Capítulo 10

Mientras los ventanales del hotel mostraban la hermosa vista a la ciudad nocturna, con rascacielos a lo lejos y las luces serpenteantes de los autos que circulaban por las calles, dentro de la habitación de hotel comenzaba a entre-tejerse la relación de Jimin y Jungkook.

El sonido de la gran ciudad era casi imperceptible, se oía sólo un residuo sonoro a la lejanía. Las ventanas estaban cerradas, herméticas, haciendo que la sensación de intimidad y privacidad fuese más profunda.

Habían dado inicio a un contacto físico que se notaba que ambos habían estado esperando desde hacía tiempo. Se sumergieron en un beso pausado y lento, como los que habían tenido últimamente. Pero en ese lugar, en ese momento, no había un reloj que les marcara el tiempo que les quedaba. Esa noche Jungkook no tenía que darle un beso de despedida antes de irse a su casa. Esa noche se tenían el uno al otro por tiempo ilimitado, o al menos hasta que el sol volviera a alzarse a la mañana siguiente. Y aunque ese final llegaría en algún momento, la noche recién comenzaba, y era una promesa lo suficientemente satisfactoria como para sentir que tenían todo el tiempo del mundo.

Así, en el silencio de la habitación, se oían sólo los suspiros entre besos y los chasquidos de sus labios, que sabían como si fuese la primera vez.

La tensión que había sentido Jimin se fue al instante que Jungkook comenzó a besarlo, a amansarlo, acariciándole el pecho con las manos, haciéndole saber que con él no debía estar nervioso, que con él no tenía que sentirse presionado. Lo besó profundo y, a la vez, tan suave que Jimin sentía que todo su cuerpo y mente se estaban derritiendo. Era como si el pelinegro hubiera estado preparándolo para lo que venía. Le acariciaba los brazos, recorriendo su piel con las yemas de los dedos.

Había iniciado el recorrido en sus manos, y había continuado siguiendo la línea de sus brazos, subiendo por su antebrazo, pasando a su bíceps. Luego acariciaba su hombro y surcaba suavemente la curvatura de su cuello, hasta llegar a éste, tomándolo y apretando un poco el agarre. Jungkook clavó las uñas de sus dedos en el dorso del cuello del mayor, y en respuesta recibió un tirón en su labio inferior. Jimin atrapó entre sus dientes la carne suave y la soltó con un chasquido, antes de lanzarse a besarlo de nuevo. El beso se volvió húmedo y salvaje de repente, el sabor del champagne aún chispeaba en sus labios y sus lenguas.

Las manos del rubio ya estaban sobre la tela de los jeans de su compañero, acariciando sus muslos. A Jungkook le hubiera gustado ser un poco más paciente, y dejar a Jimin explorar, pero la realidad era que había estado deseando por otra oportunidad como esa desde que habían estado juntos por primera vez, y mantener la compostura había sido un trabajo duro que ya no quería continuar.

Le dio un último beso, marcado y rudo, para luego inclinarse sobre su cuello y besar allí. La piel estaba caliente, Jungkook la sentía hirviendo contra sus labios. Le encantaba el calor humano, y le encantaba la experiencia de besar a Jimin mientras inhalaba el perfume por su nariz, adictivamente masculino, sexy y sutil. Le hacía querer tener más de él.

Jimin reaccionó con gruñidos pesados de placer al sentir mordiscos y chupetones en su cuello. No pudo hacer más que dejar caer su cabeza hacia atrás, dejando al descubierto su nuez de Adán, totalmente vulnerable, invitando a Jungkook a hacer de las suyas. El menor aceptó, dejando un recorrido de besos desde su clavícula hasta su mentón de retorno a su boca, para besarse nuevamente.

Las manos de Jimin tomaron el borde de la camiseta de Jungkook y tironeó hacia arriba. Jungkook tuvo que separar sus labios para levantar sus brazos y asíquitar la prenda, dejando su torso al descubierto. Fue el pie a que él le incitase a hacer lo mismo, así que también tomó en su posesión la ropa de Jimin, y le hizo despojarse de su camiseta, quitándosela y lanzándola a un lado. Se inclinó nuevamente a su cuello, ésta vez en la base de éste. Dejó besos allí, y bajó poco a poco por su pecho ahora desnudo a medida que Jimin se inclinaba hacia atrás para darle paso.

