Capítulo XXXII: Problemas

Los días pasaban y mientras lo hacían, se iba acercando la fecha del gran día.

Robert y yo habíamos acordado que lo mejor sería escoger la fecha de nuestra boda dentro de dos meses, puesto que ambos teníamos bastante trabajo y más aún que ahora teníamos el proyecto con el Señor Oxford y también el nuestro, con la construcción del nuevo edificio de Downey Architecture & Design. Seguro que después de ese tiempo, ya todo estaría más tranquilo, además, había tantos preparativos por hacer.

¿Quién lo diría? Después de todo lo que hemos pasado y después de dos años juntos, me propuso matrimonio.

***

Era un jueves por la mañana y teníamos programada una junta con Maurice Oxford y sus inversionistas. Justo nos estábamos despertando para comenzar a prepararnos, pero yo no me sentía del todo... bien.

Me levanté de la cama como pude y salí corriendo de la habitación directamente al baño, unas terribles náuseas me habían invadido. Robert, un tanto confundido al ver la forma en cómo había salido de la cama, fue a verme.

Fue ahí, en ese momento levanté la tapa de la taza del inodoro y vomité. Robert se acercó a mí, me acarició la espalda y delicadamente acomodó mi cabello con sus manos.

-________, ¿estás bien? –me preguntó con un tono de preocupación mientras se ponía en cuclillas a mi lado.

-No. –contesté con un hilo de voz al mismo tiempo que limpiaba mi boca con un trozo de papel. Mis ojos estaban cerrados.

-¿Crees que haya sido lo que cenamos anoche? –preguntó Robert rascando una de sus cejas.

-¿Los sándwiches que prepare yo? –le pregunté rodando los ojos y reí por lo bajo, él hizo lo mismo.

-Tienes razón, eso no pudo haber sido. –se sentó en el piso del baño y yo hice lo mismo.

Tanto Robert como yo nos quedamos observando a la nada por unos segundos. Yo solté un suspiro y me recargué en la pared para después mirarlo y colocar mi mano en su rodilla.

-Robert. –lo llamé y al instante me miró- ¿Tú crees que tal vez...? –no me dejo terminar de preguntar.

-¿Qué tal vez estés embarazada? –completo mi pregunta y sentí que colocó su mano sobre la mía. Yo asentí- Bueno... puede ser. –se encogió de hombros.

-La última vez fue hace un mes, cuando estábamos en el Caribe. –dije y recargué mi brazo sobre mi pierna y mi mentón en mi mano.

-Ay sí, no voy a olvidar esa noche. –dijo Robert mordiendo su labio y yo le di un codazo para luego reír ambos- ¿Qué, por qué me pegas? Es la verdad. Fue... –suspiró- espectacular. –me dijo ladeando su cabeza y me dio un tierno beso en los labios.

-Claro que fue espectacular. –reí- Pero, debemos tomar esto con seriedad, Rob. Eso fue hace un mes y pues, ahora que lo pienso, creo que sí tengo un retraso. –le dije y él tensó su mandíbula.

-¿Y sí mejor compramos una prueba de embarazo y salimos de dudas? –me preguntó acariciando el dorso de mi mano con su pulgar.

-Sí, claro. No podría estar más de acuerdo. –asentí- Pero, ¿qué hay con la junta con el Señor Oxford?

-No te preocupes por eso. –me dijo con una tierna sonrisa- Yo voy a la junta y les daré una excusa de que no pudiste estar presente porque tuviste una emergencia familiar.

-Por eso es que te amo tanto. –le dije y él me dio un beso en la frente.

-Lo sé. –dijo y se levantó del piso para luego ayudarme a mí a incorporarme. Cuando ambos estuvimos de pie, Robert se quedó dentro del baño para tomar una ducha, ya que él tendría que irse primero, yo podía esperar.

Una vez que salió del baño, yo seguí sus pasos y tomé una ducha también.

Luego de unos minutos, ya estaba listo para irse. Creo que jamás me acostumbraría a verlo sin que me dejara sin aliento. Llevaba un elegante traje negro, con camisa negra de manga larga pero sin corbata e impecables zapatos lustrosos de patente. Su saco estaba desabrochado y su cabello todavía un poco húmedo peinado de lado lo hacían verse formal, pero sin exagerar.

-¿Alguna vez has visto lo bien que te ves? –le pregunté acomodando mi bata de baño.

-Claro, todos los días cuando me veo en el espejo. –me dijo en un tono burlón mientras me miraba y me guiñaba un ojo. Yo negué y comencé a reír.

