El Pueblo
-¿Por qué hay tantos chicles pegados aquí? – Se pregunto el albino mientras limpiaba una de las exhibiciones de la cabaña.
-Trata de no quitárselos, sino se viene abajo – Le mencionó Stan pasando a su lado.
-De acuerdo... si usted lo dice – Continúo limpiando.
La puerta se abrió revelando a una desaliñada Hilda. Lucia molesta.
-¿Había más mapaches de lo habitual en la basura? – Le pregunto Lincoln mirándola de reojo.
-Sí... – Respondió secamente. – Ay, estoy cansada – Se quejo la chica, llevaba todo el día haciendo quehaceres.
-Estamos igual, mínimo huelo el agradable aroma del detergente – Eso parecía ser su único alivio... claro, hasta que le tocaba limpiar los rincones más sucios de todos.
-Y que lo digas, con Wendy y Soos enfermos es más trabajo para nosotros – Hilda limpio su sudor mientras se quitaba una rama del cabello.
-Sin contar que solo es trabajo y trabajo, esta siendo todo muy aburrido – Suspiro el albino frotándose el cuello.
Había pasado tres días desde su aventura con los Hombres-Lo que sea, ese día resulto ser uno asombroso, lleno de adrenalina y de criaturas fascinantes, pero aterradoras. Ninguno de los dos podía esperar a ver que más podían encontrar dentro del bosque. Desafortunadamente, al día siguiente Wendy y Soos se habían reportado como enfermos, aparentemente les dio un fuerte resfriado, lo suficiente como para mantenerlos en cama por tres días, lo que no solo significaba más trabajo para los dos, sino también la completa prohibición para tener otra aventura.
-¿Hasta cuándo crees que Wendy y Soos regresen? – Pregunto la peli-azul.
-No lo sé, según de lo que dijo el tío Stan ambos sonaban muy mal – Sin querer despego uno de los chicles que servían de pegamento para el monstruo hecho de una alfombra y aluminio. Lincoln ni siquiera podía tomarle parecido a algo – Pásame un chile de la cocina, por favor – Dijo mientras sostenía la piel de la exhibición para evitar que se rompiera.
-Ya no quedan, ¿recuerdas? – Le recordó Hilda. Lincoln chasqueo la lengua.
-¿Tampoco hay pegamento? – Preguntó.
-Mmmmm... creo que ya se acabó – Respondió.
-¡Ugh, rayos! – Maldijo. – ¿Y la engrapadora? – Miro a su compañera.
-Tienes suerte, todavía le quedan grapas – Con eso dicho fue hasta el mostrador y le paso la engrapadora.
-Gracias – Agradeció mientras que con la otra mano empezaba a ponerle grapas al falso monstruo.
-Por cierto, ¿viste esa cosa?
-¿Qué cosa?
-Esa... combinación entre loro y caballo que paso hace rato – Lincoln la miro inquisitivamente.
-¿Una combinación de qué cosa?
-De loro y caballo, sé que suena rarísimo, pero ayer vimos una de fogata con patas de araña, ¿cuál de las dos suena más loca?
-Tú, suenas como una loca al hablar de eso – Hilda se le quedo mirando con los ojos entrecerrados.
-Jaja que gracioso... ¡pero ya en serio, cada día estamos viendo más y más cosas locas, casi irreales, pero que son reales! ¿no te interesa saber más de ellos?
-¡Claro que sí!, cuando vi un hada cayendo en una trampa para mosquito no pude quitármela de la cabeza. Sabes que estoy tan intrigado como lo estas tú, pero sabes que no podemos hacer nada con Wendy y Soos fuera – Dijo a lo que Hilda suspiro.
-Lo sé... es solo que la curiosidad me está matando – Eso no era mentira, sí algo había aprendido de si misma sin que pudiese recordar su pasado era que es una aventurera, sus ganas de ir a conocer lo que había dentro de las profundidades del bosque la llamaba cada día con fuerza y estar encerrada aquí esperando a sus "guardaespaldas" estaba resultando en una tortura a su espíritu.
-Junto al aburrimiento – Agregó el albino.
-Sí...
Hilda lo miro trabajar, luego su mirada viajo por todo el lugar percatándose de algo. Se estaban quedando sin cosas por aquí.
-¿Oye, cómo que ya no hay muchas cosas? – Observo como varias de las exhibiciones no lucían en buen estado, la mayoría se caía a pedazos, se notaba que algunas estaban algo viejas o no habían tenido un mantenimiento debido, Stan les había puesto a limpiar todo el lugar, pero no había material suficiente como para hacerlo y Lincoln se las estaba apaleando con el único trapo limpio con jabón que quedaba.
-Sí, tampoco hay comida en la cocina, hace rato pasé por algo de comer y lo máximo que encontré fue un pudin caducado y una zanahoria descomponiéndose en el refrigerador – Comentó mientras dejaba el monstruo que parecía estar estable.
-¿Stan no ha ido de compras? – Antes de que el albino contestara, el señor misterio hizo su aparición.
-¿Compras? ¡Ah que bueno que lo mencionan porque es justo lo que vamos a hacer! – Dijo mientras sonreía y mostraba dos grandes morrales.
-¿Por fin vamos a ir al pueblo? – Preguntó Hilda emocionada.
-Sí, ya es momento de que sepan como es, total, posiblemente en algún momento les pida ir a por algo dentro del pueblo, así que deben a empezar a familiarizarse con el lugar – Explicó mientras tomaba las llaves del auto.
-¡Genial! – Exclamo Hilda, emocionada de ir hasta allá.
-Mientras no tenga que seguir limpiando esto, todo bien – Declaró Lincoln mientras se quitaba los guantes de hule y se estiraba con una gran sonrisa.
-Dejen la charla para después, vamos al auto – Indicó saliendo del lugar.
Ambos niños chocaron lo cinco y salieron corriendo detrás del anciano.
-¡Pónganse algo quieren, hace un frío terrible y ustedes así pescaran un resfriado como mis empleados! – Exigió el hombre viendo que ni Hilda ni Lincoln llevaban nada más que sus atuendos habituales. Él mismo estaba llevando puesto un gran abrigo junto a unos guantes.
-Ugggghhh – Se quejaron ambos al tener que regresar, eso les había cortado la emoción.
-Estos niños de ahora... ¿Qué no sienten el frío que hay? – Se quejo Stan, le parecía demasiado extraño que esos dos se tomaran a la ligera ir tan livianos, aun era verano, sí, pero desde que esos dos llegaron el clima pareció enloquecer y de la nada el frío se hacía más y más fuerte en Gravity Falls.
Dio un suspiro, no quería a más enfermos, así que era mejor que se cubrieran, fuese lo que fuese este cambio climático lo importante era que se cuidaran, después de todo, si ya a la mitad del verano estaba de esa manera no podía imaginarse cuando terminase.
Sacudió la cabeza para quitar esos pensamientos, eso sí para ese entonces esos dos seguían sin recordar quienes eran, de ser así, se vería obligado a mandarlos a la escuela del pueblo, solo esperaba que ese director bastardo hiciera el favor que le debía cuando le vendió esos pañales para adulto y esas sagradas pastillas azules.
