Capítulo 17


En la sala se oía el sonido de la carne asándose y el aroma era otra evidencia del desayuno que Jimin estaba preparando. Lo había logrado en media hora y ya estaba el plato lleno con carne de cerdo y vegetales para servir en la mesa junto con jugo de naranja y frutas.

Al escuchar la puerta del baño abriéndose, se volteó, y por la habitación se asomó Jungkook. El chico ya estaba duchado y vestido, con el cabello aún húmedo. Caminó hacia la mesa, miró los platos, olfateó el vapor que se desprendía de la comida y soltó un sonido de aprobación. Levantó su mirada, conectándola con la de Jimin. El mayor sonrió cuando vio la expresión agradecida en sus ojos, su mirada iluminada y acompañada por una sonrisa que fue creciendo en pocos segundos. Entonces se acercó con caminar relajado, y cuando estuvo frente a él le tomó de las mejillas y le dio un beso con sabor a pasta dental.

El beso fue corto, de hecho, fue más largo el tiempo que se miraron a los ojos luego, sin decir nada. Las palabras no eran necesarias cuando el afecto y el agradecimiento se expresaba por medio de gestos.

Al sentarse en la mesa, Jungkook no tardó en atacar la comida. Al lado de su plato, tenía los apuntes del examen para el cual estaba estudiando.

Ese mismo día, Jungkook tenía un examen y había pasado los últimos días preparándose sin descanso. Se había desvelado y había estado durmiendo pocas horas. Por esta misma razón, Jimin se despertaba y levantaba antes de él lo hiciera para prepararle el desayuno. Se estaba esforzando por su carrera, y Jimin quería hacer lo que sea que estuviera a su alcance para ayudarlo. Él no sabía nada sobre diseño, no podía hacer más que escuchar al pelinegro estudiar en voz alta o ver las anotaciones que hacía en su cuaderno. Entonces, si prepararle el desayuno lograba que el chico pudiese dormir unos minutos más y despejarse de la responsabilidad de hacerse cargo de su propio desayuno, Jimin lo haría.

Esos días Jimin se levantaba temprano, se duchaba y cepillaba los dientes rápidamente, para dejar el baño libre para cuando Jungkook se despertara. Iba a la sala y en la cocina comenzaría a cortar los vegetales, asar la carne o hervir arroz, según el plato que deseaba preparar. Para que Jungkook no tuviese que preocuparse por su alimentación, él se aseguraría de hacer un desayuno abundante y completo como los que su propia madre le preparaba cuando era más joven e iba a la escuela.

No era que Jungkook no pudiese hacerlo por sí mismo, pero quería que Jungkook sólo se preocupase por sus exámenes y en el estudio.

Mientras él estaba en silencio, desayunando y bebiendo de su taza de café, miraba a Jungkook del otro lado de la mesa, concentrado en las hojas, haciendo anotaciones y moviendo sus labios a medida que leía. Su dedicación era admirable, su compromiso y determinación para conseguir lo que quería se le hacía inspirador. Le gustaba ver cómo mejoraba con el paso del tiempo. Le había visto crecer de manera sana y con amor, lo que le había vuelto en el hombre que era en ese momento. Pero, luego de que la relación de ambos cambiase, el rol de Jimin había cambiado también, y ahora le tocaba ver otra cara de ese chico que creció y luchó contra las adversidades a lo largo de su vida. Le tocaba verlo desde un lugar más íntimo y cercano, lo que era un privilegio que se había ganado por comenzar a compartir tiempo con él y relacionarse como pareja.

Cuando miraba a Jungkook, agradecía haber tenido el valor suficiente para animarse a que algo más sucediera entre ellos, aunque no lo hubiera manejado de la mejor manera, y tampoco se sentía orgulloso de que todo había comenzado con una noche de alcohol. Pero, a pesar de la incertidumbre que sentía, y de lo complejo que sabía era una relación amorosa, Jimin no se arrepentía de nada.

Al terminar el desayuno ambos se prepararon y dejaron el departamento para irse a la universidad. Jimin conducía mientras Jungkook miraba por la ventana. Ya había decidido guardar sus apuntes y no forzar ningún gramo más de información en su cerebro. Soltó un suspiro pesado apenas llegaron al estacionamiento de la Universidad. Jimin lo miró y le sonrió con entendimiento, Jungkook se veía cansado.

- A partir de hoy podrás dormir más de cinco horas – estiró su brazo y le acarició la nuca con la mano en un gesto de ánimo – Te irá genial.

