Capítulo XIII: El viaje a New York//parte 3
Hola lectoras hermosas, disculpen si no actualicé ayer. Supongo que notaron que Wattpad estuvo fallando y más con los escritores, no nos dejaba publicar y, por obvias razones no puede actualizar. Pero ya está aquí y listo para que lo disfruten. Las dejo leer. 😊👀💖
Robert
Pasaba de la media noche y yo no podía dormir. Era en parte por el entusiasmo de pasar el día con ______, solo ella y yo, pero había una idea que no dejaba de darme vueltas en la mente.
Un par de días antes de venir con ______ a New York, a la hora que ya iba a llevar a su casa del trabajo ella se adelantó a esperarme en recepción, ya que yo estaba terminando de enviar algunos e-mails. Cuando bajé, escuché que _____ y Mónica hablaban acerca de un tema muy peculiar, me pareció escuchar algo de un hilo rojo del destino. Fue algo muy curioso porque yo tenía bastante tiempo sin escuchar que alguien hablara sobre eso y por lo que pude escuchar, _______ hablaba muy entusiasmada del tema y que le hacía mucha ilusión poder encontrar a quien tuviera atado su otro extremo. Me hubiera gustado poder escuchar si tal vez me hubiese podido mencionar como la posible persona que lo tuviera, pero me pareció bastante descortés seguir escuchando una conversación en la cual ellas no sabían que yo estaba presente, así que decidí que lo mejor era salir del pequeño escondite donde me había ocultado y disimuladamente me acerqué a ______ para que creyera que acaba de llegar.
Pero esa idea no dejaba de rondar en mi cabeza. Yo conocía esa leyenda, hace mucho tiempo mi abuela me había hablado sobre ella y, debo admitir que en su momento llamó mucho mi atención y siempre le pedía a mi abuela que me contara la leyenda de aquel hilo carmesí que unía las vidas de las personas que estaban destinadas a estar juntas. Había guardado una ingenua esperanza de que eso alguna vez pudiera sucederme, pero con los hechos que se suscitaron en mi vida, poco a poco fui dejando esa idea de lado, hasta el día de hoy.
Me levanté despacio de la cama para evitar que ______ se despertara, ella se removió un poco en su lugar y yo me asusté porque creí que despertaría, pero no, solo se acomodó un poco y volvió a dormir. No pude evitar mirarla con ternura, esta chica era como un angelito caído del cielo. Regrese mi vista al otro lado donde estaba una mesita de noche, buscando mi teléfono. Como estaba oscuro, sufrí un poco para encontrarlo, ya que en medio de la sustanciosa búsqueda del aparato, me golpee varias veces al chocar con los muebles y al final pude divisarlo en medio de unos cojines sobre un sofá.
-Al fin te encontré, condenado aparato. –dije susurrando mientras me sentaba en el sofá y encendía la pantalla del teléfono.
Ingrese a internet y mis dedos teclearon velozmente las palabras hilo rojo del destino en el buscador. Al observar todos los resultados, di click en un enlace y empecé a leer.
El hilo rojo del destino, también conocido como "cordón rojo del destino" o "hilo rojo del amor", es una creencia de Asia oriental, presente en la y en la . Además, este mito se refleja también en Occidente con las llamadas "almas gemelas".
Según este mito, los dioses atan un cordón rojo alrededor del tobillo -o del dedo anular que conecta al corazón, en el caso de la cultura japonesa- de los que han de conocerse o ayudarse en un momento concreto y de una manera determinada.
Este hilo está unido a la persona que más vas a poder llegar a querer puede ser que sea un amigo, familiar o pareja pero todos vamos a tener uno.
Así, las dos personas unidas por el hilo rojo están destinadas a ser queridos entre sí, independientemente del momento, el lugar o la circunstancia. Por tanto, este cordón mágico se puede estirar o enredar, pero nunca puede romperse. Incluso, puede llegar a traspasar épocas, tiempo y transmitirse de generación en generación, por lo que podemos entender que incluso las personas que estuvieron ya unidas en una vida pasada, siempre volverán a encontrase en otra, aunque las circunstancias sean siempre distintas.
