Capítulo 8
Volkov salió del hospital con una sensación de vértigo, como si el mundo que conocía hubiera sido arrancado de raíz. Las palabras del omega continuaban resonando en su cabeza: "Era lo mejor para ti... debes creer en mí... por favor... yo solo..." Todo esto era una revelación, un golpe inesperado que lo dejó tambaleándose. Había vivido con una versión fragmentada de su vida, sin recordar a las personas más importantes para él. Y ahora, con la verdad al descubierto, necesitaba respuestas.
"papá ya no nos quiere... por eso nos dejó solos y ya no va a casa..." al mismo tiempo resonaban también las palabras y la imagen del que recién descubrió era su hijo, junto con el rostro triste del pequeño lleno de lágrimas.
Por lo que al llegar a su destino y encontrarse con su hermana y cuñado sentados en la sala, conversando, no pudo controlar más la mezcla de sentimientos que llevaba reteniendo.
— Ya sé la verdad — comenzó a decir una vez los tuvo enfrente — lo sé todo...
—¡Tú sabías! — su voz se elevó, cargada de emoción mientras se dirigía a su hermana — Sabías que tenía una familia, una vida que no recordaba, y no me dijiste nada. ¿Cómo pudiste hacerme esto?
Nikolai se preocupó por la reacción que su cuñado estaba teniendo con su esposa, sin embargo permaneció en silencio, dejando que los hermanos resolvieran la situación hasta que Aleksandra respiró hondo, intentando mantener la calma.
—Volkov, yo... — empezó a decir, pero él la interrumpió, dando un paso hacia adelante con los ojos llenos de dolor y traición.
— ¡Mi propia hermana, la que se supone estaría de mi lado y ayudaría más que nadie! — enfatizó.
Aleksandra se encogió ante la intensidad de sus palabras. Sabía que Volkov estaba herido, y que cualquier explicación que le diera no cambiaría el hecho de que lo había engañado, aunque fuera con la intención de protegerlo. Tomó aire, buscando las palabras adecuadas.
— Lo hice por ti, Viktor... —dijo suavemente, mientras su voz temblaba — los médicos dijeron que era mejor no decirte nada de golpe, que debías recordar por ti mismo. No queríamos causarte más dolor del necesario. Horacio estuvo de acuerdo, todos estuvimos de acuerdo. Solo queríamos lo mejor para ti.
Volkov negó con la cabeza, dando un paso hacia atrás como si las palabras de su hermana lo hubieran golpeado físicamente. Sentía que la tierra se desmoronaba bajo sus pies.
— ¿Lo mejor para mí? — su voz se quebró— ¡Me dejaste en la oscuridad, viviendo una mentira! Merecía saber la verdad, merecía conocer a mi familia. ¡A mis hijos por amor a Dios! ¿Qué derecho tenían a ocultarme algo tan importante?
Aleksandra sintió las lágrimas asomar en sus ojos, pero las contuvo. Sabía que merecía la ira de su hermano, pero no podía evitar sentir su propio dolor. Por lo que Nikolai al percatarse de esto puso una mano en su hombro, en un gesto de apoyo silencioso.
— Lo sé — admitió Aleksandra, con la voz quebrada — Sé que cometimos errores. Solo queríamos darte tiempo, esperar que tus recuerdos volvieran por sí solos. Pero entiendo que estás enfadado, y tienes todo el derecho de estarlo. Nunca quisimos lastimarte.
Volkov respiró profundamente, tratando de controlar sus emociones. La mezcla de ira, tristeza y confusión era abrumadora. Sabía que su hermana no había actuado con malicia, pero eso no hacía que el dolor fuera menos real.
— No puedo... — susurró, mirando a su hermana con una mezcla de desesperación y dolor — No puedo creer que todo esto me haya sido ocultado. Me siento como un extraño en mi propia vida.
Aleksandra se acercó, intentando consolarlo, pero Volkov levantó una mano para detenerla. La miró, sus ojos llenos de lágrimas no derramadas.
