Capítulo 9
Volkov se encontraba en una habitación bañada por una luz dorada, cálida y reconfortante. Las paredes estaban decoradas con dibujos infantiles y fotografías familiares, capturando momentos felices y sonrientes. Había juguetes esparcidos por el suelo, y el ambiente olía a flores frescas. Kiara, con su cabello dorado y unos ojos grandes y curiosos, estaba frente a él, tambaleándose sobre sus pequeñas piernas bajo la atenta mirada de su padre, la misma que le expresaba un amor indescriptible, sintiendo una conexión profunda con la niña que se reflejaba en su sonrisa. Kiara dio un paso, luego otro, con sus bracitos extendidos para mantener el equilibrio.
— ¡Papá! — exclamó apenas con una voz llena de emoción y logro.
— Muy bien, Kiara, muy bien pequeña — respondió el alfa mientras se arrodillaba y extendía sus brazos hacia ella — esa es mi pequeña princesa — continuó mientras que sus ojos brillaban con orgullo y amor mientras la alentaba con una voz cálida.
La pequeña avanzó hacia él, su risa burbujeante llenaba la habitación hasta que Volkov la atrapó en sus brazos, levantándola y girando con ella en el aire, ambos riendo juntos. En ese momento, todo era perfecto; la felicidad era tangible, como una burbuja que los envolvía.
Pero entonces, todo comenzó a cambiar. La luz cálida se volvió fría y azulada, las paredes comenzaron a desvanecerse y el sonido de la risa de Kiara se desvaneció. Volkov sintió un nudo en el estómago, una sensación de pérdida que lo dejó helado. Miró a su alrededor, buscando desesperadamente a su hija, pero la habitación estaba vacía.
— Kiara, ¿dónde estás? — gritó, pero voz sólo resonó en un vacío.
Corrió hacia donde minutos antes su hija había dado sus primeros pasos, pero ella no estaba allí. Al igual que las fotografías en las paredes comenzaron a desvanecerse, borrando los rostros y momentos que una vez estuvieron llenos de vida.
De repente, una puerta se abrió con un chirrido en el extremo opuesto de la habitación. Volkov corrió hacia ella, mientras que su corazón latía con fuerza. Al cruzar el umbral, se encontró en un largo pasillo oscuro. Las paredes eran frías y sin vida, y un viento helado soplaba a través de él. A lo lejos, escuchó el llanto de Kiara, pero de una manera diferente, un tanto distorsionada.
— ¡Kiara! — gritó, corriendo a toda velocidad por el pasillo. Sus pasos resonaban en el suelo de baldosas, y su respiración se volvió más agitada con cada segundo que pasaba.
A medida que corría, las luces del pasillo comenzaron a parpadear, sumergiéndolo en la oscuridad intermitente. El llanto de Kiara se hizo más fuerte, pero también más desesperada, lo que hizo que Volkov sintiera el pánico apoderarse de él.
— ¡Kiara, por favor! — gritó pero su voz cada vez más se quebraba.
Le tomó unos minutos que para él fueron eternos, pero finalmente, llegó al final del pasillo, donde una puerta cerrada lo esperaba, aquella que sin pensarlo abrió de golpe. Solo para encontrarse con una escena mucho peor.
La habitación al otro lado era un contraste con el pasillo; estaba completamente blanca, vacía y sin ventanas. En el centro de la habitación, de espaldas a él, estaba Kiara, pero para su sorpresa también se encontraban allí Sammy y Horacio. Pero algo no estaba bien.
— ¿Horacio? — lo llamó con temor mientras que se acercaba a este — ¿Cómo llegaron aquí?
Preguntó mientras observaba ahora la silueta del omega, arrodillado en el suelo con las manos atadas mientras que sus cachorros estaban de igual forma a ambos lados de este. Cuando finalmente estuvo lo suficientemente cerca, extendió una mano temblorosa para tocar su hombro. Sin embargo, en el momento en que lo hizo, comenzó a escuchar otras voces a su alrededor.
— ¿Pensaste que no los íbamos a encontrar?
— Que ingenuo
— Venganza
— ¿Quienes son?, Den la cara — habló el ruso en alto pero a pesar de que observaba por todos lados, solo él y su familia se encontraban allí.
— Предательство оплачивается предательством (la traición se paga con traición) — escuchó el ruso como si le murmurasen en el oído.
