-¡Ahí va otro! – Exclamó la peliazul haciéndose a un lado para que el tronco del pino que acababa de talar cayese.
-Creo que ya tenemos suficiente madera – Declaró Lincoln limpiándose el sudor de la frente, sintiendo el soplo del aíre frío en su rostro, suspiró satisfecho.
Hilda asintió con una sonrisa, llevando su hacha al hombro mirando su arduo trabajo.
-Solo nos quedaría cortar más trozos y ya estaría – Dijo tranquilamente.
-Sí, eso sería todo y seríamos libres – Sonrió.
-¡No perdamos ritmo entonces! – Entusiasmada, Hilda coloco el primer tronco y alzando su hacha para bajarla con fuerza partió el tronco a la mitad, sin perder más tiempo, coloco el segundo.
-Sí que estas animada hoy, eh – Comentó Lincoln manteniendo su sonrisa.
-No puedo evitarlo – Se rio, la chica. – Hoy es el día que podremos ir a explorar el bosque – Casi silbo esa oración.
-Claro, aunque ya nada más seríamos tú y yo – El también tomo el hacha que Stan le había prestado, tomo un tronco y lo partió. – Ojalá Wendy este mejor de su resfriado, ya tiene varios días así – Hilda asintió.
-Sí, no sé cómo lo hace para enfermarse tanto, pero como dices, que se mejore pronto, entre más seamos, más divertidas serán nuestras aventuras
-También es raro que Soos haya faltado hoy – Comentó Lincoln.
-Ah, no te preocupes por él, hace unas horas hablo para decir que no asistiría hoy para cuidar a su abuela que también se resfrío – Explicó.
-Es una lástima, pero vaya que la gente está saliendo con catarro siendo verano, igual puede ser cosa del lugar, no me sorprendería si Gravity Falls tuviera un clima distinto, con todas las cosas raras que hay por aquí, quizás es muy común que los veranos sean fríos, puede que hasta los inviernos sean los calurosos, ¿no te parece?
-Puede ser, hasta podríamos investigar al respecto – La idea era tentadora, pero hoy no tenían planes más allá de perderse en el bosque y vivir otra aventura.
-¿Investigar qué cosa? – Inesperadamente llegó Stan.
-Pues lo raro que esta el clima, no sabemos si es algo común en Gravity Falls que el verano sea frío – Dijo el albino.
-No es nada común, pero sí soy honesto, lo común se distorsiono demasiado desde que me mude aquí – El pensamiento de que cuando su hermano regresará querría volver a investigar estos sucesos cruzo por su mente, cosa que lo irrito ligeramente, pero no lo demostró.
-Como sea, vine a decirles que es suficiente, solo dejen la madera que talaron dentro y ya tienen el día libre – Al momento de decir esa frase ambos chocaron los cinco y se apresuraron a llevar toda la madera que pudieron tomar.
Stan los miro irse, inseguro. Era un sentimiento que lo había estado persiguiendo desde que los encontró, la inseguridad lo carcomía cada vez más, pero tenía que callarla. Maldecía que Soos o Wendy no estuvieran disponibles, si ellos fueran con ambos las cosas no le darían tanto estrés, incluso el pensamiento de acompañarlos paso por su mente.
Era verdad que a él no le interesaba ninguna de las criaturas del lugar, menos mal fue su hermano quien se encargó de documentarlas todas, o esperaba que fueran todas. Sin embargo, su proyecto secreto tenía que ponerse en marcha, ya habían sido varios fracasos seguidos, pese a que consiguió activar el mecanismo antigravedad, la máquina rápidamente sufrió un corto circuito. Si tan solo hubiera descubierto lo de la tinta invisible antes, su hermano ya estaría devuelta en esta dimensión.
No quedaba mucho para eso, ahora que estaría solo, se enfocaría por completo en la máquina, ya sea que la acabase hoy o mañana, cualquiera de las opciones funcionaba, la máquina ya tenía que estar activa.
Aprovecharía al máximo el tiempo disponible con esos dos fuera. Aun con eso, eso no significaba que estaba feliz. De verdad le preocupaba lo que pudiera ocurrirles a ambos, así que se tomó la molestia de leer más a profundidad los diarios, así solo tenía que darles instrucciones a ambos para investigar una zona en específico, una menos peligrosa. Así no tendrían que toparse de nuevo con ese Steve o con algo peor.
Sus pensamientos fueron interrumpidos cuando los vio salir entre risas.
-Antes de que se vayan... ¿tienen pensado pasear en una zona en específico? – Preguntó.
-No realmente, supongo que solo nos perderemos un rato – Declaró Hilda.
-Perfecto, entonces les diré dónde pueden perderse tranquilamente – Les mostro un pequeño mapa donde mostraba donde podían investigar, era una zona relativamente pequeña, cosa que no le gusto a la chica.
-¿Por qué en este lugar? – Preguntó frunciendo el ceño ligeramente.
-Sabes porque, no puedo dejarlos que decidan donde ir con todas las cosas peligrosas que se pueden encontrar, me prometieron que me harían caso y lo que menos quiero es que resulten heridos o muertos – La mirada de Stan fue decisiva y no aceptaría protestas.
Hilda quería reclamar, pero recordó aquella vez y vacilo. Lincoln le colocó una mano en el hombro, se miraron y vio en los ojos de su amigo un mensaje claro: No discutas.
Suspirando, tomo el mapa que Stan les proporciono y asintió.
-De acuerdo, Tío Stan – Acepto derrotada. Lincoln no dijo nada y se limitó a asentir. Gesto que fue aprobado por Stanley.
-Bien, no lleguen tarde y NO salgan de esa zona, sí lo hacen se quedarán sin cena por el resto de la semana – Ambos chicos se estremecieron al escucharlo, tragando saliva, solo pudieron aceptar resignados.
Con eso claro, se marcharon del lugar.
~0~0~0~
-Y ahí va otro ojociélago... – Hilda resoplo decepcionada. Llevaban caminando un buen rato por la zona en la que Stan les asigno, tal y como temía, no sucedía nada interesante. Solo habían visto ojociélagos y nada más.
Lincoln bostezo, él tampoco estaba contento con la experiencia, pero solo podía resignarse. Frotándose los ojos, solo continúo caminando en silencio.
Hilda estaba visiblemente más molesta por todo. No era que no le resultarán interesantes los ojociélagos, pero los veía a diario, así que no había ninguna novedad real.
-Quizás deberíamos volver y ver televisión – Propuso Lincoln. El límite el cual Stan les había especificado no cruzar estaba a la vista, por lo que ya habían caminado y visto todo lo que esta diminuta zona les podía ofrecer. No veía más razones para quedarse a esperar a que algo sucediera.
Hilda frunció el ceño y tras meditarlo, suspiró y asintió a regañadientes.
-Bien, supongo que hoy no es nuestro día – Cuando comenzaron a dar media vuelta escucharon algo, un grito.
-¿Escuchaste eso? – Preguntó la chica mirando extrañada a sus alrededores.
-Sí... sonó como una chica – Comentó el albino buscando la fuente de ese chillido.
-¡Fue un grito de hombre! – Para su sorpresa, la voz les respondió, claramente escuchando toda su conversación. Ante la novedad, los ojos de Hilda brillaron de curiosidad.
-¡Hola! – Saludó. – ¿Podrías mostrarte? – Pidió buscándolo por doquier.
-Y dejar que me atrapen para convertirme en miel de maple, no gracias, aléjense del lugar humanos, no son bienvenidos aquí, ya suficiente tuve con hacerles notar mi presencia – Dijo la voz en un tono más grave.
-(No hacía falta que forzará su voz) – Pensó Lincoln al escucharlo.
Observando que la misteriosa criatura los tomaba como amenazas, Hilda decidió calmar las aguas.
-Tranquilo, no queremos lastimarte ni nada por el estilo, solo queremos hablar – Hablo al aíre, no tardo en recibir respuesta.
-Ajá, lo que digas, ya piérdanse y dejen de seguirme – Despotrico.
Ambos se miraron confundidos. ¿Lo habían seguido?, eso no tenía sentido, solo habían caminado sin ningún rumbo fijo.
-No te seguíamos, solo estábamos paseando por el lugar – Trato de aclarar el albino.
-Grandes mentiras vociferas, humano con nieve en la cabeza, nadie viene a esta zona donde no ocurre nada, ustedes buscan conseguir algo, y les adelanto que no lo conseguirán – Declaró.
-No es una mentira, solo le echábamos un ojo a esta zona, es simple exploración – Hilda continuó.
-No encontrarán nada interesante aquí, por lo que pueden marcharse – Exclamó, sonaba apurado.
Lincoln se acercó a Hilda y le susurro.
-Esto no está funcionando, no lo veo por ningún lado y no creo que se deje ver – Hilda tuvo que darle razón al albino, la conversación no tenía pinta de poder avanzar de buena forma.
Tratando de no perder la oportunidad de conocer más, Hilda no se rindió. No obstante, su cerebro debía trabajar rápido antes de que sea lo que estuviera respondiéndoles abandonará el lugar.
-Oye, aunque sea puedes decirnos como volver, andamos un poco perdidos – Mintió. Lincoln la miró, no estaba convencido de la excusa que Hilda se sacó de la manga para seguir hablando, Hilda solo expresó con su rostro que no tenía de otra.
-¿Vinieron aquí sin pensarlo? ¿No tienen un mapa o algo con lo que ubicarse? ¡Vaya! Supongo que era verdad el rumor de que los humanos son seres torpes por naturaleza – Se burló la voz.
-¿Entonces nos ayudarías?
-No, resuélvanlo ustedes mismos, yo debo marcharme antes de que... oh no – Ese súbito cambió en su tono, más sus palabras puso alertas a ambos.
-¿Sucede algo? – Preguntó Hilda.
