Decisiones
-Entonces... ¿Quiénes somos nosotros? – Al terminar de escuchar esa pregunta, Stan supo de inmediato que la vida no dejaría de intentar darle una patada en las bolas.
-¿A... qué se refieren con eso? – Pregunto temeroso, esperando, rezando e implorando que no fuese lo que tenía en mente.
-Pues... eso, ¿Quién soy? ¿Quién es ella? Yo... no recuerdo nada – Dijo Lincoln señalando tanto a Hilda como a sí mismo.
-Yo estoy igual – Dijo Hilda.
Stan guardo silencio por unos momentos hasta que volvió a hablar.
-Seguramente sea que aun están adoloridos, ese golpe en sus cabezas parece haberles afectado – Dijo Stan, no intentando convencer a los niños de ello, sino más bien tratándose de convencer de que esa era la respuesta.
Los niños se miraron y no dijeron nada, ambos se llevaron una mano a la cabeza, sintiendo la tela de las vendas alrededor de su frente.
-A mi no me duele – Comento Hilda tranquilamente.
-A mi tampoco me duele – Añadió Lincoln.
-¿Qué? – Se dijo Stan muy extrañado, podía recordar la gravedad de las heridas de ambos cuando los encontró, y ahora con solo mirarlos parecía que las heridas que habían tenido entonces no fueran más que heridas superficiales.
-Sí, solo no me duele, yo me siento bien – Dijo Lincoln, notando que el pijama que llevaba puesta le quedaba un poco grande.
-Lo vez, a nosotros no nos duele nada, solamente no recordamos nada – Dijo Hilda mirando a Stan un tanto impaciente.
-¿En serio no recuerdan nada de nada? – Les pregunto el anciano, a lo que ambos asintieron.
-¿Ni siquiera sus nombres? – Ambos negaron.
-No... no lo recuerdo – Dijo Hilda arrugando el rostro.
-Por cierto... Señor Misterio, de casualidad sabe... ¿Cómo me llamo? – Pregunto el peliblanco.
Stan los miro a ambos, en su larga vida había desarrollado una gran intuición para con las mentiras, no por nada él era un gran mentiroso, pero al ver a los niños, vio que genuinamente decían la verdad. Incluso, aunque estuvieran mintiendo... ¿Qué les beneficiaría decirle todo esto?
Stan suspiro.
-Tú chico te llamas Lincoln y tú niña te llamas Hilda – Ambos lo miraron un tanto asombrados.
-¿Cómo sabes nuestros nombres? – Pregunto Hilda.
-¿Nos conocías o algo por el estilo? – Añadió otra pregunta, el albino.
-Eran los nombres que venían escritos en sus ropas cuando los encontré – Tuvo la suficiente confianza para acercarse a ambos.
-Verán, no, no los conozco, simplemente los encontré a las orillas de un lago hechos papilla – Les dijo Stan. Se quedaron callados procesando lo dicho.
-¿Y qué hacíamos en ese lago? – Pregunto Lincoln rascándose la cabeza. Stan levanto una ceja.
-Ojalá lo supiera, solo los encontré ahí, no tengo ni idea de cuanto tiempo estuvieron ahí, tampoco había nadie cerca más que yo – Explico Stan. Los niños volvieron a callar y se miraron.
-¿Y qué relación tengo con él/ella? – Dijeron ambos al unisonó.
-Yo que sé – Stan se froto la frente y luego los examino con cuidado a ambos. – Lo primero que pensé es que eran hermanos, pero son muy distintos el uno con el otro, así que no estoy seguro, quizá... eran amigos. Es lo que se me ocurre de momento – Nuevamente los niños se miraron, entrecerraron la mirada, analizando la cara del otro, tratando de recordar cualquier cosa, pero nada, todo estaba en blanco.
-No lo sé, no siento que tengamos algo que ver – Comento Hilda, por más que lo miraba, no le venía a la mente nada.
-Estoy de acuerdo con Hilda. No me suena nada – Lincoln se encontraba igual.
Stan chasqueo la lengua con molestia, la situación no parecía querer mejorar.
-Eso sí que será un problema, si en verdad no recuerdan nada, dudo que pueda contactar a sus padres, sí hay suerte y viven en alguna parte de Oregón podría buscar en la lista de desaparecidos del estado – Nuevamente, Stan esperaba poder tener un poco de suerte.
-Esta bien, ¿y nos quedaremos contigo hasta entonces? – Pregunto Hilda.
Stan guardo silencio.
-Eso... aun no lo decido – Hubo un incomodo silencio, Stan no se atrevió a mirar a ninguno de los dos niños.
Un gruñido fue el responsable de romper aquel incomodo silencio, gruñido que fue provocado por el estómago del albino.
-Uuughhh siento que me puedo comer un caballo – Lincoln carraspeo tomándose la panza, no se había percatado antes, pero sentía una gran hambre, luego de cualquiera que haya sido la situación en la que se metió en estos instantes su estomago le reclamaba por alimento.
Otro gruñido se escucho y esta vez fue vino del estómago de Hilda.
-Jejeje... – Rio avergonzada, al igual que su conocido albino, su cuerpo reclamaba por comida.
Stan maldijo interiormente, se le había escapado hacer el desayuno para los niños.
-Veo que sus panzas quieren comer, les preparare algo, esperen po... ¡Esperen! – Exclamo alarmado cuando vio a ambos niños levantarse de un brinco de la cama. Obviamente, eso asusto a los niños que se quedaron quietos.
-¿Qué pasa? – Se atrevió a preguntar Hilda.
-Ustedes... ustedes... están... de pie... – Dijo Stan extrañado y sorprendido.
-Errr... sí... ¿Por qué no estaríamos de pie? – Pregunto Lincoln confundido.
Ver eso en serio fue una sorpresa para Stan, a noche cuando los vio se veían mal, realmente mal, daba la impresión que estarían prostrados en cama por unas cuantas semanas por lo menos, pero ahora... se encontraban de pie, saltado como si nada. Como si las heridas que vio cuando los encontró sanaran.
-¿Se... sienten bien? ¿Les duele algo? – Miro atentamente a ambos.
Los niños se miraron y se examinaron.
-A mi no me duele nada, solo tengo hambre – Dijo Hilda dando unos pequeños saltos.
-Lo mismo, quizá solo tenga ganas de ir baño – Dijo Lincoln estirándose un poco.
