Capítulo 16
Jimin se quedó mirando a Jungkook asombrado por verle allí. Estaba petrificado en la silla, por un momento pensando que había estado tan al pendiente de él, que ahora hasta lo veía en lugares donde no estaba realmente. Pero no, aún no se había vuelto loco, Jungkook sí estaba allí.
- ¡Jungkookie! ¡Qué casualidad! – exclamó emocionado, una sonrisa enorme conquistando su rostro. Se puso de pie tambaleándose e inmediatamente le abrazó con mucho ímpetu. Jungkook le dio unas palmaditas en la espalda. La muestra de afecto en público estaba llamando la atención, algunas cabezas se habían volteado a ver – ¿Qué haces por aquí...? No esperaba verte – su rostro estaba muy cerca al suyo y aún no le soltaba, sus brazos seguían rodeándole. Jungkook giró su rostro y vio a la chica sentada, ella los miraba con atención.
- Uhm... Hola – saludó él, y ella sonrió, devolviéndole el saludo. Jimin le soltó de repente, como si hubiese recordado que no estaban solos.
- ¡Oh! – exclamó, como si se hubiese acordado de algo – Ella es Chaeyoung. Chaeyoung, él es Jungkook - los presentó a ambos. Ella se puso de pie inmediatamente, y ambos se saludaron con una reverencia. A penas terminaron, Jimin volvió toda su atención al pelinegro - ¿Qué haces aquí?
- Alguien me dijo que estabas a punto de subirte a tu auto... en este estado – le miró de arriba abajo. Él no entendía a qué se refería al principio.
- ¿Quién?
- La señorita aquí presente que, gracias a ella, podré evitar que hagas una estupidez – soltó. Jimin se giró a verla. Con una sonrisa apenada, ella se disculpó por haberle delatado – Así que, nos iremos en tu auto, pero yo conduciré.
Jimin intentó explicarle a Jungkook que él estaba bien, que la cantidad de alcohol que había bebido no era tanta como para que se preocupasen por él. Sin embargo, el menor fue firme, se despidió de la chica, le agradeció por haberse comunicado con él, y se llevó a Jimin hacia donde estaba el auto.
Caminaron por las calles nocturnas, la gente miraba, pero a Jungkook no le importaba porque eran personas que probablemente nunca más verían en sus vidas. Miraban porque Jimin iba con un brazo colgado de su cuello, con un caminar torpe y riendo entre palabras que no llegaba a conectar. A penas abría la boca, su aliento era etílico, su risa temblaba y escondía su rostro en su cuello.
- Vamos, has el intento de recordar... - pidió al llegar a una esquina.
- Te dije que no recuerdo – dijo entre risas.
- ¿Entonces? ¿Nos quedaremos aquí toda la noche?
- ¿Cómo has venido tu...?
- En taxi.
- ¿Pediste... un ta...xi? – su voz perdía el hilo en medio de las frases. Le miró fijo, tenía las mejillas totalmente sonrojadas por haber bebido - ¿Gastaste... dinero por esto?
- Sí, para venir y llevarte a casa en tú auto – respondió – Vamos, sigue recordando dónde lo aparcaste.
- No era necesario que vinieras... - reiteró – Aunque estoy feliz de verte Jungkookie... - canturreó, y dejó un beso en su mejilla - ¿Vamos a casa ahora...? – a medida que hablaba, las preguntas y las oraciones no tenían sentido entre sí.
- Sí, pero no iremos si no recuerdas dónde está el auto.
- ¡Oh! ¡Mi auto, sí! – soltó de repente – Ya sé dónde lo dejé.
- Genial, ahora llévame a él, ¿de acuerdo? – le dio unas palmaditas en la espalda y ambos retomaron la caminata.
Cuando dieron con el vehículo, ambos subieron y se acomodaron en los asientos. Jimin se había dejado caer sobre el fino cuero, en el lado del copiloto. Jungkook le asistió para colocarle el cinturón de seguridad, y cuando ambos estuvieron listos, se dieron a la marcha.
Jungkook mantenía siempre un ojo sobre Jimin. El chico seguía insistiendo en que él estaba bien, que la chica había exagerado, que no había bebido tanto y que podía conducir tranquilamente de esa manera. Pero Jimin apenas podía caminar en línea recta, y Jungkook había visto las botellas de Soju sobre la mesa. Aunque ver a Jimin hecho todo risas le era contagioso, recibir esa llamada con la chica pidiendo ayuda porque "Él quiere conducir así y... ha bebido mucho. Me preocupa que tenga un accidente", aún le dejaba con una sensación de intranquilidad. Nunca había pensado que Jimin pudiese someterse a una situación de riesgo como esa, se suponía que cuando bebía en las fiestas, nunca conducía su auto, y siempre lo llevaba algún compañero de equipo que tomaba la responsabilidad de no beber. Y en muchas ocasiones tomaba un taxi.
