Capítulo 7

~•~ Flashback hace 5 años ~•~

El sol se colaba suavemente por las cortinas del hospital, iluminando la habitación con una luz cálida y dorada. Horacio estaba sentado al lado de la cama, observando con ternura a Volkov, quien sostenía en sus brazos a su recién nacido, Sammy. Su primogénito dormía plácidamente, ambos miraban cómo el pequeño pecho de este iba subiendo y bajando con cada respiración. Horacio no podía dejar de sonreír, amaba sentir cada una de aquellas oleadas de amor y felicidad que le daban aquellos momentos.

— No puedo creer que ya esté aquí... — dijo suavemente el omega mientras que sus ojos brillaban de emoción — es... perfecto...

El alfa levantó la vista de su cachorro y miró a su omega con una expresión de profunda adoración.

— Sí, que lo es... — respondió sonriente — nunca pensé que podría sentirme de esta forma... — se acercó al moreno para otorgarle un leve beso en la frente — gracias por esto...

Hubo un momento de silencio lleno de significado, mientras ambos contemplaban el milagro de la vida que acababan de traer al mundo. Así fue hasta que Volkov rompió el silencio con una risa suave.

— ¿Te imaginas cómo será cuando tengamos más hijos? La casa estará llena de risas, caos y... bueno, muchas más noches sin dormir — añadió recordando aquella conversación que habían tenido al enterarse que estaban esperando a su primogénito.

— Sí, será una locura — dijo el omega riendo, encantado con aquella idea, esa ilusión que ambos compartían por tener una familia como la que no pudieron disfrutar del todo cuando eran niños — pero una buena locura... — añadió, mientras se imaginaba aquella escena en su cabeza — ¿Cuántos crees que deberíamos tener?, ¿Dos, tres...?

— Bueno, siempre he pensado que una familia grande sería increíble — respondió luego de pensarlo por un momento, una sonrisa juguetona en sus labios — tendremos todos los que tú quieras, después de todo, eres quien hace la mayoría del trabajo, no me gustaría hacer que te comprometas con...

— Viktor... — lo interrumpió el omega con una tierna sonrisa mientras colocaba su mano sobre la mano de este — serán nuestros pequeños, de ambos, no sólo míos, jamás me sentiría presionado ni obligado por ti — le pidió que le pasara a su pequeño para tomarlo en sus brazos y observarlo mientras peinaba su cabello dorado — además, mira a este pequeño preciso, imagínate cómo serán sus hermanos y hermanas.

— Seguro que igual de hermosos que tú — dijo muy seguro de aquello mientras tomaba asiento junto a este para abrazarlos a ambos.

— ¿Qué dices?, si Sammy es idéntico a ti — añadió aquello entre risas — yo hago todo el trabajo y sale igualito a ti — fingió molestia.

— Entonces ya sabemos quien tiene los genes más fuertes — continuó la broma para luego volver a besarle — tendremos que continuar buscando a nuestro pequeño o pequeña morenita.

— Poco a poco Viktor... poco a poco — dijo para luego quedar ambos observando a su pequeño recién nacido, aquel que luego de tanto había llegado como resultado del profundo amor que sentían el uno por el otro.

Sabían que la vida con una familia grande traería desafíos, pero también sabían que estarían juntos para enfrentar cada uno de ellos.

— Sea cual sea el número, mientras estemos juntos, todo estará bien... — dijo el alfa, inclinándose para besar suavemente a Horacio en los labios — Construiremos una familia hermosa y llena de amor.

— Sí, lo haremos — susurró el omega mientras cerraba sus ojos, disfrutando de ese momento — una familia perfecta, llena de amor y aventuras.

Los dos se quedaron en silencio, disfrutando del momento y de la paz que los rodeaba, con Sammy durmiendo entre ellos, el primer paso de la familia que siempre habían soñado tener juntos.

~•~ En la actualidad ~•~•

— Gracias por pasar a recogerme, Aleksandra necesitaba usar mi vehículo y... — comenzó a excusarse el alfa mientras ingresaba al auto.