La sorpresa no abandonaba su cuerpo. Stan se encontraba anonadado, ayer se estaba seguro que esos niños se encontraban graves, estaba seguro que tras que llegara el doctor y los revisara tendría que llamar a una ambulancia donde hospitalizarían a esos dos. No obstante, esos dos niños que tan magullados vio se encontraban como si nada, solo con hambre y ganas de ir a mear.
Stan se tallo los ojos. ¿Sus ojos lo habían engañado? ¿La vejez lo había golpeado nuevamente? ¿El cansancio quizás...?
Stanley no lo sabía lo que en realidad había pasado, tendría que esperar a que llegara el doctor para saber si su vista se había desgastado o algo por el estilo. Inclusive, podría aprovechar que el doctor vendría para pedirle un tratamiento para la vista.
Stan suspiro.
-Bien, pensaba que ustedes estaban más graves, pero aparentemente me equivoque, supongo que pueden esperar en la cocina o en la sala mientras hago el desayuno – Dijo Stan dando la media vuelta y caminando rumbo a la cocina.
Los niños se miraron.
-¡¿Entonces ya nos podemos quitar las vendas?! – Grito Lincoln que se sentía un poco pegajosas las vendas.
-¡No hasta que llegue el doctor! – Le grito de vuelta Stan desde el pasillo.
-Rayos – Dijo Lincoln antes de seguirlo.
Hilda se mantuvo ahí parada unos pocos segundos, regresando su mirada al lugar analizando un poco la habitación, luego se encogió de hombros y siguió a ambos hombres.
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-En verdad que tienen hambre... – Comento Stan viendo como prácticamente ambos niños devoraban los huevos y los wafles congelados que les había preparado.
-Oye, Señor Misterio, ¿Tienes más? – Pregunto Hilda antes de beber un poco de jugo. Lo que había comido estaba bien, pero aun sentía bastante hambre.
-¡Yo también quisiera más, por favor! – Dijo Lincoln dándole el último bocado a su wafle.
-Uy... creo que hay algo de cereal por ahí – Dijo mientras buscaba dicho alimento. En lo que buscaba por las repisas notaba las miradas impacientes de ambos niños en su espalda, ansiosos de más comida.
Stanley no estaba seguro sí pudieran comer tanto luego de haber dormido por quien sabe cuantas horas en ese lago con la ropa mojada y esas heridas. Pero desde el primer momento que hablo con esos dos, ya no estaba seguro de nada.
Que sí no tenían memoria, que sí se podía mover tranquilamente, que sí le iban a vaciar todo lo que tenía en el refrigerador y las repisas.
El anciano estaba demasiado inseguro, aunque no lo aparentara. Desde los el incidente con los gemelos, ya no sabía sí lo que hacía estaba bien o mal, en especial cuando se trataba de lidiar con niños. Y en su situación actual, cientos de dudas surcaban su mente.
-Lo encontré – Aviso y pudo escuchar claramente el jadeo impaciente de ambos por poner sus manos en el cereal. – Dejen busco la leche – Ahora pudo sentir la mirada decepcionada e impaciente.
Era raro, o al menos, Stanley lo creía así. Hace más de una semana que no se encontraba desayunando solo, desde que tenía que cocinar para otras personas y no solo para sí mismo.
-Aquí esta la leche, aunque tendrán que racionarla para que ambos tengas, solo le queda la mitad – Aviso dándoles por fin el cereal y la leche a los niños que en algún momento sacaron sus platos hondos en espera del cereal.
Impaciente, fue Lincoln el primero en tomar el cereal para frustración de Hilda, quien había estirado su mano para tomar el cereal. Lincoln sonrió jactándose de su primera victoria sirviéndose una porción bastante grande del cereal. En espera, Hilda tomo la leche y empezó a servirse en su plato. La peli-azul noto como el albino la miraba extrañeza.
-¿Qué? – Le pregunto mirándolo con el ceño ligeramente fruncido.
-Pusiste la leche primero antes que el cereal – Le dijo el albino.
-¿Y qué con eso? – Volvió a preguntar nuevamente.
-¿Quién sirve primero la leche antes que el cereal? – Dijo nuevamente el albino.
-¡Pues yo! – Exclamo quitándole el cereal de la mano al albino.
No se dijeron nada. Lincoln tomo la leche en silencio y se sirvió, hasta que noto que la leche que le había tocado era poca.
-Oye, casi te acabas la leche – Le recrimino Lincoln molesto.
-Es justo, tú casi te acabas el cereal – Respondió Hilda terminando de servirse lo poco que sobro del cereal.
Lincoln chasqueo la lengua. Debía de concederle la razón.
Esa pequeña disputa fue observada atentamente por Stan quien solo bebía de su café con tranquilidad.
-(Sí que son diferentes de Dipper y Mabel) – Pensó mientras los miraba comer con rapidez, tan rápido comían que parecía que ni lo saboreaban realmente y solo succionaban comida como si su estómago fuera infinito.
Súbitamente el timbre se escuchó alertando a Stan.
-Debe de ser el doctor – Comento dando otro sorbo a su café antes de levantarse mirando a los niños. – Apresúrense a terminar su desayuno, que el doctor los va a revisar y ya de ahí decidiré que hacer con ustedes – Con eso dicho, marcho a abrirle la puerta al doctor Giménez.
Los niños se miraron y acatando de inmediato devoraron lo que les quedaba en su plato en cuestión de segundos. Eso hasta que Lincoln tosió cuando un pequeño trozo de cereal se le fue chueco. Hilda le dio unas palmadas en la espalda.
-Gracias – Agradeció mientras se limpiaba con una servilleta.
-No hay de que, pero para la próxima vez no te acapares el cereal – Hilda comento con una pequeña risa dejando su tazón en el lavabo.
-Mientras me dejes algo de leche, está bien – Lincoln dijo mientras sorbía lo poco de jugo que todavía quedo. Y así, hizo lo mismo de dejar su tazón y su vaso.
-Aunque... aún tengo hambre – Menciono Lincoln.
-Yo también, pero creo que ya le vamos a vaciar de comida a Stan – Comento riendo levemente.
-Je, supongo que tienes razón – Lincoln también se unió a esas pequeñas risas.
-¡Niños vengan! – Escucharon el llamado de Stan desde la sala. Se miraron y fueron a la sala.
