Capítulo 6: El Elfo y el niño.

Los hijos del invierno no siempre suelen ser humanos que murieron y reencarnaron, en muy raras ocasiones, puedes ser elegido por tu propio esfuerzo.

Ese fue su peculiar caso.

Ese día debía cosechar los ñames invernales que solían crecer sin permiso a lo largo de su granja. Como era una buena cosecha pensó que sería bueno añadirlo a la cena de ese año.

Cuando su cesta se llenó alzó los brazos hacia arriba y se estiró todo lo que pudo, tras soltar un pequeño quejido de alivio miró hacia la otra persona que ahora trabajaba con él en esa granja, empujaba una carreta que se encontraba llena de cesta de ñames.

Ya hace un año que llegó, extrañamente no le fue difícil adaptarse como a otros que llegaron, aún así le gustaría que se lo tomara con más calma.

—Siento que hayas tenido que ayudarme—Le dice con una sonrisa de pena a Todoroki, el susodicho voltea a verlo con esa expresión expectante y gentil que suele mostrarle.

—No te preocupes por eso, si puedo ayudar entonces soy feliz.

Izuku se limitó a sonrojarse mientras suelta una sonrisa boba. Shoto es alguien amable y trabajador, de una manera extraña encajó bien en su grupo de locos aunque debido a su personalidad honesta y directa se han creado algunos conflictos, en su mayoría con Bakugou y Gokudera, pero nada serio, o eso cree...

Aún así, Izuku no podía estar más agradecido por compartir su presencia, incluso siente que se han vuelto muy buenos amigos.

Pero, incluso ahora tras un año de su llegada, Izuku no ha sido capaz de decirle a Shoto que sabía de su llegada mucho tiempo antes del aviso.

Que lo ha estado esperando más que a nadie.

No obstante no era el momento para eso, esa noche sería la primera redada del bicolor, por lo que como veterano y compañero debía de asistirlo en todo momento.

Debido a que el momento podría ser un poquito intimidante para los nuevos.

Las horas previas a navidad solían ser una locura para todos. Algunos regalos se extraviaban o rompían directamente, los renos se volvían más inquietos de lo normal, ocurrían repentinos cambios de planes entre los líderes de escuadrilla, y para rematar el panzón barbudo se desaparecía hasta el último minuto navidad, haciéndose el desentendido de todo el pandemonio.

—¡Más les vales cumplir con las entregas o no se molesten en regresar!—Advertía Hayato con su usual tono amenazador explosivo.

Todos ya se estaban formando en sus respectivos trineos para empezar el gran viaje. Verificaban que todos los sacos de regalos estuvieran presentes.

Midoriya acomodaba un par en la parte trasera hasta que, viendo de reojo, se percató del rostro un tanto tenso de Todoroki quien observaba el alrededor con inquietud.

—¿Todo bien Todoroki kun?—Le llama y recibió la atención del bicolor.

—Lo estoy, es solo ¿No es tan todos emanando una especie de aura oscura?

—Ah...

Izuku miró alrededor con una sonrisa nerviosa porque, efectivamente los otros trineos de los otros equipos rebosaban una sed de sangre tremenda que daría un poco de miedo si no estás acostumbrado.

Dado que el grupo que logre ser el mejor entregando regalos, recibirá un regalo de oro por parte de Santa, además de un gran festín en la cena navideña. Y por muchos años consecutivos la décima escuadrilla suele acaparar todos los premios y halagos del primer lugar, lo que irremediablemente le ha despertado la envidia y deseo de competición a más de uno.

Además, ciertos personajes del grupillo gozaban de pavonearse y burlarse de los demás mientras recibían el premio, todo con espíritu navideño. Véase Karma y Bakugou.

Al final, Midoriya solo pudo tomar la mano de Todoroki y sonreírle a modo de decirle que todo estaría bien.

La hora se acercaba y ya habían repartido la lista de buenos y malos de ese año, mientras las inspeccionaba cierto peli rojo se acercó a su pareja que miraba la hoja con evidente felicidad.

—¿La encontraste?—Karma miró de forma insistente a Nagisa quién sonrió dándole la respuesta antes de decirle.

—Sí, este año también le llevaremos su regalo.

Karma sonrío con esos aires de travesura que le caracterizaban.

—¡Perfecto! Tú llévale su regalo, que yo me encargo de llenar de cucarachas la media del idiota que le pegó un chicle en el cabello...