Fruncí un poco el ceño aun mirando la pantalla del teléfono, alcé un poco la vista y vi a _______. Sonreí de lado y seguí leyendo.
Además, las personas atadas por su hilo rojo tienen altas probabilidades de vivir experiencias similares, principalmente en temas de relaciones de pareja.
Abrí los ojos de par en par y mis cejas se levantaron de forma automática haciendo mi expresión de sorpresa muy evidente.
-______ y yo vivimos unas experiencia similar en cuestión de pareja... -dije susurrando- a ambos nos engañaron y por eso fue que... rompimos nuestro compromiso... -pase una de mis manos por mi cabello y suspiré- Esto es coincide de una forma extrañamente acertada. –hable por lo bajo mientras salía de la página que antes leí y daba click en otro enlace.
En cada página que buscaba, todas decían absolutamente lo mismo y yo no podía estar más perplejo. Me levanté del sofá donde estaba sentado y me dirigí de nuevo a la cama. Deje el teléfono en la mesita de noche y me acosté de nuevo junto a _____, quién al estar dormida de lado, ahora lo único que podía ver era su espalda, hombros y cabello. Me acerqué un poco a ella y le di un par de besos a lo largo de su brazo desnudo. Vi como una ligera sonrisa apareció en sus labios y volvió a acomodarse mientras seguía durmiendo. Yo suspiré mientras la miraba y sonreí.
-Ay ______, no pensé que volvería esta idea a mi mente después de todo pero, ¿acaso serás tú quien tiene atado el otro extremo de mi hilo rojo? Espero que sí. –pensé mientras la abrazaba para acomodarme a su lado y volver a dormir.
***
________
Al estar soñando, comencé a escuchar un tenue sonido que parecía ser el canto de aves, lo que me hizo despertar y, al asomarme por la ventana vi que efectivamente, eran un par de aves cantando.
Me senté en la cama y al girarme encontré a Robert profundamente dormido con su brazo sobre mis piernas. Eso solo quería decir que me había tenido abrazada mientras dormíamos. Sonreí negando con la cabeza y me levanté de la cama con cuidado para no despertarlo.
Fui al baño a tomar una ducha y mientras lo hacía puse algo de música en mi celular. Estaba sonando Shoot to Thrill de AC/DC y al estar cantando, no me di cuenta que Robert había entrado al baño hasta que escuché su risa y abrí un poco la cortina de baño para verlo.
-¿Se puede saber de qué te ríes? –le pregunté alzando una ceja mientras la cortina de baño solo dejaba ver mi rostro y cabello mojados.
-No me rio de ti, preciosa. Me rio contigo. –dijo mientras lavaba sus dientes- Además, ahora me gustas más.
-¿Por qué? –pregunté sonriendo.
-Tienes buen gusto musical, se parece al mío. –contestó levantando los hombros y se inclinó un poco para intentar ver más allá de la cortina y yo reí- ¿Puedo darme un baño yo también? –preguntó con una sonrisa divertida.
-Claro, cuando yo termine. –sonreí.
-¿Y por qué ahora no? –preguntó cruzándose de brazos.
-Será en otro momento, cariño. –contesté guiñándole un ojo y volví a cerrar la cortina de baño. Escuché a Robert reír.
-Eres, cruel, pero justa. ¡Pero verás cómo me las vas a pagar! –lo escuché decir al salir del baño y mientras me colocaba una toalla para secarme, no pude evitar reír.
