Capítulo 16

Horacio sentía el frío del suelo como una losa sobre su espalda. A pesar del dolor que irradiaba por todo su cuerpo, mantenía la mirada fija en el alfa que tenía frente a él, quien lo observaba con una sonrisa cargada de malicia mientras giraba un cuchillo entre sus dedos.

— ¿Sabes lo que más me molesta de todo esto, Horacio? — dijo este acercándose lentamente — la traición... eso, más que cualquier otra cosa, es lo que no puedo tolerar.

Horacio no respondió. Sabía que cualquier palabra solo alimentaría el juego sádico de este. No por nada era el líder de una de las mafias rusas más peligrosas.

— Tu querido esposo pensó que podía engañarme, infiltrarse, robar información, arruinar mis operaciones... Pero, ¿sabes qué? — se inclinó hacia él mostrándole sus ojos fríos como el acero — él no es el que está aquí ahora, ¿verdad?

— Lo estará pronto — contestó Horacio con la voz algo temblorosa pero cargada de convicción.

— Oh, claro que vendrá — dijo este soltando una carcajada — pero para cuando llegue, verá lo que pasa cuando alguien se atreve a traicionarme.

Antes de que Horacio pudiera reaccionar, este lo agarró por la camisa y lo levantó del suelo con una fuerza sorprendente. El impacto de su puño contra el rostro de Horacio fue inmediato, haciéndolo tambalearse hacia un lado mientras un corte se abría en su ceja. La sangre comenzó a deslizarse lentamente, nublándole la visión de un ojo.

— ¡Papi! — gritó Kiara desde el otro lado de la habitación, tratando de soltarse de las bridas que ataban sus pequeñas manos.

—¡Déjalo en paz! —exclamó Sam, forcejeando inútilmente mientras las lágrimas corrían por sus mejillas.

— Niños, no... — comenzó a decirle Horacio a sus pequeños — no miren...

Dicho esto, Sammy abrazo a su hermana y la cubrió, dándole la espalda a su padre mientras ambos cerraban sus ojos. El alfa por otro lado, los ignoró, concentrándose únicamente en Horacio. Tomándolo por el mentón, obligándolo a levantar la cabeza para mirarlo directamente a los ojos.

— ¿Qué piensas ahora, omega? — continuó burlándose — ¿Sigues creyendo que tu amado alfa puede salvarte?

El moreno no dijo nada, solo apretó los dientes mientras el dolor punzante en su rostro se mezclaba con una sensación de vacío en el estómago. Aunque intentaba mantener la calma, no podía evitar preocuparse por el bebé. Sus manos atadas se movieron instintivamente hacia su abdomen, protegiendo lo que sus enemigos aún desconocía.

— ¿Por qué te agarras el estómago? — preguntó alzando una ceja.

— Dolor... — reaccionó rápidamente, cambiando de posición para disimular — ...del golpe, nada más — murmuró.

El alfa lo miró con desconfianza por un momento, pero luego pareció decidir que no valía la pena insistir. En lugar de eso, soltó a Horacio, dejándolo caer al suelo con fuerza.

— Bien. Supongo que no me conviene matarte todavía — tomó un pañuelo para limpiar sus manos — pero si tú alfa no llega pronto... bueno, los niños serán un buen entretenimiento.

— ¡No te atrevas a tocarlos! — gritó Horacio, levantándose como pudo, aunque las bridas en sus brazos limitaban sus movimientos.

Haciendo que el contrario soltara una risa oscura y le diera una patada en el costado, haciendo que Horacio se desplomara de nuevo.

— No estás en posición de dar órdenes, omega. Recuerda eso...

~•~

La atmósfera era densa, cargada de tensión y expectativas silenciosas. Dentro de los vehículos en movimiento, los agentes mantenían el rostro serio con sus manos firmes sobre las armas, mientras el motor resonaba como un eco sordo en la noche. Nadie hablaba, pero el peso de la misión se sentía en cada respiración contenida.
Volkov estaba al frente con su mirada fija en el horizonte, donde las luces débiles del escondite enemigo comenzaban a perfilarse en la oscuridad. Su mente trabajaba a toda velocidad, repasando cada detalle del plan. Las órdenes ya habían sido dadas, pero sabía que una misión de esta naturaleza siempre traía imprevistos. Apretó los puños sobre sus rodillas, intentando calmar el torbellino de emociones que lo invadía.

