Capítulo XXX: Vacaciones caribeñas (parte 4 última) +18

Habíamos llegado al hotel y al pasar por el lobby Rosy nos dedicó una amable sonrisa y nos felicitó al darse cuenta de que, efectivamente, habíamos ganado el concurso. Rob y yo caminamos al elevador para poder llegar a la suite y al entrar, lo único que deseaba era darme un buen baño y recostarme en la enorme cama de la habitación a descansar.

-Me siento muy cansada, pero hoy fue un día divertido. –le sonreí a Robert mientras me apoya en el marco de la habitación para poder quitarme mis sandalias.

-Lo fue. –me contestó Robert riendo- Además te dije que ganaríamos. Ahora con el dinero, podrás comprar tu auto.

-Sí, lo sé, después de tanto tiempo. –suspiré mientras me recostaba en la cama y vi que Rob guardó el dinero en una de nuestras maletas- Quizá cuando volvamos a Manhattan podamos ir a la agencia a revisar algunos. –le dije con los ojos cerrados.

-Seguro. –me dijo Rob recostándose a mi lado- Sabes hay algo en lo que he estado pensando en todo este tiempo... –me dijo con cierto tono coqueto.

-¿Qué cosa? –lo miré.

-¿Por qué no hemos usado el jacuzzi? –me miró alzando una ceja.

Yo levanté las cejas y moví mi cabeza a un lado. –Qué buena pregunta. –reí.

-¿No quisieras usarlo esta noche? –me preguntó mientras se colocaba sobre mí. Sus brazos me habían acorralado y nuestros rostros estaban tan cerca que podíamos sentir nuestras respiraciones sobre el otro.

-Déjame pensar... -le dije mientras me llevaba el dedo índice a los labios y hacía una mueca, lo cual hizo reír a Robert- Sí, sí quiero. –le dije y me lancé a sus labios para romper la pequeña distancia que los separaba. El correspondió mi beso y al hacerlo, un fuego comenzó a encenderse en mi interior. Y es que, cuando me besaba así, yo perdía toda noción de mí; era cuando comenzaba la magia, cuando no existía nada más que él y yo...

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Robert se levantó cuidadosamente de la cama conmigo en brazos sin romper el beso en el cual nos habíamos sumergido. Sus manos que, estaban posadas en mi cintura, se fueron deslizando lentamente hasta llegar a mis hombros recorriendo toda mi espalda. Su suave tacto me hacía estremecer.

Con lentitud y suavidad deslizó los ligeros tirantes de mi vestido por mis hombros al mismo tiempo que yo iba desabotonando su camisa. Cuando sentí que una de sus manos ya había abierto el cierre del vestido, yo ya me había desecho de todos los botones de la camisa.

El vestido cayó al piso dejándome solo en ropa interior, Robert gruñó al verme de esa manera y al ver su reacción, terminé de quitarle la camisa que ya solo le cubría la espalda, la lancé a alguna parte de la habitación. Al verlo con su torso desnudo, me acerqué a él y pasé uno de mis brazos por su cuello para poder acercarlo a mí y volver a besarlo. Con mi mano libre acariciaba su abdomen y lentamente fui bajando hasta llegar a su pantalón donde pude sentir que su erección estaba comenzado a cobrar vida. Por instinto acerqué más mi cuerpo a él y Robert jadeo. Se despegó de mis labios no sin antes dejarme una mordida en mi labio inferior, lo cual me hizo soltar un gemido.

-Shhhhh, amor, no vayas a despertar a los demás huéspedes. –rio- Por lo menos no ahora, si vas a gemir y que te escuchen, quiero que sea hasta que te esté haciendo mía. –me dijo en un tono sensual al oído y me sentí derretir.

Su boca pasó a mi mejilla y, mientras iba dejando un camino de besos fue descendiendo hasta mi cuello y luego, a mi pecho donde se detuvo solo para verme mientras desabrochaba mi sostén y lo lanzaba a alguna parte de la habitación. Cuando me miró, soltó un suspiro y yo me sentí bastante sonrojada. No era la primera vez que me veía de esa manera, pero aún así, no podía evitar que mis mejillas se tornaran carmesí.

