Minigolf
La brisa fría golpeo el rostro de Stan haciéndole arrugar su vieja cara. Sintió una picazón en su nariz y estornudó.
-Salud – Le dijeron sus acompañantes.
-Gracias – Devolvió la respuesta limpiándose un poco la nariz.
-¿Se encuentra bien señor Pines? parece que no durmió mucho – Le pregunto Soos mirando sus ojeras.
-Estoy bien, me quede leyendo un libro hasta tarde – Mintió.
-No pareces el tipo de persona que leería un libro – Le comento Lincoln con humor. Stan pensó que el chico tenía razón, sin embargo, solo resoplo.
-Este viejo puede ser muchas cosas, niño – Dijo altaneramente.
-Si puedes hacer muchas cosas, ¿qué tal si nos llevas al centro? – Propuso Hilda, de nuevo.
Stan suspiró.
-No, ya te dije que no acoses a ese hombre – Respondió. Hilda frunció el ceño.
-No es acoso, simplemente tengo una corazonada de que hay algo mal con él – Se excuso la niña.
-Llevas repitiendo lo mismo desde que lo viste en el supermercado hace semanas – Dijo Lincoln.
-¡Ya te lo dije! Él siempre... – Fue interrumpida.
-Mira a la izquierda, lo sé, me vienes repitiendo eso desde hace días – Ciertamente, a Lincoln le parecía que Hilda podía llegar a ser algo obsesionada con aquello que captara su curiosidad.
-Vamos, no finjas que tampoco quieras saber sobre ese sospechoso hombre – Le reclamo Hilda.
-Sí lo tengo, pero que quieres que haga cuando prometimos que obedeceríamos a Stan – Eso se lo susurro por lo bajo, Stan estaba todavía somnoliento, por que no se molesto en seguir la conversación de los chicos.
Soos por otro lado estaba cortando la parte superior de su camisa en una "VV". Según el hombre, estaba adelantándose a la nueva moda.
-Eso es verdad – Hilda resoplo a regañadientes. Debía de reconocer que cada que Stan no la dejaba irse a investigar algo interesante se frustraba. Y hoy no era la excepción, ya se había topado con ese hombre izquierdo [mote que le coloco para identificarlo]. Esta vez noto como ese hombre hacía cada día la misma rutina y el hecho de que siempre mirara solo a su lado izquierdo le carcomía su curiosidad.
Lamentablemente, cuando pensó que hoy podrían investigar qué era lo extraño de ese hombre, Stan los llamo a cubrir el puesto de Wendy, quien amaneció nuevamente con un resfriado.
No estaba de muy buen humor, a diferencia de Lincoln quien estaba relajado desde que se despertaron en la mañana. – (¿Qué podría hacer para animarla un poco?) – Pensó Lincoln mirando a la malhumorada Hilda.
Ahora caminaban por las calles del pueblo, habían venido para comprar unas cosas, iba de camino al auto para regresar a la cabaña. Pasarón una tienda de electrónicos cuando, Lincoln se detuvo abruptamente para mirar algo que llamo su atención.
-¿Lincoln? – Preguntó Hilda, defendiéndose también, mirando los televisores, los cuales pasaban un anuncio publicitario. En estos, estaba un hombre escuálido, vestido como un rey medieval.
¡Tú! ¡Sí, tú! ¡Encuentra el honor, la victoria, el destino y el jamón! Vengan y preséntense en el "Minigolf descuento real". ¡Este año, hemos organizado un gran torneo local de minigolf! Pueden inscribirse tanto adultos como niños al torneo. El gran premio... ¡Son estas dos preciosas joyas!
Mostro en pantalla dos rocas color turquesa, aunque su forma estaba algo rara, como si estuvieran rotas.
¡Su precio es invaluable, tanto que podría volverse rico con una sola de estas! ¡Así que no espere más y venga a participar en el gran torneo real del minigolf, el cual se llevará a cabo mañana, pero no se desanimen, ya que tiene hasta hoy para inscribirse! Ah, y esta vez si repartiremos jamón a los concursantes.
Con eso termino el anuncio.
-¡Ahí está! ¿Qué les parece si nos inscribimos?, puede que no ganemos, pero eso no quita que podríamos divertirnos – Propuso Lincoln animadamente.
-Ese premio no se ve mal, si ganáramos las categorías de adulto y de niño podríamos hacer buen dinero de esas joyas – Menciono Stan, él estaba entusiasmado con la idea, podía ser un buen descanso de su actividad nocturna.
-Creo que son solo dos pedazos de una sola joya – Comentó Hilda, ambas parecía que si las unías formabas una única y bonita joya circular.
-No importa, a los billetes no les importará si ganamos las dos – Stan se reafirmó.
-Yo estoy dentro, ¡darán jamón sin importar como lo hagamos! – Apoyó Soos emocionado mientras el pedazo de su playera caía al suelo. Eso hasta que la brisa volvió a soplar y se arrepintió de haber cortado su camisa.
-Uy, creo que esta moda no funciona cuando hace frío – Tembló mientras se subía el cierre de su abrigo hasta arriba.
-No lo sé... – Hilda estaba indecisa, no estaba de muy buen humor.
-¡Vamos! ¡Será divertido! Vamos a golpear pelotas y a comer jamón, así ya no estarás tan cascarrabias – Le ánimo con una sonrisa.
Hilda lo miro un segundo, se lo pensó, y finalmente cedió.
-De acuerdo, vayamos – Accedió.
-¡Sí! Ya verás como nos divertiremos, y a parte, podríamos descubrir si somos buenos en el minigolf – Extendió la palma, esperando que chora los cinco.
Hilda rodó los ojos, pero sonrió ligeramente.
-Lo que digas – Chocaron los cinco.
-¡Bien! ¡Minigolf ahí vamos! – Declaró Stan animado.
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El lugar era bastante amplio, y tenía una cantidad considerable de personas circulando entre los hoyos. Había otra multitud reunida en un puesto cercano, donde estaban unos empleados repartiendo papeles.
-Creo que por ahí debemos inscribirnos al torneo – Comento Lincoln.
Caminaron hacía ese lugar, donde tuvieron que esperar un rato su turno, cuando pasaron, se registraron y ya estaba oficialmente dentro del torneo. De paso, pidieron un palo para cada uno para comenzar a jugar.
Decidiendo no amontonarse los cuatro en un solo hoyo, Stan y Soos se fueron al hoyo del castillo mientras que Lincoln y Hilda intentaban el de los piratas.
Hilda fue la primera en tirar, no sentía especial emoción por jugar, honestamente no le interesaba mucho el golf. Colocando la pelota en el suelo, Hilda se preparó, midió su fuerza y golpeó la pelota. No fue buen tiro, pues ni siquiera entro dentro del barco.
Eso hizo que mirara la pelota con molestia.
-Supongo que ya sé, en qué deporte no soy buena – Se dijo a sí misma frunciendo el ceño.
-Te rindes demasiado rápido – Comentó el albino. – Solo relájate e intenta de nuevo, apenas estamos empezando y ya estas tirando la toalla – Hilda decidió escuchar a su amigo, y viendo que le daba la chance de volver a tirar, preparó la bola y golpeo.
Esta vez si entró dentro del barco pirata, pasaron unos segundos y salió de la instalación al otro lado, pero no avanzo mucho, ni estuvo cerca de hacer un hoyo en uno.
-Eso está mejor – Le ánimo Lincoln.
-Supongo... – Hilda no parecía satisfecha.
-Muy bien, mi turno – Lincoln colocó su pelota y golpeó. Hizo un mejor tiro que el primero que Hilda hizo, pero al igual que la peli-azul, su bola no avanzo mucho.
-¿Y esto se supone que es divertido? – Preguntó Hilda algo aburrida.
-Ahí vas de nuevo... solo relájate, veamos quien consigue meter la bola primero – Declaró Lincoln.
Lincoln tardo unos cinco tiros más para poder meter la bola, mientras a Hilda le tomo siete. El albino noto la falta de interés en la chica en siquiera intentarlo, distrayéndose fácilmente con su alrededor.
Lincoln suspiro, su intento para animarla no parecía surtir efecto. Miro a su alrededor y noto una máquina expendedora, una idea surgió.
-Oye, Hilda, ¿tienes sed? – Preguntó.
-Un poco – Respondió. – ¿Por qué preguntas? – Miro al albino.
-¿Qué te parece si competimos un poco más? Quien pierda en el siguiente hoyo deberá comprarle la bebida al ganador – Propuso.
Hilda lo pensó unos momentos y asintió.
-Esta bien, eso suena mejor, al menos tendré una bebida gratis – Dijo con desinterés, pero más enfocada.
-No des por muerto al oso antes de cazarlo – Menciono el albino con seguridad mientras se cruzaba los brazos.
-¿Eso no es de Pato-tective?
-Sí, me gusto esa frase y decidí usarla – Se encogió de hombros. – Bueno, como sea, ¿a cuál vamos? Mineros o la torre Eiffel
-Me gusta más la torre Eiffel – Respondió y ambos se dirigieron hacía el monumento en miniatura.
Lincoln empezó tirando, haciendo un buen primer tiro, se aproximó bastante al hoyo. Hilda hizo su tiro, y esta vez ella se acercó un poco más que Lincoln.
-Buen tiro
-Gracias
El siguiente tiro fue uno más tranquilo por parte de Lincoln, se aseguraba de no golpear la pelota de Hilda para no darle ventaja. Hilda tiro y consiguió justo lo que Lincoln había sido precavido. Sin querer, empujo más la pelota de Lincoln al hoyo.
-Hey, gracias por el apoyo, no sabía que tenías tantas ganas de invitarme una soda – Se burló Lincoln.
Hilda chasqueo la lengua.
-Bueno, me toca – Tiro y su pelota logro entrar dentro del hoyo.
-¡Genial! – Celebró el chico.
Hilda estaba impaciente, por tirar, pese a que empujo a Lincoln, su pelota había llegado a una buena posición para que entrará directo. Rascándose la nuca, se preparó. Golpeo y cuando creyó que la bola entraba, se detuvo justo cuando estuvo por entrar.
-¡Rayos! – Exclamó. Miro a Lincoln, y habló.
-¿Y sí doblamos la apuesta? – Lincoln alzo una ceja, interesado.
-Ah sí, ¿qué sumamos?
-Unas papitas más la soda – Propuso.
-Hecho – Estuvo de acuerdo.
-Vamos al molino – Declaró y se dirigieron para allá.
