Capítulo 15

Cuando Jimin abrió sus ojos, a su lado se encontró con la visión de la espalda de su compañero. Jungkook estaba sentado, bebiendo de su botella de agua. Su cabello estaba enmarañado detrás de su cabeza y en la superior los mechones de pelo apuntaban en todas direcciones. En ese último tiempo había dejado a su cabello crecer un poco más.

Una sonrisa se dibujó en su rostro instantáneamente, una de las cosas que más le gustaban era despertarse al lado de Jungkook. Se había acostumbrado a esa rutina, y se había acostumbrado a él.

Estiró su brazo, y acarició los mechones de cabello rebeldes para peinarlos. Jungkook no se sorprendió ante el tacto, sólo se giró un poco para verle, regalándole una sonrisa suave.

- Hey... buenos días, Jungkookie... - sonriendo, la voz le salió algo apagada y pegajosa por el sueño.

- Buenos días, hyung.

- Me encanta tu cabello a penas te despiertas – expresó.

- Es un desastre mi cabello – se rio – cuando crezca algo más va a ser imposible de controlar – dejó su botella nuevamente en la mesa de noche y se recostó. Jimin se posicionó de costado, sostenido sobre su brazo flexionado y su cabeza reposando en la palma de su mano. Con su mano libre, peinó el flequillo de Jungkook. El spray que había usado para peinarse el flequillo hacia atrás se había esfumado y ahora tenía los mechones sobre su frente.

- Cuando tienes tu cabello así te ves tierno... pero cuando lo llevas hacia atrás te ves tan distinto.

- ¿Distinto?

- Sexy.

- Oh – se rio con un resoplido - ¿Y cómo te gusta más?

- Me gustas de cualquier manera.

Jungkook no pasó por alto de que Jimin no se refirió sólo a su cabello, sino a él. "Me gustas" había sido lo que toda su vida deseó escuchar de los labios de su hyung.

Por su lado, el mayor no estaba demasiado enterado de las ilusiones de Jungkook, incluso aunque era obvio que se sentía atraído a él, aún no sabía desde hacía cuánto que Jungkook le quería. Por el contrario, por momentos Jimin se sentía como si fuese él quien estaba más enganchado y al pendiente de él.

- ¿A qué ciudad van el fin de semana que viene? – el pelinegro quiso saber, y Jimin se percató que no le había dicho nada sobre el fin de semana que se avecinaba.

- Olvidé decirte, tenemos el fin de semana libre.

- ¿En serio? – parecía alegre por la noticia.

- Sí, por suerte. Amo el baseball, pero necesito distraerme y salir o voy a enloquecer.

- Tienes demasiada presión... - dijo con entendimiento.

- Ser un beisbolista estrella no es fácil... - bromeó, haciendo una mueca de suficiencia, a lo que el menor rio.

Mientras platicaban, las manos de Jimin recorrían la piel de Jungkook con caricias. Hacía garabatos sobre los tatuajes de su brazo, yendo y volviendo. Al llegar a su mano, jugó con sus anillos, y luego acarició el pequeño lunar que tenía a un lado del inicio de su dedo meñique.

- Oh, tenemos el mismo lunar – dijo, girando su mano y posicionándola para alinear sus lunares.

- Lo he notado antes – admitió el menor. Jimin lo miró sorprendido.

- ¿En serio?

- Sí, lo sé hace años.

- Nunca me lo dijiste – reprochó, y Jungkook se encogió de hombros, quitándole importancia.

- Pensé que sonaría estúpido si lo decía.

- Para nada, es muy curioso – siguió recorriendo su mano en busca de más lunares, hasta que vio un lunar en la mano contraria – Allí tienes otro – señaló, y Jungkook levantó la mano para mostrar el lunar que tenía del lado interior de su dedo anular – Tienes muchos lunares por todo el cuerpo, siempre encuentro uno nuevo.

- ¿Es alguna clase de juego? – preguntó divertido y ambos rieron.

- No, pero son lindos – tomó la mano de Jungkook y la llevó a sus labios para dejar un beso sobre sus nudillos. El gesto hizo que el pecho de Jungkook temblara - ¿Qué tal si nos quedamos en la cama todo el día?