- Taehyung se va a burlar de mí si sabe que no estuve durmiendo por estudiar – soltó, imaginándose lo insistente que iba a estar su amigo. Jimin rio porque sabía que era cierto.

Se besaron antes de salir del auto y caminaron hacia el campus.

Jimin volvió a desearle éxitos, y ambos tomaron sus caminos por separado. Jungkook a sus clases, y Jimin a su entrenamiento.

Al llegar al campo de baseball, inmediatamente comenzaron con el calentamiento. Hoseok trotó e hizo su misma serie de entrenamiento, alternando saltos y otros ejercicios. Los entrenamientos eran exigentes, pero el buen ambiente en el equipo nunca decaía. Eran energéticos y positivos.

Desde que Jimin había admitido que quería tener una relación exclusiva con Jungkook, se sintió más liviano y su mente se había despejado. Dejó de resistirse a sus deseos y sentimientos, y se permitió ser honesto consigo mismo y con Jungkook.

Ahora, con esa preocupación fuera de sus hombros, se sentía mucho más listo para enfrentar esa temporada de partidos.

Pasaron dos horas de entrenamiento lanzando bolas y bateando, tanto concentrados como no perdiendo la oportunidad de alivianar tensiones con bromas y risas. Al terminar, sus ropas estaban empapadas de sudor.

- No queda nada para Busan, que no decaiga el rendimiento, descansaremos la próxima semana, ¿de acuerdo? – concluyó el capitán el entrenamiento y todos estuvieron de acuerdo.

Mientras caminaban hacia los vestuarios y las duchas, los compañeros de Jimin hablaban de la próxima ciudad que visitarían.

- ¿Tendremos tiempo de ir a la paya? – uno preguntó.

- No lo creo, ni si quiera sé si estaremos cerca.

- La Universidad de Busan queda a una hora de la playa, ¿no lo has googleado?

- Pensé que quedaba a veinte minutos.

- ¿Dónde demonios has visto eso?

- Yo vi que quedaba a dos horas.

Todos se rieron al unísono mientras se quitaban la ropa sudada y la lanzaban al suelo.

- Jimin, ¿solías ir seguido a la playa cuando vivía en Busan? – Kai preguntó.

- No realmente, tampoco tengo muchas memorias de Busan, me mudé cuando era muy pequeño.

- Debe ser genial tener una playa cerca – Taemin agregó.

Jimin realmente no recordaba haber disfrutado de vivir a la cercanía de la playa. Más bien toda su infancia antes de mudarse a Seúl se había convertido en un borroso recuerdo. No quería centrarse en el hecho de que era Busan su próximo destino, quería tomarlo como una ciudad más donde debía jugar un partido y ya.

Mientras se quitaba la ropa para ducharse, se encontró con la espalda de algunos de sus compañeros, bajándose los pantalones y exhibiendo sus apretados bóxers. Si bien nunca antes había mirado los cuerpos de sus compañeros, últimamente notaba que sus ojos curioseaban por las siluetas que veían. No sabía qué era lo que le llamaba a mirar, porque nunca se había interesado en ello. Pero se sorprendía a sí mismo cuando buscaba ver los músculos de sus hombros o sus brazos. Él tenía total devoción al cuerpo de Jungkook, porque genuinamente le gustaba, le atraía tanto verlo como tocarlo, pero se sentía curioso por saber qué podía llegar a sentir al ver otros cuerpos. Debía admitir que, aunque no le atrajera ningún otro hombre, actualmente veía el cuerpo masculino con otros ojos.

Suponía que era normal, siendo que estaba en una relación con un hombre por primera vez, y ser consciente de que vivía entrenando con hombres, donde los cuerpos masculinos trabajados y desnudos aparecían en su vista periférica demasiado seguido, era algo que le tentaba cada vez más a mirar para contemplar cuáles eran sus sentimientos al respecto.

Había encontrado cosas que le parecían potencialmente atractivas, y también había llegado a admitir que, entre sus compañeros, había algunos bien dotados. Era extraño para sí mismo verse en esa posición, donde poco a poco aventuraba sus ojos en el cuerpo masculino cuando había pensado toda su vida que sólo le atraían las mujeres. Pero también sabía que era parte del proceso que estaba viviendo de descubrirse a sí mismo. El estar acompañado de Jungkook le hacía sentirse seguro de explorar esta nueva versión de su persona.