Al cabo de un rato, Lincoln y Hilda salieron, ambos llevaban puestos una chamarra, en el caso de Lincoln era una de color blanco con rojo, mientras que con Hilda era un blanco con azul, les quedaba un poco grande a ambos, pero, a fin de cuentas, parecía haber sido una buena compra en aquella venta de garaje que Stan se encontró por el pueblo.
-¿Contento? – Pregunto Lincoln con las manos metidas en el bolsillo. Hilda solo se quito un pelo del hombro.
Asintiendo, entro al carro y los niños lo siguieron. Con eso partieron rumbo a Gravity Falls
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El camino de la cabaña del misterio al pueblo era relativamente corto veinticinco minutos caminando y tan solo diez minutos en coche, eso sí había un buen clima que permitiera pasar tranquilamente o no tumbara alguna rama enorme que bloquease el camino [Si no es que alguna criatura fuese la responsable de ello].
Para su fortuna, el camino estaba despejado, lleno de hojas, pero despejado así que no tardarían en llegar al pueblo.
-¿Qué es lo que vamos a comprar? – Preguntó Lincoln mirando a Stan.
-Todo, ahora sí que me he quedado sin herramientas, sin comida, sin productos de limpieza, vamos a abastecernos por completo – Explicó.
-¿Qué tal es la gente del pueblo? – Preguntó esta vez la chica.
-Rara, acostúmbrense a eso, todo en este lugar es raro – Advirtió Stan, los habitantes de Gravity Falls no eran malas personas, podrían ser estúpidos, crédulos, agresivos, bizarros y extraños, pero no precisamente malos, el Pines sabía de primera mano como eran las malas personas, no por nada estuvo en vuelto en mundos muy peligroso en su época de desdichado.
-¿Qué tan rara? – Preguntó el albino.
-Ya lo verán, solo les sugiero que no han mucho caso a cualquier cosa que les digan – Volvió a advertir.
-A lo mejor no son tan raros, digo, Wendy y Soos son geniales – Hilda trato de ser positiva.
-Quita a Soos de la lista, pero sí, ellos serán como encontrar dos agujas en un gran pajar, ya lo verán ustedes – Los chicos se miraron entre sí. – Ya llegamos al pueblo – Anunció, a lo que los niños saltaron y miraron emocionados a las ventanas.
Gravity Falls tampoco era un pueblo excesivamente grande, tenía su tamaño, pero no era muy abrumador, con sus moderados edificios y estructuras típicas de cualquier pueblo, los chicos observaron las personas del lugar, a simple vista no parecían ser extraños.
-¿Qué vamos a comprar primero? – Preguntó Hilda.
-Nuestro desayuno, ¿no tienen hambre? – Pregunto mirando con una sonrisa.
-¡Ah por fin! – Exclamó Lincoln, se notaba lo hambriento.
Al cabo de un rato llegaron hacía una cafetería, deteniéndose frente, bajaron del auto y entraron. No pasaron ni tres segundos cuando todas las personas dentro se les quedaron mirando.
Stan estaba acostumbrado, así que no le tomo importancia y se dirigió a una de las mesas vacías. Los chicos lo siguieron, pero pronto su emoción por conocer el pueblo flaqueo ligeramente cuando las miradas se centraron especialmente en ambos. Siguiendo al Pines se sentaron y esperaron a que los atendieran.
Pronto una mujer de gran edad, cabello gris azulado, alto y con dos "rulos". Vestida con un vestido rosado con mantel manchado, medias cortas y zapatos negros, se acerco con una linda sonrisa, su ojo permanentemente cerrado llamo la atención del peliblanco y la peli-azul.
-Vaya, vaya, hacía tiempo que no te veía por estos rumbos Stanford – Saludo la mujer.
-Hola Linda Susan – Saludo el hombre con ligera incomodidad.
-¿Y estos dos pequeños quienes son? ¿Son parientes tuyos? – Preguntó la mujer, su único ojo se fijo por completo en los dos niños que sonrieron nerviosos.
-Algo así, ellos dos se quedarán conmigo por un tiempo – Se limitó a explicar a secas el hombre, esperando a que la mujer solo tomara su orden y se marchara.
-Hola, soy Lincoln – Se presentó.
-Yo soy Hilda – Siguió y ambos la saludaron, de inmediato a su alrededor pronto empezaron murmullos muy bajos, eso pareció poner más nerviosos a los dos.
-Oh, ya veo, que lindos nombres, y que niños tan lindos, casi tan lindos como los otros dos – Comentó Susan, sin darse cuenta, había tocado un nervio delicado para Stan.
Aclarándose la garganta, la mujer miro a Stan quien lucía serio. Justo en ese momento Susan cayó en cuenta de lo que había dicho, pero forzando una sonrisa, capto el punto de Stan.
-B-Bueno, ¿Qué es lo que van a pedir? – Pregunto tratando de arreglar la situación, por lo general trataría de evadir el trabajo, pero sabía que sus palabras no le habían gustado nada a Stan, era mejor dejarlos en paz.
-A mi dame lo de siempre – Declaró Stan con tranquilidad. – A ellos dales unos wafles con alguna malteada – Dijo, miro a los chicos. – ¿De qué van querer sus malteadas?
-De vainilla, por favor – Dijo Lincoln.
-Igual de vainilla – Agrego Hilda.
-Claro que sí, cariño, en un momento les entrego su pedido – Anotó y se marchó. Cuando se alejo lo suficiente del grupo, la peli-azul miro a Stan.
-¿Los otros dos? – Preguntó Hilda extrañada.
-No le tomes mucha importancia, ya te lo dije – Se limito a contestar mientras tomaba un periódico y empezaba a leer.
Esa respuesta no había satisfecho para nada a la chica que entrecerró su mirada, algo no parecía bien, Lincoln también pudo darse cuenta. Ambos se miraron, simplemente callaron, no era momento de hacer preguntas.
Su desayuno no tardo tanto en venir, comieron en silencio, con los chicos sintiendo las constantes miradas en sus nucas, cosa que comenzaba a molestarlos. Terminaron de comer, Stan pago la cuenta y se marcharon del lugar.
-Eso fue incomodo – Comentó Lincoln por lo bajo, Hilda fue la única que lo escucho al estar a su lado y asintió de acuerdo. Entraron al auto y marcharon a otra parte del pueblo.
El camino fue silencioso, se podía ver que Stan no estaba del mejor humor, deteniéndose en lo que parecía ser un supermercado bajaron. Stan le dio una hoja a Lincoln.
-Ten toma, es la lista de las compras que vamos a hacer aquí, luego iremos a más lugares, pero te la doy a ti porque a mi se me pierden estas cosas – Ordenó Stan.
-Está bien – Acepto sin problemas y los tres entraron al supermercado.
Estuvieron un tiempo tomando cosas y metiéndolas en su carrito, todo parecía ir tranquilo, no había ninguna super aventura o alguna criatura a la vista cosa que estaba decepcionando mucho a los chicos.
-Voy a por la mermelada, ahorita vuelvo – Avisó Lincoln a Hilda quien era la que llevaba el carro.
-Adelante – Dijo aburrida, estaba esperando a que Stan se decidiera en el tipo de carne que se iba a llevar.