De nuevo sus labios estaban sobre los míos. Nuestras lenguas danzaban a la par en un salvaje y apasionante beso. Algo en mí comenzaba a palpitar, era increíble que solo con besarme ya lograra excitarme. Me separé un poco y me di cuenta de que él aún tenía puesto su pantalón. Sonreí de lado y me mordí el labio.

-Eres un tramposo, Downey. –le dije al mismo tiempo que mis manos iban desabrochando su cinturón.

-Tal vez, Fisher. Pero es que, quiero el mayor tiempo posible para poder admirar tu infinita belleza. –me dijo con la respiración entrecortada.

-No eres el único que piensa de esa manera. –le dije en el oído mientras mordía el lóbulo de su oreja y él soltó un gemido- Oh cariño, si te van a escuchar, que sea hasta que me estés haciendo que te pida más. –Robert me tomó de los hombros y para ese entonces su pantalón y bóxer, habían desaparecido.

-¿Tú lo que quieres es jugar con fuego, no es así, Fisher? –me preguntó y sus ojos brillaban.

-Puede ser, papi. –me relamí los labios.

-Oh, nena, definitivamente quieres jugar con fuego. –me dijo tomándome de la cintura, pegándome a él mientras me besaba.

Podía sentir su prominente erección en mi entrepierna y por inercia, comencé a mover mis caderas de adentro hacia a fuera para poderlo sentir mejor. Robert gimió cerca de mi oído al mismo tiempo que sus manos se posaban en mi trasero, el cual masajeaba y estrujaba sin ningún recato. Cuando su erección rozó de nuevo mi entrepierna, me dio una nalgada, la cual yo respondí con un agudo gemido que él cayó con un beso.

-Por favor, gime hasta que esté en ti, si todos te van a escuchar, que te escuchen bien.

-Lo que tú digas, papi. –le respondí con dificultad debido a las sensaciones que estaban empezando a recorrer mi cuerpo.

-Así me gusta, mi amor. –me dijo con una voz grave mientras me tomaba de la cintura para levantarme y yo enredé mis piernas un su cadera, no sin antes deshacerse de lo que quedaba de mi ropa interior.

Él camino hasta el balcón conmigo en brazos. Al tener mis brazos alrededor de su cuello, mis senos pegaban en su pecho y él al notarlo, sonrió de lado. Al estar en el balcón, Robert con cuidado y a paso lento, fue adentrándose en el jacuzzi hasta que los dos quedamos sumergidos en el agua cálida y burbujeante, solo nuestros rostros y parte de nuestros hombros quedaban al descubierto. Mis piernas seguían alrededor de su cadera y él comenzó a moverse haciéndome arquear la espalda.

-Robert, ya por favor, te necesito. –le dije con dificultad.

-¿Robert? –me preguntó con una ceja alzada mientras seguía moviendo su cadera lentamente.

-Papi... -dije en un jadeo- Por favor, te necesito ya... -mi respiración estaba agitada y por inercia me mordí el labio.

-Así, mi amor... ¿Quieres a tu papi? –me preguntó con una voz ronca mirándome directo a los ojos, los cuales seguían brillando pero, con más lujuria.

-Sí, quiero a mi papi, pero lo quiero ya... -gemí al sentir que Robert había comenzado a besar mi cuello en donde posiblemente, quedarían marcas.

-Oh, cielo santo, eres perfecta. Como me encanta que me digas así. –me dijo besándome y al instante lo sentí dentro de mí y en ese momento, mi espalda se arqueó y mi piel se erizó. De un momento a otro, el lugar se inundó de palabras obscenas y gemidos.

La luz de la luna llena alumbraba la escena, el cielo estaba despejado, las estrellas brillaban y la calidez del agua que rodeaba nuestros cuerpos hacía que todo fuera perfecto.

