Capítulo 11

~•~ Flashbacks Hace Varías Semanas Atrás ~•~

La noche cayó con una pesadez abrumadora en la casa de la familia Pérez-Volkov, un silencio cargado que solo se interrumpía por el crujir de la madera bajo el frío y el susurro del viento contra las ventanas. Era la tercera noche que el omega pasaba sólo con sus cachorros desde que su alfa perdió la memoria, por lo que se encontraba más exhausto de lo que llegó a pensar. Sus pequeños, Sammy y Kiara habían estado pasándola tan mal sin su otro padre, que el moreno había tomado la decisión de llevarlos consigo y que durmieran en su cama. Era más fácil así, o al menos eso creía. Si los tenía cerca, podía tranquilizarlos más rápido, y quizás así todos podrían descansar un poco más.

Sin embargo, ahora el reloj en la mesita marcaba la una de la madrugada, pero ninguno de los tres había logrado conciliar el sueño. Kiara se retorcía entre los brazos de su padre, murmurando cosas incomprensibles en su estado de semi-vigilia, mientras que Sammy también inquieto, miraba hacia el techo como si esperara que algo o alguien apareciera de repente para hacer que todo volviera a ser como antes.

Ambos niños, tan inquietos y asustados, dependían ahora únicamente de Horacio para sentirse seguros, pero él omega no se sentía lo suficientemente fuerte... no sin Volkov. No sin la estabilidad que su esposo siempre había ofrecido en momentos como este. Se pregunta cómo es que pudo llegar a este punto, donde tiene que ser el pilar para todos mientras lidia con el dolor de perder al hombre que ama.

— Lo siento, mis amores... — murmuró, aunque sabía que ellos no podían entender el peso de esas palabras.

Sammy se acercó más a su padre y lo abrazó mientras que colocaba una de sus manos alrededor de su hermanita y su cabeza sobre el pecho de su padre. Aquello hizo que algo dentro del moreno detonase y unas lágrimas silenciosas comenzaran a correr por sus mejillas. Limpiándolas de inmediato para luego abrazar a Sammy y Kiara más fuerte, como si al sostenerlos pudiese ahuyentar el dolor que se cierne sobre ellos. Aunque la realidad del caso es que estaba tan perdido como ellos, y por más que intentase ser fuerte, la ausencia de Volkov lo consumía...

La casa estaba más silenciosa que nunca, pero en el corazón de Horacio, el ruido del vacío era ensordecedor.

~•~•~•~•~•

— Horacio, tenemos que hablar — irrumpió el rubio en la oficina del moreno — es sobre ese caso en el que estoy trabajando — continuó explicando mientras se acercaba a este – quizás sea un buen momento aprovechando que el ruso no está aún.

— Lo sé... — respondió sincero mientras dejaba de lado los papeles en los que estaba trabajando — lo siento, sé que he estado enfocado en otras cosas... y con Viktor visitando la casa para ver a los niños durante los últimos días...

— Hermano, no tienes que darme explicaciones, si estuviese ocurriendo algo urgente, te lo habría dicho — lo interrumpió para aclararle mientras que tomaba asiento frente al escritorio de este — además, si no hubiese podido manejarlo por mi cuenta, no me habría ofrecido.

Lo cual era muy cierto, la realidad es que el caso en el que Gustabo se encontraba trabajando, era uno que previo a la amnesia de Volkov, este había iniciado y manejado por su cuenta. Así que una vez todo ocurrió, alguien más debía hacerse cargo o de lo contrario toda la investigación se caería. Afortunadamente al agente especial al mando le encantaba el trabajo de campo y las infiltraciones.

— Y estás haciendo un trabajo excepcional — resaltó a su hermano pues pese a no estar al día, sabía que este estaba haciendo todo de la mejor forma – Así que dime, ¿cómo van las cosas con los rusos? ¿Has podido descubrir algo nuevo?

— He logrado infiltrarme más en la organización — comenzó con su explicación mientras que se inclinaba hacia adelante para susurrar, pues no se confiaba aunque estuviesen solos. Además de que solo pocos agentes tenían conocimiento sobre el caso del cual el rubio se estaba encargando. — más de lo que Volkov había logrado antes de... bueno, antes de su amnesia. Estos tipos son extremadamente cuidadosos, pero he logrado obtener información clave. Horacio, es peor de lo que imaginamos...

— Gustabo, no me hagas preocuparme... — le pidió mientras buscaba una respuesta en el rostro de su hermano — ¿Qué has descubierto?

— Están traficando armas de alto calibre, pero eso ya lo sabíamos — comenzo a informar — lo que no sabíamos es hasta qué punto están dispuestos a llegar para proteger sus operaciones. Horacio... he descubierto que ellos fueron los responsables de tu accidente.

— ¿Estás seguro de eso, Gustabo? — dijo dejando notar el impacto que esto tenía sobre el — No puedo creerlo... ¿Tienes pruebas?"

