The Máster Of The Rune
—¡NO! ¡NO! ¡¿QUÉ HAS HECHO?! — bramó Solomon incorporándose, ignorando que la flauta cayó cercas de los restos del muro, miró al Barón Eastwood con una clara intención de asesinarlo, sacando una espada corta — ¡Te mataré por tu estupidez!
El Barón sin muchas fuerzas solo alcanzó a hincarse, aún no se había recuperado, el guerrero de Ardemis se preparo para decapitarlo de un solo tajo, en ese punto Eastwood pudo sentir que era el fin del camino, vino a él por un instante el rostro de Lady Verónica, ella sonreía, eso lo hizo feliz.
—Realmente quería verte sonreír, bella dama — musitó mientras la hoja de Solomon iba implacable por su cuello.
En un instante la imagen imponente, pero con rostro decepcionado de su padre llegó a su mente, luego del incidente con el Conde Roland.
—Si, te decepcione y nunca te conté la verdad, aún cuando tú me enseñaste a ser un caballero, un hombre de honor — albergaba esos pensamientos con tristeza.
Una espantosa oscuridad envolvió el castillo y los alrededores, al verse envuelta en ella uno entraba en desesperación, Solomon vio alimañas en su arma, estaba repleta con ellas, la arrojó lejos antes de conectar con el cuello de Eastwood, pero no solo estaban allí, en sus brazos y piernas, los miles de insectos subían hasta su cabeza donde ingresaban por toda cavidad posible, el grito del guerrero se vio ahogado. Eastwood notó que sus manos tenían sangre, al levantarlas la sangre salía a cántaros, el piso se llenó, dejando al Barón en medio del charco carmesí, su armadura también tenía marcas rojas y atónito observó como de la inmensa cantidad de sangre brotaban cabezas, pero eran rostros familiares, su familia, amigos, sus subordinados, Erina, Ernes, a Marlon y hasta Lady Verónica, con sus temblorosas manos sujeto la cabeza de su prometida, gritaba y lloraba, mientras el Conde Roland se reía delante de él. Cilan termino de untar la medicina en la herida de su amigo, cuando la oscuridad llegó, Emil sudaba, al parecer la daga tenía veneno, el elfo se atemorizo, sabía que necesitaba saber el tipo de veneno para lograr curarlo, miro por todos lados, pero no veía al guerrero de Ardemis, el Barón se retorcía de dolor, el tiempo se le agotaba.
—¡No! ¡No puedes morir como tú padre! — le suplicaba desesperado.
—Eres lamentablemente hijo — escucho Cilan una voz familiar que hace bastante tiempo no tenía el gusto de oír. Era su padre.
Un hombre de cara alargada y expresión severa, vestía su armadura plateada con hombreras doradas, su pelo pálido por la edad lo tenía amarrado en una cola, Cilan solo había visto a su padre con esa expresión solo una vez, le habían roto una promesa y en este caso había ocurrido lo mismo.
—¡Te advertí que su vida tenía que ser protegida! ¡Nosotros tenemos el labor de cuidar a esta familia y sobretodo no dejar que se repitan nuestros errores! — bramaba señalando al hombre envenenado, Cilan solo agachaba la cabeza, conociendo su falla.
—Se que nunca podré compensar mi error, el es mi responsabilidad, mi amigo y le falle — no se atrevía a mirar a su padre, sabía que no era digno — ¡Permíteme entregar mi vida por la suya!
—¿Así como yo con su padre? — no parecía convencido ante su propuesta.
—¡Si, yo Cilan tu segundo hijo, quien acepto este sendero pido se respeten mis votos!
Su padre guardo silencio, considerando sus palabras.
Del otro lado del muro aún pese el caos y confusión, aún existían personas entablando una pelea, eran Feril y el mago Sam, este último perdió un brazo y la mitad de su rostro perdió la piel, ellos lidiaban con un encapuchado, el viento reveló su identidad, se trataba de Mirán, este poseía la runa del engaño.
—¡No sé cuánto más pueda aguantar mi hechizo Feril, liquídalo rápido! — le ordenaba el hombre deshidratado.
Antes del “La caída del imperio”. Sam estaba por hacerse con la runa, pero alrededor del caballo comenzó a emanar una neblina negra, el mago retrocedió entendía que lo que estaba por manifestarse, no podía ser tomado a la liguera, la neblina tomo forma de un hombre encapuchado, quien pretendía tener el objeto mágico en su poder.
