Capítulo 11
Mientras estaba enfocado en el proyecto de branding de la agencia donde había iniciado su pasantía, Jungkook buscaba nuevas ideas para realizar diversas propuestas de logos, colores y otros elementos que pudiesen dar una mejor identidad a la marca. Se trataba de una marca de indumentaria masculina y femenina avocada a la confección de prendas sin género.
Hacía un mes que había comenzado a trabajar en la agencia y lo estaba disfrutando. El ambiente era relajado pese a que todos enloquecían un poco cuando las dead-lines se aproximaban. Aun así, todos sus compañeros e incluso superiores, eran personas que le habían dado una bienvenida cálida al equipo y puesto mucha confianza sobre él. Había logrado estar a la altura de las circunstancias y no había sido difícil para él congeniar con el resto.
La cuestión con la universidad era un tanto diferente, había tenido que hacer malabarismo para que sus horarios de cursada combinasen bien con los de su pasantía y no corriese el riesgo de perder materias. Había tenido éxito en todos los exámenes y en el proyecto que desarrolló con Taehyung. Ambos gozaron de un desempeño sobresaliente, y luego de ello disfrutaron de su merecido descanso.
El receso duró un mes, y para Jungkook había sido el mejor tiempo desde hacía, probablemente, años.
No sólo había tenido tiempo para descansar y salir con amigos, sino que también había tenido el tiempo suficiente como para disfrutar de Jimin, con quien ya llevaba dos meses manteniendo una relación sin compromisos, aunque pasando tiempo de calidad juntos.
Gracias a que Jungkook había comenzado sus vacaciones, el tiempo que pasaron juntos aumentó. Ya no sólo se veían ocasionalmente en el gimnasio, el campus o alguna noche que ambos pudiesen verse, sino que salían a comer, a merendar, al cine, a más ferias gastronómicas y visitas a cualquier lugar nuevo que quisieran conocer.
Incluso aunque Jimin había vuelto a los entrenamientos con el equipo, siempre se hacía tiempo para verle, y todo plan que Jungkook propusiera le parecía una buena idea. Estaba dispuesto a darle de su tiempo y eso era algo que apreciaba muchísimo. El mayor había comenzado a dar clases con su entrenador a un equipo de entre diez y doce años de edad, porque sí, Jimin había encontrado interés en enseñar y ayudar a chicos más jóvenes a alcanzar sus metas en el baseball.
Así que, era muy significativo que le diese parte de su pequeño tiempo libre.
El entrenar para sí mismo y entrenar a un grupo de niños pre-adolescentes exigía tener una gran reserva de energía y paciencia. Además, también estudiaba.
- Tienes bolas de oro – Jungkook había comentado una vez, ganándose una carcajada de su compañero – No sé cómo haces para aguantarte niños de esa edad.
- No es tan malo, es bastante divertido – el encogimiento de hombros denotó que realmente estaba bien con ello – Me gustan los niños.
Era una de las cosas admirables de Jimin, esa manera tan natural con la que tomaba nuevos desafíos y simplemente lograba lidiar con todo ello sin despeinarse. Jungkook apenas podía con la universidad y la pasantía, simplemente era demasiado para él y funcionaba mejor cuando se enfocaba en una cosa a la vez. Ese era su estilo, sin prisas ni presiones.
El receso le había sentado tan bien que pudo dedicarse a sí mismo y, por sobre todo, a ser consciente de las decisiones que tomaba.
Aprovechó al máximo el tener la atención de Jimin sobre él, pero también había tenido que ponerse a sí mismo algunos límites.
Él y Jimin no eran pareja, así que no debían actuar como tal.
Al inicio de la "discusión" que habían tenido cuando tuvieron sexo por segunda vez, había tenido ganas de protestar. Jungkook, incluso a pesar de las relaciones fallidas de su pasado y el gran dolor que su relación con Yugyeom le había provocado, era alguien que no lo pensaba dos veces antes de lanzarse al vacío por alguien que realmente le gustaba mucho. Así como no le gustaba hacer muchas cosas a la vez, tampoco le gustaba andarse con rodeos. Para él era más fácil hacer las cosas cuando quería hacerlas, cuando lo sentía en el pecho. De ser por él, no hubiera dudado ni un segundo en decirle a Jimin que quería oficializar la relación, que no le interesaba salir con otros chicos que no fueran él. Pero Jimin quería todo lo contrario. Y no podía obligar a Jimin a querer lo mismo que él. No podía simplemente presionarlo y empujarlo por el camino que a él le convenía, porque no era lo que quería tampoco. Jimin era Jimin, y él le amaba por ser quien era. Jimin no era el tipo de persona que se comprometía en una relación seria fácilmente, y mientras más antes aceptara esa realidad, mejor lograría mantener su salud mental y emocional intactas.