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El doctor Giménez era un hombre de estatura promedio, tez morena, calvo y con un bigote. Este no venía con su usual atuendo de doctor, iba vestido como civil con sus gafas, una camisa de cuadros, un pantalón marrón y unos zapatos blancos.
En esos mismos instantes, se encontraba usando el estetoscopio, escuchando atentamente los latidos del corazón de Hilda. Una vez termino, procedió a hacer lo mismo con Lincoln.
Stan solo observaba atentamente desde atrás. Llevaba unos cinco minutos revisando a los niños, no había hablado demasiado más allá de preguntarles a los niños las típicas preguntas de doctor a sus pacientes.
-Bien, te voy a quitar esto... – Le aviso a Lincoln quitándole las vendas de la cabeza. Lo primero que vio al quitarle las vendas fue una pequeña cicatriz, que no parecía ser una de nacimiento. El hombre puso su mano en la frente del albino midiendo su temperatura.
Asintió para sí mismo. – No hace falta que te vuelvas a poner la venda, de hecho, agradecería que te quitaras las otras vendas que tienes puestas aún – Le pidió al albino que solo asintió. Procedió a hacer lo mismo esta vez con Hilda.
Al igual que Lincoln tenía una pequeña cicatriz en la frente, puso su mano en su frente y checo su temperatura. – Por favor haz lo mismo que... bueno... el chico a tu lado – El hombre no supo ni como catalogar la relación de ambos, nadie de los presentes lo sabía en realidad.
-Ya está – Aviso Lincoln cuando se quito el resto de vendas, curiosamente estaba lleno de cicatrices muy parecidas a las que tenía en la frente. No obstante, aun tenía una cicatriz que lucía fresca y con un poco de sangre, esta se encontraba ubicada justo en costado izquierdo de su abdomen.
Poniéndose unos guantes desechables, toco con cuidado la dicha cicatriz. – ¿Te duele? – Le pregunto, mirando que el albino no reaccionaba cuando tocaba la cicatriz.
-No, no me duele – Aviso. El hombre busco en su bolso médico y saco un martillito de madera. Golpeo suavemente la rodilla de Lincoln haciéndola reaccionar. El albino pensó que solo iba a ser ese golpe, pero para su sorpresa el hombre le pego levemente en la frente. – ¡Oiga eso dolió! – Le reclamo sobándose la frente.
-Que te duela es bueno, ya empezaba a preocuparme que tú sistema nervioso se hubiera dañado de alguna manera – Deja al albino y procedió a hacer exactamente lo mismo que con Hilda consiguiendo los mismos resultados.
-Creo que ese último golpe sobraba – Comento Hilda por lo bajo, ya que a diferencia de Lincoln a ella le dieron dos golpes en la frente.
-Luego de lo que pasaron esto es un juego de niños – Comento tranquilamente el doctor revisando el torso de Hilda. Lincoln volteó a otro lado evitando mirar a la chica de su misma edad.
Estaba más o menos igual que Lincoln, tenía el cuerpo repleto de cicatrices y al igual que su compañero, había una cicatriz que aun era más reciente a diferencia del albino que lo tenía al costado del abdomen, Hilda lo tenía justo en la parte posterior de su hombro derecho.
-Bien, ya ponte de nuevo el suéter – Le dijo a Hilda quien obedeció de inmediato.
-¿Y bien, Doctor? – Pregunto Stan quien había permanecido en silencio sin interrumpir al hombre.
-Sí, bueno, este es un caso bastante... extraño – Dijo mientras guardaba sus cosas en su bolso. – Verás, como me mencionaste cuando llegue, no sabías si las heridas de los niños eran graves o no, lo que te puedo confirmar es que las heridas sí que ocurrieron, la prueba de eso son las cicatrices que mantienen. Sin embargo, es muy extraño que casi todas hayan cicatrizado por completo. Es muy anormal eso, así que necesito detalles de lo que sucedió – Explico el hombre.
-Es lo que te dije, los encontré en las orillas del Lago Sparks sin nadie a su alrededor, era medianoche, así que no tengo ni la más mínima idea de cuanto tiempo pudieron estar ahí varados. Solamente los encontré – El doctor levanto una ceja.
-Voy a ahorrarme las preguntas de porque te encontrabas en un lago público a media noche – Stan agradeció eso internamente. – También me comentaste que tienen una amnesia severa, ¿no es así? – Stan asintió.
-Eso será un problema
-No hace falta que me lo digas – Stan suspiro cansado. Giménez lo observo y se acercó de nueva cuenta a los niños.
-Niños, no recuerdan nada de lo que les sucedió, ¿no es así? – Les pregunto.
-Nada de nada – Dijo Hilda.
-Totalmente en blanco – Dijo Lincoln.
-El señor Pines también me dijo que no recordaban ni su propio nombre – Los niños asintieron.
-Entiendo...
-¿Qué podría hacer, Doc? – Le pregunto Stan.
-Para determinar con exactitud este tipo de amnesia tendrían que ir al hospital, tengo un compañero especializado en personas con amnesia, pero lo que puedo decirle sin ser un experto es que todo índica a que es algo grave – Escuchar eso era precisamente lo que Stan temía.
-¿Podrán recuperarse?
-De sus heridas están casi curados, en cuestión a su amnesia es algo difícil de determinar, pero no es imposible, les será complicado, pero pueden lograrlo – Eso calmo un poco a Stan, pero vio como el Doctor se acercaba. – Ahora me gustaría hablar con usted más en privado – Stan asintió y se fueron al pasillo.
Lincoln y Hilda solamente se miraron.
-Señor Pines... ¿Qué es lo que hará con los niños?, aunque ellos no lo recuerden aún deben de tener familia en algún lugar – Comento el Doctor.
-Sí, lo sé, estaba esperando a que llegaras y los atendieras para saber que podía hacer – Stan se rasco la barbilla.
-En cuestiones físicas no te deberías preocupar de ellos, están casi totalmente recuperados, claro esta sí no se vuelven a lastimar. La cuestión sería únicamente su amnesia y cuanto podrían durar con ella – Stan asintió.
-Sí, sí, sí, lo que me imaginaba... maldición esto no podría complicarse más – El estrés era fácilmente perceptible en la expresión de Stan.
El Doctor puso su mano en su hombro.