—¡Alto allí! — vocifero en un intento de conseguir más tiempo, consiguió la atención del extraño hombre.
—Mejor huye, tu también tienes una de esas cosas mágicas — se inclino a tomar la runa, Sam al oírlo sabía bien que ese misterioso mago tenía el mismo objetivo.
—¡No te atrevas a tomar lo que por derecho es mío! — tras decirlo el ambiente cambio y nuevamente el desconocido se detuvo.
—¿Derecho? ¡Tu no tienes el derecho de nada en mis dominios! — el mago se levanto del suelo levitando, fuertes ráfagas de viento golpeaban al desprevenido Sam.
—¿Q-quien eres? — profirió sintiendo desde hace mucho tiempo atrás el miedo.
—¡Soy Lord Walter, Señor de Hill’s Mortem! — su mano se acercó a Sam, quien estaba helado tras las palabras del encapuchado — ¡Y pronto tu me verás como tú señor!
—Libero su fuerza mágica.. — se decía temeroso, sintiendo la abismal diferencia entre ambos — siento como si me estuviera ahogando en su poder, es tan asfixiante.
—Es ilógico, hasta imposible — continuaba Sam tratando de buscar alguna explicación — tanta desesperación y odio en su poder, es casi como si no fuera propia de él.
La mano estaba por tocar la frente del aturdido mago, quien seguía sumido en si mismo desconociendo el toque de muerte tan próximo a él, solo entonces fue jalado atrás por Firel, quien no tenía ningún talento mágico, pero se dejaba guiar por sus sentidos natos.
—¡Hey! ¡Espabila mago medio muerto! — bramó molesto el mercenario — no sé lo que ocurre exactamente, pero estoy seguro que te salve la vida.
—¡El no puede obtener la runa a sus espaldas! — rápidamente reaccionó — si lo obtiene será imparable, el no solo es un mago..
—¡Suficiente! ¡Déjamelo a mí! ¡Soy bueno enfrentando magos! — hablo con arrogancia, luego tomó una lanza y va al ataque.
El ataque del mercenario fue rápido y yendo directamente por su cabeza, pero se esfumó dejando un rastro de neblina negra donde estaba momentos antes, apareciendo atrás de Firel, quien rápidamente responde, atacando con la parte trasera de su lanza, volviendo a desaparecer, dejando la neblina, en cada golpe que manda siente algo extraño, volvió aparecer, pero ahora a un lado del mercenario, se mostraba bastante tranquilo.
—¡Deja que está lanza beba de tu sangre! — volvió arremeter con el filo del arma, pensando que esa sería su última parada, teniendo el mismo resultado y quedándose con el extraño sentir — ¿Qué demonios significa?
—Sigue así, si continúa de la misma manera ganarás — le confirmo Sam — decía la verdad, tiene buenos instintos, aunque no se vea cada golpe a dado en ese mago.
—Eres todo un guerrero, lamento no poder corresponder al encuentro a tu mismo nivel — musitó Mirán, este había tomado distancia, levantó las manos envueltas en la densa neblina negra.
Sam corrió en auxilio del mercenario, sabía lo que estaba por venir, el suelo debajo de Firel se estremecía.
—Esto no me gusta — balbuceo, para ser derribado por el mago aliado — ¡¿Qué fue eso?!
Varias estacas negras se alzaban del suelo, estaba claro que era el ataque del mago enemigo. Sam sufrió los daños del hechizo, perdió un brazo, de la zona afectada sangro un poco para luego parar.
—¡No bajes la guardia! — le advirtió el mago a regañadientes.
La zona de guerra se envolvió por la neblina negra, solo eran visibles estos tres. Firel se levantó listo para volver a enfrentarlo.
—Fui un idiota al pensar que el mercenario ganaría, debo aprovechar la oportunidad que me brinde — pensaba el mago, logrando ver el cuerpo del caballo.
Guerreros ajenos a la batalla ingresaban, atónitos no podían hacer mucho, solo deambulan, hasta ser empalados o acribillados por innumerables lanzas negras de parte de Mirán.
—Ir sin precaución es suicida — pensaba el mercenario, pero notaba la ventaja que adquirió.