-¿Estás seguro que no pasa nada con que llegue un poco tarde hoy a la oficina y con que no vaya a la junta? –le pregunté frunciendo el ceño sentándome en la orilla de la cama.

Robert que estaba parado frente a mí dándome la espalda y acomodándose las mangas de su saco, rápidamente se giró para mirarme. Dio dos pasos y al instante, ya estaba frente a mí. Con sus dedos comenzó a acariciar suavemente mi mejilla y yo cerré los ojos disfrutando de su tacto.

-__________, eres mi futura esposa y posiblemente, la madre del pequeño que puede hacerme padre. –sonrió de lado sin dejar de acariciar mi rostro- Necesito que comprendas que eso ya es más importante que todo lo demás. –dijo acercándose a mi rostro y depositó un pequeño beso en mi mejilla- Ahora, tienes que ir a comprar esa prueba, hacerla y en cuanto tengas los resultados, decirme qué fue lo que pasó. ¿De acuerdo? –me preguntó mirándome con una sonrisa de lado.

-De acuerdo. –dije sonriendo.

-Bien. –contestó incorporándose al mismo tiempo que yo me levanté de la cama y ambos salimos de la habitación bajando las escaleras para llegar a la planta baja de la casa.

Robert tomó su portafolios que estaba sobre el sofá y se dirigió a la puerta, cuando estuvo frente a ella, se giró para quedar frente a mí.

-Llámame cualquier cosa. –me dijo mirándome mientras yo le acomodaba el cuello de su camisa.

-Rob, solo voy a la farmacia, compro la prueba, hago la prueba, espero los resultados y en cuanto los tenga voy a la oficina y allá te digo. Es sencillo. –sonreí.

-Son muchos pasos a seguir para decir que es sencillo. –exclamó tomando sus lentes de sol que estaban sobre un mueble al lado de él, se los colocó y ambos reímos- Por cierto, desde que volvimos de las vacaciones, no has ido a ver que auto quieres. ¿Cómo irás a la oficina? Yo no voy a estar acá para llevarte...

-Robert, pido un taxi. Relájate. –reí y él asintió.

-Bien, pero este fin de semana vamos a ir a la agencia.

-Sí, claro. Ya vete, no querrás llegar a la junta con Oxford. Yo llego más tarde. –le dije dándole la vuelta y él abrió la puerta para salir.

-Oye, oye, _______, ¡espera! –gritó para impedir que cerrara la puerta. Yo lo miré y de pronto sentí su mano rodear mi espalda para acercarme a él- Te amo. –me dijo sobre mis labios para luego besarme.

-Y yo a ti. –le dije separándome un poco- Ahora vete, que ya es tarde. –le dije y él asintió mientras se alejaba de mí y caminaba a su auto.

Segundos después, arrancó y lo vi alejarse hasta que lo perdí de vista. Regrese dentro de la casa y subí a nuestra habitación para cambiarme.

-Bueno, tengo que comprar la dichosa prueba. –suspiré observando qué ropa ponerme.

Luego de unos minutos, escogí un traje sastre color gris con una blusa azul y zapatos bajos. Recogí mi cabello en un a cola de caballo alta y luego de verme unos minutos en el espejo tratando de asimilar que probablemente iba a ser mamá, tomé un poco de dinero de mi bolso para salir a la farmacia.

***

Llegué a casa con la cajita de la prueba de embarazo en las manos. Sentía mi corazón latir muy fuerte e incluso mis manos comenzaron a temblar.

-_________, cálmate. –me dije a mi misma mientras cerraba la puerta de la casa- De todas formas si resulta que voy a ser mamá, Robert también parece encantado con la idea de ser padre. Quiero decir, él tiene 35 y yo 25, ¿es buena edad, no? –suspiré y fui a la cocina por un vaso de agua, el cual me bebí completo en un instante.

Me senté en el sofá de la sala y la cajita seguía en mis manos. La observé por unos instantes. –Bueno, ya. Tengo que averiguarlo. –dije firme y me levanté decidida a entrar el baño.

***

Mientras tanto, en otro lado de la ciudad en las Instalaciones de Oxford Enterprises

Narra Robert

Llegué a Oxford Enterprises, donde sería la junta con Maurice, su dueño y al cual le debe su nombre. Bajé del auto, tomé mi portafolios y en el camino un pensamiento rondó mi mente.

