Capítulo 19

La sala del tribunal estaba llena de tensión. Habían pasado unos meses desde aquella horrible noche, pero también varios meses desde que habían decidido conocer el sexo de su tercer cachorro. Desde entonces, las cosas no habían sido fáciles.
El embarazo de Horacio avanzó con más dificultades de las esperadas. Pues desarrolló una  condición llamada polihidramnios, la cual había provocado que su vientre creciera más de lo normal, y con ello vinieron los dolores, la incomodidad y el agotamiento constante. Sin embargo, lo que más pesaba sobre él no era el estado de su cuerpo, sino el proceso de recuperación de sus hijos. Sammy y Kiara aún arrastraban las secuelas de todo lo que habían vivido, y Horacio y Volkov habían hecho todo lo posible para ayudarlos a sanar.

Pero ahora, estaban aquí. Enfrentando la última prueba. Dmitry estaba sentado al otro lado de la sala, con las manos esposadas sobre la mesa, sus ojos oscuros y fríos clavados en los suyos. No tenía miedo, no mostraba remordimiento. Para él, esto no era el final. Era solo una pausa.

— Honorables miembros del jurado, lo que tenemos aquí hoy no es solo un caso criminal, es un caso de destrucción familiar, de daños irreparables causados por un hombre que nunca mostró remordimiento alguno — Comenzó Brown, mirando fijamente a Dmitry, quien permanecía impasible en su asiento — Es por eso que queremos llamar a testificar a Horacio Pérez-Volkov.

El corazón de Horacio dio un vuelco al escuchar su nombre. Inspiró profundo y se puso de pie con dificultad, apoyando una mano en su prominente vientre. Volkov, sentado a su lado, le ofreció un suave apretón en la mano antes de dejarlo ir.

Mientras caminaba hacia el estrado, sintió todas las miradas sobre él. En otro momento de su vida, haber estado tan expuesto le habría provocado inseguridad, pero ahora, lo único que importaba era que se hiciera justicia.

Se acomodó en la silla, tomó el micrófono y esperó la primera pregunta.

— Señor Pérez-Volkov, sabemos que este proceso ha sido difícil para usted y su familia, pero quiero pedirle que nos cuente, con sus propias palabras, qué ocurrió la noche de su secuestro — le pidió haciendo que este inmediatamente se tensara.

Horacio tragó saliva. Miró de reojo a Volkov y hacia la puerta que daba paso a la pequeña habitación donde sus cachorros esperaban a que el juicio terminara junto a su tía Aleksandra. Ellos junto a él cachorro que llevaba en su vientre, lo eran todo para él, era por eso que estaba allí. Así que cerró los ojos por un instante y se preparó para poder comenzar.

— Estábamos en la oficina, en la sede federal trabajando — comenzó a narrar — Sammy y Kiara estaban con nosotros debido a lo ocurrido en nuestro hogar, el tiroteo que ellos mismos — miró a Dmitry — que él y su gente causó... estábamos... estábamos de camino a casa cuando, noté que... — se detuvo y suspiró, esforzándose por no derramar sus lágrimas — nos estaban siguiendo, nos rodearon y... él... Dmitry me golpeó, me lastimó, el pateó mi vientre, a mi bebé... frente a mis cachorros y todo mientras lo grababan...

— Nos está diciendo — comenzó Brown nuevamente — que no sólo lo agredieron y atentaron contra su vida, la de sus cachorros y su embarazo, sino que lo grabaron... ¿con que intención puede creer que fue esto?, ¿cual fue el motivo?

— Lastimar a mi esposo... — respondió ahora sí mientras una lágrima caía por su mejilla.

— El mismo video — le habló ahora al jurado — que le envío un remitente desconocido al señor Viktor Volkov — tomó un pequeño control remoto y apuntó hacia una pantalla — miembros del jurado, según nuestra evidencia A3 del caso, pueden observar dicho video que bajo el testimonio de litigado aquí presente en el estrado, cumple con todo lo antes mencionado bajo juramento.

