Capítulo XXV: Cumpleaños feliz. (Parte 1)

Era un lunes por la mañana y Robert y yo nos encontrábamos en una junta con el Señor Carter y sus inversionistas. El proyecto con Marubeni América ya estaba a punto de finalizar y solo hablábamos de algunos detalles para la develación de los nuevos edificios.

-Entonces, prácticamente ya está todo listo, ¿les parece que la develación la hagamos este viernes por la mañana? –preguntó Robert al Señor Carter, quien asintió entusiasmado.

-Entonces no hay más que decir. –sonreí- Nos vemos el próximo viernes en las nuevas instalaciones.

-Va a estar a reventar. –me comentó Robert cuando el Señor Carter y sus acompañantes salían de la sala de juntas.

-Tranquilo. –le dije mientras lo tomaba del hombro- Solo será por un par de horas, luego podemos volver a casa si quieres y no hacer nada el resto del día. –le sonreí.

-Oh sí, me parece un grandioso plan, aunque te estás olvidando de algo importante. –me dijo sonriendo de lado.

-¿De qué? –le pregunté confundida.

-Ya lo recordarás. -dijo con una leve carcajada que me dejó más confundida de lo que ya estaba.

Narra Robert

-Esta mujer sí que es despistada, tanto como para olvidar que el viernes es su cumpleaños. –pensé y sonreí mientras la veía recoger sus cosas de la mesa- Ni se imagina la sorpresa que le tengo preparada. –volví a sonreír pero eso no duró mucho, ya que vi que cuando _______ venía de regreso, uno de los hombres que trabajan con el Señor Carter la detuvo frente a él. Fruncí el ceño observando la escena y mientras más veía, algo dentro de mí se encendía. Comencé a mover el pie desesperadamente.

Aquel hombre alto, vestido de traje, cabellos rubios y ojos azules se empezaba a acercar mucho a _______, ella reía con él. Al parecer le estaba contando algo divertido, una anécdota o algo parecido. Pasé mi mano por mi rostro exasperado y mi pie no dejaba de moverse. ¿Estaba yo pasando por un ataque de celos? Sí, probablemente, pero podía manejarlo o, eso creí hasta que vi que el tipo intentó darle un beso a ______ en la mejilla. Aunque vi que ella se alejó, eso era suficiente para mí. A paso rápido me dirigí hasta ellos y cuando al fin estuve al lado de _______, entrelacé su mano con la mía sin apartar la vista del sujeto.

-Hola, amor. Ya es la hora del almuerzo, ¿nos vamos? –le pregunté con media sonrisa y ella me miró alzando las cejas.

-¿Amor? –preguntó el sujeto frente a mí.

-¿Cómo dices? –dirigí mi vista a él con la más obvia sonrisa falsa.

-Pregunto que qué significa ese "amor" ¿Ustedes están saliendo o algo así? –preguntó rascándose la nuca.

-Oh, ¿es que no lo sabías? –le pregunté arqueando una ceja.

-Cielo, si está preguntando es porque no lo sabía. –me dijo ______ en un tono suave, ya se había dado cuenta de mi estado actual- Sí, John, el arquitecto Downey y yo estamos saliendo. –dijo ______ tranquilamente- Amor, él es John Adams.

-Un gusto, Señor Downey. –dijo John estrechando su mano con la mía y mientras lo hacía lo miré entrecerrando los ojos y solo asentí una vez- Yo voy nuevo en la compañía del Señor Carter, apenas ingresé la semana pasada y bueno, es por eso que no nos habíamos visto. –comentó ahora desviando su mirada de nuevo a _______- Créanme que de haberla visto antes, señorita Fisher, jamás hubiese olvidado un rostro tan hermoso como el suyo. –dijo esto último tomando la mano de ______ e intentado depositar un beso en ella. Sentí un nudo en el estómago que al instante se alivió cuando _______ retiró su mano rápidamente si darle oportunidad de besarla, un poco incómoda.