— No sé qué hacer ahora — admitió, su voz temblando — no sé cómo seguir adelante con todo esto. Todo lo que creía conocer es una mentira.
Aleksandra sintió su corazón romperse por el dolor de su hermano. Sabía que cualquier cosa que dijera no arreglaría las cosas de inmediato, pero tenía que intentarlo.
— Hermano, sé que es difícil — dijo con suavidad — pero no estás solo en esto. Tienes a Horacio, a tus hijos... y a nosotros.
Volkov miró a su hermana, sintiendo una oleada de emociones encontradas. Quería enfadarse, quería gritar, pero también sabía que Aleksandra y Nikolai lo habían cuidado durante todo este tiempo. No sabía cómo navegar por este mar de confusión, pero al menos sabía que no estaba completamente solo.
— Necesito tiempo — dijo finalmente, su voz apenas un susurro— tiempo para procesar todo esto, para entender lo que significa.
Aleksandra asintió, con lágrimas en los ojos, entendiendo que su hermano necesitaba espacio.
— Tómate el tiempo que necesites... —le dijo, con su voz llena de amor y comprensión — estaremos aquí para cuando estés listo.
Volkov asintió, dando un paso atrás. Sentía como si todo lo que conocía se estuviera desmoronando, pero también sabía que tenía que enfrentarse a esta nueva realidad, por difícil que fuera. Con una última mirada a su hermana, se dio la vuelta y se dirigió a la habitación en la que había estado descansando durante los últimos casi dos meses, dejándola a ella y a Nikolai en un silencio cargado de emociones.
Al ingresar, Volkov se quedó parado de espalda a la puerta con los ojos cerrados. Parte de él quería salir corriendo, alejarse de todo y todos, pero otra parte, la más vulnerable, quería quedarse, encontrar un refugio donde procesar todo lo que había descubierto. Lo más curioso de todo es que ahora sabía cuál era ese refugio y solo le dolió más el hecho de que se lo habían ocultado por tanto tiempo. Y ahora aquella habitación, que había sido su refugio durante estos últimos meses, se sentía de repente demasiado pequeña, sofocante.
Caminó lentamente hacia la cama y se dejó caer en el borde, apoyando los codos sobre las rodillas y enterrando la cabeza entre las manos. Su mente era un torbellino de pensamientos y emociones. Horacio, su esposo. Sam, su hijo y una pequeña que por el momento desconocía su nombre, también su hija. Los nombres y rostros se repetían una y otra vez en su mente, como si al repetirlos pudiera entender mejor la realidad de su situación. Pero todo se sentía irreal, como si estuviera viviendo la vida de otra persona.
— ¿Cómo pudo pasar esto? —murmuró para sí mismo, levantando la cabeza y mirando al vacío. El cuarto estaba en silencio, salvo por el tenue zumbido del ventilador en el techo. Sus ojos vagaron por la habitación, deteniéndose en las pequeñas cosas que había llegado a conocer bien: el escritorio desordenado, la ventana con vista al parque, el cuadro de un paisaje nevado que siempre le había parecido un poco melancólico...
Se levantó de la cama y comenzó a caminar por la habitación, incapaz de quedarse quieto. Sus pensamientos volvían una y otra vez a Horacio, el hombre que ahora sabía que era su esposo y que le daba sentido a aquella lucha que ahora consideraba absurda había tenido consigo mismo sobre serle infiel a su esposo desconocido con el omega. Intentó recordar algo, cualquier cosa, pero su mente era un lienzo en blanco. Sentía una angustia creciente, una desesperación por recuperar los recuerdos que parecían tan lejanos.
— ¿Cómo se supone que haga esto? — se preguntó en voz alta, sintiendo una oleada de frustración. Sabía que Horacio había estado a su lado durante todo este tiempo, cuidándolo, apoyándolo, y sin embargo, no podía recordar nada de su vida juntos. La sensación de pérdida era abrumadora. Había perdido no solo su memoria, sino también una parte crucial de su identidad.
