❦︎ ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ 9 ❦︎

9. Lo había olvidado.


Diciembre 2017

—¿Estás lista, Casey? –preguntó Adalyn, mirándola de reojo, aprovechando la pausa de la luz en rojo. 

Habían volado los días y las semanas a Casey se le habían ido entre prisas en clase e ignorar a Alexei Lyov y Ashton Weiss. Así dentro de poco se le acabaría el año, sin haber hablado con Leandro otra vez. Miró su teléfono, ni una llamada, ni un mensaje, ni nada. A veces lo veía conectado y estaba segura de que él la veía a ella, pero ninguno era capaz de iniciar la conversación, de pedir explicación u ofrecer la disculpa merecida. Casey se preguntó si alguna vez volvería a hablarle. Y de solo pensar en no hacerlo volvía a enojarse con los dos imbéciles que le habían costado una amistad.

Volteó la cabeza para ver a su amiga, a quien la luz verde le obligó a seguir manejando.

—Sí, muy lista –dijo Casey—. Estoy deseando estas vacaciones con todo lo que tengo... –masculló, pensando en todos esos días libres que tendría hasta año nuevo. Solo necesitaba terminar ese jueves y al día siguiente sería libre.

Días y días para esconderse bajo las sábanas y huir de todos sus problemas. No tendría que pensar en Leandro y no tendría que ver ni a Lyov ni a Weiss hasta enero. Diciembre era su mes favorito, no solo por las vacaciones, sino porque era su mes. No es que fuera demasiado amante de los cumpleaños, pero se alegraba tener un día para ella cada año. 

—Oh por las estrellas, lo has olvidado –rio Adalyn y ella frunció el ceño.

—¿Qué he olvidado?

—¡Has estado tan ocupada enojada con esos dos que se te ha olvidado! –se carcajeó su amiga.

Casey apretó los labios y se cruzó de brazos.

—¿Hola? Aquí sigo esperando que me digas qué mierda he olvidado.

—Perdón, bobita, es que en serio no me creo que lo hayas olvidado –sonrió, mirándola de reojo—. Pero imagino que con tanto chico en tu cabeza no has tenido tiempo de pensarlo –dijo, subiendo y bajando las cejas con diversión.

—No he tenido tanto chico en mi cabeza. ¿De qué hablas, Adalyn?

—Pues de Alexei y Ashton –bufó—. Hasta Nasha se ha dado cuenta y si ella se da cuenta es que es obvio. Habéis pasado un noviembre horrendo. Todavía no me creo que hayas logrado ignorar a Weiss más de un mes, se la ha pasado poniéndote carita de perrito. ¿Qué hizo para merecerse eso? Entiendo que tú y Alexei nunca se han llevado muy bien –dijo, encogiéndose de hombros y dándole un pequeño vistazo de reojo—; pero Ashton es un amor. 

—Son uno para el otro –resopló Casey—. Y si he estado enojada con ellos todo un mes tengo mis razones. Y juro que son buenas –apretó los labios y volteó la vista a la ventanilla.

El borde de la carretera terminaba en árboles, distintas coníferas nevadas detrás de las cuales se alzaban lejanas montañas. Era una vista bonita en verano, cuando los árboles y el pasto junto al asfalto eran verde. Sin embargo, en invierno era solo triste: ramas secas y vacías golpeándose unas a las otras, carreteras resbalosas y múltiples señales de cuidado.

—Quizás tiene que ver con que tienes un temperamento algo odiosito –dijo Adalyn, sin inmutarse ante la mirada de la otra—. Yo te quiero, osito, pero debes admitir que a veces se te va de las manos eso de ponerte enojada. A veces, debemos pedir disculpas.

—¡Ellos me deben una disculpa a mí!

—Está bien, está bien, no me grite, señorita, yo solo soy su psicóloga y de gratis.

Casey rodó los ojos.

—Te encanta esto –dijo y Adalyn sonrió, guiñándole—. Lo estás disfrutando, ¿verdad?

—Incluso he hecho una apuesta.

La boca de Casey cayó abierta y bufando se volteó hacia su amiga con una suerte de risa.

—¿Con quién has apostado qué?

—Con las chicas –respondió, como si fuera lo más normal del mundo y la miró de reojo por un instante. De fondo una canción navideña temprana comenzaba en el auto—. ¿Recuerdas la apuesta que hicimos sobre Connor y Amelia?