Además, la actitud cautelosa de Jimin le había hecho despertar de algo que su impulsiva mente no le había dejado ver. Jimin había logrado que pusiera un freno a su tendencia de engrandecer algo que deseaba mucho. Porque tal vez él pensaba que lo que más quería para su vida amorosa era que Jimin fuese su pareja, pero, ¿realmente todo sería tan perfecto como él lo creía?
Jimin le hizo darse cuenta que estaba siendo imprudente y no estaba dándose el tiempo a reflexionar. Porque habían sido amigos, casi familia toda su vida, y ¿qué les aseguraba que siendo pareja podrían ser incluso mejor de lo que habían sido? ¿Y si surgían problemas? ¿Y si no lograban enfrentar las adversidades juntos? ¿Y si comenzaban a molestarles cosas el uno del otro? Era mucho lo que estarían arriesgando. ¿Cómo serían las reuniones familiares luego de que oficializaran? ¿Y cómo serían si tenían problemas? ¿Las familias se quebrarían?
Jungkook no se conocía a sí mismo en una relación en la actualidad, habían pasado años desde su último novio y realmente no quería que Jimin fuese un intento más. Y, ¿cómo sería Jimin en una relación? Jimin había tenido muchas novias desde que tenía doce años hasta su joven adultez, y no había logrado mantener ninguna por mucho tiempo. El mayor era libre, y Jungkook estaba seguro que no quería forzar algo que no estaba en su naturaleza.
Por esa misma razón había interpuesto un poco de distancia en algunas ocasiones, como ese día donde estaba con su proyecto de branding de pasantía, eligiendo colores y boceteando algunas ideas. Su celular había vibrado al recibir un mensaje de Jimin.
"Hey. Nos vemos hoy? Quieres ver una película?"
Se mordisqueó el labio inferior mientras sentía la frustración naciendo en él.
"O deberíamos empezar esa serie de la que hablamos el otro día?..."
Soltó un fuerte resoplido entre sus labios y se recostó contra el respaldo de su silla.
"O quieres ir a algún lugar??? Solo dime y ahí estaré :)"
Jungkook soltó un gemido padeciente. Dejando su celular sobre el escritorio por unos segundos y buscó un respiro. Masajeó su rostro con sus manos mientras buscaba la fuerza que precisaba para rechazar esas ofertas tan atrayentes.
- ¿No puedes simplemente... dejar de gustarme tanto? – se quejó para consigo mismo en voz alta. Afortunadamente, se encontraba solo en la oficina.
Nuevamente, él hubiera dicho sí a cualquier plan que el mayor le ofreciese, porque adoraba pasar tiempo con él, adoraba todo de él. Cada momento que pasaban juntos era, simplemente, tan bueno que no podía tener suficiente. Pero, ya se habían visto por tres días seguidos, y no se suponía que siguiesen por un cuarto. Alguien tenía que poner un freno, y ese siempre era Jungkook.
No era una regla que ambos habían acordado, pero sí era una regla que Jungkook se veía obligado a respetar, una regla que él mismo se había impuesto.
¿Cómo podía mantener una relación no amorosa con Jimin, cuando el chico le trataba como si fuese su novio? Era frustrante y sentía que si alguien le cortaba las pelotas sería incluso menos doloroso que ver a Jimin siendo todo lo que él quería.
Jimin no era su novio, eso habían acordado. Jungkook necesitaba que su corazón dejase de latir descontrolado y enamorado, y entendiera que Jimin no le pertenecía, que nunca sentiría lo mismo que él. Nunca serían novios, y por más que la fantasía era muy tentadora, tenía que recordarse a sí mismo que era eso; una fantasía.
"Lo siento, hoy tengo que terminar algunos prototipos del proyecto" fue la mejor excusa que encontró. "Tal vez pasado mañana?"