Me abracé al cuello de Robert y comencé a mover mi cadera al compás de su suya, él se movía cada vez más rápido. Sus manos se posaron en mis pechos y comenzó a masajearlos suavemente. Mi cuerpo estaba experimentando sensaciones maravillosamente placenteras, lo cual se reflejaba en mis acciones, ya que tomé el cuello de Robert y bruscamente lo acerqué a mí para poderlo besar. Mi mano libre comenzó a vagar por su espalda al mismo tiempo que él se alejó un poco de mis labios para poder llevar uno de mis pezones a su boca. Su lengua hacía círculos en él y mientras se seguía moviendo cada vez más rápido, sus manos me sostenían al mantenerme abrazada. Su boca hacía maravillas, sus movimientos eran mi perdición y yo no pude contenerme.

–Ah, Robert... ¡Sí! –gemí cerrando mis ojos y él levantó su rostro para poderme observar. En sus labios se formó una sonrisa y relamió sus labios.

-¿Qué, mi amor? –me preguntó acelerando el ritmo de sus movimientos y acercó su rostro al mío observándome fijamente.

-Más... por favor... ¡Ahhh! –volví a gemir y Robert soltó un gruñido.

-¿Más, corazón? –me preguntó y ahora él fue el que soltó un agudo gemido y yo asentí- Vamos, mi amor, no te contengas, quiero que si te escuchan, sea por lo que yo te hago sentir. –me dijo sobre mis labios.

-Yo... ahhh... -dije con dificultad.

-Yo sé que quieres, amor. Anda, gime para mí, quiero escucharte... -me dijo aumentando las velocidad de sus estocadas haciéndome perder el control. El agua se movía bruscamente.

-Ah, Rob... -dije entrecortadamente y me aferré más a su cuello.

Lo siguiente que se escuchó fue probablemente el sonido más obsceno que había salido de mis labios en toda mi vida. Ya no pude contenerme. Sus movimientos, sus estocadas, sus labios sobre los míos, la manera en la que me hablaba y todo lo que me decía era ya demasiado, estábamos llegando a nuestro clímax.

-Sí, mi amor, así, qué todos te escuchen. –fue lo que dijo Robert antes de dar sus últimos movimientos para alcanzar juntos nuestro límite. Nuestros cuerpos comenzaron a temblar y en ese instante, Rob me abrazó y besó mis labios.

-Te amo. –me dijo separándose un poco mientras nuestras frentes seguían juntas.

-Y yo a ti, no sabes cuánto. –le dije y lo volví a besar.

Un par de estrellas fugaces cruzaron el firmamento segundos después.

++++++++++++++++ Fin del +18 +++++++++++++++++++

La mañana anunciaba su llegada con un viento fresco que entró por el ventanal. Me giré para saludar a Robert, pero al no encontrarlo en la cama, me levanté para buscarlo.

Debido a lo que había acontecido la noche anterior, estaba completamente desnuda y solo me cubrí un poco un una sábana salir de la habitación principal y buscar a Robert en el resto de la suite.

-¿Robert? ¿Rob? –lo llamé al salir de la habitación y no hubo respuesta.

Camine por la pequeña sala, fui al baño y no lo encontraba por ningún lado. Estaba dispuesta a regresar a la habitación principal a cambiarme para salir a buscarlo fuera de la suite, hasta que escuché su voz desde el ventanal.

-¿Por qué no mejor te quitas esa sábana y me dejas ver más allá que solo esa bella y sensual espalda? –me preguntó en un tono coqueto.

-¿Con qué ahí está, Señor Downey? –le pregunté girándome para encontrarlo recargado en el marco de la puerta.

-Así es, señorita Fisher. ¿Me estaba buscando? –me dijo mientras se acercaba a mí.

Ajá. –asentí aún sosteniendo la sábana que evitaba que quedara expuesta.

-¿Y puedo saber para qué me requería? –me preguntó coqueto mientras me tomaba de la cintura.

