Capítulo XXXVIII: La odisea de Robert (parte 1).

AVISO: Estos capítulos especiales divididos en partes (aún no sé cuántas serán, depende de toda la trama jajaja) serán narrados exclusivamente por Robert y quizá en algunas ocasiones por Fisher, o sea, ustedes. :3

Ahora, cabe mencionar que estarán basados en la película de Robert, "Due Date" o "Todo un parto". Donde interpreta al ARQUITECTO Peter Highman. Aprovechando que ahí ya cumple la profesión, espero les guste. También, no más pa' aclarar, como ya dije, me voy a basar en la película pero la historia de esta, no me pertenece en absoluto. Sé que sonará exagerado poner esto, pero más vale prevenir por los derechos de autor jajajaja.

Ahora sí, los dejo leer, espero lo disfruten. X3

Narra Robert

-Entonces, la cosa es que fue un sueño muy extraño porque, tú estabas en medio de la labor de parto y un oso... Sí, un oso grizzli sacaba a nuestra bebé y ¿sabes que es lo más extraño? –hice un sonido con mis dientes, chocándolos entre sí- Mordía... mordía el cordón. –moví mi cabeza un poco sobre la almohada donde estaba acostado y abrí mis ojos despacio y suspiré- Eso es extraño pero, podría ser buena señal. –sonreí levantándome de la cama.

Cuando al fin estuve de pie, me coloqué unas pantuflas para luego caminar a la ventana de la suite donde estaba instalado y poder ver el paisaje, estiré mis brazos al bostezar y poder después acomodar el pequeño auricular que funcionaba conectado a mi teléfono, con el cual le estaba dejando un mensaje de voz a ______________.

El más reciente proyecto con Maurice Oxford había sido todo un éxito, así que después de inaugurar su edificio en New York, nos pidió volver a trabajar con él para sus nuevas y más recientes instalaciones en Atlanta por su creciente expansión, pero debido al embarazo avanzado de __________, le resultó imposible viajar, por lo que ella supervisaba el proyecto desde casa sin perturbarse tanto (porque yo no le permitía exigirse demasiado) y yo me encargaba de los viajes que de vez en cuando eran necesarios para revisar que todo marchara bien desde la construcción principal en Atlanta.

Y este viaje, era el último pero el más importante, después de varios meses, al fin había llegado el gran día de la culminación del proyecto. Un viaje de una semana. Luego de afinar los últimos detalles, los dos nuevos edificios ya habían sido develados y luego de la inauguración y una charla con Maurice, había llegado el séptimo día y la hora de volver a casa con mi esposa y mi hija que estaba a unos días de nacer.

Después de haber tomado una ducha que aminoró el dolor de mi cuello, me encontraba ya cambiado y empacando mi maleta, mientras seguía grabando el mensaje de voz para _________.

-Otra cosa, amor. –exclamé ajustando el aparato en mi oído- He estado pensando en algunas opciones de nombres para nuestra hija. –sonreí, recargándome en mi maleta para poderla cerrar correctamente- ¿Qué te parecería Hannah o Alice? ¿O Elisa, Elizabeth o Amanda? –cuando al fin pude cerrar la maleta, me incorporé para sentarme en la cama- Hummmmm, tal vez estoy pensando mucho en los nombres, ¿te dije muchos, no? –reí- Aunque, en lo personal me gusta más cómo suena Hannah, así, solito. ¿Qué opinas?

Seguí hablando al mismo tiempo que revisaba que no se me olvidara nada, incluyendo un pequeño peluche que había comprado para mi bebé con la forma de un gatito y en color blanco. Cuando estuve seguro que ya no faltaba ni se me olvidaba nada, salí de la suite en dirección a la recepción, para entregar las llaves y salir al aeropuerto. No me había dado cuenta que el mensaje de voz para _________ ya había llegado a poco más de los 45 minutos, ya que había empezado a hacerlo casi en cuanto desperté y en donde le contaba prácticamente todo lo que había sucedido esta semana.

-Uy, ya quedó muy largo. –reí por lo bajo cuando se lo envié- Pero en fin, solo son 45 minutos. –me encogí de hombros mientras me colocaba mis gafas para sol y revisaba el teléfono que decía que el auto que me recogería para llevarme al aeropuerto estaba a 3 minutos de distancia.

Justo después de haber pasado ese tiempo, vi en la esquina un auto color negro; al revisar las placas, vi que coincidían con las que aparecían en la pantalla de mi celular, así que tomando mi maleta y el peluche para mi bebé, me acerqué hasta él.