Con su mano derecha como suporte, y su mano izquierda al costado del cuerpo de Jimin, bajando desde su torso hasta posarse a un lado de su cintura, su boca se situó sobre uno de sus pezones. El primer contacto tuvo a Jimin tensándose y dando un respingo por el sorpresivo gesto. El calor del aliento de Jungkook le sorprendió, pero fue la humedad de su lengua rodeando el punto erógeno lo que le hizo casi saltar en su lugar. La lengua se enroscó en él y sus labios se cerraron, chupando y succionando. Repitió la acción un par de veces y Jimin ya estaba recostado de espaldas sobre el colchón, retorciéndose y con su miembro apretado aún dentro de su ropa. Sus caderas instintivamente meciéndose contra el cuerpo de Jungkook que estaba cubriendo el suyo y presionándole con todo su peso. Se encontró con el hecho de que la dureza y la fuerza del cuerpo de Jungkook le gustaban.

El menor pasó poco a poco, explorando con sus labios y su lengua las ondulaciones del abdomen de Jimin, los abdominales marcados, tensos por las olas de placer que arremetían en él.

Jimin se puso ansioso, urgido, cuando las manos ajenas deshicieron el botón de su pantalón y bajaron la prenda por completo junto con sus boxers, dejando su miembro al descubierto, orgulloso y dolorosamente erecto. Soltó el gemido que tenía atascado cuando la lengua de Jungkook se barrió por toda la superficie tensa, sensible y caliente. Desde la base hasta la punta, había sido suficiente eso para que su mente se fundiera.

La boca del pelinegro no anduvo con rodeos y fue directo al punto. Lo trabajó por completo, sin reparos. Jimin finalmente tuvo la boca de Jungkook nuevamente engullendo su miembro en profundidad, reconfortándolo con la humedad y su lengua caliente. Se sentía condenadamente bien. Jimin comenzaba a delirar.

Jungkook era atrevido, a diferencia de las mujeres que parecían querer fingir ser señoritas aún en la cama, como si sus padres pudiesen verlas y juzgarlas.

¿Pero Jungkook? Él lo daba todo. Nadie le había advertido que el chico que había conocido desde niño, iba a volverle así de loco.

Tuvo el reparo de levantar su cabeza para mirar lo que le hacía a su cuerpo. Y el contacto visual le hizo temblar. Esos ojos negros le atravesaron y le enviaban puntadas de placer que acompañaban el trabajo de esa lengua juguetona. Le había estado mirando todo ese tiempo. Apreciando sus reacciones, viendo cómo se retorcía por su culpa.

Sus labios, la forma respingada del borde superior siendo afectada cada vez que acariciaba la punta de su miembro con ellos. Brillaban por la saliva y el pre-semen.

- Eres... increíble.

Soltó, y notó cómo las comisuras de los labios del menor tiraron un poco, reprimiendo una sonrisa, y sus ojos se desviaron para acabar con la conexión intensa de sus miradas. Le había gustado el alago.

- Ven aquí... - le llamó con voz suave y pellizcando cariñosamente la piel debajo de su mentón. Jungkook no dudó en hacer caso, y se impulsó con sus brazos para luego arrastrarse nuevamente a la altura del rostro del mayor. Jimin le atrajo con la mano en la nuca y le besó antes de volver a hablar – Quiero hacerte sentir bien ... - susurró contra sus labios – dime algo que te vuelva loco...

- Tú ya me vuelves loco... - respondió, y Jimin le sorprendió pellizcándole un pezón – ouch...

- Me gusta esa repuesta, pero no era la que esperaba – le reprochó.

- Podrías intentar descubrirlo... - murmuró con un deje de risa al final. Juguetón y lindo, incluso aunque su cuerpo era grande y pesado sobre el suyo.

Jungkook se alejó, levantándose de la cama para quitarse sus pantalones. En dos segundos su ropa ya había terminado en el suelo. Los ojos de Jimin recorrieron la figura masculina hasta situarse sobre su miembro. Era algo más grueso que el suyo, y la piel enrojecida por la presión de la sangre bombeando en él, producto del placer acumulado, se veía lisa y suave. En la base, no tenía vello en absoluto. Jimin no solía afeitarse y, aunque el vello de su cuerpo no era muy pronunciado, sí tenía un leve tapizado por gran parte de su pelvis. Jungkook, por su lado, carecía de vello en absoluto. Incluso el de sus brazos era tan fino que en principio ni si quiera se notaba que estaba allí.

Jungkook se movió por la habitación así, totalmente desnudo, para buscar algo en su mochila.