"No me hagas esto, por favor" fue lo último que escuchó al omega decir antes de marcharse y dejarlo a pesar de estar en un grave mal estado. Se acercó a la ventana, mirando hacia afuera sin realmente ver nada. Los pensamientos sobre sus hijos, Sam y aquella pequeña, lo golpearon con fuerza. ¿Qué clase de padre era?, ¿Cómo era su relación con ellos antes del accidente?, ¿Cómo sus pequeños se debían de sentir?
Se cuestionó esto último fuertemente y la imagen de la pequeña pidiéndole que la tomase en brazos, seguida de él negándolo y esta comenzando a llorar...
— Joder ahora... ¿por qué hice eso? — se arrepintió al instante — pensará que no la quiero...
La culpa y la tristeza se entrelazaron en su pecho. Sabía que debía haber sido devastador para ellos, especialmente para Horacio, tener que lidiar con su amnesia, con el hecho de que no los recordaba. Cuidar a sus cachorros solo y... su marca...
"¿Cómo puede alguien dejar que su marca llegara a este estado?, ¿Quién fue tan irresponsable como para herirlo así?, ¿Acaso por eso había estado distante?, ¿Estaba teniendo problemas en casa con su alfa?, ¿Cómo alguien sería capaz de lastimar a un omega como Horacio?"
Recordó ahora sus propias palabras luego de que el omega se desmayase en la sede durante el entrenamiento. Y es que la idea de haberles causado tanto dolor era insoportable. Se volvió y se dejó caer de nuevo en la cama, mirando al techo. Las lágrimas llenaron sus ojos, pero las contuvo. No podía permitirse perder el control ahora, no cuando todo estaba tan confuso. Necesitaba tiempo para procesar todo esto, para entender qué significaba para él y para las personas que amaba, aunque no pudiera recordar cómo se sentía esa conexión.
Su hermana y todos a su alrededor habían tratado de protegerlo, de seguir las recomendaciones médicas, pero no podía evitar sentir una punzada de resentimiento. ¿Por qué no le había contado la verdad? ¿Por qué habían decidido que era mejor mantenerlo en la oscuridad? Sabía que no podía culparla del todo; estaba claro que todos solo habían intentado hacer lo mejor para él, pero eso no hacía que doliera menos.
Suspiró, cerrando los ojos y dejando que el silencio lo envolviera. Sentía una mezcla de vacío y sobrecarga emocional, una dualidad que no sabía cómo manejar. Pero al menos ahora tenía una verdad a la que aferrarse, una verdad que, aunque dolorosa, le daba un punto de partida. Lentamente, Volkov se levantó de la cama y caminó hacia el pequeño escritorio. Se sentó en la silla y encendió la lámpara. La suave luz amarilla llenó la habitación, brindándole una sensación de calma. Abrió un cuaderno y tomó un bolígrafo. Sin pensar demasiado, comenzó a escribir, derramando sus pensamientos y emociones en el papel. No sabía si eso le daría alguna claridad, pero al menos era un comienzo.
~•~•~•~•~
El hospital estaba lleno de gente y sonidos constantes: el murmullo de las conversaciones, el eco de pasos apresurados y el zumbido de las máquinas. Sin embargo esto no fue un impedimento para que el primogénito de la familia Pérez Volkov, se abriera camino rápidamente entre la multitud, con lágrimas aún corriendo por sus mejillas. Su mente estaba en caos, inundada de confusión, dolor y enojo. Muchas emociones que apenas podía procesar lo que acababa de suceder. Se sentía traicionado, perdido, no comprendía cómo soportar ver la expresión vacía en el rostro de su padre, cuando no lo reconoció. Era como si el hombre que admiraba, conocía y amaba se hubiera desvanecido.
