Madness
—Al despertar siempre la recuerdo, a ella y sus bellos ojos, si, esos ojos de un verde tan vivo de un verde esmeralda — se repetía a si mismo Sebastián, con un tono tan meloso que empalagaría una hogaza de pan — ella es perfecta, su resplandeciente cabellera dorada, regala una sonrisa con la que te eleva por los cielos y porta un brillo que fácilmente envuelve a cualquier simple mortal, incluso a mi, un ser indigno de su calor.
Sebastián andaba por un páramo oscuro con dos hombres con espadas, ambos idénticos, solo que uno de ellos con una barba de chivo, otro guerrero de grandes músculos portaba un hacha, un guerrero quien traía una lanza y vestimenta de cuero, una mujer quien no le quitaba la vista de encima a Sebastián, ella era de cabello castaño corto, tenía unas piernas bien desarrolladas y una retaguardia que llamaba la atención de todo hombre, en la vanguardia un sujeto rapado con ropas carcomidas por el fuego, era su mago.
—¡Maldito seas Sebastián! — arremetía el hombre de barba de chivo — ¡Odio tu condición! ¡Si bien aceptamos tu cruzada el mago estaba de más!
—Hermano no debes quejarte de que nuestro cliente quisiera tener un seguro — contesto su doble idéntico.
—Arriesgaremos nuestras vidas ¡¿Y eso no le es suficiente?! — continuaba el hombre —¡Incluso el mago tuvo que matar a unos hombres, ni sabemos si eran de Solomon o no!
—Lo relevante aquí es tomar el castillo, seguramente soy el único que tiene menos hombre a su disposición, pero si lo entregan todo de sí, sé que podemos lograrlo — respondió Sebastián con calma, la mujer suspiro ante las palabras de su señor.
—Es una pena que busques la mano de esa tal Lady Verónica, yo soy capaz de matar por ti.. —se acercó al oído de Sebastián para susurrarle — te aseguro muy pocas son capaces de hacerlo.
—Tu solo límite a cumplir Sasha— se negaba a mirar a la mujer.
—Ja, tus encantos no sirven en el noble enamorado — se burlaba el hombre del hacha.
—¡Calla Tiberius! — grito malhumorada y continuo con una expresión de regocijo —Es esa resolución de entrega absoluta al otro y ese grato rostro suyo lo que me tiene a sus pies.
—Solo hagamos el trabajo y ya — se limito a decir al notar que ella no dejaría de mirar a Sebastián.
“Quiero sus servicios”
Recordaba el gemelo de la barba, como Sebastián apareció en su cantina favorita, el lugar era un jolgorio, todos hablan fuerte, gritaban, incluso se peleaban, entonces él llegó envalentonado con toda la intención de conseguir nuestras habilidades, pero no venía solo, le acompañaba el mago, traía consigo un aura intimidante.
—¿Por qué nos necesita si tiene a alguien como él? — eso me pregunté al verlos.
—Nada es gratis en la vida joven señor, nuestras vidas tienen un costo y déjeme recalcarlo no es nada barato — me sentí en la cima al negociar con alguien tan joven.
Pensé solo era un crío inocente, vi como arrojó una gran bolsa repleta de monedas de oro.
—¿Cuál es el trabajo? — realmente no me importaba cuál era, por esa gran cantidad mataría a un Barón.
—Primero que nada ¿Ustedes son el famoso grupo de mercenarios?¿ Los responsables del gran robo a los espíritus del bosque blanco? ¿Los mismos que escaparon de la prisión de los Norass? ¿Y los que derrotaron al imponente Dacmel en un combate en desventaja?— al oír nuestra hazañas casi me ruborizó.
—Si, soy Firel, mi hermano Feril, el grandote de allá es Tiberius y la chica que te come con la mirada es Sasha — presente a mi grupo, pero me sorprendió que esa Sasha babeara por él, siempre suele ser al revés — Los mercenarios gemelos a tu disposición.
—Verán tengo una misión, debo tomar un misterioso castillo abandonado y mis oponentes tienen la ventaja en número — la mirada de aquel tipo cambio, solía tener un aire inocente, pero de pronto me pareció muy temerario, de una mala forma.. algo perverso.
—¿Crees que podemos derrotar a varios ejércitos? — solté una risa, era inevitable — mira se que somos increíbles pero…
—Solo necesito “poner en jaque” a mis enemigos, no a sus tropas — mentiría si su idea no me interesó, ya teníamos una reputación, pero si lo grabamos esto…
—Cortar la cabeza de la serpiente… muy bien, lo haremos y quiero el doble — apunté a la bolsa de oro.