Seguido a esto el sonido de un disparo y el llanto de sus cachorros. Al voltearse nuevamente hacia ellos, vio el cuerpo de su omega y sus cachorros en el suelo.
— ¿Horacio?, ¿Niños? — los llamó pero cuando intentó tocarlos estos desaparecieron.
— Esto es por tu culpa — escucho ahora la voz de Horacio, al mismo tiempo que el llanto de los niños y diferente palabras en ruso por parte de las mismas voces que antes — tú nos causaste esto.
— Papá, no nos abandones — escuchó la voz rota de su hijo — no nos dejes de nuevo.
— Papá, tengo miedo — se escuchaba en un tono leve y aterrada la voz de Kiara — papá no dejes que me lleven, quiero estar contigo, papá ellos me asustan.
— ¡Kiara! ¡Kiara tranquila! — respondió mientras que la desesperación lo terminaba de consumir — Papá está aquí.
Pero la voz de la niña había desaparecido, al igual que todas las demás dejando a Volkov solo en la fría y vacía habitación blanca. La sensación de pérdida y vacío lo inundó, y se cayó de rodillas, el pecho pesado con una angustia incontrolable.
Fue entonces cuando todo se oscureció, y Volkov despertó sobresaltado en su cama, empapado en sudor, su respiración agitada. El eco de sus propios gritos aún resonaba en su mente, y el pánico lo envolvió como una manta. La pesadilla se sentía tan real, tan vívida, que le costaba separar la realidad del sueño.
Su corazón martillaba en su pecho y su respiración aceleraba cada vez más. Sentía su camiseta pegajosa de sudor y su cuerpo temblando. La habitación estaba sumida en una penumbra inquietante, con la tenue luz de la luna filtrándose a través de las cortinas.
Mientras su mente se aclaraba, las imágenes de la pesadilla seguían frescas y vívidas, como si se hubieran grabado a fuego en su conciencia. Se sentó en la cama, llevando una mano a su pecho, intentando calmar los latidos frenéticos de su corazón.
— Necesito saber si están bien — dijo para sí mismo para luego sin pensarlo tomar su teléfono de la mesita de noche con manos temblorosas y marcó el número de Horacio.
— ¿Volkov? — escuchó la voz de Horacio al otro lado de la línea — ¿Qué ocurre?, ¿Estás bien? — preguntó sin ocultar la preocupación en su voz.
— Yo... — intentó encontrar las palabras mientras cerraba sus ojos — tuve una pesadilla y... fue muy... muy real... — dijo finalmente, su voz apenas un susurro. — Era sobre Kiara. No podía encontrarla, Horacio. Desapareció y... no podía encontrarla. Luego estaban Sammy y tú, y hubo un disparo y ellos lloraban... y Kiara me pedía que no la dejara, tenía mucho miedo — comenzó a decir mientras hiperventilaba al recordarlo — solo necesito ver a los niños...
Horacio guardó silencio por un momento, procesando lo que Volkov había dicho. Ese sueño hizo que Volkov recordaste el nombre de Kiara... que el amor y lado protector que siempre había tenido por sus cachorros y familia, regresara. El omega no podía estar más que sorprendido por la forma tan extraña en la que la vida le devolvía sus recuerdos a su esposo.
— Los niños están bien... — respondió con calma pues sabía que la situación era delicada y comprendiendo la angustia del alfa — están durmiendo, son las tres de la mañana — dijo suavemente, tratando de razonar con él — puedo quedarme contigo en el teléfono hasta que te sientas mejor, pero no iré a despertarlos, me costó mucho que se durmieran... — fue sincero.
Volkov solo se mordió el labio, luchando contra las lágrimas que amenazaban con brotar.
— Por favor, Horacio, necesito verlos. Solo... necesito saber que están bien — finalizó dejando las a un silencio prolongado al otro lado de la línea, seguido por un suspiro profundo.
— Está bien... — dijo Horacio finalmente, su voz suave y comprensiva — activa tu cámara, haré lo mismo con la mía y así podrás verlos dormir ¿Te parece bien?
— Sí, eso estaría bien — Volkov asintió a pesar de que Horacio aún no podía verlo — gracias... — respondió con voz entrecortada, sintiendo una mezcla de alivio y culpa por haber perturbado a Horacio en medio de la noche.