Cuando la hora de la ducha terminó, Jimin se cambió, se secó el cabello y tomó su bolso y mochila para dirigirse a sus clases. Chequeó su celular y tenía un mensaje de Jungkook que decía "Ya terminamos, estoy seguro que aprobé". Se sintió instantáneamente feliz con la noticia, aunque no dudaba de que Jungkook iba a aprobar.

Al igual que siempre, él y sus compañeros caminaron por el campus hasta la cafetería donde siempre se juntaban en los recesos de clases. Ahí, era donde esperaba encontrar a Jungkook, y así lo hizo. Apuró su paso, emocionado por verlo y felicitarle personalmente.

Cuando divisó la mesa en la que estaba, se acercó y vio el exacto instante en que Yugyeom, quien estaba sentado al lado de su chico, le ve aproximarse y se pone de pie, saluda al grupo y se aleja del lugar. Le pareció chistosa la manera en la que el chico intentaba mantener la distancia ahora que sabía que ambos estaban saliendo.

Llegó a la mesa, saludó a Taehyung y el resto de compañeros de Jungkook, y luego lo miró. Se sonrieron a modo de saludo.

- Bien hecho, Jungkookie. Sabía que lo harías bien – se acercó, se sentó a su lado y acarició su espalda por unos segundos.

- Sí, por fin podré dormir.

- ¿No es gracioso? Siempre me dices que me tome la universidad con más calma y no sacrifique mis horas de sueño – Taehyung no perdió la oportunidad de recordárselo. Jimin u Jungkook se miraron, cómplices por saber que eso pasaría.

- Con la pasantía ya no tengo tanto tiempo para estudiar como antes, ¿de acuerdo? – levantó las manos para demostrar su inocencia.

- Sí, lo que tú digas... - Taehyung agitó la mano, restándole importancia y dirigió su atención al rubio – El chico popular se ha sentado con nosotros, este día es histórico.

- Lo haces sonar como si fuese un engreído – le reclamó – Puedo sumarme a ustedes cuando quieran, sólo... no quiero invadir espacios que no me corresponden – respondió, y Taehyung alzó sus cejas en asombro.

- ¿Es por Jungkook? Descuida, no importa, ya estoy cansado de estar con él todo el rato, necesito hablar con otras personas.

- ¿Por qué hablas como si yo no estuviera aquí? – el entrecejo de Jungkook se frunció y Jimin rio enternecido, no pudo evitar acercarse a él y acariciarle el dorso del cuello.

- Lo siento, pero hablamos de diseño y chicos todo el rato.

- Tú eres el que quiere hablar siempre de chicos, no yo – se quejó.

Pelearon por un rato más, mientras Jimin miraba a ambos y se reía de la tierna interacción.

En todo el rato, Jimin volvía su mirada a Jungkook y le acariciaba por cortos momentos. Tal vez era evidente que algo pasaba entre ellos, o quizás no tanto. Algunos sabían, otros sólo suponían, y algunos otros no tenían ni idea. Estaba bien, ellos no querían ni contarlo ni esconderlo. Ellos simplemente eran lo que querían ser en ese momento.

A quien sí le contó Jimin activamente sobre su relación con Jungkook, fue a su madre. Cuando le dijo, ella le miró sorprendida e inmediatamente soltó con emoción: "¡Me encanta Jungkook!". Se le acercó para darle un fuerte abrazo. Él no esperaba que ella lo desaprobara, porque no era ese tipo de madre, pero sí se sorprendió al notarla más feliz de lo que hubiera imaginado. Parecía aliviada, la noticia le había puesto tan feliz que le había dicho que quería que invitara a Jungkook a comer. Y de hecho lo hizo, tuvieron una cena familiar y su madre estaba con una sonrisa de oreja a oreja, miraba a su padre con complicidad, como si ambos se dijeran con la mirada "Qué bueno que Jimin encontró a la persona indicada".

Le llenaba el pecho de calidez saber que sus padres estaban felices, le hacía darse aún más cuenta de que estar con Jungkook era la mejor decisión que se había animado a tomar. Pero cada vez que pensaba en eso, una pregunta amarga retumbaba en el fondo de su cabeza: "¿Y Jungkook... habrá tomado una buena decisión?". Ni si quiera se planteaba que fuese la mejor decisión, sino al menos una buena. Sólo esperaba que Jungkook nunca se arrepintiese de haberle elegido. Sólo esperaba no decepcionarlo.

- Jimin, volverás a Busan, ¿estás emocionado? La playa es espectacular, me vendrían bien unas vacaciones.