-Buenos días. –saludé al chofer por la ventana.

-Buenos días, señor ¿Robert Downey Jr? –preguntó con media sonrisa, asegurándose si el auto lo había pedido yo.

-Así es. –sonreí- Necesito que me lleve al aeropuerto.

-Suba entonces. –me comentó el amable chofer, que salió del auto para abrir la cajuela, permitiéndome guardar mis maletas y al subir los dos, emprendió el viaje.

Luego de colocarme el cinturón de seguridad, llamé a _________ que contestó en seguida.

-Hola, Rob. –dijo ________ y la escuché sonreír al teléfono.

-Hola, mi amor. ¿Cómo estás? –le pregunté por el auricular, revisando mi teléfono para ver cuál era la hora estimada de llegada al aeropuerto.

-Pues, estoy muy bien. De hecho, estaba viendo las noticias y casualmente, sales tú en unas imágenes con Maurice en la develación de los edificios de su compañía. Te veías guapísimo. –dijo con un tono coqueto, haciéndome reír.

-Yo siempre me veo guapo, cielo. ¿Y sabes por qué? Porque así soy yo, desde que nací. –exclamé sonriendo, causando la risa de __________ y hasta del chofer que no despegaba la vista de enfrente- Por cierto, ¿ya escuchaste el mensaje de voz que te envié? –pregunté mientras abría unos e-mails.

-Si te soy sincera, apenas escuché la mitad. Decidí tomarme un break –rió- y vine a la cocina a preparar algo de desayunar y un poco de café. –me dijo y pude escuchar como accionaba la cafetera.

-Ya veo. –dije ajustándome las gafas- Creo que si me excedí con lo extenso del mensaje. –reí- Así que supongo que aún no llegas a la parte de los nombres.

-¿Nombres? –preguntó ___________ con un voz impostada y curiosa.

-Mejor te dejo que lo descubras, corazón. –le dije con ternura que luego cambié por picardía- Por cierto, ¿qué traes puesto? –mordí mi labio y escuché la adorable risa de ________ al otro lado de la línea.

-Ammmmm, pues un traje Armani de doble costura, Señor. –habló el chofer mirándome por el retrovisor.

Rodé los ojos, acción que el chofer no pudo ver debido a mis gafas café oscuro. Hice una mueca luego de fruncir el ceño y me dirigí a él. –Ajá. De hecho, hablaba con mi esposa. –me encogí de hombros e hice una mueca de sonrisa mientras señalaba el auricular en mi oído.

El chofer me miró apenado por el retrovisor. –Lo siento, Señor. –dijo algo apenado para volver a su tarea de conducir con la vista al frente.

-Si no pasa... No pasa nada. –resoplé.

-¿Pasa algo, Robert? –preguntó _________ que aún seguía en la llamada. Al instante reaccioné.

-Huh, no. Solo una pequeña confusión con el chofer. –reí y al dirigir mi vista a la ventana, vi que ya habíamos llegado al aeropuerto- Amor, dedo dejarte, ya llegué al aeropuerto y el vuelo sale en 20 minutos. Nos vemos en unas horas. ¡Las amo!

-Nos vemos en unas horas, amor. ¡Nosotras también te amamos! –escuché a ________ decir con entusiasmo y la imaginé acariciando su vientre, lo que me hizo sentir una inmensa ternura. Al instante, ambos colgamos la llamada.

-Bueno, ya llegamos, Señor Downey Jr. –dijo el chofer mientras sacaba las llaves del auto.

-Sí, muchas gracias. –contesté mientras me quitaba el cinturón de seguridad.

El chofer se había estacionado en la acera de enfrente de la entrada principal. Giré un poco mi cuerpo para poder abrir la puerta y una vez que lo había hecho y la puerta del auto estaba abierta de par en par, de no haber sido porque me tardé unos segundos más en poner un pie en el asfalto por estar buscando el gatito de peluche que se había caído del asiento, me hubiera quedado sin pierna.

Otro auto que pasó a gran velocidad justo al lado del que yo iba montado, arrancó de tajo la puerta de este. Todo pasó tan rápido que ni tiempo tuve para parpadear.

Una vez que el otro auto estaba lejos, asomé mi cabeza por el hueco donde antes hubo una puerta y al ver la escena tan incompetente, lo único que pude hacer fue aplaudir de forma irónica mientras salía del auto. El chofer salió también y vi que con una notable angustia en su rostro, se pasaba las manos por el cabello.

