Capítulo XLI: La odisea de Robert (parte 4)
Narra Robert
Pasados unos minutos, Ethan estacionó el auto frente al hotel frente a nosotros, del cual supimos su existencia unos minutos atrás.
A pesar de verse algo reducido en espacio, parecía ser acogedor y abrigador y era justo lo que necesitábamos ya que se aproximaba una tormenta, cosa que había notaba desde que estábamos en Alabama. Cuando escuché que mi extraño compañero de viaje quitó las llaves del auto y abrió su puerta, giré mi vista del mapa que observaba en mi teléfono para verlo a él.
-¿Puedes ir a ver cuánto cuesta la noche? –le pregunté y él asintió al instante- Gracias. –respondí, regresando mi vista y atención a la pantalla de mi teléfono.
Vi que Ethan caminó con esos extraños pasos hacía la recepción del hotel y lo seguí con la vista, notando cómo empezaba a hablar con la mujer que lo atendió. Entrecerré los ojos para tratar de descifrar qué era lo que Ethan y la mujer del hotel hablaban, pero era bastante complicado, la distancia del auto a la entrada no me ayudaba mucho y además, mi vista ya estaba cansada de todo el día. Solo me dediqué a seguir observando y me di cuenta que la mujer despedía a Ethan y a los segundos, él salió del hotel, regresando al auto.
-Dime que vienes a decirme que me baje porque ya tenemos habitación. –sonreí de lado.
-Ay, lo siento pero, no es eso lo que te voy a decir.
-¿Entonces, qué vienes a decirme? –volví a preguntar confundido.
-Que no podemos quedarnos en el hotel porque, no tengo dinero para pagar la habitación. –Ethan me miró haciendo una mueca de disculpa.
Ladeé la cabeza y salí del auto, azotando la puerta al cerrarla. –¿Cómo que no tienes dinero para pagar la habitación? –repliqué, mirándolo con incredulidad y algo molesto.
-Pues, es así. O sea, si tengo dinero todavía, pero no me alcanza. –se encogió de hombros.
-Ajá. –musité con sarcasmo, moviendo mi lengua de un lado a otro en el interior de mi boca- ¿Y se puede saber cuánto dinero tenías contigo? –le pregunté, colocando una mano en mi cintura y la otra sobre el auto.
-Pues, tenía $300 dólares en efectivo, nada más. –dijo, acomodando su cabello.
-¿Y qué les pasó a esos $300 dólares, Ethan? –estaba empezando a desesperarme.
-Los gasté en mi medicina, ¡duh! –me dijo moviendo la cabeza, como si fuese la explicación más lógica y comprensible del mundo.
Rodé los ojos algo exasperado. –Bien, ¿y cuánto dinero te quedó luego de comprar tu "medicina"? –pregunté, haciendo comillas con los dedos.
-$100 dólares. –contestó Ethan simple.
No lo podía creer, este hombre iba acabar conmigo y ni siquiera teníamos un día de habernos conocido. Me pasé ambas manos por el rostro con evidente frustración, dejándolas ahí unos segundos buscando una forma de tranquilizarme y no golpear al hombre frente a mí. Comencé a inhalar y exhalar unas cuantas veces.
-¿Robert? ¿Estás bien? –preguntó Ethan, rodeando el auto para llegar hasta mí.
Alejé las manos de mi rostro para dejarlas caer sobre el techo del auto, causando un sonido estruendoso sobre este, acción que hizo que Ethan se sobresaltara un poco. Lo observé unos momentos y cerré los ojos al mismo tiempo que mis puños, apretándolos fuertemente.
-¿Cómo quieres que esté bien? ¡¿Cómo?! Dios mío, Ethan. ¡Te gastaste $200 dólares en comprar marihuana! ¿Cómo puedes ser así de irresponsable sabiendo que vengo contigo, que necesitamos llegar a New York, que el dinero era necesario para hospedaje, gasolina, tal vez algo de comida? ¡Maldita sea! –le grité volviendo a golpear el auto con una mano- ¿De verdad tienes 23 años? ¡No, no lo creo! Pareces un niño mal criado de 15 años, no te comportas como el adulto que eres, ¡eres un despreocupado irresponsable!
-Entiende que no solo es marihuana, es medicina, Robert. –exclamó con seriedad, como si de todo lo que le había dicho, eso hubiese sido lo peor.
-¡Es una estúpida droga, Ethan! Eso es lo que es esa porquería. ¿Si te puedes callar? –suspiré cansado- ¿Ahora que vamos a hacer? ¿Qué voy a hacer? ¿Cómo voy a llegar con _________? –comencé a preguntarme en voz alta, mientras me recargaba en el auto, deslizándome hasta llegar al piso.
-¿Qué vamos a hacer, Robert? –me preguntó de nuevo Ethan, sentándose a mí lado.
-No lo sé. –volví a suspirar, llevándome una mano a la frente. Estaba ya demasiado cansado como para seguirle gritando o discutiendo con él.
Ethan también suspiró y luego ambos nos quedamos callados, mirando a la nada. En ese momento, una gran idea me llegó a la mente.