— No te preocupes, ya había salido de casa — le restó importancia el moreno — ¿vas a la sede o prefieres que te deje en otro lugar?

Había pasado una semana desde la última cita del alfa con la doctora, por lo que había debido asistir nuevamente durante la mañana antes de comenzar su turno en la sede. Sin embargo, su hermana había tomado prestado su auto y no pudo pasar a recogerlo por complicaciones en su trabajo. Así que al alfa no le quedó de otra más que recurrir a la única persona que le tenía un poco más de confianza que a sus demás compañeros.

— De todas formas, gracias... y si, voy a la sede — dijo y se le hizo extraño que el omega no continuase con algún tema de conversación y solo asintiese.

Por lo que el ruso se recostó en el asiento del copiloto, observando de reojo a Horacio mientras este conducía. Notando las ojeras bajo los ojos de este y percatándose de la forma en que sus manos agarran el volante con más fuerza de lo habitual.

— ¿Estás bien? — preguntó Volkov, frunciendo el ceño — pareces... agotado... no solo cansancio, ¿verdad? — se atrevió a preguntar sin estar muy seguro de cómo podía asumir aquello.

Horacio por su parte sólo respiró hondo, manteniendo los ojos en la carretera.

— Es solo que... he estado lidiando con muchas cosas últimamente — confesó finalmente luego de unos segundos — ya sabes... cosas del trabajo y... bueno... en casa — intentaba sonar despreocupado, pero su voz temblaba ligeramente.

— Si hay algo que me estás ocultando, puedes decírmelo — Volkov lo observó fijamente, tratando de descifrar el subtexto en las palabras de Horacio — quiero estar para ti igual que tú has estado conmigo...

Horacio sintió un nudo en la garganta. Una parte de él quería abrirse y decirle a Volkov todo, lo necesitaba, pero recordaba las palabras de la doctora sobre no apresurarse y dejar que los recuerdos regresen por sí solos.... y dejaba de lado nuevamente las necesidades de su omega interior.

— No es nada grave... — dijo finalmente, esforzándose por mantener una sonrisa — solo estoy un poco abrumado... pero estaré bien... — mintió y aquello no pasó desapercibido para el ruso, pues el aroma de el omega, sí bien lo había notado algo dulce en las últimas ocasiones, ahora percibía todo lo contrario, solo percibía tristeza y dolor.

Volkov asintió lentamente, aunque la preocupación en sus ojos no se desvaneció luego de aquello — Aunque no recuerde todo... quiero ayudarte, estaré aquí para lo que necesites.

Al escuchar esto, Horacio sintió una punzada de dolor en el pecho. La amabilidad y preocupación de Volkov, mezcladas con la distancia que la amnesia ha creado entre ellos, lo hacían sentir más solo que nunca. Había batallado tanto durante el último mes y medio para no dejar que todo lo volviese a sobrepasar a ese nivel. Pero la noche anterior sus cachorros habían llorado por la ausencia de su padre. El corazón se le había vuelto a romper al verse incapaz de hacer algo más por aliviar el dolor que estos sentían.

Recordando esto se mantuvo el resto del camino en un silencio un tanto incómodo. Horacio enfocándose en el camino y concentrándose en la conducción, mientras que Volkov miraba por la ventana, sumido en sus pensamientos. Ambos luchando con sus propios sentimientos y la complejidad de una situación que parecía no tener una solución.

— ¿Seguirá en pie la sesión de entrenamiento hoy? — preguntó el alfa una vez ambos se bajaron del vehículo.

— Claro — aceptó — los demás ya deben estar aquí, iré por unas cosas a la oficina y nos veremos allá en unos minutos, ve reuniendo a los chicos.

— De acuerdo — sólo pudo responder ya que el omega se había apartado casi de inmediato de su lado.

Volkov aún con todo en mente, decidió dirigirse a la sala de entrenamiento donde al llegar, se encontró con todos sus compañeros esperando mientras platicaban y calentaban previo al inicio.

— ¿Todo bien, Uve? — le cuestionó Alanna al verlo algo pensativo.