Se imaginaba a Sam tratando de mantener el valor, a Kiara buscando la protección de su padre, y a Horacio escondiendo el miedo tras una máscara de fortaleza, como siempre lo hacía. Su familia era su motor, pero también su mayor debilidad.
Los vehículos se detuvieron a una distancia segura, y los agentes comenzaron a descender en completo silencio. Los equipos se dispersaron rápidamente, cada uno tomando su posición de acuerdo al plan. Volkov observó cómo Gustabo lideraba al equipo 2 hacia el flanco sur, mientras Alanna coordinaba la cobertura perimetral con precisión.

Cuando todo estuvo en su lugar, el aire pareció volverse más pesado. Volkov respiró hondo, ajustó el chaleco táctico y verificó su arma. Este era el momento.

— ¿Listos? — preguntó por el comunicador, en un tono bajo pero firme.

Las respuestas llegaron en rápidas confirmaciones. Gustabo estaba en posición. Alanna tenía todo bajo control. Ahora dependía de él. Por lo que se giró para mirar a su equipo.

— Recuerden, retrasemos el enfrentamiento lo más que podamos — enfatizó — me encargaré de darles todo el tiempo que sea posible, pero nuestra prioridad es asegurar a mi familia — los observó a cada uno — al ingresar me quitarán todo, pero conservaré el mini comunicador para saber cuando vayan a ingresar — repasó con detenimiento — confío en ustedes para que todo salga según el plan.

Sin esperar respuesta, Volkov comenzó a caminar hacia la entrada principal. El frío de la noche mordía su piel, pero apenas lo sentía. Con cada paso, se sentía más consciente de su papel. No solo era un director del FBI liderando una misión, era un esposo y padre dispuesto a arriesgarlo todo por aquellos a quienes amaba.

El plan era claro: su entrada sería una distracción. Él conocía a los hombres que estaban adentro, sabía cómo jugar con sus mentes y ganar tiempo. Mientras tanto, Gustabo y su equipo se infiltrarían siguiendo el plan cuidadosamente trazado por Alanna.

Cuando llegó frente a la puerta principal, alzó las manos lentamente, mostrando que no representaba una amenaza inmediata. Una cámara sobre el marco captó su movimiento, y la puerta se abrió con un chirrido metálico.

Un hombre con un rifle apareció en el umbral, su rostro iluminado por una expresión de desconfianza. Volkov lo miró fijamente, su postura relajada pero alerta.

— Vine a hablar — dijo con voz firme, pero no hostil.

El hombre lo evaluó por un momento antes de dar un paso atrás, dejando que Volkov cruzara la entrada. Al hacerlo, sintió el peso de todas las miradas sobre él. Sabía que cada segundo que ganara sería crucial para que Gustabo lograra sacar a su familia de ese infierno.

— Equipo 2, en movimiento — escuchó a través del comunicador, como un susurro mientras uno de los sujetos lo registraba y removía su armamento.

Volkov no respondió. Su mirada estaba fija al frente, pero su mente estaba con Horacio y los niños, rezando porque, cuando todo esto terminara, ellos estuvieran a salvo.

~•~

Dentro del escondite, ahora Horacio se encontraba luchando contra las bridas. Su respiración era irregular, y su mirada iba de un lado a otro, buscando desesperadamente una forma de proteger a sus hijos quienes en la misma situación que él, se esforzaban por aferrarse a su padre. Mientras que los hombres armados los vigilaban con desdén. Su cabeza seguía dando vueltas por los golpes anteriores, pero su objetivo seguía siendo el mismo.

— Por favor — pidió mientras intentaba abrazarlos mejor — mis cachorros son inocentes... no les hagan daño...