La situación resulto ser casi similar, con la diferencia que al final, Lincoln termino por errar el tiro que le permitiría quedar con solo tres tiros. Hilda tenía una oportunidad de vencerle. Estaba impaciente, y Lincoln noto eso, antes de que diera su tiro, Lincoln habló.
-Te ves nerviosa – Le dijo, rompiendo su concentración, aunque no con mala intención.
Hilda lo miró y regreso su mirada a la pelota.
-Un poco – Admitió, no lo dijo, pero realmente no quería gastar su mesada dada por Stan, se arrepintió de haber subido la apuesta, quería comprar unos bolígrafos más resistentes para la guía, ya había roto por error con el que escribían, y, para su mala fortuna, regó la tinta en toda su cama.
Viendo que no estaba realmente enfocada, decidió ayudar a su amiga.
-Mira, si quieres un consejo, puedes usar la respiración 4-7-8 – La peli-azul lo miró confundida.
-¿Respiración qué?
-Inhalas por cuatro segundos, lo detienes por siete y exhalas en ocho – Explicó.
Hilda decidió probarlo, se limpió el sudor en sus manos y siguió el consejo. Inhalo por cuatro, lo retuvo por siete y dejo salir en ocho.
Eso le ayudo a sentirse mejor, y estando más concentrada dio su tiro y esta vez, logro meter la pelota en el hoyo, ganando la apuesta.
Una sonrisa apareció en su rostro cuando ganó. Cerrando el puño, victoriosa. Lincoln se cruzó de brazos.
-Gracias por cavar tu propia tumba – Ahora Hilda se burló de su amigo.
-Bueno eso me pasa por ayudar a mi rival, pero una apuesta es una apuesta – Dijo encogiéndome de hombros y fueron hacía la máquina expendedora.
Luego de cumplir con su parte, Hilda recibió su soda y sus papitas, ambos se dirigieron al siguiente hoyo. Aunque no se percataron que habían sido observados.
Llegaron al hoyo del castillo medieval, de camino les habían dado unas rebanadas de jamón que saborearon con gusto. Cuando iban a comenzar a jugar, Lincoln se percató de algo.
-¿Oye, ese no es un ajolote? – Preguntó mirando a la adorable criaturita a un lado del pequeño rio que rodeaba al castillo.
-¡¿Un ajolote?! – Hilda reacciono interesada, nunca había visto un ajolote en persona, no que ella recordará, claro.
Cuando miro al pequeño anfibio rosado parado chillo de la emoción.
-¡Que lindo es! – Declaró Hilda acercándose al animal, Lincoln también la siguió.
-No creo que este sea lugar para un ajolote – Declaró Lincoln, tomando suavemente al animal, ciertamente era lindo y Lincoln no pudo evitar acariciar su cabeza, el anfibio se movió un poco entre las manos del albino, pero no se veía asustado.
Hilda rápidamente se limpio las manos y acaricio también al ajolote.
-Probablemente se coló por el río, debe de estar conectado a las tuberías, no creo que haya alguien lo suficientemente irresponsable como para traerlo a un campo de minigolf – Analizó Hilda observando fascinada al animal.
-Dejémoslo fuera, para que alguien no lo pise o algo – Expresó el albino.
-Tienes razón, sería una desgracia si alguien le hiciera daño a este pequeño – Concordó la peli-azul.
Ambos se dirigieron con alguien del personal, un chico que lucía aburrido.
-Disculpe, encontramos a este pequeño en el hoyo 24 – Dijo Lincoln mostrando al ajolote.
El hombre se extraño al ver al animal.
-¿Cómo llego aquí? – Se preguntó.
-Eso mismo nos preguntamos, pero creemos que se pudo haber colado por el río que da con las tuberías – Explicó Hilda.
-No estoy seguro, esos sitios dan al sistema hidráulico del pueblo, no lleva a ningún río cercano – Ambos chicos se miraron. – Quizá alguien lo trajo – Pensó tomando al animal.
-¿Por qué alguien traería un animal acuático a un campo de minigolf? – A ninguno de los dos le hacía sentido eso.
-Bueno, conozco un sujeto que se casó con un pájaro carpintero, nunca se sabe qué raro vendrá – Se encogió de hombros. – En fin, gracias por reportarlo, yo me encargo ahora, sigan disfrutando del minigolf – Se dio media vuelta y camino en otra dirección.
-Jejeje que lindo eres – Dijo mientras se alejaba.
-Un problema resuelto, sigamos jugando... ¿oye y tu comida? – Le preguntó Lincoln, mirando que Hilda estaba con las manos vacías.
Hilda abrió los ojos y se dio vuelta, miro como un anciano de gran sombrero mezclaba la soda dentro de la bolsa de papas y se las tomaba como si fuera una bebida.
-Mejor sigamos jugando – Prefirió ignorar eso, ya era una batalla perdida. Lincoln no pudo evitar sentir que su dinero fue desperdiciado.
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Lincoln y Hilda continuaron jugando por mucho más tiempo, pero había algo que comenzaba a irritar a Lincoln. Y es que comenzaba a tener fallos estúpidos.
Lincoln miro concentrado a su pelota, respiro hondo y golpeo, la bola se dirigió rápidamente hacía la entrada del molino, pero de la nada su trayectoria fue desviada y choco a un costado, al borde del hoyo.
-¡¿Qué esta pasándome?! – Exclamo frustrado. No entendía como estaba fallando tanto, ya iban once hoyos donde le sucedía lo mismo.
-Mi turno – Declaró Hilda, colocándose, midió y tiro. Su pelota fue en línea recta y entro sin problemas al molino, poco después su pelota salió y se detuvo muy cerca del hoyo.
-Dos tiros y otra victoria en la bolsa – Declaró animada. Lincoln frunció el ceño mirando el resultado, ¿por qué estaba fallando tanto?, se preguntó ansioso.
-De verdad no entiendo que me sucede – Dijo soltando un suspiro. Luego miro su palo. – Quizás mi palo esta defectuoso o algo – Declaró, pero no estaba convencido de lo que decía.
-No le busques tres patas al gato, simplemente estas desconcentrado – Su amiga trato de animarlo.
-Pero he estado concentrándome en todos mis tiros y cuando estábamos comenzando a jugar no me pasaba esto – Ninguno de los dos había hecho un hoyo en uno, pero sí que ya llevaban varios hoyos seguidos donde la puntuación de Lincoln llegaba a las dos cifras, mientras que Hilda se mantenía en una.
-Mira, ¿qué tal si tomamos un descanso para relajarnos y continuamos en un rato? – Ya llevaban unas buenas horas jugando, y ahora Hilda si pareció divertirse más, y observando la irritación de su amigo prefirió tomar un descanso. Sin contar que podrían ir a comer más jamón.
-Descansa tú, quiero seguir intentándolo hasta que ya dejé de cometer estos fallos tan tontos – Declaró Lincoln intentando otro tiro, y fracasando miserablemente. Sintió una vena palpitar en su frente.
Hilda lo miro por un segundo.
-¿Estás seguro? – Preguntó.
-Sí... – Respondió secamente.
La peli-azul suspiro y dejo a su amigo continuar su pequeña cruzada.
Lincoln respiró, menos mal la respiración 4-7-8 era un método efectivo para no explotar en colera. Se colocó y volvió a tirar. Esta vez, su pelota se quedo al borde de entrar al molino, por algún motivo se detuvo muy abruptamente.
-¡¿Qué rayos sucede con este hoyo?! – Lincoln no creía lo que sus ojos veían. Era inaudito, seguir fracasando así. Sin esperar, dio el segundo golpe a la bola, ahora, sí que entro, pero antes de que mirara al otro lado, la pelota regreso de vuelta, para su incredulidad.
Lincoln resistió el fuerte impulso de patear el molino, rechino los dientes, mirando su bola. ¿Era acaso que era culpa de la pelota o algo así?
No pudo encontrar nada que la hiciera ver diferente a la bola de Hilda. Mirando la bola de su amiga, decidió probar con esa por sí acaso. Colocándose nuevamente desde el inicio, puso su bola, se colocó y golpeo.
El resultado fue lo mismo para su molestia.
Noto que Hilda había dejado su palo, así que lo tomo, y lo intento con este. No hubo buen resultado. Descartaba ahora sí por completo que fuera cosa del palo o la bola, no veía sentido alguno en todo lo sucedido.
Siguió intentando sin parar, la bola había logrado pasar al otro lado del molino luego de seis tiros y para entrar dentro del hoyo tardo otros seis.
Lincoln se froto la frente, tratando de calmarse, realmente no entendía lo que sucedía, pero sabía que había una explicación al respecto. Se negaba a pensar que era él, sí antes había estado jugando tranquila y parejamente con Hilda, no le veía lógica que de a un momento a otro estuviera jugando tan mal, no lo sentía natural de alguna manera. Esto era para divertirse y al principio ni se lo tomaba tan en serio, pero ahora estaba enganchado a entender lo que sucede.
Tomo las cosas y se fue al hoyo de los mineros, era el hoyo que menos rabia le había dado al jugar.
Miro al cielo, ya estaba haciéndose tarde, no tardarían mucho para cerrar. No encontró a muchas personas, la gran mayoría ya se había marchado. Era de los pocos tercos que seguían aferrados a seguir jugando, aunque esto no le generará nada de placer. Pero no estaría satisfecho hasta entender porque estaba fallando tanto.
Cuando estuvo ahí, se posiciono y no tardo en colocar su pelota, hizo su primer tiro y para su sorpresa y profundo alivio, la pelota dio justo donde debía dar para bajar, espero unos largos segundos hasta que la bola surgió de la mina y se dirigió justo para un hoyo en uno.
Lincoln sonrió, sentía que las lágrimas estaban tan cerca. Para su placer, la bola entro directo al hoyo, pero inmediatamente después esta reboto, saliéndose del hoyo y alejándose del mismo.
Cualquier atisbo de felicidad murió cuando presencio eso, apretó los puños y rechino los dientes. Sentía que iba a explotar.
-Wow, ese estuvo más cerca – Una voz conocida dijo detrás, ahí estaba Hilda de vuelta con un trozo de jamón a medio comer.
-Ya no quiero volver a jugar otra vez esta porquería – Declaró.
-No exageres, solo es una mala racha – Dijo Hilda, pero continuo. – O puede que sea tu mala suerte – Se burló, mientras le pegaba una calcomanía en la mejilla de un trofeo que decía: "Champion"
Cuando escucho ese comentario se enfureció.
-¡Nada de mala suerte, hay algo trucado en estos campos, no me creo esas estupideces! – Exclamó extremadamente molesto, quitándose la calcomanía de la mejilla.