Caminando de pasillo en pasillo hasta dar con el indicado, busco la dichosa mermelada hasta que noto algo que llamo su atención.
-¿Qué? ¿En serio hay mermelada de pino? – Eso sin duda había sido la cosa más extraña que había encontrado hoy. Tomándola incrédulo, leyó detenidamente el producto.
-Mermelada originaria de los bosques de Oregón hecha a partir del extraño de pinos infestados de termitas... en promoción llévese dos a la compra de una... ¿En serio hay alguien que compraría esta cosa? – Casi como una señal de la vida, un hombre delgado con un bigotillo y una gorra tomo dos de los frascos de aquella peculiar mermelada.
-Sí, ¡hay promoción! ¡hay promoción! ¡hay promoción! ¡hay promoción! – Exclamaba aquel hombre eufórico mientras baja y subía los brazos alejándose del albino.
-Okey... eso si fue raro – Volvió a mirar la mermelada, aun incrédulo de que aquel producto realmente existiera, más que hubiera gente que en verdad lo comprase. Sin que se diera cuenta una figura se acercaba a sus espaldas.
Extendiendo la mano temblorosa hasta tocar el hombro del albino
-¿Gi...Gideon? – Una voz femenina, muy baja, insegura y temerosa llamo al albino.
-¿Eh? – Se volteo y lo que se encontró fue con una señora, parecía tener cuarenta años, su cabello gris largo y rizado con rayas horizontales blancas a través del cuello cabelludo, vestido verde, su aspecto estresado y temeroso era lo que más resaltaba de la mujer.
Al ver a Lincoln la mujer abrió los ojos, alejándose de un salto, el temor y la pena se vislumbraban con facilidad.
-¿Disculpe? – La llamo Lincoln, extrañado con eso. ¿Quién era Gideon?
-¡Lo-Lo siento mucho, yo-yo te confundí con alguien más! – Declaró la mujer extremadamente temerosa, Lincoln hasta se preocupo de lo estresada que se veía solo por un malentendido.
-¿Señora, se encuentra bien? – Preguntó preocupado, la mujer estaba temblando.
-S-Sí... ¡debo irme, di-disculpa mi intromisión! – Dijo antes de marcharse, Lincoln sintió mucha pena por la mujer, vio por un instante el rostro de la mujer antes de marcharse, era la encarnación misma de la frustración y el estrés.
-Rayos... mejor regreso – Esa pequeña interacción realmente lo había hecho sentir incomodo. Regresando a donde había dejado a Hilda la vio mirando fijamente a hombre.
-Estoy de vuelta – Avisó Lincoln dejando la mermelada en el carro, levantando una ceja al ver como Hilda no dejaba de ver a ese hombre.
-Tierra a Hilda, ¿estás ahí? – Movió su mano frente a la cara de la chica que lo miro.
-Déjame ver – Hilda aparto su mano tratando de no perder de vista a aquel hombre.
-Okey, ¿Qué sucede? – Preguntó mirando al hombre. Simplemente era un hombre mirando una repisa de papas fritas.
-Ese hombre ha estado todo este rato mirando a la izquierda – Explicó Hilda.
-¿Y? – Lincoln no entendió a lo que Hilda se refería. Ella lo miro.
-Desde que llegamos hace rato me percate que ese hombre a estado mirando a la izquierda y no se ha girado en ningún momento hacía el otro lado, quiero ver cuando lo haga – Narró la chica, pero cuando volteó para mirar a aquel hombre vio que este había desaparecido. – ¡Maldición! – Exclamó ella.
-¿Qué tal vas con eso? – Se burlo Lincoln.
-No molestes – Hilda rodo los ojos, quizá sí era muy notorio lo aburrida que se encontraba. – ¿Qué tal tú, parece que también viste algo más interesante que yo? – Preguntó mirando al albino.
-Pues... una señora me confundió con otra persona, pero fue muy incómodo, casi parecía que se iba a poner a llorar cuando me vio, me dio mucha pena – Contó Lincoln rascándose la nuca.
Hilda alzó las cejas.
-Por tú expresión debió haber sido muy incomodo
-Y lo fue, hasta me sentí preocupado por ella y le pregunte sí se encontraba bien, solo me dijo que sí, se disculpo conmigo y se fue
-Ya veo... – Hilda miro lo que Lincoln había metido al carrito y extrañada lo analizo.
-Oye, ¿Por qué trajiste mermelada con sabor a pino? – Pregunto Hilda extrañada.
-¡Oh diablos! – Lincoln se palmeo el rostro, había olvidado tomar la mermelada buena.
-Parece que no solo yo estoy siendo distraída – Hilda pego una risita. Lincoln suspiro.
-Iré a por la mermelada buena – Declaró.
-Te acompaño, parece que el tío Stan va para largo con su elección, ya de paso vamos por más cosas para acelerar las cosas – Dejando el carro cerca del hombre ambos se encaminaron de vuelta al pasillo de la mermelada.
Una vez dejaron la mermelada de pino y tomaron la buena se dirigieron a tomar más cosas, fueron a la parte de productos de limpieza, tomaron varias cosas como trapos, detergentes, cloro y un nuevo recogedor, todo estaba en la lista, así que era mejor llevarlo.
Su camino de regreso era tranquilo hasta que de la nada chocaron por accidente con alguien.
-¡Oigan mocosos, fíjense por donde andan! – Les grito un adolescente. Los chicos lo miraron. De cabello oscuro peinado de tal forma de casi taparle un ojo, con barros y una prominente nariz, vestido con una sudadera negra que tenía un corazón, pantalones de mezclilla y unos tenis.
-Lo siento – Se disculpo Lincoln, sí había sido su culpa después de todo, así que con Hilda empezaron a recoger las cosas que se había soltado.
El adolescente farfullo molesto, pero siguió con su camino, en ese momento, Lincoln no tardo en percatarse que se le había caído algo a él también, se apresuró a tomarlo.
-¡Oye se te cayó tú...! – En ese momento tanto Lincoln como Hilda miraron la hoja que se le había caído al adolescente donde se le mostraba al mismo con una expresión triste con una frase bochornosa, pero lo que llamo la atención de ambos es que mencionaba a una Wendy.
El chico de inmediato se detuvo y al ver que los niños estaban leyendo su cartel el color rojo tiño sus mejillas por la vergüenza y el enojo. Acercándose peligrosamente les arrebato la hoja de las manos.
-¡Dejen eso! – Gritó enfadado, metiendo el papel en su bolsillo se dispuso a irse, pero Hilda lo detuvo.
-Oye, en tu papel mencionas a una tal Wendy, ¿de casualidad te refieres a Wendy Corduroy? – Pregunto con una sonrisa.
El hombre se detuvo y les regreso la mirada, confundido.
-¿Conocen a Wendy? – Preguntó.
-Sí, ella trabaja en la cabaña del misterio donde nos estamos quedando – Explico Hilda con una sonrisa.
El pelinegro abrió los ojos brevemente al escuchar eso, pero mejor decidió no indagar en eso.
-¿Cómo te llamas? – Preguntó Lincoln.
-Soy Robbie – Se presentó.
-Genial, yo soy Hilda y él es Lincoln, un gusto – Se presentaron los chicos.
Robbie asintió. – Bien... ¿Qué es lo que quieren? – Preguntó.