El omega activó su cámara al mismo tiempo que el ruso. Aquello le permitió al alfa apreciar por breves momentos el rostro cansado del moreno y su cabello algo despeinado antes de que este se percatara y volteara la cámara.
Horacio hizo como si este detalle no hubiese ocurrido y por alguna extraña razón se sintió nervioso de que su esposo lo haya visto brevemente en ese estado. Cosa que no tenía sentido puesto que lo había apreciado incluso más desarreglado que en ese momento. Por lo que omitió esa línea de pensamientos y se levantó de la cama y caminó hacia la habitación de su primogénito.
— Llevan varios días durmiendo juntos en la habitación de Sammy — le informó Horacio por lo bajo — suelen pasarse conmigo a mitad de la noche, pero hoy fue un día complicado...
Dejó el resto de la información en el aire una vez ingresó y se acercó a la cama del mayor de sus hijos y los enfocaba en la pantalla.
— Ahí están... — le dijo con una sonrisa que si bien el ruso no pudo apreciar, no le fue difícil de imaginar.
Mientras Volkov observaba a sus pequeños y sentía que su corazón volvía a latir en su pecho, Horacio disfrutaba de ver el rostro de su esposo y cómo este se relajaba conforme observaba los rostros de sus cachorros, tan tranquilos y ajenos a la tormenta emocional que él estaba atravesando. Horacio no pasó por alto el momento en el que los ojos del alfa se llenaron de lágrimas al verlos, pero que sabía eran parte del alivio inmenso que este sentía al saber que estaban bien, seguros y en paz.
— Gracias, Horacio — susurró luego de varios minutos, aún con su voz rota por la emoción mientras que el omega se movía de vuelta a su habitación — lo siento mucho por despertarte. Es solo que... fue tan real, y me asusté tanto...
— No te disculpes... — respondió Horacio con suavidad, su voz llena de compasión — entiendo lo difícil que es para ti. Solo quiero que sepas que estamos aquí para apoyarte, sin importar qué...
El omega hablaba con esperanza y tranquilidad. Había pasado una semana desde la última vez que se habían visto y discutido en el hospital. Cuatro de ellos el omega los había pasado en el cuarto del hospital y los siguientes tres, en su hogar. Por lo que el contacto que había tenido con Volkov en esos días había sido nulo. El alfa ni siquiera había ido a trabajar, así que lo poco que este sabía de él era por pequeños mensajes que había intercambiado con su cuñada.
— Sí, lo sé. Y lo aprecio mucho — murmuró el alfa sacándolo de sus pensamientos mientras que en su mente repasaba la imagen de sus cachorros y cómo estos respiraban tranquilamente, con sus pequeños pechos subiendo y bajando rítmicamente.
Horacio mientras tanto guardó silencio por un momento, dándole a Volkov el tiempo que necesitaba para calmarse.
— Luego, si te sientes mejor, podemos organizar que los vengas a ver — propuso con miedo de la reacción que esté tuviese al respecto — pero por ahora, quiero que intentes descansar. Sabes que están seguros conmigo...
— Tienes razón — admitió con un leve asentimiento a esto último y obviando por completo lo primero dicho por el omega, cosa que este no pasó por alto — Debería descansar... gracias de nuevo Horacio...
— Descansa — dijo el omega antes de cortar la llamada.
Horacio se recostó en su cama nuevamente, con el teléfono ahora en su pecho mientras que analizaba lo que había ocurrido. Sabía que para su esposo no estaba siendo fácil tampoco, pero le dolía que durante esos siete días no hubiese mostrado ningún tipo de interés en comunicarse con él o preguntase por los niños.
— Todo es mi culpa... — dijo para sí mismo por lo bajo el omega — lo arruiné todo en el hospital...
Se continuaba culpando a sí mismo aun cuando había luchado para convencerse y procesar que aquello no había sido culpa de nadie.
— Espero que mañana no ocurra nada malo... — dijo recordando que tanto él como su alfa, debían regresar al día siguiente a la sede para mínimamente trabajar en la oficina — necesito que todo vuelva a ser como antes...
Dijo mientras paseaba su mano por su vientre que aun no lo dejaba en evidencia de su actual estado. Llevaba tres meses de embarazo y de no ser por aquel accidente... no sabría aún que tenía otro cachorro que cuidar y proteger. Solo esperaba que para el momento en que su vientre comenzara a crecer y la fecha del nacimiento se acercase, ya tuviese a su esposo de vuelta.