Su inusual enojo tomo por sorpresa a la peli-azul, ella no dijo eso con el afán de enfadarlo más.
-Oye, tranquilo – Trato de calmarlo, pero fue inútil.
-¡No me pidas que me calme, llevo horas intentando ver porque no me está saliendo esto, y no me estas ayudando, sería mejor si no me estorbaras! – Acusó, enfadado.
Hilda se sorprendió sus palabras por unos momentos, pero ella también arrugo el rostro, molesta.
-¡¿Yo que tengo que ver con que no seas bueno jugado?! ¡Tú fuiste el que propuso venir aquí en primer lugar! – Ella también discutió.
-¡Solo quería divertirme, no frustrarme con esta basura de juego! – Él continúo despotricando.
-¡Oh por dios! ¡Entonces deja de jugar y vayamos a hacer otra cosa! – Le contestó la chica.
-¡Tú solo quieres escaparte para seguir acosando a ese hombre!
-¡Y tú no paras de jugar pese a que no te estas divirtiendo!
-¡Quiero entender quién o qué están trucando el juego!
-¡Deja de ver cosas donde no las hay, solo acepta que eres malo jugando y listo, vayamos a otra cosa!
Ambos se miraron echando fuego con la mirada, por primera vez molesto el uno con el otro. Antes de que pudieran seguir discutiendo aparecieron Soos y Stan.
-Hey chicos, dejen de pelear y vamos a cenar al restaurante de aquí cerca – Menciono Stan, justo a tiempo para interrumpir su infantil discusión.
-Adelántense, aún me queda media hora antes de que cierra, yo los alcanzó – Les dijo Lincoln.
Hilda lo miro unos segundos incrédula de la terquedad del albino, pero volvió a fruncir el ceño.
-Vámonos, está siendo un idiota... – Declaró Hilda dando media vuelta farfullando cosas inentendibles para el resto.
Stan y Soos se miraron sorprendidos. Observaron a Lincoln quien parecía volver a lo suyo en el minigolf. Stan frunció el ceño.
-¿Por qué están peleados? – Preguntó Stan.
Lincoln no respondió, solo chasqueo la lengua, fastidiado.
Stan se decepciono, pensaba que quizás Lincoln era más maduro para su edad, pero se equivocó, un niño es un niño.
-Chico, si tienes las bolas para gritarle a ella, y no de decirme lo que sucede, es que hay algo que tienes que arreglar en ti – Fue lo que dijo, Lincoln no lo miro y pretendió no haber escuchado eso.
Stan negó, y se alejo un poco, pero volvió a hablar.
-Me adelantaré con Hilda, Soos, que el niño se relaje un poco y ya nos alcanzan en el restaurante – Le ordeno Stan marchando. Soos quien había sido un pasivo testigo de la situación solo se limitó a asentir.
Nervioso por la situación, era la primera vez que veía a Lincoln así de enojado. Un escalofrío bajo por su espalda cuando el viento sopló e hizo temblar sus huesos.
-Eh... amigo... ¿todo bien? – Se atrevió a preguntar.
Nuevamente, no hubo respuesta, solo fue Lincoln frustrándose por ver como continuaba fallando.
-Mira amigo, si tienes un problema, puedes contármelo, para eso están los amigos – Volvió a insistir Soos, preocupado.
-Nada que te importe – Respondió Lincoln fastidiado.
Soos se quedó sin palabras, creando un silencio muy incómodo. Iba a decir algo más, pero su estomago se revolvió. Parece que había comido demasiado jamón y tenía que ir al baño. Suspiro.
-Mira, iré el baño y cuando salga nos vamos al restaurante, ya esta haciendo mucho frío y no quiero que estes moqueando como Wendy – Le dijo tomándose el estómago.
Lincoln lo miro alejarse, su ceño se suavizo un poco, desviando la mirada, sintió una pequeña picazón en su interior, pero sacudió su cabeza y viendo que ahora sí no quedaba nadie cerca, más que él, tiro el palo y se acercó al pozo minero, preparado para descubrir cómo funcionaba su interior.
Sin dar una sola palabra, levanto la gran estructura y abrió los ojos cuando vio a un montón de personitas de distintos colores, cabezones, muy parecidas a las pelotas del golf, vestidos como mineros recorriendo el lugar hasta que notaron su presencia.
Tanto Lincoln como las personitas gritaron presa del terror. Lincoln tomo su palo por sí acaso, pero uno de los mineros se acercó y habló.
-¡Tranquilo amigo! Solo respira... – Trato de calmar, este era una pelota de color verde.
Lincoln no tardo en calmarse y frunció el ceño confundido. – ¿Ustedes que son? – Preguntó.
El que le hablo, se quito el casco y habló con una sonrisa.
-¡Somos Liliputienses! Mi nombre es David, soy el líder de los mineros del hoyo 18, nosotros controlamos a las pelotas, ¡observa! – Dicho sea, le mostro como una pelota cualquiera bajaba en la entrada y recorría todo el circuito minero, demasiado complejo si le preguntabas a Lincoln para solo hacer que la pelota cruce al otro lado.
Luego de ver esa pequeña exhibición, Lincoln asintió y volvió a fruncir el ceño.
-¿Hay más como ustedes? – Preguntó y antes de que David respondiera de mala manera, las luces del hoyo vecino se encendieron, dejando ver que el circuito de los vaqueros.
-¡Claro que hay más de nosotros, forajido! – Grito una persona naranja, mientras los que lo acompañaban se disparaban con sus pequeñas pistolas al cielo.
Pronto, el resto de hoyos hicieron lo mismo revelando al resto de Liliputienses en todo el lugar. El albino los escucho a todos presentarse. Desde los holandeses hasta los caballeros. Todos parecían estar peleando por un poco de su atención.
-Muy bien es bueno saberlo... ahora... ¡¿ustedes han sido los que me han estado molestando?! – Acusó, a lo que de inmediato todos desviaron la mirada, sin tratar de ocultarlo.
-¡Sabía que había algo mal! ¡Rayos que sí lo sabía! – Exclamó.
-Cálmate bribón, si quieres echarle la culpa a alguien mira a esos torpes foráneos de allá – Exclamó el líder de los piratas señalando con su espada al hoyo del molino, donde rápidamente Lincoln se dirigió para el cuchicheo del resto de hoyos.
-¿Eso que dicen es verdad? – Preguntó.
-¡No es cierto! Yo Franz, líder de los holandeses, puedo afirmarte que solo es una vil mentira, nosotros no tenemos la culpa de que nos imitaran – Se excuso, pero pronto se dio cuenta de que no fue la mejor selección de palabras.
-¡Entonces sí es verdad! – Enfureció Lincoln.
-Mira, mira, es solo que te veías demasiado gracioso cuando fallaste ese hoyo donde lo tenías literalmente al un toque. Simplemente fue demasiado hilarante para nosotros cuando paso, así que decidimos molestarte un poco, que el resto de simios que nos rodean nos comenzaran a imitar no es nuestra culpa – Defendió Franz nuevamente a su grupo.
-¡Ósea que les causa gracia que falle! – Los miró, poniéndose rojo de la rabia.
Algunos otros no pudieron contener una pequeña risita, y eso era en todas las facciones. Lincoln los miro disgustado. Franz trato de ocultar su sonrisa, pero no le salió tan bien. Antes de que Lincoln se enojara más, David intervino, soltando una risa.
-Perdón, perdón, gigantón, pero es que tu cara toda roja nos da mucha risa, te hace ver como una pelota con esa cabeza redonda que tienes – Confeso David haciendo que el resto de mineros se rieran.
Lincoln aun sostenía su palo con fuerza.
-¡Me estás diciendo que solo me han molestado todo el día solo porque les causa gracia esa tontería!
-Pues sí, te lo acabo de decir, duh – Volvió a responder David.
-Bueno, admito que en parte también nos disgustó el modo con el que te comportaste con tu rival, esa forma tan blanda de aceptar la victoria nos pareció ridículo – Confeso Franz.
-¿Qué? – Lincoln no entendió sus palabras, ¿tanto les molesto que cumplirá su apuesta con Hilda?, era ridículo.
-Forajidos siempre competen entre sí como lo hacemos nosotros tratando de demostrar que los únicos vaqueros que reinan en este oeste somos nosotros, que tú hayas aceptado esa victoria es señal de mucha debilidad – Respondió un vaquero.
-Claramente ustedes no se gustan nada – Dijo Lincoln mirando a todos los Liliputienses.
-Llevamos años en guerra por ver quien es el mejor de todos en el antiguo arte del minigolf, es la pasión de todos, pero solo uno puede ser el mejor... ¡Y esos somos nosotros, los caballeros! – Declaró otro Liliputiense inusualmente apuesto.
-¡En tus sueños, bribón, solo hay una tripulación ganadora y somos nosotros! – Declaró el mismo del barco pirata.
-¡Tonterías, los mineros somos los mejores! – Intervino David.
-Su circuito mediocre no le gusta a nadie, la torre Eiffel es la única que se alza como vencedora – Declararon los franceses. Todos despotricando en francés.
-¡A nadie le gusta esa cochinada aburrida, nuestro molino es el verdadero rey! – Declaró Franz uniéndose a la disputa.
-¡Ven y dímelo a la cara! – Dijo David.
-¡Acaben con ellos! – Ordeno el líder pirata.
-¡Por el mini-rey! – Grito ese caballero. Y así todas las facciones comenzaron a pelear las unas con las otras.
Lincoln presencio todo eso, era extrañamente adorable, pero no estaba de humor como para seguir mirando eso.
-¡Deténganse de una buena vez, todo esto es ridículo, me molestan por todo el día y luego se pelean! ¡¿Qué rayos sucede con ustedes?! – Preguntó el albino.
-Nuestra guerra lleva años y solo terminará cuando tengamos un vencedor, los mejores del minigolf, solo así nuestra guerra podrá parar – Declaró David algo golpeado.
-¡Mira eso! – Apuntó Franz a la calcomanía que Lincoln tenía pegada en la mano, este la miro sin entender lo que quería decir.
-Por favor, noble gigante, da entrega de tu calcomanía a uno de los bandos, así sabremos quien es el verdadero campeón del minigolf y esta guerra encontrara su fin – Dijo ese caballero haciendo una reverencia.
El resto apoyó la idea, Lincoln miro la calcomanía que Hilda le había pegado para burlarse de él. Había tenido razón en sospechar, el juego estaba inevitablemente en contra suya, no era por culpa de una tontería como la mala suerte, sí que había muchas personitas detrás. Estaba ansioso de mostrarle que tenía razón, pero una idea cruzo su mente lo que lo hizo sonreír astutamente.