-¿Qué tal si le llamó a ___________ para que te deposité dinero a una de tus tarjetas? –le pregunté a Ethan, al mismo tiempo que chasqueaba los dedos. Me sentía iluminado- Porque, quiero pensar que si tienes alguna tarjeta de débito o algo así, ¿no? –le pregunté arqueando una ceja.
-Claro, claro. Mira... –fue cuando me mostró su billetera y una tarjeta de débito- ¿Ya la viste? Ahí está. –me dijo sonriente, señalando la tarjeta con su dedo.
-Sí, Ethan, ya la vi. –le dije simple, levantándome del piso donde estaba sentado y él me imitó- Dime, ¿crees que puedas hacer algo tan sencillo como ir de nuevo al hotel y preguntarle a la mujer que te atendió si hay un Western Union por aquí cerca sin fracasar en el intento? –le pregunté observándolo con una mano en el mentón.
-Claro, sin problema. –asintió.
-¿Ves? Esto es ser adulto, resolver los problemas. –exclamé- Ahora ve y consigue la información que te pedí.
Ethan caminó de regreso al hotel y mientras lo observaba, puse los ojos en blanco y negué con la cabeza, mirando al cielo. –Dios, no me vayas a dejar solo con este tipo, por favor.
***
La mujer del hotel le había comentado a Ethan que a unos minutos de distancia del lugar, se encontraba un establecimiento de Western Union y que se podía llegar a pie. Me pareció maravilloso, así que sin perder más tiempo, nos dirigimos al destino.
En el camino, llamé a ___________ para pedirle si me podría ayudar. Así que, luego de marcar a su número y esperar unos cuantos tonos, contestó.
-¿Cielo? –escuché su voz.
-¡Hola, mi amor! –respondí con una sonrisa- ¿Cómo estás?
-Bien, Rob. ¿Qué tal tú?... Espera, ¿por qué me llamas a esta hora? ¿Pasa algo? –preguntó _________ con un leve tono de preocupación.
-No, amor. No pasa nada malo. –me aclaré la garganta- Pero, te llamo para ver si me podrías hacer un favor...
-Claro, ¿qué necesitas?
-¿Podrías ir a Western Union a depositar $1,000 dólares a la cuenta que te voy a proporcionar? El dinero ya sabes dónde está.
-Sin problema, Rob, ¿pero ya quieres que haga el depósito? –preguntó de nuevo _________.
-Sí no es mucha molestia, por favor. –sonreí de lado.
-Bien, salgo ahora mismo. Pásame la información de a quién le voy a depositar... –me dijo simple y al instante le proporcioné los datos de la tarjeta de débito de Ethan- Ajá, ajá... Bien, ya lo tengo. –me confirmó.
-Muchas gracias, mi _________ hermosa. Te amo. –suspiré- No sabes de la que me has salvado y discúlpame por hacerte salir a esta hora y en el estado en que te encuentras. –me sentí un tanto afligido.
-De nada, mi Robert hermoso. –rió ella también- Y no te preocupes por eso, me sirve para tomar un poco de aire fresco nocturno. Pero dime, ¿seguro que estás bien? –preguntó de nuevo.
-Muy bien, mi amor, Tranquila. Te amo, ya casi llego con mis dos amores. –le dije mandándole un beso por el teléfono.
-Vale, amor. ¡Yo también te amo! Devuélveme la llamada en unos 20 minutos, seguro a esa hora ya está el depósito.
-Perfecto, amor. ¡Muchas gracias!
En ese momento, cortamos la llamada y sentí una mirada fija en mí. Me giré y encontré a Ethan observándome detenidamente. Fruncí el ceño ante su mirada penetrante.
-¿Qué? –le pregunté extrañado.
-Eres muy lindo con tu esposa. –me dijo sonriendo.
Yo sonreí de lado. –Es que ella se merece eso y más.
***
Unos 20 minutos más tarde, entramos al lugar, siendo recibidos por una campanilla que se activó justo cuando cruzamos la puerta. Eran cerca de las 8:00 de la noche. Tanto Ethan como yo nos acercamos a la ventanilla de servicio en donde un hombre con cara de pocos amigos era el que atendía.
-¿Qué tal? Buenas noches. –hablé llamando la atención del hombre que solo me dedicó una mirada hostil. Levanté las cejas y me acomodé la corbata luego de aclarar mi garganta para volver a hablar- Venimos a recoger un depósito que se hizo a nombre y cuenta de este hombre. –le dije, señalando a Ethan.
-Ajá. –contestó el hombre sin mirarme- Necesito una identificación con foto para verificar que sea realmente la persona a quién le enviaron el dinero.
-Claro. –asentí- Solo deme un momento. –dije y saque de nuevo mi teléfono para llamar a __________.
-¡Hola, cielo! Ammmmm, ¿ya pudiste hacer el depósito? –pregunté.
-Hola, Rob. Sí, justo ahora acabo de salir de ventanilla.
-Perfecto, ¡muchas gracias, te amo, te amo, te amo! –le dije contento y escuché a __________ reír.
-Yo también te amo, Rob. Cuídate, ya quiero verte.
