Capítulo V: Somos un buen equipo.

Robert y yo caminamos hasta la puerta donde se encontraba la oficina del Señor Carter. Antes de entrar me dedico una tierna mirada y sonrió, yo hice lo mismo. Mientras esto pasaba, tomó mi mano y la apretó fuerte, yo al sentir su tacto, gire mi vista hacia la unión de nuestras manos y luego lo mire a él, que tenía sus ojos cerrados, respirando despacio para poder calmarse.

Agradecí tanto al cielo que no me vio en ese momento, mi rostro no podía tener más color, sentí un extraño cosquilleo en el estómago y sonreí de lado observando que aún mantenía sus ojos cerrados. Respondí al gesto con las manos, también apreté fuerte la suya. Supongo que de cierta manera eso nos dio un poco de confianza a los dos, ya que incluso para Robert, siendo una persona con amplia experiencia en estos temas, una reunión de tal importancia y de la cual dependía una excelente oportunidad para su compañía, lo ponía un poco nervioso.

En ese instante, él abrió sus ojos y, sin soltar mi mano tocó la puerta.

Un hombre de aproximadamente 50 años nos abrió la puerta y en cuanto vio a Robert, una amplia sonrisa se formó en sus labios.

-¡Robert, hola! Buenos días, qué bueno que pudiste venir y mira, -dirigió su vista hacia el reloj de su muñeca- justo a tiempo. –dijo aquel hombre sonriente.

-Buenos días, Señor Carter. –contestó Robert elegantemente mientras con su mano libre saludaba al hombre.

-Por favor adelante. –dijo el Señor Carter alejándose un poco de la puerta para que pudiéramos entrar- Y bienvenida señorita...

-Fisher, _______ Fisher. –contesté cortésmente.

No fue hasta ese momento que Robert soltó el agarre de mi mano, pero solo fue para que pudiéramos pasar a la oficina del Señor Carter. Me dejo pasar primero y justo detrás de mí entró él, cerrando la puerta. El Señor Carter nos guío hasta otra puerta corrediza que se encontraba dentro de la oficina, al entrar, nos encontramos con una sala de juntas donde ya se encontraban otras personas esperando a que Robert llegara.

-Muy bien, pueden tomar asiento por aquí. –Nos dijo el Señor Carter señalando dos lugares vacíos.

Robert y yo agradecimos y tomamos los asientos. Una vez que cada quien estaba en su lugar, la junta comenzó. Yo tenía una de mis manos recargada en un brazo de la silla donde estaba sentada y la otra sobre mis piernas y estaba tan atenta escuchando lo que se hablaba, que no me percaté que Robert de manera muy disimulada colocó nuevamente su mano sobre la mía, lo que provocó que diera un ligero salto en mi asiento y lo mire extrañada. Él solo me dedicó una sonrisa. Llevó nuestras manos hacia abajo de la mesa y nuevamente sentí como apretaba su mano con la mía y comprendí, de nuevo se sentía nervioso.

Se acercó un poco a mi oído y aprovechando que la mayoría estaba distraído mirando lo que se proyectaba en un pizarrón, me dijo en un ligero murmullo que solo yo pude escuchar:

-Todas estas personas son inversionistas de la compañía del Señor Carter. -dijo refiriéndose a Marubeni América- Y están aquí porque todos deben de estar de acuerdo en el proyecto que el Señor Carter quiere realizar con nosotros.

-Ya veo. –dije susurrando.

Y ahora era yo la que apretaba más fuerte nuestras manos bajo la mesa. Él me miró con una ceja alzada y con una sonrisa divertida, hizo un gesto con su otra mano para decirme que me relajara.

La junta siguió su curso y, cuando llegó el momento de que hablara Robert, se paró de su asiento haciendo una seña para que yo también lo hiciera y sentí muchas miradas sobre mí. Antes de eso, ya habíamos soltado nuestras manos.

-Muy bien señores, buenos días. Ustedes ya me conocen pero, hay alguien a quien quiero presentarles. Ella es _______ Fisher, –dijo señalándome- mi mano derecha y la persona que me va a apoyar en todos los proyectos a partir de ahora. –sonrió al finalizar.

-Mucho gusto a todos y buenos días. –contesté tímidamente, ya que en toda mi vida me había pasado algo como esto y recibí un cálido saludo por parte de todos los presentes, incluido el Señor Carter.

