Capítulo XIV: El viaje a New York//parte 4 (última) +18
ATENCIÓN: Este capítulo tiene contenido ALTAMENTE EXPLÍCITO así que si te incomoda o no deseas leerlo salta a partir de la parte indicada +++++18++++
Al regresar al hotel, nuevamente un chico del valet parking se llevó el carro de Robert para estacionarlo y él y yo subimos a nuestra suite.
Entre risas y besos que ya estaban empezando a ser un poco más intensos que de costumbre subimos en el elevador, cuyas puertas al abrirse nos dieron salida al pasillo donde se encontraba nuestra habitación. Caminamos hasta llegar a la puerta, Robert me dejo pasar primero y así lo hice y justo detrás de mí entró él cerrando la puerta la cual, pude notar al girarme para verlo, que le había colocado el seguro.
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-¿Acabas de ponerle seguro a la puerta? .pregunté cruzándome de brazos mientras lo miraba sonriendo.
-Sí, lo hice. ¿Pasa algo con eso? –me dijo con una sonrisa y mirada inocentes pero acercándose a mí lentamente.
-No, bueno... no, en realidad no. –contesté un poco agitada y sentí mi pulso latir fuertemente. Robert seguí caminando hacia mí y por cada paso que daba hacia delante, yo retrocedía los mismos, cosa que ya no puede hacer porque quede acorralada contra una pared de la habitación.
Robert tomó mis muñecas entre sus manos pegándolas a la pared y juntando cada vez más su cuerpo con el mío. Sus labios ya estaban a milímetros de los míos y podría sentir su respiración acelerada. -_______, si no quieres que esto suceda, está bien y puede ser en otro momento, yo haré lo que tú me pidas. ¿Estás segura de esto?
-Yo fui la que empezó, claro que estoy segura. –sonreí y mordí su labio y él soltó un peuqeño gemido- Yo no voy a arrepentirme ¿y tú? -le pregunté devolviéndole la responsabilidad a él ahora expectante a una respuesta de su parte, en cambio Robert rió.
-Cariño, yo no me arrepiento de nada. -dijo al fin con una media sonrisa antes de cortar totalmente la poca distancia que separa nuestros labios y sin pensarlo dos veces me besó, no podía explicar cómo anhelaba el sabor de sus labios, el sentimiento que generaba tenerlo cerca de mí, era aterrador de solo pensar lo mucho que necesitaba besarlo, sentirlo, estar cerca de él. Con las palmas de mis manos exploré su pecho suavemente mientras que sus labios se unían al unísono con los míos- No tienes idea de todo lo que me has hecho... -susurró como si hablara para sí mismo pero aun así pude escucharlo.
-Y tú a mí... -le respondí acariciando su cabello oscuro y suave para luego bajar mis manos a los pequeños botones de su camisa para comenzar a desabotonarlos y así proceder a deshacerme de su camisa que cayó directamente al suelo. Perfecto se quedaría corto a la hora de describirlo, además la manera como me miraba en ese momento me hacía hervir la sangre.
-¿Estás segura de esto? -me preguntó de nuevo.
-¿Cuántas veces planeas preguntármelo? -le dije rodando los ojos, haciéndolo sonreír.
-Solo quiero que sepas dónde te estás metiendo, corazón. Dijiste que querías jugar con fuego y, aunque fuera solo un poco, te advertí que puedes quemarte. -agregó con un hilo de voz.
-No tengo cinco años Robert... Además como ya te dije, yo lo empecé y tú me dijiste que quería que terminara, ¿no? -le respondí deslizando mis dedos por su pecho, haciéndolo reír con mi comentario.
-Tienes razón. –me contestó divertido volviendo a besarme de manera un tanto más agresiva- Y yo soy el que más desea que termine el juego que empezó, señorita Fisher. –dijo burlándose mientras volvía besarme, demonios... era adicta a sus labios; sus caricias por otro lado, se fueron desviando por mi espalda hasta llegar al inicio del cierre de mi vestido, el cual no tardó en bajar por completo.
-¿En serio, señor Downey? -le pregunté volviendo a besarlo mientras tomaba su cortaba quitándosela delicadamente acercándome más a él y pateando a un lado el trozo de tela que estaba ya en el piso, sentía su sonrisa entre los besos mientras sus brazos hacían lo posible para acercarme y eliminar el espacio existente entre los dos, en algún lado de mi subconsciente sabía que no estaba del todo bien, pero el resto de mí decidió obviarlo por completo en el momento en el que desabroche sus pantalones.
Su lengua se abría paso en mi boca a la vez que un pequeño gruñido se escuchaba de su parte, podía vivir escuchando sus pequeños sonidos, podía morir mirando la manera como sus ojos café llenos de deseo me quemaban la piel.
-Creo que esto está en el medio. -me recordó con la respiración algo acelerada, hablando de una ligera camiseta transparente la cual todavía estaba llevando, pero no por demasiado tiempo porque a él no le tomó más de dos segundos deshacerse de ella, lanzándola a través de la habitación- Mucho mejor... -agregó con una sonrisa dirigiendo su mirada a mi pecho haciéndome ruborizar por completo en un segundo- eres adorable cuando te sonrojas... -susurró a mi oído prosiguiendo con un pequeño beso en mi mejilla y luego mi cuello.
