Capítulo XXXV: Cambios y preparativos

Inesperado. Así podría describir mi embarazo que ya llevaba noventa días. Inesperado, aunque eso no significaba que no fuera deseado.

Y es que a decir verdad, este pequeño detalle que nacería dentro de los próximos 6 meses nos había hecho dar un giro de 180 grados a todos nuestros planes. Decidimos que lo mejor sería adelantar nuestra boda, que nuestra luna de miel fuera hasta después que el bebé naciera y a partir de ese momento, Robert tendría que hacerse cargo de los proyectos que teníamos pendientes él solo por un tiempo, aunque eso no significaría un problema, ya que lo había hecho ya mucho antes de conocerme.

***

Era un martes por la noche y Robert y yo nos encontrábamos en la sala y mientras él mantenía una llamada con el Señor Oxford, yo revisaba unos diseños que necesitaban ser aprobados para entrar en proceso al día siguiente.

-Sí, claro Señor Oxford. De hecho, ya estamos en esa etapa. ________ y yo estamos revisando las propuestas de diseño que nos mandó el departamento y en cuanto veamos las opciones más adecuadas, podemos agendar una breve junta para mostrárselos y ver cuál prefiere para la fachada del edificio. –Robert caminaba de una esquina a otra en la sala, sosteniendo el teléfono en su oído y moviendo incesantemente su mano y yo detuve por un instante lo que estaba haciendo para verlo detenidamente.

Me recargué mejor en el respaldo del sofá donde estaba sentada y recargué mi mentón en la palma de mi mano mientras llevaba mis piernas arriba del sofá. Él seguía en la llamada.

-¿Cómo dice? –preguntó Robert extrañado y yo lo miré frunciendo el ceño siguiéndolo con la mirada ya que, seguía sin dejar de caminar de un lado a otro- ¿Qué cuándo va a ser la boda? ­–repitió en voz alta lo que le había preguntado el Señor Oxford al otro lado de la línea- Pues, lo más probable es que sea dentro de un par de semanas, aunque todavía estamos ajustando algunos detalles... ¿Qué si está invitado? Pues, claro. Estaríamos encantados de que nos acompañara en un día tan importante como ese. –inquirió Robert deteniéndose frente a mí y con una amplia sonrisa en sus labios, colocó su mano en mi vientre y lo acarició con suavidad- Muy bien, entonces seguro le llamo pasado mañana por la tarde, nos vemos, Señor Oxford. Buenas noches. –dijo por fin y acto seguido, colgó la llamada.

Robert dejó su teléfono en la pequeña mesa de cristal que descansaba en medio de la sala y mientras regresaba conmigo, se iba arremangando las mangas de su camisa. Se sentó en el sofá cruzando sus piernas y de nuevo comenzó a acariciar mi vientre.

-¿Puedes creer que este hombre quiere ir a nuestra boda? –me preguntó riendo un poco.

-Sí, ya escuché. –lo imité y también reí- ¿Y qué hay de malo en que vaya? –pregunté y Robert hizo una mueca.

-Bueno, es que tal vez podría ser algo incómodo. –me contestó encogiéndose de hombros.

-¿Por? –ladeé mi cabeza.

-Porque el hombre quería invitarte a salir. –me comentó con una ligera risa con un toque de incomodidad.

-Ajá, ¿y yo por qué no sé eso?

-Bueno... -Robert comenzó a platicarme lo que sucedió aquella vez en la primera junta que tuvo con Maurice Oxford, el día que se conocieron.

Flashback

Narra Robert

Llegué a Oxford Enterprises, donde sería la junta con Maurice, su dueño y al cual le debe su nombre. Bajé del auto, tomé mi portafolios y en el camino un pensamiento rondó mi mente.

-¿Y si de verdad __________ está embarazada? ¿De verdad voy a ser padre? ¿Si seré capaz de criar a un pequeño? ¿O, pequeña? –pensé mientras iba caminando a la entrada. –Dios mío, Downey. ¡Claro que puedes! –me replicó mi subconsciente- Además, la madre de ese bebé, va a ser tu esposa, ¿qué más podrías pedir? –esa idea me hizo formar una amplia sonrisa en los labios.

Cuando me di cuenta, ya estaba en la entrada del lugar. –Bueno, vamos allá. –hablé para mí mismo entrando por la enorme puerta de cristal.