-Muy bien... le daré la calcomanía a uno de ustedes... ¡Sin embargo! – Dejo unos momentos de silencio para el suspenso y continuo. – Ustedes deberán ayudarme a ganar el torneo de mañana, quien mejor parado me deje será quien obtenga la calcomanía, eso será su forma de pagarme el haberme sacado canas verdes del coraje – Dijo el albino.
Luego de ganar, podría mostrarle a Hilda que tuvo razón en sospechar, así ella tendría que retractarse de su absurdo comentario.
-Me parece un trato justo – Dijo Franz, y los demás concordaron.
-Ya verán como los destrozaremos, tontos – Dijo David con arrogancia.
-No permitiré que alguien que vive bajo tierra y come gusanos nos insulte así – Habló el líder francés.
-Otra cosa más, estará prohibido que se peleen entre ustedes durante todo el torneo – Declaró, los lideres no hablaron y se limitaron a observarse con falso respeto, asintiendo.
-Bien, Soos no debe tardar en regresar, así que, hasta mañana en el torneo, ¿de acuerdo? – Los liliputienses asintieron y regresaron a sus respectivos hoyos.
Cuando Soos regreso cubierto de papel, Lincoln le tuvo que ayudar a liberarse, así, ambos salieron por fin cuando apareció un miembro del staff pidiéndoles salir.
El resto de la noche no hablo con nadie y Hilda no le dirigió la palabra tampoco.
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Regresaban devuelta para el torneo. No hacía tanto frío hoy, y se sentía confiado de su plan. Había bastante gente reunida, si bien en la que más participantes había era con los adultos. Había una moderada cantidad de niños también.
A Lincoln poco le importaba, a la única quien quería vencer era a Hilda. Esta al igual que ayer, no le dirigió la palabra, aunque ya no se veía tan enojada como ayer. De vez en cuando lo veía de reojo, pero no se atrevía a hablar.
Soos también le miraba a veces, pero sin tanto disimulo como Hilda. Stan parecía cansado, como si no hubiera dormido anoche.
-Muy bien chicos, procuren revisar si a la gente se les cayo dinero, lo recogen y me lo dan a mi – Menciono Stan somnoliento mientras escuchaba el discurso del dueño.
-¡Sí! Vamos chicos, solo hay que divertirnos – Los animo Soos, Hilda no sonrió, lucía pensativa, Lincoln se cruzo de brazos impaciente porque ya comience todo esto.
-Venga Soos, hay que ir, ya nos están llamando – Le dijo Stan tomando su palo. Soos suspiro e hizo lo mismo.
-Ahí voy señor Pines – Le dijo siguiéndolo. Dejando a ambos chicos solos.
Había una incomoda atmosfera alrededor, Lincoln miro el hoyo de los vaqueros y noto como estos salían disimuladamente para darle un pulgar arriba. Eso hizo que sonriera con suficiencia, en serio que no podía esperar a que esto comenzará, ya podía imaginar el rostro de Hilda.
La susodicha finalmente hablo.
-Oye, Lincoln... sobre lo de ayer... – Fue interrumpida.
-No hace falta que lo digas, ya verás como te pateare el trasero en la competencia – Declaró Lincoln con suficiencia.
Hilda lo miro extrañada de su comportamiento, ayer parecía que no la quería ver ni en pintura y ahora decía que le ganaría. No entendía lo que sucedía con él.
-¿En serio, qué te sucede? Tú no eres así por lo general – Le dijo Hilda.
-Solo te demostraré que tenía razón y no era culpa mía, ni de ninguna mala suerte – Le dijo. Hilda se quedo sin palabras, pero arrugo levemente la frente. Negó con la cabeza y prefirió guardarse lo que tenía que decir.
No se dijeron nada más hasta que la competencia comenzó.
Curiosamente, Lincoln era el primero en competir, así que confiado, colocó la bola, sonrió con arrogancia y miro específicamente a Hilda, golpeo la bola y esta vez, no tuvo ninguno de los fallos que habían estado sucediéndole ayer, entro sin problema al hoyo de los vaqueros, pronto, la bola salió del otro lado y de una manera impecable entro sin problemas dando un hoyo en uno.
Hubo aplausos de la multitud que observaba, Hilda miraba con los ojos abiertos eso, pero no dijo nada.
Lincoln soltó una pequeña risita.
Pasaron unos cuantos chicos más, antes de que fuera turno de Hilda, la cual, se posiciono, midió y golpeo. La pelota entro y acabo sorprendentemente en un hoyo en uno. Lincoln miro sorprendido eso, pero decidió ignorarlo. No es como si Hilda no hubiera podido hacer un hoyo en uno ayer en su mejor juego.
No le presto mucha atención a la última participante, la cual era una chica rubia que al igual que él y Hilda hizo un hoyo en uno.
En el hoyo de los franceses, sucedió lo mismo, solo que esta vez, Hilda termino el juego con dos tiros y Lincoln hizo otro hoyo en uno. Hilda miro como claramente Lincoln iba en contra de ella. Así que decidió dejar las palabras hasta el final, ahora sí que estaba molesta. Así que puso toda su concentración en los siguientes hoyos.
Los Liliputienses tal y como habían acordado, cumplían su papel de hacerlo ganar todo de manera impecable. Eran casi adictivo ver a la gente ovacionándolo.
No hubo cambio alguno en el resto de circuitos, claramente se podía ver por como se miraban, había una competencia personal entre el albino y la peli-azul que parecía opacar al resto de participantes, pues desde que Hilda comenzó a tomarse en serio todo, ella había estado logrando hoyos en uno. Lincoln no había fallado en nada, y ya de por sí sus acertados tiros eran respaldados por los Liliputienses.
En el hoyo del castillo medieval, luego de que anotará su siguiente hoyo en uno y viera como la gente se alejaba para ir al siguiente, disimulo el estar bebiendo agua y ahí vio al caballero líder, asintiendo.
-¿Esta complacido, nobel gigante? – Le pregunto cortésmente.
-Bastante, sigan así chicos y ustedes serán los que reciban la calcomanía – Aseguró Lincoln, a lo que los caballeros celebraron entre ellos, su líder no disimulo su sonrisa de satisfacción y vio alejarse a Lincoln sin decir nada más.
No obstante, su interacción había sido escuchada por el resto de hoyos, concretamente, con los piratas, su líder observaba ese intercambio de palabras entre su odiado rival y el gigante de cabellos blancos.
-Aaaarrrrggg esto no me está gustando nada – Comento con gran disgusto.
-¿Por qué ese bribón no nos está escogiendo a nosotros? ¡Si hemos hecho un trabajo perfecto! – Se quejo uno de los subordinados.
Hubo más comentarios al respecto. Pero el líder los calló.
-¡Guarden silencio! Ya sé como ganarnos el favor del marinero de aguas dulces – Declaró con una sonrisa mirando a la peli-azul.
-¿Cómo, señor? – Preguntó otro subordinado.
-Al gigante blanco no le interesa ganar este torneo, lo que a él le importa es exactamente lo mismo que a nosotros, vencer a nuestros rivales. En tal caso... ¡solo necesitamos deshacernos de ella! – Exclamó a lo que hubo muchos vítores.
No obstante, desconocían que había un infiltrado escuchando todo, uno de los mineros, escucho la conversación y rápidamente cavo para ir a contarle todo a los demás.
Cuando llegó advirtió a todos.
David, quien fue el primero en escuchar todo apretó su puño de la furia.
-¡Esos piratas están tratando de tomar ventaja! ¡A diferencia de ellos, nosotros hemos sufrido pérdidas, no dejaremos que el sacrificio del gran Henry sea en vano! – Declaró a lo que fue apoyado. – ¡Nosotros debemos de eliminar primero a la gigante azul sí es que queremos conseguir esa calcomanía! – Una pelota amarilla siendo una niña también habló.
-¡Por el gran Henry! – Gritó con pequeñas lágrimas en sus ojos.
-¡Por el gran Henry!
-¡Por el gran Henry!
-¡Por el gran Henry!
-¡Por el gran Henry!
-¡Por el gran Henry!
Curiosamente, también había un infiltrado dentro de las filas de los mineros. Este rápidamente aprovecho la distracción de los demás y se escapo para informar a su grupo.
Esto se fue repitiendo hasta que todas las facciones estaban informadas y con el mismo objetivo, eliminar a Hilda.
Lincoln por su lado, estaba tranquilo, él estaba encabezando el torneo por su impecable marcador, le seguía Hilda, esto para los espectadores solo estaba peleando entre ambos, pero Lincoln ya conocía el resultado de este torneo y ese era su victoria.
Ahora era su turno para ir al hoyo del molino. Tranquilamente se posiciono y con toda la tranquilidad del mundo, cerro los ojos y golpeo, estaba seguro de que era otro hoyo en uno, pero cuando la multitud jadeo impactada, abrió los ojos y se dio cuenta de que fallo su primer tiro.
Conmocionado, Lincoln no se esperaba este resultado, esto no estaba dentro de su plan, miro a Hilda que pareció burlarse un poco de él, lo cual lo hizo gruñir. El resto del tiro lo completo en tres tiros. Y para su desgracia Hilda hizo un hoyo en uno, incluso esa otra chica rubia, y con ese fallo garrafal, ahora había bajado de posición.
Cuando todos marcharon al siguiente hoyo, Lincoln se acercó al molino.
-Franz, ¿estás ahí? ¿qué les sucedió? – Preguntó molesto. Al no recibir respuesta miro dentro del molino encontrándolo vacío, aunque todo parecía funcionar, no encontró a ningún liliputiense.
-Eh... – No entendió porque no había nadie, se supone que debía operar esta cosa, prefiriendo no ser descubierto por nadie, ya buscaría al resto de Liliputienses para saber lo que estaba ocurriendo.
Camino de regreso extrañando por lo sucedido. Intento buscar al resto de Liliputienses con cuidado, pero no encontró a nadie.
Ahora estaba nervioso, su gran as bajo la mano parecía haber desaparecido, ya era su turno de pasar a tirar, y otra vez repitió el mismo patrón, su jugada acabo con tres tiros, cosa que lo estaba haciendo sudar.
Cuando miro a Hilda esperando a ver su burlona sonrisa, no se estaba burlando, parecía un poco más seria. Eso le ponía nerviosa, quizá ella se dio cuenta de su treta de alguna manera. No obstante, noto como algunos liliputienses estaba subidos en las cabezas de algunas personas, estos miraban intensamente a Hilda, sacando armas apuntándolas hacía Hilda.