En la corte se hizo otro silencio, uno que sólo se interrumpió por el audio de dicho video. Grabación que Horacio se negaba rotundamente a observar. Su corazón dolía, de solo escucharlo su piel se helaba y su respiración se aceleraba. Pero sabía que era necesario presentar dicha evidencia para añadirle más peso a su declaración. Cambió su mirada hacia las personas presentes, buscando a su esposo el cual se topó con que ya lo estaba observando, compartiendo sus miradas como señal de apoyo, compañía y tranquilidad.

— Luego de esto señor Pérez-Volkov, ¿Qué ocurrió? — continuó Brown una vez el video acabó y todas las miradas se posaron nuevamente en el omega.

— Lo siguiente que recuerdo es estar encerrado y atado... — su voz tembló — ellos... nos mantuvieron encerrados. Nos amenazaron. Nos... torturaron. Todo con el propósito de hacerle daño a Volkov.

— Cuando dice "nos torturaron", ¿podría especificar a quiénes se refiere? — Brown quiso aclarar.

— A mí... a mi hijo... a mi hija — Horacio apretó los labios, sintiendo la presión en el pecho.

Haciendo que de inmediato, un murmullo recorrió la sala.

— El daño no fue solo físico. Fue psicológico. Mis hijos aún tienen pesadillas. Mi hijo, que siempre fue un niño valiente y lleno de vida, ahora tiene miedo de estar solo — comenzó a describir a sus pequeños — y mi hija... mi dulce niña apenas se separa de mí sin llorar. Ambos con el miedo de que si se separan mucho de su padre o de mi... algo malo les vuelva a pasar y... y mi bebé... — llevó instintivamente una mano a su vientre — Este cachorro que aún no ha nacido también sufrió las consecuencias de todo esto...

— ¿Cómo ha afectado todo esto su embarazo? — preguntó Brown para luego hacer una pausa y dejar que sus palabras resonaran en la sala.

— Me diagnosticaron polihidramnios — respondió luego de tomar aire, ahora un poco más calmado — mi cuerpo ha estado bajo un nivel de estrés inmenso, lo que ha hecho que este embarazo sea mucho más riesgoso. He tenido que someterme a un control constante para asegurarme de que mi bebé esté bien.

El juez lo miró atentamente. Por lo que luego de tomarse unos segundos nuevamente, elevó su mirada hacia el culpable de todo lo ocurrido. Fue entonces que, con los ojos fijos en Dmitry, arremetió con todo el coraje que le quedaba dentro.

— Este hombre — dijo Horacio, señalando a Dmitry — destruyó nuestras vidas. Mi vida. La de mi esposo, la de mis hijos. ¿Cómo puedo olvidar la angustia en los ojos de mis pequeños? ¿La desesperación de ver a mis hijos encerrados, atemorizados, sin saber si íbamos a salir vivos? ¿Cómo explicarle a mi bebé que, aunque aún no ha nacido, su padre tuvo que vivir en miedo constante? — su voz se quebró, pero lo controló, se esforzó por ello, viendo ahora cómo Volkov le sonreía en silencio, dándole fuerza — todos los días me pregunto cómo explicarles a mis hijos, Sammy y Kiara, lo que les hizo este hombre. Cómo sanar esas cicatrices invisibles que se quedaron en ellos, en sus corazones. Cómo volver a darles paz. Pero más allá de ellos, este cachorro que llevo dentro, ¿cómo explicarle que desde su primer aliento, su familia vivió en constante terror? — su mirada se desvió hacia su vientre, su tono lleno de tristeza.

Horacio pasó una mano sobre su estómago, mientras las lágrimas comenzaban a caer por su rostro.

— Mi familia no merecía esto. Nadie merece esto. No sé cómo alguien puede llegar tan lejos. Pero él lo hizo — continuó firme — Y no solo me destruyó a mí, destruyó la vida de mis hijos. Y destruyó la vida de este bebé. No sé si todos lo entenderán, pero este bebé, que todavía no ha nacido, ha sido una víctima también.

Finalizó dejando a todos con muchas emociones, desde indignación, hasta tristeza y admiración. Después de todo, no es fácil tener el valor para testificar todo lo que el omega había hecho.

— Su Señoría — Brown se dirigió directamente al juez — aquí presente tenemos el informe médico del señor Pérez-Volkov, que prueba las complicaciones de su embarazo debido al estrés postraumático causado por el secuestro. También tenemos los informes psicológicos de sus hijos, los cuales han sido evaluados desde entonces.