Se sintió incluso peor, cuando al entrar al apartamento, Jimin expresó lo siguiente.
- Tranquilo, Jungkookie... yo tengo mucha resistencia al alcohol... ya he conducido así, te aseguro que estoy bien.
Jungkook estaba quitándose la chaqueta y se detuvo al oír eso. Se volteó, y vio cómo Jimin se tropezaba al intentar quitarse su calzado.
- Wow... - se sostuvo de la pared, y al levantar su mirada se encontró con la suya. Soltó una risa – juro que estoy bien.
A Jungkook no le hacía gracia, mucho menos sabiendo que había conducido en estado de ebriedad en el pasado.
Se acercó, y sin decir palabra alguna, le ayudó a sostenerse y a quitarse el calzado, también se quitó la ropa de abrigo que tenía. Le dirigió hacia la habitación, y al pasar la puerta se colocó frente a él, dedicándole una mirada seria.
- Hyung... - su voz fue calma pero grave, y su mirada firme, pero permitiendo expresar su preocupación – No puedes conducir así. Tal vez no hayas tenido un accidente en el pasado, y gracias a Dios que ha sido así, pero por favor – pidió con ímpetu – no lo hagas otra vez. Nunca más – enfatizó. La expresión de Jimin era de sorpresa, súbitamente cayendo en cuenta de que Jungkook realmente se había preocupado – Así es como ocurren la mayoría de los accidentes, y no está bien. Por favor, cuídate.
El chico, que era años menor que él, parecía ser mucho más responsable. Jungkook siempre tan elocuente, y él tan... impulsivo. Se sintió mal al encontrarse de frente con un Jungkook preocupado, con un Jungkook que había tenido que cuidarlo, hacerse cargo de él. Y sintió nuevamente esa emoción tan familiar; la culpa.
Asintió con la cabeza, no podía articular ninguna palabra que fuera útil en ese momento, el nudo en su garganta le oprimía la voz. Recibió la orden de ir a ducharse y beber toda el agua posible, y así hizo, esperando volver a él mismo una vez que el alcohol dejara su sistema. Ya no quería estar así, había dejado de sentirse divertido.
Por su lado, mientras Jimin se quitaba la ropa y preparaba para ducharse, Jungkook se encargó de ordenar y limpiar un poco la cocina y la sala. Fue en ese momento que, al juntar los tazones de snacks que habían quedado en la mesa ratona frente al sofá, que vio una botella de alcohol que había visto cerrada hasta la noche anterior que él había estado allí. La botella era de un tipo de vodka costoso importado de Rusia, que se suponía iban a abrir y probar juntos. Al parecer Jimin la había abierto esa misma noche, y le faltaba algo más de la mitad de su contenido.
Jungkook tomó el cuello de la botella y la alzó frente a sus ojos. El líquido se balanceó dentro, y se preguntó cómo era posible que Jimin siguiese de pie con todo lo que había bebido esa noche. Procedió a cerrar la botella y se dirigió al mueble donde Jimin guardaba su colección. Abrió las puertas de cristal, la apoyó en el centro, y sus ojos recorrieron la diversa colección de botellas con alcohol, la mayoría empezadas, algunas ya acabadas.
Terminó de lavar algunos platos y vasos que habían quedado sucios, reordenó algunas cosas que habían quedado fuera de la alacena, y oyó la puerta del baño abrirse. Jimin había terminado de ducharse, así que llenó su botella de agua y se dirigió a la habitación. Miró a Jimin, éste tenía los párpados caídos y las mejillas aún enrojecidas, sus labios abultados. Su cabello mojado tenía gotas en las puntas, Jungkook recordó esa noche que Jimin se había alcoholizado y le había besado en el club donde estaba con Taehyung. Había sido el primer contacto luego de la noche que se acostaron juntos por primera vez. Y otra vez más, había enviado a Jimin a ducharse y beber agua.
- ¿Cómo te sientes? – preguntó.
- Mareado... - su voz estaba ronca, adormilada.
- Te secaré el pelo y nos vamos a dormir.
El rubio no se opuso, así que Jungkook enchufó el secador de pelo a la corriente, y al minuto tuvo a Jimin sosteniéndose del lavamanos, de cara al espejo, y él detrás secándole el cabello. El mayor mantenía los ojos cerrados, como si estuviese por dormirse parado. Jungkook sonrió para sí mismo. A lo largo de su vida, siempre había sido Jimin el que tomaba la iniciativa o se hacía cargo de él por ser el mayor, pero en ese momento, él sentía que de alguna manera le estaba devolviendo ese favor.