El pequeño primogénito era conocido por sus pequeños ataques de hiperactividad como su padre omega, pero también por su forma de aun a su temprana edad, analizar y esforzarse por procesar las cosas que ocurrían a su alrededor. Sin embargo ahora sentía que el pecho le dolía, como si una mano invisible lo apretara con fuerza. No sabía a dónde ir, solo quería alejarse, encontrar un lugar donde pudiera estar solo y llorar. Las palabras de su padre omega resonaban en su mente, llenas de excusas que en ese momento le parecían vacías. Estaba tan enfocado en su dolor que no se dio cuenta de que alguien lo seguía.
— Hola pequeño... — comenzó suavemente Greco mientras se acercaba pero mantenía una distancia prudente del pequeño.
Sabía que Sam estaba lidiando con algo muy difícil y quería estar ahí para apoyarlo. Cuando vio a su sobrino salir corriendo, supo que tenía que seguirlo. Aceleró el paso, manteniendo a Sam a la vista hasta que lo vio detenerse cerca de una esquina tranquila del hospital, donde había un banco de madera. Sam se dejó caer en el banco, cubriéndose el rostro con las manos mientras sollozaba.
Greco se acercó con cautela, respetando la necesidad de su sobrino de un poco de espacio. Sin embargo, al no obtener una respuesta, tomó asiento junto a él, sin decir nada al principio, dándole tiempo para desahogarse. El silencio se prolongó, roto solo por los sollozos entrecortados de Sam. Greco respiró hondo, buscando las palabras adecuadas para ayudarlo a entender y calmarse. Ni todo su entrenamiento policial lo había preparado para una situación como esta.
— Sé que esto es difícil, mucho más de lo que puedo imaginar — soltó un suspiro — lo que estás sintiendo es completamente válido, y está bien estar enojado o triste.
Sam al escuchar esto levantó la cabeza, con los ojos rojos e hinchados. Se mordió el labio, tratando de contener más lágrimas para poder hablar.
"Yo... yo... lo siento mucho... yo no sé quienes son..." resonó en su cabecita las palabras de su padre antes de poder hablar.
— No lo entiendo, tío Greco — dijo con voz quebrada — ¿Por qué papá no me recuerda?, ¿Hice algo mal?, ¿Por eso ya no va a casa?, ¿por eso ya no nos ama?
Greco sintió un nudo en la garganta al escuchar esas palabras. Ver a su sobrino tan desolado le rompía el corazón. Sabía que tenía que manejar esta situación con mucho cuidado, asegurándose de que Sam no se sintiera culpable por algo que estaba completamente fuera de su control.
— Sammy, no hiciste nada malo — respondió con firmeza — lo que le pasó a tu papá es algo que nadie pudo imaginar que pasaría. Fue un accidente, algo que afectó su memoria. Pero eso no significa que no te ame. Solo... no recuerda las cosas de la misma manera en este momento.
Sam bajó la mirada, jugando nerviosamente con sus manos — es como si fuera un extraño — murmuró — me miró como si no me conociera...
Greco asintió, sintiendo la lucha interna de Sam — Debe ser muy aterrador para ti, y lo entiendo. Ver a alguien que amas, alguien que debería conocerte mejor que nadie, actuar como si no existieras... es devastador. Pero quiero que sepas algo importante, Sam. El amor que tu papá tiene por ti, por tu hermana y por Horacio, no desaparece solo porque no puede recordar — hizo una pausa mientras que el pequeño acercaba más a él — es tan grande que ningún golpe en su cabeza hará que se vaya, está ahí, dentro de él, aunque ahora mismo no pueda expresarlo de la misma manera.
Sam respiró hondo, tratando de calmarse. Miró a su tío con una mezcla de esperanza y duda — ¿Entonces, crees que algún día me recordará?, ¿Que todo volverá a ser como antes?
Greco hizo una pausa, considerando su respuesta. No quería dar falsas esperanzas, pero tampoco quería que Sam perdiera la fe en la posibilidad de un futuro mejor.