En cuanto vio eso, Lincoln ahora sí estaba seguro de que algo estaba muy mal, tanto que su expresión conmocionada hizo extrañar mucho a Hilda. El albino notando eso, se apresuro a intervenir. Sin embargo, parecía que no iba a llegar a tiempo cuando alguien grito.
-¡Bola! – Reconoció la voz de aquel oficial de policía, los de la multitud se agacharon, incluida Hilda, su movimiento fue lo suficientemente brusco como para hacer caer a algunos Liliputienses, que quienes pretendieron ser más pelotas, solo se dejaron rodar para alejarse.
Lincoln se apresuro y tomo a uno de los Liliputienses y ajeándose un poco de la escena. Se dispuso a interrogar al hombrecito, quien pertenecía a la facción de los franceses. No noto, como Hilda lo vio alejarse.
-¡¿Qué sucede con ustedes?! – Le reclamó el albino.
-Estamos compitiendo por su favor, señor
-El trato es que me ayuden a ganar este torneo, ¿qué pretenden hacer si eso se está yendo a la quiebra?
-No hace falta seguir fingiendo, Monsieur. Sabemos que a usted no le interesa ganar esto, solo quiere deshacerse de su rival – Le explico con una sonrisa intentando tranquilizarlo.
-¡¿Qué?! ¡Yo no quiero eso! – Le dijo preocupado.
-Entonces deberá de darnos la calcomanía a nosotros – Amenazo, ahora no tan amable.
-Lincoln – Esa voz le hizo tensarse. Era Hilda.
-¿S-Sí? – Se volteó, ocultando al Liliputiense en su mano, cubriéndole la boca.
-¿Estás bien? – Preguntó.
-Ehh... sí jejeje, ¿por qué lo preguntas? – Ella lo miro, Lincoln sentía esos ojos intentando penetrar a través para mirar su pequeño secreto en la palma de su mano.
-Te has estado comportando muy extraño desde que llegamos aquí – Dijo.
-Ehhh... no estoy seguro de lo que te refieres con extraño – Dijo sintiendo como el Liliputiense le mordía para intentar liberarse.
Hilda suspiró.
-Mira, lo siento mucho – Se disculpó. Eso tomo desprevenido a Lincoln.
-¿Qué? – Preguntó sorprendido.
-Dije que lo siento, sé que ayer te hice enojar, y... no quiero estar peleada contigo, ni que tú estes enojado conmigo. Quiero hacer las paces y que así volvamos a divertirnos juntos – Declaró.
-Creí que solo querías ir a investigar a ese hombre – Comentó inseguro.
-Bueno... sí... pero me divierto mucho más cuando estoy contigo que yendo sola – Confesó. Ahí fue cuando Lincoln se dio cuenta de que había estado actuando como un grandísimo idiota.
Antes de que pudiera hablar. Llamarón a Hilda, era su turno en el siguiente circuito.
-Bueno... me toca jugar... no te desanimes solo porque perdiste tu racha, eres muy buena jugando, ya me lo demostraste, solamente que ayer no fue tu mejor día. Aún puedes remontar, me gustaría poder jugar contra ti en el último circuito – Le dijo mientras se marchaba.
Lincoln la observó irse, y ahora el peso de sus palabras calaban hondo dentro de él. Suspiro con pesadez, ya se había arrepentido de sus acciones.
-Soy un tonto... – Se dijo a sí mismo. Miro al suelo y luego levantó su rostro dejando ver la determinación en sus ojos. – Tengo que arreglar todo esto – Se dijo a sí mismo. Volvió a dejar libre al Liliputiense quien luchaba por respirar mientras tosía.
-¡Monstre, casi me matas! – Le reclamó.
-Lo siento, pero por favor, reúne a tu facción y que estas llamen al resto, no le hagan nada a mi amiga, decidiré de una vez quien gana la calcomanía – Le dijo sorprendiendo a la pelota.
-Tendrás que reunirlos tú mismo, no pienso dirigirle una palabra que no sea un insulto a esos simios poco civilizados – Le respondió enojado.
-Ugh, bueno, al menos avísale a tu propia facción para que no hagan nada tonto – Así lo dejo libre y este se marchó. – En lo mientras me aseguraré de que no le suceda nada malo a Hilda – Con eso dicho se puso en marcha para arreglar el desastre que provoco.
Cuando llegó era su turno de tirar, tenía que guardar las apariencias y antes de tirar miro a Hilda quien le sonrió y le mostró el pulgar apoyándolo. Eso retorció más al chico en culpa, pero cuando vio como nuevamente los Liliputienses, a su costado, vio el circuito pirata quien estaba apuntando sus caños a Hilda.
Rápidamente miro el lugar, pensando como podría salvarla. Improvisando, trato de calcular el ángulo y golpeo con fuerza. Obviamente ese tiro vino con demasiada fuerza, por lo que reboto en el circuito directamente a la audiencia quienes se agacharon y cuando los cañones dispararon, las piedras que iban dirigidas a Hilda, chocaron contra la pelota, desviando el curso de varias piedras, quienes por error golpearon a dos personas que no concursaban.
Lincoln arrugo la cara con preocupación.
-¡Lo siento mucho! – Gritó a la audiencia. Algunos lo abuchearon, pero, nuevamente noto como cargaban los cañones nuevamente, rápidamente se apresuro a colocar otra pelota y golpeándola con todas sus fuerzas.
-¡Vamos apresurémonos, no podemos permitirnos fallar otro tiro! – Exclamó el líder pirata cuando inesperadamente fue golpeado por otra pelota lanzándolo al agua.
-¡Capitán! – Grito su tripulación preocupada.
Mientras tanto, Lincoln volvía a disculparse, riendo con nerviosismo ante las miradas de todos. Sabiendo que necesitaba estar fuera de la vista de todos para no causar un alboroto y poder actuar más libremente, así que debía retirarse del torneo.
-Hey... disculpen todo, pero me siento mal, así que no creo poder continuar con la competencia – Declaró tomándose la panza y fingiendo dolor. El juez lo observo y acepto su solicitud.
-Oficialmente: El participante Lincoln queda descalificado del torneo – Declaró y claro que hubo reacción.
-Bah, vendió humo el niño – Dijo alguien en la audiencia.
-¡Buuuuu aburrido! – Dijo otro.
-Creí que sería más interesante, que decepción, bueno que se puede esperar de la chusma – Dijo esa chica rubia que también competía.
Lincoln ignoro los comentarios de la gente y rápidamente se marchó "rumbo" al baño. No obstante, fue interceptado por la peli-azul, quien lo miro preocupada.
-¿Te sientes bien? – Pregunto genuinamente preocupada. Lincoln no quería mirarla a los ojos, así que desvió la mirada y se apresuró a decir.
-N-No, voy a ir al baño y espero sentirme mejor – Mencionó y se fue sin decir nada más. Hilda lo miro, sentía que algo no iba bien, cuando iba a seguirlo, fue llamada para jugar.
Lincoln corrió rápidamente al circuito de los piratas. Sabiendo que no tenía más opción, se apoyó en el barco lo suficiente como para no mojarse mucho los pies y busco al líder pirata, finalmente encontrándolo.
-¡¿Qué significa esto, bribón?! – Le gritó enfurecido.
-Por favor, reúne a toda tu tripulación atrás del campus, decidiré de una vez por todas quien es el ganador, solo deja de intentar hacerle daño a Hilda – Con eso dicho, lo dejo en su barco y se marchó. Tenía que encontrar al resto.
Tuvo en la mira a Hilda caminando junto al resto de participantes, logro vislumbrar como varios mineros que lucían ansiosos esperando algo. Noto pequeñas palas a sus costados, así que se hizo una idea de lo que pudo ser. Corriendo a toda prisa. Miro a su alrededor, pensando a mil por hora lo que podía hacer. Vio una persona del staff durmiendo, estas siempre vestían con una camisa naranja y morada más una gorra, así que aprovechando que estaba dormido, le arrebato la gorra y el silbato.
Alejándose para no despertarlo, logro llegar a tiempo, haciendo sonar el silbato. Llamando la atención de todos.
-Hola de nuevo, ya estoy mejor, pero estoy reemplazando a un empleado, y mi gerente me encargo que evitará que todos pasen por aquí – Aviso el albino.
Hilda lo miro muy extrañada. Pero la chica rubia hablo con condescendencia.
-¿Ah sí? ¿Por qué? – Preguntó entrecerrando la mirada.
-Ehh... eso es porque... – Se acercó y poniéndose delante de todos, piso enfrente de ellos y pronto la tierra se hundió, sorprendiendo a todos. – Aparentemente un topo se coló he hizo algunas zonas inestables, así que, por favor, rodeen este camino para evitar accidentes – Pidió amablemente, así que hicieron caso. Hilda fue la única que se le quedo mirando.
-En serio que estas muy raro hoy – Le dijo antes de marcharse. Lincoln borro su sonrisa y miro al agujero donde noto a los mineros mirándolo de mala manera. Dirigiéndose a David y antes de que pudiera decirle cualquier cosa.
-Todos ustedes, vayan atrás del campus, decidiré que facción gana, solo no vuelvan a intentar lastimar a Hilda – Les dijo, espero una respuesta, pero David solo asintió en silencio sin dejar de fruncir el ceño.
Suspiró, aún le quedaban más facciones y necesitaba apurarse sí no quería que alguien pudiera salir lastimado.
De esa manera continúo tratando de salvar la situación, tuvo que evitar que los caballeros partieran a la mitad a Hilda con hachas, que los vaqueros no la tiraran una vaca de porcelana encima, entre muchos más que intentaban matar a la chica. Lincoln se esforzaba por no llamar la atención y arruinar el evento, nadie merecía que le amargara el día cancelando el torneo por su estupidez.
Jadeaba cansado, evitar que le quitaran la vida a su amiga era estresante, pero podía continuar, ya solo le quedaba avisar a los holandeses, pero no los hallaba en ningún sitio.
Buscando cerca de la máquina expendedora, saltó del susto cuando una voz le hablo.
-Hola, gigante – Le hablo Franz tranquilamente. Lincoln se tomó del corazón.
-Por favor, no vuelvas a hacer eso – Le pidió y menos mal lo encontraba.
-¿Me estabas buscando? – Preguntó sonriente.