-Solo queremos saber cómo se encuentra Wendy, ella ha estado resfriada estos días y no se ha presentando en la cabaña, supongo que tú eres amigo suyo, ¿no? – Explicó Hilda.
-Ahh... en realidad soy su novio – Dijo mientras ponía sus manos dentro de sus bolsillos para tratar de verse "cool".
-Wendy nunca dijo que tuviera novio – Comentó Lincoln.
-¿Qué algún problema con eso? – Atacó con agresividad.
-Eh, no, ninguno, solo que nunca lo menciono jeje – Lincoln río nervioso, eso no le gusto mucho a Hilda que frunció ligeramente el ceño.
-Bueno, entonces... ¿sabes cómo esta Wendy? – La peli-azul retomo el tema.
-Ella esta bien, aun sigue enferma, pero esta bien, de hecho, ella y yo vamos a tener una cita en unas horas – Declaró.
-Ah... entonces ella la va a regresar a la cabaña, si ya esta en buenas condiciones como para ir a una cita – Mencionó Hilda, casi parecía sarcástica. Y ese tono con el que dijo eso había sido como un molesto piquete para Robbie quien frunció el ceño. Sin embargo, antes de decirle cualquier cosa a Hilda, una voz lo llamo.
-¡Robbie, hijo es hora de irnos! – Una mujer de aspecto completamente distinto al de Robbie apareció llamando al chico.
-¡Ya voy mamá! – Grito devuelta un molesto Robbie, quien miro a los dos chicos.
-¡Tch! Ya nos volveremos a encontrar, tontos, solo espero que ustedes no sean igual de molestos que los estúpidos gemelos Pines – Comentó antes de marcharse.
Ese comentario había sido dicho con veneno, pudieron notar eso con facilidad, eso definitivamente no había ido para nada bien. Recogieron las cosas que les faltaba y regresaron al carrito.
-Creo que nos mintió – Mencionó Lincoln, con lo rápido que se había puesto agresivo con un simple comentario.
-Sip, definitivamente nos mintió, dudo que Wendy este de novia con un patán así – Apoyó Hilda que debería de darle una disculpa a Wendy cuando la viese.
Paso un rato más donde Stan por fin se decidió la carne que iba a escoger, tras eso no tardaron tanto en terminar de hacer las compras, fueron a las cajas a pagar y no hubo nada relevante hasta el momento.
Ya estando de vuelta al estacionamiento, se encontraban guardando todas las bolsas en la cajuela.
-¿Esto sería todo o vamos a ir a otro lugar? – Preguntó el albino, viendo que la cajuela estaba demasiado llena de cosas.
-Sí, vamos al centro comercial, todavía tengo que comprar herramientas y solo ahí las encontrare – Afirmó el hombre.
-Entonces vayamos – Dijo Hilda ya dentro del auto.
Con eso partieron hacía el centro comercial, de nuevo, fueron en silencio, los niños observaban con detenimiento las calles de Gravity Falls, realmente no había nada especial, nada raro, cada uno estaba envuelto en sus propios pensamientos, Stan solo pensaba en todas las herramientas que le hacían falta, Lincoln no podía evitar recordar a aquella mujer tan patética y Hilda recordaba las palabras de Robbie, cuando menciono a esos gemelos.
No obstante, los pensamientos de los tres fueron cortados abruptamente cuando una sirena de policía sonó al costado, mirando aun lado estaban dos policías, uno delgado de tez blanca con una nariz grande y ligeramente roja, el otro, presumiblemente mayor que el primero era de tez oscura con lentes de sol con su prominente bigote. Estos le hicieron a Stan de que se estacionara, el Pines solo suspiro, ya sabía que lo que sea que le iban a decir sería una estupidez.
Estacionándose en la esquina, ni se bajo del auto, tan solo espero a que los policías llegaran. Estos se bajaron del auto y caminaron hacía ellos. Lincoln y Hilda se limitaban a mirar en silencio.
-¿Y ahora qué sucede, oficiales? – Preguntó Stan de mala manera.
-Wow, wow, tranquilo Pines, tan solo hemos venido a avisarte de algo – Hablo el oficial más bajo y obeso.
-¿Pines? – Murmuro Hilda sorprendida al darse cuenta.
Dándole un ligero codazo a Lincoln, él la miro confundido, ella solo le hizo una ceña, Lincoln al principio no entendió lo que quería decir, hasta que Hilda dibujo un pino imaginario mientras señalaba a Stan. Tardo unos segundos sin procesar hasta que abrió los ojos, se había dado cuenta. Ambos se asintieron y recordaron las palabras de Robbie.
¡Tch! Ya nos volveremos a encontrar, tontos, solo espero que ustedes no sean igual de molestos que los estúpidos gemelos Pines.
Llegaron a la misma conclusión: Stan tenía algo que ver con los gemelos que menciono Robbie.
-¿Cuál aviso? – Levantó la ceja.
-Hace unos días que llegaron agentes del FBI en las afueras del pueblo, nos contactaron y nos pidieron de que vigilásemos con más cuidado las calle – Explico el oficial Durland.
-¿Y qué tengo que ver yo en todo esto? – Con desconfianza. Saber que el FBI estaba cerca podría complicar el asunto de reparar la máquina, tenía que alejarlos de la cabaña como fuera posible.
-Fácil, porque donde se alojaron queda cerca de la zona donde esta tu cabaña, te venimos a advertir que no hagas nada ilícito para no tener una mala imagen con esos agentes, ¿entendido? – Indicó el comisario Blubs. Stan rodó los ojos, sabía que con lo idiotas que eran estos dos no hacía necesidad de causar problemas.
-Sí, sí, sí, ya entendí, ¿ahora puedo irme? – Preguntó impaciente.
-Sí, ya lárgate, vamos oficial Durland, tenemos que ir a patrullar como es debido – Comentó subiéndose el cinturón.
-¿Podemos pasar por unos nachos y un helado? – Preguntó infantilmente.
-Claro que sí – Animó el comisario antes de regresar a la patrulla.
Bufó molesto, los cabezas de chorlito ni siquiera se fijaron que llevaba niños en el asiento trasero, eso era lo principal razón que se le ocurrió para detenerlo. Puso el auto en marcha, sus pensamientos fluyendo con avidez.
No entendía porque el FBI estaba en el pueblo, si todavía no había puesto a funcionar la máquina, aun se encontraba en reparación, no había suficiente energía como para que el gobierno se diese cuenta que algo estaba sucediendo.
Posiblemente era que por fin se habían dado cuenta de todas las cosas sobrenaturales en el pueblo, ugh, ya podía ver a Dipper yendo a con ellos para mostrarle el diario de su hermano. Arrugó la frente de solo pensarlo, pero ese pensamiento fue fugaz, solo lo dejo en el olvido, ya pensaría en que hacer para que no lo detuvieran, por ahora solo debía enfocarse en terminar las compras.
Con esa tajada mental que hizo con el tema se dio cuenta que los chicos parecían estar murmurándose cosas entre sí, era extraño, un tanto molesto, pero decidió no tomarle importancia, total, ya estaban llegando al centro comercial.
Estacionando el auto se bajo junto con los niños, los miro y habló.
