Capítulo XLVII: Más vale tarde que nunca: Luna de miel (parte 4)

Esa mañana me desperté con mucha energía y sumamente contenta. Estaba a tan solo algunas horas de dirigirme a la luna de miel que tanto esperaba disfrutar con Robert y estaba segura que sería un muy buen día, teníamos todo ya planeado.

Al incorporarme mejor en la cama, logré ver a Rob durmiendo plácidamente con una de sus piernas fuera del colchón y su cuerpo casi en la orilla, estaba a nada de caerse. No logré evitar reír y juro que traté de ayudarlo, pero lo que sucedió fue que al tratar de jalarlo hacía mí, él se movió de forma brusca y terminó cayéndose directo al piso, llevándose un buen golpe, o fue lo que supuse al escuchar el sonido del impacto. Reí con más fuerza y me acerqué a la orilla de la cama y lo vi ahí, haciendo una mueca de dolor y pasando su mano por su espalda que había sido la que recibió con más fuerza el golpe.

-¿Por qué desde que dormimos en la misma cama termino cayéndome de ella en las mañanas? –preguntó, todavía frotando su mano contra su espalda.

Yo reí al verlo y aún estando sobre el colchón, me acosté boca abajo y recargué mi mentón en las palmas de mis manos observando cómo se levantaba con una sonrisa en las los labios. –Eso te pasa por moverte tanto al dormir, no quieras hacerme ver a mí como la culpable porque estoy muy segura que cuando eras soltero, también te dabas tus buenos golpes. –reí con más fuerza y Robert se acercó a mí, recargando sus manos en la orilla del colchón y acortando la distancia de nuestros labios entre sí mientras soltaba una dulce y suave risa.

-No puedo contradecirte, ya que no te equivocas. Me he caído varias veces de la cama, pero ahora que soy un hombre casado, tengo un pretexto para volver responsable a mi esposa por mi alocada forma de dormir. –al lograr rozar sus labios con los míos, dejó un exquisito beso que correspondí al instante, haciéndolo sonreír- Aunque, también prefiero hacerte responsable de otra cosa, señora Fisher de Downey... –me dijo con un tono de voz seductor y al mismo tiempo que mordía mi labio, volvió a subirse a la cama.

En el momento menos esperado, ya estábamos los dos sobre el colchón: Robert sobre mí, acorralándome entre el colchón y su cuerpo y yo debajo de él, enredado mis brazos en su cuello y mis piernas en su cadera mientras disfruta de su boca y de las caricias que repartía por mi cuerpo cubierto por la delgada tela de la pijama que llevaba puesta. Su boca paso de la mía a estar en mi cuello y de ahí a mi pecho y mientras sus manos acariciaban mis piernas, yo acariciaba su abdomen desnudo, ya que él acostumbraba solo dormir con un pantalón de franela holgado. Mis manos dibujaban su torso y al abrazarlo, acaricié sus hombros y su espalda al mismo tiempo que él volvía a juntar su boca con la mía.

Hubiésemos hecho lo que queríamos en ese instante de no haber sido porque el timbre de la casa sonó. Abrí los ojos y en medio de jadeos, trataba de llamar la atención de Robert pero él estaba sumamente concentrado besando mi cuello.

-Rob... Robert, mi amor... Está... está sonando el timbre... Ahhhh... –un leve gemido se escapó de mis labios al sentir que la boca de Robert había hecho una marca en mi cuello que a pesar de no haberla visto todavía, estaba segura que no desaparecería en un tiempo. 

-Podemos desistir de abrir. –me susurró al oído y me mordí el labio ante su propuesta, pero debía declinar.

-Rob, probablemente sean Sara y Marcus, ¿recuerdas que ayer lo invitamos a la casa para que se quedaran aquí con Hannah hasta que nos fuéramos? –le pregunté en medio de otro jadeo.

Robert gruñó, sabía que estaba ansioso por volver a estar juntos, y a decir verdad yo igual pero debíamos esperar, solo un poco más, en Italia sería diferente. A regañadientes se alejó de mí y al dirigir su vista a mi cuello, cubrió su boca con su mano tratando de ocultar la risa que se escapó de su boca. Yo rodé los ojos mientras me arreglaba un poco la blusa de la pijama, sabía perfectamente qué era lo que le había parecido divertido. Me bajé de la cama y fui al baño y sí, justo debajo de mi oreja estaba una evidente marca que Robert había hecho hace unos momentos con su boca. Solté un suspiro profundo y al girarme, me encontré con Robert observándome desde la puerta del baño con sus manos en las bolsas de su pantalón y sonrisa divertida. Por mi parte, yo me crucé de brazos y lo miré alzando una ceja.