— Aquí tienes todo lo que he encontrado — le entrego un USB mientras asentía y de paso le entregaba un informe cuyo color era negro con unas letras en rojo, así identificaban los informes que solo Horacio o Volkov podían leer — hay grabaciones, incluso un video de una cámara de seguridad cerca del lugar donde ocurrió el accidente. Estaban observándote, sabían quién eras y lo que representabas. Volkov había estado muy cerca de desmantelar su operación, y tú... tú eras un obstáculo en su camino. Horacio, lo que pasó ese día no fue un accidente. Fue un ataque premeditado.

Concluyó dejando en shock al moreno. Este se pudo haber imaginado muchas cosas, y recordó el temor que sintió al percatarse de que estaba siendo seguido, sin embargo, con todo lo que había avanzado la relación con Volkov y lo cada vez más normal que estaban siendo las cosas, había pasado por alto aquel accidente que ahora descubre había sido más premeditado de lo que considero en primera instancia.

— Esto... todo esto... — tomó el archivo con manos temblorosas, hojeando las pruebas mientras sus ojos se llenan de una mezcla de incredulidad y furia — no puedo creer que hayan llegado tan lejos... saber que intentaron matarme... esto cambia todo, Gustabo. Todo.

— Lo sé, y sé lo difícil que es escuchar esto. Pero necesitabas saberlo — le dijo siendo comprensivo — tienes que estar al tanto de lo que estamos enfrentando. Estos hombres son peligrosos, y no dudarán en eliminar a cualquiera que se interponga en su camino.

— No podemos dejar que se salgan con la suya, Gustabo — dijo seguro de sus palabras — si creen que pueden intimidarme o hacerme retroceder, están muy equivocados. Vamos a desmantelarlos, y vamos a hacerles pagar por lo que han hecho.

— Así será, Horacio — afirmó el alfa — pero debemos ser cuidadosos, ya hemos visto lo que son capaces de hacer... primero Volkov, luego tú... saben que vamos tras de ellos...

Aquella información dejó al omega con muchos pensamientos rondando por su mente. Si bien las cosas habían mejorado en su vida personal, no podía dejar de lado que seguía corriendo peligro, tanto él como su familia. Y eso era lo que más temía e intentó decirle a Volkov la noche que este perdió la memoria...

~•~•~•~•~•

Mientras tanto, al mismo tiempo, Volkov estaba poniéndosele al día con su cita semanal con su psicóloga. Habían pasado casi dos semanas desde la ultima vez que habia acudido a una cita con ella. Por lo que habían estado platicando sobre como su relación con su familia habia mejorado y lo que esto significaba para el.

— Es muy positivo que sientas esa paz — le respondió la doctora con una sonrisa sincera luego de escuchar todo lo que el alfa le informó — aunque no tengas los recuerdos completos, el vínculo emocional con Horacio y los niños está emergiendo — revisó sus notas pues durante el relato de Volkov, esta solo se dedico a anotar — ¿Cómo has manejado la idea de que ellos son tu familia, sabiendo lo que sabes, pero sin recordar los momentos compartidos?

— Al principio fue un shock, sobre todo cuando supe que Horacio es mi esposo y que Sam y Kiara son mis hijos — respondió sincero luego de soltar un suspiro — fue extraño tener la información sin las emociones detrás. Pero poco a poco, pasar tiempo con ellos ha hecho que eso cambie. Me encuentro queriendo protegerlos, cuidarlos, como si ese instinto siempre hubiera estado allí.

— Es un proceso natural — le recordó esta — aunque la memoria no esté presente, las emociones y los instintos profundos pueden seguir funcionando — hizo una carta pausa ante de formular su siguiente pregunta — ¿Te sientes más conectado con Horacio?

— Sinceramente... sí, mucho más, no sabría como explicarlo — una leve sonrisa se asomó de manera inconsciente en su rostro que no pasó desapercibida por la doctora — hemos tenido momentos difíciles, sobre todo porque sé que él lo está pasando mal al tener que lidiar con mi amnesia. Pero últimamente me siento más cómodo a su lado — continuó con sinceridad — hay momentos en los que casi puedo sentir que lo conozco de toda la vida. Y eso me hace querer estar cerca de él.

— Eso es un gran, gran avance, Volkov — le reconoció la contraria — el hecho de que esas emociones estén emergiendo es señal de que, poco a poco, estás reconectando con tu vida pasada — finalizó para luego mirar sus notas antes de continuar — ¿Y qué hay de Sam y Kiara?, ¿Cómo ha sido la interacción con ellos?

— Sammy es increíble — sonrió al pensar en sus cachorros — es muy perceptivo y, aunque al principio fue un tanto difícil, por la forma en la que se dieron las cosas, hemos comenzado a conectar — dijo al recordar la escena del hospital — Con Kiara es más fácil; aunque es pequeña y parece que no siente tanta diferencia, según lo que me ha contado Horacio, ella ha sido la más afectada de los dos y el estar con ellos estos días se ha notado la diferencia. Ambos son brillantes, y me hacen sentir... orgulloso — dijo aquello mientras que en su rostro se podía notar como verdaderamente se sentía — estar con ellos me llena de una sensación de pertenencia que no puedo explicar.