Cuando terminó, peinó su cabello seco y suave. Le sostuvo del brazo para dirigirlo hacia la cama y le incitó a recostarse. Por su lado, se quitó la ropa hasta quedar en bóxers. Los ojos entrecerrados de Jimin le miraban, y seguían cada uno de sus movimientos.
- ¿Qué sucede? – quiso saber la razón de esa atenta mirada.
- Eres lindo... - respondió. Sus párpados querían cerrarse, estaba a poco de quedarse dormido.
- Tú también lo eres – devolvió, el pecho se le llenaba de calor.
- Me gustas – agregó con una sonrisa y expresión adormilada.
- Ya veo... - se rio con un resoplido, Jimin tenía tendencia a decir esas cosas cuando estaba ebrio. Se metió dentro de las sábanas y se acomodó a su lado, posó su cabeza en la almohada y con su mano acarició el pecho de Jimin – Si tan solo me lo dijeras estando sobrio...
- Te lo diré mañana... - su voz sonó bajito. Le miró, y ya tenía los ojos cerrados – Te lo diré... todos los días...
Se quedó dormido y luego de un rato Jungkook también.
La mañana llegó junto con la resaca, y cuando Jimin se despertó, el menor no tardo en conseguir una pastilla para su resaca. Éste la tomó y la bebió junto con un abundante vaso de agua, soltando una queja adolorida después y volviendo a tirarse en la cama.
- Buenos días, beisbolista estrella – Jungkook abrió las cortinas de la habitación – Hoy no me harás faltar a mis clases, así que pon ese trasero tuyo en marcha – sonaba muy animado esa mañana.
- Deberías empezar a llamarme beisbolista estrellado – soltó y Jungkook se rio a carcajadas. Jimin abrazaba su almohada contra su rostro para que los rayos de sol no le quemaran la córnea.
- De acuerdo. Beisbolista estrellado, prepararé el desayuno. Te quiero en la mesa en cinco minutos.
Jungkook ya se había levantado hacía veinte minutos, se había cepillado los dientes y duchado. Tan eficiente y ordenado que dolía.
El rubio se levantó, arrastrando sus pies, y se dirigió al baño a lavarse el rostro, los dientes y a orinar todo el alcohol y agua que había bebido la noche anterior. El baño se había llenado del perfume y desodorante fresco y varonil de Jungkook, eso le había hecho inhalar profundo. Le fascinaba el olor a Jungkook.
Luego, se dirigió a la cocina, y el chico estaba terminando de preparar la mesa.
Se quedó mirando desde el marco de la puerta, viendo cómo ordenaba los platos y colocaba las servilletas con suma paciencia. Sus pantalones holgados caían sobre sus pies descalzos y portaba una camiseta gigantesca que probablemente estaba impregnada en el perfume que había quedado en su baño. Caminó hacia él, le tomó de las manos para que dejase de hacer lo que estaba haciendo y lo puso de frente a él. Jungkook le miró con sus ojos de venado, esperando. Y Jimin le dejó un beso en los labios. Había sido corto, porque en realidad lo que quería hacer era hablar.
- Lo siento, por lo de ayer.
- Está bien... - sonrió Jungkook, para él no era necesaria una disculpa.
- No, no está bien. Tuviste que ir a asistirme, y recibiste una llamada de mi cita, lo cual no les correspondía ni a ella ni a ti hacerse cargo de mí. Lo siento, arruiné la noche de ambos.
- No me arruinaste la noche, estoy agradecido de que ella se haya contactado conmigo. No podía dejarte ir así.
- Lo sé, por eso me siento mal. No debí llegar a eso, y hacer que te preocuparas. Tienes razón, no puedo conducir así. Podría ocasionar un accidente, lastimar a gente.
- Sí, y lastimarte a ti – agregó – Y allí sí me hubiera arruinado la noche.
- Lo siento, no volveré a hacer esa estupidez. Y gracias por cuidar de mí.
- Lo hago porque te quiero y me importas.
Jimin sintió cómo su pecho se retorcía y su estómago se encogía. No podía haber encontrado mejor persona en el mundo, nadie que le hiciera erizar la piel como lo hacía Jungkook, nadie que le hiciera querer tanto algo. Quería besarlo, quería decirle todo, ser todo con él.
Se volvió a acercar, ésta vez para darle un beso y profundizarlo. Rápidamente Jungkook sintió sus intenciones y abrió su boca, encontrándose sus lenguas y masajeándose entre sí. Sus labios rozándose y disfrutando de la sensación suave y cálida. Sus bocas encajando perfectamente.