- Me encantaría... pero tengo pasantía hoy, y debo juntarme con los chicos por el trabajo.

- ¿Se juntan hoy en la noche?

- Sí.

Nuevamente se sentía mal por ser egoísta, pero Jimin no pudo evitar sentirse decepcionado. Pero, ¿qué esperaba? Jungkook tenía su vida y ésta seguía avanzando independientemente de él. Tenía sus planes, sus responsabilidades, y no podía esperar que tirase todo eso por la borda para pasar todo un día con él en la cama, sin hacer nada más que besarse y tocarse por más que le pareciese la idea más tentadora del mundo. La vida seguía.

Y aunque no quisiera que se juntara con Yugyeom, debía aceptarlo lo más rápido posible porque pensar en ese bastardo le estaba robando la poca salud mental que últimamente tenía.

- ¿Sabes?... –comenzó – deberíamos irnos de vacaciones alguna vez.

- Vacaciones... ¿tú y yo? Quiero decir, ¿Solos?

- Sí, solo los dos – asintió – Un fin de semana que ambos estemos libres, podemos ir a Jeju, alquilar una habitación o una cabaña cerca de la playa – la idea ilusionaba mucho a Jimin, porque no podía evitar pensar en querer compartir más cosas con Jungkook – Podríamos pasar todo el día relajándonos.

- Sí, me encanta la idea... - sonrió, sintiéndose emocionado, pero a la vez temiendo esa sensación. Temía el hecho de estar tan apegado a Jimin. Y repentinamente necesitó tiempo para pensar – Se nos va a hacer tarde, ¿te molesta si me ducho? No pude hacerlo ayer por la tarde.

- Claro que puedes, esta es tu casa también. Y fui yo quien se apareció ayer sin avisar, lo siento.

- No me molesta, me gustó que lo hicieras – le dedicó una sonrisa, y antes de que sus ojos se conectaran por más tiempo del que podía soportar, desvió la mirada y se dispuso a tomar su ropa y prácticamente huyó hacia el baño.

Al cerrar la puerta detrás de él soltó una bocanada de aire que había estado conteniendo. Sus ojos divisaron el toallón, que solía usar cada vez que se quedaba allí. Era, básicamente, suyo. Luego vio los cepillos de dientes, allí estaba el de Jimin y, obviamente, el suyo. En ese apartamento había muchos rastros de su presencia y de lo tan frecuente que él se pasaba por allí.

Eran cosas que sucedían con las parejas, pero ellos no eran una. Tal vez actuaban como una, pero no lo eran.

¿Vacaciones? No había cosa más digna de una pareja que irse de vacaciones juntos.

Otra vez, soltó el aire y sintió como su cabeza giraba en busca de una respuesta de la cual sostenerse. Salir con Jimin era su sueño, pero por momentos no podía evitar preocuparse de hacia dónde iba todo eso y cuánto iban a durar así.

Pensó en que, inevitablemente, siempre había algo que se debía sacrificar. El haber logrado que Jimin se fijara en él no había tornado todo en color de rosas, sino que el haberse involucrado sexualmente con él significó sacrificar la calma y estabilidad de la relación que habían mantenido toda su vida. Estaba apostando a algo que deseaba pero que era incierto. Podía salir bien o podía salir muy mal, y era una lucha interna muy frecuente en él. Seguía caminando porque ponía todas sus fichas en confiar en el proceso, y en confiar en Jimin y en sí mismo.

Mientras enjabonaba su cuello y hombros, escuchó knocks en la puerta. Miró en esa dirección, a través del vidriado que limitaba la ducha del resto del cuarto de baño.

- Pasa – alzó su voz lo suficiente para que pudiera oírse por encima del agua cayendo.