—Yo no aposté nada –apuntó Casey, cruzándose de brazos.

Adalyn rodó los ojos.

—Yo aposté en tu nombre, cierto –dijo y luego levantó una mano para tapar el rostro de Casey cuando esta abrió la boca para protestar—. Pero ese no es mi punto. En ese entonces apostamos que Connor engañaría a Amelia o al menos lo intentaría. Aunque yo aposté que ella ni siquiera saldría con él por una semana. Con su fama de mujeriego –la miró de reojo—. Me gané cincuenta, linda –guiñó.

Casey suspiró, apartando su mano y luego sacudió la cabeza.

—¿Y ahora qué apostaste sobre mí?

—Amelia y Juliana estaban diciendo que tenías un flechazo por Ashton –resopló Adalyn y sacudió la cabeza—. Entonces Alma dijo que no, que tú siempre habías estado enamorada de Alexei…

—¡Espera! –chilló Casey, su cara deformada de la sorpresa y el insulto—. ¿Por qué estaban hablando de eso? ¿Y cuándo? ¡Son todas unas chismosas!

Adalyn apretó los labios y le dio una mirada de lástima, como esas que le das a los perritos abandonados. Con la mano que no sostenía el timón le dio dos palmaditas en la cabeza a Casey, como para calmarla, pero solo sirvió para que ella dejara caer su frente en el cristal de la ventanilla y viera con impotencia hacia los árboles.

—Es el tipo de cosas del que hablan las chicas cuando hacen pijamadas. No quisiste ir a la de Janis hace una semana. Ahí surgió la apuesta. Y si tú hubieras estado no me hubiera ganado otros bonitos cien por apostar a que flechazo o no estarías cascarrabias con ambos y nada cambiaría –sonrió—. Así que por una vez me alegro de que hayas sido una cascarrabias, aunque irás, definitivamente, a la de hoy. 

Casey ni siquiera la miró, solo gruñó.

—Sin protestas, es la última pijamada del año. Además, necesitas un poco de charla de chicas y ponerte bonita para el fin de semana.

—¿Por qué me pondría bonita para el fin de semana? –preguntó, voleando a verla con una ceja arqueada. Cuando se topó con el rostro ladeado de Adalyn que bajaba la velocidad para entrar en el estacionamiento, su boca se abrió por la sorpresa y luego lo recordó—. ¡El último fin de semana! ¡Santas Estrellas! ¡Lo había olvidado! –gimió, deslizándose por el asiento todo lo que el cinturón de seguridad le permitía.

—Sí, sí, te voy a hacer manicura, así que prepárate psicológicamente para por una vez en tu vida hacer cosas femeninas.

—No te pases –gruñó y Adalyn le sonrió.

—Al menos no te obligaré a ponerte rolos.

Con un suspiro Casey aceptó su suerte.










Su arbusto había crecido bastante en noviembre y la primera mitad de diciembre que ya había pasado. Quizás el estar enojada con Ashton y Alexei le había servido para centrarse mejor en su tarea, que incluso Eloise había felicitado. Ahora no tenía razones, tampoco, para distraerse con su celular, ni siquiera tenía razones para conectarse. Sus tardes se habían disuelto en resolver tareas y en mirar una y otra vez el vídeo de orientación vocacional, hasta que se cansó y empezó a repetir las películas de Harry Potter y pasarse las noches en vela viendo memes.

Aquel jueves era su última oportunidad ese año para arreglar detalles de su trabajo: tendría una larga tarde consiguiendo hacerlo florecer. Hacer crecer la vida era mucho más fácil que hacer florecer algo y le costaba horribles dolores de cabeza. Por esa razón ella no iría a parar con los Capricornio de agricultura, porque era pésima y porque lo suyo no eran los trabajos manuales, incluso si su Casa estaba hecha casi para esa tarea.

Había estado tan despistada pensando en salir con prisas hacia el invernadero que no lo vio meterse en su camino. 

—Disculpa –masculló una voz que llevaba días evitando. Se echó atrás, tambaleándose por la sorpresa. Su nariz había impactado directamente con el pecho de Ashton Weiss y cuando subió su rostro para verlo el chico la miraba con los labios en un pequeño puchero y las cejas ligeramente fruncidas.

—No estaba mirando –murmuró y se dispuso a rodearlo. Eran las primeras tres palabras que le dedicaba desde la discusión en su casa. 