-Na-Nada de tu incumbencia, humana – Tartamudeo, lo que hizo evidente su nerviosismo.
-Si sucede algo, podemos ayudarte, no tenemos algo mejor que hacer – Lincoln fue honesto.
-¡Ya les dije que no hay nada que les importe! ¡Déjenme en paz! – Gritó con una mezcla de temor y enojo. Cosa que hizo que el dúo se detuviera, quizás lo estaban asustando.
-Okey, okey, tranquilízate – Pidió Hilda.
-Solo larguen... ¡¿Qué es eso?! – Inesperadamente salieron un montón de barbas, tal y como se escuchaba, parecían barbas de leñador moviéndose de un lado a otro, dando algunos ladridos.
Mirando desconcertados a los recién llegados, que solo olfateaban el suelo hasta que uno ladro con fuerza antes de echarse a correr pasando entre los dos niños, cosa que el resto de la manada siguió.
-Parecen cachorros – Comentó Lincoln.
-Llamémoslos... cachorros de barba – El albino la observo extrañado. – ¡No soy la mejor poniendo nombres, solo trato de ser practica! – Se excuso.
-¡Aléjense bestias! – La voz grito asustado, poco antes de gritar, justamente, el sonido provenía de donde habían salido los cachorros.
-Eso no se escucha bien – Mencionó el albino.
-¡Vamos a ayudarlo! – Exclamó Hilda antes de perseguir a esa manada.
Lincoln la observo adentrarse justo en los límites que Stan les había dicho, suspirando, la persiguió.
No les tomo mucho alcanzarles, esas barbas no eran muy rápidas, y su misterioso amigo tampoco era muy rápido, su cansancio era más evidente cuando trataba de gritar por ayuda. Lo que sea que fuera, no era muy atlético o no tenía un cuerpo adecuado para correr.
-¡No me coman! ¡No quiero lidiar tampoco con piojos! – Suplicó entre jadeos. – ¡Nooooooo! – Exclamó cuando los cachorros finalmente dieron con él y comenzaron a olfatearlo.
Sin perder tiempo, Hilda metió su mano justo donde se concentraba la manada y en cuanto sintió que agarraba algo, lo saco, cosa que hizo que ahora los cachorros se concentraran en ella. Amontonándose a su alrededor, no tenían la fuerza para derribar a la chica, pero eso no les evitaba de mordisquearla.
-¡Chicos malos, no muerdan! – Exclamó Hilda del dolor, no los quería patear y trataba de apartarlos.
-¡Oigan barbas! – Exclamó Lincoln llamando la atención de la manada. Mostrando una lata y agitándola, dijo. – ¡¿Quieren crema para afeitar?! – De inmediato le prestaron su atención y corrieron hasta él entre ladridos.
-Veo que sí les gusta, así que vayan a por ella – Con eso dicho lanzó lo más lejos que pudo la lata, sucediendo lo que esperaba, que los cachorros se marcharan para ir por ella.
Lincoln miró a Hilda. – Bueno, vayámonos antes de que descubran que solo era una lata normal – Declaró.
-¿Cómo sabías que eso iba a funcionar?
-No lo sabía, solo encontré la lata e improvise, pero ya en serio, marchémonos antes de que regresen enfadados – Ambos se alejaron del lugar y mientras caminaba, Lincoln pregunto.
-¿Está bien? – Hilda entendió a quién se refería.
-No lo sé, no puedo verlo, solo siento su peso en la palma de mi mano – Declaró. Cuando se alejaron lo suficiente, comprobaron su estado.
-¿Oye, amigo, te encuentras bien? – Preguntó Hilda, moviendo un poco el cuerpo de la invisible criatura.
-Auch – Sonó, cosa que hizo a Hilda quitar su dedo. – ¡¿Qué te sucede?! – Le reclamó.
-Lo siento, es solo que no puedo verte – Hilda se disculpó con una sonrisa nerviosa.
No hubo respuesta, la peliazul sabía que todavía se encontraba en su palma, lo podía sentir.
-Bueno, tampoco hace falta tanto agradecimiento – Lincoln comentó sarcásticamente. Recibiendo un pequeño codazo por parte de Hilda.
Aun sin recibir respuesta, ambos se miraron expectantes hasta que la voz volvió a hablar.
-Gracias por salvarme – Ante esas palabras sinceras, no les quedo de otra más que sonreír satisfechos.
-No hay de que
-Por cierto, ¿cuál es tu nombre? – Preguntó la peliazul. – Yo me llamo Hilda y él es Lincoln – Los presentó.
-Hola, un gusto – Saludó el albino.
-Me llamó Aragón III, un gusto saber sus nombres, Hilda y Lincoln, les estoy muy agradecido con haber salvado mi vida – Su cambio de actitud hacía ellos fue bien recibido.
-Sí, no te preocupes, lamentamos lo de antes, no era nuestra intención seguirte, fue más un accidente, ya que... bueno, te tengo en la palma de mi mano y no soy capaz de verte – Comentó con una pequeña risita.
-¡Oh! ¡Cierto! ¡Olvide que soy invisible para ustedes lo cual me hace ver como un completo idiota por exponerme de esa manera! – La voz sonó con humor al respecto.
-Bueno, si no hubieras hablado, probablemente ahora serías popo de barba o lo que sea que haya sido eso – Lincoln se unió.
-En agradecimiento por haber salvado mi vida, dejaré que observen la apariencia, la cual ningún humano ha visto en más de mil años – Declaró.
-¡¿Has vivido todo ese tiempo?! – Preguntó Hilda impresionada.
-Eh no, lo siento, me refería a que ningún humano había visto a alguien de mi especie en mil años, me explique mal, lo siento por eso – Sonó avergonzado.
-¿Y qué tenemos que hacer? – Preguntó el albino.
-Simple, solo necesitamos darnos un apretón de manos – Declaró.
-Suena sencillo – Lincoln no tuvo problema.
-Por un momento pensé que nos ibas a hacer firmar un contrato o algo por el estilo – Menciono Hilda, la idea fue fugaz y por algún motivo desconocido la dio por segura.
-Nah, esas son viejas costumbres que ya nadie usa, ¿quién en su sano juicio querría hacer papeleo? – Se burló. – Como sea, solo escupamos en nuestras manos y dejemos pactado nuestros vínculos – Dijo.
-¡Espera! ¿tenemos que escupir? – Preguntó Hilda, algo asqueada.
-Duh, ¿qué los humanos no saben cómo hacer un buen apretón de manos?
-Ugh, bien – Aceptó al final.
Tal y como fue, escupieron y se dieron un apretón, fue algo complicado, pero en el momento en que completaron el pacto, pudieron observar la apariencia de Aragón.
Era un ser diminuto, con algo parecido a una ropa de aventurero, en su mayoría dando una paleta de colores de marrón, morado y plateado. Su pelaje fue negro con unos ojos blancos, y otra característica interesante eran sus orejas puntiagudas.
-¿Qué tal ahora? – Preguntó Aragón con una sonrisa.
-¡Oye que genial esa capa! – Lincoln dio el cumplido, realmente se sorprendió.
Hilda solo lo miró fijamente, antes de sonreír fascinada.
-Ahora sí podemos decir que ya nos conocemos como se debe – Se rio. – ¿Cómo se llama tu especie? – Preguntó.
-¡Somos los valerosos y ancestrales elfos oscuros! – Presentó.
-¡Asombroso! ¿Te molesta si te dibujo un poco? – Preguntó el albino, sacando la guía y un lápiz.
-¡Claro!
-¡Oye era mi turno de dibujar! – Protesto la chica.
-Camarón que se duerme, se lo lleva la corriente – Dijo el famoso dicho.
-Bien, ya me tocará dibujar a mi – La peliazul termino por restarle importancia.
-Esta es la primera vez que un humano me retrata en un dibujo, solo espero que tus cualidades sean buenas para captar la magnificencia de los elfos oscuros.
-Tranquilo, se nos da bien dibujar a ambos, solo no te muevas demasiado – Dijo mientras dibujaba rápidamente. No tardo mucho tiempo para que Lincoln tuviera listo el dibujo.
-Ya quedo
-Eso fue rápido, me agrada, es mucho más práctico que quedarme quieto por horas.
-Aragón, ¿cierto? – Preguntó.
-En efecto, querida Hilda, ¿qué se te ofrece? – Respondió.
-Nos podrías contar más acerca de los elfos oscuros – Pidió.
-¡Por supuesto, mi pueblo tiene una extensa historia que los dejará perplejos! – Accedió con una amplia sonrisa, eso hasta que una idea curso por su cabeza. – ¡Tengo una idea mejor! Los podría llevar a mi pueblo natal, ahí podrán recibir una buena recompensa de mi madre por salvarme la vida – Declaró.
-Eso suena bien para mi – Hilda acepto sin dudarlo. Sin embargo, Lincoln intervino.
-Hilda, recuerda que Stan nos dijo que no nos adentráramos más en el bosque, ya rompimos esa regla por salvarle la vida a Aragón, pero no quiero quedarme sin cenar – Dijo algo preocupado.
-Si de festines te preocupas, no temas más, pues te aseguro que mi pueblo te recibirá con grandes ofrendas por tus actos – Dijo el elfo oscuro con orgullo.
-Vamos Linc, Stan no tiene forma de saberlo, a parte que aún es muy temprano, es capaz de ponernos a hacer más tareas domésticas si volvemos, solo estaremos un rato y ya, regresaremos antes del anochecer y asunto resuelto, después de todo sí encontramos una aventura muy interesante – La peliazul trato de disuadirlo, su curiosidad estaba en rienda suelta y no se resistiría hasta no saber más.
Lincoln la miro algo indeciso, pero viendo lo feliz que estaba Hilda dio su brazo a torcer. Suspirando y sonriendo, accedió. – De acuerdo, solo procuremos tener cuidado – Hilda casi salto de alegría.