-Tranquilo, sé que pueden salir de esta, el compañero que te mencione es bastante bueno y es un buen amigo mío, sé que tratara de hacer lo posible para hacer que esos dos recuperen su memoria. La cosa es... – Se detuvo cuando Stan lo interrumpió.
-En donde van a vivir mientras pasa todo eso – Stan asintió. – No tengo muchas opciones, en Gravity Falls no hay orfanatos y los servicios infantiles de aquí...
-Te lo adelanto, son bastante ineficaces – Se adelanto a decir el doctor. – La otra opción viable es que se queden contigo – Stan se acarició la muñeca.
-Yo... no sé si pueda... yo – Stan no se sentía preparado, toda esta situación lo había tenido excesivamente estresado, hacía muchas décadas que no se había sentido así de mal e inseguro, pero viendo las dos únicas opciones que había, era bastante obvió lo que debía escoger, pero Stanley no se sentía apto para hacerlo.
-Entonces... ¿Qué harás con Lincoln y Hilda? – Comento el doctor mirando fijamente en Stan quien se mantuvo en silencio meditando.
Mientras tanto con los niños...
-Oye... ¿Qué piensas de todo esto? – Le pregunto Lincoln a Hilda.
-No lo sé... francamente no lo sé – Respondió Hilda con honestidad.
Hubo un pequeño silencio entre ambos hasta que Hilda volvió a hablar.
-¿Y tú? ¿Tienes algo en mente? – Pregunto mirando al albino.
-Tampoco... por eso te pregunte – Respondió abrazando sus rodillas. – Yo... creo que me siento un poco mal de no saber quien soy, donde esta mi familia o qué me sucedió – Dio un suspiro.
-No eres el único que se siente así... realmente apesta que incluso no recordáramos nuestros nombres, de no ser por Stan seguiríamos siendo desconocidos – Hilda miro al techo.
-Por cierto, nunca nos presentamos realmente, me llamo Lincoln... o eso creo... espero que así me llame – Dijo Lincoln extendiendo su mano a Hilda dándole una pequeña sonrisa. Esta lo miro ligeramente sorprendida y correspondió el gesto.
-Yo me llamo Hilda o eso creo también, en fin, un gusto conocerte – Se sonrieron y rompieron el apretón.
-Ahora ya no somos desconocidos el uno del otro – Ambos rieron ligeramente. Hubo un pequeño silencio entre ambos hasta que Lincoln volvió a hablar. – Oye... creo que vi una caja de galletas en la repisa de la cocina, ¿crees que Stan nos dejé comerlas? – Comento recordando esa caja de ricas galletas de chocolate.
-Espero que sí, aun estoy muy hambrienta. Por cierto, también vi en el refrigerador un burrito congelado, ¿Qué dices? Tú una mitad y yo la otra – Ofreció Hilda.
-Por mi perfecto – Lincoln levanto su mano para chocar los cinco, Hilda se le quedo mirando un rato.
-¿Qué haces? – Le pregunto extrañada.
-Levanto la mano para chocar los cinco – Respondió Lincoln confundido.
-¿Nunca has chocado los cinco? – Hilda negó.
-Bueno... realmente no lo sé, no lo recuerdo, tengo amnesia genio
-Ehhh... bueno... si lo pones así, yo tampoco recuerdo chocar los cinco, solo... no sé... es que... surgió de la nada el impulso de chocar las cinco – Respondió Lincoln un tanto avergonzado, pues ciertamente no podía recordar nada, solo sintió el impulso de hacerlo.
Hilda lo miro por unos segundos.
-Pues que nuestro primer recuerdo de chocar los cinco sea ahora. Hasta que recordemos todo, ¿te parece? – Levanto la mano.
Lincoln la miro y sonrió.
-¡Me parece genial! – Y así choco su mano con la de Hilda. Ambos con unas lindas sonrisas en sus rostros.
-¡Ajem! – Voltearon para ver a Stan quien los veía sin ninguna expresión. – Veo que socializan entre sí, eso es bueno – Dijo tranquilamente.
-¿Ya se fue el doctor? – Pregunto Hilda.
-Aun sigo aquí – Dijo el doctor asomando la cabeza. – No me podía ir sin darles esto – Se acerco a ambos niños con dos paletas en la mano. Dándole una a cada uno.
-Gracias – Mencionaron ambos, antes de abrir las paletas y llevarlas a su boca. El gusto les duraría poco cuando arrugaron sus caras por el sabor de las paletas.
-¿Qué? ¿No les gusta el sabor pino? ¡Si es original de Gravity Falls! A mí me encantan – Dijo el hombre sacando otra paleta, abriéndola y llevándosela a la boca, saboreándola con mucho placer.
Los niños miraron sus paletas, en verdad sabían fatal, pero ninguno quiso ser un malagradecido así que en lugar de pedir otra se llevaron a la boca su paleta. Arrugando aun más la cara por el sabor.
-Bah, ya aprenderán a deleitarse con el sabor pino – Miro a Stan. – En fin, yo me retiro, señor Pines. Tengo que ir a jugar un poco de mini-golf con mis colegas, procuré seguir las instrucciones que le di – Dijo mientras se dirigía a la puerta.
-Muchas gracias Doctor, en serio se lo agradezco – Dijo Stan. Desde que paso lo de Dipper y Mabel, ese hombre había sido muy amable con él y Stan en verdad agradecía mucho esa amabilidad.
-No se preocupe, Stan, sé que las cosas saldrán bien.
-Eso espero...
-No hay que ser pesimista, esos niños son fuertes, no por nada sobrevivieron a lo que sobrevivieron y usted podrá con ello – Con eso dicho el hombre se marcho hacía su auto. Stan lo vio prender el carro y marcharse, así que cerró la puerta.
-"Usted podrá con ello", eh. Me tienes más confianza de la que deberías – Stan regreso con los niños tratando de calmar su cabeza de todos esos pensamientos basura.
-¿Entonces qué ocurrirá con nosotros? – Pregunto Lincoln mirando al anciano.
-Se quedarán conmigo, el doctor me dio el número de su compañero experto en amnesia, así que cuando hable con él, veremos un horario en el cuál puedan ir con él para les de tratamientos, actividades y todas esas cosas para que puedan recuperar sus memorias. Hasta entonces me ayudarán con la caballa del misterio, podrán ser chicos con amnesia, pero no quiero a vagos viviendo bajo mi techo. ¿Entendido? – Pregunto a los niños, mirándolos con firmeza.