— No puedo prometerte que todo será exactamente como antes — dijo con honestidad — pero lo que sí sé es que, con el tiempo, las cosas pueden mejorar. La memoria es una cosa complicada, y a veces puede volver de formas inesperadas. Lo importante es que estés ahí para tu papá, apoyándolo y mostrándole el amor que siempre has tenido por él. Puede que no sea fácil, pero sé que tienes la fortaleza para hacerlo.
— Quiero ayudarlo — susurró mientras asentía, procesando lo que su tío le decía — pero... tengo miedo de que nunca vuelva a ser el mismo.
Greco lo miró con ternura y apreció la madurez que su sobrino mostraba a pesar de su edad.
— Es normal tener miedo, Sam. Todos tenemos miedo a lo desconocido. Pero recuerda que no estás solo en esto — le dijo ahora intentando animarlo — tienes a tu papá Horacio, a tu hermana, y a toda nuestra familia. Juntos, encontraremos una manera de seguir adelante, sin importar lo que pase. Y no importa qué, siempre serás amado.
Sam levantó la vista, sus ojos encontrando los de Greco. Vio sinceridad y calidez en su mirada, y eso le dio un poco de consuelo. Asintió, sintiendo que algo de su carga emocional se aliviaba. Por lo que ahora con una sonrisa, se acercó por completo a este y le dio un fuerte abrazo.
Uno que hizo a Greco sonreír y por haber logrado ayudar a su sobrino en algo tan complejo. Sam se aferró a su tío, encontrando consuelo en su abrazo. Por primera vez desde que había descubierto la verdad sobre la memoria de su padre, sintió un rayo de esperanza. Aún tenía muchas preguntas y miedos, pero sabía que no estaba solo.
~•~•~•~•~
Unas horas más tarde, en una habitación del hospital, Horacio comenzaba a despertar lentamente, sintiendo una pesadez en su cuerpo y una neblina en su mente. Todo estaba borroso al principio, pero gradualmente la claridad volvió. La luz tenue de la habitación del hospital se filtraba a través de las persianas, iluminando las paredes blancas y el equipo médico a su alrededor. El zumbido constante de las máquinas monitoreando sus signos vitales era el único sonido, acompañando su confusión.
Parpadeó, esforzándose por enfocar la vista. Al realizar un movimiento un tanto brusco, se recordó a sí mismo aquel dolor que el accidente le había dejado, pero al mismo tiempo, el caos mental que atormentaba su mente con la escena entre sus hijos y su esposo antes de quedar inconsciente.
— Señor Pérez, es bueno verlo despierto — dijo la doctora revisando los monitores a su alrededor — ¿Cómo se siente?
Horacio intentó hablar, pero su garganta estaba seca. Tosió suavemente y asintió, aceptando el vaso de agua que la doctora le ofrecía. Tomó un sorbo, sintiendo el líquido refrescar su boca.
— Confuso y dolorido — respondió finalmente, con su voz un tanto ronca pero firme mientras intentaba comprarse en la cama, sintiendo el tirón de los puntos y el dolor en sus músculos — He tenido mejores días, pero estoy bien — finalizó, intentando sonar optimista.
— Horacio, me gustaría hablar con usted sobre algunas cosas — comenzó la doctora, con un tono suave y más serio, como si estuviera preparándose para decir algo importante, lo sabía porque en su trabajo, varias veces había tenido que tomar ese rol — Sé que ha sido un momento difícil, pero hay algo que debe saber...
Horacio frunció el ceño, sintiendo una punzada de preocupación. No tenía idea de a qué se refería la doctora, pero podía intuir que no serían noticias fáciles de escuchar. La doctora hizo una pausa, escogiendo cuidadosamente sus palabras.
— Antes del accidente, ¿cómo describiría su estado de salud? — inició con las preguntas.
— Pues... — se detuvo unos segundos — no tan bien como me gustaría reconocer....