-Y yo a ti. –le respondí ilusionado y colgamos la llamada. Luego, me dirigí a Ethan- Ya está el depósito. Son $1,000 dólares. –le dije y él asintió- ¿Tienes tu identificación a la mano?
Ethan buscó entre su cartera y sacó su identificación, al instante, se la mostró al hombre detrás de la ventilla. Este la tomó y empezó a revisar que todo coincidiera. Después de unos instantes, regresó su vista a nosotros.
-El nombre de la identificación y el nombre de la persona a quien se le hizo el depósito en el sistema no coinciden. Lo siento. –dijo simple y le regresó la identificación a Ethan.
-¿Cómo que no coincide? –pregunté extrañado.
El hombre suspiró fastidiado. –El nombre de la persona a quien le hicieron el depósito es Ethan Tremblay, y el nombre que aparece en la identificación es Desmond Miles.
-¿Eh? –pregunté más confundido todavía, Ethan no decía nada, por lo que le arrebaté la identificación de sus manos y efectivamente, el nombre no era el mismo- ¿Nos disculpa un momento? –le pregunté al hombre en la ventanilla que solo asintió y desvió la vista, luego me dirigí a Ethan- ¿Y esto qué significa? –le pregunté una vez que estuvimos algo lejos de la ventanilla para no ser escuchados.
-Es que mi identificación está registrada con mi nombre artístico. –rió simple- Pero, sí soy yo.
Rodé los ojos. –Obvio que eres tú, es la misma cara de tonto. –dije negando y él solo achicó los ojos mirándome fijamente- El problema es, ¿cómo vamos a hacer que este hombre malhumorado acepte que hagamos la transacción? ¿No tiene otra identificación con tu nombre real?
Ethan asintió sonriente y de nuevo buscó en su cartera, sacando de esta una foto bastante grande a blanco y negro, de él mismo, con su firma hecha a mano donde decía su nombre real. Volvimos acercarnos a la ventanilla y se la mostró al hombre por el cristal de la ventanilla y este parpadeó unos segundos y luego suspiró.
-Eso no es una identificación oficial. –resopló- Cualquiera puede tomare una foto y firmarla como más le convenga.
-Sí, pero... –intenté hablar, pero de nuevo me interrumpió.
-No, no se puede hacer. Así que será mejor que vengan mañana, ya es mi hora de salida y tengo una reservación en un restaurante con mis amigos esta noche. –dijo firme, sin mirarnos mientras comenzaba a limpiar su estación de trabajo, apagar su computadora y recoger sus cosas, dispuesto a irse- Ya regresé la transferencia a su punto de origen.
-¿Me está diciendo que el día de mañana tengo que hacer que mi esposa embarazada vuelva a Western Union a hacer de nuevo el depósito? –pregunté consternado.
-Sí bueno, ¿qué le vamos a hacer?
-Oiga, Señor, escúcheme bien, por favor. Necesito ese dinero porque si no vuelvo a New York en las próximas horas me perderé el nacimiento de mi hija. –dije en tono suplicante, mientras me ponía de rodillas y juntaba mis manos en señal de compasión- ¡Además, todavía no es su hora de salida, todavía quedan unos minutos! ¡Es la misma cara del sujeto! ¡Por favor!
-¡Ya me fui! –en ese instante se escuchó un portazo, indicando que el hombre se había marchado- ¿Por qué? ¿Por qué me pasa esto a mí? –sentía unas ganas inmensas de llorar y Ethan se acercó a mí, tocando mi hombro.
-Tranquilo, ¿resolveremos esto, sí? –me dijo en un tono tranquilo, tratando de hacer que me calmara.
-Eso espero, y me lo debes, porque por tu culpa ahora tendremos que dormir esta noche en el auto. –contesté aún estando de rodillas en el piso- Mírame, me humille para nada. La única vez que me había puesto de rodillas fue cuando le pedí matrimonio a __________. No puedo creerlo, qué vergüenza. –dije soltando un suspiro, pasando una de mis manos por mi cabello.
Ethan me ayudó a incorporarme En el momento en que salimos del lugar, llegó un guardia, que supuse es el que se encargaría de cuidar el establecimiento esa noche. De nuevo regresamos al auto a paso rápido, ya que en el cielo comenzaron a verse algunos relámpagos, indicando que la lluvia no tardaba en caer y justo cuando estuvimos dentro y luego de hablar unos minutos y decidir que yo dormiría en el asiento de atrás y Ethan en el de adelante, las gotas comenzaron a caer del cielo. Nos dispusimos a dormir. Sería una noche larga, ya que los incesantes ronquidos del hombre delante de mí, no me dejarían cerrar los ojos en toda la noche.
***
Buenas noches, lectores hermosos. Acá les dejo un nuevo capítulo de la desastrosa aventura que Robert está viviendo al lado del algo insoportable y descuido Ethan Tremblay. Todavía quedan unas cosillas más que le van a pasar a este extrañamente compatible par antes de llegar a New York, pero no se preocupen, Robert estará bien. X3
En fin, me despido agradeciendo como siempre su apoyo, recuerden que los amo 3,000 y nos estamos leyendo pronto. Abrazoooo. :3
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