— Sí, solo... — pensó cómo responder mientras Nina y Brown se acercaban — creo que le ocurre algo a Horacio, lo he notado algo distinto, ustedes lo conocen más que yo ¿no es así?, ¿notarían si le ocurriese algo?

Los tres intercambiaron miradas. Si bien estaban conscientes de que su otro jefe estaba diferente, no se les había hecho difícil asumir el motivo. Y es que el omega se había excusado con alguno de ellos en otras ocasiones pues reconocía que no estaba siendo capaz de dar el máximo durante sus horas de servicio. Cosa que sus agentes obviaron siendo conscientes de la situación por la que estaba pasando.

— Si le sirve de algo — intervino Alanna — luego del entrenamiento iré a hablar con él, prometo decirle si le ocurre algo preocupante.

— Gracias Monnier — finalizó en el mismo instante que el omega hacía acto de presencia y los demás agentes se acercaban.

— Bien — comenzó a decir una vez tuvo la atención de todos — ya saben cómo son nuestros entrenamientos, debemos estar preparados para lo más difícil y actuar de la mejor forma. El director Volkov y yo nos dividimos los ejercicios y ambos evaluaremos sus resultados en comparación con los últimos que puntuaron al finalizar el entrenamiento anterior. ¿Alguna duda o pregunta?

— 10-5 señor — respondieron todos a la vez.

— Bien, comencemos — dijo el omega dando inicio al día de entrenamiento.

El ambiente rápidamente se cargó de energía y expectación. Los días de entrenamiento eran casi tan intensos como las noches de reuniones. Sin embargo, al ya llevar varios meses en los que los directores habían estado implementando dichas actividades, todos se habían comenzado a acostumbrar.

Pasaron las horas y todo iba lo mejor posible, sin embargo, mientras que Horacio daba instrucciones a su equipo, había comenzado a sentir una creciente incomodidad en su cuerpo. La marca en su cuello le latía más que antes, incluso había comenzado a arderle por momentos con una intensidad que no había sentido antes.

— Jefe, ¿se encuentra bien? — le preguntó Hamilton al omega al ver cómo este había palidecido.

— Estoy bien, estoy bien... — respondió mientras que su voz se apaga y su vista se volvía borrosa.

— Señor, creo que... — comenzó a decir Nina pero se detuvo al ver cómo de repente, las piernas del omega cedieron y se desplomó al suelo, perdiendo el conocimiento.

El sonido de la caída resonó en la sala y todos los presentes se detuvieron, conmocionados. Sin embargo, a pesar de que habían compañeros más cercanos al omega, Volkov fue el primero en llegar a su lado y arrodillarse rápidamente junto a él.

— ¡Horacio! ¿Qué te pasa? — lo llamó con urgencia mientras que se dejaba notar la preocupación en su voz a la par que revisaba frenéticamente su estado — ¿Qué le ocurrió? — le preguntó a sus compañeros mientras que los demás se acercaban y observaban la escena.

— Notamos que estaba algo pálido y le preguntamos si se encontraba bien — se apresuró a responder Hamilton — no ha pasado ni 1 minuto desde que nos dijo que si.

— Pero vamos a ver — respondió algo enojado — si notan que esta aplaudo claramente no se ha de encontrar bien.

— Lo siento señor..

Volkov dejó de escuchar a su alrededor y se centró en cerciorarse de que el omega no tuviese ninguna herida visible de la cual no haya dicho nada. Sin embargo, cuando removió un poco la bandana de este que había permanecido en su cuello para revisarle, se percató de aquella marca oscurecida y casi negra. La observó claramente por primera vez y comprendió todo... aquella marca sólo podía representar un símbolo de unión y vida, pero ahora parece marchita y enferma. Lo que sólo podía significar una cosa.

— Tiene un alfa... — murmuró en voz baja para sí mismo, al mismo tiempo que algo en su pecho se contrajo dolorosamente y una mezcla de confusión y vacío lo llenó.

— Llamen a los EMS — comenzó a decir Alanna al notar que todos lucían estáticos — compañeros, continúen realizando los ejercicios, Bishop quedas a cargo.