~•~•~•~•
A la mañana siguiente, el omega no había conseguido dormir mucho más. Luego de que finalizó la llamada con su esposo, luchó varias veces para conseguir el sueño pero sólo lo lograba por pocos minutos. Así que se levantó de la cama un poco más temprano de lo usual y comenzó a preparar el desayuno y alistar las cosas de la escuela y preescolar de sus cachorros. Al finalizar fue a despertar a sus pequeños y junto a ellos tomaron asiento en la mesa para desayunar. Sin embargo, lo que pasó luego de esto, dejó al omega sorprendido.
—Papi... — dijo Sammy con voz firme, aunque un leve temblor en su tono delataba su nerviosismo — quiero hablar contigo...
Se le acercó su pequeño de casi seis años, que a pesar de su nerviosismo, en sus ojos se veía una determinación inusual para su edad. Por lo que el omega dejó de lado los platos que estaba lavando con cuidado de no lastimar su brazo aún levemente herido.
— Claro, Sammy — respondió prestándole su atención — ¿te parece si vamos al sofá? — preguntó suavemente y este asintió.
Padre e hijo se dirigieron a la sala de esta mientras que el omega tomaba a su hija más pequeña con cuidado en sus brazos para llevarla con ellos al sofá. Una vez allí, la pequeña Kiara se recostó en el pecho de este, abrazándolo mientras que Sammy a un lado de éste lo observaba. Horacio por su parte acariciaba el cabello de la pequeña con su brazo bueno, esperando a que su hijo mayor comenzara.
— Yo sé que estás herido y que necesitas tiempo para recuperarte — comenzó mientras que sus pequeñas manos jugaban entre sí nerviosamente — y también sé que papá... no nos recuerda todavía — mencionó recordando las palabras que su tío Greco le había dicho hace unos días — pero Kiara y yo necesitamos a alguien que nos cuide, y tú necesitas descansar...
Horacio sintió un nudo formarse en su garganta mientras escuchaba las palabras de su hijo. Quería decir algo, pero la voz de Sammy seguía firme.
— Por eso he decidido que ahora yo te voy a cuidar a ti y a Kiara. Voy a hacer todo lo posible para que no tengas que preocuparte por nada mientras te recuperas. Puedo ayudarte con el desayuno, ayudar a Kiara y protegerla en las noches para que no tenga miedo. También puedo asegurarme de que no ensuciemos mucho mientras los tíos nos cuidan y tú trabajas — sus ojos se llenaron de lágrimas, pero Sammy no las dejó caer — sé que no puedo hacer todo, pero quiero que sepas que estoy aquí para ayudarte — finalizó con aquellas palabras que tantas veces había escuchado a sus padres prometerse.
Horacio sintió que sus propios ojos se llenaban de lágrimas ante la valentía y el amor de su hijo. Con cuidado, extendió su mano herida para que este se le acercase y poder darle un abrazo.
— Sammy... — dijo con voz quebrada — eres un chico increíble. Estoy muy orgulloso de ti. Pero quiero que sepas que no tienes que cargar con esa responsabilidad.
Regla #6: Escuchar y apoyar emocionalmente estando siempre disponible para que estos expresen libremente sus sentimientos y preocupaciones.
Sammy asintió lentamente, dejando que algunas lágrimas rodaran por sus mejillas.
— Lo sé, papi... — respondió esté aún sin separarse de él y su hermana — pero quiero ayudarte.
Horacio asintió, conmovido mientras lo abrazaba con más cariño mientras lo sostenía, sentía una mezcla de tristeza y orgullo, pero sobre todo, una profunda gratitud.
— Escúchenme bien ambos — los separó para poder observar a sus pequeños — su padre ha estado pasando por mucho, está algo enfermo y por eso no ha estado con nosotros en casa por un tiempo...
— ¿Pero volverá? — preguntó Kiara — lo extraño...
— Volverá — afirmó — sólo que parte de su... enfermedad lo ha hecho olvidar algunas cosas... algunas personas...
— Y por eso no se acordaba de nosotros en el hospital — finalizó Sammy pues recordaba aún la conversación que había tenido con su tío Greco.
