Extra

Nota: para el monstruo que aparece en este capítulo, tome como referencia al monstruo de vid que sale en Fatal Journey. Básicamente, lo que hace es usar sus ramas para atrapar personas y poder alimentarse de ellos. Dicho eso, perdón por tardar tanto en escribir este extra, espero que les guste.

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Sizhui sabía que muchas cosas podían salir mal en una cacería nocturna. Más de una vez, alguno de sus compañeros había resultado herido, o habían tenido que enfrentarse a algún ser mucho más peligroso de lo que esperaban. Pero como discípulo jefe, Sizhui tenía claro que era su obligación mantener la calma. Tener la cabeza fría para pensar en algún plan calculado, y mantener la compostura para no transmitir pánico innecesario a sus compañeros.

Era lo que le habían enseñado en la Secta Lan desde que comenzó sus estudios. Era lo que había hecho en cada una de las cacerías nocturnas en las que había participado, y creía ser muy bueno en ello. En mantener la calma, incluso en las peores situaciones.

Pero jamás había considerado el peor escenario posible (para Sizhui, al menos): que Jingyi fuera la persona en peligro.

Al inicio, todo parecía estar a su favor. Por más que solo estaban Jin Ling, Zizhen, Jingyi y Sizhui, Wei Wuxian también los estaba acompañando. Y tenerlo a él les hacía sentirse incluso más seguros. Llevaba ya varios meses viviendo en Gusu, y eso le había dado la oportunidad ir de cacería nocturna con sus cuatro juniors favoritos más de una vez. Por eso, cuando se toparon con aquel monstruo de vid, pensaron que estarían a salvo.

En un principio, parecía ser un trabajo simple: los juniors cortaban con sus espadas las vides que los atacaban, evitando que el monstruo atrapara a alguno de ellos. Mientras tanto, Wei Wuxian colocaba talismanes en las ramas, las cuales se desintegraban al instante. Fue una pelea corta, y las vides no tardaron en retirarse, conscientes de que no encontrarían comida en aquel lugar.

Todo estaba bien hasta que, recuperándose después de la pelea, se miraron entre ellos y se dieron cuenta de que Jingyi había desaparecido. Y a unos metros de ellos, podía verse en el suelo un trazo claro, como si alguien hubiera sido arrastrado a la fuerza por el pasto y entre los árboles.

Al instante, Sizhui sintió el pánico crecer dentro de su pecho. ¿En qué momento el monstruo había atrapado a Jingyi sin que ellos se dieran cuenta? ¿Cómo es que lo había perdido de vista? Era imposible, si Sizhui tenía sus ojos en él todo el tiempo. Se decía a sí mismo que en realidad siempre estaba pendiente de todos, al ser el mayor. Pero la verdad era que sí se fijaba más en Jingyi. (Sí, porque estaba enamorado. Pero aún).

—¡Jingyi! —lo llamó, corriendo en la dirección del camino que se había formado. No pudo evitarlo, aún si sabía que no era una decisión inteligente, y que seguramente estaba corriendo de frente al peligro. Pero en algún punto se vio forzado a parar: el rastro había desaparecido. Probablemente el monstruo había levantado en el aire a Jingyi antes de seguir jalándolo.

—¡A-Yuan!

—¡Sizhui, espera!

Sizhui miró de un lado a otro, intentando pensar en alguna solución. Dejó que el resto lo alcanzara, quienes seguro habían corrido tras él.

Aprovechó el momento para recuperar el aire, mientras se forzaba a pensar. Hacer un hechizo de rastreo tomaría mucho tiempo. Y no podía perder ni un segundo. Sabía que estaba tomando decisiones apresuradas, que no estaba pensando dos veces. Pero qué podía hacer, si de solo pensar en que algo malo le había pasado a Jingyi, sentía que se le formaba un nudo en la garganta.

—A-Yuan, hey —escuchó, dándose cuenta de que Wei Wuxian estaba frente a él, sujetándolo por los hombros. Se veía serio, y lo estaba mirando con preocupación—. Tienes que calmarte, ¿sí?

—Yo... —intentó decir, pero las palabras no le salían. ¿Por qué estaba reaccionando así?