Avancé hasta llegar al lobby, donde un joven alto de gafas me atendió.

-¿Qué tal? Buenos días. –dije quitándome los lentes de sol y él me miró sonriente- Soy Robert Downey Jr, vengo de Downey Architecture & Design a una junta con el Señor Maurice Oxford. –dije y el joven asintió.

-Oh, claro. Permítame anunciarlo y darle un carnet provisional. –me dijo mientras tecleaba unos números en el teléfono.

-Claro. –dije y me paré firme frente a su escritorio. Segundos después, el joven me permitió la entrada, no sin antes brindarme el carnet que decía "visitante."

-Va al elevador del fondo y tiene que ir al piso siete, ahí está la sala de juntas. Lo están esperando, Señor Downey. –me dijo amable el joven y yo me coloqué el carnet en mi saco.

-Muchas gracias. –dije, el joven me dedicó una sonrisa y yo me dirigí al elevador.

Cuando llegué al piso indicado, y las puertas del elevador se abrieron, lo primero que vi fue una enorme puerta con acabado amaderado con un letrero que indicaba que era la sala de juntas. Me acerqué y llamé sin hacer demasiado escándalo. Un hombre bastante joven de ojos verdes abrió la puerta.

-Oh, ¿usted es el Señor Robert Downey Jr? –me preguntó.

-El mismo. –sonreí- ¿usted es el Señor Maurice Oxford? –le pregunté.

-En carne y hueso. –afirmó y ambos reímos- Por favor, adelante. –me dijo amable y entré a la sala, la cual ya estaba llena de bastantes personas que supuse, eran sus inversionistas, tal cual como había sido con el Señor Carter cuando estábamos en el proyecto de Marubeni América.

Además, era obvio, ya que la junta era con ellos. Me acerqué a tomar asiento justo al lado del Señor Oxford. –Mucho gusto conocerlo, Señor Downey. –exclamó gustoso estrechando mi mano y los demás presentes hicieron lo mismo.

-El gusto es mío. –sonreí.

-Una duda, ¿no iba a venir su colega con usted? La señorita Fisher...

Tragué saliva al momento de recordar. –Sí, de hecho sí iba a venir. Es solo que tuvo un percance familiar y por ese motivo no podrá estar hoy con nosotros. –le dije encogiéndome de hombros.

-Oh, es una pena. ¡Me hubiera encantado al fin conocerla! –dijo suspirando y yo lo miré frunciendo el ceño- Esa mujer en un encanto. ¿Cree que este soltera? –me preguntó y abrí mis ojos sorprendido, además de todos los presentes en la sala. Sentí como si me hubiesen dado un gancho al hígado y sí, como si la sangre me hubiera empezado a hervir.

-¡Cálmate, Downey! ¡Cálmate, no lo arruines o ________ te va a matar! Pero no antes de que yo mate a este tipo. ¡Downey, maldita sea! Cálmate. Él no sabe que es tu prometida. –pensé y por un motivo desconocido no podía pronunciar palabra, solo miraba al hombre frente a mí frunciendo el ceño. Una revolución se estaba dando dentro de mí.

-¿Señor Downey? ¿Está bien? –me preguntó Maurice y fue entonces cuando reaccioné.

-Ammm, sí, Señor Oxford. No pasa nada. –dije con una mueca de sonrisa y deje mi portafolios sobre la enorme mesa del centro- Solo quisiera comentar algo respecto a lo que acaba de decir de la señorita Fisher. –le dije y él asintió dándome a entender que podía continuar hablando- Pues, ella no está soltera, de hecho, está comprometida. –le dije levantando las cejas.

-¿Oh, de verdad? –preguntó colocando sus manos en los bolsillos de su pantalón- ¿Y quién ese hombre que se atrevió a desposar a tan bella mujer quitándome la oportunidad a mí? –me preguntó con una ceja alzada. Las personas en la sala se notaban un tanto incómodas con la situación que se estaba presentando. Todos ya sabían que ________ y yo éramos pareja, todo Manhattan sabía, pero claro que Maurice Oxford no, ya que él venía de Londres y no estaba al tanto de absolutamente nada.