—Karma...—El peli azul solo rió con pena por ese pobre chiquillo antes de que Ochako irrumpiera su lado.

—Otra vez su consentida ¿Cierto? ¡Siempre se ponen paternales cuando hablan de ella!—Dijo la chica risueña a las expresiones de vergüenza que les dedicó el dúo, el más bajo se apresuró en hablar.

—E-Es la nieta de una querida amiga nuestra. Siempre que la veo me pongo nostálgico...

—¡Entiendo cómo se sienten! Katsuki y yo cuidamos de este lindo y enérgico niño llamado Kirishima ¡Es un solecito! Cada vez que imagino su rostro de felicidad por los regalos un calorcito me llena por dentro. Me muero por dejarle su tiburón de peluche...

Al decir esto la voz grave y peleona de Bakugo se hizo oír.

—¡¿Ah?! ¡¿De nuevo?! ¡Tiene diez años! Ya déjale las pesas que nos lleva pidiendo hace tiempo.

—¡Todavía está chiquito para hacer ejercicio!

—¡Eh! ¡No hagan escándalo! El décimo necesita concentrarse.

Gokudera terminó por callarlos a ambos mientras tomaba de la mano a Tsuna y lo ayudaba a sentarse al frente del trineo, dado que los líderes de escuadrilla estaban obligados a ser quienes condujeran los trineos. Esto generalmente pone muy nervioso al castaño quien no sabe lidiar con los renos que tiraban del trineo, respingó cuando uno de estos les graznó.

Y dado que Gokudera sacaba a relucir su naturaleza de lobo protector terminando por pelear con esos animales por ver quién gruñía más fuerte, Mahiru siempre suspiraba exasperado y se sentaba al lado de Tsuna para guiarlo como se debe, cualquier refunfuño por parte de los animales era callado con un perfecto escobazo en la cabeza.

Ya que él estaba ocupado, dejaba a Kuro a cargo del saco de regalos, que solía terminar en una locura.

—Mahiru tenemos un problema, el regalo de Watanuki no cabe en el baúl.

—¡¿Otra vez?!—Cuando volteó sus ojos achocolatados se abrieron en sorpresa al ver a su pareja que sostenía un saco rojo enorme—¡¿Qué diablos?! ¡¿Ahora que pidió este año?!

—Una mini motocicleta.

—¡¿Una mini motocicleta?! ¡Tiene apenas cinco años! ¡¿Cómo un niño tan bueno puede tener gustos tan estrafalarios?! ¡Esto es complicado a morir, dame acá que yo me encargo!

—¡Hieeeh! ¡No me dejes solo con estas bestias!

Shoto parpadea contemplando todo el desmadre que se formaba en el trineo, de antemano las cosas se relajaron en cuanto Mahiru sacó la escoba y la usó para amenazar a todos como si está fuera una katana de samurái.

En cuanto el gran reloj de la fábrica anunció la media noche, los trineos salieron despegando. Dado que eran veloces, sería cuestión de minutos antes de que llegarán a su objetivo, un vecindario común de Japón.

Izuku sonrió al vislumbrar las luces en la lejanía, de reojo podía ver el resto de sus compañeros emocionados cada uno a su manera. Particularmente se enfocó en el dúo de azul y rojo quienes se veían especialmente felices vislumbrando el obsequió que dejaba ver su entreabierto saco, una maquinita para hacer pudines, el detalle les hacía reír y hablaban sobre la particular niña a la que le llevarían el regalo.

La escena le hacía sentir un poco de nostalgia sin darse cuenta.

—¿Tienes un niño?—La repentina pregunta de su compañero a su lado le sorprendió un poco, girando la cabeza encuentra la mirada bicolor de Todoroki que le veía expectante—uno al que quieras llevarle un regalo, parece ser común aquí.

Izuku sonríe desviando la mirada hacia al frente.

—Sí, lo hubo hace mucho tiempo—Respondió vagamente.

De eso ya pasaron varios años, pero nunca olvidó a ese pequeño niño que lo convirtió en un hijo del invierno. Un hermoso pequeño que sonreía muy poco y vivía en un ambiente familiar más que complicado, pero que aún así era amable y soñador. Y por alguna extraña razón nunca pidió nada para navidad.

Aún ahora no podía contarle nada de eso a Todoroki.