-Sí, necesito que lleves tu facción a las afueras del campus, diré quien será el ganador de todo esto, solo mantengan a Hilda alejada de todo esto y... – Fue interrumpido.
-No tienes que preocuparte por eso, no somos como el resto de barbaros aquí, nos enteramos antes de tu decisión, así que ya movilicé a todos a las afueras del minigolf, te buscaba para avistarte que fueras por allá – Le explicó y Lincoln sintió un torrente de alivio.
-Oh muchas gracias, venga, iré de una vez y acabaré con esto de una vez por todas – Dijo decidido. – ¿Quieres que te lleve? – Le preguntó. Y Franz negó.
-No es necesario, tengo un atajo para ir por mi cuenta, aunque solo es para gente de mi tamaño, así que te veré allá, solo no empieces sin mí, ¿okey? – Le pidió, eso desconcertó a Lincoln.
-¿Seguro?
-¡Completamente!
-Bueno, entonces te veré allá – Con eso dicho, se marchó, tenía que rodear el lugar.
Franz sonrió sombríamente y se escondió cuando Hilda se acercó.
-(Okey... creo que es suficiente, lo veo corriendo de un lado a otro sin parar como un loco, voy a descubrir que diablos le pasa) – Pensó decidida, pero antes de que pudiera seguirlo. Múltiples Liliputienses se le abalanzaron y lograron derribarla, amarrándola y amordazándola con una rapidez sorprendente para su tamaño, estuvieron por arrastrarla por los arbustos, cuando Franz se paro en la frente de la chica.
-Tú... gigante azul nos dará la victoria a nosotros – Le dijo.
Hilda no entendió absolutamente nada de lo que estaban hablando estos fascinantes y macabros hombres pequeños, pero trato de escapar cuando noto que alguien se acercaba. Los Liliputienses también lo notaron y trataron de someterla, cuando inevitablemente, alguien sí los vio.
Era un sujeto de tez negra con muchos tatuajes, estaba pasando cuando vio la escena de unos hombrecitos secuestrando a una niña.
En cuanto Hilda lo vio trato de pedirle ayuda, el hombre por su parte, solo abrió los ojos, analizó la situación, y se dio media vuelta perturbado.
La chica no pudo creer eso.
-Uh, menudo golpe de suerte – Comentó Franz sonriente. – Bueno, vámonos que tenemos una calcomanía que ganar – Con eso dicho, arrastraron a Hilda a los arbustos.
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Lincoln llegó lo más rápido que pudo a las afueras del campus donde casi todas las facciones estaban presentes, en cuanto lo vieron comenzaron a protestar.
-¡¿Y bien?! ¡¿Quién es el campeón?! – Le gritaron.
-¡Seremos nosotros los vaqueros!
-¡Nada de eso, asquerosos marineros de agua dulce!
-¡No permitiré que los tipos que se bañan con su propia saliva y aceite de pescado me insulten con la higiene!
-¡Danos la victoria a nosotros! ¡Por el gran Herny!
-¡¿Quién diablos es el gran Henry?!
-¡Solo danos la calcomanía!
Lincoln se sentía muy presionado, y no sabía que responderles, solo miro a la muchedumbre enojada. Los observaba y noto que los holandeses faltaban.
-¡Aguarden! – Gritó pidiendo silencio, el cual consiguió. – ¿Dónde están los holandeses? – Preguntó.
David habló.
-Ellos llevan sin aparecerse – Se cruzó de brazos.
-Pero si Franz me dijo que ellos ya estarían aquí – Comentó confundido.
-Esa bola es solo un vil mentiroso doble cara, posiblemente esté planeando una jugada maléfica en tu contra – Habló el líder de los caballeros.
-No lo entiendo, ¿por qué haría algo así? Sí ya le dije que iba a decidir por un ganador – Frunció el ceño y antes de que alguien más pudiera hablar, otra exclamó.
-¡Preguntas el por qué! – Habló Franz encima de una secuestrada e inmovilizada Hilda.
-¡¿Qué significa esto?! – Preguntó Lincoln alarmado. – ¡Les dije que no debían hacerle nada! ¡ella no debería seguir involucrada, esto es entre yo y todos ustedes! – Le reclamó Lincoln enojado, pero notablemente preocupado.
-Eres muy ingenuo, gigante blanco – Le respondió Franz. – Esto es la guerra, y en la guerra todo se vale, ahora... ¡danos la calcomanía o liquidaremos a tu amiga! – Le ordenó con una sonrisa condescendiente.
-Eres un tonto, gigante. ¡Te dijimos que no se puede confiar en ese pueblerino! – Le dijo el líder pirata.
-¡No eres quien para hablar, engendro! – Le volvió a reclamar Franz, más enfadado de que su rival se metiera.
-¡No se puede confiar en ninguno de ustedes! – Exclamó Lincoln señalándolo. Esto se le había salido por completo de las manos. – Ojalá me hubiera dado cuenta de lo infantiles y desgraciados que son, ¡ninguno merece tener la calcomanía! – Declaró furioso.
-Sí nosotros no obtenemos la calcomanía entonces tu no obtendrás a tu amiga – Amenazó Franz acercando un cúter al rostro de Hilda, lo cual la asustó. Lincoln se apresuró a hablar.
-¡Okey! ¡tú ganas, toma la calcomanía, solo no le hagas daño! – Suplicó Lincoln más sumiso.
-¡Si van a jugar sucio, entonces nosotros también lo haremos! – Declaró el líder pirata haciendo que toda su facción se montará encima de Lincoln y acercarán pequeñas cuchillas a su garganta.
-Nos darás la calcomanía a nosotros o te sacaremos las tripas y se las daremos de comer a los tiburones – Amenazó sombríamente el líder pirata.
Lincoln tragó saliva, asustado por la situación.
-¡Sí osas darle la gloria a uno de esos paganos, entonces los llevaremos a la guillotina y nos haremos de sus cabezas! – Habló el líder de los caballeros cuando igual se subieron encima de Lincoln, completamente dispuestos a luchar por mantener al albino de rehén.
-Si quieres un incentivo para decidir, entonces te lo daremos, adelante gigante azul, suplica por tu vida – Le dijo Franz a Hilda quitándole la mordaza.
-¡¿Lincoln, qué demonios está ocurriendo aquí?! – Exigió saber Hilda.
-Ehhh... puede que haya hecho un trato ayer con todos ellos para vencerte en el torneo de minigolf – Explicó nervioso.
-¡¿Qué hiciste qué cosa?!
-¡Lo siento mucho, esto no debía terminar así, solo quieren la calcomanía que me pegaste ayer para ver quién es el mejor! – Se disculpó.
-¡Y esos seremos nosotros! – Declararon los vaqueros cuando apuntaron sus armas sobre Lincoln y Hilda.
-¡Nada de eso, seremos nosotros! – Declararon ahora los mineros cuando de una forma que ni Lincoln ni Hilda pudieron explicar, habían colgado una enorme roca sobre Lincoln, meneándose peligrosamente y más que dispuestos a aplastarlo. Polly, la pelota amarilla de los mineros había bautizado la roca como el gran Herny mientras miraba enojada al albino.
-¡Tonterías, nosotros somos los ganadores, Imbéciles! – Declaró el líder francés cuando sacaron ratas rabiosas que deseaban morderle los pies al albino.
-¡Solo da un ganador! – Le dijo Hilda cuando Franz acercó más el cúter a su garganta.
-¡Si elijo a solo uno nos matarán! – Le gritó.
-¡Haz algo entonces! ¡Piensa un plan! ¡Se te dan muy bien a ti! – Le gritó de vuelta.
-¡Tienes razón! – Lincoln cerró los ojos pensando las opciones que podía hacer para salir de la situación preferiblemente vivos.
-¡¿Quién es el campeón?! – Exclamaron todas las facciones iracundas.
Muchos gritaron el nombre de su facción. A Lincoln le daba dolor de cabeza toda la situación, las voces resonaba en su cabeza que le hacían sentir que la martillaban con sus agudas y molestas voces, eran demasiadas personitas pequeñas para su pobre cerebro...
Abrió los ojos, cuando tuvo una idea. ¡Lo tenía!
-¡Escuchen todos! – Llamó la atención de todos, quienes callaron de inmediato y escucharon.
-Yo... no creo que sea posible decidir por ninguno de ustedes en esta situación, ¡PERO! – Hizo énfasis antes de que reclamaran. – Creo que lo más adecuado para decidir sobre quien es el mejor, es dejárselo al resto de clientes que vienen aquí a jugar al minigolf – Ante eso la mayoría lo miro confundido.
-¿Qué buscas? – Preguntó David entrecerrando la mirada.
-Ninguno de ustedes estará contento si digo solo a uno de ustedes y nos matarán si no ganan, ¿verdad?
-Duh, deja de decir obviedades y di tu punto, gigante – Dijo el líder de los vaqueros.
-Lo que quiero decir es que, con tanta gente reunida hoy, no importa lo que yo piense sobre cual es mejor, mi opinión no es la misma a la del resto, lo que propongo es preguntarle a todos y cada una de las personas, las cuales votarán por su mapa favorito del minigolf, así no quedará duda no solo cuál es el hoyo más popular sino que también quien es el ganador merecedor de la calcomanía – Explicó.
Los Liliputienses parecieron calmarse y lo pensaron detenidamente.
-Suena justo – Declaró David sin protesta.
-A nosotros también nos vale – Menciono el líder vaquero enfundando sus armas.
-¡¿Cómo sabemos que no escaparas?! – Le reclamó el líder pirata apuntando su espada a su ojo.
-Porque ustedes pueden vigilarnos para que no escapemos, nosotros haremos el recuento de todos los votos preguntando a todas las personas que hay, solo pido que suelten a Hilda, con ella puedo trabajar más rápido y les entregaré el resultado lo más rápido posible – Esperó que eso pudiera convencerlos.
Todos miraron a Franz que jugueteo con el cúter, pensativo.
-Bien – Declaró y bajo la navaja del cúter. – Me atrae mucho la idea de saber que la gente nos prefiere antes por encima del resto, así que cumpliré con tu acuerdo, pero... si alguno de ustedes intenta escapar no dudaremos absolutamente ninguno de los liliputienses en liquidarlos. ¿Entendido? – Les preguntó a ambos. Lincoln asintió sin decir nada.
-Fuerte y claro – Afirmó Hilda igual de nerviosa. Con eso soltaron a ambos, Lincoln rápidamente se quito del camino de la roca la cual dejaron caer al suelo.
-Tienen treinta minutos para darnos el resultado, cuando se cumpla el plazo de tiempo, los esperaremos aquí – Anunció Franz.