— Ya escucharon, continuemos — dijo este mientras se apartaba con los demás. Dejando a los directores junto con Alanna, Nina y Hamilton.

— ¿Uve? — lo llamó Nina pero este parecía seguir sumido en sus pensamientos mientras mantenía al omega en sus brazos.

Para Volkov la idea de que Horacio perteneciera a otro alfa lo llena de una inexplicable rabia, un rencor ardiente hacia alguien a quien no conoce.

¿Cómo puede alguien dejar que su marca llegara a este estado?, ¿Quién fue tan irresponsable como para herirlo así?, ¿Acaso por eso había estado distante?, ¿Estaba teniendo problemas en casa con su alfa?, ¿Cómo alguien sería capaz de lastimar a un omega como Horacio?

Se cuestionaba mientras observaba la marca y un dolor sordo surgía en su propio pecho, una sensación extraña de pérdida y desconexión que no podía entender pero que su alfa interior lloraba. Era como si una parte de él estuviera conectada a Horacio de alguna manera, pero sin los recuerdos, no podía identificar la causa. Aun así, la visión de la marca ennegrecida le provocaba un profundo resentimiento hacia ese alfa que dejó que su vínculo con Horacio se deteriorara tanto.

— ¡Necesitamos asistencia médica! — reaccionó Volkov mientras luchaba con la mezcla de emociones — ¿Donde están los médicos?

— Ya vienen en camino — respondió Hamilton.

— ¿Qué le ocurrió a mi hermano? — ingresó Gustabo de prisa una vez ingresó — para un día que llegó tarde...

Continuó diciendo el alfa mientras se acercaba a estos pero por algún motivo, el instinto de Volkov lo hizo gruñirle al alfa de ojos azules una vez se acercó al omega aún en sus brazos. Haciendo que este se detuviese y los demás observasen la escena.

— Ruso... ¿que crees que haces? — le dijo Gustabo mientras hacía su mayor intento por controlarse. Haciendo que rápidamente, el otro alfa reaccionara y se comenzase a calamar.

— Yo... lo siento yo... no sé qué me pasa... — comenzó a responder al mismo tiempo que Afortunadamente, los médicos llegaban.

Estos tomaron al omega y comenzaron a revisarlo, cerciorándose de que no se les olvidase revisarlo de alguna forma. Mientras tanto, Volkov se comenzó a apartar, mirando su propia mano temblorosa, sintiendo el peso de algo que no podía comprender del todo. La confusión y el rencor hacia ese alfa desconocido persistían, sin saber que, en realidad, él es el alfa que buscaba culpar.

— ¿Qué... qué pasó? — escucharon al omega preguntar luego de unos minutos.

— Director Pérez, ¿cómo se siente? — comenzó a preguntarle la médica — se encuentra en la sede del FIB.

— Me siento bien... — respondió este mientras pasaba su mano por su cresta y se percataba de cómo lo observaban los demás presentes — gracias, ya me encuentro mejor...

— De todas formas, nos gustaría que nos acompañe hasta el hospital para poder... — comenzó a decir el otro médico pero el omega lo interrumpió.

— No se preocupen — se apresuró a decir el omega dejando confundidos a los presentes — ya me encuentro mejor, muchas gracias por su servicio — dijo mientras se ponía de pie bajo las miradas de los médicos.

— Hermano, creo que lo mejor es que vayas con ellos... — interrumpió Gustabo.

— Ya dije que me encuentro bien, no se preocupen — comenzó a enojarse para luego percatarse de la expresión en el rostro de Volkov — voy a... mi oficina, regreso en un rato.

Dicho esto partió dejando a todos confundidos. Si bien sabían que el omega estaba pasando por mucho y tampoco le gustaba molestar a los demás con sus problemas, les había resultado extraño no haber notado antes su malestar.

— ...lo entiendo señor García, pero no podemos obligar a su hermano a que vaya con nosotros... — le decían los médicos a alfa rubio mientras que los demás observaban.

Gustabo frustrado por la actitud de su hermano, dejó a los médicos con Alanna y Nina para ir tras su hermano. Al llegar a la oficina, se encontró con el omega derramando algunas lágrimas por su rostro, lo que hizo que se preocupara más de lo que ya estaba.