-Pues, para nada en específico, Señor Downey, solo que me encanta verlo a mi lado cada mañana. –le dije con una sonrisa.

-A mí también me encanta encontrarla a mí lado cada mañana, señorita Fisher. Y, me encantaría que fuera así todas las mañanas de mi vida. –me dijo tiernamente.

-¿E...en serio? –le pregunté algo dudosa y agaché la mirada.

-Pero claro que sí. –me dijo muy seguro mientras me tomaba del mentón para poderme ver mejor. Yo tragué saliva.

Quizá era el momento adecuado para hablar sobre si lo que ambos queremos para el futuro, era lo mismo. -¿Entonces... tú? –me quedé perpleja.

-¿Yo? –preguntó Robert alzando las cejas alentándome a que siguiera hablando y yo pestañeé un par de veces.

-¿Tú, quieres que está relación vaya más allá? –le pregunté sin evitar sonrojarme.

-_________, yo quiero todo contigo. –me dijo sonriendo- Pero, creo que sería mejor tener esta conversación cuando volvamos a casa. ¿No crees? –preguntó poniendo un mechón de cabello detrás de mi oreja.

-Sí, creo que tienes razón. –asentí algo nerviosa y él sonrió- ¿Vamos a desayunar?

-Vamos. –me dijo contento.

***

Los días siguieron pasando y sin lugar a dudas, las habíamos disfrutado bastante. Nos los habíamos pasando en la playa, caminando de un lado a otro, algunas veces en la alberca, disfrutando de la comida, tomándonos sin fin de fotos, asistiendo a los eventos que ofrecía el hotel y de más cosas, hasta que inevitablemente, llegó el último día de nuestras vacaciones en el Caribe.

Nos encontrábamos empacando todo de nuevo en nuestras maletas para ir a tomar nuestro vuelo de regreso a Manhattan.

-Mira, Rob, ¿crees que este collar le guste a Bru? –le pregunté mostrándole un collar que le había comprado a mi hermano días antes.

-Seguro le encantará. –me dijo sonriendo observándome sobre sus lentes de sol. Luego volvió a ver algo dentro de su maleta- ¿Y tú crees que este vestido le guste a mi madre? –me preguntó haciendo una mueca.

-Claro que le encantará. Yo lo escogí. –le dije guiñándole un ojo y el negó con una sonrisa.

-Seguro. –dijo manteniendo su sonrisa mientras guardaba el vestido en la maleta- Nos vamos con más cosas que con las que llegamos. –rió.

-Así pasa cuando vas de vacaciones, amor. –negué riendo mientras terminaba de acomodar mi maleta.

***

Llegamos al lobby a entregar la llave de la suite a Rosy y ella al vernos, nos sonrió amablemente.

-Esperamos que hayan disfrutado su estancia en Grand Oasis. –nos dijo sonriendo mientras recibía la llave de manos de Robert.

-Oh, claro que sí. –asentí.

-Seguro volvemos en unos meses. –dijo Robert riendo mientras firmaba unos papeles y yo sonreí.

-Los esperaremos con los brazos abiertos. –dijo Rosy tomando los papeles que le dio Robert y nos despedimos de ella.

-¿De verdad volveremos? –le pregunté a Robert en un tono divertido.

-¿O es que acaso no quieres? –me respondió con otra pregunta y yo me encogí de hombros- Este lugar es un pequeño paraíso y más, estando contigo. –me besó.

-Tienes razón, volveremos en unos meses. –reí correspondiendo su beso.

Salimos del hotel y un auto nos estaba esperando para llevarnos al aeropuerto.

***

Estábamos en la sala de espera del aeropuerto esperando a que llamaran a nuestro vuelo. Yo me había levantado de nuestros asientos para ir por algo a la barra de snacks del lugar.

-¿Quieres algo? –le pregunté a Robert dirigiéndome a la barra.

-Unos cacahuates estarían bien. –me dijo sonriendo y yo asentí.