— Así es — afirmó el omega — así que la próxima vez que lo veamos, intentemos ayudarlo con mucho amor para que su cabeza sane y nos recuerde, ¿les parece?
Finalizó mientras los abrazaba con una sonrisa y estos le correspondían mientras asentían. Quizás Sammy ya había recibido explicación por parte de su tío y Kiara era muy pequeña para comprender todo, pero el omega sabía que si no tenía esa breve conversación con sus pequeños, se lamentaría más adelante. Después de todo, ellos más que nadie merecían una explicación.
~•~•~•~•~•~
Una hora más tarde, el omega se encontraba ya ingresando a la sede. Había ido a dejar a sus pequeños en la escuela y el preescolar para luego volver a su rutina laboral que había abandonado en contra de su voluntad hace ya una semana.
— Pensé que no te veríamos por aquí hasta la siguiente semana — le dijo Gustabo al verlo bajarse del ascensor.
— No podía seguir en casa — fue sincero mientras ahora caminaba siendo seguido por este hacía su oficina — además, desde que me retiraron aquella cosa del brazo debía de ejercitarlo y es lo menos que he hecho en casa — resaltó — a menos que levantar en brazos a tus sobrinos cuente.
— Si no fueras el jefe... — comenzó a decir el alfa de cabello rubio riendo ante lo último dicho por el omega — me hubiese asegurado de que no te dejasen pasar hasta mañana.
— Que lastima que no lo eres — respondió en burla al mismo tiempo que ingresaba a la oficina que compartía con su esposo.
— Hablaré con Alanna sobre esto — continuó diciendo mientras tomaba haciendo en el sofá de allí.
— Sigo siendo tu superior — le restó importancia.
— Ya... pero cuando tú y el ruso no están, somos ella y yo quienes nos encargamos de todo aquí — hizo énfasis en su punto — así que no estamos tan lejos de la realidad.
— Agradezco cada día más que Alanna te superase en las pruebas para ascender — dijo tocando aquella espina que aún torturaba a su hermano.
— Mejor cambiemos del tema — dijo rápidamente haciendo reír al omega — ¿has hablado con el ruso?, ¿cómo te has sentido?
— Joder contigo y tus temas de conversación — protestó el moreno mientras tomaba asiento en su silla detrás del escritorio.
— ¿No me responderás? — lo ignoró e insistió, haciendo que el contrario soltase un suspiro.
— Pues anoche ocurrió algo... — comenzó a decir luego de unos minutos, sabiendo que su hermano se negaría a dejar de insistirle hasta obtener una respuesta.
— Soy todo oídos — respondió el alfa mientras se ponía de pie y volvía a tomar asiento frente al escritorio de este.
— Anoche muy tarde en la madrugada — inició nuevamente el omega — Uve me llamó, estaba muy alterado, hiperventilaba, estaba asustado y... y me preocupe muchísimo.
— Que extraño, lo vi llegar hace un rato y parecía normal — añadió confundido — ¿Qué le pasaba?
— Pues resulta que tuvo una pesadilla — reveló recordando aquellas palabras de su esposo — los niños y yo estábamos ahí... Sin embargo, lo que más me sorprendió fue que mencionó el nombre de Kiara — se detuvo para observar a su hermano — Gus yo nunca mencioné su nombre cuando estuvimos en el hospital, recordó a nuestra pequeña por si solo...
— Eso... es bueno, ¿no? — inquirió un poco confundido.
— Sí, pero no puedo dejar de pensar en lo aterrado que estaba — fue sincero a la vez que dejaba notar su preocupación — no es normal que le ocurra esto y para que haya reaccionado de esa forma... tenía que haber estado demasiado aterrado para llamarme a esa hora y pedirme ver a Kiara y Sammy.
— Entiendo... — intentó de comprender el de ojos azules.
— Luego le dije que si quería, hoy podríamos hablar para que los viese pero... bueno... digamos que no me hizo mucho caso — finalizó dejando notar su tristeza.
— Horacio es normal — intentó razonar con él — y no digo esto para defenderlo porque tú muy bien sabes lo que pienso con toda esta situación... — hizo una pequeña pausa — pero, hace una semana que descubrió que no sólo eres su esposo, sino también que tiene dos hijos. Que tiene una familia más allá de su hermana y que los había "abandonado" Sin quererlo por culpa de la amnesia con la que lleva batallando casi dos meses...