El mayor levantó un poco su torso y, con sus codos sobre el colchón, no se permitió perderse ningún detalle. Los músculos de la espalda se tensaban y resaltaban con el movimiento más sutil. El torso se angostaba en la cintura, marcando una atractiva curva que terminaba en sus caderas.

Había una primera vez para todo, y esa era, sin dudas, la primera vez que asaltaba con su mirada el cuerpo de un hombre y sentía deseo.

Al darse cuenta de eso, se preguntó cómo había estado tantos años de su vida compartiendo vestuarios de baseball con chicos desnudos y jamás había pasado por su mente la idea de que algo de eso le pareciese atractivo. Pero había aparecido esta versión de Jungkook, su faceta sexual y madura, que había sido expuesta ante sus ojos. Jungkook le dio de probar un poco de ella y ahora quería más.

El pelinegro tenía en sus manos una pequeña botella de lubricante y en la otra un condón. Siempre preparado.

Naturalmente, Jimin siempre tenía preservativos consigo, pero Jungkook se le había adelantado. Siempre con actitud proactiva e independiente. No necesitaba permiso ni aprobación, él sabía lo que quería. Y, por su lado, Jimin estaba con los labios entreabiertos, jadeando, mientras veía cómo se acercaba caminando, con su miembro duro balanceándose de un lado a otro, y los músculos de sus piernas tensándose con el andar. Su abdomen plano, sus pectorales hinchados.

Entre sus piernas Jimin sentía que tenía un volcán a punto de erupcionar. Necesitaba estar contra ese cuerpo que le estaba llamando como el canto de una sirena.

Se impulsó fuera de la cama para alcanzar a Jungkook, deslizó sus manos por su cuello hasta los costados de su cara y encontró sus labios a mitad de camino.

Hasta el momento, Jimin no se había dejado llevar del todo. Jungkook lo quería libre, salvaje y rudo, y en ese momento que se levantó de la cama supo que finalmente se había soltado.

Sus cuerpos de pie se pegaron instintivamente, y las manos de Jimin que estaban en su rostro no tardaron en cambiar de posición. Entre besos de sus labios y jugueteos de sus lenguas, las manos del rubio recorrieron el cuerpo ajeno sin restricciones ni vergüenza, y Jungkook estaba perfectamente bien con ello. Eso quería, estaba entregado enteramente. Con gusto ofrecería su cuerpo a Jimin, para que lo explorara, para que sintiera cada curva, cada textura, hasta que se obsesionara y no pudiese sacárselo de su cabeza.

Cuando Jimin comenzó a besar su cuello, recorriendo cada ondulación de los músculos que se encontraban allí, sus manos tocaban los lados de su torso y bailaban por su cintura y espalda alta, escaneando la forma de su cuerpo mientras que a su vez le presionaba contra sí mismo. Sus miembros calientes se rozaban y quedaban atrapados entre sus pelvis, frotándose con fuerza en ondulaciones lentas de sus caderas que se guiaban por el ritmo de sus besos.

Las manos de Jungkook también le sostenían, eran fuertes, sus dedos delgados y largos, y cuando llegaron a su trasero, al igual que había hecho en otra oportunidad, lo presionó entre sus manos. Al recibir un gruñido de aprobación, lo masajeó con movimientos lentos.

La tensión fue subiendo, hasta que finalmente decidieron tomar el poder sobre la cama. Jungkook abrió la botella de lubricante sintiéndose ansioso. Estaba desesperado por unir sus cuerpos, por volver a sentirse.

El mayor se colocó el condón, mientras observaba cómo Jungkook se lubricaba a sí mismo.

Su pose era excitante. Se encontraba boca abajo, pero la parte superior de su cuerpo estaba volteada para lograr alcanzar su punto dulce y ver a Jimin al mismo tiempo.

Para mejorar el acceso, flexionó una de sus rodillas algo más y trabajó por unos pocos segundos sus dedos dentro de su propio cuerpo. Parte de la piel de sus glúteos brillaba por la oleosidad del lubricante.

Notó la excitación de Jimin no sólo en cómo acariciaba su propia erección, sino también en su rostro, sus ojos clavados en la mano de Jungkook, en sus dedos acariciando la zona íntima entre sus glúteos, como si no pudiese esperar más por entrar. Sus párpados pesados por el placer, su respiración entrecortada, su pecho inflándose para tomar más aire.