Cuando estaba en la barra escogiendo lo que quería para mí y con los cacahuetes de Robert en mi mano, escuché que mi teléfono comenzó a vibrar, era un mensaje de WhatsApp, volteé a ver a Rob, ya que a él también le había sonado su celular. Antes de ver lo que decía, tomé una bolsa de papas fritas.

Al ver el mensaje, me quedé pasmada.

-¡¿Pero qué carajos es esto?! –escuché a Robert preguntar y rápidamente fui a su encuentro.

-¿Qué pasa? –le pregunté y me miró frunciendo el ceño.

-Mira esto. –me dijo mostrándome la pantalla de su teléfono. Abrí los ojos sorprendida al ver lo que había en la pantalla.

-Pues, yo tengo algo parecido. –le dije mostrándole la pantalla de mi celular.

Tanto a Robert como a mí nos habían llegado mensajes de Paul y Diana, respectivamente.

Diana le había enviado una foto a Robert donde salía yo, besándome con Paul y Paul, me había enviado una foto a mí donde Robert aparecía besándose con Diana. Ambos mensajes tenían la leyenda: "Esto es lo que hace tu amor cuando no estás. Esta foto es de ayer, tu amor, estaba conmigo." Robert y yo nos miramos confundidos.

-¿Se supone que quieren hacernos creer que nos estamos engañando mutuamente con ellos? –me preguntó Robert aún observando su celular.

-Al parecer, es lo que quieren. Pero, supongo que no tienen idea que ayer tú y yo estuvimos toda la tarde jugando voleibol playero. –reí- ¿Por qué tenemos a los ex más estúpidos del planeta? –rodé los ojos y guardé mi teléfono.

-No tengo la menor idea. –me dijo Robert negando con la cabeza fastidiado- Pero estoy seguro que Diana lo está haciendo como venganza por el auto que le quite.

-Y Paul seguro solo lo hace en un intento por querer volver a amargarme la existencia. Por cierto, esa foto que te mandó Diana es de hace unos cuatro o cinco años, cuando Paul y yo apenas comenzábamos la relación. –reí.

-Y la foto que Paul te envió a ti es de cuando Diana y yo apenas teníamos poco de haber empezado nuestra relación. –Robert también comenzó a reír.

-¿Te parece si les enviamos una foto de las vacaciones para que sepan que se acaba de humillar terriblemente? –reí.

-Oh, __________, por eso te amo tanto. –me dijo mientras que tomaba su teléfono para seleccionar la foto y yo hacía lo mismo.

Les escribimos este mensaje: "Bueno, creo que hicieron mal sus cálculos o, al menos de que exista otra línea temporal, lamentamos decirles que lo que nos dicen no pasó ya que, nosotros tenemos una semana en el Caribe. En verdad que son patéticos. Saludos, par de idiotas."

Rob y yo enviamos el mensaje adjuntando una de las muchas fotos que nos habíamos tomado recientemente, en donde Rob estaba sentado en la arena y yo en medio de él mientras me daba un beso en la mejilla.

Lo que sucedió después fue que a los pocos segundos, ambos números aparecían como bloqueados. –Problema resuelto. –dijimos Rob y yo al mismo tiempo mientras reíamos. En ese momento, se escuchó que llamaban a nuestro vuelo.

-A casa. –le dije a Rob sonriendo.

-Vamos a casa. –me dijo tomando mi mano mientras caminábamos para abordar nuestro vuelo con maleta en mano.

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Buenas noches, lectores hermosos. Acá está el final de las vacaciones por el Caribe. Espero las hayan disfrutado. Pero ojo, no es el final de la historia ehhh jajajaja, todavía le queda un buen rato. 👀💖✨

Espero hayan disfrutado de la lectura y de ese +18 que ya era justo y necesario ver de nuevo jajaja. 👀💖✨

En fin, espero sus votos y comentarios que adoro con mi vida y bueno, nos estamos leyendo pronto. ¡Abrazooooooooooo! 👀💖✨

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