-¿Y si de verdad __________ está embarazada? ¿De verdad voy a ser padre? ¿Si seré capaz de criar a un pequeño? ¿O, pequeña? –pensé mientras iba caminando a la entrada. –Dios mío, Downey. ¡Claro que puedes! –me replicó mi subconsciente- Además, la madre de ese bebé, va a ser tu esposa, ¿qué más podrías pedir? –esa idea me hizo formar una amplia sonrisa en los labios.

Cuando me di cuenta, ya estaba en la entrada del lugar. –Bueno, vamos allá. –hablé para mí mismo entrando por la enorme puerta de cristal.

Avancé hasta llegar al lobby, donde un joven alto de gafas me atendió.

-¿Qué tal? Buenos días. –dije quitándome los lentes de sol y él me miró sonriente- Soy Robert Downey Jr, vengo de Downey Architecture & Design a una junta con el Señor Maurice Oxford. –dije y el joven asintió.

-Oh, claro. Permítame anunciarlo y darle un carnet provisional. –me dijo mientras tecleaba unos números en el teléfono.

-Claro. –dije y me paré firme frente a su escritorio. Segundos después, el joven me permitió la entrada, no sin antes brindarme el carnet que decía "visitante."

-Va al elevador del fondo y tiene que ir al piso siete, ahí está la sala de juntas. Lo están esperando, Señor Downey. –me dijo amable el joven y yo me coloqué el carnet en mi saco.

-Muchas gracias. –dije, el joven me dedicó una sonrisa y yo me dirigí al elevador.

Cuando llegué al piso indicado, y las puertas del elevador se abrieron, lo primero que vi fue una enorme puerta con acabado amaderado con un letrero que indicaba que era la sala de juntas. Me acerqué y llamé sin hacer demasiado escándalo. Un hombre bastante joven de ojos verdes abrió la puerta.

-Oh, ¿usted es el Señor Robert Downey Jr? –me preguntó.

-El mismo. –sonreí- ¿usted es el Señor Maurice Oxford? –le pregunté.

-En carne y hueso. –afirmó y ambos reímos- Por favor, adelante. –me dijo amable y entré a la sala, la cual ya estaba llena de bastantes personas que supuse, eran sus inversionistas, tal cual como había sido con el Señor Carter cuando estábamos en el proyecto de Marubeni América.

Además, era obvio, ya que la junta era con ellos. Me acerqué a tomar asiento justo al lado del Señor Oxford. –Mucho gusto conocerlo, Señor Downey. –exclamó gustoso estrechando mi mano y los demás presentes hicieron lo mismo.

-El gusto es mío. –sonreí.

-Una duda, ¿no iba a venir su colega con usted? La señorita Fisher...

Tragué saliva al momento de recordar. –Sí, de hecho sí iba a venir. Es solo que tuvo un percance familiar y por ese motivo no podrá estar hoy con nosotros. –le dije encogiéndome de hombros.

-Oh, es una pena. ¡Me hubiera encantado al fin conocerla! –dijo suspirando y yo lo miré frunciendo el ceño- Esa mujer en un encanto. ¿Cree que este soltera? –me preguntó y abrí mis ojos sorprendido, además de todos los presentes en la sala. Sentí como si me hubiesen dado un gancho al hígado y sí, como si la sangre me hubiera empezado a hervir.

-¡Cálmate, Downey! ¡Cálmate, no lo arruines o ________ te va a matar! Pero no antes de que yo mate a este tipo. ¡Downey, maldita sea! Cálmate. Él no sabe que es tu prometida. –pensé y por un motivo desconocido no podía pronunciar palabra, solo miraba al hombre frente a mí frunciendo el ceño. Una revolución se estaba dando dentro de mí.

-¿Señor Downey? ¿Está bien? –me preguntó Maurice y fue entonces cuando reaccioné.

-Ammm, sí, Señor Oxford. No pasa nada. –dije con una mueca de sonrisa y deje mi portafolios sobre la enorme mesa del centro- Solo quisiera comentar algo respecto a lo que acaba de decir de la señorita Fisher. –le dije y él asintió dándome a entender que podía continuar hablando- Pues, ella no está soltera, de hecho, está comprometida. –le dije levantando las cejas.

-¿Oh, de verdad? –preguntó colocando sus manos en los bolsillos de su pantalón- ¿Y quién ese hombre que se atrevió a desposar a tan bella mujer quitándome la oportunidad a mí? –me preguntó con una ceja alzada. Las personas en la sala se notaban un tanto incómodas con la situación que se estaba presentando. Todos ya sabían que ________ y yo éramos pareja, todo Manhattan sabía, pero claro que Marice Oxford no, ya que él venía de Londres y no estaba al tanto de absolutamente nada.