Piso con fuerza el suelo, levantando un escudo, con el en manos fue tras Mirán, del lado izquierdo la niebla se movió ligeramente, pero los sentidos del mercenario estaban a flor de piel, interpuso su escudo quedando agujereado, lo desechó, tomando otro de los cadáveres, al mismo tiempo otra ronda de lanzas venían de enfrente, levantó el escudo apenas las armas comenzaron a penetrar, consiguiendo así un pase libre, ya sin escudo avanzó pero la neblina ahora se movió de dos lados contrarios, la parte superior izquierda y del otro lado venía desde abajo.
—¡Menudo bastardo! ¡Quieres dejarme como brocheta de cerdo! — está vez sé detuvo para esquivar los dieciséis lanzas.
Pudo evitar tres de arriba y dos más provenientes de abajo, luego empleo su lanza para desviar la dirección de cuatro armas, las cuales golpearon otras cuatro más del lado contrario, las tres restantes rasgaron las piernas de Firel, pero no se dejó detener por ello ya estaba a unos pasos de Mirán, este vio como Sam corría tras el cadáver del jinete. El mago tenía la runa a su alcance, pero no iban a permitírselo invoco otras armas, las cuales se dispararon contra su víctima, Firel quien en ese momento había saltado para lanzar su ataque, pudo ver cómo el ataque lo paso de largo, Miran se tardó en darse cuenta de su descuido, la lanza del mercenario le atravesó el pecho, Sam por otra parte fue acribillado por el implacable ataque, perdiendo parte del rostro y alejándose de su objetivo.
—Si no fuera por la runa del penitente ya estaría muerto — se molestaba el mago al estar exponiendo sus huesos — menos grato es usar mi magia para aliviar el dolor.
A la distancia era capaz de ver a Mirán con la lanza atravesándole el pecho, sintiendo una gran calma, aún así se desvaneció, dejando atrás el arma. Firel corrió a sabiendas de a dónde iba, necesitaba pararlo antes de que tomara el objeto mágico, no podía detenerse a tomar un arma lo atrasaría, volviéndolo un poco lento, la neblina se arremolinaba en torno al mago Sam, era imposible no llegaría a tiempo, estaba por materializarse y matar a su compañero.
—¡Mago cuidado detrás de ti! — bramó el mercenario, era lo único que podía hacer.
La mano apareció entre la densidad nublosa, Sam logro evadirla gracias al aviso oportuno de su camarada, pero no sé detuvo allí, ahora con el camino libre tomo la runa del engaño, Sam recito un corto cántico, terminando señalando a Firel quien acabo de llegar, la oscuridad alrededor del misterioso Mirán se extendió por toda la zona.
—El tiempo no es nuestro aliado, ese tipo no puede liberar todo el potencial de la runa — notaba al ver cómo Firel se mantenía cuerdo, en comparación a todos a su alrededor en el campo de batalla — ¡¿Qué carajos es este tipo?!
—¿Qué está pasando? — le pregunto el mercenario alarmado entre el caos.
—¡Debemos quitarle la runa! ¡Es la causa de todo esté desastre! —indico con prisa — ¡Te he protegido del efecto de la runa, pero no es eterno!
El dolor volvía a su cuerpo, su cuerpo se entumecía ante las incesantes oleadas de sufrimiento, su mente se nublaba, le era difícil mantener el simple hechizo sobre Feril, incluso su equilibrio se perdía, el mercenario de Sebastián tomo dos espadas de entre los cadáveres y fue contra el mago.
—No soy capaz de hacer grandes hechizos, sin terminar loco de dolor, pero si algo es seguro es que aún lo simple puede confundir y hasta aterrar — volvió a señalar al guerrero, Mirán chasqueo los dedos liberando extensas cadenas con garfios listos para atrapar carne, Firel no dudo en continuar — solo se necesita un acto inusual.
Sam cerró el puño, desvaneciendo a su compañero, Mirán quedó asombrado, la presencia del individuo dejo de estar presente, de pronto todo daba vueltas cada vez con mayor velocidad, tras unos instantes lo entendió, fue decapitado, Firel lo atacó por la espalda y no solo le quitó la cabeza, sino también la mano que sostenía la runa, la cual soltó dicho objeto, liberando a todos de su control.
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