Por fin llegaron al vecindario y aterrizaron suavemente en el techo más cercano que vieron, Izuku le indicó a Shoto que bajara cuando vio a los demás hacerlo rápidamente.

Obviamente los primeros en partir fueron el dúo Bakugo, el rubio prácticamente salió disparado con su prominente saco en la espalda en cuanto tocaron suelo y gritándole a su novia que a duras penas bajaba del trineo.

—¡No te quedes atrás mejillas! ¡Esta vez sí haremos las mil entregas!

—¡No otra vez con tus retos imposibles!

La chica lloriqueó mientras se perdía en el camino hacia su pareja, en el trajín Mahiru se bajaba del trineo, arrastrando a un somnoliento Kuro del cuello de su ropa con una mano mientras que con la otra llevaba el imponente saco rojo con la mini motocicleta.

—¡Agh! ¡Con esta cosa a cuestas terminaremos las entregas para año nuevo!

—Tienes razón, es un fastidio...

—¡Tú solo actúas como peso muerto!

Tras eso, el resto del grupo no hizo tanto drama para salir, era más la euforia de Hayato por liderar junto al Décimo, quién temblaba como gelatina porque aún no lleva bien el viaje en trineo.

Izuku se limitaba a amarrar bien el saco antes de cargarlo sin dificultad por encima de su espalda, repentinamente siente un leve "toque" en su ropa, y al girar encuentra la expresión amena de Nagisa antes de que hablara.

—Ya que es la primera vez de Todoroki kun pueden venir con nosotros, sabemos que puede ser un poco problemático la primera redada—Dijo con su usual tono amable.

Midoriya sonrió agradecido antes de negar con la cabeza.

—¡Está bien! Shoto y yo podemos hacerlo, es mejor si nos apegamos al plan para ayudar a todos los niños.

El elfo de azul asintió aceptando, luego se alejó rápidamente para estar con Karma al borde del techo, les vio tomarse de las manos antes de saltar del techo y llegar a la calle para alejarse sin prisa. Ellos eran así, muy a su ritmo y sin perturbarse por lo extraño de sus otros compañeros, siempre admiró esa parte de ellos.

De hecho, sus compañeros ex humanos eran todos muy talentosos, dominaron en poco tiempo cosas que a él le tomó mucho tiempo, era la bendición de los "elegidos"...

Cuando se dio cuenta de la dirección de sus pensamientos, se dio una palmada con ambas manos en la cara recibiendo una mirada de extrañeza de parte de Todoroki. No Era momento de menospreciarse, debía hacer su mejor esfuerzo para hacer felices a los niños.

Volteó a ver a Shoto alegre.

—¡Vamos Shoto! ¿Necesitas ayuda con tu saco?

—Ah, no, de hecho yo debería preguntarte a ti...—Dice, dado que el saco de Midoriya era tres veces más grandes que ellos pero el peli verde lo cargaba sin problemas.

Entonces ambos se embarcaron en su trabajo abrazados por la noche nocturna y la brisa navideña.

***

En sí, las redadas eran muy divertidas. Entre bajar la chimenea, comer las galletas y leche que dejan los niños, y dejar el obsequio marcado era en verdad un gran trabajo.

Aunque no es como si conociera algo mejor.

De tanto en tanto Izuku miraba de reojo a Shoto, éste era bastante meticuloso hasta en la forma en que dejaba los presentes, le daba un poco de gracia que se preocupase de que el papel no chocase con alguna hoja, o que el envoltorio combinase con la decoración de la casa.

Porque si, los saco mágicos de santa te permitía hasta elegir con que envoltorio sacarás el regalo. Un don que era muy bien aprovechado por Shoto.

En ese aspecto no ha cambiado, de pequeño el bicolor se preocupaba de los detalles y le rompía el corazón cada que le veía angustiado porque algo no salió como le gustaría.

Su cabeza desvarió por los recuerdos, en esas noches en que se aparecía en la casa Todoroki y ese pequeño niño recibía feliz a ese torpe e inútil elfo aprendiz como si fuera la llegada del mismo Santa Claus.

Le servía leche tibia y galletas para luego compartir largas charlas sobre todo y nada a la vez.

—¿De qué te ríes?

La voz de Shoto interrumpió sus pensamientos, al girar encuentra su mirada bicolor con un brillo de curiosidad que le hizo sonrojar.

