Aún con los murmullos en todo el comedor, una chica subió con paso firme y decidido antes de quitarse la capucha dejándose ver. Mostrando una cabellera roja que varios asociaron con un apellido en particular.

— Hola Hogwarts, mi nombre es Rose Weasley — dijo, logrando obtener la atención de toda la mesa Gryffindor quienes iban dando suposiciones de quienes eran los padres —. Tengo 14 años y voy en mi cuarto año, al igual que mi mamá yo destacó con mis notas. También me gusta el Quidditch.

Comentó mirando a por toda la mesa buscando a conocidos, encontrando a sus tíos comiendo mientras la miraban, al igual que sus padres. Ellos en particular no le quitaban la vista de encima, y mientras los veía a ellos ignoraba a la serpiente y al león que escapaban del gran comedor para hablar o discutir seriamente sobre aquello que había dicho Scorpius Malfoy.

Caminaron en un silencio incómodo hasta llegar a la escaleras, comenzaron a subir en silencio, sin atreverse a comentar nada aún. Potter miraba de reojo al rubio con rabia al igual que éste, ninguno podía creer que en un futuro estarían juntos, era imposible. 

- Malfoy. - comenzó Harry sin titubear. 

- No te hagas ideas erróneas, Potter, tú y yo jamás estaremos juntos.

- ¿Yo? ¡Tú te estás haciendo ideas locas! Prefiero vomitar babosas antes que besarte, hurón asqueroso.

- Te mueres por besar mis labios, cara rajada, no lo niegues.

Comenzaron a acercarse con cada palabra hasta estar a unos pocos centímetros del rostro contrario, tranquilamente alguien podría empujarlos y estarían completamente juntos. 

- ¿Sabes qué? ¡Jódete! 

Gritó Potter, alejándose de golpe, dándose cuenta de lo cerca que estaban y lo que pudo ocurrir en ese momento si no se detenían. Puede que aquel chico tuviera razón y su futuro era junto a Malfoy. Harry comenzó a correr lejos del rubio, asustado por sus propios pensamientos, se sentía extraño y mal consigo mismo por aquello.