— ¿Inocentes? — le cuestionó burlón — con un padre como tu esposo... son igual de culpables que cualquier otro.

— Entonces tómame a mí — respondió desesperado — soy su esposo, su omega... si necesitas hacerle daño, soy la persona correcta.

El enmascarado permaneció callado, dudando cómo proseguir. Sabía que ante él tenía al esposo y a los cachorros del ruso traidor, no por nada los habían secuestrado. Pero durante las últimas horas, se había percatado de algo que igual y podría ser más valioso para asegurar que Volkov pagara por lo que había hecho.

— De acuerdo — dijo dejando sorprendido no sólo al omega, sino también a sus compañeros — estás dispuesto a dar la vida por tus cachorros, predecible pero comprensible. Sin embargo... — se acercó más a estos, haciendo que Horacio los cubriera aún más detrás suyo.

— ¡Señor! — ingresó de prisa otro sujeto, captando la atención de todos.

— Por qué me interrumpen cuando claramente dije que...

— Está aquí — dijo sorprendiendo al omega.

— Pues que la fiesta comience entonces — dijo sarcástico mientras sonreía y caminaba hacia la salida — tráiganlos.

Dijo dándole la orden a sus hombres para que se acercaran a la familia y tomaran a los niños en brazos mientras que otro se encargaba de guiar al omega bruscamente tomándolo del brazo. Haciendo que este forcejeara con todas sus fuerzas, intentando zafarse del agarre del hombre que lo arrastraba hacia la salida.

— ¡Déjenlos en paz! ¡Son solo niños! — gritó, desesperado, mientras veía cómo otro hombre levantaba a Sam y a Kiara, quienes lloraban asustados.

— ¡Papá! — gritó Kiara, estirando sus pequeños brazos hacia él, con lágrimas corriendo por su rostro.

— ¡No los toquen! ¡Les dije que conmigo basta! — intentó liberar su brazo, pero el enmascarado se giró hacia él con una mirada fría que lo congeló por un momento.

— Si tu esposo está dispuesto a venir aquí para recuperar a su familia, ¿no crees que debería recibir la bienvenida adecuada? — preguntó el líder, con un tono cargado de sarcasmo.

— No hagas esto... — suplicó Horacio mientras su voz se quebraba.

Obteniendo como respuesta que el líder solo se encogiera de hombros mientras que caminaban hacia otro lugar, uno más amplio, para luego volverse hacia sus hombres.

— Amárrenlos — indicó asustando y preocupando aún más al omega — quiero que estén listos para recibir a nuestro invitado especial.

Horacio sintió cómo lo empujaban hacia una sección del suelo que tenía unas cadenas, para proseguir y luego sentir como le colocaban las mismas. Sam, todavía llorando, intentaba morder al hombre que lo sostenía, pero este lo sujetó con rudeza.

— ¡Déjalo en paz! — gritó Horacio, luchando contra las cadenas mientras veía a sus hijos siendo separados de él — ¡Por favor! — siguió suplicando pues la desesperación de tenerlos lejos lo comenzaba a superar.

Así fue hasta que la puerta del salón principal se abrió con un rechinido metálico, dejando paso a Volkov, quien avanzó con pasos firmes pero calculados. Sus ojos inspeccionaron rápidamente el lugar, captando cada detalle con precisión. En el centro, observó a aquel alfa, el culpable de todo lo que le había ocurrido a él y a su familia. Antes no pero ahora si podía recordar su nombre, Dmitry Nóvikov. Y este se encontraba de pie, con una expresión de burla dibujada en su rostro.

Otorgándole una de las peores escena que sus ojos había visto. Horacio estaba a los pies de este, atado con gruesas cadenas que le cortaban las muñecas mientras que aún con el rostro visiblemente cansado, lleno de preocupación y herido, se esforzaba por acercarse a sus cachorros pero todos sus intentos eran en vano. Percatándose también de que no muy lejos de Horacio, Sam y Kiara estaban sentados en el suelo, con las manos amarradas con unas bridas que parecían demasiado apretadas. Tres hombres armados estaban detrás de ellos, las armas apuntaban a sus pequeñas figuras en una amenaza silenciosa. Los niños parecían asustados, pero a la vez intentaban mantener la compostura, como si supieran que cualquier muestra de debilidad solo empeoraría las cosas.