La voz de Taehyung interrumpió sus pensamientos. Le miró, por un momento pensando qué responder. Todo el mundo relacionaba a Busan con la playa y una ciudad encantadora. Pero para él en nada se relacionaba con eso. Realmente no quería ahondar en el sentimiento, porque sabía que no le traería nada positivo. Sintió una pesadez bastante notoria al pensar en la respuesta.

- No viví por tanto tiempo allí así que... tampoco siento que sea demasiado especial – se encogió de hombros, su tono de voz fue con desinterés fingido. Esperaba que si no hablaba con emoción del tema, menos le preguntarían al respecto.

Afortunadamente Taehyung no siguió preguntándole, sólo habló de las playas que había visitado con su familia.

Cuando quiso percatarse, Jungkook le estaba mirando, como si hubiera notado que se había retraído un poco al momento que la pregunta sobre Busan se puso sobre la mesa.

Él le sonrió, para disipar la vibra pesada que desprendía y distraer a Jungkook de ello.

Al terminar el receso, Jimin le dio un beso en la cabeza a Jungkook, se despidieron y ambos fueron a sus clases. Al mayor le tocaba preparación física, y una vez que terminó volvió al campo de baseball para entrenar a su grupo de adolescentes.

Los chicos eran bastante dóciles, pero se notaba cuando estaban cansados o cuando se sentían presionados. Jimin alzaba la voz e intentaba animarlos para que no bajaran el rendimiento y se deprimieran por fallar. De todos los errores ellos aprenderían, y él siempre mencionaba las miles de veces que había tenido que batear al aire hasta darle a la bola y lanzarla a más de sólo dos metros por primera vez. Así, hasta convertirse en una estrella de los home run.

Él estaba feliz cuando sus chicos se veían motivados, y se preocupaba cada vez que algo malo les sucedía.

Esa misma tarde en el campo de baseball, notó a algunos de sus jugadores algo agitados. Un grupo de al menos siete jugadores estaban formando una ronda y Jimin entrecerró los ojos para intentar dilucidar qué estaba sucediendo hasta que vio que uno de sus jugadores empujó a otro con brusquedad.

No tardó en acercarse y llamarles la atención.

- Hey, ¿qué están haciendo? – su tono fue serio, de una manera que sus jugadores no solían escuchar a menudo. Su mirada rotó entre los dos chicos de los que había notado la mala conducta. Jungwon no era el tipo de chico que buscara problemas ni mucho menos que agrediera a otro físicamente. Ese empujón que le había dado a Riki le extrañó. Era un tipo de conducta que repudiaba, pero también sabía que debía haber una razón detrás – No quiero empujones ni discusiones, ¿Se puede saber qué pasó?

- Nada, sólo hice una broma, hyung – se excusó Riki con una sonrisa algo temblorosa. A Jimin le dio la impresión de que Riki no quería que descubriera lo que había dicho.

Riki no era un chico que causara problemas y era apegado a sus compañeros, sin embargo, los problemas en su casa a veces le volvían un poco ruidoso y nervioso. Sus padres eran muy exigentes con él. Por esa misma razón, el chico prefería que fuera su hermano mayor a buscarlo al finalizar los entrenamientos. Jimin detestaba a los padres como esos.

Ante la excusa, miró a Jungwon, quien miraba a Riki con molestia y casi rechinando los dientes.

- Te dije que no siguieras molestándome.

- ¿Cuál fue el problema? – Jimin quiso saber de una vez y Riki se mantuvo callado, la vergüenza comenzaba a hacerse presente en su postura, algo encorvada y cabizbaja.

- Siempre me molesta- soltó Jungwon.

- Oh... vamos Won... sólo estoy jugando – Riki se quiso acercar, y Jungwon dio un paso adelante como si estuviese listo para pelear. Jimin tuvo que ponerse en medio y devolverlo a su lugar con la mano en el pecho, alejándolos.

- No quiero jugar, te dije miles de veces que no sigas diciéndome maricón o debilucho – soltó con tanto hartazgo y todo el ambiente quedó bajo un pesado silencio. Las cejas de Jimin se alzaron por la sorpresa, y cuando miró a Riki éste desvió su mirada al suelo, avergonzándose de que se estuviera enterando de ello.

Jimin tuvo que respirar con profundidad y acomodar sus pensamientos antes de poder decir algo. Estaba tratando con chicos menores de edad, y no quería apresurarse a decir nada sin pensarlo antes, nada que pudiera empeorar la situación y la comunicación del equipo.