Le dolía en el corazón tener que mentirle, aunque no fuese la primera vez, pero establecer una distancia era necesaria. Necesitaba tener algo de descanso y desintoxicarse de todo ese anhelo abrumador. Porque sí, se sentía intoxicado. Intoxicado de amor, de deseo, de todo.
Durante su receso, Jimin se había mudado solo. Había logrado dar ese gran paso, y Jungkook había estado en cada etapa del proceso; cuando fue a ver el departamento, cuando fue a pagarlo, cuando compró la cama y los electrodomésticos básicos, cuando finalmente se mudó. Habían pasado por ello juntos, así que Jimin no sólo era capaz de estudiar, entrenar y ser entrenador, sino que además había logrado independizarse, a someterse al estrés de una mudanza. Entonces, el receso de Jungkook y el hecho de que ahora tenían un lugar propio y privado para pasar el rato, fue el disparador a que pasaran aún más tiempo juntos. Ya era como una segunda casa para él, por lo que sí, mantener la distancia de vez en cuando era necesario para redibujar las líneas que ellos mismos iban borrando.
Así que envió un mensaje a Mingyu, decidido a olvidarse del rubio por un rato y finalmente aceptando la invitación de su compañero de gimnasio.
La relación de Jimin y Jungkook se había apretado tanto que, apenas unas semanas más tarde de que Jimin se hubiera mudado solo, Jungkook volvió a aparecer en la ecuación cuando el mayor tuvo una gran contractura en su espalda y hombro, del lado derecho.
El mayor había tenido que suspender sus actividades por una semana para hacer reposo.
- Ouch, duele – se quejó mientras el pelinegro pasaba una crema por su espalda y masajeaba duramente con sus dedos la zona afectada.
Ambos estaban sentados en la cama, Jimin entre las piernas abiertas de Jungkook, quien se estaba haciendo responsable de su contractura, masajeando el músculo incluso aunque el mayor se retorciese y quejase. Así estuvo diez minutos, con Jimin pellizcando su nariz y mordiendo su labio inferior para tragarse el dolor.
Al terminar, Jungkook había salido de la cama para lavarse las manos y buscar la almohadilla térmica. Mientras tanto, Jimin se extendía sobre la cama totalmente rendido y afectado por el dolor que sentía. Ese había sido a penas el segundo día desde su visita al médico por el dolor y quemazón que se había despertado en la zona de su omóplato y hombro.
Jungkook se acercó a él, encendió la almohadilla y le pidió que se levantase un poco para colocarla debajo de su cuerpo, a la altura de la contractura.
Una vez que el mayor estuvo disfrutando del reconfortante calor y su músculo lograba relajarse un poco, Jungkook no se había ido del departamento. En su lugar, le permitió descansar mientras leía un libro de tipografía. Pero no había querido dejar a Jimin solo. Sabía que, si estaba acompañado, probablemente lograría distraerse del dolor.
Esa semana había estado asistiendo casi todos los días al departamento, cuidándole, haciéndole masajes. También se había asegurado de que realizara los ejercicios y estiramientos que el preparador físico y médico del equipo le habían recomendado. De esa manera, Jimin logró recuperarse rápido.
También, en la noche del primer día luego de la mudanza, Jungkook había estado allí, ayudando al mayor a "estrenar" su nuevo hogar y, obviamente, a estrenar su nueva cama.
"¿Quieres... ayudarme a estrenar la cama?" Jimin le había preguntado, con la risa contenida en su garganta y la picardía en su sonrisa.
Habían estado tan pegados que se sentía peligroso, y Jungkook había aceptado más salidas con Mingyu por esa razón, y también algunas con chicos que encontraba en la aplicación, que incluso aunque esas citas no terminaban en sexo, le servían para sentir que el mundo era mucho más grande que Jimin, que seguía girando. Necesitaba sentir que había más gente allá afuera y sentirse bien sin su presencia.
Y por su lado, Jimin también tenía citas.
Al recibir ese mensaje de Jungkook, se quedó de pie en medio de su habitación. El silencio se acentuó cuando supo que ese día no vería a Jungkook. Y tampoco al siguiente, sino "pasado mañana".