-Niños, tomen – Les dio un billete de veinte dólares. – Pueden ir a recorrer el centro comercial, yo iré a la tienda de herramientas y de eso puedo encargarme yo, ustedes vayan por ahí y diviértanse un rato, nos veremos como en treinta minutos aquí, ¿entendido? – Los niños asintieron, suspiró y entro dentro.
Se miraron y entraron. El centro comercial no era excesivamente grande, tampoco era pequeño, tenía un tamaño bastante decente y había gente circulando, así que caminaron observando el lugar.
-¿Qué hacemos ahora? – Preguntó Hilda.
-No lo sé... podríamos comprar algo de comer – Propuso Lincoln.
-Mejor no, no tengo hambre – Contestó mirando más tiendas.
-Esta bien... mejor vayamos a ver las tiendas y sí vemos algo interesante entramos
-Me parece perfecto
Caminaron mirando las tiendas, en su mayoría tiendas de ropa, las cuales estaban quitando toda la ropa en promoción de verano y comenzaban a poner prontamente la ropa de invierno. Algunos restaurantes, tiendas de articulo de leñador, incluso había una tienda acerca de pescadería, por lo que sabían también había un lago cercano al pueblo. No obstante, nada les llamaba la atención.
Continuaron caminando, perdiendo el tiempo tratando de ver que hacer, hasta que Hilda se detuvo en una tienda, Lincoln también lo hizo viendo que algo había captado la atención de la peli-azul.
-¿Encontraste algo interesante qué hacer? – Preguntó mirando la tienda.
-No, pero sí encontré algo que quiero comprar, préstame el billete – Pidió.
-Claro – Lo entregó sin problemas. Con eso Hilda entro dentro, Lincoln la siguió y al poco rato salieron con una bolsa.
-Bah, nos dieron el cambio en monedas, hubiera estado mejor un billete – Se quejo el albino.
-No te preocupes, ya veremos que nos alcanza con eso – Lo reconfortó Hilda, hasta que por fin vio algo interesante. – ¿Qué te parece eso? – Preguntó señalando el lugar. Lincoln miró donde señalaba.
-¿Un arcade? – Vio y se noto el interés. – Sí, me parece bien, vayamos – Con eso dicho fueron hasta el arcade.
No era un sitió muy grande, había maquinitas amontonadas entre sí, pero había juegos entretenidos. Lincoln fue hacía uno de peleas en dos plataformas. Hilda también pareció interesarse.
-¿Probamos este? – Preguntó.
-Sí, se ve divertido, y mira, aceptan monedas, que bien – Celebró la chica.
Introdujeron una moneda y el juego empezó, pidiendo otra moneda para desbloquear el segundo jugador, volvieron a introducir una moneda y comenzaron a jugar.
Al cabo de un rato, un entretenido Lincoln jugaba con tranquilidad, estaba entretenido pateándole el trasero a los matones que salían a intentar golpear a su personaje. Por otro lado, Hilda no parecía ser la mejor jugadora, pues no se sincronizaba del todo bien, junto con la mala suerte de que la mayoría de enemigos iban hacía ella.
-¡Este juego apesta! – Exclamó Hilda frustrada, ya la habían vencido cinco veces y se habían gastado el resto de monedas para revivirla, así que solo quedaba Lincoln.
-¿Seguro que no eres tú la que apesta? – Se burló Lincoln entre risas, el albino no tenía especial problema, ahora estaba contra el jefe final y lo estaba dominando muy bien.
Hilda solo aparto la mirada molesta, no podía negar esa declaración de Lincoln. – Por lo visto, tú sí que eres bueno jugando – Comentó mirando que Lincoln ya había derrotado al jefe final.
-Aparentemente sí, supongo que estas cosas no se me daban mal antes – Celebró con una sonrisa, pero cuando le dio la opción de continuar en el segundo nivel, le dio a cancelar. Hilda alzó una ceja.
-¿Seguro que no quieres continuar? A ti se te da bien el juego – Le preguntó.
-Nah, tú ya no puedes jugar y no le veo el chiste, es más divertido jugarlo juntos – Dijo con tranquilidad.
-Hey, eso es bastante lindo y cursi – Comentó Hilda con una risita, eso había mejorado su humor.
Lincoln solo se rasco ligeramente la mejilla, avergonzado.
-Supongo... como sea, ¿qué horas serán? – Se preguntó.
-No lo sé – Respondió buscando algún reloj, pero nada. Miro fuera del arcade y ahí vio una chica que parecía de su misma edad. – Ven vamos a preguntarle a esa chica – Dijo.
-Oye disculpa, ¿sabes qué hora es? – Preguntó Hilda a la chica. Ella era un poco más baja que Lincoln, cabello negro, largo, liso y algo desaliñado, vestida con una camisa verde con franjas color jade, una sudadera blanca abierta, falda morada, medias blancas, zapatos negros y llevaba lentes.
-Eh, ¿me hablas a mí? – Respondió la chica extrañada.
-Claro que te habló a ti – Le sonrió amablemente.
-Ah... ¡Oh! En ese caso son las... 2:30 – Les respondió ligeramente nerviosa.
-Muchas gracias, chica, bonita sudadera, por cierto – Agradeció la peli-azul y de paso elogiando su ropa. La chica se encogió ligeramente por el cumplido.
-No hay de que
-¿Tú crees que Stan ya haya terminado?
-Ni idea, pero ya vámonos. Gracias de nuevo, adiós – Se despidió Hilda marchándose junto a Lincoln.
-¿Stan? – Se preguntó Candy Chiu, solo conocía a un Stan en el pueblo.
Pronto otra chica se acercó a Candy, pelirroja, robusta y de piel clara, vestida con camisa rosada con el escrito de "Cool", shorts morados y zapatos rosados, llevaba su cabello amarrado en una cola de caballo. Lucía emocionada.
-¡Oye, viste el chico que se acercó a ti, es apuestísimo! ¿Qué te dijo? – Pregunto Grenda con una sonrisa. Eso saco de su trance a Candy la cual miro a su mejor amiga.
-Eh, la verdad no me fije bien en él, la que me pregunto la hora fue esa peli-azul – Aclaró.
-Uy amiga, lástima que fui a tirar mi basura, sino habría conseguido el número de ese chico, me encanta su cabello blanco – Comentó confianzuda.
Candy no respondió, solo se quedo pensativa.
De vuelta con Hilda y Lincoln, ellos encontraron a Stan justo en el camino y lo ayudaron a cargar la gran maleta llena de herramientas que llevaba consigo, ya estando en el auto, la subieron a la parte trasera, Lincoln se subió atrás junto a la maleta y Hilda fue adelante para así no estar aplastados.
-¿Qué tal les fue? ¿Se divirtieron? – Preguntó el anciano ya dentro del auto.
-Sí, Hilda compro algo y luego fuimos al arcade. Que, por cierto, descubrí que soy bueno jugando vídeo juegos – Dijo Lincoln alegremente.
-Ya veo
-¿Ya no nos queda nada por comprar? – Preguntó Hilda.
-Sí, ya regresamos a la cabaña, ya compramos todo lo que debíamos de comprar – Dijo y puso el coche en marcha de vuelta a la cabaña.