— Es maravilloso escuchar eso — le dedicó otra sonrisa — ese orgullo que sientes por tus hijos es una señal clara de que tu vínculo con ellos está resurgiendo. A veces las emociones profundas se manifiestan antes que los recuerdos — observó como este asintió comprendiendo — ¿Has podido compartir esos sentimientos con Horacio?

— Lo he intentado — su rostro cambió — pero siento que es difícil para él. Sé que está lidiando con mucho dolor, y aunque me esfuerzo por ser más abierto, puedo ver que a veces le cuesta verme así, como alguien que no recuerda todo lo que hemos vivido — se expresó dentando la preocupación en su voz — no quiero hacerlo sufrir más, pero al mismo tiempo, necesito tiempo para entender todo esto.

— Es comprensible. Ambos están atravesando un proceso muy complejo, y es normal que Horacio esté lidiando con sus propias emociones — le recordó — el hecho de que reconozcas su dolor y quieras ser más abierto es un buen paso. A medida que sigas conectando más con tu familia, es posible que las tensiones disminuyan — hizo otras anotaciones en su libreta para luego proseguir — ¿Te has dado cuenta de algún otro cambio en cómo te sientes con respecto a tu vida familiar?

— Siento una necesidad de estar presente. Aunque no recuerdo el pasado, quiero ser parte de su vida ahora — declaró aquello que había estado rondando su mente los últimos días — quiero que Sammy y Kiara me vean como su padre, y que Horacio sepa que, aunque no tengo todos mis recuerdos, quiero estar para él. Ya no se siente como algo desconocido. Cada día me siento más... parte de esto.

— Eso es muy significativo, Volkov. Estás construyendo nuevos lazos con tu familia, basados en el presente y en los sentimientos que surgen. Ese deseo de estar presente y ser parte de sus vidas es lo que realmente importa — enfatizó alegre — el pasado puede volver con el tiempo, pero lo que estás creando ahora es igual de valioso.

— Lo sé. Y aunque el proceso ha sido doloroso, creo que esto me está llevando a conocer a Horacio y a mis cachorros de una manera nueva — se replanteó — estoy empezando a comprender lo que significa ser su esposo y su padre, y aunque todavía no tengo todos los recuerdos, siento que eso es lo que quiero ser.

— Esa es una perspectiva muy madura, Volkov. Estás aprendiendo a aceptar tu nueva realidad y, lo más importante, a construir tu relación con Horacio y los niños desde el presente, sin la presión constante de recuperar el pasado — le reconoció nuevamente — ¿Cómo crees que esta nueva comprensión influirá en tu vida familiar a partir de ahora?

— Creo que me ayudará a ser más paciente conmigo mismo y con ellos — respondió luego de pensarlo por unos segundos — al principio, me frustraba mucho no recordar, pero ahora me doy cuenta de que no se trata solo de eso... se trata de cómo puedo estar presente ahora y ser el esposo y el padre que ellos necesitan. No puedo cambiar lo que no recuerdo, pero puedo decidir qué tipo de relación quiero tener con ellos de aquí en adelante.

— Exactamente. Lo importante es cómo decides actuar en el presente. Estás formando una base sólida para tu familia, y eso es lo que perdurará, independientemente de los recuerdos que puedan o no regresar — lo animó a continuar — ¿Has pensado en algún paso concreto que quieras tomar para fortalecer aún más esos vínculos?

— Sí, he estado pensando en hablar más con Horacio, ser más honesto sobre cómo me siento — le comentó la idea de uno de sus próximos pasos — sé que él lleva una carga emocional muy pesada, y quiero que sepa que, aunque no recuerde todo, lo valoro. También quiero pasar más tiempo con Sammy y Kiara, no solo como alguien que está presente, sino como su padre. Me doy cuenta de que ellos también necesitan ese tiempo conmigo.

— Eso suena como un plan muy positivo — dijo mientras continuaba tomando notas — ser abierto con Horacio y dedicar tiempo intencional a Sam y Kiara no solo fortalecerá esos lazos, sino que también te ayudará a sentirte más conectado emocionalmente. ¿Cómo te sientes al pensar en tomar esos pasos?

— Me siento... bien — respondió hasta sorprendido por su propia respuesta — siento que, por primera vez desde que todo esto comenzó, tengo algo claro. Ya no se trata solo de intentar recordar, sino de construir algo nuevo. Y eso, de alguna manera, me da esperanza.

— Eso es muy poderoso, Volkov. Estás encontrando un nuevo sentido de propósito en tu rol como esposo y padre. Este es un proceso, y estás avanzando de manera significativa. Confía en lo que estás construyendo, y poco a poco, el resto se alineará.