Cuando cortaron el beso se sonrieron con labios enrojecidos.
- También quiero decirte... que eres lindo, y que me gustas. En caso de que pienses que no puedo decirlo sobrio... - aclaró.
- Gracias, es bueno saberlo – se rio.
- Creo que es bastante obvio.
- ¿Qué cosa?
- Que me gustas.
- Bueno... no lo sé, realmente. Hay distintos tipos de gustar.
- Oh, ¿si? – se rio. Se acercó más, y Jungkook se alejó, apoyándose contra la encimera. Entonces Jimin le siguió hasta allí, y apoyó sus manos en el borde, a cada lado del cuerpo de Jungkook, acorralándole - ¿Cómo son esos tipos de gustar?
- Bueno... está el "Me gustas de verdad" y... el "Me gustas para el sexo".
- ¿Y cuál "Me gustas" crees que es el que te digo yo?
- El del sexo.
- Me jodes, ¿cierto? – Jimin alzó una ceja, indignado. Jungkook soltó una risa y se encogió de hombros.
- Bueno, es lo que supongo. Tú dime.
El pelinegro, en realidad, sabía que no era sólo eso. No sólo Jimin le había dicho al principio que no era sólo un "revolcón", sino que se sentía. Sentía que sus actos, sus miradas, sus palabras, eran las de alguien que gustaba de él por más cosas que solo el sexo. No tenía dudas, pero quería jugar, quería que Jimin lo pusiera en palabras.
El chico se le acercó más, rozó sus narices y le besó fugazmente antes de aclarar cada punto del por qué le gustaba.
- Mira... el sexo contigo es... fantástico. Creo que es obvio que me encanta hacerlo contigo, ¿cierto? Así que sí, me gustas para el sexo, pero también me gustas para miles de cosas más.
- ¿Cómo para qué cosas? – sonrió, indagando, quería que Jimin se diera cuenta lo absurdo que era que hubiesen llegado a ese punto fingiendo que no eran más que folla-amigos.
- Me gustas para recostarnos en la cama sin hacer nada y sólo dormir. Me gustas para ver una serie en el sofá, para charlar de tonterías o de cosas como el medio ambiente. Me gustas para ir al cine, para ir a la biblioteca... para ir a un museo...
- Oh... nunca hemos ido a un museo – observó.
- Deberíamos... - sugirió, sus labios se rozaban, y sus alientos se entrelazaban – Me gustas para irme de vacaciones...
- De acuerdo, me ha quedado claro – se rio contra sus labios – Tú también me gustas.
- Es bueno saberlo – dijo con alivio fingido y ambos rieron – ¿Y qué tipo de gustar sería? – preguntó.
Jungkook hizo una pausa prolongada, puso expresión de estar pensándolo, y Jimin alzó sus cejas, ¿tanto tenía que pensar en ello? ¿No lo sabía ya?
- Me gustas sólo para el sexo, definitivamente.
- Eres malo, ¿lo sabes?
Jimin se alejó, negando con la cabeza, pero Jungkook no le dejó separase de él, le tironeó de la mano, lo volvió a acercar, y le besó con una sonrisa.
- Creo que también es obvio, que me gustas para mucho más que el sexo.
No era como si ninguno de los dos ignorase las muestras de afecto e interés. Ambos habían tenido relaciones amorosas y sexuales, y conocían cómo ambas cosas se sentían. Sabían la diferencia entre una y otra, y sabían reconocer también en la otra persona cuando había interés romántico además del sexual. El problema era que ninguno de los dos lograba animarse a dar ese paso.
El menor no quería imponer sus sentimientos o sus deseos sobre Jimin, no quería exigirle que le diera respuestas o que le dijera qué era lo que quería, porque entendía que aún tenía mucho que aprender y entender sobre esta nueva parte de él que gustaba de un hombre.
Y por su lado, Jimin seguía inseguro sobre dar ese paso y que todo cambiase. Llegar al punto de sin retorno. Pero en algún momento esa farsa ya iba a ser imposible de mantener. Porque incluso la noche anterior, se vio imposibilitado de avanzar con su cita y, en cambio, había pasado todo el rato hablando de Jungkook.
- Así que... - Jungkook comenzó, ambos estando ya en la mesa desayunando – Saboteaste tu propia cita.
- Dios... ni lo menciones – dijo avergonzado.
No, en ningún momento le confesó a Jungkook que había estado horas hablando de él y de lo celoso que estaba de Yugyeom. Pero sí era obvio que se había quedado sin tener sexo con la chica por el estado de ebriedad al que había llegado.
- En mi opinión, ella merece una disculpa – acotó el menor.
- Claro que la merece, me comporté como un idiota. Más insistiendo en llevarla en mi auto, demonios.
