mientras éste conversaba y hacia al resto reír con anécdotas de los partidos y de la universidad. Lo miraba y sentía una llama crecer cada vez más dentro de su pecho, ese sentimiento cálido manifestándose con poder. Cuando Jimin dejó de ser el centro de atención, se inclinó cerca y apoyó su mentón en su hombro. Automáticamente Jimin ladeó su cabeza y la reposó contra la cuya, y su mano se asentó sobre su pierna. Cerró sus ojos y disfrutó de las voces de su familia, de los diálogos que iban y venían, y de la presencia de Jimin a su lado; su soporte y confidente.
Sintió una caricia en su mejilla y abrió sus ojos, enderezó su cabeza y miró a Jimin.
- ¿Estás bien? – le preguntó.
- Sí... sólo descanso.
Jimin le sonrió con ternura y su mirada divagó entre sus ojos y sus labios. Jungkook quería besar su sonrisa.
- ¿Estás nervioso ahora...?
- No. Ya no – admitió.
- ¿Ves? – preguntó con un susurro – Todo salió bien.
Tenía razón. Al final las cosas habían salido mejor de lo que había esperado. La alegría y el alivio le llenó de burbujas el estómago. No necesitaba nada más en ese momento, tenía todo lo que quería.
Esa noche algo dentro de su pecho sanó.
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Hola gente bella. Al fin actualizo. No saben lo que me costó escribir este simple capítulo, fue casi imposible sentarme y tomarme el tiempo para escribir. Pero acá estoy.
Bueno, en este capítulo vimos cómo Jungkook se las arregla para asimilar su relación con Jimin frente a otras personas. Está descubriendo el mundo exterior estando en pareja con un hombre, mientras que Jimin no tiene muchos reparos al respecto, ambos tuvieron crianzas diferentes y eso influyó mucho.
Jungkook está feliz, pero habrá muchos desafíos que deberá enfrentar si desea estar con Jimin.
Eso es todo por hoy. Gracias por leerme 💕 si sigo escribiendo (con mi falta de tiempo) es porque él apoyo que le dan a esta historia lo vale. Gracias ✨️
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