-¿Te parece divertido esto? –le pregunté señalando la marca con mi dedo.

-Un poco, sí, pero me agrada más la idea de dejarte más marcas así. –me guiñó un ojo y yo negué con la cabeza con una sonrisa.

Caminé hasta él y dándole un fugaz beso en los labios, también le brindé un guiño. –Deberás esperar hasta que estemos en tierras italianas, cielo. –salí del baño y justo antes de alejarme lo suficiente de vuelta a la habitación, le di una nalgada, haciendo que se sobresaltara pero al instante, rió de nuevo.

En ese momento, el timbre volvió a sonar y me asomé por el balcón, logrando ver a Sara y Marcus parados frente al pórtico de la casa. Los llamé y al instante, ellos dirigieron su vista hacia arriba, sonriendo al verme. Les hice señas de que ya bajaba a abrirles y al regresar a la habitación, me dispuse a cambiarme rápidamente para bajar a recibirlos. Robert hizo lo mismo y cuando estuvo listo, fue a la habitación de Hannah para prepararla también.

Unos minutos más tarde, Sara, Marcus, Robert, Hannah y yo nos encontrábamos en la cocina, preparando algo para el desayuno.

***

El resto del día la pasamos tranquilamente. Después de que Robert y yo volviéramos de una visita rápida a la empresa para verificar que todo estuviera como debería y que Christian, la persona que habíamos elegido para estar al frente de Downey Architecture & Design mientras nosotros no estábamos no tuviera ninguna duda de las actividades que debía desempeñar en las próximas dos semanas, fuimos a comprar algunas cosas al supermercado. También, terminamos de preparar nuestras maletas y justo después de terminar de comer el sushi que habíamos comprado de camino a casa, revisamos la hora y nos dimos cuenta que ya eras las 6:00 de la tarde. Rob y yo debíamos estar listos, ya que nuestro vuelo salía esa noche a las 8:00 y ya no teníamos nada que perder.

***

-Recuerda que le gusta comer papilla de mango antes de dormir y también te deje una maleta preparada con toda su ropa, está limpia. –le dije a mi mejor amiga antes de entregarle a Hannah.

-Cualquier cosa, llámenos por favor, ¿de acuerdo? –le preguntó también Robert.

Nos encontrábamos en la sala de espera donde debíamos aguardar a nuestro vuelo, Marcus se había ofrecido a traernos en su auto para evitar tener que utilizar el de Robert o el mío y luego tener que devolverlo a la casa y ellos asentían a todo lo que les decíamos. Por fuera de la sala donde nos encontrábamos, se veía la pista de los aviones, donde logramos ver con un par de vuelos despegaban y aterrizaban respectivamente y algunas personas con bastones de luz guiando a los pilotos.

-Oigan, relájense. Solo se irán dos semanas, pueden estar seguros que Hannah estará de maravilla con nosotros. –comentó Sara con diversión- ¿No es así, preciosa? –se dirigió a Hannah y esta al escucharla, empezó a reír y extendió sus brazos hacia ella, indicando que quería ir a sus brazos- Eso es, corazón. Ven con tu tía Sara, deja que tus padres vayan a Italia a hacerte un hermanito. –dijo dándole un beso a Hannah en su mejilla y Robert, Marcus y yo reímos ante su comentario.

-Oh, vamos Sara, eso no va a pasar. –reí rodando los ojos y Robert asintió con media sonrisa.

-Por ahora. –dijo Marcus entre dientes y los cuatro volvimos a reír.

En ese momento, escuchamos que por la cabina, llamaban a los pasajeros del vuelo 040465 con destino a Florencia, Italia. Robert y yo nos miramos por unos instantes como si ya no estuviéramos seguros de irnos. Luego, sentimos como Sara y Marcus nos empujaban tratando de hacer que empezáramos a caminar. Ambos soltamos un suspiro y decidimos darles el voto de confianza a nuestros amigos, después de todo se lo habían ganado; así que, tomando nuestras maletas y entrelazando nuestras manos, Robert y yo nos dirigimos hacia el sitio de abordaje, no sin antes dejar miles de besos en el rostro de nuestra pequeña hija.

La mujer que estaba recibiendo los boletos de abordaje no tardó mucho en atendernos, sello nuestros boletos y nos indicó que siguiéramos el camino al frente hasta abordar el avión. Cuando estuvimos a solo unos pasos de subir al avión, nos giramos un poco para poder ver a Sara y Marcus todavía en la sala de espera que nos despedían moviendo sus manos de un lado a otro y con Hannah en los brazos de Sara que había caído rendida ante el sueño. Sonreímos al ver la escena e imitando el gesto de ellos, también los saludamos desde las escaleras del avión y segundos después, nos adentramos en él.