Jimin se asomó por la puerta y se adentró a la bruma de vapor de agua que se había expandido en el baño. Se acercó al lavabo, tomó su cepillo de dientes y, colocando algo de pasta dental sobre él, comenzó a cepillarse. Conservaba sólo su ropa interior. Desde donde estaba Jungkook, sólo le veía principalmente de espalda y un poco de costado. El chico tenía su mano libre sobre el borde del mármol del lavabo, mientras se miraba al espejo y la boca se llenaba de espuma. Se giró para mirarle, apoyando la cadera en el borde.

- Pensaba en que podríamos ir a Jeju cuando tenga un próximo descanso, o luego de que termine el campeonato – hizo una pausa para seguir cepillándose y luego volvió a hablar - ¿Tú estarías libre? ¿O debes pedir permiso por la pasantía?

- Uhm... no creo que tengan problema si aviso con algo de tiempo – respondió a la vez que se lavaba el cabello con masajes de sus dedos. El shampoo generando espuma y escurriéndose por su cuello.

- Genial, entonces podemos planificar algo – sonó animado.

Jimin terminó de lavarse los dientes y prosiguió con su rostro. Estaba evidentemente interesado en planear esas vacaciones y Jungkook no quería desilusionarle con una charla de "¿Qué somos?", pero sabía que en algún momento debía abordar ese tema.

Al finalizar, el rubio se acercó hacia donde estaba él.

- Dijiste que hoy planeas estudiar, ¿cierto? – preguntó, quedándose del otro lado del vidrio, la puerta estaba abierta por unas pulgadas.

- Sí.

- De acuerdo... - se notó en su rostro que esperaba verle esa noche – Entonces, ¿no hay ni una pequeña chance de que te quedes un poco más de tiempo conmigo ahora? – poco a poco abrió la puerta e introdujo su pie derecho dentro. Instintivamente, Jungkook le cedió espacio para que entrase, colocándose debajo de la lluvia – Vamos... sáltate las primeras horas de clases – sugirió con tono juguetón mientras se acercaba a su rostro. Jungkook se sonrió, mordiéndose el labio inferior.

- Quieres llevarme por el mal camino... - dijo, con Jimin a centímetros de su boca, quien miraba sus labios.

- Tú me has llevado por este camino – acusó antes de dejar un beso en su boca. Le rodeó el cuello, pasando sus brazos sobre sus hombros. Pegó sus cuerpos, empujando a Jungkook contra la pared de azulejos a su espalda - ¿Vamos a desayunar? Si vas a cursar temprano... no podremos desayunar.

- ¿Y tus entrenamientos?

- Oh, puedo faltar, avisar que necesito reponer un poco de energía.

- El entrenador anda muy permisivo... - soltó con algo de burla.

- Soy el ace del equipo, puedo tomarme ese atrevimiento – habló con una sonrisa petulante, tan cerca de Jungkook que sus narices se rozaban.

- Yo creo que te tomas más que sólo ese atrevimiento, beisbolista estrella...

Las manos del menor se deslizaron desde la espalda de Jimin por su cintura hasta el elástico de sus bóxers. Sujetó el borde de la prenda y la tironeó lentamente hacia abajo, la tela pegándose a la piel por el agua que había cubierto el cuerpo de Jimin. Por otro lado, éste ya estaba sobre su boca, besando sus labios y jugueteando con mordidas y lamidas, ambos bajo la lluvia de la ducha.

Jungkook acarició el trasero de Jimin, cada mano en cada uno de sus glúteos y masajeó antes de apretar con fuerza. Jimin respondió mordiéndole el labio. Si le gustaba eso iba a continuar haciéndolo. Presionó más sus manos, empujando a Jimin más cerca suyo. Para ese punto, la excitación era evidente en sus cuerpos, rozando y apretando sus caderas, con sus erecciones entre medio.

Los labios de Jimin pasaron por su mentón mojado hacia su cuello, jugueteando con su piel, pellizcando con sus dientes y lamiendo. Estaba a poco de subirse a su cuerpo, porque se presionaba a sí mismo contra él y sus manos se enredaban en su cabello mojado, revolviéndolo y tironeando. De haber podido, le hubiera hecho atravesar la pared.