-¿Pero qué hiciste, estúpido? ¡Este auto no es mío! –replicó el chofer molesto y preocupado.

Noté que un par de tipos salieron de aquel automóvil. Se podía notar a distancia que venían ebrios y vaya que lo estaban, porque cuando él que más me causó molestia salió del auto, entre sus pies observé algunas latas de cerveza que casi hacen que tropiece y caiga al piso. El otro era un hombre más grande, pero que de igual forma se notaba igual o más ebrio que el anterior.

Los miré por encima de mis gafas, sostuve con más fuerza el peluche del gato y le hablé al chofer para que abriera la cajuela, poder sacar mi maleta y largarme de ahí en seguida. A regañadientes lo hizo y mientras tomaba mis cosas, vi que aquel hombre que me había molestado con solo verlo, me observaba fijamente. Fruncí el ceño y lo miré entrecerrando los ojos para luego rodarlos y devolver mi vista a la cajuela. Al final, pude llegar a la acera de enfrente, justo delante de la puerta principal del aeropuerto.

Me detuve un instante solo para revisar que todo estuviera en orden, así que dejé mi maleta un instante en el piso junto con el gato. Unos segundos después, sentí que alguien me tocaba por el hombro. Me giré para encontrarme con un hombre de mediana estatura, gafas de sol oscuras, barba y cabello rizado. Era el mismo. Era más irritable de cerca. Vi que dejó sus maletas justo al lado de la mía.

-¿Viste eso? Estuvo de locos. –dijo el hombre de la barba entre risas.

-Sí, lo vi. –respondí con pesadez- Y no solo eso, lo viví. Casi me arrancas una pierna. –le dije con un tono de molestia, ajustando mi corbata y sin hacer contacto visual.

-Pero no lo hiciste. –me dijo contento, dándome un codazo "amistoso" en el brazo.

Bufé poniendo los ojos en blanco. –Es más insoportable cuando cruzas palabra con él. –pensé cuando me agaché para recoger mi maleta y el gato de peluche del piso. No me di cuenta que, la que había tomado no era la mía.

-Oye, ¿a dónde vas? –preguntó el hombre insoportable de cabello rizado, siguiéndome, no sin antes tomar la maleta que restaba del piso.

-Me dirijo a tomar un vuelo. –contesté sin mirarlo y sin ganas de seguir hablando con él.

-Yo también. –me dijo caminando a mi lado.

-Ahhh, ¡qué bien! –contesté con sarcasmo y una voz gélida.

-Sí. –se limitó a contestar al hombre.

Ambos caminamos hasta llegar con el personal de seguridad del aeropuerto, que hacía las revisiones preliminares de las maletas y el equipaje. Cuando coloqué la que creí que era mía en la bandana para su revisión, me exalte al notar que el perro que tenían para detectar tráfico de drogas, se había alterado al olfatear la que creía, era mi maleta.

El guardia me miró desconfiado y yo lo vi también, pero extrañado y asombrado. Cuando abrieron la maleta, qué sorpresa me lleve al ver que dentro de esta, había bolsas repletas de marihuana.

-Eso no es mío. –dije levantando las manos- Se los juro.

-¿Entonces por qué la maleta está con usted? –me preguntó el guardia, colocando las manos en las presillas de su pantalón.

-Es lo mismo que yo quisiera saber. –comenté confundido.

-Deberá acompañarnos. –dijo el guardia acerándose a mí.

-¡No! Esperen, aquí debe de haber un error. ¿Saben qué pudo haber pasado? Seguro cambie mi maleta con la de alguien más. –exclamé haciendo movimientos con mis manos y les mostré el gatito de peluche blanco- ¿Ven esto? Es para mi bebé que nace en unos días, yo no sería capaz de llevar droga cuando voy a ser papá. –dije encogiéndome de hombros.

-Los siento, pero debe venir con nosotros, Señor...

-Downey. –dije resignado.

Estaba dispuesto a aclarar este asunto, sin embargo, algo más distrajo a los guardias. Era la voz de aquel exasperante hombre de cabello castaño, rizado y barba. Volteé a verlo y vi que venía casi corriendo en dirección a nosotros, con dos maletas en ambas manos, una de ellas que sí era la mía.

-¡Esperen! –dijo el tipo llegando a nuestro lado.

-¿Qué pasa? –le preguntó el guardia.

-Esa maleta no es de él. –dijo el hombre- Es esta. –exclamó mostrando la que llevaba en sus manos.