Robert y yo caminamos siendo guiados por una azafata hasta la parte delantera del avión, donde se encontraba la primera clase. De forma amable, ella nos mostró nuestros asientos y después de ofrecernos algo de beber y salir de la escena prometiendo volver con un una botella de vino y un par copas y de que guardaran nuestras maletas en el equipaje, Rob y yo nos acomodamos en nuestros cómodos asientos.

-Mira, puedes descansar los pies con esto. –me indicó Rob, señalando una pequeña palanca al lado de mi asiento que al accionarla, levantaba una especie de cojín debajo del mi asiento, lo que permitía, efectivamente, descansar los pies.

-Oye, esto está muy bien, muchas gracias. –sonreí y acomodé mis pies en el suave cojín que se había desplegado.

-Si quieres también puedes acomodar el asiento. –sonrió y me dio un beso en la mejilla para después, también accionar la misma palanca en su asiento y también acomodar sus pies.

En ese instante, la misma amable azafata regresó, trayendo con ella una charola plateada donde sostenía una botella de vino tinto y dos copas de cristal. Nos las entregó y sirvió a cada una, una generosa cantidad de vino que desprendió un delicioso aroma a uva.

-¿Puede dejar la botella con nosotros, señorita? –le preguntó Robert a la azafata y ella asintió.

-Qué tengan un buen viaje. –nos sonrió y se fue a atender a los otros pocos pasajeros que se encontraban en la misma sección de primera clase.

-Muchas gracias, señorita. –le agradecí y me acomodé mejor en mi asiento, quedando frente a Robert.

-¿Brindamos, querida? –me preguntó de forma coqueta, levantando una ceja y con media sonrisa dibujada en su rostro.

-Brindemos, amor. –sonreí y ambos chocamos nuestras copas, haciendo resonar su característico sonido.

-¿Por qué pediste que nos dejaran toda la botella, Rob? ¿No te parece mucho? –le pregunté frunciendo el ceño, alejando un poco la copa de mi boca.

-No pienses, bebe. –él rió y volvió a chocar su copa con la mía, haciéndome sobresaltar un poco pero hice lo que me dijo. Después de que él le diera un trago a su copa, volvió a hablar- Y respondiendo a tu pregunta, no. No me parece que sea mucho o demasiado porque considero y es más, estoy seguro que nos merecemos este tiempo juntos, fue algo que no tuvimos y ya vamos llegando a casi dos años casados. –exclamó sonriente y yo hice lo mismo.

-Tienes un buen punto. –sonreí y deje la copa a un lado para poder tomar el cuello de la camisa de Robert y acercarlo a mí. Por un momento, lo tomé por sorpresa, pero al instante sonrió y también dejo su copa a un lado- Además, necesito que cumplas lo que me dijiste. –sonreí sobre sus labios y él se acortó más la distancia de nuestras bocas.

-¿Qué? ¿Qué te iba a amar a la italiana? –me preguntó en medio de un beso.

-¿Me ibas? –reí, saboreando su boca que ahora tenía un ligero toque a uva por el vino.

-No, mi vida. Te voy a amar a la italiana. –rió y me besó con más intensidad haciendo que mi asiento se inclinara demasiado hacía atrás.

Yo sonreí y acepté gustosa en beso. En ese momento, sentimos que el avión estaba despegando. Esto apenas iba empezando y estaba completamente segura que esta sería una luna de miel maravillosa.

***

Buenas noches, lectores hermosos. Ya estamos cada vez más cerca de estar en suelo italiano. ¿Qué les parece? ¿Y qué les parece este Robert todo cariñoso y romántico? Jajajaja, está haciendo su lucha, ya tiene ganas de hacer el... ustedes saben. :3

Disculpen si me he tardado un poco en actualizar, con la uni y mi trabajo ando a full, pero saben que escribir es una de las cosas que más amo hacer, así que no lo voy a dejar y aquí me van tener, compartiendo mis tonterías con ustedes. :3

Espero les haya gustado este capítulo y de una vez les aviso que ya estoy trabajando el el epílogo de Londres y un misterio, cerrando esa historia, las actualizaciones de Más divino que imposible ya serán cada semana (o eso intentaré) Recuerden que los amo mucho y nos estamos leyendo pronto. Abrazooo. X3 

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