— Gracias, realmente lo aprecio — fue sincero — esto no ha sido fácil, pero siento que finalmente estoy avanzando hacia algo más estable, algo más real.

La sección terminó unos minutos después, por lo que el alfa salió del consultorio con una sensación diferente a la que tenía en otras ocasiones. Por lo que sacando su móvil, marcó el número del omega una vez llegó a la recepción del edificio medico.

— ¿Uve? — se escuchó al moreno al otro lado — ¿está todo bien?

— Sí, sí, Horacio, todo bien — le calmó — es solo que, bueno, me fue bien con la psicóloga y pensaba que... no sé si sería muy apropiado por mi parte pedirlo pero... — comenzó a dudar.

— Uve... vamos dime — lo animó — no te rayes, puedes pedirme lo que quieras.

— Ya, ya... es solo que... — se tomó unos segundos mas antes de continuar — estaba pensando en que hoy podríamos tomarnos el día y pasar un rato en familia... — el moreno no respondió al instante — y sí, sé que los niños no llevan mucho en el preescolar y el kinder pero... me gustaría que... no sé solo fue una idea desproporcionada que se me ocurrió, mejor olvídalo y...

— No, no, no — lo interrumpió ahora el omega — me parece... bien — dijo con una sonrisa que se pudo percibir en su tono de voz — me gustaaría mucho.

— Vale, vale — respondió de igual forma el alfa.

— ¿Te parece si te paso a buscar en el consultorio y luego recogemos a Sammy y Kiara? — propuso el omega mientras que se podía de pie y tomaba su chaqueta y llaves.

— Me parece bien, Horacio — fue sincero para luego tomar asiento en la silla de la sala de espera.

— Bien, pues... espérame allí — le dijo — llego en 15 minutos.

— Bien, aquí te espero... — dijo para luego finalizar la conversación y cortar la llamada.

Si bien el alfa aún no estaba muy seguro de cómo seguir llevando las cosas y que estas fuesen lo más amenas tanto para sus cachorros, como para su esposo y sí mismo, estaba seguro de que mientras tuviese a los tres junto a él, todo sería más feliz.

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Luego de que el omega lo recogiera en el tiempo dicho, y fuese a recoger a sus cachorros. Habían ido a almorzar, seguido de un paseo por el parque y finalmente terminaron en su hogar. Por lo que unas horas más tarde en la noche, la familia se encontraba allí. La realidad era que Volkov había estado involucrándose de manera maravillosa con las rutinas de sus cachorros y el día a día. Y ahora con la voluntad de estar presente e involucrarse, los momentos juntos estaban siendo casi como antes.

Por lo que ahora, mientras que Horacio se encontraba en la cocina preparando la cena y Volkov estaba sentado en la mesa junto con Kiara, observando la cotidianidad de aquel momento y sintiendo una mezcla de emociones confusas. Aunque no recordaba muchos detalles de su vida, había momentos en que una sensación de familiaridad lo invadía, como si pequeñas piezas de un rompecabezas intentaran encajar en su mente.

Fue aquello que hizo que se percatase de la conversación que el omega estaba teniendo con su hijo mientras seguía concentrado en cortar verduras.

— ...siempre habrá un puntito de luz en medio de la oscuridad — le decía Horacio a su hijo mientras conversaban — solo debemos encontrarlo y seguirlo hasta salir de allí.

La frase, dicha con cariño y firmeza, resonó en la mente de Volkov. Cerró los ojos por un instante y una imagen difusa comenzó a formarse. Podía ver a Horacio, más joven, diciéndole la misma frase. Era una escena borrosa pero poderosa: ambos sentados en un Pier, Horacio tomando su mano y sonriendo mientras le susurraba esas palabras de consuelo.

Volkov abrió los ojos y miró a Horacio con una mezcla de sorpresa y reconocimiento.

— Esa frase... — comenzó, con su voz algo temblorosa — me resulta muy familiar. ¿Solías decirme eso antes?

Horacio se detuvo y miró a Volkov con esperanza y un poco de emoción en sus ojos — Sí — afirmó acercándose a este — solíamos decírnoslo el uno al otro cuando... bueno... cuando las cosas se ponían difíciles. Era nuestra forma de recordar que siempre había esperanza, sin importar cuán oscuras se vieran las cosas.

Volkov asintió lentamente, sintiendo un calor reconfortante en su pecho. Aunque los recuerdos completos no volvían, la familiaridad de la frase y la conexión emocional eran innegables. Miró a Sammy y Kiara, quienes también observaban la interacción con curiosidad y esperanza.

Sammy, sintiendo la tensión y el significado del momento, dejó lo que hacía y se acercó a su padre. Con una mirada seria y madura para su edad, levantó la mano y repitió un gesto que Volkov reconoció instantáneamente: el pequeño toque en la mejilla que siempre usaban para consolarse mutuamente.

— Papá... — dijo Sammy con voz suave — sigue el puntito de luz para que... para que... regreses con nosotros...