Finalizó para observar cómo el juez tomó los documentos y los revisó en silencio. Detalle por detalle, prestando atención a las fechas, diagnósticos, descripciones y demás. Por lo que al finalizar, asintió en dirección a Brown.

— Gracias por su testimonio señor Pérez-Volkov — le dijo indicándole a su jefe que ha podía bajar del estrado — ahora quiero llamar a la doctora Anaïs Renaud, psicóloga forense, para testificar.

Pidió para ver cómo una mujer de aspecto serio y profesional caminó hasta el estrado y comenzó a dar su testimonio.

— He trabajado con la familia Pérez-Volkov desde hace 5 meses — comenzó a decir segura y firme — y puedo afirmar que el trauma que han experimentado, especialmente los niños, es severo. Sammy ha desarrollado un cuadro de ansiedad y estrés postraumático, con miedo constante a la separación de sus padres. Kiara ha mostrado signos de hipervigilancia y episodios de pánico. Estos niños no solo fueron víctimas de secuestro, sino de una violencia emocional que marcará sus vidas para siempre.

El jurado escuchaba atentamente mientras que Dmitry, por su parte, parecía aburrido, como si todo esto no fuera más que un espectáculo sin sentido.

El juicio continuó durante una horas más, horas durante la cuales muchos más subieron a testificar cómo Volkov, Alanna, Hamilton e incluso solicitaron que Sam y Kiara ingresaran, pero Horacio y Volkov no estuvieron de acuerdo, por lo que estos permanecieron donde estaban.

Del lado de Dmitry no hubo mucho movimiento, siendo así que el único testimonio con el que contaba, era con el suyo propio.

Sin embargo, Brown dio un discurso impecable, recordando cada crimen cometido, cada prueba presentada hasta que fue el turno del abogado defensor de Dmitry, quien intentó minimizar los hechos, pero la evidencia era abrumadora.

Fue entonces cuando Dmitry, furioso, se puso de pie y golpeó la mesa con fuerza.

— ¡Eres un puto traidor Volkov! — rugió, mirando al alfa con odio — ¡Tú, deberías saber mejor que nadie que la traición no se perdona en Rusia! ¡Te juro que haré que pagues! ¡Tú y toda tu maldita familia!

La sala explotó en gritos. Horacio se abrazó a Volkov mientras que sus compañeros se ponían alerta alrededor de estos y los demás guardias se apresuraron a contener a Dmitry. Sin embargo, sus palabras ya estaban dichas.

— ¡Silencio! — ordenó con fuerza el juez — Esto es un tribunal, no un circo. Mantenga el orden.

Pero Dmitry, fuera de sí, continuó gritando, su rostro ahora rojo de ira.

— ¡A todos! ¡A todos! ¡Los voy a destruir! ¡Mi traición no se olvida, y ustedes me van a pagar por esto! ¡Voy a hacer que Volkov y su familia sufran aún más de lo que ya lo han hecho! ¡Nunca olvidaré esta humillación! — continuó mientras que luchaba contra los guardias para acercarse a los federales.

El jurado comenzó a murmurar entre sí, pero Horacio no podía dejar de pensar en lo que acababa de escuchar. La amenaza de Dmitry resonaba en su mente, pero en ese momento, algo cambió dentro de él. La furia de Dmitry solo confirmaba que lo que había hecho era lo correcto: estaba luchando por su familia, por su futuro.

Finalmente, el juez, visiblemente molesto, miró a Dmitry con severidad.

— La corte ha escuchado suficientes amenazas. El jurado ha tomado una decisión unánime: Dmitry Novikov, queda declarado culpable de todos los cargos. No se le concederá fianza y será sentenciado sin la posibilidad de salir bajo ninguna circunstancia.

La sala estalló en murmullos y murmullos de aprobación. Horacio sintió un nudo en la garganta, pero también alivio. Había justicia. Aunque el daño ya estaba hecho, algo dentro de él se calmó. Volkov, a su lado, lo tomó de la mano con firmeza y cerró los ojos por un momento, sintiendo el peso de todo ese infierno finalmente desaparecer.

— Lo logramos — le murmuró Volkov a su omega en voz baja, pero con un orgullo palpable en su tono.