—Lo tendrás al terminar el trabajo, pero antes tengo que asegurarme de algo, sé de buena fuente que sueles hacer las cosas a tu manera, sin importarte tu cliente y verás yo iré contigo — antes de que sus palabras lo dijeran sabía que el asunto se había vuelto muy peligroso —mi mago hará algo por ti y tu grupo.
Sin más nos sopló un polvo rojo brillante, sentí como se me metió en los ojos y sin poder prevenir lo que seguía nos arrojó un líquido, que poco después supe era la sangre de Sebastián, sentí como mi cuerpo tembló y hasta cayó de rodillas ante ese mocoso.
—¿Qué nos hicieron? — pregunte aún aturdido por el intenso dolor recién experimentado.
—Es una maldición y ahora va la orden — no me gustó nada como escuché eso — Deben lograr cumplir mi meta de tomar el castillo esmeralda y asegurar mi bienestar.
Apenas lo dijo el dolor se esfumó, pero sabía que apenas se pondría feo.
—¡Desgraciado! ¡¿Cómo te atreves?! — exclamó Tiberius acercándose amenazantemente.
—Si fuera tu yo no haría eso — se interpuso el misterioso mago — si lo hieres tu sufrirás bastante.
Tiberius dudo, Sasha se acercó al joven señor, no parecía temerle, sino todo lo contrario.
—Me gusta tu estilo, pero quiero saber ¿Para que tomar el castillo? Tú no eres de los que quieren tierras, tú buscas a alguien y el castillo es tu boleto a ella ¿Verdad? — su sonrisa coqueta parecía desear a Sebastián, eso me enfermo.
—Si, ella lo es todo por mi, haré todo por estar con ella — respondió mostrando un brillo en sus ojos, el realmente amaba a la mujer causante de mi desgracia.
—¿Nos pagarás verdad? — escuché como mi hermano Feril quería asegurar la recompensa.
—Claro, tendrán lo pactado — sus palabras salían sin vacilación, así que lo seguimos.
—Ya casi llegamos — dijo Sebastián con optimismo — solo debemos estar cercas del castillo, para tener a mis adversarios en nuestro alcance.
El mago se detuvo, sudaba frío, nadie podía haberse imaginado al misterioso sujeto de dicha forma.
—Señor Sebastián, debo advertirle que una presencia imponente se manifiesta en el castillo — hablo el mago, sus palabras inquietaron al grupo de mercenarios.
—¿Sera el Barón Eastwood? ¿Su as bajo la manga? — Sebastián pensó en voz alta.
Pronto vieron la gran cantidad de cadáveres regados por los alrededores del castillo esmeralda, era una imagen muy fuerte y lo hacía más difícil el olor a muerte que los acompañaba.
—Aquí esperaremos la batalla — dejo en claro Sebastián, nadie objeto, la mayoría de los mercenarios querían terminar pronto con esta misión.
—Hare que me veas y termines prefiriéndome sobre esa mujer a la que das toda tu entrega — pensaba Sasha sin dejar de ver a Sebastián, mientras acariciaba una de sus dagas con sus dedos, sin importarle las cortadas que conseguía — y una vez seas mío te haré sentir la desdicha que me causas.
La simple idea de conseguirlo calentaba su pecho.
—No sabes cómo envidio lo que sientes, el como miras el cielo pensando en ella, ese brillo que adquieren tus ojos cuando hablaste de ella… nunca nadie me ha visto de esa forma.. ¡y lo deseo! — la desesperación la abordaba ella solo había sido deseada pero nunca amada — deseo grabar ese amor en lo único que puede permanecer intacto, en lo único que es eterno… la muerte.
—Siento que algo pasará, algo fuera de mis capacidades — Tiberius se acercó con su hacha en alto.
—¿Qué tan malo es? ¿Podemos salir de esta vivos? — el mago sintió su agresividad, en respuesta se le plantó frente a frente.
—Te puedo jurar que con mi muerte no tendrás ninguna chance de vivir — a Tiberius no le agrado su respuesta retadora.
Feril se interpuso entre ambos al notar la tensa situación, sabía de buena mano que su compañero fornido no tenía mucha paciencia.
—¡Hey! ¡Hey! ¡Basta! ¡Si lo matas dudo que seamos libres de esa maldición! — mentía el gemelo sin barba.