Me estaba terminando de arreglar cuando Robert terminó de ducharse. Me había puesto un vestido de falda amplia y cuello redondo con motivos florales, unos zapatos de tacón bajo color rojo que combinaban con el vestido, deje mi cabello suelto y solo me puse un poco de color en los labios y algo de rímel en las pestañas. Me estaba poniendo unos aretes cuando escuché que Robert tocó la puerta de la habitación y al verlo, poco me faltó para no irme de espaldas. ¿Qué acaso este hombre no puede estar más divino? Lo vi recargado en el marco de la puerta mientras hacía un gesto con su mano; llevaba uno de sus trajes hechos a la medida pero en color blanco con una camisa en un tono menta que lo hacía ver muy fresco y guapo y su cabello un poco húmedo todavía, peinado muy a su estilo. Se acercó a mí y el aroma de su perfume (que ahora era mi favorito) me hizo dar un profundo suspiro mientras me robaba una sonrisa. Él tomó una de mis manos y la levantó para hacerme dar un giro, lo que provocó que la falda de mi vestido hondeara.
-Uy, ¿y ese vestido? Jamás lo había visto. –habló sonriendo.
-Bueno, es mi favorito, aunque apenas lo compré. –contesté encogiéndome de hombros con un leve rubor en las mejillas.
-Pues, haces ver a ese vestido increíblemente bien. Estás encantadora. –dijo dándome un beso en los labios.
-Rob... Tú no te quedas atrás, casi se me va el aire al verte ahí parado luciendo así de guapo. Si hubieses traído tus gafas puestas, juro que me había desmayado. –dije riendo.
-¿Gafas? ¿Hablas de éstas? –preguntó colocándose un par de gafas estilo aviador y me miró levantando una ceja.
-Ah, sí. Esas... -contesté abanicándome con mi mano.
-¿Qué le pasa, señorita Fisher? ¿De verdad todavía la pongo así de nerviosa? –preguntó en un tono juguetón.
-Obvio. –respondí riendo- Si me desmayo va a ser tu culpa.
-No te preocupes, que yo te atrapo. –sonrió- Ahora, corazón. Debemos irnos, te espera un día lleno de sorpresas. –me tomó de la mano y juntos salimos de la habitación hacia fuera del hotel.
Robert y yo subimos a su auto y condujo hasta llegar a nuestro destino. Cuando lo vi, no lo podía creer.
-¡Ay por Dios! ¡Robert! ¿Esto es en serio? –le pregunté sorprendida mientras mis manos cubrían mi boca.
-Muy en serio. –sonrió mientras sacaba un par de boletos para entrar al teatro.
Robert me había traído al mejor teatro de todo New York, el Steve Cohen's Chamber Magic. Yo estaba al borde de la emoción. Toda mi vida había querido venir a ver una obra a este lugar y, recuerdo perfectamente que un día mientras trabajábamos en la oficina, se lo había comentado a Robert e incluso le dije que la obra que más quería ver era Hamlet de William Shakespeare. Pero jamás creí que él me iba a llegar a cumplir ese sueño. Yo creí que solo había quedado en una charla, nada más. Lo miré y mientras me mostraba los boletos con una dulce sonrisa en su rostro, me lancé a él para abrazarlo.
Puede que me haya lanzado muy fuerte, porque él tras corresponder mi abrazo, sentí que retrocedió unos cuantos pasos y mientras sonreía, acarició mi mejilla con su mano libre y acomodó un mechón detrás de mi oreja.
-Linda y, ¿sabes qué es lo mejor de todo? –me miró mostrándome los boletos.
-¿Qué cosa? –contesté con una sonrisa de oreja a oreja.
-Mira los boletos y dime qué obra vamos a ver, por favor. –dijo entregándomelos.
Al ver las pequeñas letras doradas que decían el título de la obra, mi corazón se aceleró y mi rostro tomó una gran expresión de sorpresa cuando leí en ellas Hamlet. Mire a Robert que sonreía mientras acomodaba su brazo dándome a entender que lo tomara y así lo hice. Me sentía una princesa, que iba acompañada de su dulce príncipe azul de ensueño. –Pero Rob... ¿cómo fue qué...? –empecé a preguntar pero él me detuvo.