—¡Ah nada realmente! Démonos prisa para la siguiente entrega ¿Si?—Dijo tendiéndole la mano para subir por la chimenea y llegar al techo, mientras su pies tocaban la gravilla revisa la lista de entregas y la vista le hace sonreír.

—Terminamos nuestra parte de las entregas—Anuncia y observa el parpadeo levemente sorprendido del contrario.

—¿Tan pronto? Aun nos queda tiempo.

—En estos casos llevamos regalos a las casas al azar, solo tenemos que dejar un rastro para que el resto lo sepa.

—Oh, muy bien...—Aceptó y cuando se dirigía a la calle principal la mano de Deku le detuvo quien le veían nervioso.

—Allí no, es el territorio de Kacchan y Ochako.

—¿Qué tiene? Es muy grande, podrían necesitar ayuda...

Y al decir esto escucharon una ventana rompiéndose, al bajar la mirada a la carretera vieron a un elfo salir despedido de una casa, cuando se quiso levantar se vio prontamente atacado con patadas por la pareja.

—¡¿Qué parte de "si pisan mi suelo mueren" no entiendes?!—Gritó el rubio enardecido mientras Ochako le apoyaba en histeria.

—¡Y no te comas mis galletas escoria!

Todoroki retrocedió dos pasos mientras Izuku hace una mueca de dolor a la pobre alma en pena que se metió en la casa equivocada. Encima se comió las galletas, no la va a tener fácil.

Ambos brindaron sus condolencias para luego hacer lo más sensato y alejarse lo más rápido posible.

El siguiente vecindario se encontraba muy tranquilo y extrañamente solitario, por más que buscó no encontró el sonido de un cascabel ni unas orejas puntiagudas.

—No parece que hayan cubierto estas casas—Agrega mientras Izuku veía fijamente el mapa, una mueca se hizo presente en su rostro.

—No podemos estar aquí, es el territorio de Nagisa y Karma—Suspiró cansado antes de continuar—ya rechacé su oferta antes, es mejor no molestarlos...

Shoto le mira y tras meditarlo un poco se sorprende.

—No me digas que ellos también...

Fue interrumpido por un grito de horror, desde un callejón salió un elfo corriendo como si huyera del diablo y azul del miedo.

—¡Eeek! ¡Nooo!—Pasó a su lado sin verlos y miraba a todos lados como si le vigilarán—¡Fue un accidente lo juro! ¡Me caí y solo me agarré a lo más cercano! ¡Ni siquiera sabía que eras hombre!

Tras sus palabras suplicantes un par de cuchillos volaron a sus pies espantándolo, acto seguido salió corriendo en un grito de horror mientras más cuchillos le perseguían.

No, Shoto no iba a molestarse a soltar un comentario sobre lo que acaban de ver. En su lugar dejó que el pecoso le tomara de la mano mientras que con la otra sacaba un pañuelo blanco en gesto de "paz", ondeaba el trozo de tela como si fuera una bandera mientras retrocedían lentamente, no quiere ni preguntar por eso.

Duraron otro buen rato deambulando, para al final decidir que lo mejor sería regresar al trineo a esperar al resto.

No obstante, al medio del camino de regreso escucharon unos gritos y algo pasó a su lado a una velocidad muy alarmante.

—¡Hieeeh! ¡Auxilioooo!

—¡Gyaahh!

Midoriya apenas distinguió una melena castaña y otra azulada.

—¿El décimo y Kuro?—Apenas logró decir antes de que la enorme silueta de un lobo también pasara a su lado rápidamente.

—¡Décimoooo!

Tanto Izuku como Shoto abren sus bocas en asombro sin entender mientras ven las siluetas alejarse, un lobo persiguiendo a unos elfos en una mini motocicleta era algo bastante abrumador.

Mahiru llega corriendo, con su respiración agitada y una mueca malhumorada veía al par al borde de la hastiedad.

—¿Qué ocurrió?

—La moto de Watanuki no encendía y tuvimos que lidiar con ella ¡Se supone que debían probarla pero de repente salieron volando del lugar! ¡Esto es complicado hasta fastidiar!—Dijo alborotándose el cabello harto de la idioteces que debe pasar, termina por tenderle a Deku un pedazo de papel con una dirección—¡Es la última entrega! Por favor háganla mientras intento salvar a ese par de idiotas.