~0~0~0~
-Oye, Stan... ¿tú tienes hijos? – Preguntó Hilda súbitamente, tan repentina fue la pregunta de la niña que Lincoln se sobresalto y Stan la miro extrañada.
-¿A qué viene esa pregunta?
-Curiosidad – Stan entrecerró la mirada, claramente Hilda buscaba que le respondiera algo.
-No, nunca tuve hijos – Respondió finalmente, volviendo sus ojos al camino, ya estaba entrando al bosque.
-Ya veo... – La peli-azul calló, fueron unos minutos en un silencio incomodo.
-¿Entonces quiénes son los "gemelos Pines"? – Finalmente preguntó la chica, se había estado debatiendo sobre sí ser directa o más sutil, pronto se dio cuenta que las sutilezas no eran lo suyo.
Esta vez el anciano se sobresaltó, no esperaba esa pregunta tan directa, tan punzante, tan dolorosa.
-No son nadie – Respondió tajante, se notaba que esa pregunta le había afectado, Lincoln se palmeo la cara, Hilda decidió guardar silencio, todo indicaba que lo había arruinado.
Si los minutos anteriores habían sido incomodos, estos de ahora habían sido agobiantes, los niños sentían que en cualquier momento Stan se detendría y los dejaría en el bosque a su suerte.
Sin poder soportar más este silencio, Lincoln actuó.
-Oye... tenías razón, la gente del pueblo son muy raros – Empezó Lincoln con una sonrisa nerviosa, no obtuvo respuesta. – En el supermercado me tope una señora aterradora que me confundió con otra persona jejeje – Su risa resultaba demasiado forzada, no volvió a haber respuesta, esta vez los chicos sudaron frío por eso.
-Si hay algo más extraño que las criaturas que hay en Gravity Falls, son los propios habitantes de Gravity Falls – Menciono Stan rompiendo el silencio, eso era buena señal.
-Sí, también vi a un hombre que se llevo dos mermeladas con sabor a pino, ¿es muy popular aquí? – Volvió a preguntar esperando la respuesta del hombre.
-Ni idea, no me sorprendería que así fuese, yo solo compro mi mermelada de fresa y ya está, ni siquiera reviso sí hay de otro sabor – Respondió Stan.
-Entiendo...
-Saben, también me encontré una leche de sabor, edición sudor de celebridad, eso sí que es raro – Añadió Hilda.
-Eso seguramente sea alguna moda tonta de los jóvenes – Se rio ligeramente, la idea de un producto así le parecía tan ridícula y a la vez algo que él haría en algún punto de su vida.
-Muy loco, ¿no? – Comentó Lincoln.
-Sí... bastante loco, que normal es lo loco por aquí – Stan se rio, este pueblo a veces resultaba con un manicomio con algunas de las personas que habitaban Gravity Falls.
La situación había mejorado, ahora los chicos podían sentirse aliviados de que Stan no los regañase o no fuera agresivo.
Sin embargo, el gusto momentáneo duro poco cuando el coche se detuvo y la bolsa de aire salió golpeando a Stan en toda la cara.
-¡¿Qué diablos?! – Preguntó confundido por lo sucedido.
Bajándose del auto junto a los chicos que al igual que él, estaban confundidos por lo sucedido, abriendo el capó el humo no tardo en hacerse presente, tosiendo y agitando las manos, Stan a duras penas voy como el motor del auto se había calentado, aparentemente, el mismo auto necesitaba reparación urgente.
-Esto será un problema – Dijo el hombre mientras se rascaba la nuca.
-¿Vamos a tener que empujarlo hasta la cabaña? – Preguntó Hilda.
-Déjame revisarlo a ver si puedo arreglarlo – Comentó Stan, a lo que ambos chicos se alejaron un poco.
Stan saco una de las nuevas herramientas que había comprado, estuvo intentando arreglar el auto por veinte minutos, pero no lo consiguió, no tenía idea de porque el motor se había sobrecalentado y tampoco tenía agua como para enfriar el auto, miro a los chicos y se dio cuenta de que en todo este tiempo pudo haberlos enviado a que le trajeran una garrafa de agua, maldiciendo en sus interiores lanzó la llave al bosque para calmar un poco su enojo. Los problemas se acumulaban cada vez más.
Lincoln y Hilda iban a intentar calmarlo. Sin embargo, el fuerte quejido proveniente del bosque los alerto a los tres, ese quejido estaba lejos de ser el de un humano. Volteando lentamente a donde Stan lanzó la llave pudieron apreciar como de entre los árboles salía un ser antropomórfico de mínimo cuatro metros de altura, estaba hecho por completo de madera, llevaba una cara peculiar, con una boca ahuecada y unos brillantes ojos naranja, uno de ellos tenía incrustada la llave.
-Oh diablos – Dijeron los tres al unisonó cuando la criatura los miro, en especifico a Stan, lo observo por un minuto entero, entrecerrando su único ojo hasta que de la nada lo abrió de golpe, el potente chirrido de la madera desgarrándose sonó como un feroz y agresivo gruñido.
-Creo que deberíamos empezar a correr – Dijo Lincoln, sus acompañantes solo asintieron y sin decir nada los tres salieron corriendo hacia atrás.
La criatura rugió con fuerza empezó a perseguirlos, centrándose casi por completo en Stan.
-¡¿Y eso qué es?! – Preguntó Hilda acelerando el paso, esa cosa le sacaba mucha altura y se desplazaba entre los árboles con una habilidad impecable sin chocar con nada.
-¡Yo que sé! – Grito Lincoln asustado, evitando por poco ser pisado por el monstruo.
La mente de Stan iba a mil por hora, tratando de recordar a la criatura dentro de los diarios de su hermano, apretaba los dientes mientras evadía las grandes manos del monstruo.
-(¡Monstruo de madera, monstruo de madera, vamos Stanford, espero que hayas escrito algo útil!) – Trata de recordar todo lo que había leído dentro de los diarios, algo debía de haber sobre esa criatura. Algo sobre como evadirlo o vencerlo. Se agacho para evitar ser decapitado cuando el monstruo pego una patada baja que casi le vuela la cabeza.
-¡Stan, esa cosa se centra en ti! – Avisó Lincoln, las veces que esa criatura lo había intentado atacar no continuaba, su principal enfoque resultaba ser Stanley.
-¡Ya me di cuenta! – Exclamó con sarcasmo, evitando un golpe. Ya no estaba hecho para esta clase de cosas.
Hilda observo la situación, con rapidez analizo el entorno, había un camino que daba más profundo al bosque, pero esos espacios eran más cerrados, esa criatura evitaba en lo más posible no dañar o derribar otros árboles, tan solo se centraba en atacarlos físicamente.
-¡Stan, sígueme, llevémoslo a un sitio más cerrado! – Gritó Hilda, Stan la miró, era su única alternativa, no podía hacer nada, no recordaba nada acerca de ese monstruo, ahora sí que se estaba arrepintiendo de no haber leído por completo esos diarios.
Corriendo hacía donde Hilda se dirigía, noto como la fauna parecía más reluciente, grandes zetas brillantes, espacios más cerrados, donde los árboles estaban más juntos, casi entrelazados. Noto como la criatura procuraba no derribar ningún árbol, ahora entendía porque Hilda lo estaba llevando por ahí.