Entró a la aplicación de citas y vio que había mensajes de chicas que no había respondido, y aunque no le emocionaba la idea de tener una conversación banal con alguien que probablemente no volvería a ver, se animó a meterse en ello.
Respondió algunos mensajes y salió de su habitación. Cruzó el pasillo hacia la gran habitación que contenía comedor, living y cocina en un concepto abierto. Era un departamento moderno, con tonos neutros acompañando los muebles sofisticados.
Se dirigió a uno de sus muebles favoritos, de madera de roble y puertas de cristal, donde se encontraban en exposición varias macas de licores, whiskies y vinos. Algunas botellas estaban cerradas, otras las había abierto en las diversas ocasiones en que Jungkook había ido a visitarle. No iba a abrir una nueva sin él, simplemente no tenía sentido llevar ese ritual solo, ya habían hecho su propia tradición; Jungkook leía las etiquetas y elegía qué era lo que le sonaba más delicioso, y más tarde se besarían con ese sabor en sus labios.
Se le escapó un suspiro y ya estaba desenroscando la tapa de un whiskey que Jungkook había preparado con azúcar y un poco de limón hacía unas semanas atrás, pero él se lo sirvió en un vaso con algo de hielo, decidido a beberlo en tragos amargos.
Era fuerte y la amargura le sirvió para sacudir un poco sus pensamientos inquietos.
Se sentó sobre el sofá y encendió el televisor con el vaso de vidrio en su mano, reposando sobre su regazo. Los minutos pasaron mientras él bebía.
Bebió el último sorbo, acabando el contenido de su vaso, y dejó caer su cabeza hacia atrás sobre el respaldo.
Sus días podían ser ajetreados y ocupados, pero al final siempre estaba esa recompensa que le hacía sentir que aguantar había valido la pena. Mientras entrenaba y estaba cansado, con ganas de lanzarse al suelo y no mover ni un solo músculo, veía su celular y un mensaje de Jungkook le esperaba, probablemente proponiéndole salir o diciendo algo que le sacara una sonrisa.
Su vida y sus hábitos habían cambiado ese último tiempo. De más joven había pensado que cuando tuviese un apartamento para él sólo, tendría a una chica diferente en su cama cada día. Pero, en cambio, esa chica se había convertido en un chico. Un chico que dormía desnudo en su cama casi todos los días.
¿Se quejaba? Claro que no, se encontraba en, probablemente, el punto más pleno de su vida hasta ese momento. Pero, eso no quería decir que su vida tuviese que detenerse por eso.
Ya iba bebiendo el segundo vaso de whisky a la vez que respondía mensajes. Dio con una chica que tenía el cabello teñido de un color cobrizo muy lindo, sus ojos eran tan rasgados que su mirada parecía la de un gato y tenía una sonrisa súper bonita. En el perfil de la aplicación tenía fotografías de ella con sus amigas bebiendo en un bar, fotos en la playa y en una cafetería. Parecía ser estudiante por los libros junto a ella en una de las fotos donde bebía un café que se veía delicioso.
Se veía bien, era atractiva. Era un sí.
Arregló el horario de la cita, saldrían a cenar y beber algo. Se duchó, se vistió, bebió un último vaso de whisky y salió por la puerta de su apartamento, guardando la llave y su billetera en los bolsillos de su chaqueta.
Habían decidido verse en Itaewon. Y mientras esperaba a que la chica llegase, al punto de encuentro, Jimin navegaba por Instagram. Se decepcionó al ver que Jungkook no había subido ninguna historia a su Instagram en las últimas horas. Entonces se encontró nuevamente observando el perfil del chico, viajando a través de sus posts y sus historias destacadas. Los videos que Jungkook subía eran lo que más le gustaba ver, le gustaba ver sus expresiones, su sonrisa.
Se perdió en los videos y fotografías, tanto que cuando la chica llegó, le tomó por sorpresa.
- Lo siento, no te vi llegar – se rio un poco apenado, mientras guardaba rápidamente su celular en el bolsillo trasero de sus jeans.
- ¡No te preocupes! – ella se rio, tapándose la boca con su mano. Tenía unos dedos delgados, delicados, con las uñas largas y una manicura muy sutil. Se peinó el cabello, y las pulseras plateadas tintinearon en sus muñecas. Al llevarse el cabello detrás de su oreja, los aritos que llevaba colgaban con pequeños diamantes que destellaban por el reflejo de las luces de los locales nocturnos. Sus ojos eran negros, lindos - ¿Eres Jimin, cierto?