- Sí, eso es muy idiota de tu parte – estuvo de acuerdo – La tuviste allí horas, te bebiste todo el alcohol del lugar, y al final no pudo acostarse contigo.
- ¿Quieres hacerme sentir peor? – le cuestionó, y Jungkook se rio.
- Quizás debas disculparte y volver a invitarla a salir, y esta vez sí llegar hasta el final.
- Luego de esto no va a querer volver a verme.
- Si la convences, y te acuestas con ella, querrá volver a ti, créeme.
- ¿El sexo conmigo es tan bueno? – se rio por la indirecta de Jungkook. Éste se llevó un poco de arroz a la boca y mientras masticaba, las comisuras de sus labios delataban una sonrisa queriendo asomarse – Si quieres tener sexo conmigo sólo dímelo. Sabes que me pones de rodillas con solo una mirada.
- No, estamos hablando de tu cita, no de nosotros.
- Yo creo que no te interesa mi cita y sólo quieres hablar de sexo para ponerme cachondo y que te lleve a la habitación.
- Estás torciendo las cosas – negó con la cabeza, riéndose y manteniendo la comida en su boca. Él miraba a su plato, mientras Jimin, muy divertido, se reía también – Nada de sexo, no me perderé mis clases otra vez. Y tú tienes que entrenar.
Ambos siguieron peleando por un rato, hasta que terminaron de desayunar, y entre besos y toqueteos, se vistieron y prepararon para irse a la universidad.
Al fin de semana siguiente, Jimin estaba libre de partidos, por lo que todo el equipo había ido al club nocturno donde todos los estudiantes de la universidad siempre iban.
Jimin estaba emocionado por ir, porque sabía que Jungkook estaría allí. Lamentablemente, no eran frecuentes las veces que podían estar juntos en las salidas nocturnas universitarias, porque no era como si tuviesen una relación oficial y estuvieran juntos en público. Así que, al igual que siempre, ambos estaban con sus grupos de amigos y se lanzaban miradas furtivas entre el amontonamiento de gente bailando. Al principio se sonreían, se hacían gestos, y se enviaban mensajes. Era todo igual que siempre.
Para ese momento, Jimin había bebido sólo un vaso. Había estado al pendiente de su celular por Jungkook, hasta que llegó el bastardo. A partir de allí, sintió que su noche se había arruinado por completo. La sensación de un puñetazo incrustándose en su estómago había parecido tan real. No quería a ese imbécil cerca de su chico.
Sí, era su chico y ya estaba harto de intentar convencerse de que no tenía esos sentimientos. Aunque Jungkook no le perteneciese, tenía algo con él, y tenían algo que adoraba, adoraba las risas que compartían, la complicidad, el universo nuevo que se creaba cuando ambos estaban juntos. No podía sentir eso con nadie más. Y Yugyeom rompía con ese universo, con esa armonía que se formaba entre ambos.
No sabía cómo desatar el nudo en el pecho. Yugyeom apenas había llegado ya había traído tragos para todos y se había pegado a Jungkook como si una soga les uniera de las caderas. Le tocaba el brazo, le acercaba del hombro cuando tenía que decirle algo al oído, y también bailaba contra él.
A medida que los minutos pasaban, Jimin se había anclado a la barra, y había pedido un trago de lo más fuerte. Quería tragarse esa pelota en la garganta, quitarse esa sensación terrible de celos y palabras que no lograba expresar. Tragársela una y otra vez con alcohol. Atragantarse con la bebida hasta que le quemara por dentro.
Miró su vaso entre sus manos y negó con la cabeza al darse cuenta la clase de pensamientos que estaba teniendo. ¿Tal vez sólo necesitaba tomar aire? ¿O tal vez necesitaba perder la consciencia? O... ¿tal vez golpear a Yugyeom?
- Dios santo... - tomó un trago y estaba tan fuerte que arrugó la nariz – Ahg – era terrible el sabor, pero le servía.
Se volvió hacia atrás, y miró cómo su chico se reía con el bastardo.
Algún día, Jungkook iba a dejar de ser su chico para estar con alguien que tuviese la mente clara. Algún día buscaría una relación estable y cerrada. Eso le mataba, le cortaba el pecho al medio. No podía evitar dejar de tener miedo y torturarse con la idea de Jungkook enamorándose de Yugyeom otra vez.
Estaba cayendo en ese bucle nuevamente, hasta que el tacto de una mano sobre su hombro le sacó de ello.
Se giró y vio a su mejor amigo, Hoseok, con la interrogante en su rostro.