-Bueno, Señor Oxford, ese hombre soy yo. –le dije colocando mis manos detrás de mi espalda- Yo soy el prometido de __________ Fisher Anderson. –Al instante, los ojos verdes de Maurice se abrieron enormemente, tensó su cuerpo y su rostro se tornó pálido. Yo sonreí de lado.

-Oh vaya, Señor Downey. –dijo pasando su mano por su cabello- Yo... yo no tenía idea. Le pido una disculpa sincera, de verdad.

-Victoria, Downey. –festejé para mis adentros y una gran sonrisa se formó en mis labios. Puse una mano sobre los hombros del Maurice y lo palmeé. –No pasa nada, Señor Oxford. Todos nos podemos equivocar. Además, no lo culpo, usted no es de aquí, no estaba enterado.

-¿Quién más lo sabe? –preguntó él.

-Todos los presentes en esta sala. –dijo uno de sus inversionistas.

-Y todo Manhattan. –dijo otro. Maurice me miró y yo asentí suspirando.

-Lo lamento tanto. –se volvió a disculpar.

-Ya le dije que no pasa nada, de verdad. –sonreí y le cedí mi mano en señal de paz.

-¿No hay problema entonces? –me preguntó mirando mi mano y luego a mí.

-Ninguno. –asentí.

-¡Qué alivio! –contestó estrechando mi mano- ¿Hacemos negocios? –me preguntó invitándome a sentarme a su lado.

-Por favor. –dije tomando asiento- Muy bien, Downey, muy bien. –me felicitó mi subconsciente.

Fue entonces cuando la junta dio inicio.

***

De vuelta en la casa de ­­­­­Robert y __________

Narra __________

Salí del baño luego de terminar de hacerme la prueba, en la caja decía que debía esperar treinta minutos para averiguar si era positivo o negativo.

-Ya es muy tarde. –hablé para mí misma- Tengo que ir al trabajo, me la llevaré y revisaré con Robert el resultado. –dije al mismo tiempo que tomaba mi bolso en donde metí la prueba, llamé un taxi que al instante pasó por mí y fui directo a la oficina.

***

Llegué y saludé a Moni, que al verme, me abrazó bastante efusiva.

-¿Moni, qué pasa? –me reí alejándola un poco.

-¿Qué te pasó, dónde estabas? –comenzó a preguntarme rápidamente- Vino Robert y me dijo que vendrías más tarde, que solo él iría a la junta con Maurice Oxford. ¿Estás bien? –comenzó a tocarme el rostro y yo la detuve mientras reía.

-Moni, estoy bien. Tranquila. –le dije tratando de calmarla- Prometo que en cuento esté segura te cuento, ¿de acuerdo? –sonreí y ella me miró entrecerrando los ojos.

-Está bien. –me dijo seria.

-¿Puedo ir a trabajar? –le pregunté señalando que me seguía sosteniendo de los brazos y me soltó al instante.

-Oh, sí claro. Lo siento, jefa. –me dijo sonriendo apenada.

-No me digas jefa. –reí- Soy tu amiga. Por cierto, Moni, ¿me puedes avisar cuando llegué Robert? –le dije mientras caminaba al elevador.

-¡Pues sí, pero cuando te hiciste novia de mi jefe y te comprometiste con él, automáticamente te volviste mi jefa, mi amiga/jefa! ¡Y claro, yo te aviso, amiga/jefa! –me gritó cuando ya estuve dentro del elevador y yo comencé a reír mientras las puertas se cerraban.

Cuando llegué a la oficina, me senté en mi escritorio dispuesta a terminar todo el trabajo que tenía, entre pendientes por revisar y asuntos que atender. Varias veces estuve tentada a revisar la prueba que estaba en mi bolso, pero estaba decidida a que la vería hasta que Robert llegara, para enterarnos juntos.

***

Ya habían pasado varias horas desde que había llegado a la oficina y no había señales de Robert.

-La junta con Maurice Oxford en verdad ha estado larga. –hablé mientras revisaba unos planos y hacía unas notas. Vi el reloj y pasaba ya del medio día- Sí, demasiado larga, ¡qué bueno que no fui! –reí. En ese momento, la puerta de la oficina se abrió. Yo seguía con mi vista sobre el plano que revisaba- Le dije a Moni que me avisara cuando hubieses llegado, seguro se le olvidó. –dije y reí. Cuando levanté la vista, me llevé una desagradable sorpresa- ¿Miranda Santiago? Hace un tiempo que no sabía de ti. ¿Qué haces aquí? –la miré frunciendo el ceño y ella solo me miraba. Negué y suspiré- Adelante, creí que eras Robert. –le indiqué haciéndole una seña con la mano para que se acercara y volví mi vista al escritorio. 