Siempre sabía mantener la calma. Sin embargo, cuando se trataba de Jingyi, se había dado cuenta de que sus emociones eran impredecibles.

—Está bien —intentó calmarlo Wei Wuxian, tomando sus manos con cariño—. Vamos a pensar en algo, ¿sí?

Sizhui trató de asentir. Era cierto, ellos eran cuatro. Algo se les tenía que ocurrir. Notó que había estado temblando, pero poco a poco estaba calmándose. Enfocarse en algo era de ayuda, así que se fijó en ver sus manos unidas con las de su papá, quien aún lo sujetaba en un intento de tranquilizarlo.

Entonces lo vio: el hilo rojo que colgaba de su meñique. Claro, si la respuesta estaba justo allí, enfrente de él. Ignorar esta parte de sí mismo era algo que había hecho desde pequeño, así que no lo había pensado, pero sí. Sí. Eso era.

Aun temblando, levantó su mano y miró su meñique. Cuando volvió a ver a su padre, Wei Wuxian parecía haberse dado cuenta al instante de lo que estaba pensando.

—Ve —le aseguró, asintiendo con seguridad—. Nosotros vamos tras de ti.

Sizhui no perdió el tiempo y, siguiendo el hilo en su meñique, echó a correr.

***

Sizhui jamás había hecho algo así. Gran parte de su vida lo había ignorado. Los hilos recién habían cobrado importancia para él cuando Wei Wuxian regresó en el cuerpo de Mo Xuanyu. Pero una vez que logró que sus padres se confesaran el uno al otro, había vuelto a evitar pensar en ello.

Porque sabía que Jingyi y él eran almas gemelas, pero no quería aprovecharse de ello. De poder ver aquella conexión físicamente. Por eso aún no se lo había dicho. Pero ahora quizá no podría...

Sizhui sacudió la cabeza para no pensar en esas cosas. Ahora estaba desesperado. Llevaba ya varios minutos siguiendo el hilo sin éxito, y no sabía por qué no lo había usado desde un inicio. Jingyi podría estar herido, o peor. Para algo tendría que servir ver el hilo, ¿verdad? Por algo era su alma gemela.

Porque tenía la habilidad de llegar a él cuando estuviera en peligro.

Escuchó los pasos de sus amigos corriendo detrás suyo. Para ahora ya debían haberse dado cuenta de lo que estaba haciendo. Ellos también sabían su secreto, después de todo.

Delante de él, el hilo seguía extendiéndose a lo largo del bosque. Pero Sizhui podía sentir que se iba acortando cada vez más. Y entonces, llegó a una especie de claro. Sizhui se detuvo de golpe.

Era evidente que había sucedido algún tipo de pelea en el lugar. Había un par de árboles caídos y trozos de vides regados por todos lados. Y cuando miró hacia abajo, notó que había sangre en el suelo. Sizhui sintió que se le hacia un hueco en el estómago.

—¡Jingyi! —comenzó a llamar de nuevo. No dejó de seguir el hilo, el cual lo guiaba detrás de unas rocas grandes en el suelo.

Las piedras enormes bloqueaban la luz de la luna, así que Sizhui prendió un talismán de luz. Un par de metros más allá, el hilo terminaba en un bulto en el suelo, el cual estaba envuelto en ropas celestes con manchas rojas. Era sangre.

—¡Jingyi!

El chico salió corriendo hasta llegar a su amigo. Felizmente, tenía los ojos abiertos, pero se veían rojos y cansados.

—¿Si-Sizhui? —preguntó bajito.

—Mn —dijo rápidamente—. Ya estoy aquí, ya estoy aquí —le aseguró, mientras buscaba con cuidado por heridas. Tenía un tajo en la mejilla izquierda, cortes y golpes por todos lados. Su ropa estaba llena de pasto y tierra. Pero aún no sabía de dónde salía la sangre.

Sizhui ayudó a Jingyi a sentarse con la espalda en una de las rocas, y entonces se dio cuenta de que las manos del chico también tenían sangre. Pero no habían heridas allí.

—La cabeza —murmuró Jingyi, como leyendo sus pensamientos. Sizhui elevó su mirada hacia la de él. Los ojos de Jingyi estaban llenos de miedo.