— Lo sé... es sólo que... — lo interrumpió algo frustrado mientras que inconscientemente colocaba su mano derecha en su vientre. Cosa que no pasó desapercibida por su hermano.
— Si lo que te preocupa es su reacción cuando le des la noticia — inicio y la mirada bicolor volvió a posarse en él — sólo recuerda la manera en la que reaccionó las primeras dos veces, podrá no tener todos sus recuerdos, pero dicen que el corazón recuerda y conserva lo que la mente no puede.
Aquello dejó pensando al omega. Lo ocurrido esa noche había sido un claro ejemplo de que su alfa seguía estando allí. Que sus recuerdos estaban saliendo a flote. Quizás no de la mejor manera, pero estaban poco a poco volviendo a la luz. Tal vez durante todo ese tiempo, Volkov sólo necesitaba estar más presente con su familia, con su omega y sus cachorros. Estar con la familia que tanto luchó por tener y que ahora sabía que tenía nuevamente.
— ¿En que momento te volviste tan filosófico? — le cuestionó riendo luego de procesar aquello.
— Cosas de hermanos mayores, no lo entenderías — respondió para luego ponerse de pie — ¿te gustaría ir a patrullar un rato? La ciudad está tranquila, tú, tú bebé y tú brazo estarán bien.
— ¿Bebé? — cuestionó sorprendida Alanna la cual acababa de ingresar a la oficina.
— Gustabo... solo tenías un trabajo... solo tenias que guardar silencio... — le reprochó mientras que la omega se acercaba a estos.
— ¿Estás esperando otro cachorro? — le pregunto aún sorprendida.
— Si... — afirmó y vio cómo una sonrisa se dibujó en el rostro de su mejor amiga — pero no digas nada, por favor.
— Soy una tumba — dijo este sin poder contener su sonrisa.
— Lo digo en serio — enfatizó observando ahora a ambos — quiero que Viktor sea de los primeros en saberlo cuando... ya saben... cuando la noticia no sea tan chocante para él.
— Copiado jefe — le dijo la omega para luego abrazarlo — de todas formas, muchas felicidades.
— Gracias Alanna — dijo sincero mientras le correspondía el abrazo.
— Bueno pues ya entendimos — habló Gustabo rompiendo el ambiente, volviendo a ser él — ¿vamos a patrullar o no? — cuestionó haciendo reír al moreno.
— Vamos Gus, vamos a patrullar — aceptó mientras que Alanna se quedaba en la oficina.
Definitivamente no se esperaba que en lugar de ir por los informes que revisaría para adelantarle trabajo a sus jefes, terminaría descubriendo que sería tía por tercera vez.
— Que graciosa es la vida cuando quiere — dijo para sí misma para luego tomar los informes de ambos escritorios y partir hacia su propia oficina.
~•~•~•~•~
— Aquí Frank-3, nos dirigimos en 6-Adam hacia el último Flecca — informó Volkov para luego observar cómo Hamilton marcaba en el GPS el último aviso — para más información diríjanse a operativo 01.
— 10-4 — escucharon a Lawson el cual se encontraba en unión.
— Aquí Frank-1, acudimos también en 6-Adam — añadió Gustabo para luego entrar en la frecuencia.
Al llegar a la zona Volkov se encontró con el binomio de Horacio y Gustabo mientras hablaban con Lawson el cual parecía ponerles al día de la situación. Algo dentro del alfa se removió al ver al omega. Si bien lo había visto brevemente por la videollamada la noche anterior, el verlo ahora le provocó una mezcla de sentimientos.
Una parte de él estaba aún resentido por haberle mentido y ocultado la verdad sobre su relación y sus cachorros, pero la otra le pedía estar cerca suya. Su preocupación por tener sentimientos hacia el moreno se alejó en el instante en que descubrió que era su esposo. Su esposo que a pesar de conocer lo mal que la estaba pasando, no le dijo la verdad. Pero también era el mismo con el que a pesar de no recordarlo, había jurado amar y proteger como su alfa desde hace varios años, su anillo y la marca que (ahora lamentaba a más su estado) el omega tenía en su cuello eran la muestra de esto. Sin pasar por alto el factor de que tenían dos cachorros.
— ¿A qué nos enfrentamos? — preguntó Lawson una vez estuvieron los cinco juntos.