— Sí... lo logramos — respondió con una sonrisa mientras que una lágrima rodaba por su mejilla.

Después de todo, aquello no había sido sólo justicia, sino también el cierre de una horrible pesadilla.

La pareja decidió esperar un poco a que los guardias sacaran a Dmitry de su campo de visión antes de ponerse de pie y salir hacia el cuarto donde Aleksandra se encontraba con sus cachorros. Todo mientras eran escoltados por sus agentes federales.

— Esperaremos aquí afuera — dijo Smirnov — enviaré a un equipo a revisar el perímetro para cuando quieran salir.

— Gracias — dijo Horacio para luego ingresar en la sala junto con su esposo, Gustabo, Greco y Alanna.

Divisando inmediatamente a sus pequeños quienes de inmediato y con mucho cuidado, fueron hacia él para abrazarlo.

— Tardaron mucho... — dijo Kiara abrazando a Volkov.

— Escuchamos gritos — dijo ahora Sammy mirando a Horacio para luego colocar sus manitas en el vientre de este.

— Todo está bien, mis vidas — los tranquilizó el omega — ya no hay que preocuparnos más.

Volkov pasó una mano por el cabello de Kiara, mientras la pequeña se aferraba con fuerza a él. Sammy, en cambio, mantenía su manita sobre el vientre de Horacio, como si necesitara asegurarse de que el bebé aún estaba bien.

— ¿Seguros? — preguntó el niño, con un deje de duda en su voz.

— Seguros, mi amor — respondió Horacio luego de intercambiar una mirada rápida con Volkov — no podrán hacernos daño nunca más.

Las palabras deberían haber sido suficientes para tranquilizarlos, pero el miedo en los ojos de sus hijos no desapareció por completo. Era lógico. Un juicio no borraba el trauma de un día para otro. Cosa que no pasó por alto para ninguno de los presentes, siendo Aleksandra quien finalmente habló.

— Es un día importante, pero también ha sido muy agotador para todos — miró de reojo el vientre de su cuñado con una mezcla de preocupación y ternura — deberían ir a casa.

— No quiero volver al hotel todavía... — murmuró Horacio mirando a Volkov.

Haciendo que el alfa frunciera el ceño, notando la tensión en su esposo. Y es que luego de lo vivido y a pesar de que habían pasado ya varios meses. Estos continuaban viviendo en aquella habitación de hotel mientras que su nuevo hogar estaba listo.

— ¿Qué quieres hacer entonces? — le preguntó el alfa colocando su mano con cuidado en la mejilla de este con ternura.

— Solo... no lo sé... — cerró sus ojos y se permitió sentir el toque de su alfa — sólo no quiero volver a encerrarme allí tan pronto...

Aleksandra comprendió enseguida.

— Vengan con nosotros — propuso Aleksandra — Nik está con Irina en casa, pueden quedarse un rato, están todos invitados — concluyó animada mirando a los demás presentes.

— Lo agradeceríamos mucho, hermana — aceptó Volkov al recibir una afirmación por parte de su esposo.

— Entonces, vámonos antes de que Horacio tenga que dar a luz aquí mismo — comentó Greco, intentando aligerar el ambiente.

— No bromees con eso — dijo Volkov, pero una sonrisa apareció en su rostro.

Sammy y Kiara parecieron más tranquilos al ver que los adultos tomaban una decisión. Si sus padres estaban bien, ellos también podrían estarlo. Así que con la escolta de sus agentes, salieron del tribunal rumbo a la casa de Aleksandra y Nikolai, listos para cerrar aquel capítulo.

~•~

La noche había caído sobre la ciudad cuando llegaron a la casa de Aleksandra y Nikolai. Todavía había demasiadas emociones acumuladas, demasiadas palabras que necesitaban ser dichas. Sin embargo, una vez ingresaron allí, el ambiente se había comenzado a aligerar bastante.

Desde el sofá, Horacio podía ver a Sammy y Kiara jugando en el suelo con algunos juguetes junto a su prima Irina. Volkov estaba a su lado, con el brazo descansando sobre el respaldo del sofá, cerca de su espalda. Aleksandra y Alanna estaban sentadas frente a ellos, mientras que Gustavo y Greco se mantenían de pie, con Nikolai apoyado en el marco de la puerta, observando en silencio.