- Listo... - Jungkook soltó sin aliento, el corazón latiendo como loco en su pecho. Nuevamente estaba en esa situación con Jimin, el chico había amado y admirado mientras crecía.

Cuando Jungkook abrió un poco más sus piernas y levantó su trasero, fue la señal para que Jimin se arrastrase de rodillas más cerca de él. Acercó sus caderas a Jungkook, direccionó su miembro, conectando la punta con el orificio que lograba ver mientras el menor mantenía la misma posición que antes; una pierna flexionada y otra estirada, y su torso girado en su dirección para no perderse de nada.

El rubio se empujó dentro de él, su erección abriéndose paso sin problemas, resbalando por el lubricante y siendo bienvenida por el calor abrumador de ese cuerpo grande y fuerte. Soltó una exhalación al llegar al fondo y cerró sus ojos, dejándose envolver por el sentimiento de satisfacción al lograr lo que tanto había estado esperando. Había estado fantaseando con ese momento, donde su cuerpo volviese a unirse con el de Jungkook. Jungkook, ese chico con el que jamás hubiese imaginado llegar a esa instancia, a tener sexo, ahora estaba entregando su cuerpo al suyo, a sus manos.

Volvió a abrir sus ojos y le contempló una vez más. Cabello revuelto, ojos entrecerrados, boca suavemente entreabierta y su respiración superficial. Su torso estaba ahora más de costado que de frente, así que con su mano derecha, Jimin acarició su espalda baja, y con la otra mano sobre su cadera, se sujetó firmemente a su cuerpo para comenzar a mover sus caderas. Comenzó lento. Encontraría, efectivamente, el ángulo perfecto para lograr ver cómo Jungkook se deshacía sobre el colchón.

Mientras se movía contra su cuerpo, no perdía ningún pequeño gesto. Sus ojos recolectaban información como si no quisiesen perderse de nada. Era Jungkook, era quien no había logrado quitarse de la cabeza desde esa primera noche que se habían emborrachado y decidido romper con la barrera fraternal que siempre había existido. Borraron esa línea limitante y allí estaban, buscando placer, explorando el lado lujurioso de ambos y hasta dónde eran capaces de llegar.

Jimin se inclinó un poco hacia delante, levantó sus caderas y reacomodó la posición de sus rodillas con la intención de cambiar el ángulo. Apoyó todo su peso sobre sus manos, sus dedos aprensándose a la cintura del pelinegro y hundiéndose en su piel. Podía hacer eso porque se trataba de un hombre y sabía no iba a lastimarle.

Entonces, empujó lentamente asegurándose de que Jungkook sintiese cada centímetro de él, la dura intrusión surcando en su interior. Y cuando se empujó al final, Jungkook gimió alto y estrangulado. Era ahí, lo había encontrado. No tardó en alejar sus caderas un poco, sin salir del todo de su cuerpo, para repetir el movimiento otra vez. Así, fue premiado por otro gemido y un apretón involuntario sobre su erección. Una punzada de placer y calor se extendió desde su miembro hasta su vientre, a partir de allí supo que no iba a lograr parar.

Su prioridad había sido encontrar la posición exacta en la que Jungkook pudiese sentirse bien, por lo que una vez que la encontró volvió los movimientos más rápidos y fuertes.

Era fácil buscar su propio placer y follar hasta lograr terminar, pero nunca había sido el estilo de Jimin. Ni con las mujeres, ni mucho menos lo sería con Jungkook. Su propio cuerpo estaba en llamas, y quería incendiar el de Jungkook también.

Había tenido por semanas la imagen del cuerpo de Jungkook en su cabeza. De su espalda, de su cintura, de sus piernas, y también de su boca. Pero también, había tenido en mente sus ojos, su risa, la forma segura con la que siempre caminaba o se sentaba, y la actitud que más le había dado confianza toda la vida. Le había estado pensando tanto, dando miles de vueltas, subidas y bajadas dentro de su mente que, si pensaba que no podía tener a Jungkook más incrustado en su pecho, al final sí había sido posible. Como una astilla que si con el tiempo no intentas quitar, se entierra más profundo en tu piel.

Se inclinó hacia delante, urgido por acercarse, y deslizó su mano izquierda por el pecho del pelinegro, pasando por su cuello y llegando al borde de su mandíbula. Lo sujetó, le giró el rostro y le besó los labios. Ahogó en su boca sus gemidos, buscó su lengua porque ni si quiera lo profundo que podía llegar en su cuerpo le era suficiente.