-¡Grandioso, vamos! – Exclamó la chica.
-¡Por estos lares! – Aragón apunto hacía una dirección en específico, haciendo que ambos caminarán adentrándose más en el bosque.
Sin que se dieran cuenta, todo había sido visto por otro ser escondido entre los arbustos.
-Shmebulock – Dijo una criatura pequeña, de barbas grises, nariz roja y con un gran gorro rojo puntiagudo. Con eso dicho, se marchó hacía una dirección distinta.
~0~0~0~
-¡Ya estamos cerca! – Anunció Aragón con fervor.
-Yo no veo ninguna villa – Comento Lincoln que buscaba algún indicio de población.
-Esa es la magia, solo los que forman un pacto con un elfo oscuro son capaces de verlo, pero me temo que depender de un solo sentido como lo puede ser la vista resulta ineficaz con la cantidad de criaturas peligrosas que habitan en estos bosques – Explicó con demasiada dramatización.
-¿Entonces es una villa escondida? – Preguntó Hilda.
-Sí, en efecto, lo es – Afirmó. – No podemos permitirnos exponernos a los peligros, para prueba tenemos la vergonzosa escena de hace unos momentos, esos cachorros resultan una amenaza para mí, no tanto para ustedes sí es que cuidan su cabello – Agregó.
-Ya veo, es lógico, quizás debería mirar entre los árboles, puede que tengan una villa entre estos grandes pinos – Comento Hilda.
-Lamento decepcionarte, pero ese fue uno de los primeros intentos que no resultaron bien, pero no importa, ya lo comprobarán por ustedes mismos – Aragón sonrió confiado.
Dando la orden de detenerse, ambos acataron, sus ojos constantemente fueron buscando alguna señal de vida, pero nada.
-¿Dónde exactamente tenemos que mirar entonces? – Preguntó Lincoln confundido.
Antes de que Aragón pudiera seguir hablando, otra firme voz resonó.
-¡No den un solo paso más, humanos! – Era una voz femenina, pero muy imponente, tanto que dejo rígidos a ambos chicos.
Mostrándose ante ellos, había decenas de elfos oscuros en armaduras similares a las que Aragón llevaba puestas, La cantidad no solo era impresionante en tierra, sino también en aíres, pues de todas las direcciones había elfos, ya sea colgado de los árboles o montando ojociélagos, todos apuntando, lanzas y arcos las cuales brillaban en un tono purpura. Ninguno lucía temeroso, es más, estaban listos para el combate.
Y frente a ellos, montando un ojociélago más grande que el común se encontraba una elfa, a diferencia del resto, su armadura era por completo negra y en lugar de una lanza o arco, llevaba una espada la cual brillaba en un rojo profundo.
La mirada con la que miraba a ambos era honestamente aterradora, pero se encontraba fija en un individuo en específico, Aragón. El cual la miro con una sonrisa muy nerviosa.
-Ho-Hola madre – Saludó. Ni Lincoln o Hilda hicieron un comentario al respecto, solo miraron sorprendidos a la criatura.
-Aragón... ¿Por qué trajiste humanos a la entrada de nuestro hogar? – Su pregunta era directa y firme, pero la frialdad con la que hablo hizo que bajara un escalofrío de la espalda del hijo.
Aragón trato de articular palabra, pero la increíble presión que se ejerció sobre él, lo dejaba sin aliento, tanto que se arrodillo sin fuerza, el sudor cayendo de su frente, no era la primera vez que su madre se dirigía hacia él con ese tono, pero lo que lo mataba eran las miradas de todos los soldados a su alrededor que no disimulaban en ocultar su enojo.
Hilda viendo la situación decidió intervenir.
-Tranquilos, no vinimos a hacer ningún daño, tan solo... – Fue interrumpida.
-Cuando te pida que hables, humana, hablarás, pero sí no dirijo mi palabra a tu persona, entonces mantendrás cerrada tu boca sí tienes la inteligencia suficiente como para conocer tu lugar – Hilda admitió sentirse intimidada cuando ahora la presión era dirigida a ella, no obstante, no se echó para atrás.
-Solo digo que no hay necesidad de todo esto – Afirmó. Frunciendo el ceño, la madre de Aragón dio una profunda mirada a la chica peliazul, que aun teniendo una gota de sudor cayendo de su frente, miro con toda la seriedad que pudo a la elfa.
-Eres valiente, pero increíblemente estúpida – Fue lo que atino a decir, haciendo que los soldados se tensaran más.
Lincoln colocó su mano en su hombro, en señal de apoyo, aunque se la pasaba mirando a su alrededor, su mente trabajando en algún plan por sí las cosas empeoraban.
Aragón por su parte pudo recuperarse y poniéndose de píe, confronto a su progenitora.
-¡Ellos no son enemigos, madre! ¡Ellos salvaron mi vida! ¡Solo quiero recompensarles por sus acciones! – Declaró con todo el valor que pudo.
La expresión de la mujer permaneció imperturbable.
-¿Salvaron tu vida?
-¡Así es!
¿Cómo fue que sucedió?
Con una rápida narración, Aragón contó como casi fue devorado por los cachorros de barba, pero no hubo sorpresa alguna en el rostro de su madre.
-Ya veo – Cerró los ojos, pensando que eso sería suficiente, Aragón suspiró, pero el gusto no le duró mucho cuando la mujer los volvió a abrir, esta vez, mostrando genuina irritación. – Tú desobediencia es lo que casi te lleva a los brazos de Hel, por lo que no conforme por casi morir estúpidamente, te atreves a traer forasteros poniendo en peligro a tu pueblo – Aragón tembló ante las duras palabras de su madre.
-¡Debería darte gusto saber que está bien! ¡¿Acaso no te preocupas por él?! – Hilda volvió a intervenir, esta vez con un rol más agresivo, estaba molesta por las palabras de la mujer.
-Precisamente, le ordene que no podía salir de la villa, y ya has observado el resultado de su desobediencia, mi hijo no es más que un tonto – Sentenció con dureza, cosa que hizo que Aragón apretará los puños de frustración y antes de que Hilda pudiera continuar discutiendo.
-Sí, tienes razón en llamarme un tonto, madre, pero tanto Hilda como Lincoln no tienen ninguna culpa de eso, es más, si no hubieran estado en el momento fijo y por mis descuidos ya no estaría presente, sé que es descarado pedirte esto, pero por favor, no salpiques a estas dos almas tan amables como para rescatar a un tonto como yo – Declaró.
El silencio fue incomodo, y pese al agradecimiento silencioso de ambos chicos hacia el elfo, no estaban seguros de cómo iba a terminar esto. Ni siquiera los propios soldados estaba seguros de la conclusión de este altercado.
-Bien – Sentenció. – Si bien, eres un completo tonto desobediente, sigues siendo mi hijo, tampoco puedo ignorar el hecho de que salvaron tu vida. Ciertamente no se comportan como ese humano de los seis dedos que buscaba incansable conocimiento, a diferencia de él que no consiguió nada, ustedes, Hilda y Lincoln, tienen mi agradecimiento por salvar la vida de mi hijo – Concluyó.
Cosa que hizo suspira de alivio a los tres.
-No obstante... – Volvieron a tensarse. – No puedo permitirles la entrada a Svartálfaheim – Finalizó.
-¡Pero madre! – Fue interrumpido.
-Nada de peros, han pasado siglos desde que un humano formo un pacto con un elfo oscuro, ninguno ha pisado Svartálfaheim, por más que te hayan salvado, no puedo poner en riesgo las vidas o los hogares de mis ciudadanos – Su expresión fue seria, cosa que Aragón solo pudo reaccionar con frustración, se había emocionado con la idea de volver a tener amigos y no previo esta situación.
-Disculpe... ehh... – Hilda no supo cómo llamarla, cosa que la elfa se percató y respondió en consecuencia.
-Reina Galadriel, lamento la tardía presentación – Dijo.
-Sí, bueno... Sra. Galadriel, entiendo perfectamente que como líder de toda una villa piense en la seguridad de su pueblo, y como un par de aventureros apasionados, le juramos no destrozar nada, podemos firmar un contrato y todo – Declaró Hilda muy decidida y con todo el respeto del mundo llevándose la palma de su mano al corazón.
-Sí, lo juramos, nuestro hogar es algo propenso a romperse con facilidad, así que procuramos siempre ser muy cuidadosos – Añadió Lincoln.
-Chicos... – Fue lo que atino a decir Aragón, perplejo por sus palabras. Ilusionado, miro a su madre suplicante.
La monarca no dijo nada, parecía estarlo considerando, tardaron casi diez minutos en absoluto silencio para incomodidad de todos, hasta que la reina volvió a hablar.
-Muy bien, haré un experimento, aunque no crean que no recibirán un castigo si es que llegan a dañar la más mínima propiedad, ¿entendido? – Ambos asintieron con fuerza.
-También, será una visita momentánea, no esperen quedarse más de una hora aquí, en su recorrido, yo misma los guiaré, evidentemente, mis soldados de elite los estarán escoltando en todo momento – Volvieron a asentir.
La reina aprobó en silencio y se dirigió a sus soldados, con una señal, hizo que todos salvo un grupo reducido a los que estaban se dispersarán.
-Síganme – Indicó, haciendo que su ojociélago la llevará al suelo, este emprendió vuelo hacía rumbos desconocidos, mientras tanto, la reina se detuvo en un espacio, y antes de que Lincoln o Hilda pudiera preguntar, la tierra se abrió dejando un hoyo lo suficientemente ancho para que pudieran pasar.
-La entrada no está hecha para que humanos pasen cómodamente, pero sí está hecha para que cosas más grandes puedan pasar, claro que ninguna de esas cosas está viva al hacerlo, así que siéntanse honrados de ser los primeros en entrar con vida a la tierra de los elfos oscuros – Comentó como si no fuera nada.