-Hola, ________. –me saludo tomando asiento frente a mi escritorio.

-Hola, Miranda. –levanté mi vista y la miré con fastidio- Dime qué necesitas. Robert no se encuentra pero en todo caso, cualquier cosa que necesites resolver con él, puedes hablarla conmigo. –sonreí falsamente- Así que dime, ¿te puedo ayudar en algo? Pero que sea rápido, estoy ocupada. –la miré pero ahora con más detalle y pude notar que tenía un golpe en el ojo y varias marcas en el rostro. Entrecerre los ojos e hice una mueca.

-Ya lo notaste, ¿verdad? –me preguntó.

-¿Notar qué? ¿Qué te golpearon? Pues sí, es bastante evidente.

-Fue mi ex – esposo. Intenté arreglar las cosas con él pero, no se pudo. –agachó la mirada.

-Ajá. –musité.

-Pero __________, no vengo a ver a Robert. De hecho, vengo a verte a ti. –levantó su mirada para encontrarse con la mía. La observaba con seriedad.

-Y te repito, ¿qué necesitas? –levanté una ceja.

-Necesito que te alejes de Robert. –dijo en un susurro y noté como metió la mano al bolso que llevaba con ella.

-¿Disculpa? –le contesté incrédula pestañeando varias veces y me recargué en el respaldo de mi asiento cruzando los brazos.

-¡Dije que necesito que te alejes de Robert! –me gritó al mismo tiempo que de su bolso sacaba un arma, con la cual me apunto directamente. Casi a quema ropa.

-¡Miranda, Dios santo! ¡Tranquilízate! –por inercia levanté ambas manos en señal de rendición y me alejé de ella empujando mi silla hacia atrás con mi pie. Rápidamente, me levanté- ¡¿Cómo demonios no se dieron cuenta de que metiste eso contigo?! –pregunté señalando el arma.

-¡No! ¡No me voy a tranquilizar, _________! ¡No hasta que te alejes de él! Robert es mío, no puede estar con nadie más que no sea yo. –me dijo acercándose lentamente a mí mientras me seguía apuntando con el arma.

Yo seguía caminando hacia atrás hasta que lastimosamente, me acorralé contra el enorme ventanal de la oficina. Cerré los ojos y suspiré pesadamente. –Miranda, escúchame. Podemos llegar a un acuerdo, ¿vale? Pero, no es necesario usar esa enorme arma que tienes en las manos.

-¿Un acuerdo? Sí, me parece bien. Tú te alejas de Robert y a cambio, yo te dejo vivir. Desde que él se fue de mi vida, ya no ha sido lo mismo, él marcó una diferencia muy importante y entendí que si no es con Robert, no puedo ser feliz con nadie. ¿Entiendes, _______? ¡Lo necesito! –me gritó cargando el arma y me tensé.

Sentía mi corazón latir a mil por hora. –Vale, ¿y qué harás si él no quiere estar contigo? –le pregunté y mi respiración se volvió agitada.

-Muy sencillo, señorita Fisher. Estos golpes, -dijo señalando su rostro- son los que me van a servir. Y los de mi cara no son los únicos. –dijo haciendo una mueca y noté que empezaba a aparecer un tic en su párpado y soltó una risa inquietante. Levanté las cejas al notarlo.

-Esta mujer de verdad está loca. Si salgo viva de esto, voy a matar a Robert por no poner la orden de alejamiento cuando le dije. –pensé- ¿Piensas chantajearlo? –le pregunté arqueando una ceja.

-Así es, ____________. ¡Vaya que en verdad eres inteligente! Si él no accede a estar conmigo, le diré a todos los medios de comunicación que él fue quien me hizo esto. Que él fue el que me golpeó. –dijo muy segura y de nuevo, esa risa extraña apareció saliendo de su boca.

-Claro. Lo vas a chantajear. Pero, Miranda, ¿no te has puesto a pensar que tarde o temprano todos van a descubrir que todo es una mentira? Todos saben que tu ex – esposo es un machista golpeador.