- Sí, ese mismo – dijo con gracia. Ella volvió a reír, parecía relajada y divertida.
- Qué bueno, sería demasiado vergonzoso si no lo fueras – soltó aliviada, llevando su mano a su pecho – Soy Yeji, un gusto encontrarte – hizo una pequeña reverencia, a lo que Jimin respondió de la misma manera.
La noche fue agradable, la chica había tenido buenas historias sobre viajes y la universidad, cosas de las que Jimin sabía. Había logrado ver bellas ciudades del mundo al viajar con sus padres por negocios, así que le había gustado hablar con alguien de los lugares favoritos que había visitado.
Ella era atractiva y la charla era fácil. Se notaba interesada, y eso era algo bueno para lograr conectar. Jimin había logrado olvidarse de su celular por un momento, disfrutando genuinamente de la charla. Sin embargo, una vez que fueron al hotel, y se acostó con ella, volvió a acordarse de Jungkook.
El chico rondaba en su cabeza mientras Jimin estaba en la cama del hotel y observaba a la chica durmiendo a su lado, su cuerpo levemente cubierto con las sábanas no ocultaba del todo sus curvas. Su cabello largo llegaba hasta su almohada, su perfume de flores era el equivalente al de una tienda de lavado de ropa, delicado y limpio. El olor de Jungkook se asemejaba más al de un whisky costoso, masculino con un tinte dulce al principio, aunque el sabor era totalmente contrario. Pero, cada vez que bebía un sorbo, su cuerpo temblaba. El sabor era tan prominente que no lo olvidaba incluso aunque lo bebiese una única vez. Se aseguraba de impregnarse en su garganta y adueñarse de su memoria.
Extendió su mano y acarició los mechones de cabello cobrizo sobre la tela suave de las sábanas. Le gustaba, en una sola cita la chica había despertado su interés, no iba a negarlo, y no era ese el problema. Sólo sucedía que no era lo suficiente como para hacerle querer quedarse.
No habría una segunda cita, no habría nada más mientras él continuara esperando un mensaje de Jungkook.
Se preguntaba cómo había llegado a eso, si era desde la primera vez que había acompañado a Jungkook a una biblioteca y lo había visto escudriñar con la mirada los libros que no creía eran lo que él buscaba, o si había sido la vez que le miró con lujuria la noche que habían ido a ese hotel, o la forma en la que se le cerraban los ojos cuando le acariciaba el cabello mientras miraban una película en su sofá. O cómo se había quedado en su departamento a hacerle compañía cuando no podía moverse bien por su contractura. Jungkook le había cocinado toda esa semana, le había consultado cada vez qué era lo que quería comer, qué le apetecía beber.
- ¿Y tú qué es lo que quieres? – decidió ser él quien consultara a Jungkook lo que quería.
- Es a ti a quien le estoy preguntando.
- Y yo quiero preguntarte a ti – rebatió, iniciando una pequeña pelea – Yo quiero comerte a ti... - se acercó más y le besó el cuello - ¿Vienes con papas fritas y doble queso? – Jungkook soltó una carcajada.
- ¿Acaso soy una hamburguesa para ti?
- Bueno, las hamburguesas son deliciosas. Pide unas hamburguesas, has cocinado todas las noches. Descansa.
- He cocinado porque sé que cuando te recuperes, tú serás quien cocine para mí.
Qué idiota. Hasta ese momento no se había dado cuenta que, al final, nunca le había devuelto el favor. Nunca le había cocinado ni un mísero plato, porque Jungkook siempre se adelantaba a todo.
Sonrió para sí mismo, y sintió que quería que el cabello que estaba acariciando fuese el de alguien más.
Soltó el cabello de la chica y se posicionó boca arriba, cruzando sus brazos detrás de su cabeza y mirando al techo. A Jungkook le fascinaba el samgyeopsal tanto como a él. Le gustaba prepararlo con champiñones, ajo y cebolla, y el kimchi nunca faltaba. En ocasiones también prepararía algunos fideos o arroz asado como acompañamiento.
