Epílogo

-¡Mami, papi! –Hannah venía corriendo hacia nosotros cuando llegamos a casa.

Mientras Robert bajaba las maletas del taxi que nos llevó a casa, yo me fui acercando hasta nuestra hija y cuando estuve junto a ella, la alcé y empecé a llenarle todo su rostro con besos.

-Hola, mi princesa. ¿Cómo se portó mi niña preciosa con la tía Sara, eh? –Le pregunté y ella sonrió, mirando a amiga y empezó a aplaudir. –Por lo visto, creo que bien, ¿verdad? –miré a Sara y ella asintió.

-Se portó de maravilla. –me guiñó un ojo y yo reí.

Noté que Hannah empezaba a moverse desesperadamente y cuando vi cuál era el motivo, sentí que el corazón se me iba a salir del pecho.

-¡Hola, mi niña preciosa! ¿Cómo está la princesa de papá? –le preguntó Robert, mientras la tomaba de mis brazos y dejaba las maletas en el jardín.

Esa escena, de mi familia, de verlos así de felices era una de las cosas más increíbles que tenía en la vida.

-¡Vamos! Acérquense para una foto. –dijo Sara, tomando la cámara que venía en mi maleta. –Tenemos que recordar este lindo momento.

Robert entrelazó su mano con la mía, mientras con su otro brazo sostenía a Hannah que jugaba con su corbata. Cuando Sara indicó que iba a tomar la foto, Hannah sonrió y ladeó su cabeza hacia Robert, lo que provocó que nosotros también sonriéramos.

-¡Pero que foto más divina! ___________, tienen que ampliarla y enmarcarla. –dijo Sara, mostrándonos la foto.

-Oh, ten por seguro que lo haremos. –afirmó Robert con una amplia sonrisa. –Vengan, vamos adentro, tengo hambre y hay que desempacar todo lo que trajimos.

-Vamos adentro, Sara. –sonreí y mi amiga me ayudó a llevar las maletas a la casa, mientras Robert se dirigía a casa con Hannah entre sus brazos, jugando con ella.

¿Quién lo diría? Después de tanto, lo encontré. Ese hilo rojo destino que une a aquellos que están destinados a encontrase y que por más que se estire jamás se romperá. No creí que fuera cierto, y si lo era, no creí que fuese a encontrar a la persona que tuviera el otro extremo y ahora, después de haberlo encontrado no solo me dio su amor y su corazón, sino que también una familia y un hogar.

No importaba lo que viniera en el futuro, ya teníamos más que claro que ese hilo jamás se rompería y que juntos, podríamos contra todo. Siempre.

***

Buenas noches, lectores hermosoooooooooooooooooooooos. Ay Dios mío, Hilo rojo del destino acaba de llegar a su fin. No puedo creerlo, en verdad que no. Esta historia que comenzó como un pasatiempo para mí hace ya un año, terminó siendo una de mis historias más populares y queridas entre ustedes, mis bellos lectores.

Gracias por apoyarme, por brindarme su cariño y tiempo y sobre todo, por apreciar estas utopías que salen demi corazón.

Puede que esta historia haya acabado, pero siempre será la consentida, la favorita y créanme que tiene un lugar especial en mi corazón, igual que todos ustedes. Gracias por acompañarme hasta aquí y por siempre estar.

Y esto no es un adiós eh, porque aún tengo más historias que contar. Nos estamos leyendo en Más divino que imposible y con más lecturas que me faltan por escribir y compartir con ustedes. Un abrazo en la distancia. Gracias de nuevo por todo. Abrazooooo y nos leemos pronto. 

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