— Papá... — susurró Kiara al verlo entrar con sus ojos llenos de lágrimas.

Volkov se detuvo a unos metros del grupo, su rostro endurecido mientras su mirada se posaba primero en sus hijos y luego en Horacio. Su voz resonó con calma, pero con una preocupación inconfundible.

— ¿Qué te han hecho? — preguntó tratando de acercarse a este pero de inmediato observó cómo las armas le apuntaban, no sólo a él, sino también a sus cachorros mientras que Dmitry jalaba las cadenas haciendo que Horacio tuviese que retroceder.

— Estamos... — su voz se quebró por un momento — estamos bien... — dijo permitiéndose romperse por unos segundos y dejar salir algo de la preocupación que llevaba conteniendo. Haciendo que el corazón del alfa se estrujara.

— ¿Les han hecho algo? — le pregunto ahora observando a su primogénito. El cual aún con los labios apretados y las manos tensas, negó con la cabeza.

— Qué conmovedor, Volkov — la voz de Dmitry rompió el momento como un cuchillo, cargada de burla.

Haciendo que Volkov levantara la mirada hacia Dmitry, ignorando su tono sarcástico. Dando un paso más al frente, manteniendo una postura relajada, aunque por dentro cada fibra de su ser estaba lista para atacar.

— Dmitry... —dijo finalmente, con un tono frío — tienes lo que quieres.... estoy aquí, ahora suéltalos.

—¿Qué clase de negociador eres, Volkov? — dijo cruzando los brazos mientras lo observaba con detenimiento y una sonrisa en su rostro — sabes que no tienes ninguna ventaja aquí.

— Tú y yo podemos resolver esto de otra manera — respondió Volkov firmemente — ellos no tienen nada que ver en esto.

— Eso es lo que me gusta de ti, Volkov. Siempre tan predecible — rio suavemente, sacudiendo la cabeza — pero estás equivocado. Ellos tienen todo que ver. Son la razón por la que estás aquí, arriesgándolo todo. Son tu debilidad.

— Entonces deberías saber que no me detendré hasta sacarlos de aquí — continuó mientras mantenía la mirada fija en el alfa.

Dmitry caminó lentamente hacia Horacio, dándole una patada suave pero lo suficiente para que cayera de lado. Haciendo que el alfa intentará acercarse nuevamente a este, siendo detenido al escuchar cómo su hijo suspiraba del susto al sentir como le colocaban un arma en la cabeza.

— ¿Y qué harías si no los libero? — continuó retándolo — ¿Qué tan lejos estás dispuesto a llegar, Volkov?

Ante esto, Dmitry no pudo evitar reí. Así que se aproximó a Horacio, tomándolo bruscamente y acercándolo a Volkov. Haciendo que instintivamente, tanto ellos como sus lobos interiores lucharan por volver a abrazarse, reconfortarse, servir de conforte el uno para el otro. Sin embargo, en el momento en que Volkov sintió como dos sujetos lo sostenían de los brazos y, vio cómo Dmitry sostenía fuertemente a Horacio por la nuca, supo que no iba a ser posible en ese momento.

— ¡Miralo! — le habló más fuerte que antes Dmitry a Volkov — mira a tu omega y observa como no pudiste protegerlo — lo acercó tanto al rostro del alfa, que a este le fue inevitable no poder apreciar cada golpe, cada moretón, cada gota de sangre — ¡toda marca que hay en su cuerpo es por culpa tuya, por no ser un buen alfa, ni un buen esposo ni un buen padre!