Ambos asintieron y se miraron, Lincoln estaba muy avergonzado y no se atrevió a mirar a su amiga a los ojos, mientras que Hilda lo miraba con el ceño fruncido.
-Lo siento... – Repitió Lincoln arrepentido.
Ella lo miró y suspiró.
-Ya hablaremos de esto luego, ahora necesitamos ir a trabajar – Dijo y el albino estuvo de acuerdo.
-Necesitamos solo una hoja y un lápiz o lapicero, lo que sea para anotar los votos – Con eso dicho ambos fueron corriendo devuelta al campus.
No les tomo mucho conseguir algo donde escribir, Hilda no le importo y arranco un cartel, dándole la vuelta tenía el suficiente espacio para escribir, ahora solo debían encontrar algo con lo que escribir.
Lincoln observo a lo lejos a Soos y fue corriendo acompañado de Hilda.
-¡Soos! – Lo llamarón y el chico los miro alegre.
-Hey, hola chicos – Saludó.
-Oye, Soos, ¿tienes una pluma, un lápiz o algo con lo que podamos escribir? – Preguntó Hilda. El hombre reviso en sus bolsillos y sonrió.
-Sí, mira tengo una pluma que olvide de mi casa – Dijo mostrando la dicha pluma que a los ojos de los niños brillaba cual salvador divino. Él se las dio y no tardaron en agradecerlo.
-Soos, otra cosa: ¿Cuál es tu hoyo favorito del minigolf? – Preguntó Lincoln.
-Mmm... esa es una pregunta complicada, me gustan varios – Se puso pensativo.
-¡Solo di el que más te gusta! – Insistió Hilda impacientemente.
-Ehhh... pues... supongo que el de los vaqueros. Me gustan mucho los vaqueros – Dijo felizmente.
-¡Muchas gracias! – Le dijeron ambos y marcharon hacía otra persona. No obstante, antes de irse, Lincoln se detuvo. Lo miro y habló.
-Soos, lamento haberme comportado como un idiota contigo – Se disculpó sinceramente.
-Esta bien amigo, me alegra ver que ya estes mejor – Le dijo con una sonrisa amistosa. Lincoln sonrió, le alegraba tener de amigo a Soos.
Continuando con su misión, Lincoln se colocó al lado de Hilda para ponerse de acuerdo.
-Tú pregúntale a los del otro lado del campo, mientras que yo le pregunto a los de aquí, vamos guardando los votos en nuestra cabeza y nos reunimos para hacer recuento de votos – Propuso Lincoln.
-¡Hagámoslo! – Declaró y ambos corrieron en direcciones opuestas.
Con mucha prisa, se apresuraron a acumular todos los votos posibles para salvar sus pellejos y debían hacerlo en tiempo récord, luego de veinte minutos y de haber preguntado a todas las personas que se encontraron, los chicos volvían a reunirse jadeantes, pero aún con suficientes energías como para hablar.
-¿Cuántos votos fueron? – Preguntó Lincoln mientras se preparaba para anotar los puntos.
-5 votos para los mineros, 8 para los piratas, 11 para los holandeses, 8 para los franceses, 14 para los caballeros y 10 para los vaqueros – Se quito el sudor de la frente. – ¿Cuántos contaste tú? – Preguntó.
-12 para los mineros, 6 para los franceses, 4 para los holandeses, 12 para los vaqueros, 8 para los piratas y 6 para los caballeros – Así, Lincoln comenzó a anotar todos los puntos.
-¡Ya tenemos un ganador! – Declaró.
-Haber si no son ratas para apuñalarnos por la espalda luego de todo esto – Hilda suspiro.
-Esperemos que no sea así – Lincoln se trono el cuello y suspiró pesadez. – Vayamos de una vez y acabemos con esto – Fueron corriendo al punto de encuentro, no les costo darse cuenta que estaban siendo observados por todas las facciones de los Liliputienses, atentos a cualquier intento de escape.
Cuando llegaron, los lideres los esperaban ansiosos.
-¿Y bien? – Comenzó el líder pirata.
-Se los mostraré – Le dijo Lincoln mostrando el resultado final.
1. Vaqueros con 22 puntos.
2. Caballeros con 20 puntos.
3. Mineros con 17 puntos.
4. Piratas con 16 puntos.
5. Holandeses con 15 puntos.
6. Franceses con 14 puntos.
-Con los resultados mostrados... solo queda darle a la calcomanía a los ganadores... ¡los vaqueros! – Anunció Lincoln dándole la calcomanía al líder, el cual grito en son de victoria junto con sus compatriotas.
-¡¿CÓMO QUE QUINTO LUGAR?! – Exclamó Franz tomándose de los cabellos desesperado.
-¡Ce sont de pures conneries! – El líder francés tiro su boina al suelo con profundo desagrado.
-¡Sabía que era mejor sacarles las tripas! – Gruñó el líder pirata.
-No sirve de nada protestar, el pueblo a hablado, para nuestra desgracia... – Se quejó el líder de los caballeros con pesadez.
David suspiró profundamente.
-Lo lamento Polly, el gran Herny nunca se le dará el reconocimiento que se merece – Le dijo David a la niña quien lloro en sus manos desgarrada.
-¿Entonces todo queda resuelto? – Preguntó Hilda con nerviosismo, estaba lista para tomar la mano de Lincoln y salir corriendo en caso de que estas bolas adorables y traicioneras hicieran algo sospechoso.
-¡SÍ, YA LARGUENSE, NO LOS QUIERO VOLVER A VER AQUÍ NUNCA MÁS! ¡ES MÁS, DECRETO QUE NUNCA MÁS NOS INVOLUCRAREMOS CON LOS REPUGNANTES GIGANTES! – Decretó Franz escupiéndole los zapatos a Lincoln, el resto de su facción hizo lo mismo y se marcharon.
El resto hizo lo mismo hasta que solo quedaron Lincoln y Hilda.
-Por fin acabó – Lincoln expulso todo el aire de sus pulmones con alivio.
Parecía que por fin era el momento perfecto de aclarar las diferencias entre ambos.
-Lincoln – Empezó Hilda, pero fue detenida cuando ambos escucharon una voz.
-¡La concursante Hilda, se le solicita que se presente en el hoyo 2 para finalizar con el torneo de la sección infantil, si no aparece en cinco minutos será descalificado! ¡El rey ha hablado! – Habló alguien atravesó de un megáfono.
Lincoln se golpeo la frente.
-¡Cierto, el torneo, lo olvide por completo! ¡Hilda, tienes que ir, aún puedes ganar el torneo! – Le dijo Lincoln.
-Pero...
-Sé que ya dije esto antes, pero hablemos luego de esto, no quiero que por mi culpa pierdas por descalificación, ya te he arruinado la diversión lo suficiente – Le dijo tomándola de los hombros angustiado.
Hilda lo miro fijamente, y asintió. Así, ambos fueron corriendo hacía la susodicha final, cuando llegaron, estaba toda una multitud esperando.
-Hasta que por fin se aparece – Se quejó esa chica rubia de antes.
-Espera... perdí mi palo – Se dijo Hilda recordándolo. Lincoln rápidamente busco a su alrededor y encontró un palo tirado, creía que era el que había usado antes. No importaba, Lincoln corrió y lo agarró, fue con Hilda.
-Toma – Lincoln le entregó. – Ve y gana, sé que puedes – Le sonrió, aunque era una sonrisa algo triste, pero sincera.
Hilda lo miro y fue a jugar.
Lincoln la observó irse, vio como la gente la apoyaba, y se sintió fatal. Sentía que no encajaba ahí luego de todas las tonterías que había hecho, pero, aun así, se quedo a mirar a lo lejos.
Al final, Hilda perdió cuando su oponente logro meter la bola en dos tiros mientras que ella tardo tres en hacerlo. Finalmente, apareció ese hombre escuálido vestido como rey medieval a festejar a los ganadores. A decir verdad, ella no estaba muy concentrada en el juego. Constantemente busco a Lincoln con la mirada, en un momento lo tenía y luego vio su cara triste y cuando lo perdió de vista un segundo ya no estaba.
-¡Damas y caballeros, el primer torneo de minigolf ha concluido! ¡He aquí a nuestros ganadores! Por la sección de adultos al ganador: ¡Buddy Alegría! – Salió un hombre de cara amigable, con un abrigo, una camisa veraniega y con un sombrero, el cual saludaba amablemente a todos. – De la sección infantil, nuestra ganadora: ¡Pacífica Noroeste! – Salió esa chica rubia vestida como una golfista profesional quien sonrió con prepotencia.
Hilda no les prestó mucha atención, quería ver donde se encontraba Lincoln, no lo veía por ningún sitio.
-¡Pero antes de dar los premios, le entregaré sus premios a los segundos lugares de la competencia: De los adultos tenemos al comisario Blubs y la sorpresa del día, Hilda! – Anunció el hombre vestido de rey. Lo que la desconcertó, cuando todos comenzaron a aplaudirle, miro como alguien del staff le entregó un hacha real.
No estando segura que eso fuera un premio adecuado para un niño, miro al comisario el cual estaba saltando de la alegría cuando recibió una armadura medieval junto a su compañero, ignorando por completo el hecho de que le habían dado un arma peligrosa a una niña de once años.
Regresando con los ganadores, tanto como Buddy como Pacífica recibieron sus respectivas piedras, se tomaron unas fotos y celebraron sus victorias.
Hilda dejo eso de lado y siguió buscando a Lincoln entre la multitud. Eso hasta que alguien la llamo.
-¡Oye, perdedora! – Le habló esa chica rubia presumiendo la joya en sus manos.
-¿Qué necesitas? – Preguntó Hilda por amabilidad más que por otra cosa.
-¿Qué se siente perder ante mí? – Empezó a burlarse. – Creí que serías una rival más competente, pero terminaste decepcionándome más que ese tonto albino, ninguno de los dos fue capaz de vencerme, lo que demuestra que yo soy la mejor niña de todo Gravity Falls y... – Fue interrumpida.
-Chica, escucha, no me importa quien seas, tengo cosas más importantes que atender, felicidades por tu victoria, pero por favor ve a molestar a tus padres o a alguien más – Con eso dicho se marchó. Realmente no le estaba prestando demasiada atención a lo que estaba diciendo, prefirió ir a buscar a Lincoln.
Cuando la peli-azul la dejo a medio monologo se sintió impactada por la forma en la que esa chica la despacho sin importarle nada. Pronto, miró que la celebración termino por desinteresar a todo el mundo y cada quien se marchaba para su casa.