Volkov sintió una oleada de emociones. El toque en la mejilla, el gesto sencillo pero lleno de significado, lo transportó a múltiples momentos de su vida: noches en vela, momentos de angustia y también de alegría, todos acompañados por ese simple gesto de amor y consuelo.

Una imagen más clara se formó en su mente. Estaban en la sala de estar, Horacio acunando a un Sammy más pequeño y el vientre abultado de Horacio, mientras Volkov, agotado por el trabajo, se sentaba junto a ellos. Horacio había hecho el mismo gesto, tocando suavemente la mejilla de Volkov, seguido de las palabras reconfortantes. Era un momento de calma en medio del caos, una ancla en su vida agitada.

— Es... reconfortante escuchar eso — dijo Volkov, esbozando una pequeña sonrisa — gracias... hijo...

Ante esto Horacio se acercó a Volkov y, con cuidado, le tomó la mano.

— Estoy seguro de que más recuerdos volverán — fue optimista el omega dedicándole una sonrisa — lo importante es que estamos juntos.

En ese momento, Volkov sintió una chispa de esperanza. Aunque el camino hacia la recuperación completa de su memoria sería largo, sabía que tenía una familia amorosa y dedicada a su lado. Y esa certeza era suficiente para seguir adelante, un paso a la vez.
Horacio, con una sonrisa de apoyo, se inclinó y besó suavemente la frente de Volkov, otro gesto cargado de recuerdos compartidos. Mientras Sammy y Kiara rodeaban a su padre en un abrazo, Volkov sintió que, aunque fragmentados, los lazos de amor y conexión con su familia eran más fuertes que cualquier olvido.

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Luego de la hora de cenar, Volkov se había quedado para ayudar a Horacio alistando a los niños para dormir. Aquello le permitió al omega hacer cosas más mundanas como poder poner en orden su hogar. Si bien sus cachorros no eran de hacer tanto desastres, tenían sus momentos como lo había sido ese día en el que prácticamente estuvieron con sus padres casi todo el día y realizaron diferentes actividades.

— Sammy quiere dormir con su hermana — le dijo Volkov bajando las escaleras y acercándose a este — Que le digo? — aquello hizo reír a Horacio sintiendo una mezcla de ternura.

— Ven aquí... — le dijo el moreno al alfa indicándole que tomase asiento en el sofá junto a él mientras dejaba de lado los juguetes de sus cachorros — Nuestro hijo siempre ha sido muy... protector con su hermana, y bueno, desde.... — el omega no sabia porque pero se le había vuelto difícil explicarse en ese momento, por lo que Volkov se dejó guiar por su instinto y colocó una de sus manos sobre la de este.

— Tranquilo... — le dedicó una sonrisa que para el alfa había sido inocente, pero para el omega había removido algo en su interior.

— No, es que... quiero que entiendas como son nuestros cachorros y por que son así... — comenzó a explicarse — desde que ocurrió lo de... tu memoria... Sammy se ha vuelto un tanto mas protector, tanto con Kiara como conmigo, intente hacerle entender que ese era mi trabajo, pero el insiste en querer apoyar...

— No me sorprende — tomo ahora la palabra Volkov — si bien no recuerdo muy bien como eran ellos, durante estos últimos días he podido apreciar como Sammy y Kiara se comportan, no solo conmigo sino también entre ellos.

— Entonces comprenderás que...

— Silencio... — le dijo por lo bajo dejándolo confundido.

— ¿Qué? — pregunto sin comprender el omega.

— Creo que vi a alguien pasar por la ventana — le informo haciendo que Horacio se pusiera en alerta — donde están las armas?

— Volkov no me asustes...

—¡Al suelo! —gritó Volkov con un tono firme que Horacio no había escuchado en semanas.

Horacio no tuvo tiempo de procesar lo que estaba ocurriendo. Luego de la conversación que había tenido con su hermano en la mañana, sus nervios habían crecido en sobremanera, por lo que no podía creer que esto estuviese pasando. El sonido de cristales rotos y disparos llenó el aire mientras caía junto a Volkov. Estaban bajo ataque. Y Horacio sabía quienes eran, debían ser ellos, mismos hombres que habían provocado la amnesia de Volkov, los mismos que habían provocado su asistente y los responsables de que su familia se encontrase en su situación actual. Eran ellos, estaban allí y disparaban sin piedad y los habían encontrado.

—¡Los niños! — gritó Horacio, con el corazón desbocado, corriendo agachado hacia las escaleras para llegar a donde sus cachorros.

Volkov, aún en su confusión reaccionó por instinto. Su entrenamiento, aunque su mente estuviera rota, seguía intacto. Se acercó al lugar seguro donde dejaban las armas al entrar a la casa y tomó su arma junto con su equipamiento y empezó a devolver el fuego mientras se cubría detrás del sofá. Había un caos total, el sonido de balas perforaban las paredes, cristales estallando y gritos en el exterior.