— ¿Puedo saber a qué usted le adjudica eso? — quiso saber mientras tomaba su libreta para escribir, notando como el omega se incomodaba — le recuerdo que debe ser honesto consigo mismo y conmigo, sobretodo en un momento tan delicado como este, además de que todo lo que hablamos en esta habitación queda entre usted y yo, ¿de acuerdo?, no tiene nada de qué preocuparse.
— Las cosas no han estado bien entre mi alfa y yo... — confesó finalmente — no porque nosotros estemos peleados... bueno, ahora puede que sí pero antes no... — trató de explicarse — mi esposo está amnésico... algo salió mal en un operativo en el trabajo y... y ahora lleva casi dos meses en los que no nos recuerda ni a mi ni a nuestros cachorros... — observó cómo la doctora tomaba nota de esto — esto ha hecho que mi marca se torne un tanto... descuidada y bueno, ya sabe lo que eso ocasiona...
— ¿Le molestaría mostrármela? — preguntó pues sabía lo delicado e íntimo que era este aspecto.
Horacio asintió para luego permitirle a esta acercarse para que pudiese observar su marca. Seguido a esto, se apartó nuevamente sin decir nada y realizó otra anotación.
— Sé que... no es bueno para mi salud y... con todo lo que me ocurrió hoy solo empeora las cosas... — retomó nuevamente la conversación en medio de su nerviosismo — pero sé que las cosas irán mejorando dentro de poco... está siendo un proceso algo lento pero...
— Y eso es lo que me preocupa, señor Pérez — lo interrumpió preocupándolo más — ¿ha habido algún síntoma que quiera resaltar sobre todos los demás?
— ¿Qué es lo que me quiere decir? — le preguntó pues había comenzado a exasperarse. Entre la preocupación,a mezcla de emociones y todo lo ocurrido, estaba un tanto más a la defensiva de lo normal.
— Señor Pérez, ¿le gustaría que su hermano pase con nosotros? — le respondió con otra pregunta.
— ¿Y eso? — le preguntó confundido.
— Le debo dar una noticia un tanto difícil de procesar basado en todo lo que me ha contado y su historial médico — fue sincera — si yo fuese usted, me gustaría estar acompañada...
— Yo... yo... sí — apenas pudo pronunciar pues esto lo tomó por sorpresa.
La doctora se volteó y salió de la habitación. Estuvo menos de un minuto fuera cuando ingresó siendo seguida del alfa rubio de ojos azules. Gustabo se acercó al omega y colocó una de sus manos con cuidado en el hombro de este. Quedando ahora ambos frente a la doctora.
— ¿Está todo bien? — preguntó el rubio preocupado y confundido.
— Señor García — comenzó nuevamente la doctora dirigiéndose ahora a ambos — le hice pasar con el permiso de su hermano, porque debo darle una noticia y lo mejor es que se encuentre acompañado de este punto en adelante, ¿le parece bien?
— Por supuesto
— Bien... — dijo la doctora para luego cerrar su libreta — señor Pérez... ¿ha considerado que sus síntomas pueden ser consecuencia o estar derivados a otro aspecto que no sea el deterioro de su marca?
— Por ahora... no — respondió sinceramente — además con todo lo ocurrido estos últimos casi dos meses, no he podido cuidarme y descansar tanto como me gustaría, pero nada que pueda ocasionar todo esto.
— ¿Y hace tres meses? — le preguntó ahora — ¿cómo estaban usted y su esposo previo a su pérdida de memoria?
— Estábamos... bien... — respondió confundido y un tanto nervioso bajo ahora la atenta mirada no sólo de la doctora, sino también de su hermano — ¿a qué se deben todas estas preguntas?
— Doctora lamento meterme en todo esto — tomó ahora la palabra el rubio — pero, lo que mi hermano quiere decir, es ¿si se encuentra bien o hay algo de lo que tengamos que preocuparnos respecto a su salud?
— No hay una forma fácil de decir esto pero... — comenzó nuevamente — Señor Pérez, ¿usted sabía que estaba embarazado?