— ¿Hermano? — lo llamó el omega al percatarse de su estado — ¿que tienes?, ¿llamo a los médicos?

— ¡No! — respondió de prisa — ya dije que estoy bien... es sólo que... es su aroma...

— ¿A qué te refieres? — preguntó confundido.

— El aroma de Viktor... lo tengo impregnado... como si el... — intentó decir pero sólo más lágrimas salían — como si le importara, como si se hubiese preocupado como antes... como si... hubiese recordado lo que sentía por mi o... no lo sé... no sé...

— Horacio... — se le acercó pero este retrocedió — de acuerdo... ¿qué quieres?, ¿qué necesitas que haga?, ¿cómo puedo ayudarte? — preguntó ya desesperado por no saber de qué otra forma ayudar a su hermano.

— Quiero a mi esposo de vuelta... — dijo para volver a romper en llanto mientras que se abrazaba a sí mismo, aprovechando que aún tenía el aroma del alfa sobre él.

~•~•~•~•~

Una hora más tarde, Gustabo había logrado hacer que su hermano se calmase un poco. Además de convencerlo de que fuese a su casa a descansar. Cosa a la que el omega cedió, con la condición de que su hermano fuese por sus cachorros a la escuela y se los llevara a la casa. Pues en el estado en que se encontraba, solo sentía que podía mejorar teniendo a su esposo o a sus cachorros cerca.

— Gracias, hermano — le dijo Horacio mientras ingresaba a su auto en el estacionamiento de la sede — avísame por favor cuando ya tengas a mis pequeños...

— Claro, no te preocupes, en un rato estarán contigo — respondió para tranquilizarlo — no dudes en llamarme si necesitas algo, intentaré apresurarme — dijo para luego ver cómo el omega asentía y se marchaba, marcando en el GPS el camino a su hogar.

Durante el camino, Horacio intentaba procesar todo lo que había ocurrido, desde la difícil noche que había tenido con sus cachorros, hasta su colapso en la sede. Además de que su mente estaba llena de pensamientos sobre la marca y la forma en la que Volkov había reaccionado cuando este se desmayó. Según su hermano, esté incluso se había mostrado a la defensiva no permitiéndole que se le acercase alguien más mientras lo tenía en sus brazos. Algo que si bien habría sido normal en su esposo, no lo era para el Volkov actual.

Sin embargo, su modo de alerta despertó cuando escuchó como un vehículo detrás de él tocaba la bocina, alertándolo. Cosa que le hizo percatarse de la actividad sospechosa que un vehículo 4x4 negro, lo parecía estar siguiendo muy de cerca y que lo hizo sentir un escalofrío mientras que con sus manos apretaba el volante con más fuerza.

— Por favor que no sean ellos... — dijo reconociendo el vehículo e intentando mantener la calma. Por lo que comenzó a cambiar de ruta varias veces, girando en calles laterales y tomando caminos alternos. Pero el coche detrás de él seguía cada uno de sus movimientos, manteniéndose siempre a una distancia sospechosamente cercana.

El pánico comenzó a instalarse en Horacio cuando se dio cuenta de que estaba en una situación peligrosa. Por lo que utilizando la pantalla del auto, inició una llamada con su hermano.

— Sé que te dije que me llamaras pero no van ni 15 minutos, aún no tengo a Sammy y Kiara conmigo — comenzó a decir el alfa una vez respondió en un tono divertido.

— Creo que me están siguiendo — lo interrumpió haciendo que se tensara — un vehículo con la misma descripción que me diste en el informe.

— ¿Dónde estás? — le pregunto y se escuchó como cambiaba de dirección, provocando que varios conductores se quejasen.

— A unas tres calles antes de llegar a casa... — respondió mientras observaba el auto por el retrovisor — creo que si acerero puedo perderlos.

— No, Horacio ya te dije — comenzó desesperado el alfa — esa gente es peligrosa, no te arriesgues, espera a que esté más cerca, pediré refuerzos.