-Yupi – Festejo sarcásticamente Lincoln en voz baja.
Con dificultad fueron pasando dentro, tal como había dicho la reina, podían avanzar, aunque debían de estar agachados y con cuidado de no irse de boca bajando las escaleras. Tomo unos cuantos minutos, pero cuando lo hicieron, fue Aragón el primero en tomar las palabras de bienvenida.
-Mis queridos amigos, bienvenidos a Svartálfaheim – Declaró Aragón con entusiasmo dejando ver el paisaje.
Esto era algo muy sorprendente para ambos, no era para nada como ninguno de los dos se había imaginado, era mucho mejor, para comenzar, el lugar era lo suficientemente profundo para que pudieran permanecer de pie sin que sus cabezas tocarán la tierra que se cernía sobre ellos, había un montón de minerales brillantes iluminando el lugar de forma natural, aunque el purpura y el azul predominaban ante todos.
La cueva secreta parecía más un túnel con lo largo que era, por más que vieran, no podían ver el final del lugar, la anchura por su parte era lo suficientemente cómoda como para que pudiera pisar el gran camino. Los edificios y viviendas en miniatura dejaban lugar a un gran camino que recorría todo como una especie de carretera para circular. Era muy hermoso.
-Increíble – Murmuró Hilda maravillada con todo lo que veía.
-Ni lo digas – Lincoln estaba igual.
-Se los dije, Svartálfaheim no se puede comparar a nada – Dijo el heredero al trono hinchando el pecho con orgullo.
-No se queden atrás – La voz de la reina los hizo reaccionar, comenzando a caminar, mirando con cuidado no pisar a nadie.
Como era de esperarse, habían captado la atención de toda la población, quienes miraban fuera de sus viviendas a los invitados, las sensaciones estaban muy marcadas, asombro y temor, el primero por los más jóvenes y el segundo de los mayores, quienes susurraban para ellos sus pensamientos.
-Hola – Saludo Lincoln mientras caminaba. Hilda sonreía saludando con la mano.
-Esto es increíble... ¿cuánto tiempo les tomo construir esto? – Preguntó Hilda.
-Se cuenta que los fundadores les tomo poco más de cien años construir todo esto – Contó Aragón.
-¿Tanto tiempo?
-Sí, principalmente porque el proyecto tomaba mucho tiempo y mucha mano de obra, cosa que por esa época escaseaba debido al descenso en la población debido a la zona – Explicó.
-¿Y por qué decidieron mudarse aquí? – Preguntó la chica.
-Se dice que hubo un gran conflicto en la tierra natal de los fundadores, lo que hizo distanciarnos de los otros grupos de elfos, eran conflictos bastante desagradables de menosprecio hacía mi gente, los fundadores vieron que estarían condenados se permanecían y prefirieron macharse muy lejos para no tener que lidiar con ellos nunca más – Lincoln asintió, parecía que los conflictos de esa índole no solo pertenecían a los humanos.
-¿Y no pudieron escoger otro lugar? Quiero decir, Gravity falls está repleto de muchas criaturas, y por lo que nos cuentas les costó mucho adaptarse – Hilda continuo.
-Eso es muy sencillo de responder – Esta vez intervino Galadriel. – Verás, las tierras antiguas donde residieron los fundadores eran tierras estériles y sin vida, mientras que el resto de elfos habitan tierras mejores, de ahí se genero el conflicto, y tras ver que era una batalla perdida, los fundadores decidieron migrar hacía otras tierras, ricas en vida y en magia. Por esa razón es que nos quedamos en estos bosques, ya que eran exactamente lo que los fundadores deseaban, es una gran concentración de fuerzas sobrenaturales, es el lugar perfecto para nosotros, o al menos fue lo que declararon los fundadores, ya que el martirió que fue adaptarse no es algo que podamos olvidar. A pesar de eso, prosperamos y decidimos mantenernos ocultos del resto de seres, claro, de los que podíamos evitar, el conflicto con otras razas fue inevitable, pero esas ya son otras historias – Finalizó.
-Wow, realmente hay mucha historia aquí, no puedo ni imaginarme la cantidad de pequeñas historias que debe abundar por aquí – Comentó Lincoln impresionado.
-¡Por supuesto que las hay! – Exclamó Aragón entusiasmado.
-Ustedes deben de saber mucho sobre Gravity Falls entonces – Atino a decir la peliazul, la reina no la volteo a mirar, pero si respondió.
-¿Gravity Falls? ¿Es así como los humanos llaman a estas tierras? De ser así, sí, contamos con muchos conocimientos al respecto – Confirmó.
-¡Genial! ¡Esto nos puede ser de gran ayuda, Lincoln! – El mencionado asintió completamente de acuerdo con su amiga.
-¡Sí que será de ayuda!
Aragón se les quedo mirando confundido y algo incomodo por no estar en la misma página que ambos.
-¿En que podrían necesitar nuestra ayuda? – Preguntó curioso. Galadriel también prestó atención, pero sin detener su caminata.
-Eh, pues verás, estamos escribiendo una guía de cómo sobrevivir en Gravity Falls, no crecimos aquí, pero estamos juntando información sobre todas las criaturas para que la gente pueda andar con cuidado – Explicó la chica.
-De hecho, por eso te pedí dibujarte – Lincoln se rio mostrando el cuaderno, cosa que hizo sentido al elfo.
-Oh ya veo, pues me siento honrado de ser representante de la sección de elfos oscuros – Comentó con satisfacción.
-Me temo que tendré que pedirles que nos excluyan de su "guía", los elfos oscuros no tenemos ningún asunto o interés en que el resto de humanos conozcan de nuestra existencia – Dijo la reina desmoronando el buen ambiente que se había formado.
-¿Por qué rechazan tanto a los humanos? – Preguntó Hilda con un tono serio.
-Los humanos no dejan de ser otra raza de la que tenemos que cuidarnos, a diferencia del resto que ha permanecido casi igual a lo largo de los años, ustedes están constantemente cambiando y desarrollando objetos fascinantes pero temibles, no podemos arriesgarnos a que más de ustedes puedan intentar algo contra Svartálfaheim, después de todo, no importa que ustedes, pequeños, se pongan de ejemplos, ya que si algo hemos aprendido de los humanos es que son impredecibles en sus comportamientos – Su tono permaneció igual, pero era claro su posición de líder. Lincoln podía comprender eso, más con la cantidad de personas extrañas que había visto desde que vivía aquí hacía que confiar fuera complicado hasta para los propios humanos.
Antes de cualquiera de los dos pudiera responder, fue Aragón el que sorprendentemente comenzó a discutir con su madre.
-¡Pero madre hemos vivido apartados del resto de razas, apenas conocemos la superficie de los humanos o del resto de razas, más allá de aquellos con los que hemos tenido conflictos! ¡¿Cómo podremos confiar en alguien si no nos damos el tiempo de conocerlos primero?! – Despotrico con enojo.
-Aragón, tú entregas tu confianza demasiado rápido, apenas viste que algo afuera no te quiso devorar y los trajiste aquí
-¡Pero tú los dejaste pasar a nuestra villa!
-Eso es verdad, pero a diferencia de lo que tú pienses, yo tengo el control de la situación, recuerden que ustedes no son libres de ir por sus anchas aquí – Fue en ese momento que la elite de la reina hizo su reaparición, estos nunca habían bajado la guardia, siempre listos para el ataque.
-No hemos sobrevivido aquí simplemente ocultándonos, hemos peleado con criaturas mucho más grandes que ustedes y hemos salidos victoriosos, así que sean prudentes en sus acciones – Dejo en claro la mujer.
-Ya decía yo que esto estaba resultando mejor de lo que yo pensaba... – Murmuró el peliblanco.
-Eso no quita que nos dejarás pasar, pese a todo, tienes un asunto con nosotros, ¿no? – Declaró Hilda valientemente, aunque eso no quitaba que asusto un poco a Lincoln la reacción que podía tener la reina.
-Eso es verdad, y de seguro mi hijo les dijo que yo les recompensaría con algo, ¿o me equivoco? – Aragón desvió la mirada.
-Sí, fue así
-Y tiene razón, aunque no confíe en ustedes, yo tengo mis valores claros, aquel que salve la vida de los más preciados para mi deben ser recompensados, cosa que cumpliré – Eso pareció aliviar un poco a los dos chicos, solo esperaba que "recompensar" para los elfos no fuese "esclavizarlos" o algo peor.
-¿Entonces... a dónde nos dirigimos? – Se atrevió a preguntar Lincoln.
-A mi palacio, tengo la recompensa justa para ustedes dos – Declaró.
Hubo un incomodo silencio mientras continuaban avanzando, al paso que iban no era mucho, pero eso no desmeritaba que el sitió era largo, fácilmente eran unos kilómetros, solo esperaban que al salir no fuera tan tarde.
No fue que por fin llegaron al dichoso palacio, era una estructura muy vistosa, y probablemente era el edificio más grande de todos los que habían visto aquí. Deteniéndose en frente, era claro que no iban a entrar dentro, cosa que fue confirmada por Galadriel.
-Permanezcan aquí en lo que regreso – Fue lo que dijo antes de adentrarse dentro.
Pasaron unos minutos hasta que Hilda le preguntó a Aragón. – ¿Tú mamá es así siempre? – El príncipe lo pensó un momento y respondió.
-Sí, rara vez la veo con otra expresión u otra actitud. Ni cuando era niño actúa distinto – Murmuró con algo de resentimiento en su tono.
-Ya veo, supongo que es una relación complicada – Agregó Lincoln.