Horacio pasó una mano por su vientre, que se había vuelto enorme en los últimos meses. Su embarazo había sido más difícil de lo que esperaba. A diferencia de sus otros dos embarazos, en este había desarrollado polihidramnios. Su médico le había dicho que era un caso moderado, pero aun así debía estar bajo vigilancia constante. Se sentía pesado, incómodo y agotado la mayor parte del tiempo, pero estaba dispuesto a soportarlo si eso significaba que su bebé nacería bien.

— Bueno... eso fue un infierno — murmuró Gustabo, rompiendo el silencio.

— Pero terminó — respondió Alanna, cruzando los brazos — Dmitry está tras las rejas. No hay escapatoria para él esta vez.

— Las palabras que dijo antes de que se lo llevaran... — dijo Horacio por lo bajo, algo preocupado todavía.

— No importan — intervino Volkov, mirándolo con firmeza — que jure venganza todo lo que quiera... no podrá hacer nada desde una celda.

— Aún así, debemos mantenernos alerta — intervino Greco — hay muchos trozos de mierda como él allá afuera.

— Y lo estaremos — afirmó Gustabo.

— Aún no puedo creer todo lo que han pasado... — dijo Aleksandra luego de soltar un suspiro.

— Ha sido una pesadilla — dijo Nikolai desde su posición en un tono más grave de lo usual — no solo para ustedes... sino para los niños.

Las miradas se dirigieron instintivamente hacia los niños, quienes seguían absortos en su juego. Ajenos momentáneamente a todo lo que se mencionaba en aquella conversación.

— La psicóloga lo dejó claro en el juicio — recordó Alanna — Sammy sigue teniendo pesadillas. Kiara se aferra demasiado a Horacio.

— Los pusimos en peligro — fue ahora Volkov quien bajó la mirada con culpa.

— Nosotros no — Horacio tomó la mano de su alfa con fuerza — Dmitry lo hizo...

— Pero si yo no me hubiera metido tanto en esa infiltración... si hubiera escuchado cuando me advertiste... — continuó cayendo en sus propios pensamientos.

— No quiero escuchar eso otra vez, Viktor — lo interrumpió Horacio con suavidad, aunque su mirada estaba cargada de emoción — Nos hemos culpado suficiente... pero... aquí estamos... juntos.

— Si algo aprendimos de todo esto, es que el trabajo no vale más que la familia — dijo Gustabo más directo de lo que pensó inicialmente mientras observaba a su cuñado.

— Lo entiendes ahora, ¿verdad? — Aleksandra miró a su hermano con los ojos llenos de una mezcla de orgullo y tristeza.

— Lo entiendo... — Volkov asintió lentamente.

— No necesitamos que trabajes más fuerte... — Horacio sonrió, aunque sus ojos estaban vidriosos — Te necesitamos aquí.

— Y aquí me quedaré — Volkov deslizó una mano sobre el vientre de Horacio y asintió con convicción.

El silencio que siguió fue profundo, pero reconfortante. Finalmente, después de todo el dolor, podían ver la luz al final del camino.

Los minutos pasaron y mientras todos hablaban en la sala, Horacio se puso de pie lentamente. Sentía la necesidad de tomarse un respiro, de hablar con Volkov a solas, de poder procesar todo sin tantas miradas encima. Luego de aquella pequeña conversación con sus familiares, su cabeza no dejaba de dar vueltas.

— ¿Podemos ir a otro lado? — le preguntó en voz baja a su esposo, tomando su mano.

— Vamos a mi antigua habitación — le respondió Volkov mientras se levantaba y tomaba la mano de este.

Sin embargo, justo cuando estaban por moverse, una pequeña figura corrió hacia Horacio y se aferró a su pierna.

— ¿Papi? — Kiara lo miró con ojos llenos de preocupación, abrazándolo con fuerza — ¿A dónde vas?

Horacio sintió que algo dentro de él se apretaba al ver la ansiedad en el rostro de su hija. Desde el secuestro, Kiara no toleraba estar lejos de él por mucho tiempo. Incluso cuando él solo iba a otra habitación, ella solía seguirlo o preguntarle a cada rato si volvería. Por lo que se agachó con un poco de dificultad debido a su vientre y acarició suavemente el cabello de la pequeña.

