Capítulo 12

— Acaban de tirotear mi casa, con mi esposo y mis cachorros dentro, así que no me digas que me calme porque solo yo decidiré cuándo calmarme, y eso será cuando esos hijos de puta estén tras las rejas o bajo tierra... — se detuvo al sentir como el moreno colocaba su mano sobre la suya, ambos intercambiaron miradas y fue cuando Volkov se percató de las palabras que habían salido por sus labios.

Era la primera vez desde su pérdida de memoria en la que Volkov actuaba como antes de ese suceso, sin mencionar que también era la primera vez que se refería a Horacio y sus cachorros como suyos.

Sin embargo, no podía dejar de moverse. La adrenalina seguía inyectada en su sistema y aquello no le facilitaba las cosas. Tenía mucho en su cabeza, lo cual era curioso ya que durante los últimos casi tres meses, no había tenido ideas, momentos o pensamientos concretos. Pero el miedo, el terror y preocupación que llevaba sintiendo durante las últimas horas, era algo que no se comparaba con nada que pudiese recordar al momento.

Es por eso que en este momento, mientras se encontraba en la sala de reuniones, junto con la mayoría de sus agentes y familia, no podía dejar de pensar en otra cosa que no fuese lo que hubiese pasado si él no se hubiese encontrado allí con ellos.

— ¿Uve? — escuchó como Alanna lo llamaba — ¿Podrías decirnos cómo ocurrió todo? – le pidió con suavidad.

Aquello hizo que este se detuviera en seco. Comenzó a pensar y todo volvió a pasar por su mente como si de una película se tratase. El increíble día que habían tenido como familia, la cena, la conversación con sus cachorros, la conexión que había estado sintiendo con ellos y luego aquella conversación que estaba teniendo con Horacio segundos antes de que todo pasara.

— Nosotros... estábamos tranquilos en... en la casa – comenzó a decir ganándose la atención de todos – los niños estaban arriba mientras que Horacio y yo... platicabamos abajo cuando... – cerró sus ojos y la sensación que el sonido de los disparos provocó ese momento en él, regresó – los disparos parecían venir de todos lados... – dijo para luego volver a abrir sus ojos – nos arrojamos al suelo y yo... Horacio subió por los niños mientras que yo fui por mi arma y, comencé a contraatacar. No podía ver de dónde exactamente venían, hasta que... — se detuvo una vez más,  sentía que su cuerpo aún estaba en modo alerta y eso no lo ayudaba a concentrarse — ellos entraron a la casa, abatí a los que pude y luego fui por Horacio y los niños... los saque y aseguramos hasta que todo pasó... esto...

El alfa se detuvo al escuchar los sollozos de su hija. Volteó hacia el rincón en el sofá donde se encontraba el omega abrazado a sus cachorros. Kiara sollozaba suavemente mientras que Sammy continuaba temblando, ambos intentando buscar consuelo en los brazos de su padre el cual, si bien se encontraba igual o peor que ellos, solo le importaba ser fuerte para reconfortarlos. Aunque sus ojos vidriosos y la expresión de shock en su rostro mientras los abrazaba, le dejaba en claro a los demás su verdadero estado actual.

— Joder... — dijo por lo bajo el alfa para luego acercarse a su familia, decidiendo quedarse junto a estos, colocando una mano sobre el hombro del moreno, tratando de mostrarle que estaba allí.

— ¿Lograste identificar a alguno de ellos? — le preguntó Eduardo.

— No... no pude ver mucho — respondió — como dije, los disparos venían de todas partes y el caos era demasiado... — continuó dejando denotar su frustración — solo quería mantenerlos a salvo...

Volvió a detenerse al escuchar ahora como en medio de las preguntas, el llanto suave de Kiara había comenzado a incrementar. Su corazón dio un vuelco al darse cuenta de la angustia de su hija. Miró hacia Horacio y vio cómo, a pesar de estar en un estado de shock evidente, estaba tratando de calmar a Kiara mientras acariciaba el cabello de Sam. Horacio murmuraba palabras suaves, intentando darle consuelo a su hija mientras la sostenía cerca.

