❦︎ ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ 55 ❦︎
55. Sobremesa.
Marzo 2018
Nunca antes ninguno de ellos había vivido una cena tan incómoda. La comida era buena, pero en sus bocas sabía a pura tensión y para cuando había caído en el estómago perdían las ganas de tomar otro trozo. El pollo estaba correctamente frito, crujiente afuera, blanco y suave por dentro; el arroz era perfecto y se mezclaba con los espesos frijoles negros sobre los platos, revueltos con tenedores y cucharas. Solo Joshua se había atrevido a estirar su mano para atrapar la fuente de ensalada en el centro y servirse un poco de lechuga y col.
Leandro fue el primero en terminar, dejando la mitad de su arroz, lo tiró directamente a la basura y dejó el plato sucio en el fregadero antes de salir de allí lo más rápido que podía sin correr. Casey lo siguió con la vista, preocupada. Ninguno se atrevió a decir nada por los siguientes minutos, solo comiendo en una tensión menor, pero aún pesada.
—¿Van a contarnos cómo llegaron aquí? –preguntó Ashton, que no podía mantener su boca cerrada por más tiempo. Se ganó una mirada de reojo de Casey y la respuesta le llegó desde el Acuario.
—La piedra que Gabriel intentaba robar –dijo— nos transportó hasta aquí, aunque no estamos seguros de cómo, Casey cree que tiene que ver con alguna especie de deseo o algo…
—Solo quería volver a casa –murmuró ella, haciendo que los otros tres la miraran en silencio mientras ella movía su tenedor por los granos en su plato—, así que eso le dije a Ryvawonu y ella lo hizo realidad.
Alexei frunció el ceño y antes de que él dijera nada, Ashton interrumpió
—¿Ryvawonu es la treceava piedra? –cuestionó y ella asintió, a lo que él siguió hablando—: Vuestros padres dijeron que esa es la piedra de los limbos o algo así, quizás por eso…
—¿La piedra de los limbos? –lo atajó Joshua.
—¿Nuestros padres? –Casey señaló entre ella y el Acuario con su tenedor.
Ashton lanzó una mirada a Alexei, que ahora no parecía querer intervenir. El Leo soltó un pesado suspiro y rodando los ojos les explicó cómo Alexei había roto las condiciones de su médico y conseguido que él y Adalyn lo siguieran a su locura sin plan. Les explicó como habían contactado con sus padres por idea de la Tauro y todo lo que recordaba de esa conversación, así el cómo entraron al Centro de Seguridad y luego corrieron fuera del Zodiaco a través de la vieja casa del Escorpio, dejando a Adalyn atrás. Cuando Ashton terminó de contar, necesitaron un par de minutos para absorber la información recibida.
—Entonces han cerrado todos los limbos –susurró Joshua, palideciendo y sacándose los espejuelos para restregarse los ojos en un gesto ansioso—. ¿Cómo volveremos ahora?
—Pensamos que si tenían la piedra y ella ya los había transportado hacia aquí…
—¡No sabemos cómo hacerla funcionar! ¡Y ninguno de nosotros es un Piscis, Ashton!
—¿Debimos traer a Nasha? –preguntó el rizado, arrugando la nariz.
—¡No tengo idea! –exclamó el Acuario, poniéndose de pie y pasándose las manos por el cabello—. Mierda, no tengo idea de nada, ¿cómo vamos a volver? Los limbos están cerrados, no podemos simplemente usar la piedra para activarlos. ¿No se fijaron si había otros limbos abiertos a esta ciudad?
—¿No? –se atrevió Ashton—. Teníamos prisa y si hay otro estará repleto de Signos de Seguridad…
—¿Qué?
—Nos atraparán –señaló entre él y Alexei, que se limitaba a comer en silencio—. Somos fugitivos, Joshua. ¡Nos metimos en el Centro de Seguridad! ¡Con ayuda de tu padre! ¡¿Qué crees que nos harán?!
El rostro del Acuario se arrugó con molestia y se encogió de hombros, se movía rápido, frustrado.
—No lo sé, quizás los castiguen o algo, pero tenemos que volver y sea o no por un limbo lleno de Signos de Seguridad, los atraparán. La Comunidad no es tan grande, probablemente estén hablando con sus familias a estas horas para decirles lo que pasó. No me mires así, son las autoridades, es su trabajo.