-Bueno, Señor Oxford, ese hombre soy yo. –le dije colocando mis manos detrás de mi espalda- Yo soy el prometido de __________ Fisher Anderson. –Al instante, los ojos verdes de Maurice se abrieron enormemente, tensó su cuerpo y su rostro se tornó pálido. Yo sonreí de lado.

-Oh vaya, Señor Downey. –dijo pasando su mano por su cabello- Yo... yo no tenía idea. Le pido una disculpa sincera, de verdad.

-Victoria, Downey. –festejé para mis adentros y una gran sonrisa se formó en mis labios. Puse una mano sobre los hombros del Maurice y lo palmeé. –No pasa nada, Señor Oxford. Todos nos podemos equivocar. Además, no lo culpo, usted no es de aquí, no estaba enterado.

-¿Quién más lo sabe? –preguntó él.

-Todos los presentes en esta sala. –dijo uno de sus inversionistas.

-Y todo Manhattan. –dijo otro. Maurice me miró y yo asentí suspirando.

-Lo lamento tanto. –se volvió a disculpar.

-Ya le dije que no pasa nada, de verdad. –sonreí y le cedí mi mano en señal de paz.

-¿No hay problema entonces? –me preguntó mirando mi mano y luego a mí.

-Ninguno. –asentí.

-¡Qué alivio! –contestó estrechando mi mano- ¿Hacemos negocios? –me preguntó invitándome a sentarme a su lado.

-Por favor. –dije tomando asiento- Muy bien, Downey, muy bien. –me felicitó mi subconsciente.

Fue entonces cuando la junta dio inicio.

Fin del flashback

Escuché atenta todo lo que Robert decía y no pude evitar reírme en algunas partes, especialmente en aquellas donde se notó que sus celos salieron a relucir. –Y, ¿por qué no me habías contado nada de esto? –pregunté intrigada.

-Pues, no había tenido tiempo. Fue cuando sucedió todo lo de Miranda y todo lo que tuvimos que hacer después. –dijo Robert suspirando- Además, estaba intentando guardar ese recuerdo en lo más recóndito de mi mente para no recordarlo jamás. Si Maurice no hubiese comentado lo de nuestra boda hace unos instantes y de que quiere asistir, seguro este tema no habría visto la luz del día y solo se habría quedado en mis recuerdos. –bufó.

-Sí, claro. Don celos. –dije riendo cubriéndome la boca y Robert me miró entrecerrando sus ojos.

-Pues, ¿cómo querías que reaccionara? El hombre me dijo en mi cara que tenía las claras intenciones de invitarte a salir cuando ya todos sabían que tú habías aceptado casarte conmigo. –replicó cruzándose de brazos.

-Todos, excepto él, ¿no? –le pregunté alzando una ceja.

-Sí... Todos menos él. ¿Cómo sabes que no sabía? –me preguntó sorprendido.

-Bueno, porque el hombre viene de Londres, ¿por qué tendría que saber lo que acontece en la vida de dos personas normales como tú y como yo que además, vivimos al otro lado del mundo? –le pregunté sonriendo de lado y crucé mis brazos.

Robert suspiró y levantó su dedo índice frente a mí, intentado decir algo pero, se detuvo. –Tienes razón, no puedo argumentar nada ante esa lógica. –exclamó acariciando su mentón.

-Me da gusto que te des cuenta, celoso. –reí con fuerza, pero no pude continuar por mucho tiempo, ya que Robert había tapado mi boca con un beso. A los pocos segundos, se alejó un poco de mí y me miró.

-No pude evitarlo, discúlpame. –dijo un tanto avergonzado.

-No te preocupes, creo que era una reacción natural. Además, debo reconocer que actuaste de una forma muy adecuada y tranquila, ya que con el temperamento que te cargas, hubiese esperado una reacción distinta.

-Es que sabía que te enojarías mucho conmigo si sabías que empecé una pelea por celos con uno de nuestros prospectos a mejores clientes.

-Buena decisión. –reí y a cambio, obtuve otro beso de su parte.

-Oye, ¿qué te parece si dejamos esto por hoy, y vamos a descansar a nuestra cama? –me dijo recogiendo los documentos y papeles sobre la mesa en la que estaba trabajando- Tú debes descansar, no quiero que te excedas.