—Cl-Claro—Respondió Izuku nervioso mientras el contrario le agradecía con la mirada antes de salir corriendo tan rápido como podía.

Shoto observó la escena con una mueca, y al sentirse solo con Deku habla.

—Debía preguntar esto antes ¿Pero está bien armar tanto jaleo? ¿Qué pasa si nos ven?

—Oh, con la magia de los elfos se cubre cualquier ruido que hagamos además que nos vuelve invisible a los ojos humanos, e incluso si llegamos a romper cosas cuando salga el sol todo se arreglara. Podríamos destruir la ciudad y nadie se daría cuenta... ¡P-Pero no es como si lo hubiéramos hecho! No somos tan revoltosos...

—Uh, si...—Shoto evadió la mirada hacia unas explosiones en la lejanía, eso ni siquiera debería considerarse simple revuelo.

Izuku sonríe mientras mira la dirección en el papel.

—¡Una última entrega más Shoto! Casi terminamos...—Exclamó alegre mientras se le adelantaba unos pasos, había notado que en verdad disfrutaba su trabajo.

La última casa era muy humilde, tuvieron que entrar por una ventana al no haber chimenea y su interior carecía de cualquier adorno navideño.

Sin medias colgadas en las paredes ni un árbol de navidad, en su lugar solo había un ambiente lúgubre e invadido por la oscuridad de la noche además de un frío arrasador.

Revisó varias veces el papel temiendo que se hubiesen equivocado de dirección, no obstante estaba correcta. Sin fotos familiares o algún juguete regado por ahí, no hay forma de confirmar que en verdad allí vivía un niño.

Antes de que se diera cuenta Shoto ya estaba a su lado mirando alrededor notando lo mismo que él.

—¿Nos equivocamos de dirección?

—No, es la correcta.

—No hay un árbol en donde poner el regalo.

—No importa, con dejarlo en un sitio donde pueda ser visto bastará...

Shoto asiente, y entonces coloca en el suelo el saco rojo que había estado cargando procede a decir el nombre del niño.

—Hana Shizawa.

Hurga en el saco y tras un momento saca... nada.

—¿Eh?—Balbucea y vuelve a intentarlo repitiendo el nombre, pero el resultado es el mismo, solo saca aire. Con un rostro de culpa mira a Izuku suplicante—¿Lo estoy haciendo mal?

Izuku le dedicó una mueca nerviosa antes de negar efusivamente

—N-No creo que sea eso, déjame intentar—Repitió el nombre de la niña, varias veces de hecho, incluso alzó un poco la voz, pero el resultado seguía siendo el mismo—¿Q-Qué es esto?

—¿Se dañó el saco?

—Ah no... creo que más bien...

—¿Santa?

Izuku sintió que podía tener un infarto y Shoto quedó en blanco, veían con horror como una niña castaña vestida con su pijama de conejitos se frotaba el ojo adormilada.

E-Está bien...—Tartamudeó estático como si le hubieran puesto en pausa—con la magia de los elfos, no nos ven...

—Ustedes no son Santa—Ladeó la cabeza curiosa de la imagen ante ella—los puedo ver murmurar.

Izuku suelta un chillido, a la vez que toma la mano de un Shoto pasmado sin saber qué hacer.

—¡S-Somos ladrones! ¡S-Si no haces ruido prometemos no hacerle daño a nadie!—Balbuceó lo primero que se le ocurrió—solo dejaremos el regalo y nos iremos...

—Izuku no podemos...

—¡Oh cielos es cierto!

—¿Los ladrones dejan regalos?—La niña entrecerró los ojos con sospecha mirando de arriba abajo a los intrusos de su casa. Lucían como niños pero presentía algo extraño ellos, hasta que notó las orejas puntiagudas salir de los pomposos gorros—¡Ah son elfos! ¡Qué lindos son!

La chica entonces salió corriendo hacia ellos en aires eufóricos, ninguno de los elfos reaccionó a tiempo

—¡Wah!

—Oh.

Apretujados como estaban, las risillas de la niña los ensordecían así como el constante tintineo de sus gorros al ser sacudidos en ese asfixiante abrazo.

—¡Aww! ¡Quiero quedarme con uno!

—¡N-No somos perritos! ¡Ugh! ¡Por favor suéltanos no podemos respirar!

Al tocar el suelo pudieron respirar tranquilos por un momento siendo observados por esa niña con sonrisa emocionada.