Di un suspiro y puse los ojos en blanco. No podía creer el nivel de descaro de este hombre; de no haber sido porque _______ había rechazado cada uno de sus intentos de cortejarla, hubiese explotado. Me giré de nuevo al tal John. –Bueno, John. –dije en un tono seco- Creo que eso fue demasiado, ¿no crees? Creo que lo mejor es que te vayas ya, seguro el Señor Carter debe de estar esperándote. –dije y le hice señas con mi mano de que saliera de la sala.

Él sonrió de lado y mientras asentía lentamente le dio un guiño a _______, el cual ella contestó sin muchas ganas.

-¿Qué acaba de ser todo eso? –le pregunté a ______ cruzándome de brazos.

-No me hagas una escena de celos, Robert porque, si no te diste cuenta, yo no di pie a nada más. –me dijo seria.

Respiré hondo tratando de calmarme. -¿Celoso, yo? ¿De ese tipo? Por favor. –contesté rodando los ojos y ________ se acercó a mí abrazándome por el cuello- Digo, es rubio, tiene los ojos azules, se ve pues atractivo y es más joven que yo. -______ rodó los ojos.

-¿Estás escuchando las tonterías que estás diciendo? Robert, eso es tan superficial, nadie jamás podrá ocupar tu lugar. En ningún aspecto. Me enamoré de ti y me gustas tú, me encantas tú. Adoro el hombre maduro que eres; en eso resumo todo. –suspiró- Es tierno que reacciones así, pero no tienes por qué sentir celos. Yo solo tengo ojos para ti. –comentó mientras se acercaba lentamente a mis labios y dibujaba círculos con su dedo sobre mi camisa.

-Mmmmmmm, ¿de verdad? –le pregunté mordiendo un poco su labio y ella rió.

-Te lo juro. –contestó besándome. Al instante la abracé, la giré y ella quedó recargada en la mesa de la sala de juntas. El beso siguió lenta y suavemente mientras la iba recostando en la mesa. Se afianzó más a mí y sentía su sonrisa sobre mis labios.

A pesar del desagradable momento de hace unos instantes, ahora reíamos porque estábamos a nada de quedar encima de la mesa. De pronto la puerta se abrió rápidamente revelando a una Mónica que al vernos en esa situación, rápidamente volvió a cerrar la puerta apenada. ________ y yo nos incorporamos de prisa y nos acomodamos la ropa.

-Te he dicho que en la oficina no, Robert. –me dijo terminando de hacer el nudo de mi corbata todavía riendo- Pobre Moni, salió casi huyendo.

-Lo sé, cielo. Pero es que es imposible no querer estar besando tus labios si te tengo todo el día conmigo. –dije en un tono de justificación y ella me miró sonriendo de lado.

-Pues si no quieres que un día nos descubran, más te vale que te controles. –dijo apuntándome con su dedo.

-Lo intentaré, pero no aseguro nada. –dije levantando los hombros y _______ rió.

Me estaba colocando mi saco para ya salir de la sala de juntas cuando al momento de ponérmelo, una hoja doblada salió volando de uno de los bolsillos y para mi mala suerte, ________ lo vio.

-¿Qué es eso? –preguntó acercándose a tomar el papel pero se lo impedí porque lo tomé antes que ella. Al verme un poco nervioso y el haber tomado el papel tan de prisa, frunció el ceño observándome- ¿Me estás escondiendo algo?

-No mi amor, te lo juro. Pero, por ahora no puedes ver esto. Discúlpame. –le dije dándole un fugaz beso en los labios al cual ella reaccionó sorprendida.

-Está bien. –dijo no muy segura- Confió en ti, recuerda eso.

-Tenlo por seguro. –le dije sonriendo- Amm, ¿nos vamos a almorzar? Me muero de hambre.

-Claro. –asintió ______ sonriendo.