La escena le golpeó con fuerza. La preocupación y el amor en los ojos de Horacio, así como la vulnerabilidad de los niños, hicieron que Volkov sintiera una necesidad urgente de brindarles más apoyo. Sin pensarlo dos veces, se quitó la chaqueta del FBI, que aún llevaba puesta. Se acercó a Horacio y a los niños y colocó la chaqueta alrededor de ellos, cubriéndolos con un gesto protector. La chaqueta, grande y envolvente, les ofreció un sentido de seguridad en medio del caos.

— Lo siento — le dijo Volkov a los agentes, con su voz cargada de emoción — necesito estar con ellos ahora... no puedo seguir aquí como si nada  mientras ellos están así... ellos necesitan tranquilidad... más que yo.

Los agentes, viendo la urgencia y la emoción en la voz de Volkov, asintieron y permitieron que se apartara. Gustabo y Alanna se encargaron de continuar con la reunión y manejar los detalles del caso mientras Volkov se dedicaba a su familia.

El alfa levantó a Kiara en brazos, intentando ofrecerle un consuelo tangible. Luego, dirigió su mirada al omega, este seguía abrazando a Sam con una expresión de agotamiento y gratitud.

— Vamos a salir de aquí... — dijo Volkov, con un tono suave pero firme — necesito que estén bien y se sientan seguros.

Horacio, aliviado por el gesto de Volkov, asintió lentamente. Mientras Volkov salía de la sala con Kiara en brazos, cubriendo a su familia con la chaqueta, trató de brindarles un sentido de paz y seguridad. Sabía que, aunque la situación era grave y el futuro incierto, su prioridad inmediata era asegurar que su familia estuviera protegida y reconfortada.

El acto de cubrirlos con la chaqueta no solo era un gesto de protección física, sino también una demostración de su compromiso inquebrantable con su familia. Uno que si bien no había podido demostrar correctamente debido a su amnesia, ahora les mostraba, no solo a los demás, sino a su propio esposo y a sí mismo, todo lo que significaba. Aunque el caos continuaba en la sede del FBI, Volkov entendió que el bienestar de su familia era lo más importante, y estaba dispuesto a hacer todo lo necesario para asegurar su seguridad y tranquilidad en este momento tan crítico.

Al día siguiente

Habían pasado toda la noche en la oficina que estos compartían. Por lo que al despertar y encontrarse con la mayoría de sus agentes haciendo guardia, tanto en las afueras de la oficina como alrededor de la sede, hizo que ambos se dieran cuenta de lo bien que habían dirigido su facción. Algo que Horacio siempre tenía presente, pero que Volkov recién estaba descubriendo nuevamente. Los niños, por su lado,  seguían dormidos. Luego de que los revisaran los médicos que tenían en la sede durante la noche y que estos comprobaran que solo tenían el trauma presente, le pidieron tanto al alfa como al omega que fuesen luego a revisarse. Aquello inicialmente no le gusto al omega, pero sabía que debía hacerlo, más que por él, por su bebé. Así que aprovecho que Alanna había ido a quedarse con ellos para escaparse e ir a la enfermería sin que Volkov lo notase. Después de todo, el alfa se despidió de estos unos minutos antes para ir a ver cómo seguía todo.

— Y recuerde, esto debe ser...

— Totalmente confidencial — continuo la beta que lo atendía en la enfermería — descuida jefe, nada saldrá de aquí.

— Exacto... y tampoco...

— Diga cual es el sexo del cachorro, quiere que el jefe V sea el primero en saberlo — finalizo esta nuevamente interrumpiéndolo y dedicándole una sonrisa, tranquilizando al moreno.

Lo que hizo que mientras que esta le pasaba el escáner sobre su abdomen, Horacio no podía evitar sentirse abrumado por la preocupación. Cada sonido de la máquina lo tensaba más, su mente repetía en bucle el temor de que algo podría haber salido mal tras el tiroteo.

—¿Está todo bien? — preguntó temeroso temblando un poco mientras intentaba mantener la calma.

La doctora observaba la pantalla con atención, ajustando algunos controles antes de responder.