Las palabras de la doctora cayeron sobre Horacio como una bomba. Sus ojos se abrieron a más no poder, demostrando la sorpresa y confusión que esto representaba para él pues la idea de estar embarazado nuevamente, era completamente inesperada.
— ¿Embarazado...? — repitió en un hilo de voz lleno de incredulidad — No... no... yo no lo sabía...
— Lo entiendo — la doctora asintió comprendiendo la sorpresa de este — es una noticia inesperada. A veces, especialmente en las primeras etapas, es difícil notar los síntomas, sin mencionar todo el estrés que ha estado enfrentando últimamente...
Horacio se quedó en silencio, tratando de procesar la información mientras que la doctora seguía hablando y Gustabo la escuchaba atento. Embarazado. La palabra resonaba en su mente, cada vez más real y desconcertante. Lo que le hizo llevar una de sus manos al abdomen, como si buscara sentir alguna conexión con esta nueva vida que crecía dentro de él. Pero en lugar de eso, se topó con el ve fake que le habían colocado por una de sus heridas, lo que le hizo recordar el accidente y como había puesto en peligro a su bebé sin saberlo.
— ¿Cómo está...? — empezó a preguntar, sin saber exactamente cómo formular la pregunta.
— El bebé está bien — aseguró la doctora mientras le dedicaba una sonrisa que lo tranquilizó de inmediato — afortunadamente, a pesar del accidente, el embarazo no se vio afectado. Está en las primeras etapas, y todo parece estar en orden. Por supuesto, realizaremos más chequeos para asegurarnos de que todo esté bien.
Horacio dejó escapar un suspiro tembloroso, sintiendo una mezcla de alivio y shock. No sabía cómo sentirse; la noticia era abrumadora y completamente inesperada. Había pasado tanto tiempo preocupándose por Volkov y sus hijos, que nunca se le había ocurrido que pudiera haber otra vida en camino.
— Esto es... mucho — admitió, mirando a la doctora con ojos llenos de incertidumbre — no sé qué decir.
— Tranquilo hermano... — le dijo el alfa mientras ejercía una leve presión en el hombro de este, en un intento por calmarlo mientras que intentaba contener su propio shock por la noticia — no tienes que decir nada...
— Es comprensible, señor Pérez — la doctora añadió — esta es una noticia importante y puede ser abrumadora. Quiero que sepa que estamos aquí para apoyarlo, tanto a usted como al bebé. Lo importante ahora es que se concentre en recuperarse y en su salud.
Horacio asintió lentamente, sintiendo que sus emociones estaban en un torbellino — Gracias, doctora — dijo finalmente, su voz suave pero llena de gratitud.
— Les daré unos minutos y regreso en un rato para hacerle los demás estudios a usted y su bebé — informó la doctora antes de salir de la habitación.
— Hermano... yo... — comenzó a decir Gustabo pero el omega lo interrumpió rápidamente.
— Gus... podrías... ¿podrías darme un momento a solas? — le dijo sorprendiéndolo más sin embargo este comprendió al instante — sólo un momento, estaré bien... — se forzó a sonreír.
— No estoy muy seguro de eso pero lo haré — aceptó mientras que retrocedía de a poco — estaré allí afuera, antes de entrar te avisaré — camino hacia la puerta — y tranquilo, no le diré a nadie...
— Gracias... — fue lo único que pudo decir para luego observar cómo el alfa salía.
Quedando solo en la habitación, mirando al techo mientras las palabras de la doctora resonaban en su mente. Estaba esperando un bebé. Otro cachorro. Otra muestra del amor que él y su alfa se tenían... Aunque la realidad de esa frase ahora fuese difícil de asimilar.
La noticia de su embarazo seguía resonando en su mente, una revelación que lo había dejado atónito y confundido. Cerró los ojos y dejó escapar un suspiro profundo, sintiendo una mezcla de emociones intensas y contradictorias. La sorpresa inicial había dado paso a una sensación de incredulidad y, finalmente, a una creciente inquietud. No sabía cómo manejar esta nueva realidad; había tantos aspectos a considerar, tantas complicaciones y desafíos que enfrentar...