Horacio trató de mantenerse fuerte, de no dejar sus lágrimas caer frente a su alfa, pues sabía que esto lo haría sentir peor. Jamás se atrevería a culpar a Volkov por todo lo que había ocurrido, podrán haber tenido discusiones sobre el tema previo a la amnesia de este, pero no sería capaz de culparlo por las acciones de otros sobre él y su familia.

— Te amo... — apenas pudo murmurar el omega, en un intento por tranquilizar a su alfa, pero que al mismo tiempo lo hizo involuntariamente soltar una lágrima.

— Lo siento... — le respondió Volkov destrozado por dentro.

Su corazón dolía, su alfa le gritaba que hiciera algo, que liberase a su omega de aquella humillación que estaba pasando y que lo pusiera a salvo junto con sus cachorros. Pero sabía que por más que quisiera, era imposible. Pues ahora se encontraban en desventaja, pero confiaba en que pronto no sería así.

— ¡Juro que pagarás por esto! — le dijo ahora a Dmitry por lo alto — ¡te arrepentirás!

— Por Dios — le respondió riendo mientras retrocedía con la misma brusquedad sujetando al omega — parece que se te olvida que yo soy quien tiene la ventaja... — arrojó a Horacio hacia el lugar en el que se encontraba antes, haciendo que este se lastimase con las cadenas — parece que tendré que comenzar a hacer con tus cachorros lo mismo que hice con tu esposo...

— No... — comenzó a decir Horacio mientras luchaba por incorporarse — por favor... deja a los niños fuera de esto...

— Es un omega valiente, te lo concedo — respondió Dmitry riendo a la vez que se giraba hacia Volkov nuevamente — aunque, aunque quisiera dejar a sus cachorros fuera de esto — repitió en tono de burla — no podría ¿verdad? Todos aquí estamos conscientes de eso...

Reveló haciendo que Horacio se petrificara en su lugar y voltease a ver a su esposo. Llevando instintivamente sus manos a su vientre de manera disimulada.
Dmitry dejó escapar una carcajada oscura, inclinándose lo suficiente como para mirar directamente ahora a Horacio a los ojos.

— ¿De verdad pensaron que no me daría cuenta? — preguntó con sarcasmo mientras sus ojos se desviaban al vientre de Horacio — creí que eras más astuto, Volkov. Pero parece que tu omega no puede ocultar algo tan evidente.

Horacio se tensó, su respiración acelerándose al sentir cómo Dmitry dejaba caer una mano pesada sobre su hombro, presionando con fuerza.

— Déjalo en paz — gruñó Volkov, sus manos se apretaron formando sus puños mientras contenía el impulso de lanzarse hacia él. Sabía que cualquier movimiento en falso podría poner a su familia en más peligro.

— En paz... — repitió Dmitry, burlándose mientras inclinaba su cabeza hacia Horacio — ¿Sabes lo que me indigna más, Volkov? No es que traicionaras a nuestra organización. Es que creíste que podrías esconder a tu pequeña familia perfecta de mí. Incluso otro cachorro, ¿eh? — se detuvo al lado de Horacio con una sonrisa peligrosa — me pregunto cuánto más puede soportar tu omega antes de quebrarse.

Antes de que Volkov pudiera reaccionar, Dmitry se inclinó y le dio una bofetada a Horacio, lo suficientemente fuerte como para hacer que la cabeza de este girara hacia un lado. El omega apretó los dientes a la vez que un hilo de sangre bajaba por la comisura de sus labios mientras trataba de no caer de nuevo al suelo.

— ¡Te dije que lo dejaras en paz! — rugió Volkov con su voz de alfa, dando un paso más hacia adelante, pero se detuvo en seco cuando uno de los hombres de Dmitry apuntó su arma directamente a Kiara.

— Cálmate, Volkov — Dmitry levantó una mano, fingiendo calma, aunque su sonrisa seguía en su rostro — ¿Ves lo fácil que es? Un solo golpe y tú pierdes el control, ¿Cómo sobreviviste tanto tiempo infiltrado con ese temperamento?

— No conseguirás lo que quieres — respondió Volkov con un tono bajo pero cargado de toda la furia contenida — Si me estás probando, Dmitry, debes saber que no me quebraré.