— Su cachorro está bien — le dijo haciendo que este suspirara aliviado —  todo parece en orden. Pero debe tener más cuidado, el estrés no es bueno para ninguno.

Horacio asintió, sintiendo un pequeño alivio, pero el peso de la situación seguía aplastándolo. Justo cuando iba a preguntar algo más, la puerta de la enfermería se abrió de golpe.

—Horacio, ¿qué estás haciendo aquí? —preguntó con voz firme Gustabo, acercándose de inmediato y dejando notar su preocupación.

— Solo me estoy asegurando de que todo esté bien — respondió Horacio con una mezcla de alivio y cansancio, girándose hacia él — después de lo que pasó anoche, tenía que estar seguro.

Gustabo se quedó en silencio por un momento, observando la escena. Sabía de la preocupación constante de su hermano desde que le había confesado su embarazo, pero verlo ahora, tan vulnerable y afectado por la tensión, lo llenaba de inquietud.

— ¿Y está todo bien? — preguntó, mirando a la doctora, quien asintió con una sonrisa tranquilizadora.

— Sí, el bebé está perfectamente. Solo necesita descansar más y evitar cualquier situación de estrés — aquello hizo que Gustabo soltara un suspiro de alivio y se acercara para poner una mano firme sobre el hombro de Horacio.

— Te preocupas demasiado, hermano — dijo suavemente — yo me encargo de todo afuera, tú debes cuidarte ahora. El bebé necesita que estés bien.

Horacio apretó los labios, luchando contra la necesidad de demostrar fuerza cuando lo único que quería era sentirse seguro por un momento. El omega miró de nuevo a la doctora, aún con el ceño fruncido y una expresión de ansiedad en su rostro.

— ¿Está completamente segura de que no hubo ningún daño con lo que pasó hoy? — preguntó con un tono de voz algo bajo — el tiroteo, el estrés, mi herida... ¿eso no pudo haber afectado al bebé de alguna forma? ¿Hay algo más que pueda hacer para protegerlo?

La doctora, acostumbrada a ver este tipo de preocupaciones en sus pacientes, mantuvo la calma. Levantó la mano para tranquilizarlo y le dedicó una mirada comprensiva.

— Horacio, entiendo que estés preocupado, y es normal que lo estés, dada la situación. Pero los latidos del bebé están fuertes, su desarrollo es adecuado para su edad gestacional, y no hay señales de problemas. Estás en una etapa muy delicada, pero hasta ahora todo está bien.

Horacio no parecía del todo convencido, pues su mente seguía enfocada en lo que podría haber pasado.

— ¿Y el estrés? — insistió mirando fijamente a la doctora — he estado pasando por mucho... no solo hoy, sino con todo lo que ha sucedido en las últimas semanas. ¿Eso no le afectará? No quiero que el bebé sufra por todo esto — la doctora hizo una pausa, midiendo sus palabras con cuidado.

— El estrés crónico no es ideal durante el embarazo, pero no debes alarmarte en exceso. Ahora mismo, lo más importante es que trates de mantener la calma, descanses lo suficiente y sigas las recomendaciones médicas. Si sientes que el estrés es demasiado, tal vez podamos buscar formas de ayudarte a relajarte más — Horacio asintió lentamente, aunque su mirada seguía reflejando inquietud.

— ¿Hay algo más que pueda hacer?, ¿Algo que no esté considerando? —  preguntó, mordiéndose el labio — no quiero cometer ningún error con esto... sé que debería ser más fácil considerando que es mi tercer embarazo pero... — la doctora le ofreció una sonrisa tranquilizadora y negó suavemente con la cabeza.

— Estás haciendo lo mejor que puedes, jefe... ya estás cuidando de ti y del bebé. Confía en que todo va a estar bien, pero también trata de apoyarte en quienes están a tu alrededor, no cargues con todo solo — Horacio bajó la mirada, tomando un respiro profundo, pero antes de poder decir algo más, sintió la mano de Gustabo apretando su hombro con más firmeza.

— No estás solo en esto, hermano —dijo el alfa rubio en voz baja — vamos a estar aquí para ti, así que confía en nosotros y en la doctora.