Antes de que pudiera hacer algo lo próximo que supe era que estaba en los brazos de Robert que me llevó a la enorme cama del medio de la habitación, donde me puso con cuidado sin separar sus labios de los míos, quedando así sobre mí.
No podía contener la anticipación, la manera como mi respiración estaba agitada y el corazón a punto de salir disparado de mi pecho. Las manos de él recorrían mi cuerpo lentamente, quizá demasiado lento a un paso casi torturador, podía sentir el calor que irradiaba de su piel y como sus labios hambrientos no se separaban de los míos, antes de saberlo con un movimiento rápido de su mano derecha desabrochó mi brasier y lo mandó volando con el resto de la ropa en el suelo, sus labios de inmediato se dirigieron a mi pecho, trazando pequeños círculos con su lengua sobre mi piel, haciéndome gemir mientras mis manos se deslizaban por su espalda, podía sentir el bulto proveniente de su entrepierna a través de la tela de sus boxers negros que se interponía en el medio del camino. Mis manos bajaron hasta el borde de la tela de su ropa interior para bajarlos pero él me detuvo.
-Tú primero-. Me dijo con una risita infantil bajando sus besos por mi vientre hasta llegar al borde de mis pantys y deslizarlas con su boca lentamente hacia abajo, el calor de su aliento rozaba mis muslos hasta que sentí como sus labios se acercaron a mi femineidad logrando que una descarga de sensaciones recorriera mi cuerpo como si de electricidad se tratara.
-¡Robert!... -exclamé sin poder contener más las palabras dentro de mí garganta ni la manera como mi cuerpo se estremecía bajo su tacto completamente a su merced.
-Shhh... alguien va a escucharte. -se burló separándose un poco de mí para al fin descartar su propia ropa interior, tuve un momento para apreciar cada parte de su cuerpo, el verlo así frente a mí era indescriptible, podía provocar los pensamientos más salvajes en mi mente con solo mirar su cuerpo- Es broma, quiero que todos te escuchen... -susurró con una sonrisa, dirigiéndose a la pequeña mesita de noche junto a su cama para ir por un preservativo, luego volvió a mi lado para colocarse sobre mí solo para besarme.
-Ya basta de juegos. -le dije con la voz entrecortada- Te necesito ahora Rob... -supliqué acariciando su rostro, solo para que su caricias bajaran a mi vientre haciéndome casi desfallecer- Por favor... -agregué en un hilo de voz.
-Así me gusta, que supliques pequeña. -respondió él, era un completo cínico y torturador... y yo... estaba amando cada segundo de ello. Fue entonces que al fin entró en mí, mi piel se erizó por completo y me perdí al instante en la sensación de éxtasis absoluto que me provocó, nunca nadie me había hecho sentir algo así. La habitación no tardó en llenarse de nada más que gemidos, gruñidos y palabras obscenas, mientras que él cada vez aceleraba más el paso. Yo estaba perdida en su voz, en sus caricias, en su cuerpo... En él hasta que alcancé el clímax por completo sintiendo que moría y revivía directamente en sus brazos. Con un gemido de mi nombre entre sus labios, su cuerpo también colapsó sobre el mío batallando por recuperar la respiración.
Luego de unos minutos pude volver a la realidad aun intentando calmar mis palpitaciones que estaban a mil, Robert se acomodó a mi lado rodeándome con sus brazos.
-No tengo palabras...yo... -iba a decirle pero él me interrumpió.
-Eres perfecta ______. -me dijo completamente perdido en mis ojos, acercándome más a él para que me recostara en su pecho.
-Nunca había sentido algo así. -confesé jugando con su cabello rizado mientras lo miraba, así completamente vulnerable junto a mí.
-Yo tampoco. -respondió él y luego me dio un cálido beso en la frente, ambos nos quedamos en silencio un rato, mirando el techo decorado de la habitación, cubiertos por las sábanas de algodón, uno junto al otro.
-Eres como mi fruto del Edén, como una manzana prohibida que ahora dejo de serlo y puedo disfrutarla sin culpa alguna. –agregué bromeando un poco con una ligera sonrisa en los labios.
-Linda, desde aquel día que entraste a mi oficina y te vi ahí con esa sonrisa, pensé lo mismo, serías como mi dulce perdición. -respondió Robert riendo dulcemente.
***
Holaa. ¿Qué les pareció esto, eh? Le había dicho que cerraríamos con broche de oro. 💕💖👀 Bueno, esta es la última parte del viaje a New York (no de la historia eh). Como siempre espero sus comentarios bellos que me hacen feliz y nos estamos leyendo. Un abrazo. 💖
P.D: Les dejo su regalo como siempre.
Te quiero de una forma tan especial que no hace falta ni verte, ni tocarte para que mi cariño crezca. Basta con cerrar los ojos y saber que existes.
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