-Eso es cierto, pero querida, yo trabajo en ese mundo. Yo sé moverme en ese ambiente. Dime, ¿a quién crees que le van a creer en un primer momento? ¿A mí, que trabajo en los medios desde hace años o al hombre que salía conmigo hace tiempo y que fue el que me dejó? –me dijo con seguridad. Tenía que admitirlo, era un buen punto. Rodé los ojos al darme cuenta de ello- Obviamente que en ese primer momento, todos me van a creer a mí y si eso llega a saberse, la carrera de Robert y todo su prestigio se iría por la borda. Y sí, tal como tú dices, tarde o temprano la verdad saldrá a la luz, pero para cuando eso pase, sería muy tarde para que Robert recuperara todo lo que perdería. Así que si tú no quieres que eso le suceda, lo dejarás y te largarás lejos para que no vuelva a saber de ti jamás, así Robert vendrá a mí desconsolado buscando amor y podré volver a enamorarlo. –me dijo muy segura de sí misma y de su plan. Con una bizarra sonrisa que me causó escalofrío- Si Robert decide no querer estar conmigo, ¡voy a hacer que toda su carrera se vuelva añicos! –me dijo sin dejar de apuntarme con el arma.

-¿Desde cuándo has planeado todo esto? –le pregunté con una mueca de desagrado en mi rostro.

-Desde que tú y Robert formalizaron su relación. –exclamó.

-¿Desde hace año y medio? Vaya que estás loca. –le dije encogiéndome de hombros.

-¡Cállate! –me apunto más directo con el arma- Ahora lárgate, y no vuelvas más. ¡Lárgate! –me gritó más fuerte.

-¡Maldita sea, Miranda, cállate! No queremos que nadie llegué a esta oficina, vea que me estás amenazando con una magnum y alguien salga herido. –le dije sentándome frente a mi escritorio. Tomé mi agenda, le arranqué una hoja y comencé a escribir algo en ella.

-¿Qué estás haciendo? –me preguntó molesta.

-Le escribo una carta de despedida al hombre que amo, si ya no lo voy a volver a ver, por lo menos quiero hacerle saber que jamás lo voy a olvidar. ¿Me permites? –la miré más molesta y ella asintió haciendo una mueca.

Terminé de escribir la carta, la doblé, tomé mis cosas y me dirigí a la puerta para salir, antes de hacerlo, mi giré a ver a Miranda que se había quedado dentro de la oficina.

-Puedes esperar a Robert aquí, seguro ya no tarda en volver. –le dije seria y me fui cerrando la puerta y dejándola ahí. –Es tan estúpida que no se dio cuenta que traje la carta conmigo. –pensé.

Una vez que salí, me fue a paso rápido al elevador. No tardaría mucho en darse cuenta.

Llegué con Moni y ella al percatarse de mi semblante serio, me miró preocupada. Me acerqué a su escritorio y le entregué la carta. Iba a decirme algo, pero la interrumpí.

-Mónica, no tengo mucho tiempo y esto es algo serio. Necesito que le entregues esta carta a Robert en cuanto lo veas que llegué, y dile que no lea la carta hasta que esté completamente solo. ¿De acuerdo? –ella asintió sin decir nada moviendo sus rizos rubios de arriba abajo- Vale, muchas gracias. También es importante que sepas que Miranda Santiago se quedó en nuestra oficina. Va a esperar a Robert allá arriba. Te llamó en la noche para contarte todo, ¿de acuerdo? –Moni volvió a asentir- Nos vemos después. –me despedí de ella y salí del edificio en busca de un taxi que me llevara a casa de Sara.

Llegué a casa de mi mejor amiga y luego de tres toques al timbre, me abrió la puerta.

-¡_________! ¿Qué haces aquí? –me preguntó Sara observándome de pies a cabeza. En ese momento, no puede aguantar más y comencé a llorar. No lo había hecho porque hace unos instantes la adrenalina y la angustia se habían apoderado de mi cuerpo, en este momento, ahora era rabia y tristeza- Ay Dios, ________, ven pasa. ¿Qué sucede? –me dijo ayudándome a entrar a la casa.

***

Luego de un rato y después de que pudiera dejar de llorar, le conté todo lo sucedido a Sara y a Marcus, que también estaba ahí.

-Y bueno, ahora la loca ex de mi prometido me tiene bajo amenaza de muerte si me acerco a él y también pretende chantajearlo. ¿Se dan cuenta de lo absurdo que es eso? ¿Saben desde cuando le dije a Robert que pusiera una orden de alejamiento contra esa mujer? Desde hace casi dos años y nunca lo hizo. Ahora miren lo que está pasando...

-Ay __________. Creo que ahora no es momento de señalar culpables. –me dijo Sara- Mejor respóndeme, ¿vas a dejar que esa loca te quite a tu prometido?