-¡Señor, sí, señor! – Exclamaron ambos cual soldados.
Stan asintió.
-Bien, por lo mientras vayan a bañarse, que apestan mucho a sudor. Ya les daré algo para que se pongan. – Dijo antes de regresar a la cocina por su café.
-¡Pido bañarme primero! – Dijo Hilda saliendo disparada al baño.
-¡H-Hey! ¡Yo también me quiero bañar! – El albino salió tras la peli-azul, quien claramente, tomo mucha ventaja.
-Maldición, olvide que Soos y Wendy vienen hoy – Recordó Stan mientras se comía lo que quedaba de galletas acompañado de su café mientras esperaba a que se descongelara su burrito en el microondas.
Estuvo callado unos momentos hasta que el foco de su cabeza se encendió.
-Creo que tengo una idea...
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Wendy no se encontraba del mejor humor posible. Había tenido que rechazar nuevamente a Robbie de camino al trabajo, su hermano había roto su camisa favorita y para rematar se almuerzo se hecho a perder por culpa de una maldita ardilla.
La pelirroja venía con un marcado ceño fruncido y expresión de enojo bastante palpables, literalmente había asustado a tres personas por la calle nada más con su expresión.
Eso no era propio de Wendy Corduroy, una chica bastante alegra, divertida y cool. Pero desde el incidente de Dipper y Mabel no se había sentido nada bien. Ella no había tenido culpa alguna de lo que les sucedió, pero no podía evitar sentir mucho remordimiento por ello.
En verdad se encariño con esos dos mocosos de doce años, pero tras lo ocurrido, tuvo el suficiente valor de verlos en el hospital. Desde que vio a esos dos niños tan animados, alegres, raros, pero extrañamente geniales de esa manera había perturbado bastante a Wendy. Tanto como para no dejarla dormir tranquila por las noches.
Cuando vio a esos dos, se dio cuenta de lo frágiles que eran las personas, con las aventuras que había tenido con Dipper, Mabel y su grupo de amigos, genuinamente se sintió imparable e indestructible. Ver a los gemelos de esa manera le hizo ver la realidad y lo frágil que era la vida.
Desde entonces le costaba mucho poder ir a divertirse con sus amigos, cada que lo intentaba su mente volvía a ver a los gemelos, en esos momentos no pudo ser más que una aguafiestas con sus amigos, ella misma lo sabía y lo admitía, no actuó muy bien con ellos la última vez que los vio y sabía que la culpa de eso era suya y solo suya, pero era algo que no podía olvidar o dejar de lado tan fácilmente. Ese creciente miedo de lo que podría suceder en Gravity Falls era algo que la atormentaba.
En especial cuando tenía que ir a su trabajo. Ella nunca culpo a Stan por lo que le sucedió a los gemelos, claramente, él fue el más afectado de todos los que conocían a los gemelos, pero no podía evitar sentirse incomoda estando ahí.
El lugar donde antes iba a aburrirse o a perder el tiempo con los gemelos y Soos se convirtió en un lugar que le generaba una ansiedad constante. Su expresión se apaciguo mientras pensaba en ello.
-(Quizá... debería de renunciar... podría conseguir un empleo en otro lugar...) – Pensó totalmente envuelta en sus pensamientos. No se fijó que una camioneta conocida paso a su lado.
-¡Hola Wendy! – Saludo Soos deteniéndose al lado de la muchacha. Esta solo salto por el susto.
-¡Soos, no me asustes así! – Dijo la pelirroja tomándose el pecho.
-Perdón, perdón, no fue mi intención, solo te vi a lo lejos y pensé que ya que ambos vamos al trabajo te podía llevar también – Explico el hombre con una sonrisa nerviosa.
Wendy suspiro, sabía que Soos no hacía las cosas con una mala intención, él no era un mal tipo.
-Lo siento, hombre. Yo venía muy metida en mis asuntos que ni te note – Se subió al coche. – Y sí, agradecería que me llevaras, hoy no tengo muchos ánimos de caminar – Le mostro una leve sonrisa que animo un poco a Soos.
-Bien pues vámonos en marcha, que el señor Pines me llamo y me pidió que fuera a la tienda para que le trajera unas cosas – Comento señalando la gran bolsa que Wendy tenía en sus pies.
-Ya veo – Eso no era muy propio de Stan, pero tampoco era tan raro, Wendy echo un vistazo a lo que había dentro.
Eran principalmente comida, mucha fruta y verdura y nueces, junto con bastante pescado. No había mucho más que un poco de comida enlatada. Wendy levanto las cejas, sorprendida.
-Desde cuándo Stan cuida de su salud como para comprar todo esto – Comento mirando a Soos.
-No lo sé, el Señor Pines solo me llamo y me dijo que lo fuera a comprar con mi dinero, que él me dijo que me lo repondría cuando llegara – Explico Soos.
-Eso tampoco es muy propio de Stan, eh – Wendy sabía que su jefe había cambiado desde lo que ocurrió con los gemelos, pero no esperaba nada de esto. Es decir, El viejo y tacaño Stanford Pines comprando comida saludable y reembolsando dinero, a Wendy no le extrañaría luego de todos estos eventos que empezara a llover hamburguesas.
-Quizá no sea algo común del Señor Pines, pero esto le podría hacer bien, luego de lo de Dipper y Mabel no lo he visto muy bien, y sí esto lo alegra, yo estoy alegre por él – Esa respuesta dejo pensativa a Wendy.
Era un hecho que Stan había cambiado, y todo esto lo confirmaba, pero igualmente, algo hacía sentir a Wendy muy incómoda, y desafortunadamente, se había dado cuenta de la razón de su incomodidad. La mención de esos dos niños. Era solo mencionarlos y de nuevo, las imágenes de ese día aparecían en su mente.
-Oye Soos... tú... ¿Alguna vez pensaste en renunciar? – Pregunto Wendy al hombre que se quedó callado un tanto sorprendido.
-¿Y esa pregunta a qué viene? – Dijo mirando a Wendy quien desvió la mirada.
-¡Tú solo responde la pregunta! – Soos guardo silencio.
-Bueno... es un poco complicado, pero... sí, lo he pensé – Ante esa respuesta Wendy miro a Soos sorprendida.
-¡¿En serio?! – Ella se sorprendió, sinceramente, pensaba que él respondería que no.