-Lo es, nuestras ideas siempre han chocado entre sí. Simpatizo bastante con ustedes buscadores de aventuras, yo siempre he querido embarcarme en mi propia travesía, pero ya se hacen una idea de como terminan siendo esos intentos – Dijo.
-Así que por eso estabas afuera cuando te encontramos, prácticamente te escapaste de casa – Comentó Hilda sorprendida, el elfo miro a otro lado avergonzado.
-No me gusta que lo digas de esa manera, me hace ver muy patético – Se rasco la punta de sus orejas.
-No creo que seas patético, amigo – Hilda lo tranquilizo, algo que ciertamente consiguió.
-Gracias por tus palabras, pero no hay nada que pueda hacer para cambiar mi situación. Un príncipe esta destinado a permanecer toda su vida en su palacio, supongo... – Dijo resignado.
Tras un breve silencio a Hilda se le ilumino el foco.
-Puede... puede que haya una forma de ayudarte – Declaró para interés de Aragón.
-¡¿En serio?! – Dijo sin poder creérselo.
-Sí, aunque tendría que proponérselo a tu madre – Mencionó.
-Hilda, no sé en qué estás pensando, pero medítalo bien, no estamos en posición de pelearnos con la reina de este lugar – Advirtió Lincoln.
-Lo sé, pero tampoco puedo quedarme de brazos cruzados cuando otro aventurero no es capaz de hacer lo que quiere – Dijo con determinación. Lincoln no estaba seguro de la situación, pero no hubo tiempo para discutir más cuando Galadriel regreso.
-Acérquense, pequeños humanos – Ordenó la reina.
Tal como dijo, ellos acataron, agachándose con cuidado de no tropezar o destruir nada, miraron expectantes a la mujer, quien no llevaba nada.
-El regalo que consideré adecuado por su acto y concorde a sus intenciones con esta "guía", es esto – Señalo a un lugar donde dos grupos de soldados cargaban mechones de cabello luminosos, eran una cantidad considerable los cuales estaban unidos por una especie de liga.
El dúo los tomo mirándose confundidos.
-¿Cabello? – Se preguntó Lincoln.
-No es cabello ordinario, es cabello de unicornio. Les servirá como protección contra los enemigos que puedan hacer en su travesía, úsenlo con prudencia – Finalizó. Ambos se miraron, Lincoln se encogió de hombros y hablo.
-Muchas gracias su majestad, pero exactamente... ¿cómo funcionan? – Preguntó.
-Repelen cualquier fuerza maligna de un punto en concreto, piénselo... como si fueran murallas, colocándolas alrededor de un sitió concreto formarán un muro invisible que los protegerá de los males que puedan perseguirlos – Explicó.
Mirando sorprendidos los cabellos por sus propiedades y no solo eso, sí no que esto les confirmaba la existencia de los unicornios. Menudos descubrimientos han tenido hoy.
-Se lo agradecemos en verdad – Volvió a agradecer el albino.
-Es lo mínimo que puedo hacer por ustedes. Sin embargo, les pediré que se retiren, creo que ha sido una informativa visita para ustedes – Aragón al escuchar a su madre solo pudo apretar el puño, quería que ambos se quedarán más tiempo, quería hablar con ellos. Hacía tanto que nadie le prestaba tanta atención.
-Eh disculpe, su majestad, aún hay una última cosa de la que me gustaría hablarle – Habló Hilda con decisión luego de guardar el cabello de unicornio.
-Esta bien, prosigue, pequeña – Accedió.
-Verá, sé que esto puede parecer inesperado, pero usted menciono que no podían confiar en los humanos, puede que su impresión de nosotros no sea muy buena, pero quiero demostrarle que se equivoca y que nos podemos ayudar mutuamente. Así que le querría proponer que hubiera una embajada de Svartálfaheim en nuestro hogar, ustedes podrían investigar como nos comportamos y vivir en armonía sin la necesidad de ocultarse, a ustedes también les debería importar lo que sucede afuera porque puede llegar a afectarles, nosotros podemos ayudar con eso – Tanto los soldados como la propia Galadriel genuinamente se sorprendieron por la proposición de la peliazul, Lincoln incluso sonrió de lo ingenioso que fue eso. Pero, por otro lado, Aragón estaba maravillado, ahora entendía lo que Hilda quería lograr, así que seguiría ese juego.
-¡Por favor considéralo madre! ¡Yo mismo me ofrezco a ser el embajador de Svartálfaheim! – Habló con determinación el joven elfo.
-No – Fue su simple respuesta que rompió las esperanzas de su hijo, y de la propia Hilda. – Tú eres el menos indicado para esa tarea – Declaró, la reacción de Aragón fue completamente predecible, apretó los puños en furia.
-¡¿Por qué no puedo hacerlo?! ¡Me la he pasado estudiando toda mi vida! ¡Me he estado preparando física y mentalmente con el afán de salir y conocer el mundo! ¡¿Por qué estas tan empeñada en destrozar mis sueños?! – Gritó con lágrimas en los ojos. Ella lo miro con toda la seriedad del mundo.
-Hoy casi mueres por escaparte de Svartálfaheim, yendo por tu cuenta, has vivido toda tu vida aquí y apenas has experimentado un poco del mundo arriba de nosotros. Tus acciones no son para felicitarte ni mucho menos darte una tarea de este calibre. Lo siento, pero no estas listo – Finalizó. La expresión de furia en su heredero lo dijo todo, tan solo apretando los dientes y los puños, con ningún control de sus emociones.
-Hilda bájame – Pidió con la voz quebrada.
-¡Pero! – Trato de replicar.
-¡Bájame! – Le grito, impactando en la chica, quien luego de unos momentos en silencio, hizo lo que Aragón le pidió.
Al momento de estar en el suelo, Aragón se echo a correr dentro del palacio sin molestarse en mirar a nadie más.
-¡¿Oiga qué fue eso?! – Le reclamó Hilda a la reina, genuinamente molesta.
-Tu propuesta, Hilda, fue sorprendente y muy descarada, pero me temo que tendré que declinar por ahora, sin embargo, no desecharé tu idea. No tengo nada más que decirte, pueden retirarse – Con eso dicho, ella también dio media vuelta y se marchó.
-¡No se vaya, todavía no hemos terminado! – Le grito Hilda molesta, pero Lincoln coloco su mano en su hombro, deteniéndola. La peliazul miro al peliblanco, enojada, este solo la miro con seriedad.
-No hay nada más que podamos hacer, vámonos – Por más que Hilda quería replicar sabía que tenía razón, no había nada más que hacer. Quitándose bruscamente la mano del albino, Hilda dio media vuelta y se apresuró a regresar, Lincoln no tardo en seguirla con preocupación en su mirada.
~0~0~0~
Luego de volver a donde habían llegado, notaron que los guardias dejaron de escoltaros, echándolos sin decir una sola palabra.
Hilda pronto fue la primera en tomar rumbo de regreso, enfurecida. Nada salió como ella esperaba que sucediera, este día había sido una montaña rusa llena de bajadas y subidas, en principio fue decepción que a medida que fueron pasando cosas se transformó en un subidón de emoción todo para que acabará de esta manera tan frustrante. Honestamente, estaba segura de convencer a la reina. Era una extraña sensación, pero le agradaba la idea de tener un amigo en miniatura acompañándolos a más aventuras, que eso fracasará le frustraba, siendo un plus lo mal que se había visto Aragón.
Lincoln miraba la espalda de su amiga, inseguro de si quiera hablar, nunca la miro tan enfadada, era de suponer que llegaría el momento de verla así, se preguntaba sí él se vio tan enfadado por el incidente del minigolf, ¿quizás esta inseguridad de saber cómo actuar fue como la hizo sentir aquella vez?
El albino no lo sabía, pero le preocupaba, no sabía como ayudarla, no es como si él no se hubiera sentido decepcionado por la conclusión de todo, pero claramente Hilda fue más afectada. Dio un leve suspiro, mirando entre las hojas de los arboles que cubrían la luz del sol, aunque lucía nublado.
Mirando nuevamente la espalda de su amiga, se decidió caminar a su lado. Al momento de hacerlo, miro su ceño fruncido, ella ni lo miró. Considerando su poner una mano en su hombro, Lincoln lo pensó un momento, pero antes de decidir algo, una voz se escuchó.
-¡Mis amigos espérenme! – La voz de Aragón los hizo detener en seco, sorprendidos.
Volteando observaron al pequeño elfo corriendo hacía ellos, notablemente cansado, cargando una gran mochila, con una sonrisa cansada este pudo parar para respirar.
-¡¿Aragón?! ¡¿Qué haces aquí?! – Preguntó Hilda, acercándose junto al albino al elfo.
El príncipe se tomo su tiempo para responder, pero cuando se repuso, habló.
-He decidido proclamarme embajador de Svartálfaheim – Declaró con fervor.
-¿Tú madre cambio de opinión? – Ante la pregunta del albino, el elfo oscuro frunció el ceño.
-No, ella no aprobará esto, esta demasiado metida en su paranoia que no permitiría estas acciones – Resoplo con enojo. – Es por eso que decidí que les demostraría mi valía, sé que soy capaz de esto, y quiero hacerlo. Ha sido mi sueño desde mi tierna infancia, por lo que no estoy dispuesto a abandonarlo – Exclamó con determinación. Hilda sonrió.
-¡Eso es genial! ¡Cuenta con nosotros! – La chica apoyó completamente. No obstante, el peliblanco tenía dudas.
-No quiero ser aguafiestas, pero... ¿estás seguro de esto? Tú madre va a preocuparse mucho por ti – Su preocupación era palpable.
-No temas por eso, a mi madre le preocupan más sus deberes de reina que yo, para cuando descubra que ya no estoy, se tomará su tiempo para venir a buscarme, y cuando lo haga, notará mi gran esfuerzo como embajador y me permitirá seguir viviendo aventuras – Explicó con orgullo. Lincoln no parecía convencido.