Eso la hizo sentir tan humillada. Apretó con rabia la joya mientras se ponía roja del coraje, echando humo. Un hombre adulto, presumiblemente su entrenador se pasó atrás de ella.
-Veo que tiene una nueva rival, ama Pacífica – Le dijo el hombre. La rubia solo sintió que su rabia crecía con sus palabras, sin darse cuenta que la joya empezó a brillar, al igual que el hombre fue rodeado por una luz turquesa que lo hizo levitar para su sorpresa.
-¡Cállate Sergei! – Cuando se volteó para confrontarlo, la niña miro en shock como el hombre flotaba, haciéndole perder la concentración, provocando que la luz alrededor de Sergei desapareciera y este cayera al suelo.
Regresando con Hilda, esta no encontró a Lincoln en ningún lado del campus, así que salió de este y ahí pudo encontrarlo, sentado en la acera con sus palmas recargándose en sus mejillas.
Se acercó a él, y este se dio cuenta de su llegada. Luego de un breve momento incomodo en silencio, la peli-azul habló.
-Creí que te quedarías a ver el juego – Comentó sentándose al lado suyo. Este negó y miro al suelo.
-Note que te estabas distrayendo y no quería ser más un obstáculo para ti – Respondió.
Hubo otro silencio incomodo que fue roto por el albino.
-De nuevo, lamento todo esto, fui un idiota ayer y hoy – Se disculpó.
-Bueno, diría que no fue todo culpa tuya – Fue interrumpida.
-No hace falta que te embarres también, esto me paso por estar de aferrado, es solo que ayer estaba tan frustrado tratando de encontrarle una explicación razonable a mis constantes fallas que no me tome a bien lo que dijiste. De todas formas, eso no quita que todo esto sea completamente mi culpa, tú solo querías animarme, fui yo el tonto que se enojó contigo, con Stan y con Soos, ustedes no se merecían mi enojo. En todo caso, debí haber golpeado a esas sucias pelotas rencorosas cuando pude – Se abrió con ella.
-Yo también lamento no haberte escuchado, yo era la primera en insistir en ir a buscar tipos sospechosos para agregarlos a la guía y no escuche a mi amigo, pero... exactamente... ¿qué fue lo que te molesto de lo que dije? – Preguntó.
-Supongo que fue cuando mencionaste eso de la suerte, no lo sé, desconozco si tengo una mala experiencia con eso o lo que sea, pero no me gusto nada cuando asumiste que todo lo que me pasaba era por mala suerte, solo quería probar que no era suerte – Suspiró. – Supongo que todo esto me hizo darme cuenta de otro aspecto de mí mismo – Menciono decepcionado de sí mismo.
Hilda lo observó y volvió a hablar.
-¿Y qué te hizo darte cuenta de eso?
-Bueno... cuando falle ese tiro pensé que estaba algo mal con el trato que hice con los Liliputienses, pero... lo que me hizo darme cuenta que estaba siendo un idiota fue cuando te disculpaste conmigo y me dijiste que te divertías más estando conmigo – Se sinceró. – Por cierto, gracias por eso – Le agradeció.
Hilda no dijo nada.
-Entiendo que te sientas decepcionada por todo esto y yo... – Antes de que pudiera continuar, Hilda habló.
-Te perdono – Le dijo y Lincoln abrió los ojos.
-¿Qué?
-Dije que te perdono – Se puso de píe. Y lo miró. – Sí que te comportaste como un patán, pero luego de ver a esos hombrecitos pelearse entre ellos por una tontería como lo puede ser una calcomanía o el ser mejor que los demás, me hizo darme cuenta de que no quiero eso suceda con nosotros. No mentía cuando te dije que es más divertido estar contigo viviendo aventuras y es por eso que te perdono. Total, al final, sí que me diste otra aventura – Soltó unas risitas por la situación y le extendió la mano. – Venga, vayamos por los demás para a comer algo, me muero de hambre – Ella le sonrió dulcemente y a sus ojos, el viento soplo moviendo su cabello y con la poca luz del sol que se filtraba de las nubes grises le dio una visión de su amiga que le hizo acelerar con fuerza su corazón.
Lincoln sonrió también y acepto su mano, ella lo ayudo a levantarse.
-Gracias... yo... me alegro que ambos estemos juntos en esto de recuperar nuestras memorias – Su ánimo mejoro mucho.
-Yo igual, las cosas no serían tan divertidas si no estuvieras – Sentía mucha calidez cuando ella le dijo eso. – Somos un gran equipo después de todo – Él asintió.
-Sí que lo somos, aunque... aún nos quedan más aventuras por vivir, y mira, ahora ya tenemos algo nuevo que escribir en la guía – Ambos rieron.
-Todavía debo disculparme con Stan – Comentó Lincoln.
-Lo vi cerca cuando te estaba buscando, vamos con él de una vez – Colocó su nueva hacha en su hombro, a lo que Lincoln por primera vez la noto.
-¿Por qué tienes un hacha? – Preguntó curioso.
-Es mi premio por el segundo lugar – Respondió.
-¿Dejan que los niños tengan armas?
-Eso mismo pensé, pero ya Stan nos dijo que las personas aquí son raras
-Supongo que tienes razón...
Hablando del mismo, Stan apareció saliendo junto a Soos.
-¡Niños! Por fin los encontramos – Les dijo acercándose a ambos.
-Felicidades por el segundo lugar, amiguita – Le dijo Soos chocando los cinco con ella.
-Jejeje gracias
-Niño, te vi jugar un poco, empezaste bien, pero luego vi como volaste tres pelotas seguidas – Le comentó Stan con tono de burla.
Cosa que hizo reír a Lincoln para la satisfacción de Stan.
-Sí, tienes razón, eso sí que fue patético – Lincoln se lo tomó con humor. – Y... Stan... yo... – Stan lo interrumpió.
-No hace falta que te disculpes, Soos me dijo que ya te alivianaste de ese momento rancio de preadolescente y puedo ver que es verdad – Le revolvió el cabello lo que hizo a Lincoln reír y sentirse mejor.
-Vámonos a comer algo, para que se me quite el mal sabor de boca por haber perdido con ese tonto de Alegría – Dijo Stan.
-Sr. Pines, pero ni usted ni yo estuvimos cerca de pasar a las finales – Comentó Soos.
-No es culpa mía haberme dormido cuando me tocaba tirar
-Pero lo hizo tres veces
-Lo hice con estilo y porte, cosa que ese cachetón no
-¿Qué tienes en contra de ese señor? Se ve buena gente – Preguntó Hilda.
-No confíes en él, si su hijo es un engendro del demonio, de algún lado lo debió de haber heredado – Dijo con desdén.
Luego miro el hacha de Hilda.
–¿Eso te dieron como premio? – Preguntó.
-Sí
-Bueno, supongo que te enseñare a cortar madera, tendrás que compartirla con Lincoln – Ambos se quejaron, sabiendo el trabajo pesado que les tocaba hacer.
Sin embargo, antes de que llegarán al auto, una fuerte brisa soplo haciendo temblar a los adultos, Lincoln vio algo que llamo su atención y llamo la atención de Hilda para señalarlo.
-¿Ese no es el ajolote que nos encontramos? – Preguntó sorprendido, cuando lo alcanzó a ver bien.
Hilda lo observo y abrió los ojos horrorizada. Ambos corrieron y los adultos se vieron entre sí y luego los siguieron.
Cuando ambos se acercaron, notaron el cadáver del pequeño animal.
Su pecho estaba hundido y se encontraba ya sin vida desde hace rato.
-Creo que una pelota lo golpeo – Supuso el anciano.
Vio las caras tristes de ambos niños, quienes no dijeron nada y lamentaron su perdida, claramente, esto les había arruinado un poco el día.
-Ya déjenlo, la naturaleza hará lo suyo con el cuerpo – Dijo metiendo sus manos en los bolsillos de su abrigo.
Soos tomo a ambos de los hombros y los animo a seguirlo.
Ambos chicos miraron al animal muerto, se miraron y suspiraron tristes, no había nada que pudieran hacer.
Cuando se marcharon, un líquido plateado salió de la boca del animal, mientras el cuerpo comenzaba a congelarse hasta hacerse polvo y desaparecer en el viento.
~0~
El hijo prodigo a regresado luego de tanto tiempo.
Jajaja, sé que ha pasado bastante desde la última actualización REAL del fic, pero ahora sí ya hemos vuelto, y regresamos con todo. Como ya había dicho, quería enfocarme principalmente en nuestros niños sin memoria, pero no me decidí exactamente el que hacer con ambos, así que mejor enfoque este cap a lo individual con el albino.
Teniendo en cuenta su borrado de memoria puede volver a tropezar con la misma roca, pero sin saber que ya tropezó. De paso, me gustaría desarrollar la pareja en sí, porque nunca me han gustado los fics del tipo: *Se dan un cumplido y se sonroja*
Prefiero que ambos vayan acumulando mariposas, ya el siguiente capítulo estará enfocado en Hilda y claro que Lincoln también tendrá su participación en el mismo, y así, llevo a ambos a ver los errores del otro, aceptarse, quererse, y esas vainas.
También, quisiera acotar algo importante referente a este capítulo para evitar malentendidos: "NSL" NO tiene nada de peso en esta historia, si bien, sus eventos sí pasaron (y se puede ver con Lincoln molestándose cuando se mencionó a la suerte), sin embargo, aunque sea canon aquí, no influye para nada en el misterio que hay detrás de Lincoln, ni por qué no está con su familia, nada, simplemente es algo que a Lincoln le molesta especialmente y ya. Tampoco es que esté ultra resentido con sus hermanas. Solamente se picó con Hilda y este detalle en concreto lo hice para que se conocieran las falencias del chico.
Quise aclarar esto, ya que no quiero que piensen que este es un fic NSL porque NO lo es. Y, aunque, admito que hubiera estado divertido verlos teorizar al respecto, preferí despejar esas posibles teorías con aquel infame capítulo, ya que los hubieran alejado muchísimo de lo que realmente sucede en el fic. Solo haré esta clase de acotaciones cuando lo consideré necesario.
Eso sería todo por ahora, lo siguiente que haré será un One-Shot para mi colección, la secuela de Luz de Luna para ser exactos, y para esta historia no tendrán que esperar mucho ya que espero que la última actualización de este año sea otro cap del hilcoln y ya cuando esté de vacaciones podré avanzar más.
Sin nada más que decir, se despide Dark-Mask-Uzumaki.
Bye.
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