— Voy a hablar un momento con papá, cariño — le respondió con dulzura — No voy a irme. Estoy aquí contigo.

— ¿Lo prometes? — susurró Kiara, con su labio tembloroso.

— Lo prometo, mi amor — Horacio sintió un nudo en la garganta, pero sonrió con amor y besó su frente — en un ratito estaré aquí de nuevo.

— Estás segura con tus tías, tíos y hermano — Volkov se arrodilló también y pasó una mano sobre la espalda de Kiara — nadie va a hacertes daño.

Kiara miró a su hermano, quien la observaba desde el otro lado con atención. Haciendo que finalmente soltara un pequeño suspiro, asintiera y soltase a Horacio, aunque todavía parecía insegura. Fue entonces cuando Aleksandra se acercó y tomó suavemente la mano de la niña.

— Vamos, pequeña, el tío Gus dijo que podías pintar sus uñas — dijo haciendo que este se sorprendiera.

— ¿Qué yo qué? — preguntó confundido, recibiendo inmediatamente un codazo por parte del alfa de barba.

— ¡Sí! — respondió emocionada mientras se acercaba a este para tomar su mano — ¿puedo usar el rosa que es muy brillante?

Continuó preguntando mientras que Horacio y Volkov retomaban su camino a la habitación donde este último se había estado quedando mientras tenía amnesia. Apenas cerraron la puerta, Horacio se apoyó en ella y se cubrió el rostro con una mano. Soltando un suspiro tembloroso para luego bajar su mano, permitiéndole al alfa ver cómo sus ojos ya estaban llenos de lágrimas.

— Dios... — murmuró, dejando que el peso de todo lo que sentía lo golpeara.

— ¿Qué pasa, amor? — Volkov se acercó, colocándose frente a él.
Horacio negó con la cabeza, secándose las lágrimas rápidamente, aunque más seguían cayendo.

— Kiara... — su voz se quebró — ¿Viste cómo reaccionó? No puede soportar la idea de que me aleje aunque sea un segundo...

— Lo sé... — Volkov suspiró — Sammy tampoco. No lo muestran de la misma manera, pero él también tiene miedo.

— ¿Cómo se supone que sanamos de esto? — Horacio pasó ambas manos por su rostro — ¿Cómo los ayudo?, ya no se que más hacer...

Volkov no respondió enseguida. En lugar de eso, se acercó y lo abrazó con firmeza, dejando que Horacio escondiera su rostro en su cuello.

— Día a día — susurró Volkov mientras comenzaba a dejar salir su aroma para calmarlo — como lo hemos hecho hasta ahora.

— Tengo miedo — respondió luego de inhalar profundamente su aroma antes de apartarse un poco y mirarlo a los ojos.

— Yo también — le respondió mientras acariciaba su rostro con suavidad.

— Antes de que todo esto pasara, yo... me aferraba a la idea de que estábamos bien, de que podíamos manejar cualquier cosa. Y de repente todo se desmoronó... — comenzó a decir, dando inicio a aquella charla que a pesar de que habían transcurrido 5 meses, no habían podido tener por completo.

— Lo sé... — el alfa tomó sus manos y las llevó a su pecho — Pero míranos... seguimos aquí, sigues aquí.

— Sigo aquí, sí — el omega miró hacia abajo, posando la vista en su vientre — pero no sin cicatrices... y no hablo solo de mí. Sammy, Kiara... incluso nuestro bebé ha sufrido antes de nacer.

— Sé que nada de lo que diga cambiará lo que pasamos — Volkov suspiró y deslizó una mano sobre su estómago — pero no voy a permitir que sigamos viviendo con miedo. No voy a permitir que nuestros hijos crezcan con la sombra de lo que pasó.

— Realmente cambiaste, ¿sabes? — Horacio lo miró por un momento, estudiando su expresión.

— ¿A qué te refieres? — arqueó una ceja.

— Antes... antes de la amnesia, te obsesionabas con el trabajo... — Volkov apretó un poco los labios al escuchar esto — con ser el mejor, con demostrar que podías más, con protegernos a tu manera sin darte cuenta de que también necesitábamos que estuvieras presente.