-Chica lista – La halago con una media sonrisa, eso era muy avispado de parte de la chica. La mano de aquel monstruo salió por delante de ellos, casi atrapándolos. En ese pequeño intervalo de tiempo, Stan pudo percatarse que el brazo de la criatura estaba con cortes muy similares a cicatrices, cortes.
No había que ser muy listo para darse cuenta, y la mente de Stan fue muy fácil de deducir, madera, cortes o cicatrices, en un pueblo de leñadores, claramente esa cosa tenía cosas en contra de los humanos. Cuando esta quito su brazo retomaron la corrida, si tenían suerte podían hacer que se atorara y tener el tiempo suficiente para perderlo.
En ese momento, Stan finalmente pudo identificarlo, su hermano nombraba a esa cosa como Steve, criatura ancestral y gigante, bla bla bla... eso no servía de mucho, necesitaba algo concreto para hacer contra él.
Arrugando la frente se concentró para recordar. Criatura ancestral que ha tenido problemas con los leñadores, es agresiva con los humanos y... ¡Ford termino de dejarlo en paz!
Recordaba que en el diario decía que luego de que se robara su auto y le arrojara un cuervo decidió dejar a Steve en paz. Apretó los puños, nada de eso le ayudaba en lo absoluto, lo que necesitaba era una forma de deshacerse de él, ¡no su maldito nombre!
Su frustración era notable, pero Hilda estaba demasiado concentrada en esquivar los agarres inesperados que Steve hacía de vez en cuando, el sudor cayendo de su frente, sintiendo el aliento ligero y las manos frías chocando a través de los arbustos que cruzo.
Lo que la chica no sabía era que del otro lado había una caldera, donde una pequeña criatura de sombrero rojo puntiagudo, barba castaña, semi desnudo con un montón de ardillas corriendo dentro. Por lo que, cuando Hilda cruzo dicho arbusto inevitablemente choco contra la caldera derribándola.
-¡Oye! – Gritó Jeff al momento de ser derribado y que todas las ardillas salieran huyendo. – ¡¿Quién te crees que eres para interrumpir mi baño con ardillas?!, eh... – La furia del pequeño gnomo se apago al instante en que miro a Hilda, su cabello azul turquesa cayéndole en la cara, su rostro sudoroso y su expresión de cansancio embelesaron al gnomo que se quedó petrificado.
-Mi reina...
-¡Rayos! – Se quejó Hilda, se había golpeado la rodilla, lo suficiente como para sentirla entumecida, levantándose lo más rápido que podía, Stan no tardo en saltar el arbusto como ella.
-¡¿Estas bien?! – Preguntó preocupado, pero antes de que respondiera, la mano de Steve salió de la nada y consiguió atrapar a Hilda.
-¡Suéltame! – Chilló la chica forcejeando contra el monstruo, pero resultaba inútil.
-¡Suéltala ahora mismo estúpido árbol! – Gritó Stan enfurecido.
-¡Mi reina! – Al igual que el anciano, Jeff saltó furioso y llevando sus dedos a los labios, chiflo, pero fue tan agudo que Stan ni se dio cuenta de su presencia. Steve mantenía su mirada completamente fija hacía la niña, analizándola.
En aquel instante de los alrededores salieron muchos gnomos, que a la señal de Jeff se juntaron y crearon un enorme gnomo gigante hecho de gnomos.
-¡Que me sueltes! ¿Eh? – Hilda se sorprendió cuando vio otro gigante hecho de muchas personitas pequeñas aparecer de la nada y golpear a Steve en toda la cara.
-¡Peleemos por nuestra próxima reina! – Gritó Jeff una vez armado el gran gnomo.
La reacción de Steve fue natural, soltó a la chica para cubrirse del siguiente golpe que el gran gnomo dirigía en su contra, gruñendo molesto y adolorido.
-¡AAAAHHHHHHH! – Hilda gritó al caer, Steve la había levantado mínimo tres metros sobre el suelo y ella no estaba en una buena posición para caer.
-¡Te tengo! – Inesperadamente Lincoln salió de la nada, justo a tiempo para atrapar a la chica, amortiguando el golpe.
Los dos niños rodaron, principalmente Lincoln siendo el que más daño termino recibiendo, ambos se quejaron por el dolor.
-Gracias, ¿por qué tardaste tanto? – Preguntó Hilda aliviada.
-No es mi culpa que me hayan dejado atrás – Respondió, por un momento los había perdido de vista, y le tomo algo de tiempo dar con ellos, justo a tiempo para poder atrapar a su amiga.
En ese momento Stan se acercó a ellos, levantándolos.
-No tengo idea de que fue todo eso, pero es un golpe de suerte, larguémonos ahora – Dijo y no tuvo que decirlo dos veces, cuando los tres regresaron por donde habían venido, dejando atrás a los dos gigantes luchando entre sí que ni se percataron de que los humanos se habían escabullido.
Ya estando de vuelta el coche fue que pudieron darse un respiro.
-Bueno... supongo que mi dosis de aventura fue cumplida por hoy – Comentó Hilda cansada, aun le dolía las extremidades por golpear contra la caldera, era el precio de no detenerse a ver con que chocabas mientras tu corres a todo lo que tus piernas te permiten.
-Lo mismo digo – Dijo Lincoln sentándose, sobándose los codos, se los había raspado.
-No se relajen ahora, esa cosa todavía podría volver y tenemos que llevar el auto de regreso a la cabaña – Los quejidos de los niños no se hicieron esperar. – ¡No se quejen y ayúdenme a empujar el auto! – Les tomaría alrededor de quince minutos sin descanso llegar a la cabaña del misterio y afortunadamente, ningún monstruo volvió a molestarlos.
~0~0~0~
Ya era de noche, y Stan se encontraba leyendo el diario tres, chasqueo la lengua cuando termino de leer toda la pagina que su hermano le dedico a Steve. Era como lo recordaba, no daba muchas cosas útiles a saber. Solo esperaba que cuando regresara dejara de obsesionarse con lo sobrenatural, un descanso no le vendría mal.
Arqueo la espalda sintiendo el punzante cansancio en su espalda baja, necesitaba acostarse, pero antes de eso, guardo el diario y se dirigió a la cocina, donde los chicos se encontraban cenando, tenían venditas y unos pocos curitas, no se habían lastimado mucho, incluso ahora lucían mejor, mucho mejor.
-¿Qué tal esta la comida? – Preguntó sentándose.
-Esta buena – Respondió Lincoln devorando su comida, le sorprendía demasiado lo mucho que comían esos dos, sabía que parte de un buen crecimiento era comer mucho, pero hasta cierto punto le resultaba extraño que esos dos comieran a ese nivel, esperaba que solo fuese por el cansancio de haber huido por sus vidas.
Hilda suspiro tras terminar de beber su vaso con leche, tronándose el cuello gimió de alivio antes de tomar un pan tostado y empezar a untarle mermelada.
-¿Vas a querer? – Le preguntó al albino que asintió, así que la chica tomo otro pan. Suponía que era su agradecimiento por haberla salvado de la caída. Se encogió de hombros.