Con cuidado, Sizhui llevó su mano derecha a la parte de atrás de la cabeza de Jingyi, solo para ganarse un quejido de dolor. Cuando la retiró, tenía sangre.

—Pensé que no me iban a encontrar —dijo finalmente Jingyi, casi llorando—. Esa cosa me llevó tan lejos y tan rápido que pensé que me iba a...

—No, no. Claro que no —lo interrumpió inmediatamente Sizhui, atrayendo a su mejor amigo en un abrazo. Sabía que quizá no era la mejor idea moverlo de un lado a otro si estaba herido, pero no pudo resistirse—. Ya estamos aquí. Ya estoy aquí, Jingyi.

El chico asintió, hundiéndose en el abrazo, aferrando sus manos a la espalda de Sizhui.

Los demás no tardaron en llegar, y Sizhui pudo oír de fondo a Wei Wuxian, quien decía que ya había enviado un mensaje pidiendo ayuda a Descanso en la Nube. Seguían a los alrededores de Gusu, así que lo mejor sería ir volviendo, y seguro se encontrarían con discípulos de la Secta Lan en el camino.

—Todo va a estar bien, Jingyi —murmuró nuevamente, aun sin romper el abrazo.

Sizhui sabía que la noche aún no había terminado, pero ahora por fin podía tomar un respiro. Todo estaría bien.

***

Felizmente, ninguna de sus heridas había sido grave. Más que nada, había sido un susto. Probablemente, el monstruo de vid había arrojado a Jingyi al suelo en algún punto y se había golpeado la cabeza al caer. Naturalmente, había salido demasiada sangre, pero con algunos puntos bastaba para tratar la herida.

El resto habían sido cortes y golpes por culpa de las ramas y por haber sido arrastrado por varios metros. Además, se había torcido una muñeca mientras pelaba con el monstruo. En un intento de animarlo, Wei Wuxian le había asegurado a Jingyi que ese monstruo nunca habría tenido oportunidad frente un discípulo de la Secta Lan como él. Después de todo, los trozos de vides regados por el lugar donde habían encontrado al chico indicaban que había dado pelea. Y claramente, no había perdido.

Sizhui sintió el orgullo crecer en su pecho. Estaba seguro de que Jingyi era un cultivador talentoso, y eso solo lo hacía admirarlo aún más.

No habían demorado en encontrarse con la ayuda, y habían vuelto volando en sus espadas a Descanso en la Nube. Una vez que habían llegado a la enfermería, Sizhui se había quedado junto a Jingyi todo el tiempo mientras lo revisaban. No había soltado su mano por ninguna razón, sin importarle la mirada curiosa del sanador que estaba despierto a esas horas de la noche. Jingyi tampoco parecía para nada incómodo, apretando su mano de vuelta.

Puede que él no lo supiera, pero su hilo brillaba más fuerte que nunca cuando estaban juntos.

Así que se había quedado despierto junto a Jingyi, hasta que le dieron el visto bueno a su herida en la cabeza y le permitieron ir a dormir. Sin embargo, le indicaron a Jingyi que tenía que quedarse allí a pasar la noche, por si acaso.

A Sizhui le dijeron que tenía que irse, así que no tuvo más remedio que dejarlo. Después de todo, Jingyi tenía que descansar.

***

Al día siguiente, llegaron las preguntas. Sizhui ya sabía que no iba a poder evitarlas.

Después de desayunar, se dirigió de frente a la enfermería. Necesitaba ver a Jingyi ya. En el camino, se había encontrado con Jin Ling y Zizhen, quienes le dijeron que Wei Wuxian ya los había puesto al tanto de cómo estaba Jingyi. No demoraron en cuestionarle lo que Sizhui ya esperaba. Zizhen preguntó con un poco de timidez si es que había seguido su propio hilo para poder encontrar a Jingyi la noche anterior.

Sizhui había sentido sus nervios crecer, pero se había forzado a asentir, confirmando las sospechas de sus amigos. Jin Ling lo había mirado con el ceño fruncido, pensando profundamente.

—Jingyi no lo sabe —había dicho. No era una pregunta.