La esperada sensación de urgencia comenzó a elevarse. La necesidad por llegar al clímax se volvió desesperante y pudo notarlo en Jungkook también, quien con sus brazos extendidos a cada lado de su cabeza retorció las sábanas entre sus manos. Su boca formando una "o" ya no podía seguir el ritmo de los besos, su cuerpo se movió impaciente, la pierna que había mantenido flexionada se había elevado para exponerse aún más a las caderas de Jimin quien empujaba en él una y otra vez acelerando el ritmo con cada minuto.

"Sí, sí, sí", fue todo lo que Jungkook pudo decir mientras el placer escalaba dentro y le llenaba el estómago de cosquillas.

Por su lado, Jimin se sentía al borde de desplomarse. La imagen de Jungkook desesperado por aliviarse y la presión de su cuerpo en su miembro le estaban matando. Ese hombre, que había conocido desde pequeño, que de adolescente se había visto humillado públicamente por querer experimentar y encontrar su propia identidad, quien había sido juzgado por sus padres, se había vuelto alguien fuerte e independiente que disfrutaba de su sexualidad. Era otro punto sumamente atractivo.

Sus palmas serpentearon por el cuerpo esculpido, la piel sudada ayudando que resbalaran, hasta deslizarse por sus brazos y llegar a las manos que sujetaban en puños las sábanas. Jimin buscó con sus dedos las manos de Jungkook hasta que éste soltó el agarre de la tela y ambos entrelazaron sus dedos.

Sus rostros estaban pegados, la nariz de Jimin contra el pómulo de Jungkook y sus labios besando perezosamente su mejilla.

Adoraba a Jungkook. Adoraba toda su historia y adoraba el hombre en el que se había convertido.

Mientras que al principio había sentido nervios, Jungkook simplemente había logrado que lanzara todo eso a la basura y que disfrutara, que recordara que se trataba de alguien que nunca le juzgaría, que siempre le daría la confianza que a veces olvidaba que tenía.

Cuando los gemidos de Jungkook comenzaron a elevarse, y las súplicas se arrastraron fuera de su boca, continuó con el ritmo de las embestidas hasta que ambos lograron liberarse. Llegaron al orgasmo con unos pocos segundos de diferencia y ambos se desplomaron. Jungkook desarmó su posición al mismo momento que Jimin salió de su cuerpo y se relajó para recostarse sobre su cuerpo sin miedo de aplastarle, su cuerpo era duro y resistente.

Mientras Jungkook intentaba recuperar el aire, Jimin le miraba mientras le acariciaba el pecho, consolando el cansancio y el placer que le habían dejado abatido. Quería besarlo más, pero sabía que tenía que darle su espacio o sería algo raro que estuviese tan encima de él luego del sexo.

Se separó, simplemente recostándose a su lado cubriéndose a ambos con las sábanas y frazadas porque, con el paso de los minutos, sus cuerpos se enfriarían.

Jungkook giró su rostro hacia él, sus párpados algo pesados por la bruma del post-sexo, y le soltó una suave sonrisa que le hizo sentir esa familiaridad y seguridad que siempre le hacía sentir.

- ¿Ya se te fueron los nervios...? – preguntó, su sonrisa ensanchándose. Jimin se rio y asintió con la cabeza, su mejilla frotándose contra la mullida almohada.

- Sí, ya no estoy nervioso – aseguró.

- Genial... - respondió bajito.

Ambos se miraron por un rato, sin decir nada. Ante el silencio y sus miradas conectándose, Jungkook se levantó sobre uno de sus codos, y se inclinó sobre Jimin para besarle la mejilla, sin embargo, el mayor corrió su cara y encontró su boca. El beso fue corto. Jungkook se separó de él y le sonrió.

- Descansa – le dijo, y cuando estaba por volver a recostarse, Jimin le detuvo con una mano en su nuca, y lo volvió a acercar.

Juntaron sus labios en un beso simple, sin lengua ni chasquidos, solo el contacto por unos segundos más que antes.

- Tú igual, descansa – le deseó el mayor al separarse, quien no había sido consciente de lo tan fuerte y rápido que el corazón de Jungkook bombeaba en ese momento.

Jungkook se recostó, decidido a dormir, también sin saber que el corazón de Jimin latía igual que el suyo.