Los chicos estaban demasiado centrados en su comida como para darse cuenta de que Stan lucía pensativo, recordaba lo que le habían preguntado.
-¿Entonces quiénes son los "gemelos Pines"?
Le resultaba muy incomodo recordarlo, una sensación desagradable lo recorría siempre que los recordaba, pero había acordado ser mejor, para eso, no podía estar mintiendo siempre o mucho menos evadiendo las cosas, sabía que eventualmente se iban a descubrir solo era cuestión de tiempo y prefería decírselos él mismo.
-Niños – Los llamó y ambos le prestaron atención. – Hilda, hace rato me preguntaste sobre los gemelos Pines, ¿no? – La chica asintió.
-Bueno pues ellos son... – Las palabras querían morir en su garganta, pero no podía permitírselo. – Ellos son mis sobrinos... y... ellos eran los niños que les conté, los que se lastimaron – Dijo finalmente, sintiéndose un poco más ligero de alguna forma.
-Me lo suponía – Menciono Hilda, a lo que Stan la miro extrañado. – Bueno, es que a lo largo del día hemos oído indirectas o cosas directas sobre ellos, solo que no estaba segura si en verdad eran ellos – Explicó, era normal, Stan no se sorprendía de que la gente de Gravity Falls los mencionara, era inevitable.
-¿Cómo se llaman? – Preguntó Lincoln.
-Dipper y Mabel... aunque bueno, Dipper era solo un ápodo, su nombre real era Manson – Respondió pronto sintió sus ojos humedeciéndose, se mordió la carne de su boca, lo suficiente para controlarse.
-Oh, Soos menciono a ese tal Dipper, así que era él, eh – Dijo Lincoln recordando su aventura con los hombres-lo que sea. Stan rodó los ojos, por supuesto, o Soos o Wendy también debieron haberlo mencionado sin querer.
-Supongo que, con esto, todo está aclarado – Concluyo Hilda, la chica lucía satisfecha. – Eso sí, admito que me resulto incomodo tener que aguantar las miradas de la gente de Gravity Falls, ahora creo que sé por qué – Agregó, Stan asintió amargamente.
-Sí... me lo imagino – Murmuro desanimado, antes no le interesaba tanto que la gente hablara a sus espaldas, ahora le dolía ser recordado como el inepto que casi mata a sus sobrinos.
Su tristeza era muy fácil de ver, cosa que puso incomodos a Lincoln y a Hilda, se miraron entre sí, sin saber muy bien que hacer.
-Yo... lo siento – Se disculpó Hilda cabizbaja. – Lamento haberlo presionado, debí haber sido un poco más empática, lo siento sí le hice recordar malos momentos, Sr. Pines – Hilda se sentía avergonzada, ahora podía ver la inmadurez de sus acciones, ni siquiera podía imaginar el dolor del hombre de recordar viejas heridas que tardaban demasiado en cicatrizar.
-No te preocupes, yo tengo que lidiar con mis errores hasta mis últimos días, así es la vida, lamento haberme puesto tan deprimente, ustedes todavía son jóvenes y tienen toda una vida por delante, y aunque no lo recuerden, estoy seguro de que ustedes la están disfrutando – Stan sonrió con melancolía, los niños hicieron lo mismo, Hilda al ver el rostro arrugado, triste y distante de Stan pudo sentir lo mismo que él, no podía entender eso, realmente no pudo entender, pero en esos instantes, sintió lo mismo que él, sin poderlo evitar las lágrimas bajaron de sus ojos.
-Hey, ¿estas bien? – Preguntó el hombre al ver a la niña llorar. Hilda no respondió, solo se levantó de su asiento y fue a abrazar al hombre. Stan se sorprendió. Una poderosa sensación cálida lo inundo, y sin poder controlar sus propias emociones, el hombre no aguanto más lágrimas, no tardo mucho en sentir otro peso encima, al mirar abajo, también pudo ver la cabellera blanca de Lincoln, esa sensación cálida pareció intensificarse.
Stan envolvió a los dos en un abrazo, no le importaba que su camisa estuviera mojada. Esa sensación que no sentía hace... tanto tiempo... era tan agradable... era tan mágica, esa era la mejor manera de describirla, magia.
-(Ya es momento de volver a trabajar en la maquina...) – Pensó determinado, era momento de terminar lo que había iniciado. Desde lo de Dipper y Mabel la reconstrucción se había pospuesto, eso hasta que Lincoln y Hilda aparecieron en su vida. – (Y me asegurare que estos dos estén sanos y salvo) – Miro con ternura a ambos chicos que no parecían querer soltarlo.
Al cabo de un rato, ya en su habitación, Hilda se limpiaba la nariz, sus ojos rojos por el momento de hace solo un rato, una parte de ella todavía podía sentir las emociones de Stan, aun persistentes en ella. Lincoln estaba ya acostado, mirando el techo, pensativo.
Hilda lo miro, sonrió suavemente, luego miro en la mesa que tenía frente, todavía estaba la bolsa con lo que había comprado, lo sacó de la bolsa y lo observo detenidamente.
-¿Por qué quisiste comprar eso? – Le pregunto Lincoln mirándola desde la cama.
-Yo... bueno, desde la primera aventura que tuvimos me dieron unas ganas grandes de dibujar esos hombres-lo que sea – Respondió con sinceridad.
-¿Compraste un diario para dibujar a los monstruos que vemos? – Preguntó el albino interesado.
-Sí – Se quedo en silencio un momento, mirando el diario. – Pero... ahora que hemos visto más cosas... en lugar de hacerlo con dibujos, lo podríamos hacer como... ¡una guía! – Declaró con una sonrisa.
-Una guía para sobrevivir a todas las criaturas de Gravity Falls, eh – Comentó el chico con interés, parándose de la cama y caminando hacía Hilda.
-Sí, así la gente sabrá que hacer cada que ve a una criatura... tú... ¿Quieres ayudarme a escribirlo? – Pidió mirando a los ojos al albino.
-¡Por supuesto que sí! – Le dio una gran sonrisa, y Hilda también sonrió. Con esto... podría ayudar a muchas personas... y a las mismas criaturas, recordaba bien las cicatrices de aquel monstruo, posiblemente eran por leñadores, si conseguía recaudar suficiente información no volvería a suceder algún incidente como el de los sobrinos de Stan, y con la ayuda de Lincoln estaba segura de que podría hacerlo.
Ambos miraron sonrientes el objeto, de cubierta blanca, gruesa y resistente, y lo que más destacaba... el símbolo de un triangulo con ojo como portada.
~0~
Listo papus, primera actualización del año. En primera, espero que todos ustedes hayan tenido felices fiestas y que este año puedan progresar y cumplir lo que se propongan.
Ahora, respecto al cap, fue uno sencillito e interesante, ahora el monstruo que salió se llama Steve, este en concreto si tuvo aparición en la serie original, pero solo se veía por unos instantes en el flashback de Stanford y se menciona brevemente en el diario 3, quien sabe, quizá tenga otra aparición más a delante.
Eso sería todo por mi parte, espero les haya gustado y lo siguiente que traeré será el albino callejero, y tengan por seguro que también saldrá otro cap del hilcoln para febrero.
Sin nada más que decir, se despide Dark-Mask-Uzuamki.
Bye~
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