Horacio mientras tanto, llegó a la habitación de Kiara, donde los encontró ocultos bajo la cama, asustados y llorando. Con las manos temblorosas, los sacó de allí y los abrazó con fuerza, tratando de calmarlos mientras el sonido de los disparos continuaba.

— Shh, shh, todo estará bien —murmuraba mientras aun en el suelo los abrazaba, aunque no tuviese idea de que eso fuese cierto.

Un momento después, Volkov entró en la habitación un momento después, la respiración agitada pero con una calma calculada en su mirada, esa que Horacio recordaba de los viejos tiempos. Aunque no lo reconocía, el instinto de proteger seguía ahí, profundamente arraigado en él.

— Tenemos que salir de aquí — dijo Volkov, casi en un susurro, mientras levantaba una de las armas que había recogido de los atacantes caídos — ¿Cuánto crees que se demoren los compañeros en llegar a la zona?

— No tengo mi móvil para llamar — dijo mientras tomaba a Kiara en brazos — pero cuando vean la ubicación del aviso lo sabrán de inmediato.

— Vale, debo sacarlos de aquí mientras tanto — dijo mientras que se agachaba y cubría a su familia al varias ráfagas pasar por el lado de estos.

Horacio asintió, tomando la mano de sus hijos con fuerza. El miedo en sus ojos reflejaba el mismo que él sentía, pero trataba de ocultarlo lo mejor que podía.

— Vengan, rápido — ordenó Volkov, guiándolos nuevamente hacia el piso inferior para llevarlos hasta la salida trasera mientras seguía cubriéndolos.

El tiroteo continuaba afuera, pero en ese momento, lo único que les importaba tanto al alfa como al omega, era sacar a sus hijos de allí con vida.

Horacio sujeto fuertemente a Kiara en brazos mientras que Sammy apretaba su mano con todas sus fuerzas. Volkov, avanzaba con la destreza que su entrenamiento le había dado, los guió por la casa, manteniéndose atento a cualquier movimiento. El estruendo de los disparos continuaba, perforando el silencio de la noche. Las balas golpeaban las paredes y destrozaban los muebles. El hogar que una vez fue su refugio ahora se desmoronaba a su alrededor.

Llegaron a la antesala, donde se encantaba una de las puertas trasera que daba al jardín y la piscina. Volkov, sin perder tiempo, se acercó con cautela, asomándose para asegurarse de que el área estuviera despejada. Los atacantes parecían centrarse en la parte delantera de la casa, pero no podían arriesgarse a que hubiera más esperándolos.

— ¡Salgan ahora! — ordenó Volkov con voz firme, aunque su tono no mostraba ninguna señal de duda.

Horacio apenas podía pensar, su cabeza iba en modo automático de protección; el sonido de los disparos y los gritos de sus hijos lo envolvían, nublando sus sentidos. Pero las palabras de Volkov lo sacudieron de su estado de parálisis. Abrió la puerta con rapidez, y la familia salió al jardín, avanzando hacia una pequeña cerca que rodeaba la propiedad.

Justo cuando cruzaban el césped, el ruido de un vehículo acelerando se escuchó desde la calle. Horacio, ante esto tomó ahora a ambos cachorros en brazos y se detuvo, mirando a Volkov en busca de indicaciones. El alfa levantó su mano, gesticulando para que se agacharan detrás de un árbol grande cerca de las vallas.

— Quédense aquí — dijo Volkov, su voz tensa pero clara.

—¿Qué vas a hacer? — preguntó Horacio, su corazón latía con fuerza, preocupado no solo por los niños sino también por el hombre que, a pesar de no recordar por completo, seguía siendo su esposo y alfa destinado.

— Voy a distraerlos. No puedo permitir que se acerquen más a ustedes — contestó con un destello en los ojos que a Horacio le recordaba al hombre con el que se había casado. El omega iba a protestar, pero el grito de Sammy lo distrajo.

— Papá allí — señaló el niño que hasta entonces se había mantenido en silencio mientras que señalaba a un hombre que se acercaba por el jardín con un arma en mano.

— ¡Agáchense! — gritó Volkov, lanzándose hacia ellos y disparando contra el atacante.

Horacio se agachó instintivamente, cubriendo a Sammy y Kiara con su cuerpo. El sonido de los disparos volvió a llenar el aire, y por un momento, todo pareció moverse en cámara lenta. Volkov se movía con una precisión que Horacio conocía bien, cada disparo controlado, cada movimiento medido. Los atacantes caían uno por uno, pero el peligro aún no estaba del todo neutralizado.

—¡Vete! — gritó Volkov, sin quitar la vista del frente — ¡Llévalos a un lugar seguro! — le indicó mientras que le ofrecía su arma reglamentaria para el seguir utilizando la M4 que le había retirado a uno de los abatidos.