- De acuerdo, creo que es claro que no están permitidas las palabras ofensivas aquí. Pero, también quisiera confiar que tampoco las utilizarán fuera de este campo, porque no es el tipo de trato que quiero fomentar. Somos un equipo, y nuestro objetivo será siempre ayudarnos a ser mejores, no a hundirnos – terminó la frase mirando a Riki - ¿Se entiende? – preguntó. Y todo el equipo asintió, manteniéndose en silencio.

A pesar de ese pequeño discurso, Jimin sintió que debía hablar con ambos jugadores para darles el espacio de expresarse y contarle su versión de la historia. Jungwon había llegado a su límite, así que no sabía por cuánto tiempo había soportado las ofensas de su compañero.

Jimin le pidió al chico hablar con él un momento, y cuando Jungwon aceptó, otro compañero se acercó y le palmeó el hombro.

- Eres demasiado bueno, Won...

El chico se alejó para juntarse con el resto del grupo y Jimin se lo miró por unos segundos. La frase le trajo a su cabeza una memoria ácida.

- Eres un niño muy bueno, Jimin.

Un escalofrío se arrastró a lo largo de su espalda. La voz de su antiguo entrenador se había oído nítida como ssi le hubiera hablado al oído.

Se propuso deshacerse de la memoria y la mala sensación soltando el aire de sus pulmones y mentalizándose en el chico que tenía frente a él.

Se habían apartado del grupo y se sentaron en unas bancas que estaban fuera del perímetro del campo.

En la charla, Jimin le pidió a Jungwon que le explicara qué sucedía con Riki, y éste le dijo que simplemente había empezado a usar esos insultos con él desde hacía un tiempo, alegando que nunca había dicho nada al respecto porque no quería crear ninguna pelea o momentos incómodos para el equipo. Todos parecían no tomarse en serio lo que Riki decía, pero cada vez se volvía más difícil de soportar. El chico parecía tener una fijación con siempre tomarlo a él de blanco. Si alguna jugada no le salía bien, Riki se le acercaba y le decía que tenía que seguir adelante, que rendirse era para "maricones".

Lo último que Jimin quería eran comentarios homofóbicos en su equipo. Sabía que sus chicos eran buenos, pero no quería que esos comentarios pudiesen lastimar a algún chico que estuviese luchando en ese momento con su identidad y orientación sexual. Un equipo tenía que ser un lugar seguro, así también como la familia. Sabía que no todos tendrían la misma suerte que él de haber crecido en un buen ambiente familiar, pero se había propuesto hacer todo lo que estuviese en sus manos para que, en caso de que las familias no fuesen un soporte para los niños que jugaban baseball, que entonces su equipo sí lo fuera.

- Lo detesto, hyungnim. ¡Lo odio! – Jungwon parecía haber llegado al punto donde tener a Riki cerca le era nauseabundo – No sé qué hacer para que se detenga. Jake tiene razón, si no fuese tan bueno, él no me molestaría.

- No, alto ahí.

Jimin recordó el haber pensado muchísimas veces que, tal vez, si no hubiera sido ese chico bueno, alegre y soñador que había sido desde que nació, tal vez no le hubiera pasado lo que le pasó con su antiguo entrenador. Tal vez, si hubiera sido firme, menos fácil de convencer, no hubiera vivido esa dolorosa traición. "Tal vez".

Tal vez, no hubiera generado tanto dolor en su madre y su padre. Tal vez no hubieran tenido que desatender a sus abuelos por su culpa. Tal vez no tendrían que haberse mudado de Busan a Seúl, abandonar sus vidas, su familia y sus amistades. Tal vez, si él no hubiera sido un niño tan dócil y obediente, su vida y la de sus padres no se hubieran arruinado.

Pero, había habido una razón primordial por la cual Jimin había sido enviado a terapia desde pequeño, y era la consecuencia de su trauma. La culpa le había hecho un agujero en el pecho y se asentaba en su estómago con cada día que pasaba.

Escuchando a Jungwon hablar de esa manera, le remitió a su infancia, y no quería que esa creencia se afianzara en la mente del chico como se había afianzado a la suya.

- El comportamiento de Riki no es tu culpa – afirmó con seguridad, la suficiente como para que Jungwon lo sintiera así – No eres responsable del comportamiento abusivo de Riki, no le has provocado a comportarse así.

- Pero si yo no fuese tan callado y fuese más rudo, él no me trataría así. No lo hace con otros.

- Entiendo que pienses así, pero lo que él hace está mal. No eres tú quien debe cambiar, porque aquí el que está equivocado es él. Quien debería cambiar su forma de actuar es él y no tú. Lo haces bien, eres un gran jugador y un gran compañero, y no eres débil por decir que no te gusta una "borma", ni tampoco por ser más callado que el resto.