-De acuerdo, vamos a continuar con esto entonces, -siguió hablando Robert- ya había comentado con el Señor Carter acerca de la posible locación de las nuevas casas matriz, pero no llegamos a nada concreto debido a que necesitábamos tener esta justa para hablarlo con ustedes. –dijo señalando al grupo de personas en la sala- Ahora les comento, las opciones que tenemos para la construcción es aquí mismo, Manhattan o, directamente en New York. –dijo firme- Pero antes de comentarles la opción que nos había parecido buena al Señor Carter y a mí, nos gustaría conocer su opinión.

Se empezaron a escuchar murmullos de todos los presentes en la sala de juntas tratando de evaluar la situación que había planteado Robert. Yo había escuchado atentamente lo que se hablaba hace unos minutos acerca del tema y, no pude evitar pensar en una posible opción. Al principio dudé, era un poco extraño que en mi primer día de trabajo ya estuviera dando consejos a personas que obviamente saben mucho más que yo, pero tenía que intentarlo. Así que mire a Robert.

-¿Te importaría si comento algo? –le pregunté acercándome un poco más a donde él estaba parado. El me miró con las cejas alzadas, pero luego una sonrisa se dibujó en sus labios, asintió y llamó la atención de los presentes en la sala de juntas para que nuevamente nos prestaran atención.

-Mi colega quiere comentar algo. –dijo Robert sonriendo y todos fijaron sus miradas en mí- Adelante. –me animo dedicándome una sonrisa.

-Bueno, -dije aclarándome la garganta- he estado analizando el tema del lugar que sea buena opción para la construcción de las 2 casas matriz, y considero que el mejor lugar es New York. –comenté y nuevamente se empezaron a escuchar murmullos en el lugar. De nuevo me aclaré la garganta haciendo que la atención volviera mí y seguí hablando- Se los digo por lo siguiente: en Manhattan ya existe una casa matriz, que es ésta y considerando que es la única, supongo que ya debe de haber bastante trabajo por aquí, -dije señalando el lugar con mi mano- a lo que voy es lo siguiente: si en New York se colocan las dos nuevas casas matriz, se abrirá una buena bolsa de trabajo en la ciudad y, considerando el tamaño de ésta y el prestigio de la empresa, seguro se cubrirán rápidamente, además –continué hablando y no me percaté de que Robert me miraba atento- esa ciudad es una de las más conocidas en todo el mundo, conocidas y prestigiadas en lo que respecta a empresas. Es bien sabido que solo empresas de alto nivel logran colocarse en la gran manzana, ¿por qué no aprovechar esas ventajas y hacer que Marubeni América sea más conocida? –sentí que Robert se acercaba más a donde yo estaba parada- Si se construye en New York podremos... -Robert interrumpió lo que iba a decir.

-...Podremos aumentar el prestigio de ambas empresas, tanto de Marubeni América como de Downey Architecture & Design. Sería un ganar-ganar. –Robert terminó lo que iba a decir, me miró y me guiño un ojo.

-E...exactamente. –contesté parpadeando un par de veces mientras seguía viendo a Robert, pero giré rápidamente mi vista de nuevo a los presentes que nos miraban sorprendidos.

-¿Cuántos años tienes, jovencita? –Me preguntó un hombre que se veía mucho más grande que el Señor Carter.

-¿Cómo? Oh, sí, sí, la edad. Tengo 23 años. –respondí un poco extrañada por su pregunta.

-Qué interesante. –respondió el hombre mirándome fijamente sobre sus gafas. Luego se giró a ver a Robert- Tienes una buena mano derecha Downey, joven y brillante. –yo sonreí un poco ante los cumplidos.

-Lo sé. –Robert sonrió, de nuevo tomó mi mano y me regaló una sonrisa tan preciosa que sentí que casi podría tocar las nubes.

Los demás inversionistas junto con el Señor Carter estuvieron de acuerdo con la idea que se había propuesto durante la junta. Luego de unas cuentas despedidas, felicitaciones y saludos, Robert me indicó que fuéramos con el Señor Carter que ya se encontraba fuera de la sala de juntas. Nos dirigíamos para hacer la firma del contrato que avalaba que efectivamente Downey Architecture & Design sería la encargada de planear, diseñar y construir las dos nuevas casas matriz de Marubeni América en New York. El Señor Carter y Robert, al ser los representantes legales y dueños de las respectivas empresas, firmaron el contrato, además de dos testigos, uno por empresa, que fue uno de los inversionistas del Señor Carter y yo, Una vez el contrato firmado, nos despedimos del Señor Carter que nos acompañó hasta el elevador y a partir de ahí, regresó a su oficina.