Horacio vaciló por un segundo, queriendo quedarse, queriendo proteger a Volkov, pero sabía que debía priorizar a los niños... tanto a los que tenía allí consigo, como al pequeño o pequeña que llevaba en su vientre. Por lo que los tomó en brazos nuevamente y con el corazón en la garganta, corrió hacia la pequeña cocina y almacén que tenían al lado de la piscina. El viento azotaba su rostro mientras huían hacia la oscuridad de aquella parte de su residencia, cada paso resonando en su mente como un eco de la decisión que acababa de tomar. No podía mirar atrás, no ahora. Los gritos de los atacantes y el eco de los disparos llenaban el aire, pero Horacio se centraba en una sola cosa: mantener a sus cachorros a salvo.

— Shh, van a estar bien, van a estar bien — murmuraba, tratando de tranquilizarlos tanto a ellos como a sí mismo mientras los escondía detrás de unas cajas. Sammy y Kiara, temblando de miedo, lo miraban con ojos grandes y llenos de confusión, pero también de confianza. Luego de unos minutos, el sonido de los disparos se había alejado un poco, y por un momento, todo quedó en silencio.

Horacio se sentó con ellos, su espalda contra la pared del cobertizo, su respiración aún agitada, pero sacando aquella arma que el alfa le había dado y apuntando hacia la puerta que daba paso a donde él y sus cachorros se encontraban. En la oscuridad, podía escuchar el latido de su propio corazón, tan rápido que parecía que iba a explotar. No sabía lo que estaba pasando con Volkov, no sabía si estaba a salvo, pero tenía que confiar en que su esposo, aunque aun teniendo amnesia, seguía siendo el hombre fuerte y protector que siempre había sido.

— Papi... ¿Papá va a estar bien? — preguntó Sammy, en un tono de voz que era apenas un susurro, pero con notable preocupación.

Ante eso, Horacio cerró los ojos por un momento, tragándose el nudo en la garganta. Odiaba mentirles a sus hijos, especialmente porque, aunque fueran conscientes en parte de lo que sucedía a su alrededor, seguían siendo muy pequeños. A pesar de su corta edad, no deberían cargar con la preocupación por el bienestar de sus padres; esa responsabilidad recaía en él y en Volkov, no al contrario. Además de que sabía que debía mantenerse calmado, o por lo menos lo más calmado posible ante aquella situación. Pues el cachorro que llevaba en su vientre percibía todo lo que esté sentía y no quería arriesgarlo también a él.

— Sí, mi amor, va a estar bien — dijo, aunque por dentro luchaba por creerlo.

El eco de los disparos, aunque más distante ahora, aún retumbaba en el fondo de su mente. El silencio en aquel cuarto se sentía sofocante, interrumpido solo por las respiraciones rápidas de Horacio y el sonido leve de Sammy y Kiara, que seguían temblando de miedo. Horacio trataba de escuchar cualquier señal de que el tiroteo hubiera cesado, de que Volkov estuviera a salvo, pero todo parecía confuso y distante. El sonido de los disparos se había apagado en la lejanía, y lo único que quedaba era la incertidumbre.

Pasaron varios minutos, cada uno estirándose interminablemente. Horacio sabía que tenía que hacer algo, pero estaba atrapado entre proteger a sus hijos y la necesidad de volver a ver si Volkov estaba bien. No podía dejar a Sammy y Kiara solos, no después de lo que acababan de presenciar. Pero, ¿y si Volkov necesitaba su ayuda? Esa duda lo carcomía. De repente, el crujido de una rama rompió el aire denso del lugar. Horacio levantó su arma posicionándose nuevamente apuntando hacia la puerta, su cuerpo en alerta máxima, mientras que le indicaba a sus hijos que hicieran silencio. La puerta rechinó levemente cuando alguien intentó abrirla desde afuera.

— Shh... quédense aquí — susurró Horacio a Sammy y Kiara, que asintieron con miedo en sus ojos.

Se levantó, moviéndose con sigilo hacia la puerta, su cuerpo tenso, listo para lo que fuera que estuviera al otro lado. Sentía el pulso en sus oídos, el tiempo parecía detenerse mientras esperaba. Una sombra oscura se proyectó a través de la rendija de la puerta, y antes de que Horacio pudiera reaccionar, la puerta se abrió lentamente.

—Horacio... soy yo...

La voz de Volkov lo hizo exhalar un suspiro de alivio tan profundo que casi lo derrumba. Frente a él, en la entrada, estaba Volkov, ensangrentado y con la ropa rasgada, pero de pie, firme, y con una expresión decidida en su rostro.

— ¡Viktor! — Horacio se lanzó hacia él, sus brazos alrededor de su esposo, que aunque sorprendido, lo recibió con un abrazo fuerte. Por un instante, el tiempo dejó de existir, y Horacio se permitió dejar caer la fachada de fortaleza. Las lágrimas que había contenido durante horas, semanas incluso, comenzaron a brotar, pero el alivio de saber que Volkov seguía vivo era suficiente para calmar su tormento, aunque solo fuera por un momento.

— ¿Están bien? — preguntó Volkov, mirando a los niños, que observaban desde la oscuridad, con los ojos todavía llenos de miedo.