- Pero entonces... ¿por qué sólo me molesta a mí?

- No lo sé, tal vez deberías preguntárselo.

- Antes mejor muerto, lo detesto.

- Lo sé, voy a hablar muy seriamente con él. Pero quiero que sepas que, si algo o alguien te molesta, o algo te preocupa, puedes venir a decírmelo, eso no te hace débil. No esperes a explotar, puedes hacer algo antes, no tienes que soportar nada que no quieras ¿De acuerdo?

- De acuerdo...

Le palmeó la espalda al chico y lo acompañó a sumarse al resto del grupo. Riki estaba alejado con sus compañeros más cercanos, y evitando la mirada de Jimin. Cuando llegó a ellos, el chico le miró con culpabilidad y vergüenza. Los chicos más jóvenes solían ver a Jimin como un referente, y era natural que no quisieran defraudarlo. Riki parecía tener miedo de ello, siempre había sido un chico de auto-exigirse para obtener la validación de sus padres y también de sus entrenadores. Era tan talentoso que sabía que cuando llegase a la mayoría de edad, sería imparable. Pero, por eso mismo, si alguien no le marcaba el buen camino, podría llegar a convertirse en un problema.

Le indicó al chico que le siguiera, también para poder tener una conversación.

Riki defendió su argumento de que sólo había estado bromeando, y afirmó que al principio Jungwon se reía y los demás también. No pensaba que a Jungwon le molestase realmente. Cuando Jimin le preguntó si era homofóbico o si tenía algún problema con la gente gay, Riki lo negó rotundamente.

- Entonces, ¿por qué usas esos insultos? Podrías estar lastimando a alguien diciendo eso.

- No lo digo para lastimar a nadie, sólo... son cosas que he oído y quise bromear con eso.

- ¿Quién dice esas cosas? ¿Tu familia?

- Mi papá.

Jimin asintió con entendimiento, no era novedad que había padres como esos, y mucho menos le extrañaba que los padres de Riki fueran así.

- Bueno, pero tú no eres tu padre, ¿cierto?

- No...

- ¿Sabes? A veces nuestros padres no son los mejores, ni tampoco son lo que querríamos, ellos son lo que son y ya. No siempre lo que hacen o dicen es un ejemplo que debemos seguir. Creo que eres muy inteligente y capaz de tener tu propio criterio. Sé que no eres como tu padre y que no quieres serlo. Y estoy seguro de que el verdadero Riki nunca utilizaría esas palabras ni buscaría incomodar a ningún compañero. Eres demasiado talentoso como para que la influencia de tu padre manche tu identidad y tu juego.

Riki miró a Jimin a los ojos finalmente, y éstos estaban algo cristalizados. También tenía sus labios apretados.

- No te estoy diciendo esto como una crítica Riki, sé que eres bueno con tus compañeros y que no querías lastimar a Jungwon – Jimin no quería afectar al chico al punto de hacerle llorar, no había sido su intención.

- Lo sé... pero... - la voz del chico tembló – Papá es muy duro a veces, así que pienso que... si soy duro como él, quizás sea suficiente para que no tenga que seguir siendo tan duro conmigo.

Pensó que Riki dejaría caer sus lágrimas en algún momento, pero no lo hizo, se mantuvo firme hasta el final.

- Tu papá te pone demasiada presión, ¿cierto?

- Sí... - admitió, su voz tenía poca fuerza.

- ¿No hay manera de que puedas vivir con tu hermano?

- Él vive con su novia, no quiero molestarlos.

- Tal vez puedan llegar a un acuerdo hasta que cumplas la mayoría de edad.

- No lo sé...

- Si lo necesitas, yo puedo hablar con tu hermano.

El chico asintió y le agradeció por ofrecerse a hablar con su hermano. Al igual que con Jungwon, Jimin le aseguró que, si necesitaba ayuda o alguien que le escuchase, podía acudir a él.

Esperaba que ambos chicos pudieran estar bien por su cuenta, no podía evitar preocuparse por ellos, porque era difícil ser joven y no tener nadie en quien refugiarse, nadie que les diera un respiro o un momento de calma.

Riki se disculpó con Jungwon, y aunque éste estuviese escéptico, Jimin esperaba que con el tiempo pudieran tener confianza el uno con el otro.