- Pégame... - soltó su voz ronca contra su oído. A Jungkook se le llenó el cuerpo de adrenalina. No lo dudó y una de sus manos soltó su trasero y le dio una bofeteada. Jimin jadeó de excitación.

- ¿Te gusta eso...? – Jungkook preguntó, mordiendo el lóbulo de su oreja. Él había amanecido demasiado tranquilo esa mañana, pero Jimin había logrado encenderle como pólvora. Volvió a acunar su trasero con ambas manos, y luego las paseó hasta su cintura, dejando caricias suaves.

- Sí, me gusta – admitió, saliendo de su cuello para mirarle con una sonrisa llena de regocijo – Me calienta.

El menor le sonrió, mordiéndose el labio, reteniendo lo más posible los sentimientos que afloraban, las sensaciones que nacían en su pecho y le recorrían el cuerpo de pies a cabeza. Se sentía extasiado, embriagado.

- Apoya tus manos contra el vidrio – ordenó, y Jimin obedeció inmediatamente. Se volteó dándole la espalda y apoyando sus palmas contra el vidrio mojado.

El pelinegro se deleitó con la imagen frente suyo, con Jimin presentando su cuerpo a él, haciendo de sus fantasías más locas una realidad. Al instante, sus manos estuvieron sobre su figura, recorrieron la línea de su columna, se deslizaron por los costados de su cuerpo y delinearon cada músculo que iba tensándose con su paso. Se aceró más, amasó sus glúteos con lentos movimientos de sus manos y Jimin tiró sus caderas hacia atrás, buscando el contacto.

El miembro de Jungkook, erguido, se posicionó entre sus glúteos solamente para comenzar a rozarse entre sí. Jimin lo buscaba, Jimin lo quería. Su espalda se arqueaba, los músculos se tensaban desde los hoyuelos en la parte inferior de su espalda, hasta los músculos que atravesaban sus omóplatos y sus hombros. Jungkook besó el dorso de su cuello, rozó su nariz contra el cabello mojado de su nuca y soltó un gemido cuando Jimin hizo más presión con sus caderas hacia atrás. Se sentía demasiado bien, excitante.

Se alejó un poco y soltó otra bofetada contra uno de sus glúteos. El sonido del chasquido se propagó por el cuarto de baño, este había sido más fuerte que el primero. El jadeo de Jimin había sido aprobatorio, y Jungkook lo volvió a hacer más fuerte. La piel blanquecina se tornó enrojecida.

Jimin sintió la zona volverse caliente, con la sensación de la mano de Jungkook aún impactando, picando. Su respiración se alzó, al igual que los latidos de su corazón. El cuerpo de Jungkook se sintió grande y duro detrás de él, simulando lentas estocadas moviendo sus caderas contra él mientras dejaba besos en su hombro, luego pasaba a su cuello. Sus manos pasearon por su abdomen, acariciaron su vientre bajo y muy lánguidamente su miembro.

Mientras disfrutaba de las caricias y la cercanía de Jungkook, tomó una de sus manos y la dirigió a su cuello. Inmediatamente fue claro lo que buscaba. La mano de Jungkook le tomó de la parte delantera de su cuello, los dedos le rodearon sujetándose y apretando con firmeza.

El agarre fue poderoso, mientras la otra mano del pelinegro trabajaba su erección, bombeaba y jugueteaba con su excitación. Sus cuerpos pegados estaban calientes, sus pieles quemaban y el agua de la ducha aún les seguía mojando.

Mientras más rápido Jungkook movía su mano, más desesperado se volvía Jimin. Urgido, movía sus caderas para alcanzar más contacto con la mano que le masturbaba, sus propias manos se resbalaban en el vidrio intentando mantenerse erguido. Entonces, Jungkook le alejó del vidrio, tironeando de su cuello y pegando su espalda a su pecho. Jimin quedo estirado contra él, con su cuerpo de soporte y sin posibilidad de sostenerse de ninguna superficie. Se permitió abandonar su control, y la excitación fue aún más fuerte. Su vientre bajo comenzó a arder y el calor se esparcía por todo su estómago. A medida que la fiebre del clímax comenzaba a tomar control de su cuerpo, la parte posterior de su cabeza yacía reposada en el hombro de Jungkook mientras éste aún sujetaba su cuello.