- Hey, hermano, ¿estás bien? – preguntó. Y Jimin, luego de tanto tiempo, sintió que quería llorar. Hoseok, sabía todo de él, sabía toda su mierda, sabía todo lo lastimado que estaba. Y sentía que lo necesitaba en ese momento, necesitaba a su amigo, aunque había intentado no hablar del tema con él.
- No, no lo estoy – admitió finalmente.
- Ven, vamos afuera – le dijo, tirando de su brazo para que se levantara y alejara de la barra. El ruido de la música hacía imposible tener una conversación, así que salieron por la puerta trasera del bar para tener privacidad y silencio.
Hoseok nunca había sido el tipo de persona que hablaba de los problemas, ese siempre había sido Jimin. Pero había algo en lo que Jimin encontraba un límite, de lo que Jimin nunca hablaba. Hoseok lo sabía porque le conocía desde pequeño, porque sabía por lo que había pasado.
Los Jeon habían sido siempre una familia muy reservada y estricta con la educación de sus hijos. Y por su lado, Jimin siempre había sido muy comunicativo, de mente abierta y con tendencia a acompañar al resto. Pero cuando se trataba de él, no pedía ayuda, ni compañía, ni tampoco lo hablaba. Había ido a terapia, y había logrado superar muchas cosas, lo cual le ayudó a entender que había temas que era importantes que se hablaran y expresaran. No le era fácil darse a conocer con cualquiera, pero sí se acostumbró a tener buena comunicación con su amigo, y a apañar a Jungkook a medida que creía y se encontraba con obstáculos en su vida.
- Bueno, lárgalo. Te escucho.
- No sé qué me sucede...
La respuesta que le proporcionó a su amigo no le convenció.
- Yo creo que sí sabes, pero no sabes cómo decirlo – supuso, a lo que Jimin asintió con la cabeza, haciéndole saber que estaba en lo cierto – ¿Tiene que ver con mi hermano?
Jimin tendría que haber sabido que su amigo había logrado ver completamente a través de él. Y, para ser honesto, lo agradecía, porque le haría las cosas más fáciles si Hoseok le ayudaba a expresar lo que tan difícil se le hacía poner en palabras.
- Y si te preguntas cómo lo sé... bueno, tal vez porque he notado cómo le estás mirando, y cuánto le observas mientras habla con Yugyeom.
- No puedo... verle con él. Y no me siento orgulloso de ello.
- ¿Por qué no le dices lo que te molesta?
- No tengo derecho, no somos nada, y esa fue mi idea. Yo lo quería así.
- Pero ya no estás muy seguro, ¿huh? – lo afirmaba, porque era evidente.
Jimin soltó el aire fuerte, junto con la carga que había retenido por callarse lo que sentía, y Hoseok continuó hablando
- ¿Sabes? Eso se soluciona hablando. Tú siempre nos dijiste eso, Jimin – le recordó.
Jimin ya no podía pensar claro ni recordar nada que hubiera dicho o hecho, se sentía abrumado, confundido por todas esas emociones contradictorias. Quería darle total libertad a Jungkook pero a la vez quería abrazarlo y sostenerlo hasta volverse uno con él. Quería las cosas claras, pero a la vez no quería soltar todo lo que guardaba dentro por miedo a no poder retirar lo dicho. Tenía miedo y se sentía inseguro.
- La razón por la cual me es difícil aceptar la relación que tienen es porque tengo miedo de que se lastimen.
- Lo sé, yo también tengo miedo – su garganta se estremeció y su voz salió temblorosa – Jungkook... siento que él es más de lo que merezco, y yo no soy lo suficientemente bueno.
- Bueno, no estoy de acuerdo. Mira, sé que no te gusta hablar de ti, pero esto te está afectando, y le afectará a Jungkook también – expresó, apoyando una de sus manos en el hombro de Jimin – Cuando yo supe que él era gay no sabía cómo hablarlo, nosotros no hacíamos eso, no teníamos conversaciones. Hasta que viniste tú y me dijiste "Debes hablar con Jungkook. Él está triste y nos necesita".
Nunca podría olvidar esa vez. No podría olvidar cuando le dijo a Hoseok, ni tampoco podría olvidar el rostro de Jungkook el primer día luego de que su secreto saliera al a luz.
Había oído lo que decían de él, y no podía entender por qué estaban diciendo eso, tampoco pensaba que fuera cierto.
Había llamado a Jungkook a su celular, pero nunca respondió. Lo buscó por los pasillos del colegio, lo buscó en el baño, lo buscó en su salón, hasta que lo vio debajo de uno de los árboles en el patio trasero. Estaba con su espalda reposada contra el tronco, con sus auriculares en sus orejas mientras dibujaba en su cuaderno. Parecía no estar prestando atención a su alrededor, ignorando las miradas prejuiciosas que estaba recibiendo.