En el camino a la salida, ni Robert ni yo dijimos nada, solo intercambiamos miradas y algunas sonrisas. Pero todo cambió cuando llegamos al auto.

-¡No lo puedo creer ________! ¡Estuviste muy bien ahí! Y esa justificación de por qué era mejor construir en New York, fue impresionante, de verdad estoy anonadado, pero increíblemente contento. –me hablaba Robert mientras en sus labios la sonrisa no desaparecía. Ay Dios, en toda mi vida jamás había visto una sonrisa tan más encantadora, ¿cómo era posible una sonrisa así de bonita?- Tierra llamando a _______, ¿sigues conmigo? –me dijo Robert chasqueando los dedos frente a mí cara haciéndome reaccionar, me había distraído tanto con su sonrisa que casi no escuché lo que había dicho.

-Lo siento, ¿me preguntaste algo? –pregunté mirándolo.

-Sí, te pregunté que cómo pensaste en todo eso tan rápido. No conocías nada del proyecto, solo lo poco que yo te había comentado. –me dijo mientras se recargaba en su asiento y me miraba esperando una respuesta.

-Ah, eso. Pues nada, solo fue que puse atención a lo que se habló en la junta. Aunque, -lo mire con una ceja alzada- seguro habría puesto más atención si alguien no hubiera estado con sus nervios tomándome la mano. –reí.

-Ay, lo siento por eso. –Robert recargó su cabeza en la palma de su mano mientras su brazo descansaba en el volante- Era una reunión muy importante, la más importante que he tenido hasta ahora y, me puse algo nervioso. –me dedicó una mirada sincera.

-No te preocupes, lo entiendo. –sonreí- Además, también me ayudó a mí. Jamás había asistido a una junta de ese nivel de importancia y, si tú estabas nervioso, ¡imagínate yo! –recargué mi cabeza en el vidrio de la ventana.

-Pero ya se terminó. –sonrió- Y, gracias por eso. –me dijo sonriendo y yo hice lo mismo- Ahora veamos, -dijo revisando su celular- son las 10:30, si nos llevó algo de tiempo esa junta. Llegaremos a la oficina como en 30 minutos, pero el almuerzo es de 11:00 a 12:00. ¿Te parece si el resto del día nos ocupamos en mostrarte la empresa y explicarte cuáles con tus funciones en la oficina?

-De acuerdo. –asentí con una sonrisa- Pero, ¿no se supone que de esa parte de encarga Recursos Humanos? –pregunté y él me miró sonriendo.

-SÍ, normalmente ellos de encargan, pero en esta ocasión yo lo haré, ya que trabajas directamente conmigo y eres mi mano derecha, ¿no?

-Por supuesto. –respondí alegre.

-Bueno, ponte el cinturón, ya voy a arrancar.

En el camino a la oficina, Robert y yo íbamos hablando acerca del tema de la junta de la que acabábamos de salir, me preguntó cómo me había sentido, qué tal me había parecido el Señor Carter y en general, qué tal había sido mi primera junta de ese nivel. No faltaban alguna que otra risa que se nos escapaba, y así hasta que llegamos a la oficina.

Antes de llegar, pasamos por una pequeña cafetería a la que yo asistía con frecuencia, dado que Robert me había comentado que a la hora que llegáramos sería la hora del almuerzo y él no llevaba nada para comer, y yo tampoco, por el hecho de que se nos había hecho tarde. Quedaba cerca, así que llegamos, compramos un par de baguettes y café. Yo me ofrecí a pagar, pero Robert se negó diciendo que él pagaba como una forma de agradecerme lo de la junta, fue tan insistente que al final tuve que aceptar no sin advertirle que para la próxima la que invitaría sería yo y él asintió divertido.

Llegamos a la oficina y Robert me dijo que fuéramos a la cafetería a tomar el almuerzo. Eso hicimos y durante toda esa hora yo no pude parar de reír, él me contó anécdotas, chistes, historias. Mientras contaba, él también se reía y Dios santo, esa risa, esa sonrisa, me atraen como un imán, siento como si me contagiaran felicidad, como si escuchando su risa yo viajara a otro lugar donde puedo sentir tanta paz. Es difícil de explicar, es... es... como magia.