En definitiva las redadas de navidad no tenían casi reglas gracias a la magia furtiva de los elfos, podías hacer todo el desmadre que quisieras y al salir el sol todo regresaría a como estaba antes como si no hubiera pasado nada. No obstante, la única y principal regla para estos disparates todavía estaba vigente, no interactuar con humanos.

Pero allí estaban, jugando escondidas y a las cartas con una niña asombrosamente enérgica, porque si se iban sin dejarle nada iba a saberles más que mal.

Izuku sonríe nerviosamente para sus adentros al sentir una sensación de dejavu, ruega que al menos no termine con él recibiendo un largo regaño de Gokudera y una de las intensivas clases de castigo de Nagisa.

El trabajado de niñera no duró mucho, y un reloj proveniente del traje de Izuku les recordó que ya había terminado la jornada de trabajo.

—¿Se van?

La niña les vio con una evidente tristeza, que sumado al hecho de que aún le han brindado su regalo, fue como una abrumadora roca de culpa en sus corazones.

—Lo sentimos, tenemos cosas por hacer...—Dice nervioso ayudando a Shoto a levantarse quien hace un mohín al dejar la partida de cartas que iba ganando.

—¿Los volveré a ver?—Al ver las expresiones dolidas de los elfos, la niña aprieta su pijama con las manos en gesto de renuencia—es la primera vez que juego con otra persona, en mi escuela suelen tratarme mal porque soy pobre. Por eso para navidad pedí tener a alguien con quien jugar...

Ah...

Tanto Midoriya y Todoroki cruzaron miradas, el bicolor se veía perdido sin saber qué hacer, sabiendo que debían irse pero sin querer dejar a la niña en ese estado. Izuku termina por dar el paso más por impulso del momento.

—Tú... puedes tener esto—Se quitó su gorro verde y se lo ofreció a la niña que se sorprendió por el gesto.

—¿Tú gorro?

—Es especial—Agrega y con su dedo índice hace sonar la campanilla creando ese dulce tintineo—después de hoy, serás la única que podrá escuchar su tintinear.

—¿Uh?¿De veras?

—Solo tú sabes de nosotros, tus amigos—Sonríe a la mirada emocionada de la pequeña—y como queremos que nuestra amiga sea feliz, te dejaremos esta bendición para que la felicidad esté siempre contigo. Cuando escuches este tintineo, no importa lo malo que suceda, todo estará bien ¡Y nos volveremos a ver el año que viene!

Shoto contempló la felicidad reflejándose en los ojos brillantes de esa niña, abrazaba ese pequeño gorro contra su pecho como la prueba de una promesa para volverse a ver.

—Es probable que no nos recuerde.

—¿Uh?—Shoto le vio extrañado mientras le ayudaba a subirse a los techos, el más bajo le dedicó una sonrisa triste.

La magia de los elfos también tiene el poder de modificar los recuerdes de los posibles "testigos" que pudiesen verlos en sus faenas, los niños apenas sentirán que tuvieron un sueño raro.

Pero ese "tintineo" del cascabel de un elfo hijo del invierno, incluso si es más débil por estar fuera del día de navidad, ayudará a cumplir los anhelos de esa niña.

Porque para eso existen, para hacer felices a los niños.

Izuku lo sabía porque ya había funcionado antes.

Pero el buen gesto no lo salva de las consecuencias.

—¡¿Cómo que perdiste tu gorro?! ¡Te advertí que tuvieras cuidado o te iba a comer!

—¡Eek!

Gokudera más irritado que de costumbre fue el primero en recibirlos en el trineo. Había perseguido a su décimo por media ciudad porque el estúpido gato se había desmayado en el acelerador de la moto, por si no fuera poco Mahiru le dio un escobazo cuando amenazó con comérselo.

—Tuvo que arrojárselo a un perro que nos perseguía.

Su interrupción sorprendió a Izuku y a Gokudera. Si bien eso al peli plata no lo terminó de convencer, el décimo terminó por apoyar la decisión ya que "los perros son aterradores, sobre todo los chihuahuas".

La redada terminó entonces, tan satisfactoria como podía ser para todo, aunque no les dieron el primer lugar ya que cierta pareja destruyó una casa por una rencilla con otro grupo "ya que Santa no apoya la violencia" e ignoró las blasfemias tiradas hacia él por cierto rubio.