-Desde que me hablaste en aquella charla que tuvimos en la oficina y me dijiste cuando deseabas ver esta obra, me puse a buscar los boletos. Y como teníamos que venir a hablar con el Señor Carter, pues quise aprovechar la ocasión y me pareció la ideal. –me dijo dándome un beso en los labios- Ahora, pequeña, solo disfruta, ¿sí?
Yo asentí luego de corresponder su beso y al llegar al interior del teatro, nos recibió un lugar bellísimo, era un edificio de la época victoriana, por lo cual estaba bellamente decorado: enormes y brillantes candelabros daban paso a la luz que iluminaba el lugar, el piso de mármol era reluciente, las ventanas estaban acompañadas de hermosas cortinas de seda y justo al frente, había un enorme escenario muy bien equipado. La emoción empezaba a invadirme y Robert lo notó, porque sentí como me dio un beso en la mejilla mientras nos dirigíamos a nuestros lugares que para mi sorpresa, estaban en primera fila.
-Ay Rob, esto es... es lo más hermoso que alguien ha hecho por mí en toda mi vida. –le dije luego de sentarnos y él entrelazó su mano con la mía.
-Corazón, ya va a empezar la obra. –me dijo sonriendo.
Dirigí mi vista al escenario y justo en ese momento las luces se apagaron, el telón de abrió y la obra comenzó.
***
Salí del lugar con una enorme sonrisa en el rostro, la felicidad me invadía, parecía un pequeño niño al cual le habían comprado el juguete que siempre había deseado.
-Robert... -hablé- ¿cómo puedo agradecerte por esto? De verdad ha sido de las mejores experiencias de mi vida y, te lo debo a ti. –sonreí.
-No me agradezcas todavía, que aún faltan un par de cosas. –dijo y me tomó de la mano para empezar a caminar.
Unos metros más adelante, vi un bonito carruaje blanco, que iba guiado por dos hermosos caballos negros y el conductor al vernos, saludó afectuosamente a Robert.
-¡Hey, Carlo! –lo dijo Robert- ¡Muchas gracias por lo que vas a hacer ahora! –sonrió y él hombre hizo lo mismo.
-Robert, puedes contar conmigo siempre. –contestó Carlo- Y con mayor razón si se trata de una misión que involucra al corazón. –sonrió y luego me miró- Hola señorita, usted debe ser la que tiene a este chico volando entre nubes de amor, ¿eh? –preguntó guiñándome un ojo y Robert solo negó con la cabeza y sonrió- Por favor, suban, vamos a dar un largo recorrido.
Carlo nos abrió la puerta del carruaje y Robert y yo subimos. Al estar arriba, noté que en el asiento había un hermoso ramo de tulipanes, una canasta con fruta y quesos y un par de copas con una botella de vino tinto. Alcé las cejas sorprendida y vi como Robert tomaba el ramo y se acercó de nuevo a mí.
-Sé que son tus favoritas. –sonrió entregándome el ramo.
-Tú... yo... ¿cómo sabes que... me gustan los tulipanes? –pregunté confundida mientras tomaba el ramo.
-También me lo dijiste. –contestó él y me tendió una mano para invitarme a sentarme- Ven, vamos a disfrutar del viaje.
Robert sirvió un par de copas de vino y en todo el camino no paramos de charlar. Hablamos de la obra, del paisaje que íbamos disfrutando, de la puesta de sol que estábamos divisado a lo lejos. Y así, entre charlas y besos, llegamos hasta Central Park.
-Ya llegamos Rob. –habló Carlo.
-Vamos, _______. –Robert me tomó de la mano, yo tomé los tulipanes y bajamos del carruaje- Te debo una, amigo. –le dijo a Carlo y él hizo un gesto con su mano en señal de despida, el cual Robert y yo correspondimos- Vamos, dulzura, aun aguarda otra sorpresa... -dijo llevándome entre los árboles en dirección a un lago que estaba cerca de nosotros.