Ese día lo terminó con un discurso de despedida a sus jugadores:

- Creo que no es necesario aclararlo, pero nunca está de más decirlo; Ser gay no es malo ni debería usarse como insulto – esperó que el mensaje fuera claro, y se tomó un momento de silencio para que las palabras llegaran a ser procesadas por los adolescentes, quienes lo veían atentamente – Una de las personas más importantes en mi vida es gay, y de joven le vi sufriendo por serlo, por culpa de otras personas y de la ignorancia de sus padres – un deje de dolor siempre latía en su pecho con el recuerdo - Los veo a ustedes, con la edad que él tenía en ese entonces, y realmente espero que ninguno de ustedes tenga que pasar por lo que él pasó. Y también espero que ninguno de ustedes se convierta en la razón para que alguien sienta que no está bien ser uno mismo.

Los chicos parecían haber tomado sus palabras con seriedad e importancia. Ninguno hizo bromas al respecto, ni tampoco miradas cómplices. Sólo oyeron con respeto a sus palabras.

- Y también quiero que quede claro que, si alguna vez alguno de ustedes necesita hablar de algo, de lo que sea, pueden venir a buscarme. Los escucharé por horas si es necesario.

Al despedirse del equipo, su entrenador se acercó y le felicitó por la manera en la que había abordado la situación.

- Admito que no estoy muy al tanto de los problemas que le ocurrren a los adolescentes, pero por eso te elegí, Jimin. Tienes una sensibilidad que se ve a simple vista e inspiras confianza. Incluso yo siendo más viejo, tengo tanto que aprender de los más jóvenes.

Jimin se rio, porque su entrenador estaba exagerando, él sólo tenía unos cuarenta y tantos, pero suponía que cuando él era joven, temas como la orientación sexual o de salud mental no eran de los más hablados. Estaba agradecido de poder serle de ayuda para entrenar a chicos jóvenes que tenían problemas en sus casas y que no sabían muy bien quiénes eran ellos mismos aún.

Había sido un día largo y agotador, y llegar a su apartamento con Jungkook había sido la mejor medicina.

Se recostaron en el sofá con el delicioso bimbimbap humeando en la mesa ratona. Se alimentaron en silencio al principio, degustando los diferentes sabores en sus bocas.

Jungkook rompió el silencio, mientras veía a Jimin servirse Whisky en su vaso lleno de hielos.

- Entonces, dijiste que tuviste un día intenso. ¿Qué pasó? Hasta el receso te vi bien.

- Sí, bueno, todo iba bien hasta ese momento – se rio un poco y tomó un sorbo de su vaso, apoyando la espalda en el sofá.

- ¿Tan malo fue?

- No fue tan terrible, pero sí inesperado, y supongo que no estaba listo para remover algunas emociones.

Para los ojos del menor, Jimin se veía desanimado. No quiso presionar, Jimin poco a poco le fue contando qué había ocurrido esa tarde, e inmediatamente entendió a qué se refería. Había habido problemas en su lugar sagrado; en su campo de baseball y en el equipo que él entrenaba. No le había sorprendido el insulto que usó uno de los chicos de Jimin, porque, lamentablemente, era algo que ocurría desde hacía décadas. Pero, como era de esperar, Jimin había sido paciente con ambos chicos, y conectó con ellos desde la empatía. Jungkook sabía muy bien que las familias eran un gran detonante de estrés muchas veces, y los chicos hacían sólo lo posible para lidiar con ello. Riki no tenía un padre fácil, y eso repercutía en su conducta.

- La verdad, para mí lo has hecho muy bien – Jungkook le hizo saber - Igual sabes que no puedes cambiarlos de la noche a la mañana ¿cierto? – preguntó, a lo que Jimin sonrió, admitiéndose culpable de esperar eso.

- Lo sé, intento recordármelo. Sé que es un proceso, y que tratar con adolescentes se trata de ser paciente y perseverante.

- Vuelvo a decirlo, eres genial con los adolescentes y los niños. Es muy bueno que ellos te tengan como entrenador – dijo esto apoyando su mano en la rodilla de Jimin, asegurando su punto con afecto. Él siempre vería a Jimin en su mejor versión.

- Gracias – dijo, y realmente lo sentía. Siempre sabía qué decir y cómo hacerle sentir que él era correcto, que su existencia era correcta.

No era fácil ser joven y no saber a quién acudir. No era fácil que sucedieran cosas a su alrededor y no entenderlas.