Jimin no dudó en acercarse, caminó hacia él y se agachó para quedar a su altura. Jungkook tenía su mirada hacia su cuaderno, y la levantó para encontrar la suya. Sus ojos estaban brillosos, cristalizados por las lágrimas que contenía. Incluso hoy en día, a Jimin se le estrujaba el pecho recordando eso. Jungkook había tragado duro y dicho:
"Por favor, no digas nada, hyung", suplicando con la voz quebrada. Todos lo sabían, pero no quería hablar al respecto. Así, Jimin entendió toda la situación.
No dijo nada, en cambio se sentó a un costado, apoyando también su espalda y reposando su cabeza contra el tronco del árbol. Si Jungkook necesitaba algo, allí estaría.
Lo recordaba perfectamente, el haber sentido la necesidad de no dejar nunca a Jungkook solo y que Hoseok le apoyara, en ese momento más que nunca.
- Desde entonces, Jungkook es pro-comunicación. Aprovéchalo, él va a escucharte, y va a entenderte como tú lo hiciste con él. Cuando él estaba mal y no se abría con nadie, lo hizo contigo. Ahora él merece que hagas lo mismo.
Y tenía terriblemente toda la razón. Jungkook se merecía que fuese honesto con él, que le dijera lo que le ocurría, y no tejer el inevitable final que ocurriría si no hablaban de lo que estaba mal o de lo que les molestaba.
Se merecía mostrar sus vulnerabilidades como él lo había hecho cuando se supo que era gay.
- Tienes razón.
- Claro que la tengo – se jactó de ello con una sonrisa satisfecha. Jimin rio, poniendo los ojos en blanco – Y si tienes miedo de no ser suficiente para él, no seas idiota, lo eres. Eres de las mejores personas que he conocido, y él también. Eres bueno, y sé que nunca harías nada para lastimarle. Sé que, si eso llegase a suceder, encontrarás la manera de repararlo. Sé que quieres que Jungkook sea feliz, y estoy seguro que harás lo posible para que así sea.
Por un momento, pensó que podía ser capaz de llorar. Su amigo nunca le había dicho algo como eso, ni tampoco se había visto a sí mismo como ese tipo de persona. Pero tenía razón, él iba a hacer todo lo posible, movería cielo y tierra para que Jungkook fuera feliz y nunca más le viera con esa mirada angustiada y llena de lágrimas que había visto en el pasado. Nunca le lastimaría, nunca se lo perdonaría si así fuera.
Estuvo agradecido con Hoseok por abrirle los ojos de esa manera. Ambos amigos se abrazaron y volvieron a entrar al club.
Jimin volvió a la barra, ésta vez sin intenciones de beber, sino de poder encontrar con la mirada nuevamente a Jungkook. Y así lo hizo. Justo cruzaron miradas en ese momento, y cuando Jungkook se puso a escribir en su celular, un mensaje le llegó.
"hey... te había perdido de vista..."
"Me buscabas?? ", respondió Jimin con otro mensaje.
"Sí... ", llegó a enviar cuando Yugyeom se le acercó al oído. Le dijo cosas que Jimin hubiera deseado saber. La mano del chico había bajado a la espalda baja de Jungkook. Le hablaba muy cerca, sin dudas le coqueteaba descaradamente frente a todo el mundo. Le sonreía y su boca se acercaba peligrosamente a su rostro.
No tardó en enviarle otro mensaje para llamar su atención.
"Qué tanto tiene ese idiota para decir?" preguntó, sin ocultar su molestia.
Y el mensaje que recibió en respuesta hizo que se le retorciera el estómago.
"Me está invitando a su casa... sólo él y yo".
Levantó la mirada, Jungkook le estaba mirando, como si quisiera ver su reacción. Volvió a escribir y otro mensaje llegóa su celular. Lo leyó.
"Quieres que vaya...?" Le estaba preguntado. Agradecía que le preguntara, porque no. Malditamente no quería que se fuera con él a su casa. No quería que se acostaran juntos. No quería perderlo. No quería, al menos, quedarse sin decirle cómo se sentía. Si Jungkook elegía a Yugyeom, no podría hacer nada para evitarlo, y probablemente se le destrozaría el corazón, pero debía ser adulto y dejarle ser. Pero no iba a rendirse sin intentarlo antes.
"No, no quiero que vayas".
Se animó a responder con su sentimiento más crudo.
"Genial, porque yo tampoco quiero ir".
Sintió la tensión salirse de su cuerpo y el alivio inundarle. Ambos querían lo mismo y eso era lo importante.