-Jejeje sí, lo sé, hasta yo me sorprendí cuando lo pensé – Detuvo el auto cuando vio el semáforo en rojo. – Fue poco después de lo de los gemelos – Eso hizo que Wendy se tensara.
-¿Qué... fue lo que pensaste? – Se atrevió a preguntar.
-Yo me sentía mal, ya que... bueno, a diferencia de ti, yo sí tuve culpa para lo que ocurrió con los gemelos, si hubiera encontrado la situación correcta en el manual quizá hubiera podido evitar lo que les sucedió a Dipper y Mabel. Pero... cuando me ofrecí a ir con el Señor Pines el día que le dieron el diagnostico de los gemelos, yo lo acompañe en esos momentos y fue poco después que le marco a los padres de Dipper y Mabel de lo que ocurrió. Yo lo espié y supe lo mal que en verdad lo había pasado, tanto como para recibir la noticia de los gemelos como diciéndoselos a sus padres... me sentí muy horrible en ese momento y cuando termino de hablar por teléfono le confesé que yo pude haber hecho algo para salvar a Dipper y Mabel, pero no pude reaccionar como se debía – Confeso. – En ese momento estaba seguro que me golpearía, pero en lugar de eso solo me calmo y me dijo que yo no tenía la culpa, que toda la culpa era solo suya. Y... cuando vi su rostro... supe que debía apoyarlo, no era justo para él simplemente dejarlo solo cuando le estaban lloviendo piedras una tras de otra, más cuando él ha hecho mucho por mí, más de lo que siento que podría pagarle – Tras lo dicho por Soos, Wendy, realmente se impresiono.
-En serio eres un gran tipo, amigo – Wendy le dio unas palmadas en el hombro, conmovida por lo contado, Soos también le agradeció, pero nuevamente, sintió esa incomodidad carcomiéndole.
-¿Pero... tú no te sientes incomodo estando en la caballa? – Le volvió a preguntar.
-Claro que sí, no puedo olvidar a Dipper y a Mabel de un día para otro, pero tengo que ser fuerte, así, aunque sea, podré alivianar un poco la carga del Señor Pines – Dijo acelerando cuando el semáforo se puso en verde.
Esa respuesta hizo ver a Wendy, lo realmente fuerte que era Soos.
-Supongo que sí me preguntas esto, es porque tú también lo estás pensando, ¿no?
-Seh... lo he tenido mucho en la cabeza últimamente – Soos se había abierto con ella, y Wendy consideraba a Soos un buen amigo, así que haría lo mismo. – Yo me siento muy incomoda de solo pensar en esos dos, y en lo que les paso, sé que... yo no tuve la culpa de lo ocurrido, pero luego de verlos en el hospital no he podido sacarme de la cabeza eso... yo... tengo un miedo constante y no me siento segura, no importa donde este – Debía de admitir que se sentía bien poder hablar de esto con alguien de confianza.
-Sí tu quieres renunciar hazlo – Wendy lo miro sorprendida.
-¿En serio? – Pregunto incrédula.
-Sí, yo tengo un motivo para quedarme, pero sí tú no lo tienes, eres libre de renunciar, ni yo, ni el señor Pines te vamos a jugar por eso – Esa respuesta, genuinamente calmo a Wendy.
-Gracias amigo, yo... aun no estoy seguro sí voy a renunciar o no, pero, aun así, te lo agradezco mucho – Agradeció Wendy.
-No hace falta hacerlo, para eso están los amigos – Eso hizo sonreír a Wendy. Le alegraba mucho poder contar con la amistad de Soos.
El resto del camino fueron en un cómodo silencio hasta llegar a la cabaña del misterio, donde cierto viejo Pines los esperaba.
-¡Hola, Señor Pines! – Saludo Soos al hombre.
-Hola jefe – Del mismo modo Wendy saludo al hombre con mejores ánimos.
-Ya están aquí... bien – El hombre ya se encontraba en su habitual traje negro. Esperando desde su silla afuera de la cabaña a que sus empleados llegaran.
-Señor Pines, le traje lo que me pidió, ¿Dónde se lo dejo? – Pregunto Soos cargando la gran bolsa.
-Yo voy yendo a la caja, no tardaran en venir los clientes – Dijo Wendy, cosa que realmente jamás en su vida espero decir nunca.
-Sobre eso... hay algo que quiero hablar con ambos. De momento, Soos, mete eso dentro y ya te diré donde lo dejaras – Ante esa respuesta, ambos empleados se miraron extrañados y siguieron al hombre dentro de la recepción.
-Deja la bolsa ahí y siéntense, que lo que les voy a contar es largo – Dijo señalado al banco que tenía al lado de su silla.
-¿Qué hay de los clientes, Sr. Pines? – Pregunto Soos sentándose en el banco.
-No te preocupes por eso, hay algo más importante que debo de contarles.
Y así, Stanley les explico todo lo que había sucedido. Desde su pequeña excursión al lago Sparks, cuando encontró a dos niños en la orilla del lago, los trajo al pueblo, despertaron con amnesia y con una recuperación extrañamente efectiva. El único detalle que se guardo fue cuando ese guardabosques lo encontró.
-Wow... tuvo una gran aventura fuera, eh – Fue lo único que Wendy pudo comentar. A decir verdad, cuando menciono a dos niños las cosas se sintieron incomodas, pero cuando menciono el detalle de la amnesia intuyo a donde iba la cosa.
-Ellos se van a quedar conmigo mientras recuperan su memoria, pero... tras lo de Dipper y Mabel... ¡agh! ¡Esto de ser sincero con otras personas es más complicado de lo que pensé! – Maldijo en voz alta, pero suspiro y continuo. – Yo... no me siento capaz de poder manejarlo todo yo solo y es por eso que les pido su ayuda. Sé lo cercanos que eran con Dipper y Mabel y sé que también son conscientes de los peligros del pueblo, simplemente, no quiero que paso algo como lo que ocurrió con los gemelos. No necesito que se queden a vivir aquí, pero necesito que sean como los guardaespaldas de esos dos. Sé que lo que les pido es cosa seria, por eso también estoy dispuesto a aumentarles el sueldo, pero... en serio necesito su ayuda – Termino de decir el anciano.
-¡Cuente conmigo Sr. Pines! – Soos no dudo en decidir su respuesta. – Estoy dispuesto a ayudarlo, y no quiero que vuelva a suceder lo que paso con Dipper y Mabel... no en mi guardia – Dijo un decidido Soos, esta vez no pretendía hacer las cosas bien. No decepcionaría al Sr. Pines, no esta vez.