Él siguió bebiendo de ese vaso y Jungkook notó que parecía un poco ido en sus pensamientos. Era claro que en algo le había afectado la "pelea" de Jungwon y Riki. También sabía que quería ayudarlos lo más posible, que sentía la necesidad imperiosa de resolverles lo que sea que les estuviera inquietando o preocupando. Jimin había sido de la misma manera con él cuando era chico; protector y atento. Siempre atento a lo que le sucedía, a si llegaba a la escuela con cara larga, o si pasaba demasiado tiempo encerrado en la habitación, o si no bajaba a saludar cuando él llegaba.

Jungkook iba a continuar hablando del tema, lo suficiente como para dejar a Jimin tranquilo, para que pudiera desahogarse, pero terminó interrumpiendo el silencio antes que pudiera decir algo más.

- ¿Sabes?... No me siento muy bien por volver a Busan – confesó sorpresivamente. Una pequeña sonrisa se dibujó en su boca, pero mantenía la mirada baja a su vaso, en el cual dibujaba con su dedo pulgar garabatos, sobre el agua condensada en las paredes de vidrio. Parecía avergonzado o nervioso de admitir lo que estaba diciendo.

- ¿Por qué?

- Porque... pasó mucho tiempo – dijo - A penas tengo buenos recuerdos de allí... es casi como un lugar desconocido, y todos me preguntan sobre Busan como si tuviese que sentirme emocionado por volver.

- Y... no te sientes emocionado, entonces.

- No, no realmente.

- Es normal que te sientas así, ¿no? Han pasado años, has vivido más en Seúl que en Busan. Este es tu hogar, no Busan.

- Sí... así es como lo siento. Además... no tengo buenas memorias de esos años... – reiteró. No estaba siendo muy específico, pero sí estaba haciendo un marcado énfasis en que las memorias de su ciudad natal no eran positivas.

- ¿No te gustaba tu vida en Busan?

Jungkook quiso facilitarle a Jimin eso, el decirlo. Notó que había algo que le costaba expresar. Incluso de más jóvenes, Jimin nunca hablaba de sus tiempos en Busan, tampoco su familia, al menos no más que para mencionar a algún familiar que vivía allá.

Así que él nunca había querido hablar de Busan tampoco.

- Digamos que... no fue muy buena.

El vaso de whisky se acabó con un último y largo sorbo, entonces se inclinó sobre la mesa y volvió a servirse otro vaso. Los platos ya estaban vacíos, la comida había estado deliciosa.

- Espero que el equipo este bien luego de hoy.

- Tal vez estén un poco callados, pero no creo que sea difícil de manejar – aseguró Jungkook para animarlo un poco, y observó el vaso de whisky qué había llenado Jimin.

Cuando levantó el vaso lleno de alcohol para llevarlo a su boca, Jungkook lo tomó con cuidado y se lo quitó de la mano. Jimin se sorprendió y le observó beber un sorbo en su lugar

- Ahg, es más fuerte que patada de caballo, hyung... – se quejó arrugando la nariz, a lo que Jimin rio.

- Me hizo acordar a la primera vez que probaste alcohol – dijo, haciendo ademán de agarrar el vaso otra vez, pero él volvió a alejárselo.

- Sí, pero ahora soy adulto. Puedo hacerlo – aseguró y volvió a tomar, soportando lo más que podía el sabor fuerte. Jimin se rio.

- Lo odias totalmente.

- Hey, es cuestión de acostumbrar el paladar – bromeó para luego volver a beber. Para no prestar atención al sabor, retomó la conversación anterior – Respecto de tus jugadores... sólo quiero decirte que no te preocupes demasiado, ellos estarán bien. No tienes que anticiparte a nada que no haya ocurrido aún, sabrás qué hacer cuando la situación lo requiera.

- A veces parece que me conoces mejor de lo que yo me conozco a mí mismo – chistó con una sonrisa. Se acercó a Jungkook y le besó en los labios – Gracias, siempre me traes calma.

- Me alegra saberlo – sonrió contra sus labios y le devolvió el beso. Le dio otro beso y se separó un poco para hablar - ¿Vamos a la cama? Fue un día largo para ambos.

- Sí, es buena idea – miró la mesa frente a ellos con los platos y vasos sucios – Mañana lavaré todo, estoy muerto – se puso de pie y caminó hacia la habitación.

Cuando desapareció entrando por la puerta, Jungkook se paró, caminó hasta la bacha de la encimera, y vertió el contenido del vaso que tenía en su mano, desechando el whisky que quedaba.


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Hola, gente bella, finalmente actualizo de nuevo.

Espero les guste la lectura, espero no tardarme tanto para la próxima actualización.

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