"Un bebé..." pensó, colocando nuevamente una mano sobre su abdomen. La idea era extraña, pero al mismo tiempo, una sensación de ternura comenzó a florecer en su pecho. No había esperado esto, especialmente en medio del caos que había rodeado su vida últimamente, pero no podía negar que una parte de él se sentía esperanzada. Sin embargo, esa esperanza se mezclaba con un miedo abrumador.
Sus pensamientos se dirigieron inmediatamente a Volkov. ¿Cómo reaccionaría él? Después de todo, apenas estaba comenzando a procesar su propia recuperación de la amnesia, y ahora tenían que lidiar con esta nueva noticia. La situación era delicada... sabía que Volkov había estado luchando con sus propios demonios desde que había perdido la memoria, y añadir la noticia de un nuevo bebé podría ser una carga adicional. ¿Cómo podrían enfrentar esto juntos cuando Volkov aún estaba tratando de recordar quién era y qué significaba su relación?
Luego estaban Sam y Kiara, ¿Cómo lo tomarían ellos? los niños también estaban lidiando con mucho, tratando de entender por qué su padre no los recordaba. ¿Cómo reaccionarían al saber que tendrían un nuevo hermano o hermana? Se preguntó haciendo que su preocupación se intensificara al pensar en cómo esta noticia podría afectar la estabilidad de su familia.
Una sombra de tristeza pasó por su rostro mientras recordaba el accidente. Había sido un momento aterrador, y el hecho de que hubiera puesto en peligro no solo su vida sino también la de su bebé era difícil de aceptar. No podía dejar de pensar en si había hecho algo mal, si había sido negligente de alguna manera. Los pensamientos de culpa comenzaron a arremolinarse en su mente, haciéndolo sentir aún más vulnerable.
— ¿Cómo voy a manejar todo esto? — murmuró para sí mismo, con la voz temblorosa.
Miró al techo, tratando de encontrar algún consuelo en las luces suaves que iluminaban la habitación. Sabía que tenía que ser fuerte, no solo por él sino por su familia. Pero en ese momento, se sentía abrumado, como si estuviera cargando el peso del mundo en sus hombros. Así que se permitió desahogarse, aprovechando aquel espacio de soledad, sus lágrimas comenzaron a acumularse en sus ojos, siendo la representación de aquella mezcla de miedo, incertidumbre y una profunda tristeza por todo lo que había sucedido. Se permitió llorar en silencio, dejando que las lágrimas corrieran por sus mejillas. Era un alivio necesario, una liberación de todas las emociones reprimidas. El destino había jugado otra de sus cartas cuando él aún había podido recuperarse de la anterior.
Pero a medida que las lágrimas se secaban, una determinación comenzó a surgir dentro de él. Sabía que este nuevo desafío requeriría de todo su coraje y fortaleza, como siempre había ocurrido en su vida.
Por lo que con esto en mente y luego de dejar salir todo lo que llevaba dentro, secó sus lágrimas y respiró hondo. Ya luego tendría otra oportunidad para dejar que más lágrimas salieran. Ahora debía concentrarse en la idea de que, a pesar de todo, había una nueva vida creciendo dentro de él.
Solo esperaba que cuando su esposo y alfa supiese sobre ese nuevo cachorro que estaba creciendo en su interior, tuviese una reacción más positiva que negativa hacia él. Porque de lo contrario... en ese caso definitivamente que no sabría cómo reaccionar.
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~•~ Bebé en camino y muchas cosas que procesar por todos lados ¿qué creen que ocurra ahora?, ¿será que Volkov no querrá saber de Horacio?, ¿Horacio le dirá lo del bebé?, ¿Sammy podrá ayudar a su papá?, ¿Alguien quiere pensar en la pobre Kiara que le extendió los brazos a su padre y este le negó? ~•~
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