Pero la leve decepción pasó rápidamente cuando empezó la cena navideña, el bullicio y la comida le mareaban un poco así que terminó por apartarse de la mesa.

Fue a descansar en una banca del gran parque observando las luces y el enorme árbol en el centro. En la tranquilidad del momento pudo suspirar en paz, hasta que unas galletas en una bolsa de tela se interpusieron en su línea de visión.

—¡Te estuve buscando! Casi se acaban las galletas de chocolate—El peli verde, con su usual alegre aptitud se sentó a su lado, y aunque quería estar solo su presencia allí no lo incomodó—¿qué haces aquí?

—Quería algo de tranquilidad—Dice y su mirada de diferente color reparó en que el contrario tenía nuevamente un gorro idéntico al anterior.

—Te dieron otro.

—¡Oh! Sí, pero me advirtieron que tuviera más cuidado... y tendré que tomar clases con Nagisa san...—Dice lo último con un rostro de tragedia, Shoto sin embargo mantuvo su atención el gorro, sorprendió a Izuku cuando con un leve golpecito de sus dedos empujó el cascabel para escuchar ese dulce sonar.

—Qué bueno... no sé porque, pero tú tintineo suena diferente al de los demás...—Volvió a dar otro toque al objeto dorado para volver a escuchar el sonar—no me es molesto de oír.

—Eso... me alegra—Responde un tanto tímido ante el repentino jugueteo de Shoto con su gorro.

—Fue amable de tu parte el darle tu gorro a Hana, le alegraste una noche oscura.

—Me hubiera gustado hacer más...

—Habrás sido poco, pero la ayudará...—Mira los ojos de Izuku, que bajo las luces relucían como estrellas—¿Sabes? De niño no era fan de la navidad.

—Ah...

—Mi familia tenía tantos problemas que no podían estar tranquilos en una misma habitación. Era bastante incómodo y la navidad no mejoraba nada—Explicó, Izuku terminó por bajar la mirada más que abatido.

—Lo lamento...

Shoto negó al ver que el contrario no entendió su punto.

—Me hubiera gustado que me trajeras regalos en ese entonces, tendría mejores recuerdos.

"Recuerdos".

Izuku traga grueso con pesar, ya lo sabía pero ahora lo siente, Shoto realmente no tiene ningún recuerdo de ellos dos.

La noche de su primera redada de prueba, en donde se decidió que iba hacer un elfo, su primer niño era Todoroki Shoto. Su primera misión salió fatal porque le descubrieron y sobornó al niño con figuras de héroes, pero no lograba convencerlo y terminó por quedarse con él hasta la hora límite.

El error se repitió el otro año, y el siguiente después de ese, y el otro, y muchos más.

Antes de darse cuenta buscaba a ese niño por una noche de juegos, charlas y un cariño inocente.

Pero a los catorce años los niños crecen y ya no se les trae más regalos, sumado a la magia de los elfos estaba destinado de que Shoto no recordara nada de ellos.

Creyó que viviría con su roto corazón hasta que Santa le hizo la promesa, de "traer" a ese que le había convertido en uno de sus hijos.

Y aunque en un principio estaba seguro de que le contaría todo, ahora que escuchó a Shoto se preguntó si valía la pena, ese pasado que solo él sabe ¿Realmente vale la pena decírselo al Todoroki?

Probablemente el bicolor no entendería nada.

Otro leve golpecito a su cascabel lo saca de sus pensamientos, Shoto seguía jugando con él como si fuera un juguete.

Suelta una sonrisa de resignación ante el pensamiento de que no hay manera de tener lo que quiere, no obstante, tiene esta nueva vida en la que podrán compartir más que antes.

Quizás hasta ser más unidos de lo que eran.

Shoto parpadea cuando Izuku le ofrece las galletas y le muestra una sonrisa más radiante que las anteriores.

—Hagamos mejores recuerdos, Shoto.

Todoroki se sorprende un poco, se limita a tomar las galletas y a desviar la mirada para que el contrario no viera como se le calentaran las mejillas.

De alguna manera, compartiendo juntos en esa plaza en soledad y la mano de Izuku entrelazándose con la suya. Siente nuevamente ese extraño sentimiento de nostalgia en su pecho, sin poder evitarlo sus dedos nuevamente buscan el cascabel contrario.

Anhela escuchar nuevamente ese tintineo.

Fin.

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