-Robert, cielo, gracias por preocuparte tanto por mí, pero por ahora estoy de maravilla y aún puedo apoyarte con el trabajo. Mejor guarda esa preocupación para cuando llegué al séptimo mes. –le comenté y Robert rió.

-Ya vamos a nuestra cama, anda. –me dijo tomándome de la mano y ayudándome a levantarme del sofá pero justo cuando íbamos a subir las escaleras a nuestra habitación, me detuve en seco- ¿Pasa algo, _________?

Yo comencé a jugar con los dedos de mis manos y agaché mi mirada al piso, Robert comprendió de inmediato. Estaba solo dos escalones más arriba que yo, bajó uno y quedó frente a mí solo un poco más alto. Llevó sus manos a su cadera, ladeó su cabeza y se agachó un poco para que nuestros rostros quedaran a la misma altura. En ese momento, yo levanté mi rostro y quedamos frente a frente. Vi que sus labios formaban una dulce sonrisa.

-¿Qué se te antojo ahora? –me preguntó riendo y sentí mis mejillas arder.

-Chocolate con almendras. –dije casi en susurro sintiendo como el calor de mis mejillas comenzaba a subir más y más y al instante sentí que Robert depositó un dulce beso en mi frente.

-Y justo ayer yo me comí el último que había. –me comentó riendo mientras que con un salto, lograba brincar desde el escalón donde estaba parado, hasta el piso de la sala. Vi que camino a la puerta y tomó sus llaves que estaban colgadas en la pared- Así que, debo ir a comprarte más. –dijo mientras me guiñaba un ojo y acto seguido, abrió la puerta para salir en busca del dichoso chocolate con almendras.

***

Luego de que Robert regresara con unas tres cajas de chocolates con almendras y me comiera unos cuantos, estábamos recostados en la cama viendo algo de televisión. Él me tenía abrazada por los hombros y yo estaba recargada en su pecho abrazándolo también.

En ese momento, apareció un pequeño comercial de un noticiero nocturno que llamó la atención de ambos.

"La afamada periodista Miranda Santiago acaba de ser sentenciada a diez años de cárcel debido a la amenaza, intento de extorsión y de homicidio en primer grado en contra del dueño de la reconocida empresa de arquitectura Downey Architecture & Design, Robert Downey Jr y de su prometida, __________ Fisher Anderson, que además, está esperando un bebé; así es gente, el famoso arquitecto y su prometida que también es su colega, serán padres. Seguiremos informando acerca de lo acontecido, buenas noches."

-Vaya, no se les escapa nada. –dije rascándome la cabeza.

-Estoy de acuerdo. –me contestó Robert tomando el control remoto para bajar un poco el volumen.

-¿No te parece que diez años es mucho tiempo? –le pregunté a Robert acerca de la situación de Miranda, él me miró algo confundido.

-_________, ¿por qué me dices eso? ¿Acaso te sientes mal por ella? –preguntó tomando un mechón de mi cabello, colocándolo detrás de mí oreja.

-No, no es eso. –suspiré- O bueno, no lo sé, es solo que, me causa algo de pena que por culpa de un amor no correspondido y un despecho, haya arruinado su vida de esa forma. Diez años que perderá encerrada. Es algo... triste. –le comenté sosteniendo mi rostro entre mis manos.

-Oye, tranquila, linda. –me dijo envolviéndome en un cálido abrazo- No te mortifiques ya por eso, por favor. Aquí el único culpable podría ser yo, por haberla lastimado.

-Oye, tampoco es culpa tuya. –le dije alejándome un poco de él para ver su rostro y coloqué una de mis manos en su mejilla para acariciarla, al sentir mi tacto, Robert cerró sus ojos- Pienso que aquí no hay culpables y tampoco hay que buscarlos. En lugar de eso, podríamos decir que lo que hubo fue una mujer desafortunada y Miranda fue esa mujer. Lamentablemente ese mismo sentimiento la llevó a cometer actos irremediables y ahora, tendrá que pagar por eso. Lo mejor será olvidarnos de eso, disculpa, yo tampoco quería mortificarte. –exclamé y Robert abrió sus ojos.

-Olvidémonos de esto, mejor. –musitó dejando un par de besos en mis manos- Hay cosas más importantes en que centrar nuestra atención. –dijo levantando ambas cejas y al instante comprendí que hablaba del bebé.

-Debemos ir pensando en nombres, ya sea para niña o niño. –reí.