-Esa es una buena pregunta. –dijo Marcus.

-¡Obviamente que no! –contesté en seguida- Tengo un plan, pero necesito que Robert me llame primero, necesito verlo primero. Le dejé una carta, que además de carta, también son unas instrucciones. Se supone que esta noche, debe de llamarme. –dije y Sara y Marcus asintieron.

-Bien, mientras sabes que puedes quedarte aquí. –me dijo Sara y me abrazó.

-Muchas gracias. –le dije correspondiendo su abrazo.

***

Mientras tanto, en Downey Architecture & Design

Narra Robert

La junta con Maurice Oxford de había extendido demasiado, pero habíamos llegado a un acuerdo a pesar del incómodo momento que habíamos pasado.

-No puedo esperar a contárselo a ___________. –dije bajando del auto. Llegué al lobby y vi que Moni en cuanto entré, me miró de forma extraña. Luego me hizo señas para que me acercara y así lo hice- ¿Qué sucede, Moni? –le pregunté quitándome los lentes de sol.

-_____________ me pidió que te entregara esto. –me dijo entregándome lo que parecía ser una carta- Y me dijo muy clara y específicamente que no lo leyeras hasta que estuvieras completamente solo. –yo la miré confundido, no estaba entendiendo nada. Solo tomé la carta y la guardé en mi saco.

-Gracias Moni. –la miré frunciendo el ceño e intenté caminar al elevador pero me detuvo cuando me volvió a hablar.

-Eso no es todo. –me dijo y paré en seco- Miranda Santiago, está arriba esperándote en la oficina. –en cuanto escuché el nombre, mi cuerpo se tensó completo- Esto no puede ser bueno. –pensé- Gracias, Moni. –le dije sin mirarla y me dirigí al elevador.

Cuando llegué a la oficina, me sorprendí al ver que ________ no estaba, solo estaba Miranda. Rodé los ojos, entré y cerré la puerta detrás de mí. Miranda estaba sentada en el escritorio de __________ viendo por el ventanal.

-¿Qué haces aquí? –le pregunté serio y me crucé de brazos.

-¿Tanto tiempo que no nos vemos y así me saludas, mi amor? –me preguntó ella aún sin verme.

-No me digas así, Miranda. ¿Dónde está _________? –le pregunté sin moverme de mi lugar.

-No tengo la menor idea. –me contestó y se giró, ahí fue cuando la pude ver. Me llevé una gran sorpresa a ver su rostro- ¿Ya viste lo que me pasó, Robert? Todo esto pasó porque no estuviste conmigo... -me dijo acercándose a mí y me abrazó por el cuello. Rápidamente la aparté de mí. -¿Te espero tanto tiempo acá y así es como me tratas? –me replicó.

-Miranda, no sé de qué hablas y aléjate de mí. Solo dime, ¡¿dónde está mi ___________?! –pregunté ya algo alterado.

-¿Tu ___________? –preguntó con una risa burlona- Como ya te dije, no lo sé, solo le dije que se fuera lejos. Tu única dueña soy yo. –escucharla decir eso, fue la gota que derramó el vaso.

-Miranda, lárgate de mi oficina, ¡lárgate de mi empresa, lárgate de mi vida! –le grité y comencé a empujarla hacia la puerta mientras ella forcejeaba. Al final, logré sacarla.

-Robert Downey Jr, ¡tú vas a ser mío y de nadie más! –me gritó señalándome y al instante le cerré la puerta en la cara y me aleje para dirigirme a mi escritorio. Segundos después, escuché que los pasos de Miranda se alejaban.

Me senté frente a mi escritorio y saqué rápidamente la carta de mi saco. Cuando la leí, sentí que me iba a desmayar en cualquier momento.

"Robert:

Si estás leyendo esto, es porque tu ex – novia loca vino a la oficina y me amenazó diciéndome un plan macabro de lo que nos pasaría a los dos si no me alejaba de ti. Cabe destacar que, me apuntó con una magnum.

En fin, necesito que conserves la calma y que comprendas que nada, ni nadie (en especial tus ex – novias locas, por cierto, ¿cuántas tienes, eh? Para ir diseñando un plan de protección por si hay más) me van a separar de ti. Robert Downey Jr, te amo como jamás he amado a nadie en toda mi vida y, voy a hacer todo lo posible y hasta lo imposible por volver a ti. Recuerda que tú tienes atado mi hilo rojo del destino y que esta vida no es suficiente para amarte, por lo que te voy a buscar en la siguiente.