Continuó diciendo pero Horacio estaba decidido, por lo que en un intento desesperado por escapar y alejar al vehículo de su hogar, aceleró haciendo que el vehículo oscuro lo imitase. Sin embargo, utilizaron esto a su favor para embestir por detrás el coche del omega.

— Gustabo, creo que no podré esperar mucho más — dijo dejando notar su preocupación para luego recibir el impacto de otro golpe, esta vez del lado del copiloto.

— Estoy cerca, ya le escribí a los demás en la sede — informó mientras aceleraba — pase lo que pase no dejes que...

No pudo terminar de decir debido a que la llamada se cortó. Al mismo tiempo que el vehículo volvía a embestir el coche de Horacio, pero en esta ocasión, del lado del conductor, haciéndole perder el control. El coche de Horacio derrapó y se estrelló contra una barrera, dejando al omega aturdido y adolorido mientras que intentaba recuperarse y tomar su arma reglamentaria.

Sin embargo al mismo tiempo, los causantes del accidente detuvieron su coche justo del lado del omega el cual aún luchaba por salir de su auto volcado. Antes de que el moreno pudiese reaccionar, una figura apareció rápidamente junto a su ventana rota. Debido a su posición y heridas no pudo observar quien era, pero escuchó cada una de las palabras que pronunció... justo antes de con su pierna, golpearlo en la cabeza y dejarlo inconsciente.

~•~•~•~•~•~

Horacio abrió los ojos lentamente, sintiendo un dolor punzante en todo su cuerpo. La luz blanca del hospital lo cegó momentáneamente, y parpadeó varias veces intentando adaptarse. Todo a su alrededor parecía borroso y confuso, pero pronto distinguió las figuras familiares de dos hombres junto a su cama quienes lo miraban con expresiones de alivio y preocupación.

— ¿Qué... qué pasó? — murmuró Horacio, tratando de moverse, pero el dolor y la confusión lo mantuvieron en su lugar. Sentía una presión en su cabeza y una sensación de pesadez en el pecho.

— Tranquilo, hermano — Gustavo se inclinó hacia él colocando una mano reconfortante en su brazo — estás en el hospital. Tuviste un accidente en auto mientras ibas de regreso a tu casa — explicó con una voz calmada pero cargada de preocupación.

— ¿Recuerdas algo? — le preguntó Greco mientras se acercaba junto a su pareja — Fue bastante grave, pero afortunadamente, los paramédicos llegaron rápido y te trajeron aquí — su tono era serio, reflejando la gravedad de la situación.

Horacio cerró los ojos por un momento, tratando de recordar. Fragmentos de recuerdos comenzaron a regresar: la sensación de ser seguido, llamar a Gustabo, el coche que lo embistió, el choque... las amenazas. Su corazón se aceleró mientras la imagen de esto último aparecía en su mente.

— Había... había un sujeto... él... me dijo algo... — intentó pronunciar con voz ronca, mirando a ambos y viendo sus expresiones. Pues Gustabo y Greco intercambiaron una mirada rápida.

— También te dejaron una nota — Gustabo fue el primero en responder — Eduardo y los demás ya están trabajando en eso, ahora lo más importante ahora es que te mejores.

Horacio asintió lentamente, su mente luchaba por asimilar toda la información. La amenaza, seguida de esa nota, era una advertencia muy clara, además de la preocupación en los rostros de Gustabo y Greco que lo tenían un tanto inquieto. Pero más allá del miedo y la confusión, no podía dejar de pensar en una cosa.

— ¿Los niños están bien? — preguntó, su voz llena de preocupación — si fueron por mi quizás...

— Sí — lo tranquilizó de inmediato el de barba — Alanna fue por ellos, deben estar por llegar, le pedimos que los trajesen pues supusimos que querrías verlos.

Horacio se relajó un poco al escuchar esas palabras, aunque la inquietud persistía. Esto daba un giro tremendo en la investigación que se estaba llevando a cabo y hasta ese instante, pensaban que había sido de la manera más discreta posible. Sin embargo luego de esto, se percató de que una vez más, habían subestimado al grupo criminal.