— Oh, pero no necesito que te quiebres — dio un paso atrás, dejando caer la mano de Horacio con un movimiento brusco — lo único que necesito es hacerte sufrir.

Horacio intentó levantar la cabeza, buscando a Volkov con la mirada. Conectando con la grisácea y demostrándole que a pesar del dolor, había determinación en sus ojos.

— Estoy bien... — dijo con voz apenas audible, más para tranquilizar a su esposo que para Dmitry.

Volkov notó la hinchazón en el rostro de Horacio que comenzaba a notarse, más aún la sangre en sus labios, y esto hizo que algo en él se rompiera. Por un instante, el peso de la culpa lo aplastó. Había puesto a su familia en esta situación, y aunque sabía que no podía perder el control, cada fibra de su ser le gritaba que debía acabar con Dmitry ahí mismo.

Dmitry, sin embargo, parecía disfrutar del espectáculo.

— ¿Sabes qué es lo mejor de todo esto, Volkov? — dijo mientras se giraba y caminaba lentamente hacia los niños, deteniéndose frente a Kiara — no importa cómo termine esto... siempre recordarás este día como el momento en que tu traición destruyó a tu familia.

Volkov tragó saliva con dificultad, su mente trabajaba frenéticamente. Necesitaba una forma de mantener a Dmitry hablando, de ganar tiempo. Porque mientras tanto, Gustabo y el resto del equipo ya debían estar cerca. Solo necesitaba un poco más.

— Dmitry — lo llamó mientras intentaba controlarse — si lo que quieres es venganza, no tienes que involucrarlos. Tu pelea es conmigo. Déjalos ir y enfrentémonos como hombres.

Finalizó haciendo que Dmitry se detuviera, girándose lentamente hacia Volkov, con una sonrisa que no auguraba nada bueno.

— Ah, Volkov... siempre el héroe, ¿no? Pero dime, ¿por qué debería renunciar a mis ventajas? — señaló con un gesto a Horacio y a los niños — esto no es solo venganza. Es justicia.

Volkov apretó los dientes, su mirada cruzándose con la de Horacio por un breve instante. En ese intercambio silencioso, ambos supieron que no se rendirían. No hoy. No así.
Mientras tanto, Dmitry se mantenía inmóvil, disfrutando de su supuesto control sobre la situación. Caminaba de un lado a otro con las manos detrás de la espalda, evaluando cada reacción de Volkov como si fuera un experimento. Sus hombres, armados y tensos, seguían de cerca sus órdenes, apuntando las armas hacia los niños y Horacio.

— ¿Sabes qué es lo que más odio de los traidores como tú, Volkov? — preguntó Dmitry, deteniéndose frente a Horacio nuevamente — que siempre piensan que están un paso adelante, pero al final, todo se derrumba. Y, cuando sucede, siempre se quedan rogando.

Volkov mantuvo la mirada fija en Dmitry, conteniendo su furia, pero no pudo evitar notar cómo Horacio comenzaba a inclinarse hacia un lado, claramente afectado por la tensión y las heridas.

— Horacio... — susurró Volkov, dando un paso hacia adelante antes de detenerse al ver cómo Dmitry levantaba un dedo en señal de advertencia.

— Ni lo intentes... —Dmitry negó lentamente con la cabeza antes de agacharse frente a Horacio — me pregunto si estás dispuesto a sacrificar todo por él. Aunque, claro... — su mirada se desvió al vientre de Horacio — no es solo él, ¿verdad? — Horacio apartó la mirada, su cuerpo se tensó mientras trataba de no flaquear.

— Déjalos ir... — rogó Horacio con su voz rota pero determinado.

Dmitry ignoró la súplica, levantándose con una sonrisa burlona y señalando a uno de sus hombres.

— Prepárenlos — les indicó — nos vamos en cinco minutos — dijo haciendo que Volkov sintiera un escalofrío recorrerle el cuerpo.