— ¿Y ahora? — preguntó viendo de inmediato cómo su omega sonrió un poco, aunque con un toque de melancolía.

— Ahora entiendo que en el fondo, siempre quisiste hacer lo correcto, aunque tu manera de hacerlo nos lastimó — Volkov suspiró, pasando una mano por su cabello — y sé que tú también lo entendiste.

— Sí — aceptó aquello que ya había comprendido hace mucho — me tomó perderlo todo para darme cuenta...

— Pero lo recuperaste... — Horacio tomó su rostro entre sus manos y lo obligó a mirarlo — Y aunque tengo miedo de lo que vendrá después, sé que esta vez lo enfrentaremos juntos...

El alfa deslizó una mano detrás de su cuello y lo acercó a un beso suave, uno que sellaba más que promesas; sellaba un nuevo comienzo.

Cuando se separaron, Horacio suspiró y apoyó su frente contra la de Volkov.

— ¿Vamos con los niños? No quiero que Kiara se asuste si tardamos mucho.

— Vamos — sonrió levemente el ruso.

Y con las manos entrelazadas, bajaron juntos, preparados para enfrentar el futuro, sin importar lo que trajera. Cuando salieron de la habitación, Kiara estaba sentada en el regazo de Gustabo, admirando su increíble trabajo con las uñas de este, mientras que Sammy dibujaba con Greco en la mesa de centro.

—¡Papi! — exclamó el niño al verlos salir para correr hacia Horacio con su dibujo en la mano y mostrárselo con orgullo.

— Mira, dibujé a nuestra familia — dijo muy emocionado, ganándose la mirada y sonrisa de ambos padres — ¡Aquí estás tú, papá, Kiara, yo y bebé!

Horacio observó el dibujo con atención. Sammy había hecho un buen trabajo representándolos con crayones de colores. En el centro estaba él, con un gran vientre redondo, y junto a él, Volkov, sosteniéndolo con una mano. Kiara y Sammy estaban al frente, tomados de la mano.

— Es hermoso, amor — susurró ahora Volkov, acariciando la cabeza de su hijo.

Kiara, que había estado observando en silencio, se acercó a Horacio y le extendió sus pequeños brazos.

—¿Papi? — Horacio la cargó con cuidado y la pequeña se abrazó a su cuello.

— ¿Vas a quedarte aquí? — preguntó en voz baja.

— Siempre, amor — Horacio sintió un nudo en la garganta — No voy a ir a ningún lado.

Kiara pareció relajarse con la respuesta, acurrucándose en su hombro. Volkov observó la escena con ternura antes de acercarse y besar la cabeza de su hija. Para luego ayudar a su esposo a colocar nuevamente a su pequeña en el suelo y observar cómo está corría hacia su prima.

— Oigan y... — comenzó a preguntar Alanna — ¿ya han pensado en un nombre?

El alfa y el omega intercambiaron una mirada de complicidad, sin embargo, cuando Horacio se disponía a responder, sintió un extraño dolor en el vientre. Frunció el ceño e intentó caminar hacia el sofá, pero entonces una sensación cálida y húmeda lo recorrió.

Se quedó completamente quieto.

— ¿Horacio? — se inclinó hacia el Volkov con preocupación.

— Vik... — parpadeó lentamente antes de mirarlo con los ojos muy abiertos — creo que mi fuente acaba de romperse.

Un segundo de silencio. Luego, caos absoluto.

~•~ Espero que este capítulo final les haya gustado. Sé que muchos habrán querido saber el sexo del bebé pero tendrán que esperar al epílogo, lo lamento 🫣

Me estoy poniendo algo sentimental porque ya haya llegado a su fin y sólo quedé el epílogo por delante, pero confío en que al igual que yo, ustedes la han disfruto pese a las dificultades y el tiempo que demoré en completar esta historia.

También quería decirles que si tienen alguna duda o algo que les gustaría se aclare/suceda en el epílogo, estoy abierta a sugerencias 👀

Sin más que decir y como siempre,

Gracias por leer ❤️ ~•~

🪡🧵 ~•~•~•~•~•~~•~•~• 🧵🪡

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top