— Tienen 5 rehenes — informó Bishop — el jefe va a negociar mientras llegan otras unidades y nos ocupamos de hacer perímetro.
— ¿Segundo en negociaciones? — preguntó el alfa ruso.
— Aún no lo decidimos — respondió Gustabo mirándolo seriamente — Mi hermano está al mando, ¿cómo vamos a actuar?
El omega se tomó unos breves segundos para analizar la situación. Una parte de él estaba preocupado por la forma en la que Volkov se sintiese junto a él. Además de que aún no podía evitar recordar cómo este lo culpó por lo ocurrido en el hospital la última vez que estuvieron juntos. Pero en este momento y luego de la breve conversación que tuvieron la noche anterior, debía ser prudente y separar lo personal de lo laboral, sobre todo cuando había vidas en juego.
— Negociaré junto a Volkov — comenzó a decir — Gustabo se encargará del perímetro y de que los demás compañeros sigan órdenes. Hamilton se encargará de revisar a los rehenes cuando salgan y Lawson hará el informe.
— 10-4 — aceptaron todos mientras que procedían a realizar lo que el omega había indicado.
El operativo se fue llevando de manera tranquila y en orden gracias a el mando de ambos directores. Ya que si bien quien se encontraba negociando era el omega, el alfa informaba a los demás de todo y asistía al moreno en lo que este necesitase. Fue justo por eso que se percató de que el moreno parecía estar luchando contra el frío. El invierno estaba llegando y se podía percibir en el ambiente, así que de manera instintiva, se retiró su chaqueta del FIB y la colocó sobre los hombros del omega. Protegiéndolo un poco de la brisa y de manera inconsciente, inundándolo con su aroma a canela.
— ¿Qué... qué haces? — le preguntó el omega nervioso dejando la radio de lado.
— Yo sólo... — comenzó a responder nervioso al darse cuenta de lo que había hecho — vi que, tenías algo de frío así que... supuse que habías olvidado tu chaqueta como siempre y...
— ¿Qué dijiste? — Horacio se acercó un poco más a este y lo sostuvo del brazo.
— Dije que... vi que tenías frío — comenzó de nuevo.
— No, no, lo último... — dijo en otro tono más suave.
— Que...supuse que habías olvidado tu chaqueta como... — se detuvo al darse cuenta de sus palabras — como siempre...
Horacio no pudo evitar volver a ilusionarse, mientras que Volkov procesaba el detalle de que de manera inconsciente y con algo tan aleatorio, había recordado un detalle como ese sobre su esposo y los pequeños detalles que solía tener previo a todo con su omega.
— Jefes — los interrumpió Hamilton al acercarse a estos, sin embargo en el momento en que se percató de que parecía haber interrumpido algo, se arrepintió al instante — lo siento... no quise...
— No te preocupes Hamilton — tomó la palabra Volkov mientras que Horacio se alejaba un poco de él, rompiendo el contacto físico.
— Es sólo que, terminamos de cachear a los rehenes, todos listos — respondió este.
— De acuerdo, comenzaremos con persecución en unos minutos — habló ahora Horacio — estén atentos a la radio para asignar posiciones.
— 10-4 jefe
Una vez Hamilton se retiró, el alfa y el omega se observaron el uno al otro nuevamente. En ese momento Horacio sintió aquella conexión con su esposo, aquella en la que sólo ellos existían y que no importaba nadie más importante que no fuesen ellos. Eran solo un alfa y su omega, un omega y su alfa.
— Debemos centrarnos de nuevo — dijo Horacio para luego darle la espalda en un intento por disimular los sentimientos que esto había removido en su interior.
— Estoy de acuerdo, pero... — respondió Volkov acercándose a este para ganar de nuevo su atención — me preguntaba si luego podríamos hablar... ya sabes... de todo lo que pasó y — se detuvo al ver al omega voltearse para observarlo, no lo recordaba del todo pero dentro de él sabía que aquella mirada bicolor lo era todo para él — y quizás acordar que pueda ver a... nuestros... cachorros...
— Yo... — comenzó a responder el omega — eso, eso me parece bien — acepto mientras inconscientemente sujetaba con un poco más de fuerza las mangas de la chaqueta del ruso — si terminamos esto pronto... podemos hablarlo y, por supuesto que estoy de acuerdo con que veas a los pequeños... ellos... ellos te extrañan muchísimo... — dijo esto en un tono triste.