-No lo sé... tampoco quiero que la reina nos consideré enemigos o manipuladores – Se rasco la nuca.
-Lincoln, él tiene razón, las acciones hablan mucho más que las palabras, esto no solo ayudará a Aragón, sino que también nos ayudará a nosotros, las cosas serán mucho más dinámicas y divertidas – Le dijo la chica entusiasmada de convencerlo.
-¡Pero también debemos pensar en lo malo que puede ocurrir! No digo que no seamos positivos, pero no sabemos como puede reaccionar ella – Hilda lucía algo molesta con su respuesta.
-Agradezco tu preocupación, mi amigo de cabellos nevados, pero de acuerdo a mi experiencia, ella rara vez tomaría fuertes represalias, ella ha sido la reina que más ha evitado el conflicto desde que los elfos oscuros han pisado estas tierras, cuando sea el momento de confrontarla, yo me haré responsable de mis actos, lo juro por mi pueblo – Respondió el príncipe.
Lincoln seguía sin lucir convencido, quería creerles, pero no tener un plan para la situación le complicaba las cosas.
-Lincoln, por favor, si no puedes confiar en Aragón o en Galadriel, confía en mí, somos un equipo y podremos enfrentar lo que sea, solo es hacer un salto de fe – Hilda se acercó a él, luciendo suplicante. Lincoln no podía evitar sentirse inseguro, su voluntad flaqueaba cuando miraba esos ojos. Finalmente, cedió.
-Bien, bien, sigamos adelante en esto, ya pensaré un plan en tanto caso bueno como en el malo – Finalizó con un suspiro.
-¡Si! – Exclamaron tanto Hilda como Aragón. Ayudando a este último a subirse en su hombro para que fuera más cómodo, volvieron a tomar su rumbo.
-Oye, ¿y cómo fue que nos alcanzaste tan rápido si la última vez que te vimos fue bajo tierra? – Preguntó la peliazul a su amigo elfo.
-Ah eso, pfff... tengo pasadizos secretos para salir de Svartálfaheim sin que nadie lo note, por eso cuando me encontraron estaba más lejos de mi hogar – Explicó.
-Eso es práctico, puede que a hasta te de tiempo de hacer uno en la cabaña – Mencionó Hilda. Así fue fluyendo más la conversación entre ambos.
Lincoln sonrió sutilmente, su amiga se veía contenta. No tardo en unirse a la plática con mejor humor.
No quedaba demasiado para salir de la zona profunda, regresaban en buena hora, antes de la cena con Stan.
-Ahora que lo pienso... ¿cómo le vamos a explicar el nuevo invitado a Stan? – Recordó Hilda, estaba segura de que no le iba a hacer gracia, pero esperaba que fuera suficiente mostrándole que Aragón era inofensivo.
-¿Y sí le decimos que es nuestra mascota? – Propuso Lincoln sin pensar demasiado.
-No creo que eso vaya a funcionar – Declaró Hilda.
-Concuerdo, no soy bueno interpretando animales silvestres, aunque... podría pasar desapercibido si no formo un pacto con ese tal Stan – Comentó.
-No, creo que es mejor que sepa a que lo descubra cuando te delates a ti mismo por olvidar que eres invisible – Hilda bromeo, cosa que hizo reír al albino, pero avergonzó al elfo, que se lo tomo bien.
-Sí... creo que apoyaré eso... deberé de recibir el sello de aprobación del tal Stan – Se rasco la mejilla. – Por cierto, ¿ese Stan es su padre? – Preguntó curioso.
-No, él no es nuestro padre, tampoco somos hermanos sí te lo preguntas – Respondió Lincoln. – Stan es... nuestro tutor, es una larga historia de como acabamos con él...
-Él nos recogió de un lago, y nos esta cuidando porque tenemos amnesia así que no tenemos otro lugar al que ir
-Bueno, no era tan larga la historia después de todo – Se corrigió.
-Vaya, eso sí que no me lo esperaba, parece ser que di con humanos muy interesantes – Menciono impresionado.
-Sí nuestra historia te parece interesante, espérate a que veas a las personas del pueblo, no es por ser grosero, pero todos son muy raros, no es que nosotros no seamos tan diferentes, pero para que no pienses de que todos los humanos nos casamos con aves o cosas así – Comentó el albino.
-¡¿Qué hacen qué cosa?!
-Recuérdalo, dijo que no todos, no nos metas en el mismo saco – Recordó la peliazul de humor.
-¿Okey?
Su agradable charla fue interrumpida cuando una manada de ardillas salió de los bosques a interrumpirles el paso.
-¡¿Pero qué rayos?!
-¡Cuantas ardillas!
Montando encima de las ardillas se encontraba una criatura diminuta, ropas azules y con un gorro puntiagudo de color rojo, barba café y nariz rosada. Hinchando el pecho de orgullo se mostraba ante ellos.
-¿Qué fue eso? – Se preguntó Hilda mirando aturdida al pequeño hombrecito frente a ella, con una sonrisa confiada y un ramo de rosas.
-Eso, querida, fue una entrada épica – Declaró con suficiencia.
Se miraron entre sí, por un lado, despertaba su curiosidad de qué raza era este hombre extravagante. Sentían que lo habían visto en alguna parte.
-¿Quién eres tú? – Preguntó el albino.
-Lo siento, solo me dirigió a lindas chicas – Dijo sin mirar a Lincoln, el cual se vio más confundido.
-Eh... bueno... ¿quién eres tú? – Hilda fue la que volvió a hacer la pregunta.
-¡Agradezco que preguntes, preciosa! – En la mente de Hilda apareció la palabra "repúgnate", pero no demostró nada en el exterior.
-¡Me llamo Jeff y soy el líder de los gnomos! – Se presentó haciendo que más gnomos salieran a verlos.
-Gnomos, eh – Murmuro para sí misma, sentía que los había visto en algún lado. Misma sensación compartida con Lincoln.
-¿Qué acaso no nos reconoces, princesa? – Le dijo lo más coqueto que pudo.
-Por favor no me llames así – Le pidió con amabilidad.
-Sí, lo siento – Acató rápidamente. – Dejando eso aún lado... ¿sí me recuerdas? – Hilda entrecerró la mirada.
-No, lo siento – Eso fue como un balde de agua fría para Jeff.
-¡¿Qué?! ¡¿En serio no nos recuerdas?! ¡Los ayudamos contra esa bestia de madera! – Fue en ese momento hubo un click en la cabeza de la chica.
-Ahhh, ustedes fueron los que nos ayudaron con él... ¿En serio son ustedes? – Les pregunto sin creérselo.
-Ciertamente, tienen la forma de ese gigante, pero en miniatura – Agregó Lincoln. Comentario que no hizo muy feliz a Jeff, pero lo dejo pasar.
-Sí, somos nosotros – Confirmó.
-Ups, lo siento, no los reconocí, la verdad es que apenas y nos fijamos en cómo eran, a decir verdad, todo paso muy rápido – Admitió la chica.
-¡¿No prestaron atención a nuestro épico combate?! – Preguntó incrédulo.
-No se ofendan, pero estábamos corriendo por nuestras vidas, yo hasta pensé que eran un troll o algo por el estilo – Declaró Lincoln.
-Y eso confirma que no son trolls, por lo que gané esa discusión – Menciono Hilda. – Te dije que era demasiado rojos para ser trolls – Se cruzo de manos victoriosa.
-Como digas, solo le hice caso a ese programa de televisión – Lincoln le dio la razón y se libró de problemas.
-Bueno, Jeff, gracias por lo de esa vez, sí que nos ayudaste, pero... ¿qué asuntos tienes con nosotros? – Preguntó la peliazul.
Viendo lo directa que era, Jeff sonrió, le gustaba esa actitud.
-Ho ho ho, pues vengo por una retribución por lo de aquella vez – Hilda lo pensó por un momento y comenzó a revisar en sus bolsillos.
-Lincoln, ¿tienes algo para darles? Solo tengo los cabellos de unicornios que nos dio la reina – Preguntó, a lo que Lincoln reviso y encontró un caramelo, dándoselo a su amiga.
-Lo siento, esto es lo que podemos ofrecerte. No es mucho lo sé, pero espero les sirva – Dijo dándoles el caramelo.
Jeff se les quedo mirando confundido.
-No, no, no estoy hablando de eso, quiero que seas mi esposa – Respondió, aunque igual se llevo el caramelo a la boca.
-¿Qué? – Dijeron ambos.
-Sí, necesitamos una reina, y tú eres perfecta para ese cargo – Declaró.
-Oh... así que es verdad que los gnomos necesitaban una reina – Comentó Aragón quien para ese momento no había sido notado.
-¿Quién dijo eso? – Preguntó Jeff hasta que vio al pequeño elfo en el hombro de Hilda. – ¡Espera un segundo! ¡¿Estas con los elfos?! – Grito incrédulo, a lo que el resto de gnomos que miraban también se alteraron. – ¡Nunca mencionaste nada de que un elfo oscuro estaba con ella! – Le reclamo a otro gnomo de barba gris.
-Shmebulock – Fue lo único que atino a decir.
-Eh... ¿sí? – No supo muy bien cómo responder.
-¡¿Pero cómo?! ¡Yo te vi primero! – Dijo encaprichado.
-Pueden detenerse un momento – Pidió Lincoln. Acercándose señalo a Aragón y preguntó. – ¿Pueden verlo? ¿No se suponía que tenían que hacer un apretón de manos para eso? – Su confusión era evidente.
-Ah, eso es porque históricamente los elfos estuvimos aliados con los gnomos, pero por ciertas cosas se cortaron lazos, aunque no hubo tiempo ni acuerdo para deshacer el pacto para que volviéramos a ser invisibles a sus ojos – Explicó.