La doctora observó a Horacio por un momento más, asegurándose de que sus palabras hubieran calmado al menos parte de su preocupación. Con una sonrisa comprensiva, terminó la revisión y guardó los instrumentos.

— Creo que ya hemos terminado por hoy — dijo con suavidad — voy a dejarlos un momento a solas. Si necesitas algo más, jefe, no dudes en llamarme.

Horacio asintió en silencio, observando cómo la doctora salía de la sala y cerraba la puerta detrás de ella. Apenas se quedaron solos, sintió que el peso de las emociones que había estado conteniendo finalmente empezaba a desbordarse. Gustabo, todavía a su lado, lo observaba con preocupación, esperando a que hablara.

— ¿Cómo estás de verdad? — preguntó el alfa suavemente, sentándose a su lado.

El omega dejó escapar un largo suspiro, sin saber bien por dónde empezar. Se frotó el rostro con las manos y luego se quedó en silencio por unos segundos, como si tratara de ordenar sus pensamientos.

— No sé, Gus... ha sido todo tan... abrumador — empezó, mientras su voz temblaba ligeramente — cuando todo comenzó, cuando empezaron los disparos, solo podía pensar en mis pequeños... ellos ya han pasado por tanto, y no podía soportar la idea de que les pasara algo más. Y Viktor... — su voz se quebró al mencionar a su esposo. Lo que lo hizo desviar la mirada, incapaz de ocultar la angustia que lo estaba consumiendo — estuve todo el tiempo pensando en él — continuó — sé que está más fuerte ahora, que ha ido recuperando su memoria poco a poco, pero... no podía evitar imaginar que algo le pasaba y lo perdía de nuevo... ya lo perdí una vez, hermano, y no sé si podría soportarlo otra vez. La idea de que mis cachorros perdieran a su padre otra vez, o que este bebé no llegara a conocerlo... No dejaba de pensar en todo eso durante el tiroteo.

El alfa lo escuchaba en silencio, sus ojos reflejaban la tristeza y la empatía por su hermano. No sabía exactamente qué decirle, pero entendía perfectamente el miedo que lo consumía.

— Estás cargando demasiado, Horacio — dijo con suavidad — es normal que te sientas así, pero no tienes que cargar con todo solo. Volkov te necesita, pero también tus hijos y este bebé. Y todos ellos necesitan que tú estés bien.

Horacio cerró los ojos, dejándose llevar por el momento. Sabía que Gustabo tenía razón, pero la preocupación y el miedo no eran fáciles de dejar ir.

— No sé cómo voy a poder seguir con todo esto, Gus... — admitió finalmente — estoy agotado, mental y emocionalmente.

Gustabo lo miró con comprensión y cariño, viendo el agotamiento reflejado en los ojos de Horacio. Sabía que su hermano había estado sobrellevando demasiadas cosas durante tanto tiempo, durante los últimos dos meses, sin apenas permitirse un respiro.

— Lo sé, Horacio — respondió este en voz baja — has estado cargando con demasiado, y todo ha sido una lucha constante. Pero no tienes que hacerlo solo. Estoy aquí, y no solo yo, Volkov está de regreso ahora, y aunque no todo es como antes, está luchando por volver a ser el hombre que era para ti y para los niños — Horacio tragó saliva, sintiendo que sus emociones se acumulaban en su garganta.

— Lo sé, pero... es difícil... a veces siento que estoy viviendo una pesadilla. No puedo dejar de pensar en lo que podría haber pasado hoy... el tiroteo, los niños, Volkov. No sé cómo lo habría soportado si algo les hubiera pasado a ellos. Ya fue suficiente perder a Volkov durante todo este tiempo, con su amnesia... — su voz se apagó, cargada de angustia — tener que ver a los niños preguntándome por qué su padre no los recuerda. Y hoy, estar allí, con los disparos... Solo quería protegerlos a todos, pero no puedo hacerlo todo al mismo tiempo. No soy lo suficientemente fuerte.