—No, Jin Ling.

Zizhen había inclinado la cabeza a un lado, confundido. Sizhui sintió que debía explicarse a sí mismo.

—Yo... no sé cómo decírselo —empezó, con un poco de vergüenza—. No quería que lo sepa aún. Yo no sé si él me quiere de esa manera y...

—Eres un idiota —lo interrumpió Jin Ling, indignado.

—¿Eh?

—¡Jin Ling! —le regañó Zizhen.

—¿Qué? Es cierto —insistió Jin Ling—. Eres igual de distraído que mi tío —rodó los ojos.

—Bueno, supongo que sí... —murmuró Zizhen.

Ahora Sizhui de verdad que no entendía.

—¿Eh? —repitió.

—Mira, no voy a repetir esto dos veces —le dijo Jin Ling—. Le gustas a Jingyi, siempre te está mirando de una manera demasiado obvia. Y todo el tiempo están sujetándose de las manos, no creas que nadie se ha dado cuenta. Es obvio que le gustas de verdad, si ayer ni siquiera se soltaron por un segundo.

—No solo ayer —había intervenido Zizhen—. Todo el tiempo. Siempre están juntos. La verdad me alegro de que siempre estemos los cuatro, o alguno de nosotros sería un mal tercio con... ¡auch!

Jin Ling le había pegado de mentira en el brazo.

—Además —continuó Jin Ling sin mirarlo a los ojos, se había puesto rojo también. Se notaba que le incomodaba hablar de temas románticos, pero lo estaba intentando para ayudar a sus amigos—. Son almas gemelas, ¿verdad? ¿Qué podría salir mal?

¿Qué podría salir mal? Sizhui no quería averiguarlo.

Y claro, sus amigos le habían puesto excusas para dejarlo a solas con Jingyi, así que había tenido que ir él solo a la enfermería. Y la pregunta que temía no tardó en salir.

—Fuiste muy valiente —estaba diciendo Sizhui. Se había sentado al lado de Jingyi en la cama que le habían dado en la enfermería—. Venciste tú solo al monstruo de vid.

Los ojos se le iluminaron a Jingyi. Parecía listo para contar la historia completa con emoción. Era diferente hablar sobre lo que había pasado durante la cacería nocturna ahora que ya estaba a salvo. Sizhui lo entendía.

—No fue fácil —empezó—. El monstruo me atrapó con una vid y me arrastró, antes de elevarme en el aire —dijo, alzando los brazos—. Me jaló hasta llevarme donde me encontraste. Solo se detuvo porque logré cortar parte de la rama con la que me tenía sujeto.

—¿En serio? —preguntó Sizhui, oyéndolo con atención.

—¡Sí! —asintió Jingyi—. Fue ahí que me lanzó contra el suelo —se encogió en sí mismo, recordando aquel momento. Pero se recuperó rápidamente—. Y entonces empezaron a salir ramas por todas partes. Aun no sé cómo logré cortar casi todas. Mi muñeca no daba para más —dijo, masajeándola—, y estaba demasiado mareado.

A Sizhui se le apretó el corazón. Jingyi podía estar contando la historia como algo emocionante, pero sabía que el momento debía haber estado asustado.

—Pero entonces sonaron unos pasos y la vid se retrajo. Creo que fue cuando llegaron ustedes. Ya sabía que no iba a poder con todos nosotros.

—Felizmente —dijo Sizhui con una sonrisa—. Estuve preocupado por ti. Me dio demasiado miedo pensar que algo malo te podría haber pasado.

Jingyi se sonrojó un poco, pero le sonrió de vuelta. Luego, como recordando algo, se puso serio.

—Sizhui —dijo Jingyi, sus cejas juntas en concentración—. Ayer, ¿cómo hicieron para encontrarme? El monstruo hizo lo posible por no dejar rastro.

Sizhui lo miró con el corazón latiéndole a mil. Aun no podía olvidar la mirada de miedo que había tenido Jingyi cuando lo halló. No sabía qué podría haber pasado si no lo hubieran encontrado a tiempo, y no se sentía justo ocultarle la verdad.

—Lo que pasó es que... —empezó, inseguro de cómo decirlo.