-Wow... Soos... – Stan sonrió. – Te lo agradezco mucho, muchacho...
Esas palabras sin duda emocionaron bastante a Soos quien tuvo que aguantarse las lágrimas.
-¿Qué hay de ti, Wendy? – Dijo Stan mirando a la pelirroja.
Cuando la atención se centro en ella tuvo un nudo en la garganta. No sabía que responder. Miro a Soos y él la miro con calma. Esa mirada le decía: No pasa nada sí dices que no.
Luego miro a Stan no pudo encontrar ninguna emoción en sus ojos, él solo la observaba detenidamente.
-Yo... no... – Sí quería renunciar y ahorrarse de todos los futuros problemas era ahora el momento.
En ese momento estaba seguro que me golpearía, pero en lugar de eso solo me calmo y me dijo que yo no tenía la culpa, que toda la culpa era solo suya. Y... cuando vi su rostro... supe que debía apoyarlo, no era justo para él simplemente dejarlo solo cuando le estaban lloviendo piedras una tras de otra, más cuando él ha hecho mucho por mí, más de lo que siento que podría pagarle.
En ese momento, las palabras de Soos volvieron a su mente. Cerro los ojos con fuerza, debatiendo con intensidad contra sí misma. Recordó todo lo sucedido, y volvió a recordarse a sí misma, antes del incidente de los gemelos. Fue en ese instante que cayo en cuenta en una cosa...
Ella no era una chica que se desmoronaba tan fácilmente, recordaba las miradas de admiración que Dipper y Mabel le daban, esas miradas que decían lo cool y genial que era, eso era algo, que Wendy siempre le gusto, no él que la vieran con lo mejor de lo mejor, sino, que la vieran como alguien digna de recibir esas miradas y elogios. Alguien fuerte que no se desmoronaría con facilidad, una chica dura. Eso era... ella debía de ser fuerte... tanto por la memoria de Dipper y Mabel, como para esos dos niños con amnesia.
-Yo... también les ayudare – Dijo mirando ferozmente a Stan.
Eso sorprendió a ambos hombres, en especial a Stan, quien estaba muy dudoso de contar con la ayuda de Wendy. El Pines sonrió.
-Gracias por ayudar a este viejo, chicos – Eso los hizo sonreír a ambos. – Por que los iba a despedir si no aceptaban – Eso casi hace que Wendy se golpeara en la frente.
Pese a todo, el viejo Stan no desaparecería.
-De acuerdo, es hora de que conozcan a los dos niños, solo... no los vayan a asustar – Dijo antes de entrar dentro de la cabaña.
Wendy y Soos se miraron, tragaron saliva, y entraron (Soos cargando de nuevo la bolsa con las cosas que compro).
Ya estando dentro, Stan le pidió a Soos que dejara la bolsa en la cocina y volviera. El hombre de veinte cuatro años. Cuando regreso, Stan los miro.
-Los voy a llamar – Con eso dicho dio unos pasos más y grito. – ¡Niños bajen! – Wendy hubiera esperado algo menos ruidoso.
Pronto se escucharon los pasos de dichos niños bajando las escaleras, pasando por el pasillo y finalmente, estando frente a ellos.
Hilda vestía una camisa azul oscuro con un símbolo de interrogación, unos shorts color arena y unas botas de invierno. De sus brazos y piernas expuesta se podían apreciar las varias cicatrices, así como su pequeña cicatriz en la frente y en su cachete izquierdo.
Lincoln vestía de manera similar con una camisa amarilla con un símbolo de interrogación, un pantalón azul claro y botas de invierno. Y de la misma manera que con Hilda, se podía apreciar con claridad las cicatrices de sus brazos y frente, junto con una cicatriz pequeña en su barbilla del costado derecho.
Ambos aun tenían el cabello mojado.
-Niños, ellos son Wendy y Soos, son mis empleados en la cabaña del misterio, saluden
-Hola, soy Lincoln, un gusto conocerlos – Saludo Lincoln con una sonrisa amable en su rostro.
-Yo soy Hilda, también es un gusto – Saludo Hilda también mostrando una sonrisa amigable.
-El gusto es nuestro, chicos – Dijo Wendy encontrando adorable a ambos, quitando esas feas cicatrices eran realmente lindos, aunque le causaba curiosidad saber si ese color de cabello en ambos era natural o teñido.
-¡Sí! Es un gusto conocerlos – Exclamo Soos animado dándole un abrazo inesperado a ambos, sorprendiendo a ambos niños. – Daré mi vida por ustedes – Murmuro Soos para sí mismo con una expresión seria, pero siendo escuchado por todos sin querer. Soltó a los niños y regreso su expresión amigable. – ¡Chicos, choquen los cinco! – Les extendió ambas palmas a los dos esperando que le devolvieran el gesto.
Los niños se miraron y se encogieron de hombros chocando los cinco con Soos animadamente.
-Bien, ellos ayudaran en la cabaña del misterio mientras estén aquí, así que pónganles a trabajar en algo, yo voy a ordenar las cosas que trajiste, Soos y de paso, te pago lo que te debo – Aviso, el viejo Pines.
-No hace falta hacer eso Sr. Pines, es cortesía mía para usted y para estos niños – Afirmo revolviendo el cabello mojado de ambos niños.
-Bueno, no me voy a quejar – Stan tampoco le discutiría eso, él había sido amable con aquello de pagarle a Soos, cosa muy extraña en Stanley Pines. Sin embargo, esas oportunidades no se dan dos veces así que mejor aprovecharla.
-(Espero... haber escogido bien) – Pensó Wendy mientras miraba a esos dos niños. De verdad esperaba haber elegido correctamente.
~0~0~0~
Ya era de noche y Stan se encontraba arreglando la maquina de su hermano. El sonido de las computadoras de su hermano trabajando a toda su capacidad, el sonido metálico de la maquina en funcionamiento. Stan estaba cubierto de grasa y mugre de tanto arreglar el mecanismo de la maldita máquina de Stanford.
-Ya está... – Dijo cerrando la compuerta y entrando dentro de la cabina de control. Por fin quitándose esos incomodos guantes con seis dedos.