— ¿Qué estás planeando ahora? — preguntó, tratando de mantener la voz firme mientras sus ojos escaneaban la habitación, buscando algo, cualquier cosa que pudiera usar a su favor.

— ¿Acaso piensas que dejaré que el FBI irrumpa y arruine mi espectáculo? — respondió Dmitry con una risa burlona — Oh, no. Nos vamos a un lugar donde no puedan encontrarnos. Y, por supuesto, tú tampoco vendrás.

— ¿Y qué vas a hacer con ellos? — presionó Volkov, desesperado por mantenerlo hablando mientras su mente trabajaba frenéticamente en un plan.

— No te preocupes por eso — respondió Dmitry, inclinándose ligeramente hacia él — pero puedo asegurarte que será inolvidable.

Uno de los hombres de Dmitry tomó a Kiara mientras que otro hacía lo mismo con Sammy. Esto mientras que otro mantenía su arma apuntado a estos. Volkov respiró profundo, luchando por mantener la calma mientras veía a los hombres de Dmitry mover a sus hijos. Sammy, aterrado, intentaba proteger a su hermana la cual tenía las lágrimas corriendo por sus mejillas.

— ¡No los toques! — gritó Volkov, dando un paso adelante con furia.

— Tranquilo, Volkov — Dmitry levantó una ceja — no quiero que se ensucie la escena antes de tiempo — claramente disfrutando del tormento del agente infiltrado — todavía tengo planes para ellos... y para ti.

Sin embargo, Volkov apenas lo escuchaba. Su atención estaba en el dispositivo oculto en su reloj que había activado disimuladamente minutos antes. El tiempo estaba en su contra, pero confiaba en que el equipo del FBI llegaría pronto. Necesitaba ganar unos minutos más.

— Dmitry — dijo Volkov con un tono bajo y frío, su mirada fija en él — ¿Crees que esto terminará como lo planeas?, sabes que no puedes escapar. No de esto.

— Siempre tienes algo que decir, ¿verdad? — Dmitry rió con desdén, cruzándose de brazos — pero esta vez, Volkov, no eres el que da las órdenes.

Mientras tanto, uno de los hombres de Dmitry tiraba de Horacio para ponerlo de pie. El omega tambaleó, con su rostro lleno de cortes y moretones visibles. Volkov contuvo un grito de rabia al ver la sangre seca en la sien de su esposo y cómo se sujetaba el abdomen con una mano.

— ¡Déjalo! — rugió Volkov, dando un paso hacia adelante.

— Un paso más y esto termina aquí y ahora — Dmitry levantó un arma y apuntó directamente al pecho de Volkov.

El alfa se detuvo, respirando con dificultad. Pero en ese momento, el sonido distante de pasos rápidos y órdenes gritadas desde el exterior rompieron el tenso silencio. Haciendo que Dmitry frunciera el ceño, girando la cabeza hacia la puerta.

— ¿Qué demonios...?

Antes de que pudiera reaccionar, el sonido ensordecedor de explosiones controladas y el choque de la puerta principal siendo derribada llenó el aire. Las luces parpadearon cuando los agentes del FBI irrumpieron en el edificio, gritando órdenes mientras apuntaban sus armas hacia los hombres de Dmitry.

— ¡FBI! ¡Suelten sus armas! — anunciaron los agentes.

El caos estalló. Dmitry gritó órdenes a sus hombres, que comenzaron a disparar, mientras uno de ellos tiraba de Horacio con fuerza hacia una salida lateral, jalando también a los niños.

— ¡Llévalos! — ordenó Dmitry, retrocediendo hacia un rincón mientras disparaba hacia los agentes.

— ¡No! — gritó Volkov, abalanzándose hacia los hombres que intentaban llevarse a su familia — ¡Gustabo! — gritó indicándole a quienes debían seguir, acatando la orden de inmediato.