Llenó su pecho de aire y lo soltó, cerrando los ojos. Había tomado por sentado que Jungkook siempre estaba a su alrededor, pero en ese momento, donde compartía cama con alguien que no era la misma persona que estaba en sus pensamientos, se sentía solitario. Sentía que quería hacer algo por él, incluso aunque cocinar fuera algo simple y pequeño, quería demostrarle algo. Tal vez demostrarle que estaba feliz de verle.
Dos días después, mientras Jimin terminaba de tender la cama en su habitación, acomodando las numerosas almohadas que eran más decorativas que para dormir, oyó el ruido de las llaves y la puerta abriéndose. Lo había estado esperando, y sí, Jungkook tenía las llaves de su apartamento.
Dejó lo que estaba haciendo, salió de la habitación y se encontró con Jungkook dejando su bolso del gimnasio y su mochila en el suelo. Lo observó mientras se quitaba la chaqueta de jean que tan bien se le veía, su cabello estaba algo húmedo por la ducha que había tomado antes de salir, y comenzó a quitarse el calzado. Cuando cruzó su mirada con él, le sonrió, y luego miró hacia el otro extremo de la habitación cuando se percató del aroma a carne asada.
- ¿Es eso samgyeopsal? – preguntó. Jimin notó la emoción anticipatoria en su expresión.
- Sí – sonrió, al saber que le había sorprendido en el buen sentido. Era la reacción que quería conseguir.
- ¿Así me recibes? Luego dices que yo soy el que te consiente... - desde que había entrado, la sonrisa de Jungkook no se había borrado, y tampoco la de Jimin. Era contagiosa esa sensación de felicidad y de comodidad, de hogar.
Jimin no esperó más y caminó hacia él. Jungkook se quedó parado donde se había quitado las zapatillas, y cuando llegó a él levantó sus manos, tomó su rostro con consistente tacto y le dio un beso, uniendo sus labios por unos segundos.
Ambos cerraron los ojos, y respiraron profundo antes de separarse y volver a mirarse.
- Voy a consentirte más seguido... - murmuró contra sus labios.
- Hazlo... no te detendré – en sus labios se dibujó una sonrisa, haciéndole saber al rubio que realmente le gustaba la idea. Le volvió a besar, esta vez por un poco más de tiempo, pero tuvo que arrancarse de los labios de Jungkook porque si no la comida podía llegar a quemarse.
Esa noche, sirvió la comida y ambos cenaron, poniéndose al día. Ni si quiera era como si hubieran estado una semana sin verse, sólo habían sido dos días y, sin embargo, tenían tanto por conversar. Siempre había algo que decir o hacer.
Luego, mientras Jungkook lavaba los platos, él le empujaba para que no lo hiciera. Él quería encargarse de todo esa noche.
Intercambiaron risas e insultos inocentes mientras se empujaban, salpicando agua y jabón por todos lados.
Así fue como Jimin terminó quejándose por el agua con detergente que había saltado a sus ojos, y aunque Jungkook no dejaba de reír, se disculpó y le ayudó a limpiarse.
Era gracias a esas cosas tan pequeñas pero cotidianas, que se sentía bien simplemente tenerle allí. Y cuando tuvieron sexo juntos, Jimin hizo temblar a Jungkook. Quería darle todo lo que tenía, quería volcar sobre él todo lo que sentía. Tanto el cariño como el deseo.
- Dije que iba a consentirte... - le dijo entre besos, de pie en su habitación, mientras deshacía los botones de los jeans de Jungkook. Los bajó un poco, hasta debajo de su trasero y tomó posición en el suelo, de rodillas.
Había sido la primera vez que tomó a Jungkook en su boca.
Aunque había sido algo que había hecho puramente porque quería dar placer a Jungkook, se descubrió a sí mismo disfrutándolo.
Y luego de tener sexo, cuando el pelinegro estaba cansado y dormitando, Jimin se colocó sus boxers, salió de la cama, buscó la botella de Jungkook en su bolso, cambió el agua por agua fresca, y volvió a la habitación, dejando la botella en la mesa de noche, donde Jungkook siempre la dejaba. El chico ya estaba dormido.
Se inclinó sobre él y le besó la mejilla antes de meterse en la cama para dormir abrazándolo y respirando contra su piel.
Sí, estaba feliz de verle.
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Espero que les haya gustado. 💘
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