Los gemidos aumentaron su frecuencia, la necesidad por correrse se había vuelto en lo único que podía pensar.

Jungkook movió su mano rápidamente y Jimin se liberó. Su orgasmo llegó acompañado de una arrasadora ola de calor y satisfacción, el placer barriéndose en todo su cuerpo. Culminó con un gemido lleno de alivio.

Todo su cuerpo se sintió como gelatina, así que Jungkook lo sostuvo y lo aprisionó nuevamente contra el vidrio para masturbarse a sí mismo y acabar sobre él. El fluido blanquecino se disparó contra el trasero de Jimin, y se deslizó hasta sus piernas.

Apoyando su mentón en el hombro del rubio, respiró con dificultad para intentar recobrar el aire que el orgasmo se había llevado. Su corazón latía fuerte y rápido contra su pecho, contra la espalda de Jimin.

- De acuerdo... - comenzó Jimin entre jadeos, aún sin el suficiente aire – ahora sí podemos ir a desayunar – soltó, con su mejilla pegada al vidrio mojado. Jungkook se rio. Levantó su mano y peinó los mechones rubios empapados que Jimin tenía cubriendo parte de sus ojos. Una gota de agua se deslizó de su frente a su pómulo y Jungkook la atrapó con un beso.

- Vamos.

El agua de la ducha borró todo rastro de sexo.

Mientras Jungkook estaba sentado en la mesa de esa cafetería cercana a la Universidad, observaba a Jimin haciendo el pedido de lo que iban a beber y comer como desayuno. Se encontraba en el mostrador, hablando con la chica que anotaba lo que querían pedir. Ella se veía muy contenta, sonreía y tenía cierto brillo en su mirada. Jimin dijo algo y ella rio tapándose la boca con la libreta que tenía en su mano. Se peinó el cabello largo y negro detrás de la oreja. Tenía un sutil flequillo que caía hasta donde comenzaban sus cejas rectas y bien cuidadas. Tenía bonitos ojos, bonita nariz y bonitos labios. Ella tenía todas las intenciones de coquetear, y Jimin no se estaba resistiendo a ello. No podía culparlo, la chica era linda y carismática.

Estaba bien, no le ponía celoso, al final del día era él quien lograba tener a Jimin contra la pared de la ducha. Y quizás, justamente por eso, Jimin se veía radiante esa mañana, descansado y relajado. El sexo le sentaba tan bien que hasta la gente a su alrededor se sentía más atraída a él.

Luego de reírse un rato con la chica, el mayor caminó de vuelta, peinándose el cabello hacia atrás con mucha chulería y se sentó en la silla frente a Jungkook. Le miró, y éste tenía una expresión sugerente, sonriendo.

- Linda, eh – soltó, y Jimin alzó las cejas, dándose cuenta que había sido atrapado.

- ¿Celoso? – preguntó. Parecía que le había gustado pensar en que esa era la razón de la observación del pelinegro.

- No soy celoso – afirmó – Será linda, pero yo tengo cosas que ella no tiene, ¿cierto? – planteó, y Jimin se quedó en silencio, pensativo – Nadie tiene lo mismo que ofrecer.

Jimin se quedó sin saber qué responder, sólo rio un poco, sintiéndose un poco nervioso y tonto por asumir que Jungkook iba a ponerse celoso así como así. Jungkook tenía esa forma de ser, tan seguro de sí mismo que ya no se dejaba derribar por nada ni por nadie, no luego de todo lo que había tenido que pasar.

- Antes solía ser muy celoso – agregó para romper el silencio. Jimin le oyó con atención – Si alguien elije a otra persona y no a mí, entonces lo que tengo que ofrecer no le sirve a esa persona y ya. Aparecerá alguien en algún momento que sí quiera lo que tengo para dar, lo que soy sólo por ser yo, y nadie más puede ser yo.