Por un buen rato, el mayor no logró despegar sus ojos del pelinegro, debatiéndose de si aceptaría ser abrazado, o si quiera si no le molestaba que acercara su cuerpo y durmieran el uno con el otro. Tal vez prefería tener su espacio, pero Jimin quería estar más cerca, quería que Jungkook lo acariciara y dormirse de esa manera. Quería abrazarlo y relajarse hasta que sus ojos se cerraran.

Pero no se animó a hacerlo.

Ambos se durmieron profundamente sin darse cuenta en qué momento lo habían hecho.

Al llegar la mañana, el alba recibía a Jimin con el reflejo del sol que aún no había salido del horizonte. Su cuerpo, principalmente sus manos, buscaron la presencia del otro cuerpo a su lado. Esperaba sentir el calor familiar, pero no lo encontró. Abrió sus ojos y el espacio a su lado estaba vacío. Automáticamente se sentó en la cama para mirar a la habitación, y se alivió cuando encontró lo que buscaba.

Jungkook estaba apoyado contra uno de los muebles de la habitación, mientras bebía un vaso de agua. Tenía sus ojos negros apuntando a los suyos, como si hubiera estado mirándole desde hacía rato. Jimin le sonrió, y Jungkook dejó el vaso sobre el mueble a sus espaldas. Estaba semidesnudo ya que tenía sus bóxers puestos, pero su cuerpo estaba en perfecta exposición, sus piernas musculosas a pesar de su postura relajada, al igual que sus brazos. Su torso un poco encorvado por la posición, sus abdominales y pecho marcados. Había llegado a la instancia donde podía estar seguro que, definitivamente, le gustaba el cuerpo de Jungkook, le gustaba cómo se veía, le parecía atractivo, aunque siempre había adorado el cuerpo femenino. Tal vez, simplemente había descubierto algo tarde que también le podían gustar los hombres, o quizás sólo era Jungkook, eso no lo había dilucidado aún, pero tampoco tenía prisa. Sólo sabía que le gustaba lo que veía y a quién veía. Sabía que le gustaba tanto Jungkook por su sonrisa y personalidad, como también le atraía su cuerpo. Sabía que, aunque la tela de sus bóxers tapaba su intimidad, Jimin no se privaba de mirar y desear ver a Jungkook sin nada puesto.

Nunca había sido el tipo de hombre con masculinidad frágil, pero tal vez el hecho de que se tratase de Jungkook había ayudado. Nunca hubiera podido sentir rechazo al cuerpo de Jungkook, aunque fuese hombre. En realidad, era imposible para él rechazar cualquier cosa que viniera del pelinegro.

Tal vez no lo decía a menudo, pero lo quería con cada fibra de su corazón. Ya no era posible decir que lo veía como un hermano, realmente había dejado de ser así dado que su relación mutó, pero sí lo seguía viendo como familia, de la manera que una persona ve a alguien que es indispensable en su vida, como si no pudiese vivir sin ella.

- ¿Qué haces despierto tan temprano? – Jimin le preguntó, volviendo a acostarse.

- Tengo el hábito de beber agua por la mañana, siempre tengo una botella de agua en mi mesa, pero hoy fue la excepción.

Jimin miró la mesa de noche del hotel, y sólo había un vaso de champagne. Lo primero que cruzó por su mente fue que, a diferencia de Jungkook, él hubiera elegido el champagne sin dudarlo. Con el pensamiento, su lengua comenzó a necesitarlo. Se distrajo del impulso volviendo su atención al menor.

- Oh, no sabía eso de ti.

- Hay muchas cosas que no sabes – soltó Jungkook con tono sugerente. Jimin alzó sus cejas en una expresión llena de interés.

- ¿Si? ¿Qué más?

- Como que... me gusta leer literatura erótica de vez en cuando.

- ¿En serio? – fue lo primero que salió de su boca. Jungkook se rió, probablemente pensaba que estaba bromeando – Quiero decir, me parece genial, pero sí, realmente no lo sabía.

- Bueno, ahora lo sabes. Me gusta ese tipo de libros, que se vuelven ardientes sin perder el romanticismo.

- ¿Eres romántico? – preguntó curioso. Jungkook lo pensó un rato y se encogió de hombros, sus manos estaban contra el borde del mueble detrás de él, el tatuaje de su brazo derecho se lucía como una pieza de arte sobre su cuerpo. Contrastaba con el resto de su piel suave y blanquecina.

- Creo que un poco, sí.

- Es interesante – admitió. Luego pensó unos segundos lo que iba a decir, decidiendo que sería injusto no revelar algo de sí mismo – Bueno, también hay cosas que no sabes de mí.