—¡Bien..! ¡Ajustaremos cuentas al terminar esto! — grito rencoroso.
—Disculpa, no sabe cómo sacar la presión — contó Feril, el mago parecía no inmutarse.
—Puede ser, pero una vez acabemos le mataré, nadie me habla de esa forma — su tono serio alarmó al mercenario.
—¿La orden de magos te lo permite? ¿O tienes privilegios? — no podía evitar saber la verdad, aún cuando eso significará estar en la mira del siniestro tipo.
—Yo no estoy con ellos, ellos limitan a los usuarios mágicos y los tienen controlados con sus “cuervos” — le explicaba a su compañero.
—¿”Cuervos”? — el desconocía de los métodos, solo sabía de su enorme influencia sobre la nobleza.
—Son hombres con grandes dotes mágicos, otorgados de succionar la vida de sus familiares, ellos son enviados por los “Pilares” para vigilar a magos cuya lealtad está en duda, ellos son capaces de superar fácilmente nuestra magia, simples piezas para esa cruel institución — contó con desagradó.
—¡Feril ven acá! — le llamaba su hermano Firel, pero antes de que fuera con él fue detenido por el reservado individuo.
—Toma este consejo — le advirtió — al abrir las puertas cuida tu espalda.
Feril miro en silencio los ojos del misterioso mago, el mercenario tomo en cuenta su advertencia y se retiró con su gemelo, el cual comenzó a discutir con él, Sebastián acompaña al solitario hombre.
—¿Qué puedes ver? ¿Alguna premonición? — lo abordo sin titubeos.
—Es muy confuso — respondió sin darle la cara.
—¡Espera! ¡Tú me contaste que eras capaz de ver el flujo del tiempo! ¡¿Qué no eres uno de los de la tribu de Destiny?!— replicaba Sebastián sintiéndose estafado.
—Aquí ocurre algo… es algo sin precedentes — intentaba explicar, sin embargo era algo que nunca antes había experimentado — lo único que puedo asegurarte es que están apunto de entrar en batalla.
Inmediatamente sonaron tambores, seguidos por el estruendo de los cuernos de batalla, el andar de los caballos se hacía notorio, la marcha de los guerreros en armadura era más y más claro, ellos chocaban sus espadas contra sus escudos, sin duda intentaban intimidar al grupo del Barón Eastwood, pronto encendieron antorchas en la cima de los muros, ellos recibieron el mensaje, la batalla estaba por iniciar, Sebastián, los mercenarios, el Barón Eastwood y sus hombres fueron testigos del gran ejército de Solomon eran más de tres mil hombres, el primer grupo estaba a pie, varios cargaban escaleras, en medio del primer grupo Lucia un gran ariete de acero, seis caballos cargaban el gran instrumento.
—Esto no luce bien — hablo Firel al ver el gran número y no poder identificar a Solomon de entre el grupo.
—¡Escóndanse debemos ocultarnos hasta que Solomon dé la cara! — les ordenaba Sebastián aún siguiendo su plan, nadie parecía tener la intención de seguir el plan.
Firel lo tomo de los hombros enfurecido.
—¡¿Acaso no ves?! ¡El nunca dará la cara! ¡Con ese ejército no tiene la necesidad! — replicaba el mercenario.
—¿No buscabas algo que te hiciera una leyenda? ¡Esta es tu oportunidad! — sus palabras dieron en el blanco, Firel lo pensó un momento y miro a su grupo.
—¡Todos escuchen! ¡Haremos historia! ¡Hoy acabaremos el trabajo! ¡Hoy tendremos el castillo! — levantó su espada, sintiendo la euforia de lograr la dichosa victoria.
—Si, todo va a la perfección, los ambiciosos mercenarios, mi mago capaz de ver el porvenir y mis oponentes apunto de matarse entre sí, ya pronto podré verte de nuevo mi amada — se decía Sebastián regocijante de como su plan iba cuesta arriba.
—Cien guerrero, solo tiene esa cantidad de hombre a su disposición para hacerle frente a los miles de guerreros — le informaba Marlon al Barón Eastwood, este parecía sumido en sus pensamientos.
—¿Ha regresado el grupo que mandaste al castillo? — con una mano en la barbilla pensaba su siguiente paso.
—No — miro preocupado al castillo — ¿debo mandar a buscarlos?
—No, necesitamos a cada hombre aquí, ellos volverán, al menos por su bien eso espero — su tono severo era de esperarse, pero Marlon no podía evitar preocuparse por su hija.
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