Horacio asintió, soltándose de él, pero manteniendo una mano en su brazo, como si aún no pudiera creer que estuviera allí, frente a él, a salvo.

— ¿Y tú? — preguntó Horacio con su voz entrecortada — ¿Qué pasó? ¿Los...?

— Se fueron — respondió Volkov con voz baja pero firme mientras que con su mano libre, inspeccionaba el rostro de su esposo — algunos escaparon, pero logré reducir a la mayoría, no creo que vuelvan pronto — dijo mientras peinaba la cresta de este hacia atrás, asiento que el omega cerrase sus ojos y se dejase sentir el cariño de su alfa — estás herido... — le dijo al notar que este tenía un corte en su mejilla.

— No me di cuenta... — respondió pasando su mano y notando que había estado sangrando y no lo había notado. Mientras que el alfa comenzaba a inspeccionar por completo al omega — cuidado ahí... — se quejó un poco de dolor en el momento en que el alfa pasó su mano por el torso de este, haciendo que se percatara de que tenía una rozadura de bala en el área de sus costillas, pues su camiseta tenía algo de sangre en esa zona.

— Joder Horacio... — se preocupo y levantó la camisa de este para inspeccionar mejor el área, pero el omega rápidamente la bajó con preocupación de que este pudiese notar su vientre algo extraño — lo lamento...

— ¿El qué? — le pregunto confundido mientras que dejaba de lado lo que acababa de pasar — si gracias a ti es que estamos bien... yo... — volteó a ver cómo sus pequeños aún asustados, se abrazaban entre sí, detrás donde los había dejado — yo por otro lado... no fui de mucha ayuda...

— Claro que si, no digas eso — lo interrumpió — tú pusiste a salvo a lo más valioso que tenemos...

— ¿Tú cómo estás? — quiso inspeccionar a su alfa pero este se lo impidió.

— Yo estoy bien, ahora solo me importan ustedes — respondió volviendo a abrazarlo.

Su mirada, aunque más clara, aún tenía un tinte de desconcierto. Sin embargo esto no fue un impedimento para que se permitiese dejarse llevar por lo que su corazón y su alfa interior le indicaba. Y es que luego del peligro que habían enfrentado en ese momento, se había despertado en su interior aquel hombre protector que siempre había sido, aunque su mente estuviera fragmentada.

— Llamaré a la sede, no pueden quedarse aquí. Este lugar ya no es seguro — añadió Volkov, luego de ver a sus cachorros.

— Seguro ya están por llegar, nos iremos con ellos y... bueno... tendremos que ver que hacemos... — dijo ahora el omega mientras que su mente comenzaba a procesar todo lo que había ocurrido — Dios... nuestra casa... los niños... — sintió cómo las lágrimas se apoderaban de él — no sé qué...

— Horacio, Horacio... tranquilo — le pidió mientras colocaba de nuevo su mano en el rostro e intentaba calmarle — ya pasó... — lo abrazó y por instinto, dejó salir su aroma a canela para relajar a su omega y sus cachorros.

Horacio simplemente asintió y se dejó abrazar por su esposo. Lo sabía. Habían sido expuestos, y ahora los atacantes sabían dónde vivían, conocían sus rutinas, y habían demostrado que podían alcanzarlos. Había fallado en tener un lugar seguro para su familia. Y ahora sólo podía pensar en cómo Sammy y Kiara se habían aferrado el uno al otro, demasiado asustados para moverse.

— Vengan pequeños — los llamó el alfa, extendiendo uno de sus brazos hacia ellos mientras que seguía abrazando al omega. Sammy y Kiara se lanzaron hacia él, abrazándolo con fuerza mientras Horacio intentaba contener las lágrimas — tenemos que irnos — repitió Volkov, más para sí mismo que para Horacio.

Sin más palabras, Horacio tomó a Sammy y Kiara, que seguían temblando, y junto a Volkov, salieron del cobertizo. La noche seguía oscura, y aunque el peligro inmediato parecía haber pasado, sabían que esto era solo el principio de algo mucho más grande. El hogar que alguna vez fue su santuario ya no existía, y ahora debían encontrar otro lugar donde empezar de nuevo, mientras luchaban no solo contra el enemigo externo, sino también contra la distancia que la amnesia de Volkov había creado entre ellos, pero que afortunadamente, cada día parecía ser menor. Lo que hizo que por primera vez en semanas, Horacio sintiese que no estaba solo en esa lucha.

~•~ Lamento haberme demorado tanto tiempo en actualizar, pero la vida se me está haciendo muy difícil últimamente. Sin embargo trataré de actualizar los domingos y así poder darle un final decente a esta historia que me ha hecho amar escribir de nuevo.

¿Qué les pareció este capítulo?, ¿Qué creen que pase ahora?, ¿Volkov se demorará más en recordar o creen que pronto todo vuelva a la normalidad?, ¿Les sigue gustando o por tanto tiempo desde el último capítulo ya perdieron el hilo? Los leo 👀~•~

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