Robert, necesito que prestes atención a lo que te voy a decir. Haz que Miranda se vaya de la empresa lo antes posible, cuando eso suceda, ve a casa y llámame, pero asegúrate de estar completamente solo. ¿Vale? Tengo un plan para terminar de una vez con los problemas que esta mujer nos ha traído.

¡Te amo!

______________

P.D: Si salgo viva de esto, te prometo que te las vas a ver conmigo por no haber puesto la orden de alejamiento contra esta mujer cuando te dije.

P.D: ¡Te amo más!"

¿Cómo era posible que incluso en esta situación _____________ me hiciera reír? A pesar de que las lágrimas corrían por mi rostro al leer todo lo que decía la carta.

-Ay, ____________. Perdóname, perdóname. Vamos a salir de esto, perdóname. –dije acercando la carta a mi pecho. Rápidamente tomé mis cosas y me dirigí a mi auto para llegar a casa lo antes posible y llamar a __________.

***

Mientras tanto, en casa de Sara

Narra _____________

Ya eran casi las 9:00 de la noche y luego de un baño caliente, estaba hablando con Moni por llamada explicándole todo lo sucedido. Luego del colgar, me recosté en la cama donde estaba sentada. Justo en ese momento, recordé la prueba. ¡No la había revisado! Con todo lo que había sucedido, se me había olvidado. Tomé mi bolso y cuando tomé la prueba, cerré los ojos.

-¡Uno, dos, tres! –conté tapando la vista con mi mano. Sentía que el corazón se me iba a salir del pecho. Vi el resultado y levanté mis cejas al mismo tiempo que me llevaba las manos al rostro cubriendo mi boca- ¡Madre mía! Estoy embarazada y me apuntaron casi a quema ropa con una magnum. Definitivamente no el algo que le vaya a contar a mi hijo, o hija. –hablé para mí misma sobando mis sienes- Ay Robert, me las vas a pagar, te amo, pero me las vas a pagar. –dije y en ese momento, mi celular comenzó a sonar. Vi la pantalla y era Robert, sin dudarlo, contesté al instante.

-Hola, Rob. –sonreí de lado.

-¡___________! Dios mío, por favor, ¡perdóname, perdóname! Todo esto es mi culpa, lo siento tanto... -comenzó a disculparse y me causo mucha ternura.

-Corazón, sé que es tú culpa y me las vas a pagar, Pero por ahora, eso no importa. ¿Sí estás solo? ­–le pregunté y lo escuché sollozar- Mi amor, no llores, estoy bien. Dime, ¿estás solo?  -volví a preguntar.

-S...í. –se aclaró la voz- Sí.

-Bien, escúchame bien, estoy en la casa de Sara. Ven a verme mañana por la noche. Tengo un plan para acabar de una vez con la loca de tu ex –novia. –sonreí.

-¿No puedo ir ahora? –me preguntó con un hilo de voz.

-No Rob, sería arriesgado. Por favor, haz lo que te digo. Ven a verme mañana. ¡Te amo! ­–le dije y sonreí, escuché que él también sonrió del otro lado de la línea.

-Y yo también te amo, te amo demasiado. –me dijo repetidas veces.

-Por cierto, cielo... -musité.

-¿Qué pasa? –me preguntó sonando inquieto.

-Vas a ser papá. –le dije y escuché que Robert suspiró.

-Voy a verte ahora. –me dijo firme.

-No Robert, ¡entiende! Puede ser peligroso. ­–exclamé.

-_________, ahora que sé lo que sé, necesito con más razón que estás... corrección, están bien. Voy para allá. ¡Te amo!

-Eres un terco. –reí.

-Tú terco. Llegó en 10 minutos. –me dijo mandándome un beso.

-Bien, acá te espero, pero ten cuidado. –le dije.

-Lo tendré. ¡Te amo, te amo, te amooooo! -dijo esto último y colgó la llamada.

Deje mi celular en la cama y en ese momento, Sara entró a la habitación.

-¿Qué pasa? –me preguntó.

-Robert viene para acá ahora. –dije y ella sonrió.

***

Buenas noches, mis lectores hermosos. ¿Qué les pareció este capítulo? Creo que me quedó bastanteeeeeeeeeeee largo, pero si no lo hacía así, la idea iba a perder sentido.

Confirmen si TODOS ODIAMOS A MIRANDA SANTIAGO.

En fin, espero sus comentarios y votos que amo. Recuerden que los amo 3000 y gracias por seguir acá. ¡Abrazo virtual! :3 

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top