-¡Sí! ¡Como si pudiéramos quitarles el ojo a los ladrones y traicioneros! – Afirmó con enojo, no tardo en ser apoyado por el resto.
-¡Oigan, ustedes empezaron a robarnos, nosotros solo actuamos en consecuencia! – Se excuso el príncipe igual de molesto.
-Calmémonos todos – Pidió Hilda. – Miren, no tengo idea del conflicto haya sucedido entre ambas razas, pero lo que sea que hubiera sido, no pudo ser tan grave
-¡Se comieron las ardillas de mi abuelo y a mí abuelo!
-¡Ustedes nos robaron muchos ojociélagos y nos delataron con los minotauros!
-Creo que esto se esta saliendo un poco de control – Menciono Lincoln.
-Concuerdo, así que tranquilicémonos, por favor. Hay que aclarar ciertas cosas – Hilda intervino nuevamente. Calmando un poco la situación.
-Primero que nada. Lo siento, Jeff, pero no estoy interesada en ser tu reina, muchas gracias por ayudarnos esa vez, pero tendré que declinar. Segundo, Aragón es nuestro amigo, así que por favor no seas tan hostil con él, que no tuvo la culpa de lo que sea que haya sucedido en el pasado, no les pido que sean amigos, pero trátense con cordialidad – Terminó de decir, pero Jeff parecía absorto, con un profundo ceño fruncido, arrugo las rosas.
Lo siento, Jeff, pero no estoy interesada en ser tu reina, muchas gracias por ayudarnos esa vez, pero tendré que declinar.
Dejo de escuchar cuando escucho eso, otro rechazo, y encima defendía al maldito elfo por sobre él que salvo su miserable vida. Lo odiaba, los odiaba, estaba frustrado, muy enfadado, nada salió como deseaba. Su cara se puso roja de la furia.
-Si no eres mi reina... ¡entonces no lo serás de nadie! – Grito enfurecido, para que inmediatamente después todos los gnomos se juntaran formando al gran gigante de aquella vez.
-Oye, oye, cálmate un poco por favor – Pidió la chica, nerviosa.
-Déjalo ya, Hilda no se puede razonar con esos insensatos – Comentó Aragón, cosa que solo los hizo enfurecer más.
-¡Viejo no lo empeores! – Pidió Lincoln.
-¡Corre! – Grito Hilda echándose a correr, Lincoln no perdió el tiempo y también la siguió. Dando un fuerte rugido, el gran gnomo también los siguió.
-Agárrate fuerte, Aragón – Le pidió Hilda.
-¡No tienes que pedirlo dos veces! – Grito agarrándose fuerte, casi sentía que su mochila se rompería en pedazos.
Ambos continuaron corriendo, hasta que un proyectil fue disparado sobre sus cabezas, incrustándose en un árbol, cuando lo miraron, vieron que era un gnomo, y cuando voltearon a ver al gigante, lo observaron extendiendo su mano como si tuviera un cañón por brazo. Inmediatamente disparó otros tres gnomos, logrando esquivarlos, saliendo ilesos.
No obstante, su velocidad no fue suficiente cuando el gigante acelero su paso, casi alcanzándolos. Cada uno saliendo a un lado distinto para evitar que la gran mano los atrapara. No tenían nada para defenderse, solo les quedaba huir.
El objetivo del gigante era claro, iba tras Hilda, Lincoln tuvo que detenerse un momento, al observar como ahora perseguía a su amiga, buscando a su alrededor algo que pudiera ayudarlos, solo pudiendo encontrar unas rocas, tomo unas pocas y fue en la ayuda de sus amigos.
La peliazul se movió tratando de utilizar los árboles para despistarlos, pero esa técnica no funciono contra ellos, ya que a diferencia de Steve que procuraba no destrozar los árboles, a los gnomos les daba igual, es más su corazón se preocupo cuando los vio detenerse para tomar el tronco de un gran árbol.
-¡¿Tienes algo que nos pueda sacar de esta?! – Le preguntó a Aragón, no tenía idea de que hacer, y sabía que los cabellos de unicornio no le servirían en esta situación, solo podía depender del príncipe de los elfos oscuros.
-¡Déjame revisar! ¡Debo tener algo que nos permita escapar! – Grito devuelta, tratando de buscar algo en su mochila, pero le resultaba complicado hacerlo mientras Hilda se seguía moviendo. La idea de detenerse cruzo por su mente, pero se esfumo cuando casi los aplasta un tronco lanzado a su dirección.
-¡No quiero ser mala, pero necesitamos algo para hoy!
-¡Ya lo sé! – Seguía buscando, necesitaba su espada, era lo único que se le ocurría que podría sacarlos de esta, pero por más que buscaba no la encontraba, la desesperación comenzó a inundarle, la había olvidado, había sido demasiado impulsivo que no empaco todo lo debido.
Simplemente se olvido llevarla consigo, de hecho, ahora que miraba, solo se llevo libros y ropa que poco le servían, fue la pura impulsividad lo que le hizo apresurarse a tomar solo su ropa y sus libros dejando otras cosas importantes.
-¡No tengo nada! – Dijo casi entre lágrimas. Hilda chasqueo la lengua.
-Ya veremos que hacer – Respondió mientras esquivaba otro gnomo.
Cada vez más se adentraba dentro del bosque y hubo un momento donde los árboles bloquearon toda entrada de luz, haciendo que no pudiera ver donde pisaba provocando que no viera una zona de lodo por la que resbalo.
Cayendo de cara, Hilda gruño del dolor, limpiándose la cara, miro con algo de dificultad.
-¿Aragón, estas bien? – Preguntó.
-Eso creo – Dijo el elfo, que aun se aferraba a su ropa con todas sus fuerzas. Sin dar tiempo a otra pregunta, escucharon la voz de Lincoln atrás.
-¡Apártense de ahí! – Les grito. Cuando ambos vieron como algunos árboles volaron hacía ellos, abrieron los ojos, tratando de levantarse lo más rápido que pudo, Hilda volvió a resbalar.
No fue hasta que Lincoln se arrojo y la logro apartar del camino, que los árboles se estrellaron golpeándolos, haciéndolos rodar.
Por un segundo todo fue negro, y al siguiente momento, Hilda abrió los ojos, tratando de levantarse noto el peso que presionaba su cuerpo, vislumbro como tenía un árbol encima, no era suficiente como para agobiarla, pero si podía sentir el peso claramente.
-¡Chicos! – Llamó. Buscándolos, abrió los ojos como platos cuando vio como Lincoln se encontraba no muy lejos suyo con un golpe en la cabeza que le sangraba. Un poco más lejos de ella, noto el cuerpo de Aragón, estaban inconscientes ambos.
Un trueno resonó a lejos indicando que una tormenta se aproximaba. Sintiendo el frío súbito, trato de salir de ahí, poco a poco iba saliendo, pero no era lo suficientemente rápido.
Escucho las pisadas.
Se acercaban cada vez más, haciendo que tratará más fuerte de salir de ahí, tenía que darse prisa si quería salvarlos.
Apretando los dientes logro sacar su vientre, pero aún tenía sus piernas atoradas. Sin embargo, se detuvo en seco cuando el gigantesco gnomo se asomo para mirarla con desprecio. Un sudor frío bajo por su frente cuando sin decir nada el gigante fue a por Aragón.
-¡Espera! – Trato de detenerlo. No lo conseguiría.
-¡Esto es lo que pasa cuando prefieres a los elfos en lugar de a los gnomos! – Tras decir eso, no dio tiempo a nada, a los ojos de Hilda todo paso muy rápido. Cuando gotas azules salpicaron su rostro fue que se quedo en shock. Miro a donde se suponía que estaba Aragón el cual fue aplastado por el enorme pie del gnomo gigante.
Boquiabierta con lo que acababa de presenciar. Tanto que no noto que un malherido Lincoln se acercaba a ella tambaleante. La sangre bajaba de su frente, obstaculizándole ver de su ojo izquierdo, tenía una herida abierta.
Lincoln sintió la adrenalina fluir en sus venas, lo suficiente para mantenerlo consciente, él también logro ver cuando el gigante aplasto a Aragón, solo pudo apresurarse a intentar ayudar a Hilda. Sin quererlo, las lágrimas se le salieron y se mezclaron con la sangre. Se sentía muy impotente.
-Tú sigues – Gruñó el gigante acercándose al albino. Lincoln no paro de tratar de llegar a Hilda, fue finalmente que esta reacciono y con todas sus fuerzas jalo de sus pies, liberándose justo a tiempo para correr hacía Lincoln, apartándolo de donde el gnomo piso.
Abrazándolo con fuerza trato de correr, pero Lincoln pesaba, mirando desesperada al gigante quien se acercaba, sintiendo como el aire frío chocaba con su agitado aliento se vio obligada a agacharse cuando un proyectil morado salió de la nada y le exploto en la cara al gigante haciéndolo retroceder.
-¡¿Qué rayos?! – Exclamó Jeff. Mirando en la dirección de donde había salido ese proyectil, observo un gran numero de elfos apuntando sus flechas en su contra. – ¡Ugh! ¡Malditos elfos! – Hilda y Lincoln también los vieron con los ojos abiertos. Pero lo que realmente hizo que el corazón de Hilda se detuviera un segundo fue ver a Galadriel mirando el cuerpo sin vida de su hijo.
Les daba la espalda, por lo que no podía mirar su reacción, simplemente lo miraba inmóvil. A los pocos segundos levanto la mano y chasqueo los dedos, lo que desencadeno que más arqueros lanzaran sus flechas, las cuales explotarían al gigante, quien, aunque pudo cubrirse, noto su desventaja.
-¡Aún no hemos terminado! – Le reclamo a todos en general, para luego dispersarse y salir corriendo como roedores.