- ¿Cómo cuáles? – la sonrisa de Jungkook le hizo saber que el juego le gustaba.

Honestamente, había demasiadas cosas que Jungkook no sabía de él, algunas eran sólo tonterías, pero otras eran serias. Cosas que tal vez, con el tiempo, tendría el coraje para compartírselas.

- Hmm... - murmuró pensativo – como que me gusta acurrucarme, por ejemplo.

Jungkook alzó una ceja, su sonrisa ampliándose.

- ¿Es eso una indirecta?

- Tal vez... - jugueteó – sí.

El menor se rio y negó con su cabeza, era una forma muy "Jimin" de decir que quería ser abrazado.

- ¿Sabes qué he descubierto de ti?

- ¿Qué?

- Que a veces quieres cosas... pero no las pides, ni tampoco vas por ellas directamente, lo expresas luego de un tiempo, como después de haberlo meditado un rato.

El mayor se sintió sorprendido por el análisis a su personalidad, porque no había sido consciente de ello.

- Es espeluznante cómo siempre tienes razón... - soltó con una risa. Jungkook sonrió con actitud engreída, había acertado.

- Tal vez, querías acurrucarte ni bien terminamos...

- Sí... - admitió.

Jungkook no tardó ni un segundo más en caminar hacia la cama y meterse dentro de las sábanas otra vez. Jimin se sintió ansioso, pero aliviado de poder tener lo que quería. Entonces, el menor se arrastró hacia él, rodeó su torso con sus fuertes brazos y besó su cuello para hacerle saber que también le gustaba acurrucarse. Jimin soltó un ronroneo, gemido placentero, disfrutando del confort que le daba el calor y el aroma del chico encima de él.

- ¿Por qué simplemente no lo pides? – Jungkook preguntó. Rozó su nariz contra su cuello, mientras Jimin apretaba su cuerpo entre sus brazos y sus manos le acariciaban la espalda desnuda – Pídeme lo que quieras y te lo daré...

- No me malcríes... es un grave error – soltó, provocando que Jungkook riera. La risa haciéndole cosquillas en su cuello.

- Te gusta la idea.

- Mentiría si dijera que no...

Jungkook se encargó de apretarse más contra él y de entrelazar sus piernas. Cuando era adolescente había soñado con aquella escena como un millón de veces, e incluso aunque lograba sentir el cuerpo y el calor de Jimin contra él, seguía dudando de si tal vez estaba dormido y soñando.

Durmieron algunos minutos más de esa manera, hasta que el pitido de la alarma del celular del mayor interrumpió la calidez y comodidad del momento.

Ninguno de los dos quería salir de la cama, mucho menos separarse el uno del otro. Mientras seguían abrazados, ambos rieron por lo bajo, siendo evidente que ninguno de ellos quería moverse, pero aún debían ducharse y desayunar.

- ¿Quieres que nos duchemos juntos? – el menor quiso saber, mirando a Jimin por un momento, sin despegarse de su cuerpo aún. El contrario lo miró con una sonrisa, y se lo pensó por un segundo.

- Creo que tardaremos más si hacemos eso.

- Tienes razón – reconoció, porque probablemente harían de todo menos ducharse.

Con mucho pesar se separó de Jimin, levantó la ropa que había quedado tirada en el suelo y desapareció por la puerta del baño, cerrándola tras él.

Jimin esperó a que saliera mientras bebía una copa de champagne y surfeaba por sus redes sociales.

Una vez que ambos se habían duchado, sus cuerpos estaban frescos y limpios. Se vistieron y atacaron el desayuno que pidieron al servicio de la habitación.

Mientras ambos estaban sentados en los sillones junto a una mesita que estaba en una de las esquinas de la habitación, Jungkook tenía algunas dudas dando vueltas en su cabeza. Revoloteaban generándole incomodidad. Decidió que ese mismo momento, donde ambos estaban relajados comiendo tostadas con huevos revueltos y café, era la situación perfecta para conversar de aquello que le inquietaba.

- Jimin... - comenzó, mientras comía algunas fresas que les habían traído con el desayuno. No quería sonar demasiado serio, pero era algo importante que necesitaban aclarar cuanto antes – Esto... ¿qué significa para ti? – finalmente hizo la pregunta que había querido hacer hacía ya un tiempo. Jimin, por su lado, le miró por encima de su taza de café, había estado por beber un sorbo hasta que la pregunta de Jungkook le detuvo – Lo que estamos haciendo, nosotros, ¿qué significa?

