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- Ya no sé qué hacer! 

Ecuador, ya desesperado, gritaba a la persona que tenía frente suyo. 

Había citado a la persona que él consideraba indicada para explicarle lo que últimamente le estaba sucediendo. 

Esperando que no le dijera que estaba loco y llamara allí mismo a algún centro psiquiátrico para que se lo llevaran.

- Pero no sabes que hacer de qué? 

- Japón, veo hilos, son hilos rojos! 

El japones se quedó un rato callado, estaba más que intrigado por aquella situación.

- A ver, cuenta desde el inicio. 

- Yo hace aproximadamente 2 semanas tuve un accidente de tránsito, un carro me paso encima, lo típico. 

- Si, es bastante común.

- Sisi! ¡Se suponía que yo debí estar medio muerto después de eso, pero no tuve ni un solo rasguño! Siendo eso también bastante extraño ahora que lo pienso...

- Si Ecuador, accidente e ileso, lo entiendo, pero todavía no me has explicado eso de "veo hilos". 

- Es que yo ese día los comencé a ver, después del accidente yo me levanté en la habitación del hospital.

- Raro fuera que no hayas despertado en el hospital. 

Ecuador rueda los ojos.

- Cuando me levante estaba desorientado y confundido así que como pude me levante y camine hacia fuera de la habitación buscando a alguien, encontré a mi amigos que hablaban con OMS y cuando me vieron, ellos se lanzaron a abrazarme. 

- Eso es realmente relevante? 

- Fue allí la primera vez que los vi! Fue un espectáculo de colores, pero mi vista se nublo y me desmaye, ¡de allí me levante y cada vez que toco a una persona veo un hilo rojo amarrado a su dedo meñique! Se lo conte mis hermanos y me dijeron que me volví loco, traté de enseñarle, pero parece que no lo ven. 

- Y porque exacte me buscaste a mí? 

- Porque eres mi amigo y porque sé que no me vas a tratar como loco. 

El japones lo observo analítico, cruzándose de brazos para unos minutos suspirar con resignación.

- Supongo que tienes razon.

- Sii! Japón no cree que esté loco, yupi!

El latino festejaba con una infantil actitud, haciendo que el nipón soltara un par de risas.

- Y sabes? Creo que tu historia me suena de algo. 

- Enserió? 

- Si, me pondré a investigar, estoy dispuesto a ayudarte.

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