No podía apartar mis ojos de los suyos, y sin darme cuenta, empecé a disfrutar bastante de su compañía, y creo que él también porque después de almorzar, el resto del día se pasó conmigo llevándome a conocer cada rincón de las instalaciones de su empresa. Lo iban a buscar diciéndole que lo buscaban por llamadas, que necesitaba resolver algunas cosas, y Robert se excusaba diciendo que necesitaba que su mano derecha conociera todo el lugar, que arreglaba eso luego. Me contó cómo fue que fundó Downey Achitecture y Design y yo me quedé bastante asombrada.

-¡A mí edad ya tenías tu propia empresa! Eso es... ¡increíble! –dije sorprendida.

-Si dices a mi edad, me siento viejo. –respondió riendo.

-Lo siento, no quise decir eso. –contesté un poco avergonzada.

-Tranquila, solo bromeo. –respondió tranquilo y yo me relaje- Hace diez años que fundé esta empresa, y no me puedo sentir más orgulloso de ello. Pero algo que me hace sentir aún más orgulloso, son las personas que trabajan conmigo y tú ______, ahora eres una de ellas. –me dijo mientras seguíamos caminando en dirección a su oficina, que ahora también sería mi lugar de trabajo.

-Gracias por la oportunidad, Robert. Te prometo que daré lo mejor de mí. –contesté y en sus labios se formó una dulce sonrisa.

Llegamos de vuelta a la oficina luego de que me mostró todo el lugar y se dispuso ahora a enseñarme en qué consistía mi trabajo. Entre explicaciones, ejemplos y demostraciones se pasó el resto de la tarde y, cuando nos dimos cuenta, ya eran las 5:30. Era hora de irse.

-Muchas gracias por todo, Robert. A pesar de que se me hizo un poco tarde, hoy fue un primer día de trabajo que disfrute muchísimo. –le dije sonriendo mientras me colocaba el suéter que me había quitado unas horas atrás.

-Lo mismo digo ________, a pesar de que también se me hizo terriblemente tarde, hoy fue un gran día y, lo disfrute bastante. –me contestó son una amplia sonrisa- ¿Sabes? Creo que hacemos un buen equipo, y me siento feliz por eso. –me miró y juro por Dios que mi corazón iba a explotar de la ternura.

-Pienso lo mismo. –contesté y de pronto se hizo un silencio que, no era para nada incómodo, pero dio pie a que nuestras miradas estuvieran fijas el uno en el otro por algunos segundos.

-Oye, te llevo a tu casa. Ya también voy de salida y, tu casa me queda de paso a la mía, vamos. -me dijo al fin poniéndose su saco y tomando las llaves de su auto-

-Oh, Robert, no te preocupes, puedo tomar un taxi aquí en la esquina. No quiero ser una molestia. –contesté un poco apenada.

-¿Molestia? -me preguntó rodando los ojos- _______, jamás vas a ser eso para mí, créeme, lo sé. –me dijo sonriendo- Anda vamos. –dijo y me tomó de los hombros empujándome a la salida. Yo solo moví la cabeza y sonreí. Él apagó la luz de la oficina, cerró la puerta y nos dirigimos al elevador.

Después de un rato, llegamos al edificio donde se encontraba mi departamento. Me estaba quitando el cinturón de seguridad para bajar del auto, pero Robert me habló.

-Gracias por lo que hiciste hoy _______, y nuevamente, una disculpa por lo de las manos. Es que en verdad, me sentía muy nervioso. –dijo mirándome.

-¡Hey! No pasa nada de verdad, no te preocupes. Ya te dije que fue algo que nos ayudó a los dos. –sonreí- Y de igual forma Robert, gracias a ti por todo.

-Qué bonito cuando las cosas son recíprocas. –contestó feliz- Anda, ya ve que ya es tarde y no quiero que te vaya a pasar lo mismo mañana, te quiero puntual a las 8:00. –me dijo divertido mientras le quitaba el seguro a la puerta para que pudiera bajar.

-Lo mismo digo. Escucha tu alarma. –contesté riendo y me baje del auto- Descansa Robert, te veo mañana.

-Descansa _________. –me dijo sonriendo- Te veo mañana mano derecha. –dijo y me guiño un ojo.

Robert se fue hasta que me vio cruzar la puerta y entrar al edificio. Después de eso, lo vi irse en su auto hasta que dobló en la esquina. Nuevamente esa extraña emoción y cosquilleo aparecieron. Hoy había sido un primer día de trabajo maravilloso, el mejor que había tenido. Estaba emocionada por lo que estaba por venir. 

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top