— Creo que llegaron tus cachorros — dijo el rubio al leer el mensaje que Alanna le había dejado.

— Ayúdenme a ponerme de pie, no puedo dejar que le vean así — dijo el omega haciendo su mayor esfuerzo. Cosa que la pareja de alfas comprendió y pese a no estar seguros del todo de que esta fuese una buena idea, lo ayudaron con mucho cuidado.

Al final, Horacio había sufrido varias lesiones, entre ellas un traumatismo craneoencefálico debido al golpe en la cabeza, tenía dos de sus costillas fracturadas, varios hematomas en el pecho, y algunas otras lesiones por compresión. Sin embargo, la necesidad por recibir y abrazar a sus cachorros valía más que cualquier dolor físico.

— ¿Dónde está papi? — escuchó el omega como su primogénito lo procuraba — ¿porqué estamos en el hospital?

— ¿Papi está enfermo? — preguntó confundida la pequeña Kiara.

— Papi está aquí, mis pequeños — dijo el omega, saliendo al pasillo con la ayuda de Gustabo mientras que Greco se retiraba para ir hacia donde la enfermera.

Sammy y Kiara dejaron de lado a su tía Alanna para ir de inmediato a los brazos de su padre. Los tres se unieron en un dulce abrazo, uno que le dio al omega las energías y fuerzas para continuar afrontando aquel día tan largo, difícil y complicado que había tenido. Sus cachorros eran todo lo que le quedaba de su amor con Volkov. Durante la última semana se le había complicado mucho más el no extrañarlo en todos los sentidos posibles, después de tantos años juntos, casi dos meses se habían sentido como toda una eternidad.

— ¿Estás enfermo papi? — le preguntó Kiara observando el vendaje que este tenía en la cabeza.

— ¿Te lastimaron en el trabajo? — interrogó Sammy luciendo muy parecido a Volkov.

— No estoy enfermo — fijó su vista en su pequeña — y no me lastimaron en el trabajo... — observó ahora a su pequeño — sólo...

Horacio se detuvo casi de inmediato. Quería equivocarse, quería estar equivocado y que el accidente lo estuviese haciendo percibir aromas que no estaban allí, pero al ver cómo el brillo en los ojos de sus cachorros regresó, supo que ya era demasiado tarde... la persona que menos quería encontrarse en ese momento, estaba ahora allí frente a sus ojos.

— ¿Horacio? — lo llamó confundido el ruso al ver cómo el omega era abrazado por dos pequeños. Los mismos que el moreno se esforzaba por cubrir pero que sabía sería en vano pues si él había percibido su aroma, sus pequeños también.

— ¡Papá! ¡Volviste! — exclamó Sammy mientras que dejaba de lado a Horacio y a su hermanita para correr hacia los brazos de su padre.

— Niños, no... — dijo el omega por lo bajo pero ya era muy tarde, sus pequeños estaban abrazando al Volkov mientras que este los observaba confundidos — Oh no...

— ¡Papá! — lo llamó Kiara con una sonrisa mientras que extendía sus manos en busca de que esté la tomase en brazos.

— ¿Ya volverás a casa con nosotros? — le preguntó Sammy ilusionado mientras lo abrazaba.

Volkov ahora mismo tenía una mezcla inmensa de sensaciones y sentimientos que sólo lo hacían abrumarse más de lo que ya estaba.

¿Por qué Horacio tenía dos cachorros?, ¿por qué estos lo llamaban papá?, ¿por qué sentía una gran familiaridad con esos pequeños?, ¿por qué Horacio lo observaba con ese rostro y lágrimas en sus ojos?, ¿acaso durante todo ese tiempo le había estado mintiendo?

— ¿Papá? — escuchó cómo se dirigían nuevamente hacia él, haciéndolo retroceder levemente confundido.

— Yo... yo... lo siento mucho... pero... — comenzó a decir intentando no ser demasiado duro con ellos — yo... no sé quienes son...

Al escuchar esto, Sammy lo soltó de inmediato y su expresión cambió con la misma rapidez. Volteó a ver a su otro padre el cual se acercaba a estos y solo pudo comenzar a entristecerse al ver el rostro del omega.