El menor se encogió de hombros, para él estaba clara la postura que debía tomar. Pero, por su lado, Jimin siempre lo había visto del lado opuesto de la carretera. Era la diferencia entre él y Jungkook. Mientras que uno ponía el foco en lo positivo, el otro ponía el foco en lo negativo.

Jungkook pensaba que la gente le elegía o iba a elegirle porque él tenía cosas buenas para dar que otros no tenían. Y, por el contrario, Jimin se enfocaba en sus defectos; "Jungkook va a irse con Yugyeom porque yo no le sirvo para tener una relación", "Jungkook va a dejarme algún día porque va a cansarse de esto".

No había sido realmente consciente de esa forma de pensar hasta que se volvió algo frecuente cada vez que veía a Jungkook interactuar con el bastardo. Nuevamente, no le gustaba esa versión de sí mismo, se sentía incómodo, y más teniendo en cuenta que Jungkook era totalmente todo lo contrario. No era inseguro, no se dejaba llevar por sentimientos egoístas o posesivos.

Jungkook sabía y estaba seguro de ser un buen partido en muchos sentidos. Pero, ¿Qué era lo que Jimin tenía para ofrecer?

Eso era lo que se cuestionaba, y no encontrar una respuesta le hacía sentir miserable.

- Dudo que ella pueda hacerte sentir como te sentiste hoy en la ducha... ¿cierto?

La voz de Jungkook volvió a quitarle de sus pensamientos. Gracias a ello logró retomar la conversación y salirse de su cabeza y del bucle negativo en el que tan fácil había vuelto a caer.

La sonrisa traviesa en la boca del pelinegro le hacía saber que estaba orgulloso de sí mismo. Y tenía razón. Jimin nunca había sentido la atracción o necesidad de ceder el control total a alguien durante el sexo. Jungkook simplemente disparaba en él el interés por cederlo todo, soltar lo que fuera que estaba reteniendo, y que Jungkook se hiciera cargo de él. Le gustaba, se sentía seguro y le excitaba.

- No. Nadie más que tú puede.

Le cedió el gusto de admitirlo, porque no tenía razones para mentir. Jungkook se lo merecía. Se merecía el halago, el universo y más; todos los jodidos hombres calientes del mundo babeando por él, aunque Jimin quisiera ser el único.

Ambos continuaron charlando, la conversación mutando.

En un momento, Jungkook tuvo la mano de Jimin posada sobre la suya. Su dedo pulgar le acariciaba la piel con sutileza. Se sentía íntimo, cercano. Jungkook respondía igual, hasta un punto donde ambos se rozaban los dedos y jugueteaban entre ellos mientras hablaban.

El ambiente se rompió cuando Jungkook recibió una llamada de su mejor amigo, cuestionándole por qué no estaba en las clases. Jimin se rio, porque podía escuchar la voz alarmada de Taehyung del otro lado.

Terminaron su desayuno, y el tiempo de fantasía había acabado. Ambos debían volver a la Universidad.

Ese mismo día en la noche, Jungkook debía juntarse a trabajar en sus proyectos con sus compañeros, incluido el bastardo.

Cuando Jimin miraba a Jungkook frente suyo, lo observaba con tanto aprecio e intensidad, y sabía que otros hombres lo podían ver de la misma manera, porque cualquiera que estuviese cerca de Jungkook era capaz de ver cuánto valía. Verle responder mensajes y hablando en el chat grupal con Yugyeom, le hacía sentir miedo de perderlo.

Y esa noche, Jimin no quería quedarse solo en su apartamento, pensando en Jungkook juntándose con Yugyeom a estudiar. No quería que Jungkook se riera con Yugyeom y una chispa saltara entre ellos. Habían tenido química en el pasado, así que esa química podía resurgir.

¿Qué tenía que hacer Jimin para sentirse lo suficientemente bueno? ¿Qué podía hacer para poder expresar sus sentimientos a Jungkook?

Estando sentado en el sofá de su apartamento, completamente solo con la televisión encendida, se sentía muy consciente de la ausencia del pelinegro a su lado, y de los nervios que sentía en su estómago. En el fondo, estaba tan inquieto que podía caminar por las paredes.