—¿Sizhui?

Bien, había llegado el momento de la verdad. Qué podía salir mal, ¿eh?

—Seguí-el-hilo-rojo —dijo todo seguido, en un susurro casi inaudible.

—¿Eh?

—Que yo —dudó, sin atreverse a mirarlo a los ojos—, seguí el hilo rojo.

Jingyi se quedó callado.

—Era una emergencia —dijo rápidamente—. No lo había hecho antes, ¿okay? Nunca lo haría, no me aprovecharía de eso. Pero estabas en peligro y era lo más rápido en el momento. Y no sabía qué más hacer.

Pero Jingyi seguía sin decir nada, y Sizhui comenzó a preocuparse.

—¿Jingyi? —insistió—. Si no dices algo voy a entrar en pánico y...

—¿Tú —empezó Jingyi—, y yo? ¿Tú y yo estamos unidos?

Sizhui tragó, nervioso.

—Sí. Hum... sí. Sí, lo estamos.

—Eso quiere decir que somos almas gemelas —dijo lentamente, como queriendo asegurarse por completo de que era verdad.

—Básicamente, sí.

Jingyi parpadeó una, dos veces. Como pasaron los segundos y aún no decía nada, Sizhui empezó a pensar que quizá le había afectado demasiado el golpe en la cabeza. Ya iba a llamar a alguien, cuando Jingyi comenzó a hablar.

—Yo pensé que, si fuéramos almas gemelas, ya me lo hubieras dicho —dijo. No parecía enojado, pero sí asombrado—. Había pensado en decirte que me gustas, pero creía que ya estaba siendo muy obvio —confesó con vergüenza.

—¿En serio?

—No sabía qué pensar, Sizhui —se quejó—. Creía que si no lo fuéramos ya me hubieras rechazado, pero también pensaba que si fuéramos almas gemelas ya me lo hubieras dicho. Me ha estado consumiendo la cabeza todos estos meses.

Sizhui empezó a sentir que Jin Ling tenía razón cuando lo llamó idiota.

—Si no te dije nada fue porque no quería incomodarte —se excusó—. No quería presionarte sin saber qué era lo que tú sentías. Pero llevo sabiendo esto desde que tengo memoria. Y he estado siempre seguro de que te quiero solo a ti.

Los dos chicos se miraron sonrojados, ambos sorprendidos con lo que había dicho el otro. Puesto así, todo parecía simple.

—Zizhen y Jin Ling dijeron que ya se sabían dado cuenta —murmuró Sizhui, aun avergonzado.

—Sí, bueno. Creo que nosotros éramos los únicos idiotas.

Ambos se rieron, solo deteniéndose al darse cuenta de que estaban muy cerca del otro. Antes de poder siquiera pensarlo, se estaban mirando a los ojos, juntando sus frentes. Tentativamente, Sizhui llevó una mano a la mejilla de Jingyi, con cuidado de no tocar el corte que tenía allí. De verdad quería besarlo, llevaba mucho tiempo esperando por esto.

Jingyi tomó su otra mano sobre las sábanas.

—¿Puedo...? —preguntó Sizhui nervioso.

Pero Jingyi asintió al instante, antes de cortar con un beso el poco espacio que quedaba entre ellos. Cuando se separaron, Jingyi se apoyó en el hombro de Sizhui, quien pasó su brazo alrededor del otro.

—Creo que descansaré un poco más —dijo Jingyi, poniéndose cómodo. Ahora que podía tener así de cerca a Sizhui, no iba a desperdiciarlo.

—Mn.

Sizhui no podía contener la sonrisa en sus labios.

Antes de cerrar los ojos, Jingyi miró sus dedos entrelazados. Quizá no pueda ver por sí mismo el hilo, pero está seguro de que, ahora que están juntos, su color rojo es más brillante que nunca.

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¡Hola! Se supone que esta historia iba a tener solo 5 partes, pero después de varios comentarios preguntando por lo que pasó con el zhuiyi, decidí escribir este extra sobre ellos ❤. Muchas gracias a todos los que han estado leyendo y comentando en estos meses, de verdad me ponen muy feliz. 💕

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