"Necesitamos hablar" fue él quien lo propuso, era el primer paso para a salir de aquel laberinto en el que él mismo se había metido. No quería suponer más nada, no quería seguir huyendo y tapando lo evidente. Debía hacerle frente si realmente no quería perder a Jungkook. "Vamos a caminar", agregó.
Entonces vio cómo Jungkook se excusaba con el bastardo y con sus amigos, para comenzar a caminar hacia la salida. Jimin hizo lo mismo y esquivó a todas las personas necesarias para salir por la puerta y liberarse del ruido y el caos de allá dentro, y de su mente. Salió y el sonido de la música cesó al cerrarse la puerta, oyéndose muy a lo lejos, apaciguada.
Miró a Jungkook, quien le esperaba con sus manos dentro de los bolsillos de sus pantalones de cuero que hacían juego con su chaqueta.
Las noches eran cada vez más frías, estaba húmero y había algo de viento.
- ¿Por qué no quieres que vaya con él?
- Porque estoy muerto de los celos.
- Bien, de acuerdo, gracias por decirlo por fin – soltó con sarcasmo. ¿Estaba molesto? - ¿Sabes cuánto me he aguantado los celos yo?
- Oh, creí que no eras celoso – alzó una ceja mientras se cruzaba de brazos, al parecer disfrutando de oír eso.
- No lo soy, estoy hablando de antes, de hace años.
- ¿Años?
Jimin arrugó su entrecejo, el signo de interrogación plantado en su frente.
- No tienes idea de cuántas veces morí de celos por ti, ¿cierto? Desde que te gustaban niñas cuando éramos pequeños, hasta las novias que tuviste desde la secundaria. ¿Tienes celos de Yugyeom? Bueno, puedes sobrevivir a ello.
Jungkook parecía divertido, aunque se notaba el reproche en su voz. Pero por su lado, Jimin estaba con la boca abierta, no esperaba oír esa confesión. No podía creer que nunca lo había notado, ni tampoco le había dado real importancia cuando su mejor amigo le había dicho que sospechaba que Jungkook había tenido un enamoramiento con él.
Pero, en ese instante ya era evidente, se lo estaba diciendo.
- ¿Siempre te gusté?
- ¿Cómo crees que descubrí que era gay?
- No puede ser...
Tenía que admitir que se sentía mal por no haberlo notado, por no haberlo sabido. En cierto punto sentía que había sido descuidado, que había sido desconsiderado por hablar abiertamente de chicas, por estar con ellas frente a Jungkook cuando el chico era joven y sentía cosas por él.
Y también sentía una chispa encendiéndose en su corazón. Una llama caliente y agradable.
- Lo siento... nunca me di cuenta a pesar de estar siempre a tu lado – dijo, acercándose y apoyando sus manos a cada lado del cuello del pelinegro. Le acarició con sus pulgares, tenía tantas ganas de besarlo.
- No sabes lo frustrante que era... querer todo de ti y que no me vieras de esa manera – por fin estaba pudiendo decirlo – Por Dios, pensar en que pudieras quererme como yo lo hacía, que me desearas, era imposible.
- Ya no lo es – le besó, sus labios conectándose y fundiéndose en la familiaridad. Se alejó un poco para mirarle fijamente a los ojos – No es imposible, te quiero y te deseo de esa forma y hoy lo sabes.
- Sí, lo sé.
- Por eso... si estás de acuerdo, quisiera dar un paso adelante, porque me doy cuenta que quiero más de ti, y que no me interesa estar con otras personas – Jungkook sonrió contra sus labios.
- Entonces, exclusividad es lo que estás pidiendo, supongo.
- Sí, sólo tú y yo - enfatizó - Claro, siempre que tú sientas lo mismo, porque aunque deteste ver a Yugyeom cerca de ti, no puedo obligarte a hacer algo que no quieres o sientes.
- Bueno, he esperado casi toda mi vida esto - se rio, pareciéndole increíble que Jimin se le estuviese confesando. ¿Qué clase de universo alterno era ese? - Estoy de acuerdo, porque siento lo mismo y tampoco me interesa estar con nadie más.
Esa noche no volvieron al club nocturno, sino que caminaron en la calle bajo las farolas que iluminaban el asfalto y dibujaban sus siluetas en él.
Una nueva etapa estaba por comenzar para ambos.
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Holis, capítulo sorpresa 💘
Espero que les haya gustado.
Jimin se tomó su tiempo, pero después de estar con Jk por meses y de contemplar todo lo nuevo que iba sintiendo y viviendo, finalmente está seguro de saber lo que siente.
Ahora se vienen nuevos desafíos porque... recuerden que tengo un master en angst (?
Tengan buena semana y si gustan déjenme en comentarios cómo creen que va a ir la relación de estos dos 🫶🏻
Nos leemos!
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