— De acuerdo pues entonces... ¿nos vemos en el despacho cuando atrapemos a estos? — preguntó el alfa sonriendo.
— Sí, me parece bien — aceptó para luego comenzar a darle indicaciones nuevamente a sus agentes, asignando el orden en el que realizarían la persecución.
~•~•~•~•~•~
Una vez terminaron la persecución de manera exitosa, todos los agentes regresaron a su patrullaje ordinario. Todos menos los directores del buró federal. Estos les pidieron a sus compañeros de patrullaje, Hamilton y Gustabo, que los dejaran en la sede y de esta forma, poder tener aquella conversación.
Es por eso que ahora ambos se encontraban, en el sofá de su despacho, esperando a que alguno pudiese encontrar las palabras para iniciar.
— Yo... — comenzó finalmente el omega — yo soy el que debería iniciar...
— No, fui yo el que te pidió este espacio — negó el alfa.
— Pero aún así — presionó ocultando su nerviosismo — yo te debo unas disculpas...
— Horacio no... — intentó interrumpirlo pero el moreno estaba decidido.
— Yo te mentí... — continuó ignorando sus palabras — te oculté la verdad sobre nuestra relación, te mentí cuando te dije que no tenía cachorros y también oculté a nuestros pequeños de ti... — hizo una pequeña pausa para intentar retener sus lágrimas — pensaba que era lo mejor, que si llevábamos las cosas con calma, tú nos recordarías por tu cuenta y... y volverían a ser las cosas como antes pero... han pasado dos meses Viktor... dos meses sin ti y ha sido horrible... — pasó su mano por su rostro para borrar aquellas lágrimas que caían por sus mejillas — consideraba que lo mejor era seguir las instrucciones de la doctora, y te juro que si hubiese sabido que todo acabaría como terminó en el hospital yo... habría hecho todo diferente. No sólo por ti y por mí, sino también por Sammy y Kiara... — se abrazó a sí mismo aún llevaba la chaqueta del alfa así que esto le permitió calmarse un poco al encontrar el aroma a canela en el.
— Horacio... — comenzó ahora el alfa acercándose a este lentamente — reconozco que una parte de mí sigue herida por todo eso que acabas de mencionar. Me dolió la manera en la que descubrí todo, la forma en la que sin quererlo expuso a mis cachorros a una situación que pudo haberse evitado — hizo una pausa frente a él y este bajó la cabeza — pero luego de pensarlo y... ponerme en tú lugar... pensar en lo que yo habría hecho si fuese al contrario — tomó levemente el rostro de este para levantarlo y poder observarlo — sólo puedo agradecerte por la forma en la que enfrentaste estos dos meses todo. Podré no tener mis recuerdos aún, pero no te voy a ocultar que había estado teniendo una batalla interna sobre cómo sentirme alrededor de ti, Horacio... mi alfa interior siempre quería que estuviese cerca de ti, por eso estaba en el hospital aquel día. Por eso me aterré tanto cuando escuché que habías tenido un accidente. Antes no lo entendía pero lo hago ahora...
— Yo... yo no sé qué decir... — confesó el omega.
— Yo sí... — le dijo el alfa para luego atraerlo hacia él y darle un abrazo.
Un abrazo que para ambos significó mucho más de lo que cualquier otra acción en aquel momento pudo haberlo hecho. Ese abrazo los ayudó a sanar aquello que habían roto luego de discutir en el hospital. Aquel abrazo fue la gratitud que tenían el uno con el otro por lo valiente que habían sido durante los últimos dos meses. Uno que les decía sin necesidad de palabras, que podían volver a contar él uno con él otro, sin importar los miedos, la amnesia o las dudas.
•
•
•
~•~ Reconozco que inicialmente iba a ser un capítulo más largo pero luego de añadir unas cositas, me encantó cómo se leía hasta esa parte y lo dejé hasta ahí. ¿Ustedes que piensan?, ¿les gustó?, ¿no les gustó?, ¿que opinan de cómo Horacio y Volkov están llevando las cosas?
Espero que les guste este capítulo soft porque continuará en dl siguiente... por ahora ~•~
•
•
•
🪡🧵 ~•~•~•~•~•~~•~•~• 🧵🪡
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top