-Damas primero. –le dije dándole el paso para que saliera antes y me guardé la hoja de nuevo al bolsillo del saco. –De la que me escapé. -pensé apretando el papel-

_________ no podía ver lo que decía esa hoja. Era una canción que estaba escribiendo para ella pero, aún no estaba terminada. Mi plan era cantársela el próximo viernes en la fiesta sorpresa que le estaba preparando en su restaurante favorito. Ya todos sabían dónde sería: Mónica, Sara, Liz y Marcus e incluso, me habían ayudado a preparar todo. No iba a dejar que descubriera lo que había estado preparando desde hace semanas. Me sentía emocionado por todo, pero me preocupaba que _______ se empezara a formar ideas erróneas en su mente. –No, no. Qué no empiece a imaginarse cosas que no son. –rogué para mis adentros cuando íbamos en mi auto camino a almorzar.

Narra _________

El que Robert actuase de esa manera cuando intenté recoger la hoja de papel me pareció muy extraño, pero no le voy a tomar importancia ni tampoco empezar a pensar cosas que no son. Robert no es así, él no podría engañarme con alguien. -¿O sí? ¿Y qué tal si es el teléfono de Miranda Santiago y no quería que lo viera? No, no, no. A ver, tengo que centrarme. _________, Robert, tu Robert no es así, no estés de mal pensada. –todo eso iba pasando por mi mente mientras él conducía camino al lugar donde almorzaríamos. Yo seguía pérdida en mis pensamientos preocupantes, veía por la ventana y sentí que el auto se detuvo. Estábamos en un semáforo. Regresé mi vista a la ventana y escuché que Robert suspiró, luego sentí su mano sobre mi pierna lo que hizo que me girara para verlo y lo encontré mirándome fijamente.

-Estas muy callada. –me dijo serio.

-No, no. –negué rápidamente- Es solo que me distraje viendo el paisaje. –intenté justificarme.

-Sí, pero tú siempre me vas platicando acerca de todo lo que vas observando y hoy, nada. ¿Estás bien? –insistió.

Sonreí porque me causó ternura que mostrara tanta preocupación. –Estoy bien, en serio. –dije poniendo mi mano sobre la de él y en ese instante el semáforo volvió a ponerse en verde- Amor, ya puedes seguir.

-Oh claro. –dijo apresurado y dirigió de nuevo su vista al camino volviendo a conducir. Y yo regresé mi vista a la ventana.

El camino hubiese continuado en silencio de no haber sido porque Robert puso música y como si lo hubiese hecho a propósito, sonaban canciones que a mí me gustaban por lo que no pude evitar cantar. Eso hizo mucho más ameno el recorrido hasta llegar al restaurante.

Hicimos nuestro pedido y todo iba de maravilla. Se me había olvidado lo de la hoja de papel de hace unas horas y ahora disfrutaba de un agradable almuerzo con mi novio mientras me hacía reír. Y digo que todo iba de maravilla hasta que un mesero se acercó con nosotros y me entregó una copa de champagne.

-¿Y esto? –le pregunté confundida al hombre cuando ya había dejado la copa sobre la mesa. Robert también lo miraba extrañado.

-No lo sé señorita, solo que aquel caballero de la mesa de la esquina se la manda. –comentó el mesero señalando la mesa y Robert hizo una mueca.

-Que no sea él, que no sea él, que no sea él. –pensé rogando a Dios, a los santos, al cielo, a la vida, al universo, a todo cuando me giré a ver la mesa que el mesero señalaba- ¡Con un demonio! –dije por lo bajo irritada al ver que efectivamente se trataba de John. Robert también observó y cuando se percató de quién era, cerró su puño y le dio un golpe a nuestra mesa. El mesero solo nos miraba sin saber qué hacer. Mi mirada se encontró con la de John y al instante me guiño un ojo y mi reacción no fue otra más que volver a sentarme correctamente en mi asiento. Molesta, me sobé las cienes y le hablé al mesero. –Disculpe, pero no puedo aceptar esta copa. ¿Podría ser tan amable de devolverla al caballero que la envió? –le pregunté al hombre tratando de no perder la paciencia.