Al inspeccionar la maleta y verificar con credenciales que estaban dentro que efectivamente, era mía, me dejaron libre y me devolvieron mis pertenencias.

-Bien, ¿entonces de quién era la maleta en donde venía la droga? –preguntó el guardia al sujeto de cabello rizado.

-No tengo la menor idea. –comentó con inocencia.

Eso me pareció un descaro, ya que yo sabía perfectamente que esa maleta era suya, pero no quise hacer el problema más grande, así que los guardias nos dejaron pasar a la sala de espera. Cuando llegue a esta iba a darle las gracias, muy a mi pesar, al sujeto. Sin embargo, ya no lo vi por ningún lado. Solté aire por la boca y acomodé de nuevo mis gafas mientras buscaba un lugar para sentarme y esperar a que llamaran para abordar mi vuelo.

***

Quince minutos más tarde y mientras jugaba un videojuego en mi teléfono, escuché una voz femenina que llamaba a tomar el vuelo 260598 con destino a New York, mi vuelo. Tomé mi maleta y al gato y caminé hasta llegar a la pista, lugar donde el avión estaba siendo abordado. Me quité las gafas y subí.

Cuando guarde mi maleta en su respectivo lugar arriba de mi asiento, me dispuse a ponerme cómodo. Saqué mi teléfono un momento solo para enviarle un mensaje a ________ y decirle que ya estaba en el avión y a punto de despegar. Creí que ya todo estaba bien y que en unas horas estaría en casa con mi esposa, para cuidarla porque nuestra hija no tardaba en nacer. Incluso, la señora de edad avanzada que estaba sentada a mi lado me sonrió amable.

Todo iba de maravilla, hasta que volví a escuchar aquella voz insoportable que para mí mala y poca suerte, venía acercándose más a donde estaba.

-Con permiso, con permiso. –lo escuché hablar y fue cuando me di cuenta, que ya lo tenía en frente- Ay, esta cosa no cabe. –exclamó refiriéndose a su maleta, que trataba de guardar en los compartimientos de arriba de los asientos.

Mientras lo hacía, cada vez se acercaba a mí. Hasta ese momento lo estaba soportando extraordinariamente bien, sin embargo lo que ya no pude aguantar, fue que para tomar más impulso para empujar su maleta, subió su pie a mi asiento y pegó su abdomen abultado a mí cara. Irritado, cerré los ojos y solté aire por la nariz.

-¡Oye, ten cuidado! Hay alguien frente a ti. –exclamé con molestia en mi voz, alejándolo de mí a una distancia prudente. El hombre que aún llevaba las gafas oscuras sobre sus ojos, me observó y una amplia sonrisa se formó en sus labios.

-Oh, ¡eres tú! –sonrió despistado.

-Soy yo. –comenté con un semblante serio.

-¿También vas a New York? –me preguntó terminado de acomodar su maleta.

Rodé los ojos con impaciencia. –Sí, ¿no es obvio si voy en este avión que volará directo a New York? –pregunté acariciando mis sienes.

-Pues sí. –dijo el sujeto de cabello rizado- Por cierto, me llamo Ethan. Ethan Tremblay. –me dijo con una sonrisa, extendiendo su mano para que la estrechara.

Suspiré tomando su mano. –Hola, Ethan. Yo soy Robert. Robert Downey Jr.

Ethan tomó mi mano con un saludo efusivo. –Mucho gusto, Robert. –dijo, soltando mi mano para tomar su asiento detrás de mí.

En ese momento volví a tomar mi teléfono, Aún no le enviaba el mensaje a __________. Al instante, escuché a Ethan llamarme.

-¿Robert?

-¿Sí? –respondí sin mirarlo.

-No deberías usar el teléfono a bordo. Eso hacen los terroristas. –dijo en voz alta y me alarmé en seguida.

-No digas eso, Ethan. –le dije girando un poco en mi asiento para verlo, levantando mi dedo índice frente a su rostro.

-¿Qué cosa? ¿Terrorista? Pues lo que tú estás haciendo es lo que hacen los terroristas cuando van a activar una bomba en el avión donde van a bordo.

Noté que la mujer a mi lado me miraba asustada. –Ethan... –hablé en voz más baja- Deja de decir esa palabra.

-¿Qué, terrorista? –preguntó de nuevo y sin inmutarse. Me di cuenta que las personas a bordo, incluso las azafatas comenzaban a vernos extraño.