En medio del caos, los agentes avanzaban estratégicamente, reduciendo a los hombres de Dmitry uno por uno. Volkov, con una mezcla de rabia y desesperación, luchaba por llegar a Horacio antes de que lo sacaran de su vista. Mientras que Dmitry, viendo que su plan comenzaba a desmoronarse, se propuso escapar por la parte trasera. Volkov no estaba dispuesto a dejarlo ir. Sin embargo, debía asegurarse de que esposo estuviese bien.

— Vamos omega de mierda — le decía uno de los agentes mientras que lo jalaba de las cadenas — no me hagas perder el...

No pudo terminar pues tres disparos se lo impidieron al propinarse en su pecho. Cayendo al instante y dejando a Horacio confundido. Solo para luego ver a su esposo acercarse a este, con un arma y registrar el cuerpo del sujeto. Encontrando unas llaves para rápidamente acercarse a él y moverlo hacia una esquina segura y así poder removerle aquellas cadenas, algo protegidos de todos los disparos que ocurrían a su alrededor.

— Estoy aquí, estoy aquí Horacio — le dijo mientras lo liberaba para luego abrazarlo y ser correspondido por este.

— Viktor yo... — intentó hablarle — lo siento... yo intenté... — se detuvo en el instante en que sintió la mano del alfa posarse sobre su vientre, relajándolo al instante y haciendo que sus ojos se aguaran — quería decírtelo pero...

— No te preocupes por eso, lo entiendo — le respondió intentando calmarlo — te juro que sacare a nuestra familia de aquí.

— Los niños... — volvió a preocuparse mientras que intentaba ponerse en pie, consiguiéndolo con la ayuda de su esposo — debemos ir por ellos...

— Tú hermano y un equipo fueron detrás de ellos — le informó en un intento por calmarlo mientras lo inspeccionaba — yo iré también pero primero necesito asegurarme que tú estarás bien... Horacio... estás muy herido — le recordó mientras que ahora colocaba sus manos con delicadeza en el rostro de este — joder yo... lamento mucho que te hayan lastimado de esta forma, a ti y a nuestros a pequeños...

— Los haremos pagar... — dijo decidido mientras que se volteaba y buscaba con la mirada a alguno de sus agentes, localizando de inmediato a Hamilton el cual lo obedeció cuando este le indicó que se acercara.

— Horacio... — comenzó a decirle Volkov pero este estaba decidido — apenas puedes mantenerte en pie...

— Hamilton, necesito un chaleco — comenzó a pedirle a este, ignorando a su alfa — munición y armamento, de inmediato.

— 10-4 señor Pérez — respondió rápidamente — me alegra que se encuentre bien — dijo romoviendo su propio chaleco y entregándoselo al omega, del mismo modo con su armamento y municiones.

— No, no era a esto que me refería — dijo al ver lo que este hacía.

— Estaré bien — respondió despreocupado — ustedes vayan por los mini agentes.

Horacio se equipó, se colocó su chaleco, asegurándose con la ayuda de su esposo de que este cubriera su vientre lo mejor posible.

— Vamos por nuestros pequeños — dijo decidido el omega.

Olvidándose del dolor y todo lo que había ocurrido antes, la adrenalina, determinación, el miedo y la preocupación eran quienes lo acompañaban ahora y no los dejaría ir hasta que tuviese a sus cachorros nuevamente entre sus brazos.

— Por favor, mantente detrás de mí ¿si? — le pidió el alfa mirando a este con suavidad a los ojos — no quiero que algo les pase a ustedes también...

— Salvaremos a nuestra familia, y seremos más felices que nunca — le aseguro para luego recargar su arma.

Dándole la señal al alfa para que prosiguieran con su objetivo. Encontrarse con Gustabo y su equipo para así, rescatar a sus pequeños y llevarlos sanos y salvos a su hogar.

~•~ Sé que ha sido un capítulo un tanto fuerte pero ya estamos en la recta final. Espero que les haya gustado, necesito saber que piensan de lo que pasó y lo que creen que pasará 👀

El siguiente capítulo llegará quizás un poco antes de lo que creen 🫣

Gracias por leer ❤️ ~•~

🪡🧵 ~•~•~•~•~•~~•~•~• 🧵🪡

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top