-Hay que ir haciendo una lista. –me dijo sonriendo también y yo asentí de igual forma. Iba a decirle algo pero en ese momento, mi teléfono comenzó a sonar. Al ver la pantalla, vi que era Sara, sin dudarlo, contesté.

-¡Hola, mejor amiga! ¿Qué pasa? –le pregunté acomodándome mejor en la cama y vi que Robert me hizo una seña para decirme que iba a la cocina por un poco de agua. Asentí y le presté atención a Sara.

-Hola, _________. Disculpa la hora, pero tengo buenas noticias respecto a los preparativos. –me dijo mi amiga entusiasmada. Sara se había ofrecido junto con Marcus a preparar todo para nuestra boda, como agradecimiento por la casa que Robert les había regalado. Si éramos sinceras, Sara podría venir hasta nuestra casa a hablar, ya que solo nos distanciaban unas cinco casas. Ya se habían terminado de mudar. Pero por la hora, era más práctica una llamada.

-A ver, dime, te escucho atenta. –le dije abriendo la ventana para que entrara un poco de aire.

-Pues, en primer lugar ya tengo opciones para lo más importante, tu vestido de novia. Si quieres mañana a pasado podemos ir a ver las tiendas y que revises qué vestido te gusta más, tienen unos precios bastante accesibles...

-Ajá. –exclamé y en ese momento, Robert regresó con un par de vasos de agua y me cedió uno. Le di las gracias solo moviendo los labios y después le di un trago al refrescante líquido incoloro.

-Además de eso, ya tenemos opciones para los salones donde sería la fiesta y algunas otras para la comida y otros detalles que será mejor que te explique cuando nos veamos. –escuché como irradiaba emoción en cada palabra que salía de su boca y me causó mucha ternura- Entonces, ¿te parece si nos vemos mañana o pasado para revisar todos esos detalles y ya ir teniendo todo listo?

Yo sonreí. –Claro, Sara. Nos vemos mañana.

-Paso por ti entonces. ¡Que pasen una linda noche! –me dijo mi amiga para luego colgar la llamada y yo dejé el teléfono en la mesita de noche a mi lado. Volví a recargarme en el hombro de Robert como estábamos hace unos instantes y él volvió a abrazarme. Las caricaturas que nos encontrábamos viendo, volvieron a aparecer en pantalla.

-¿Qué pasó? –me preguntó sin dejar de ver la televisión.

-Sara me dijo que mañana la acompañara a ver y revisar unos detalles que ya tiene listos para nuestra boda. –dije simple y Robert me miró al instante.

-Anda y ve a divertirte con tu amiga, podrán tomarlo como un día de chicas. –me dijo sonriendo y yo comencé a reír.

-¿Qué día de chicas? –repliqué- Solo revisamos detalles y voy a la oficina un rato. Robert negó con su cabeza.

-Relájate, ¿sí? Que pases un día con tu mejor amiga no tiene nada de malo, no te preocupes por el trabajo, yo me encargo. –me dijo dándome un beso en la nariz y yo cerré los ojos sonriendo.

-Gracias, Robert.

-No tienes nada que agradecer. Solo contéstame algo. –me dijo arqueando una ceja.

-¿Qué pasa? –lo miré intrigada.

-¿Qué se siente saber que en dos semanas serás ___________ Fisher Anderson de Downey?

-Es maravilloso. –reí acunando su rostro en mis manos mientras depositaba un beso en sus labios.

***

Buenas noches, mis lectores hermosos. ¿Qué les pareció el capítulo de hoy? Creo que a partir de aquí, se vienen los momentos más íntimos de esta historia. Espero sean de su agrado. X3

Como ya saben, empecé a escribir un libro de one shots de Robert y sus personajes y debo decir que, estoy muy sorprendida y agradecida con ustedes. Porque apenas tiene dos días que publiqué un solo one shot y ya tiene más de 100 lecturas. En verdad, se los agradezco infinitamente, no saben lo feliz que me hace saber que disfrutan de leer lo que escribo, ya que yo también disfruto de hacerlo.

Ojalá hayan disfrutado de leer este capítulo tanto como yo de escribirlo. De nuevo muchas gracias por todo su apoyo y, nos estamos leyendo pronto. ¡Los amo 3000! 

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top