-Sí, Ethan. Deja de decir esa palabra, a las personas las pone nerviosas. –estaba a nada de levantarme del asiento. Observé cómo ahora una azafata que hablaba con su compañera, había entrado a la cabina del capitán. Comencé a escuchar a las personas murmurar- Ethan, cállate. –supliqué y al instante, sentí que alguien me tomó por el hombro, jalándome. Cuando pude ver quién era, vi que era el capitán.

-Señor, discúlpeme pero ambos deben dejar el vuelo. –nos dijo en un tono serio y duro en su voz.

-¿Cómo? No, espere, espere. –hablé tratando de sonar tranquilo, pasando saliva duramente- Yo jamás he visto a este tipo. –exclamé levantándome del asiento.

-Sí claro. –dijo el capitán- Los dos fuera del avión, ahora. –habló con autoridad.

-Es que usted no está entendiendo. –dije mientras trataba de buscar mi teléfono en la bolsa de mi pantalón para mostrarle que le estaba enviando un mensaje de texto a _______- Solo quiero enviarle un mensaje a mi esposa, para decirle que ya... –no me dejo terminar de hablar, ya que el hombre me sofocó con un golpe en el estómago.

-A mi avión no se sube ningún terrorista. –dijo el capitán.

Mientras estaba tirado en el piso, tratando de contener el dolor en mi abdomen, escuché a las personas aplaudir ante la "valerosa" acción del capitán. Una de las personas que aplaudía era Ethan.

-Estúpido. –susurré y sentí que me levantaban del piso para sacarme del avión.

***

-Lo siento, Señor Downey, pero usted y su amigo están vetados de todas las aerolíneas del país por un año. –dijo el jefe de seguridad del aeropuerto.

-¿Qué? –pregunté incrédulo y golpeé levemente la mesa que estaba frente a mí- A ver, en primer lugar, necesito llegar lo más rápido posible a New York porque mi esposa está embarazada y no pienso perderme el nacimiento de mi hija que puede ser en las próximas horas. En segundo lugar, a ese hombre –dije refiriéndome a Ethan- ¡jamás lo había visto en toda mi vida! Y en tercer lugar, ¡no soy un maldito terrorista, soy un arquitecto! –hablé alzando el tono de mi voz.

-Lo siento, de verdad. Pero son las reglas. Estoy seguro que podrá llegar con su esposa de otra manera. En auto, por ejemplo. –dijo el hombre, encogiéndose de hombros.

-Claro. –suspiré con cansancio- ¿Sabe qué? Me largo de aquí. Podré rentar un auto o algo. –dije molesto, saliendo de la habitación donde me encontraba.

Cuando estuve de nuevo en la sala de espera del aeropuerto, volví a colocarme mis gafas de sol. Me di cuenta que mi maleta, con mis cosas, mi billetera con mis tarjetas de crédito y mi dinero se había quedado arriba del avión que quizá ya estaba a medio camino de New York. Solo tenía mis gafas, mis malditas gafas.

-Me lleva la... –suspiré, tratando de tranquilizarme- Está bien, Downey, puedes encontrar una solución. –hablé para mí mismo, pasando mis manos por mi cabello y luego me desabroché el saco y aflojé un poco mi corbata.

Salí del aeropuerto, directo al estacionamiento.

***

Una idea estúpida rondaba por mi mente: robar un auto del estacionamiento.

-Sí, eso solo aumentaría el problema. –dije haciendo una mueca con la boca- ¿Qué hago? Maldita sea... –me llevé las manos a la nuca, entrelazándolas- Bueno, por ahora no tengo de otra.

Decidí llamar a _________ y contarle algo de la historia (no toda) y decirle que tardaría un poco más en llegar.

-¿Robert? –escuché a _________ en la línea.

-Hola, mi amor. –sonreí nervioso mientras trataba de abrir la puerta de una camioneta.

-¿Qué pasa? –me preguntó en un tono preocupado.

-Nada, nada, cielo. Es solo que tuve un pequeño percance en el aeropuerto. –le comenté, todavía intentando abrir la camioneta, aunque me alejé rápidamente al escuchar que su alarma se había encendido- Tristemente, me prohibieron volar por un año y ahora, tengo que llegar a casa de otra forma. –me acerqué a otro auto, intentando abrirlo.

-¿Qué hiciste, Robert? –preguntó __________ aún más preocupada.

-Yo no hice nada. –bufé- Pero el punto, cielo, es que te llamo para decirte que tardaré un poco más en llegar pero estaré ahí para el nacimiento de nuestra hija, te lo prometo. –sonreí, un poco más tranquilo. Pensar en eso me relajaba.