Acomodando los diarios en las paginas de los planos, presiono algunos botones, se volvió a levantar y jalo la palanca de arranque.
Tras todo eso, finalmente, una gran luz ilumino el lugar. La maquina estaba encendida.
-¡Por fin! – Exclamó emocionado, por fin luego de tantos años, todos sus esfuerzos estaban dando frutos. Pero eso fue a un costo.
Miro la foto de sus dos sobrinos. La tomo en sus manos, las sensaciones y los recuerdos de ese día volvieron de manera fugaz a su mente. Un sudor frío bajo de su frente. Sacudió su cabeza.
-Ugh... no otra vez – Sintió las lágrimas queriendo salir de nuevo. – ¡Estúpido sentimentalismo! – Stanley se sentía cansado de sentirse así, en verdad lo odiaba. No obstante, por más que lo odiara, Stan sentía que se lo merecía completamente.
Miro a la maquina con atención.
-Espero... no volver a arruinar las cosas contigo, hermano... – Murmuro y tras unos segundos miro la foto de sus sobrinos. – Y espero no cometer el mismo error con ustedes, no puedo arruinarlo, no esta vez, no con Lincoln y Hilda – Un fuego que antes se había apagado volvió a encenderse en los ojos de Stan.
Un fuerte frío golpeo el cuerpo del hombre haciéndolo temblar.
-Ufff que frío hizo de repente – Esa ventisca realmente lo hizo temblar y le provoco un gran escalofrío.
~0~0~0~
Mientras tanto con Lincoln y Hilda. Se encontraban acostados en sus camas luego de un movido primer día en la cabaña del misterio y en Gravity Falls.
Lincoln aun se encontraba despierto, mirando al techo, sumido completamente en sus pensamientos mientras la luz de la luna entraba por la ventana impregnando a la habitación de su hermosa luz.
-Oye... Hilda, ¿sigues despierta? – Le pregunto hablando en voz baja.
-Sí... aún estoy despierta – Le contesto Hilda quien se encontraba mirando a su pared.
-¿Cómo piensas que va a ser vivir aquí? – Le pregunto mirando nuevamente al techo.
Hilda guardo silencio por un rato.
-Creo que será algo interesante, no hemos visto nada de aquí, más allá de la cabaña y esas exposiciones falsas para los turistas – Respondió mientras seguía mirando a la pared.
-Eso es verdad, pero... no sientes algo raro en Stan, Wendy y Soos – Eso hizo que Hilda lo volteara a ver.
-¿Por qué sientes eso? – Pregunto curiosa.
-No lo sé, es solo que siento que cada que nos miran, siento que no me ven a mi sino a otra persona... no sé muy bien cómo explicarlo – Miro a Hilda que se le quedo mirando.
-Un poco sí – Volvió a guardar silencio por unos momentos. – Pero estoy segura que eso desaparecerá con el tiempo, cuando nos conozcan y pues... bueno, yo me recuerde y tú te recuerdes – Respondió acomodándose mejor en su cama.
Lincoln se le quedo viendo por unos segundos.
-Supongo que tienes razón, ya cuando conozca más o menos el pueblo, podría hacer un plan.
-¿Exactamente, qué clase de plan tendrías en mente?
-No lo sé, solo lo siento, igual, creo que sería algo para divertirnos, hoy me sentí un poco aburrido, la verdad.
-Me parece bien, creo que te podría ayudar con ese plan.
-Jejeje gracias.
Hubo otro silencio entre ambos. Hasta que Hilda volvió a hablar.
-Oye, Lincoln – Llamo al albino.
-¿Qué cosa? – Miro de nueva cuenta a la peli azul.
-Desde que nos pusimos a trabajar con Wendy y Soos, me percate de todo el bosque que hay, y me dieron muchas ganas de ir a explorarlo. ¿Quieres ir conmigo? – Propuso mirando al albino.
-Claro, suena divertido. Esperemos que Stan nos de permiso.
-Yo también lo espero jejeje
-Bueno, ya me voy a dormir, me siento un poco cansado – Aviso Lincoln.
-Sí, yo también. Buenas noches, Lincoln.
-Buenas noches, Hilda.
Con ambos deseándose las buenas noches, cerraron los ojos dispuestos a caer en los brazos de Morfeo. No obstante, al cerrar los ojos, cayeron de inmediato en un profundo sueño. Y en ese instante, una poderosa ventisca abrió la ventana por la fuerza dejando pasar una helada ventisca.
Sin embargo, ni Lincoln ni Hilda se inmutaron por el frío y permanecieron impasibles en sus sueños.
La ventisca soplo en todo el valle de Gravity Falls, alertando a cada ser vivo en el lugar, fue sin duda, algo muy extraño, pero en ese instante... todos y cada uno de los seres vivos en todo el valle de Gravity Falls temblaron de frío, un frío que los afecto a todos y los hizo evitar el sueño. A todos menos a dos niños...
Eso fue un aviso. Un aviso del que nadie se percató.
Se acercaba una gran poderosa tormenta helada en verano...
~0~
¿Qué pensaban? ¿Qué iba a traer un cap hasta el año que viene? ¡Ja! Les dije que venía con toda la intención de escribir tanto para esta historia como con el albino callejero y mi siguiente One-Shot por supuesto.
Referente al capítulo de hoy, ya pudieron ver más de Lincoln y Hilda, al igual que de Wendy y Soos que también serán importantes en la historia.
Personalmente, me gusto como los maneje a ambos, no sé, entre me ponía a escribir, realmente me acorde del como es Soos y me dio mucha ternura el personaje. Wendy, igual espero poder desarrollarla más. Tengan en cuenta que los personajes no serán los mismos facheros que en la serie original, ya que con lo acontecido a Dipper y Mabel, las cosas van a cambiar de tornas para todos los personajes.
De hecho, habrá momentos donde se ponga muy seinen la cosa. De cualquier manera, espero que hayan disfrutado del capítulo.
Lamento sí se me fue una tilde o un error gramatical que esto lo hice de corrido y se me suelen escapar cosas :b
Bueno, eso sería todo por hoy, no sé si la siguiente actualización vaya a ser esta historia de nuevo o el albino callejero, pero entre esas dos está, ya me decidiré yo cual hago.
En todo caso, crucen los dedos sí antes de eso surge algo para Hard Life (No creo, pero no está de más cruzar los dedos xD).
Se despide Dark-Mask-Uzumaki.
Bye~
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