-Claro, señorita. No se preocupe, con permiso. –dijo y retiró la copa de la mesa. Acto seguido se fue dejándonos de nuevo solo a Robert a mí.

-Dios mío, ¿y ese qué se cree? –pregunté en un tono alto y con evidente molestia. Robert me miró. ¿Es que acaso está ciego? ¿No se da cuenta que estoy aquí contigo? Quiero decir, le acabo de decir hace unas horas que tú eres mi novio y hace esto... -tape mi rostro con mis manos y me recargué en la mesa. Sentí que Robert se levantó de su lugar y ahora estaba a mi lado. Su mano subía y bajaba por mi espalda tratando de reconfortarme. Se inclinó más hacía mí e hizo que lo mirara.

-No, no tienes por qué sentirte culpable, mi amor. Ese imbécil es el que se está pasando de listo y te juro que se va a arrepentir. –me dijo volteando a ver a John desde nuestra mesa. Vi lo que miraba mal.

-No Rob, por favor, no vale la pena. Mira, vamos a seguir con nuestro almuerzo, no hay que dejar que ese tonto nos lo arruine. –le dije mirándolo- Anda, ¿sí? –insistí y Robert suspiró.

A pesar de todo, pudimos terminar nuestro almuerzo sin otro problema. Antes de salir del restaurante Robert volvió a dirigir su vista a John que no nos quitaba los ojos de encima. Yo le estaba dejando la propina al mesero cuando sentí que Robert me tomó fuertemente de la cintura y me pegó a él. -¿Qué estás hacien... -no me dejo terminar porque ya tenía sus labios sobre los míos. No puedo quejarme, los besos de Robert eran como tocar el cielo con las manos pero este se sentía... ¿Cómo explicarlo? ¿Más posesivo? No me resistí y correspondí, luego de que nos separamos comprendí el porqué de su repentino beso y el por qué lo había sentido de esa forma. Cuando levanté mi vista, me di cuenta que John había visto y contemplado toda la escena. No pude evitar sonreír ampliamente. Me di la vuelta y Robert entrelazó su mano con la mía y acto seguido, salimos del lugar.

***

Viernes

Al fin había llegado el viernes y con él, el termino del proyecto con Marubeni América. Hoy era el día de la develación de las casas matriz en New York y teníamos que salir temprano para llegar a tiempo.

Eran las 7:00 de la mañana cuando mi alarma sonó. El evento no sería sino hasta las 11:00, así que había tiempo suficiente. Mi giré en la cama esperando encontrar a Robert ahí para darle un beso pero no estaba. Me levanté de la cama para salir de la habitación y buscarlo pero al intentar salir, choqué con una de las cajas con mis cosas que aún no habíamos desempacado.

Todavía no terminaba de mudarme con Robert y a pesar de que la mayoría de mis cosas ya estaban en su casa, había algunas que aún no habíamos sacado de la caja. –Tenemos que terminar de acomodar esto este fin de semana. –dije mientras movía la caja a una esquina para evitar un accidente y luego salí de la habitación.

-¿Robert? –lo llamé un par de veces y no obtuve respuesta. Bajé hasta la sala y tampoco. Fui a la cocina y me lleve una gran sorpresa al verlo ahí, frente a la estufa con un mandil que le colgaba del cuello ya un poco sucio y miles de cosas que había utilizado para hacer lo que sea que estuviese preparando. No se había percatado de mi presencia porque cuando se dio la vuelta, se asustó y dio un ligero brinco mientras sostenía una espátula en sus manos.

-¿Qué haces despierta? Vas a arruinar la sorpresa. –dijo poniendo los ojos en blanco y sacándome de la cocina a empujones.

Yo reí antes su actitud. -¿Qué sorpresa? –pregunté intrigada.