- Yo... no sé realmente – concluyó. No era lo que Jungkook hubiese deseado escuchar, y Jimin lo había notado, lo que hizo que volviese a hablar rápidamente – Me gusta esto, pero si te soy honesto, no busqué darle un nombre, no sé si lo tenga, de hecho.

- Sí, entiendo... ninguno de los dos esperaba que sucediera esto – dijo, estando de acuerdo – Pero, creo que es importante, ahora que hemos llegado a este punto, estar seguros de cómo seguir y de qué queremos de esto – explicó, a lo que Jimin asintió mientras le oía con atención. Su postura había cambiado, ya no se veía relajado ni tampoco seguro, parecía haber vuelto a sentirse un poco dubitativo – Yo quisiera saber qué es lo que quieres de esto. Entiendo que no sueles estar en relaciones serias, así que...

Jimin entendía perfectamente por dónde iba la conversación y las intenciones de Jungkook de aclarar las cosas. Y era coherente querer aclarar qué tipo de relación tenían, o más bien, qué tipo de relación querían.

No, Jimin no solía ir en serio con nadie, no quería el compromiso, no quería tener la responsabilidad para con otra persona porque no estaba seguro de poder cumplir con las expectativas. No las había cumplido en el pasado, para empezar. Pero Jungkook era algo serio para él.

Dentro del silencio que les envolvió por un instante, Jimin miró en la habitación mientras buscaba las respuestas en su cabeza. Sus ojos cayeron sobre la botella de champagne que él había terminado hacía media hora atrás, mientras el pelinegro se duchaba. Había logrado cambiar muchas cosas, podía reconocérselo sin ser tan duro consigo mismo, pero otras parecían imposibles de revertir o hacer desaparecer. No quería que eso terminase arruinando a una de las mejores personas que tenía en su vida.

Volvió la mirada a Jungkook, y éste esperaba pacientemente por una respuesta.

- No, las relaciones serias no son lo mio, pero no diría que lo que tenemos no es serio. Lo es, es importante, y me gusta esto. Me gusta la manera en la que somos, y es eso mismo lo que me hace pensar que no quisiera que nos pongamos una etiqueta. No quisiera que esto pudiese venirse abajo, ¿entiendes? Como dije hace tiempo, no quiero que cambiemos, que no nos demos cuenta y en algún momento nuestras acciones afecten al otro al punto que comencemos a tener problemas.

Era cierto, era justamente el punto del compromiso. Cuando te comprometes con alguien, oficializas la relación y automáticamente compartes tu vida e identidad con alguien más. Jungkook era el tipo de persona que deseaba asentarse, le gustaba la estabilidad emocional, y mentiría si dijera que no quería que Jimin fuese su novio, pero recordó la razón por la cual no quiso volver a tener una relación oficial con alguien, y era porque le había costado demasiado caro. Se había obsesionado, se había vuelto dependiente y, cuando Yugyeom no había sentido lo mismo que él, y le había traicionado, sintió que su mundo se había derrumbado.

Jimin no quería que hubiese nuevos elementos que pudiesen interponerse en su relación. Y pensándolo mejor, Jungkook tampoco. Después de todo, estaba acostumbrado a que Jimin fuese un inalcanzable. Y ahora que lo había alcanzado, simplemente tenía que recordarse que debía quererle así, de la manera en la que era, libre, sin esperar que pudiese ser su novio jamás.

- Sí, tienes razón... - Jungkook siguió comiendo, y mientras masticaba su desayuno, también masticaba sus pensamientos.

- ¿Estás de acuerdo? O... ¿quieres algo diferente de esto?

- No, estoy de acuerdo. Tampoco quiero que nos olvidemos de quiénes somos desde el principio, y que olvidemos lo que es importante.

Sí, ambos estuvieron de acuerdo, por lo que continuaron comiendo.

Al terminar, Jungkook comenzó a prepararse para la universidad, y Jimin le miraba de a ratos, pensando en la conversación que acababan de tener. Pensó que si él hubiera sido diferente, o tal vez en otra vida donde se permitiera tener pareja, Jungkook sería a quien elegiría. 

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Al fin cap nuevo 😌 Espero les haya gustado. Intentaré no tardar tanto la próxima! 💘

Que tenga un buen inicio de mes. Gracias por la paciencia en mis actualizaciones lentas 🥺 Nos leemos!

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