Miró su celular en busca de señales de Jungkook. Ningún mensaje, ningún "mg" en Instagram. Nada. Aún era temprano, sólo las 7 p.m, estaría recién arrancando a estudiar, concentrándose con sus compañeros. Y Jimin estaba allí sin hacer nada.

Mientras estaba viendo sus chats pendientes, vio el mensaje del señor Gong, el coach de la iglesia.

"Jimin, espero que estés bien, extrañamos tu presencia aquí!! Si necesitas algo, sabes que siempre puedes volver!".

Ese había sido el mensaje, y es que desde que se había mudado, la frecuencia con la que había ido a las reuniones disminuyó hasta que finalmente dejó de asistir.

Sabía que volvería, siempre lo hacía. Ya encontraría el momento.

Pero si volvía, sabía que iba a tener que poner sus sentimientos en palabras. Porque, de alguna manera, la pregunta de "¿Cómo has estado?" con la que iniciaba la charla, siempre le disparaba la necesidad de vomitar todo lo que había guardado. Y no estaba listo.

Antes debía pensar bien qué sentía para saber qué decir.

No era el momento, porque se sentía ansioso al pensar en ser honesto consigo mismo, con lo que sentía por Jungkook y con los miedos que albergaba en el fondo de su ser.

No podía seguir al pendiente de Jungkook o iba a volverse loco, así que soltó un suspiro y se decidió por prepararse un trago para surfear por la app de citas. Tenía mensajes que no había leído, personas interesadas en verle. Nunca se había animado a dar un paso adelante con los hombres que le habían escrito, así que decidió ir por lo seguro.

Arregló una cita con una chica, se vistió, terminó la bebida que había quedado en su vaso y minutos después dejó su apartamento conduciendo en su auto.

Su idea era pasar una cita como todas las que él solía tener. Para ser honestos, Jimin ya no frecuentaba citas con mujeres, ya no solía salir casualmente con nadie, excepto en estos casos donde sentía que pensaba o esperaba mucho de Jungkook y sentía que eso le hacía perder el control. Mientras más tiempo pasaba con Jungkook y más dejaba de tener citas, más se alejaba de su expectativa de que la relación entre ambos no debía cambiar quienes eran.

Y Jimin estaba cambiando, estaba sintiendo cosas muy intensas por Jungkook.

Si Jimin tenía que intentar volver al punto donde ambos sabían que lo suyo era casual y sin problemas, entonces debía seguir teniendo citas con mujeres.

No obstante, la realidad resultó ser muy diferente a la expectativa.

- ¡Yo realmente no puedo creer cómo le deja estar cerca! – soltó indignado – Si tú le hubieras visto... el bastardo logró que todos cuchichearan y se rieran de él. ¡Era su novio y no le defendió!

- Qué terrible... - la chica empatizó con lo que oía, pero también miraba a Jimin un poco consternada por su estado de ebriedad.

Jimin había perdido la cuenta de cuántas copas de soju había bebido, y de cuándo había sido el instante exacto en el que empezó a hablar de Jungkook. Comenzó a escupir palabras y anécdotas como si no pudiese detenerse. La chica se peinaba el largo de su cabello con sus dedos, mientras escuchaba atentamente y miraba con sus ojos los vasos que llegaban a la boca del rubio.

- Pero... ellos son amigos nada más, ¿cierto? – ella preguntó.

- Dejarán de serlo algún día, yo lo sé – él negó con la cabeza, como si quisiera disipar las desagradables imágenes de Jungkook y Yugyeom juntos – Jungkookie es muy compasivo, él le ha perdonado, ¿puedes creerlo? Es demasiado hombre para volver con ese imbécil.

- Bueno, pero... de todas formas, tal vez el chico cambió y ahora sí es bueno para tu amigo.

- No, imposible – volvió a negar, sus labios fruncidos en disgusto. La chica se rio un poco, su cabello balanceándose con el movimiento.

- Parece como... si estuvieses celoso.