Nos sentamos en el pasto y yo me recargué en el regazo de Robert mientras él me rodeaba con sus brazos por mi espalda en un cálido abrazo. Deje los tulipanes justo a un lado de nosotros.
-Aquí va la última sorpresa. Observa. –me dijo señalando con su mano hacia al frente de nosotros y pude ver como la puesta de sol iba terminando, pero justo ahí, empezó todo.
Mire hacia el cielo, porque vi como unos destellos salieron volando y me sorprendí bastante cuando un hermoso espectáculo de fuegos artificiales comenzaba ante mis ojos. Una sonrisa se formó en mi rostro y tras soltar un largo suspiro, sentí como Robert me abrazaba pegándome más a su cuerpo, lo que me dio más comodidad para poder ver el precioso espectáculo que tenía frente a mí.
Tras unos minutos, pude notar que los fuegos artificiales poco a poco se iban terminando, pero Robert llamó mi atención.
-Vine el gran final, pon atención. –dijo y yo asentí devolviendo la vista al cielo.
Un sonido parecido al de una avioneta empezó a escucharse y comencé a buscar la fuente del sonido con mi vista. Cuando logré encontrarla y al ver que, efectivamente era una avioneta me levanté de un salto, pero no por eso, sino por lo el mensaje que llevaba ésta.
En medio de los últimos fuegos artificiales, se apreciaba que en la pequeña manta que transportaba la avioneta decía: ¿Quieres ser mi novia? Lleve mis manos a mi boca sorprendida y al girarme a ver a Robert, él también ya se había levantado y estaba justo frente a mí.
-¿Qué dices? –preguntó juntando su frente con la mía.
-¿Que qué digo? –sonreí y unas pequeñas lagrimas comenzaron a deslizarse por mis mejillas- Digo que sí, ¡mil veces sí! –le dije acunando su rostro entre mis manos y depositando un beso en sus labios que el correspondió feliz.
Al separarnos un poco, con las yemas de sus dedos Robert limpió las lágrimas que tenía en mi rostro y me miró sonriendo.
-¿Qué te parece? Aún soy un romántico empedernido. –dijo haciendo una expresión de orgullo.
-Oh, sí que lo eres. –contesté- Oye, pero ¿no se supone que ya éramos novios? –pregunté con un tono divertido- Le dijiste a Miranda que lo éramos. –reí.
-Oh sí, pero no te había hecho la propuesta de manera formal. –sonrió encogiéndose de hombros.
En ese momento giré mi vista de nuevo para ver la avioneta y para mi sorpresa, quien la iba conduciendo era nada más y nada menos que Carlo, quien nos saludó alegremente y Robert y yo lo hicimos de igual manera.
-Eres único. –le dije mientras le daba otro beso en los labios y una hermosa luna llena iluminaba Central Park.
¿Qué les pareció? Ya se puso más romanticona la cosa, ¿eh? Y Robert se está dando cuenta que posiblemente Fisher tiene atado el otro extremo de su hilo. 👀💖
Pero bueno, también les quería decir que el próximo capítulo creo que ya será la última parte del viaje a New York, así que obviamente, vamos a cerrar con broche de oro (ya saben a lo que me refiero jajaja) pero en fin, no les quiero hacer spoiler (aunque seguro ya se están haciendo ideas en sus mentecitas. Muy bien 👀 ).
Como siempre, espero leer sus comentarios que amo con el alma. Nos estamos leyendo, un abrazo.
P.D: Les dejo un regalo.
Tus ojos son dos luceros, tus labios de terciopelo y un amor como el que siento es imposible esconderlo.
P.D.2: Si vi que les gustan los pequeños poemas que le escribo a Rob, así que los seguiré añadiendo. 💖
P.D.3: ¿Ya vieron el nuevo comercial que hizo Robert papasito Downey Jr para One Plus 8? La multimedia que les puse en el capítulo es de ese video. Se los dejo para que se lo sabroseen. Las amo. 💖
https://youtu.be/Re6ZWOPt7W8
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