-Está bien, mi amor. Solo ten cuidado. –dijo __________.

-Claro. –me rasqué la cabeza al notar que tampoco podía abrir el auto.

Iba a decirle otra cosa a ___________ cuando vi que un auto color naranja se iba acercando a mí, lentamente. Era Ethan.

-¡Robert! Oye, tengo algo que es tuyo. –me dijo sonriendo acercándose mientras manejaba el auto.

-Espera, mi amor. –sonreí con esperanza- Creo que acabo de encontrar la solución al problema.

-Ajá... –musitó _________.

-Por favor, por favor. Dime que tienes mi maleta con mi billetera y mis cosas adentro. –miré a Ethan, apoyándome en la ventana de la puerta del auto.

-Ammmm, nop. Eso no lo tomé. –sonrió despistado- Pero mira lo que sí tengo. –dijo entusiasmado, mostrándome el gato de peluche color blanco, como si fuera lo mejor de la vida.

-¿Me estás diciendo que tomaste el maldito gato de peluche y no mi maleta donde viene mi billetera con mis credenciales, mis tarjetas y mi dinero? –sentía que me punzaba la cabeza- Bueno, Robert... Cuenta hasta diez... ¡Te voy a...! –estaba a punto de abrir la puerta del auto y ahorcar a Ethan con la horrible bufanda que llevaba en el cuello, hasta que la voz de _________ me hizo volver a la realidad.

-¿¡Robert!? –escuché la voz preocupada de __________ en el teléfono.

-¡Ay espera, te llaman! –exclamó Ethan aterrado, señalándome mi teléfono.

Yo cerré los ojos fuertemente y tomé de nuevo el teléfono. –¿Sí, amor? Aquí sigo...

-¿Qué está pasando, Robert? –preguntó __________ desesperada.

-¿Es tu esposa? –me preguntó Ethan.

-Sí, es mi esposa. –le contesté sin ganas.

-Vamos, ven conmigo si quieres llegar a New York a verla. –me dijo con una amplia sonrisa.

Vi a Ethan a través de mis gafas de sol. No estaba seguro si irme con él o no, pero ¿qué otra opción tenía? No tenía dinero ni otra forma de trasladarme y no, no iba a robar un auto de un aeropuerto. Suspiré y recargué mi cabeza en el techo del auto, llevando mi teléfono a mi oído. Necesitaba hacerlo, solo eso podía hacer.

-No pasa nada, ___________. Creo que el problema se acaba de resolver. No te preocupes, ¿sí? ¿Te parece si te llamo dentro de unas horas? –le pregunté mientras rodeaba el auto de Ethan. Cuando llegué a la puerta del copiloto, la abrí y me monté en el auto.

-Está bien, amor. Pero solo dime que estás bien. –escuché como ___________ suspiraba con pesadez.

-Estoy bien, mi vida. ¡Te amo! Te llamo después. –le dije mientras me colocaba el cinturón de seguridad.

-Te amo. –dijo _________ y los dos colgamos. Luego, miré a Ethan que me observaba con una amplia sonrisa.

-Bienvenido, copiloto. –ensanchó más su sonrisa- ¿Vamos a New York entonces? –me preguntó entusiasmado.

-Claro. –le miré con media sonrisa, sin haberme quitado mis gafas de sol. En ese instante, Ethan arrancó el auto. -¿En qué me metí? Dios mío, ayúdame. –pensé.

***

Buenas noches, lectores hermosos. Como les dije en el capítulo anterior, aquí empiezan los especiales POV (narrados) por Robert.

Como les dije al inicio, me estoy basando en la película "Due Date" ya que creo que queda a la perfección la situación. xD A mí me gusta mucho la película y, espero hacerle honor. Aunque, omitiré algunas cosas, como lo de que Ethan tiene un perro llamado Sony JAJAJAJAJA.

¿Qué les pareció? Espero les haya gustado porque yo disfruté mucho escribirlo. Recuerden que los amo 3,000, espero sus comentarios que adoro y nos estamos leyendo pronto, abrazoooo. X3

¿Saben? Me encanta el gif porque representa perfecto al Robert arquitecto de mi historia, por eso lo escogíiiii, ¡ES PERFECTO! Su anillo de casado, las gafas color café, el auricular en su oído, su traje y su corbata... Es que me ayuda a describir increíblemente bien este personaje a Rob aquí. x3 

La primera vez que Robert vio a Ethan. xD 

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top