Ashton la sostuvo del brazo, evitándole irse y Casey se sacudió de su agarre. No quería hacer una escena en el pasillo, podía sentir a varios chismosos con los ojos en ello. Así que se volteó hacia Ashton cruzándose de brazos y bajando la voz.

—¿Qué quieres?

—Quiero hablar contigo –respondió él, mirando alrededor y sin importarle las miradas que encontró—. Quiero saber por qué sigues enojada. 

Casey arqueó las cejas, sin creerse lo que estaba oyéndole decir.

—¿En serio no sabes?

—No, no sé.

—Pues sí que eres tonto, Ashton Weiss, más de lo que yo creía. Y eso es mucho decir –resopló dándose la vuelta y continuando su camino.

Ashton la siguió y se interpuso frente a ella dos pasos después, obligándola a detenerse y mirarlo con enojo.

—Casey, por favor –murmuró él—. Dame una oportunidad de ser tu amigo. Te prometo que no volveré a hacer lo que sea que haya hecho para enojarse.

Una risa irónica salió de la garganta de la chica que dando una breve mirada alrededor para notar que seguía siendo el centro de atención, se cruzó de brazos. No le gustaba tener las miradas en ella, odiaba ser el centro de atención. Quizás por eso se auto-saboteaba en algunas cosas para no ser la primera y mejor siempre, para ni siquiera recibir aplausos. Arrugó los labios, porque discutir con un Leo en el pasillo era un claro imán de atención, porque eso eran los Leo: imanes para los ojos de los demás. Casey no los culpaba, el chico era atractivo y era incluso agradable.

Sacudió su cabeza.

—No puedes volver a hacerlo, aunque quieras –dijo ella y bajó aún más la voz—. Porque ya me has arruinado la única amistad con Leandro que tenía, idiota. Por eso estoy enojada y seguiré enojada, así que déjame en paz.

Casi pudo escuchar los engranajes de su cerebro hacer clic y poner las piezas en su lugar. Abrió la boca en una pequeña o asombrada y se pasó una mano por el cabello, poniendo su vista en cualquier parte menos en ella.

—Mierda, Casey, lo había olvidado –murmuró—. No pensé que seguirías enojada por eso.

—¡Pues claro que sí, imbécil! ¡Claro que estoy enojada!

El Leo bajó la vista a sus pies y luego la subió hasta los ojos de la muchacha, sus ojos brillando con sinceridad. A Casey la expresión dura se le resbaló un poco y sintió su corazón golpear dentro de su pecho cuando con toda honestidad le oyó pedir disculpas.

—De verdad lo siento, Casey –dijo el chico—. Yo solo…siempre nos han dicho que los humanos son malos y acabábamos de ser atacados. Creo que quizás me pasé un poco…Lo siento mucho, de verdad. Siento haber destruido tu amistad. Lo siento, lo siento, yo solo estaba preocupado por ti… Por favor discúlpame.

Casey apretó los labios y por un instante solo mantuvo su mirada en la de él. Ashton se veía tan sincero, tan vulnerable en ese momento, él solo quería ser su amigo. Su cabello rizado le caía un poco largo en la frente y sus ojos cafés estaban inundados con arrepentimiento. Era alto, pero en ese momento Casey lo sintió pequeñito, como un niño que la miraba con súplica. Su corazón se apretó, porque ella era Capricornio y por muy fría que pudiera lucir no era de piedra. Adalyn solía decir que ella era todo corazón, aunque Casey podía rebatir eso: ella no lloraba con películas cursis, ni se enamoraba de los actores, ni era cariñosa. Sin embargo, allí estaba, sintiéndose mal por ser tan idiota con Ashton Weiss.

—No puedo –murmuró y lo rodeó, alejándose de él. Esa vez no la siguió.

En el fondo ella lo había perdonado e incluso abrazado.

















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Holis, ¿todo bien?

Espero les esté gustando la historia, recuerden que votar y comentar es gratis ❤️, y me hace feliz y me da ánimos para publicar más cositas como las ilustraciones de @HoneyPot24, hermosas 💖. Les dejo aquí un dibujito, los demás los estaré pasando por Instagram 😽.

¿A qué dibuja bonito? Los dejo con el Best Fiend Squad hasta mañana.

Baii,

Cam ♡︎.

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