- ¿Qué? No, no estoy celoso. Jungkook es mi amigo, quiero lo mejor para mis amigos – afirmó con mucha vehemencia, irguiéndose en su silla. Levantó el vasito de soju, lo llevó a su boca, lo bebió todo de un tirón y lo apoyó sobre la mesa nuevamente con un golpe torpe. La chica lo miró fijo. Jimin vio su botella de soju – uhg... se terminó. Pediré otra. ¿Quieres otra? – preguntó animado.

La chica abrió sus ojos con sorpresa, y miró a las dos botellas vacías al lado del chico. Ella apenas estaba terminando la suya, la primera botella. Habían comido ya, no tenía intenciones de beber nada más.

- Uhm... no, gracias, estoy bien – respondió.

- Oh... de acuerdo.

Él pidió una botella más para sí mismo y continuó conversando. A medida que el tiempo pasaba, el habla se le iba dificultando, y la chica le seguía la corriente.

- Vaya... han vivido muchas cosas juntos. Son como hermanos.

- ¿Hermanos? – preguntó arrugando la nariz – No, no – negó y levantó su dedo índice acompañando el gesto – Hermanos no. No suena... correcto – se rio, pero la chica no entendió. Bebió otro trago y ella se le quedó viendo.

- ¿No has bebido mucho? – se animó a preguntar. Él la miró como si no estuviese enterado de nada, y luego vio las botellas a su lado.

- ¡Ah! No te preocupes, siempre bebo – dijo, se encogió de hombros y volvió a soltar una risa.

- ¿No crees que deberíamos ir volviendo?

- Oh... uhm... - repentinamente Jimin se acordó de la principal razón por la cual había invitado a esa chica a salir. Sintió un calor subir hasta su cara, de vergüenza – Lo siento, se me pasó el tiempo hablando – se puso de pie de un salto y casi perdió el equilibrio, la chica hizo ademán de sostenerle, pero él se apoyó en la mesa – wow... - el mundo le daba vueltas. Otra risa embriagada salió de su boca.

- ¿Estás bien?

- Sisi – aseguró - ¿Quieres ir a un hotel? Podemos ver una película, seguir bebiendo un poco, conozco las mejores marcas de Champagne-

- Yo creo que... es mejor que no sigamos bebiendo – ella fingió una sonrisa, no quería ser descortés, pero el chico no estaba consciente de en qué situación se encontraba – Podemos vernos otro día, ahora se me hace tarde y debo volver a casa.

- Ah... - Jimin se quedó mirándola con la boca abierta. Había sonado decepcionado – Bueno, ¡en ese caso te llevaré a tu casa! – ofreció animado.

- ¿En auto?

- Sí, lo estacioné por aquí cerca – sonrió, mientras la chica sólo se preocupaba aún más.

- No puedes conducir así...

- Descuida, tengo buena resistencia al alcohol.

- Uhm... mejor pido un taxi.

- En serio, puedo llevarte – él insistió.

- No te preocupes – reiteró, tomando las manos de Jimin con las suyas, para trasmitirle que realmente no necesitaba que se tomara esa molestia, y finalmente convencerle de no manejar en ese estado.

Ella no iba a subirse a un auto con ninguna persona que hubiera bebido de esa manera, ni aunque fuese el último auto del mundo y no tuviese otra forma de llegar a su casa.

- Y tú... ¿volverás a tu casa? – preguntó, y él asintió – De acuerdo, ¿me dejarías usar tu celular? El mío se ha quedado sin batería y necesito llamar al taxi.

- ¡Sí, claro!

Jimin le dio su celular sin pensarlo, eso había sido fácil.

Ella se puso de pie, y con un gesto le avisó a Jimin que iba a alejarse un poco para poder hablar mejor, lejos del bullicio de gente hablando a su alrededor. Buscó entre los contactos de Jimin aquel nombre que había oído mencionar durante las últimas casi tres horas, y dio marcar.

Veinte minutos después, al lado de la mesa donde Jimin estaba teniendo su cita, se encontraba Jungkook de pie. 

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Hola, gente bella. Subo capítulo para mostrar señales de vida.

Espero que anden bien. Les deseo buena semana y espero que les haya gustado el capítulo.

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