— No... no... papi... por favor — le pidió al omega una vez que Horacio volvió a arrodillarse con cuidado frente a él — ¿que le pasa a papá?

— ¿Ya no nos quiere? — escuchó como la pequeña Kiara se cuestionaba.

— El los ama mucho... mis pequeños... — intentó responder Horacio pero su primogénito se comenzó a alejar de este.

— No... estás mintiendo — dijo con los ojos cristalinos mientras que tomaba la mano de su hermana — papá ya no nos quiere... por eso nos dejó solos y ya no va a casa...

— Sam por favor — le pidió a su hijo mientras que sentía como su corazón dolía cada vez más — escúchame cariño.

El pequeño comenzó a sentirse desesperado, en su cabeza no podía comprender que su padre estuviese allí pero que este no actuase como siempre. Que no le correspondiera un abrazo y le negara a su hermana uno. No entendía cómo podía ver a su otro padre llorar y no hacer nada para que ya no lo hiciera más. Ese no era su padre, estaba seguro de eso.

— Señor Pérez, no debió de haber salido de la cama — escuchó el omega como la doctora lo regañaba una vez apareció en el pasillo junto con Greco, el cual al ver la situación no pudo evitar ocultar su sorpresa.

Sammy al escuchar esto, aprovechó la oportunidad para salir, para irse corriendo hacia el otro lado dejando a su padre junto con su hermana atrás.

— ¡Sammy! — lo llamó Horacio en un intento de ir tras de él pero fue detenido por la doctora.

— Señor Pérez, no lo volveré a repetir, su estado de salud es crítico ahora mismo... — repitió la doctora.

— No me importa mi salud, me importan mis hijos — dijo entre lágrimas mientras que veía a su pequeña princesa llorar a la vez que era levantada por Alanna y sostenida por esta.

— Iré tras de Sammy — dijo Greco y salió por el mismo camino que el pequeño había tomado.

— No puedo... esto no... no puede estar pasando... — comenzó a desesperarse el omega mientras observaba a su alrededor y todo le daba vueltas — Volkov — se dirigió a este con los ojos llenos de lágrimas — Viktor lo siento tanto... — se disculpó mientras se acercaba a este — yo.. intenté lo más que pude... hice todo lo que... — decía pero se detuvo en el momento en que al estar frente al alfa, este retrocedió — ¿Volkov?

— Tú... — comenzó a decir el alfa al mismo tiempo que Alanna se apartaba con su sobrina y Gustabo se acercaba a su hermano pues notaba cómo apenas podía mantenerse en pie — durante todas estas semanas... supiste cómo me sentía, lo mal que la estaba pasando... y... y aún así... — comenzó a llenarse de decepción, coraje y dolor — me mentiste...

— Era lo mejor para ti... debes creer en mi... por favor... yo solo... — intentó continuar el omega pero su cuerpo y su mente ya estaban demasiado drenados.

Motivo por el cual, no se percató del momento en el que la doctora se había acercado a este con una inyección para administrarle una pequeña dosis de calmante.

— No me hagas esto por favor... — le pidió el omega a su esposo mientras que su vista se iba nublando más.

— Todo esto lo ocasionaste tú mismo... — dijo Volkov con desprecio para luego márchese de allí.

— ¡Volkov no! — lo llamó el moreno — ¡por favor no me hagas esto!, ¡nuestros cachorros te necesitan! — continuó llorando por lo bajo mientras que sentía su cuerpo debilitarse sobre los brazos de su hermano — yo... yo te necesito...

Fue lo último que dijo antes de quedar dormido. Teniendo como último recuerdo, el rechazo no sólo de su hijo y el dolor que le había causado tanto a este como a su pequeña. Sino también el rechazo que su alfa le había realizado. Quedándose solo y sin ninguno de los tres.

~•~ La verdad salió a la luz y todo parece ser un desastre... ¿Qué opinan ustedes? 🤔 ~•~

🪡🧵 ~•~•~•~•~•~~•~•~• 🧵🪡

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top