La lluvia comenzó a caer mientras otro trueno caía a lo lejos. Con cuidado, Galadriel cargó el cuerpo de su hijo, cubriéndose de su sangre.
Cuando el gigante se marchó, los arqueros no dudaron en apuntarles.
-Yo... – Hilda no sabía que decir, sentía un nudo en la garganta.
-Sabes... realmente consideré tu propuesta, soy consciente de que aquellos que no saben lo que sucede en el exterior serán los que más sufran perdidas. Pero... no quería entregarte a mi hijo, ya que noté que te parecías a él, y cuando dijiste tu meta, supe que de entre todas las personas, no podía irse con ustedes. Ya que su objetivo... es el más peligroso de todos – La voz tan seria y serena con la que la habían escuchado desapareció por una tambaleante, una que podía romperse en cualquier momento.
Hilda tembló ante cada palabra que pronuncio, calaron profundamente dentro suyo.
-Hilda... me juraste que no destrozarías nada, y aun así... ¡te las arreglaste para destrozar mi corazón! – Finalmente la monarca se volteo y la miro con furia, si lloraba, no se podía distinguir con toda la lluvia cayendo.
-Yo... yo... yo... n-no... no... que-quería... esto – La voz de la peliazul temblaba, arrugando la cara. – Yo... solo... quería... otro amigo... – Fue que atino a decir.
-Esto no quedará impune – Declaró la reina en un tono bajo, pero, aun así, Hilda fue capaz de escucharla. Sin decir nada más, dio media vuelta. Alejándose, uno de los soldados se acercó a ella.
-¡Mi señora! ¡Podemos tomar justicia por la muerte del príncipe ahora! – Dijo el soldado enardecido, solo para que otro lo tomará del hombro, volteándolo a ver, este negó con la cabeza.
-Solo mírala...
Haciendo lo que le dijeron, vio como la mujer con el cuerpo de su hijo, solo atinaba a frotar su mejilla contra su cabeza, el dolor en toda su expresión, pero lo que le hizo entender al soldado que era mejor retirarse, fue cuando la escucho decir un "lo siento" repetidas veces.
La reina paso a su lado ignorando lo que habían dicho y siguió de regreso a su hogar. Los soldados, no tardaron en acompañarla en silencio.
Todo mientras los niños observaban la trágica escena. Hilda no paraba de temblar, mirándose las manos, vio un poco de la sangre azul de Aragón, sus lágrimas cayeron en la palma de su mano.
Esto no debió de haber sido así...
Ella no pudo...
Ella debió...
La culpa se arremolino en lo más profundo de su ser. El interminable ardor dentro suyo la agobiaba, la lastimaba...
Hace tan solo unos minutos charlaban como amigos...
¿Por qué...?
Lincoln le tomo la mano, apretándola con fuerza. Hilda lo volteo a ver, malherido, él también lloraba, y sin decir nada, le dio un abrazo. Ahí fue donde Hilda se quebró y rompió en llanto.
Lincoln no la dejaría solo, no ahora, él también pudo hacer algo, pero fracaso, solo pudo arrojar unas piedras que de poco sirvieron.
El sonido de la lluvia ahogo los llantos de dolor.
~0~0~0~
-Nada como un buen refresco luego de un arduo trabajo – Murmuro Stan luego de darle el primer sorbo a su bebida. Estaba bastante satisfecho, exhausto, pero con un buen humor.
Su trabajo estaba casi completado, solo quedaban unas pequeñeces para encender la máquina, cosa que podría terminar mañana por la noche. Ya no tenía ganas de más trabajo por hoy. Por ahora descansaría o eso se decía...
Miro el reloj, eran las siete. Sus pensamientos rápidamente cambiaron hacía los dos pequeños niños que todavía no regresaban. Eso era lo único que le faltaba para terminar su día, darles de cenar e irse a dormir.
Moviendo su pierna repetidas veces por la impaciencia, la preocupación no tardo en invadirlo, ¿por qué tardarían tanto?
En teoría la zona donde estaban solo habría unas barbas actuando como cachorros, no debían de ser gran problema, a no ser que lo desobedecieran, y eso mismo lo ponía de los nervios, ya que nunca descartaba esa posibilidad. Sabía que era alta la probabilidad de que eso sucediese, quería confiar en ellos, pero no descartaba que ambos estaban muy entusiasmados con toda esta basura paranormal.
Dio otro sorbo a su bebida, solo el ruido de la lluvia lo acompaño. Cerro los ojos tratando de relajarse, pero no pudo, empinándose toda la bebida, apretó la lata para luego tirarla en su cesto de basura.
-Voy a buscarlos – Se dijo, solo necesitaba ponerse un abrigo e ir por sus nudilleras, quizá hasta necesitaría otra arma, pero ya lo decidiría. Cuando se levanto para ir por sus cosas escucho la puerta de su casa abrirse, cosa que le hizo sentir un alivio inmediato.
-¡Niños! ¡¿Por qué tardaron tanto?! – Fue lo que dijo, pero cualquier queja o sermón que les pudo haber dado, murió cuando los vio. Su ropa estaba echa jirones, Lincoln sangraba de su frente y ambos lucían demacrados.
Sin decir nada se acercó a ellos y los reviso, pero antes de poder hacer o decir algo, ellos lo abrazaron. Sorprendiéndose al inicio, los escucho sollozar y les devolvió el abrazo con cuidado.
-¿Qué sucedió? – Les pregunto casi en un susurro.
-Fue mi culpa... – Fueron las débiles palabras de la peliazul.
-No pude hacer nada... – El albino le siguió en ese mismo tono.
-Vengan, los atenderé mientras me cuentan que paso – Les pidió rompiendo el abrazo.
Poco después, Lincoln ya tenía su herida cosida y vendada, sorprendentemente no se quejo demasiado por el dolor o por el alcohol en la herida. Hilda solo tenía unos moretones, pero se noto que fue la más afectada.
Stan escucho todo en silencio, no se guardaron nada. Para cuando terminaron, volvieron a ser un mar de lágrimas inconsolables. No podía hacer demasiado. Las imágenes de sus sobrinos pasaban otra vez por su memoria.
-Esta bien, vayan a darse una ducha, no quiero que se resfríen, ya les prepararé la cena. Pero solo quiero que sepan que no están solos en esto, soy todo oídos y mi hombro esta libre para llorar, ¿de acuerdo? – Ambos asintieron suavemente.
Cuando subieron, Stan dio un profundo suspiro. Este lugar solo se ponía peor. Cerro los ojos y pensó en su hermano.
-No alcanzaste a descubrir a esos elfos, eh... Stanford – Ya tenía una idea de que haría su hermano, cosa que no le gustaba en lo más mínimo. – Espero que cuando estes de vuelta, las cosas mejoren – Dijo al aíre. Se limpio una pequeña lágrima y comenzó a hacer la cena.
~0~
Hello there
Primera actualización del año, goda, especialmente porque este capítulo fue uno que dejo a muchos con ciertas expectativas, estoy seguro que a más de uno le sorprendió lo seinen que se puso de golpe, pero ya he dicho que tengan cuidado porque aquí la clasificación T solo estará para la primera mitad de la historia, ya que luego de eso, cambiaré la clasificación a M pues le siguen cosas muy intensas.
En fin, que este capítulo de primeras no lo pensé que terminase así, de hecho, iba a ser algo similar al capítulo pasado, solo que con Hilda provocando un conflicto entre elfos y gnomos donde para ambos grupos está terminara siendo detestada. No me gusto que muchas partes me resultarán idénticas a lo anterior, y en realidad, mi principal problema fue el hacer que Hilda terminase en un malentendido/mentiras entre ambos grupos.
Pensando en profundidad, pronto recordé una frase legendaria la cual acabo por desembocar en lo que es este cap: "Oye... ¿y sí lo matamos?"
No fue tan así, pero sí que me gustó la idea de hacer paralelismos a lo que es el episodio de Hilda donde está conoce a los elfos (con el plus que a medida que escribía se me ocurrió que fueran elfos oscuros), y el parecido Alfur/Aragón se puede ver, salvo con la diferencia que los elfos de su tierra natal no viven en un constante peligro como sí lo hacen los de Gravity Falls, incluso mezcle un poco de la personalidad de la Hilda de la serie con la de las novelas (no las he leído, pero aparecía en la wiki el detalle que la Hilda de las novelas se molesta cuando las cosas no le salen como resulta).
Hablando de los mismos, seguro que a todos les sorprendió su inclusión, claramente la pista de "otro tipo de gente pequeña" no solo hacía alusión a los gnomos jeje.
Antes de que pregunten, sí habrá más criaturas de la serie de Hilda, pero no serán muchas, solo unas muy contadas, creo que no serían más de cinco, así que ahí tienen para que intenten adivinar cuáles serán las afortunadas (o desafortunadas) en aparecer.
No daré pista de cuál será la siguiente criatura en mostrarse, pero sí les puedo decir que ahora toca una aventura con los tres protagonistas juntos, los chiquillos y el gruñón de Stan, será un capítulo importante, pues seguirá con todo este mini-arco para desarrollar a los chiquillos, así que espérenlo con ansias.
Decirles que esta historia sigue en píe y más emocionado que antes por avanzarla, sé que aún tengo algún proyecto atorado como lo es del albino callejero, pero también espero poder traérselos este año, también espero que no me dé un impulso de idiotez como para traer otro fic a mi agenda, cosa jodida porque admito que se me han ocurrido ideas buenísimas relacionadas a otros fandoms, pero primero tengo que acabar las que ya tengo antes de ello.
La siguiente actualización será Before Lights Out y espero yo que el hilcoln pueda volver en marzo o sí hay suerte en febrero.
Sin nada más que comentar, me iré como pedo que lleva la brisa hasta la siguiente actualización.
Se despide Dark-Mask-Uzumaki.
Bye.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top