Gustabo lo continuó observando en silencio, dejando que su hermano soltara todo el peso que llevaba dentro. Sabía que Horacio estaba acostumbrado a llevar las riendas, a ser el fuerte, pero también sabía que incluso él tenía un límite.

— Hermano... — dijo con suavidad — eres más fuerte de lo que crees. Has estado ahí para Volkov, para Sam y Kiara, y ahora también para este bebé. Pero no tienes que hacerlo todo solo. Estás rodeado de personas que te quieren, y que están dispuestas a ayudarte, incluso cuando no lo pides.

Horacio mantuvo la mirada baja, asimilando las palabras de su hermano. Sabía que este tenía razón, pero aceptar la ayuda de los demás siempre había sido difícil para él. Había pasado tanto tiempo intentando controlar todo, que bajar la guardia lo hacía sentir vulnerable.

— Es solo que... — Horacio suspiró, frotándose las sienes — me siento perdido. A veces pienso que todo se me está escapando de las manos. Me preocupo por Viktor, me preocupo por los niños... y ahora con el bebé en camino, no sé cómo voy a manejar todo.

— Escucha, nadie espera que seas perfecto, Horacio. Lo que importa es que sigas adelante, día tras día — recalcó ganándose la mirada bicolor de este — tienes que confiar en que Volkov volverá completamente, que tus hijos estarán bien. Y sobre todo, tienes que cuidarte. El bebé te necesita, pero también nosotros te necesitamos. No te olvides de ti mismo en medio de todo esto.

Horacio asintió lentamente, sintiendo una mezcla de alivio y temor. Sabía que Gustabo tenía razón, pero aprender a soltar, a no intentar controlarlo todo, era una tarea titánica para él.

— Gracias, Gustabo — murmuró finalmente — no sé qué haría sin ti...

Mientras Tanto

Volkov había aprovechado la mañana para regresar a casa. Ir junto con un equipo de sus mejores agentes y asegurarse de buscar las pistas que fuesen necesarias para descubrir lo que fuese sobre esos sujetos que habían irrumpido en su hogar.

— Joder... esto es un desastre... — dijo Greco al observar como la casa de su mejor amigo lucia.

— Debió ser horrible... — continuó Lawson.

— Los peques de los jefes seguramente tendrán pesadillas de por vida... — añadió Hamilton.

En lo que no se equivocaba. Si bien estos los habían visto ya en la sede, sabían que si ellos de por si pasaban por momentos traumantes como parte de su trabajo y siendo adultos. No querían ni pensar en cómo sería todo aquello para unos pequeños de 5 y 3 años.

Volkov por su parte, se encontraba en el segundo piso del hogar. Analizando cada rincón y repasando las habitaciones de sus cachorros. Le parecía cada vez más aterrador todo aquello que su familia vivió durante la noche. Estaba seguro de que sin importar lo que este y Horacio hicieran, ni Sam ni Kiara podrían superar por completo lo que había ocurrido.

— Señor — se le acercó Bishop junto con su hermana — ya terminamos de revisar todo, cuando usted no indique, nos retiramos.

— De acuerdo — aceptó mirando ahora la puerta de la habitación que asumía le pertenecía a él y a su omega — denme unos minutos, enseguida bajo. No rompan el perímetro y estén atentos.

— 10-4 jefe — respondió Mizar para luego bajar junto a su hermano dejando nuevamente a su jefe a solas.

El alfa ingresó a la habitación y el aroma a miel y cerezas de Horacio lo inundó de inmediato. Observó con cuidado todo, desde la decoración hasta las fotografías que le permitieron al alfa apreciar de mejor manera como era su vida antes de su amnesia. Su atención se la llevó por completo una foto en particular, una en la que salían los cuatro sonrientes y mientras que él tenía en brazos a Sammy, el moreno sostenía a Kiara, ambos un tanto más pequeños que en la actualidad. Parecían estar celebrando el cumpleaños del omega, lo que lo hizo sonreír como si lo que sentía en el momento en que tomaron la foto, se le hubiese transmitido al instante.

— ¿Que puedo hacer para que las cosas sean como antes? — se cuestionó así mismo hasta que recordó algo que el omega le había dicho en medio de una de sus conversaciones.