-No puedes saber, vuelve a la cama y ahora lo sabrás. –me dijo señalando las escaleras y yo solo me crucé de brazos y él me miró negando con una sonrisa- Señorita Fisher, ¿puede hacerme el favor de regresar a nuestra habitación y esperarme arriba? No tardo. –dijo mientras me daba un beso en la nariz y salió corriendo directo a la cocina.

Yo me quedé ahí parada riendo por cómo había salido tan de prisa, cuando se asomó por el marco de la puerta. –Señorita Fisher, ya suba y no sea desobediente. –dijo señalándome con la espátula- Yo volví a reír pero lo hice caso y regresé a la habitación.

Pasaron cerca de cinco minutos cuando Robert entró con una charola donde estaba lo que parecía ser el desayuno. Levanté las cejas sorprendida y cuando vi que eran hot cakes recién hechos, fruta picada con miel y avena, café que olía maravilloso y jugo de naranja fresco. Y mi sorpresa aumentó al ver que los hot cakes tenían una velita encendida en el centro. Robert colocó la charola sobre la cama y me dio un beso en los labios, se sentó a mi lado y me abrazó. Ahora pasé de estar sorprendida a estar confundida.

-¿Qué sucede, Rob? –le pregunté luego de que se alejara un poco de mí tras corresponder el abrazo.

Él rió y mientras acomodaba un mechón detrás de mi oreja, habló. –Feliz cumpleaños, mi amor.

¡Era mi cumpleaños! Y, no lo recordaba, siempre se me olvidaba. -¡Oh Rob! –me tapé la boca con las manos- Yo no sé qué decir. Bueno, no recordaba que hoy era mi cumpleaños, -reí nerviosa- y esto es, muy dulce. Muchas gracias, te amo. –le dije intentando volver a abrazarlo pero él se alejó- ¿Pasa algo? –lo miré extrañada.

-Espera. –me dijo levantando su dedo índice y se giró unos segundos mientras buscaba algo en su pantalón. Ahora sí, ¡abrázame! –me dijo extendiendo sus brazos y sentí que mi corazón iba a explotar de la ternura. Robert se había colocado una naricita de payaso que encendía y apagaba.

Él levantó sus cejas repetidas veces y sonrió ampliamente mientras mantenía sus brazos abiertos. -¿No me vas a abrazar? –preguntó haciendo un puchero.

-¡TE AMO! –le dije y me lancé a él tan fuerte que estuvimos a punto de caer al piso.

Robert no dejaba de reír. –Ten cuidado amor, vas a arruinar tu desayuno. –me dijo mientras me abrazaba.

-Sí, lo siento. –reí- Es solo que, creo que este es el mejor cumpleaños que he tenido en toda mi vida.

-Y lo que te espera. –me dijo sonriendo de lado y la naricita de payaso seguía encendiendo y apagando- Vamos, sopla tus velas. No querrás comer hot cakes con cera. –rió.

-Claro. –dije acomodándome el cabello a un lado y acto seguido, sople las velas y Robert aplaudió.

-¿Pediste un deseo? –me preguntó.

-Sí. –contesté acercándome a él- ¿Quieres saber cuál es?

-No, porque luego puede que ya no se cumpla. –me dijo inclinando su cabeza.

-Pero es que mi deseo ya está pasando. –dije y él me miró sonriendo- Quiero pasar el resto de mi vida a tu lado. –dije y le di un beso sobre la naricita que seguía parpadeando.

-Ay, mi niña. Te aseguro que así será. –dijo y me besó.

***

Hola lectores hermosos. Les dejo esta primer parte de este capítulo, ojalá les guste. Mañana escribo el otro y lo publicó, va a estar bueno jajajaja. 💖👀😊

También voy a ver si puedo actualizar Londres y un misterio el martes. 💖👀😊

Sin nada más por el momento, me despido y les dejo un abrazo enorme. Nos estamos leyendo. ¡Los amo 3000! 💖👀😊

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