Aquello inicialmente parecía una idea descabellada, no se sentía muy seguro, mucho menos con el derecho de hacer algo tan íntimo y privado. Pero ellos eran su familia después de todo. Su omega, sus cachorros. Por lo que dejó de dudar y se atrevió a comenzar a poner su plan en marcha. 

En las oficinas del FIB

— ¿Dónde esta papá? — preguntó Kiara por tercera vez desde que despertó mientras que se negaba a soltarse de los brazos de su padre omega.

— Viene ya en camino, princesa — le respondió el omega con dulzura mientras caminaba sosteniendo la mano de su hijo — hagamos algo — se detuvo para agacharse con cuidado y observar a ambos de sus pequeños. Haciendo que Nina, Gastón, Susan y Eduardo se detuvieran antes de chocar con estos. Estos se habían propuesto cuidar de la familia aunque estuviesen en la sede — vamos a almorzar en la cafetería y si su padre no ha regresado, lo llamamos por cámara ¿que les parece? 

— Está bien — aceptaron ambos y retomaron su camino hacia la cafetería.

Sin embargo, una vez estaban por ingresar, el aroma a canela invadió al moreno, lo que por consiguiente alertó a sus pequeños y comenzaron a buscar al alfa.

— ¡Papá! — gritaron ambos para dejar de lado al omega y correr hacia el alfa una vez que este cruzó por la puerta.

Aquello hizo que el corazón de Horacio se enterneciera. Luego de tantos meses difíciles, le daba paz tener momentos como ese, momentos en los que sentía que su familia era igual que antes, que nada había cambiado en ellos y que su esposo seguía siendo el mismo.

— ¿Cómo están?, ¿Se sienten bien? — les preguntó mientras que los tomaban a ambos en brazos.

Ante aquella escena, Nina y los demás decidieron retirarse y dejarles un momento a la familia para que compartiesen juntos durante el almuerzo. Yendo ellos a retomar sus labores y a definir los siguientes pasos en el caso.

— ¿Todo en orden? — le preguntó el moreno algo tímido mientras se acercaba al resto de su familia.

— Todo en orden — le respondió el alfa mientras pasaba su hija a su brazo derecho para poder saludar al moreno, sorprendiendo por completo al omega — veo que no has dejado de lado mi abrigo — continuo naturalmente haciendo que el moreno lo mirase extrañado.

— Nos sentimos más cómodos con el — dijo para luego de inmediato corregirse al notar lo que había dicho — yo, me siento más cómodo, a menos hasta que uno de los niños me lo quite como siempre — sonrío contagiando al alfa.

— Les he preparado algo — dijo ilusionado mientras que la misma ilusión crecía en los rostros de su familia — pero será para más tarde.

— ¿Pero por qué? — se quejó Sam haciendo reír a ambos adultos.

— Porque primero tenemos que almorzar, luego su padre y yo tenemos que hacer unas cosas aquí mientras ustedes van con sus tíos — tomó la palabra el omega pese a este estar igual de intrigado.

Los pequeños no protestaron más y se dejaron guiar por sus padres hasta la mesa donde tendrían su almuerzo. Esto contrario a como había sido todo en los últimos dos meses, fue lo más cercano a su realidad que tanto Horacio como los niños habían experimentado últimamente. Y por supuesto que el omega necesitaba hablar al respecto con el alfa, ambos necesitaban tener una conversación al respecto de todo lo que había pasado la noche anterior. Pero mientras sus pequeños estuviesen ahí, no iban a prestarle atención a otra cosa que no fuesen ellos.

~•~ Inicialmente sería un capítulo el doble de largo pero creo que así ha quedado mejor. Por fin tengo oportunidad de escribir de nuevo y volver a actualizar con frecuencia. Espero que les haya gustado el capítulo pese a lo corto que ha sido.

¿Qué les pareció este capítulo?, ¿Qué creen que es esa sorpresa que Volkov les preparó?, ¿Cuándo Horacio le dirá por fin del bebé?
¿Les sigue gustando la historia o ya perdieron el hilo? Los leo 👀~•~

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