—¡Esas autoridades iba a dejarlos a ustedes aquí y cerrar todos los limbos!
—¡Alguna maldita razón tendrán para cerrar todos los limbos!
—¡Cállense de una puta vez! –gritó Alexei, golpeando la mesa con su puño.
Los tres rostros se giraron hacia él con distintos grados de sorpresa. No fue hasta entonces que notaron como su puño estaba cerrado y su rostro oscurecido con la preocupación.
—Gritar no va a hacer que los malditos limbos se abran, así que bajen la voz.
—Perdona –resopló Joshua, y habló en un susurro sarcástico rápido—, perdona si a diferencia de ti no puedo mantener la calma estando lejos de casa, rodeado de humanos y sin posibilidades reales de volver a mi vida.
Hubo un espeso silencio en el que Ashton se levantó y se acercó a la ventana para prender un cigarrillo. Había conseguido que se secaran y, aunque le costó, logró encenderlo y se lo llevó a los labios con gesto de alivio. Joshua, que era un manojo de nervios, no encontró consuelo sino en empezar recoger todos los platos de la mesa para limpiar.
—Lo que digo es –intentó de nuevo Alexei—, que si seguimos gritando no podremos pensar bien –hizo una pausa, como para asegurarse de que nadie lo interrumpiría—. Casey hizo funcionar la piedra una vez según sus deseos –cruzó una mirada indescifrable con ella—. Podrías hacerla funcionar otra vez, tal vez, ¿no? Es una locura y no sabemos si funcione, pero ya que no conocemos más limbos en esta ciudad…
—Yo conozco uno –lo cortó ella, que llevaba todo el rato tratando de sacar finalmente el tema. Era difícil, pero no le quedaban dudas de que debía contarles.
—¿Qué? –Joshua se volteó hacia ella desde el fregadero.
—Casey, tu casa ya no es un limbo –le susurró Ashton dejando salir volutas de humo en cada palabra.
—No es mi casa –dijo ella y respiró hondo, apartó su plato con una mano, no tenía hambre—, es la casa de Olivia Moore.
—¿Y cómo sabes tú que la casa de Olivia Moore es un limbo a esta ciudad y sigue abierto?
Casey lanzó una mirada a Alexei y respiró hondo antes de responderle.
—Porque Gabriel Guillory me lo mostró.
—¿Gabriel Guillory te lo mostró? –masculló Joshua, mirándola con incredulidad—. No sé, quizás podrías explicar eso un poco más, ¿no crees?
La chica asintió y se removió en su asiento, como si la incomodidad fuera a causa de la silla y no de lo que tenía que decir. La información corría en su cerebro a altas velocidades, porque contar cómo sabía que el limbo de Olivia Moore seguía abierto implicaba contar lo que ellos le habían dicho, hablar del cuaderno que había dejado junto a sus cosas en el segundo piso, hablar de lo que había podido leer antes de que ellos llegaran y de cómo ese par de hojas la habían dejado con ganas de más, con unas ansias voraces de saber toda la verdad. Ya no había dudas para ella, el diario contenía la explicación de muchas cosas, la narración del comienzo y de cómo había llegado a lo que se tenían hoy. No era lindo, no, y esas verdades rompían gran parte de su mundo, pero eran verdades.
Para Casey Everson, duras o no, las verdades eran su primera prioridad.
Respiró hondo.
—Después de dejarte de camino a mi casa –empezó a decir, mirando a Joshua, que seguía apoyado en el fregadero—, Gabriel Guillory subió en el autobús que yo usaba para regresar aquí –se cruzó de brazos, recostándose en el respaldo de la silla—. Me vio cuando lo reconocí y lo seguí cuando se bajó en una parada poco después.
—¿Seguiste al traidor? ¿Estás loca? –masculló Ashton, que había dejado de fumar para prestarle atención—. ¿Cómo se te ocurre?
—Si me hubiera querido hacer algo lo hubiera hecho al verme, ¿no? –se encogió de hombros y siguió hablando antes de que ninguno volviera a interrumpirla—. Da igual, lo seguí y él sabía que iba tras él, pero aun así no se detuvo ni intentó nada para que lo perdiera de vista.
—Te dejó seguirle –murmuró Joshua—. Él quería que fueras con él.
—Exacto y sí, era raro, pero tenía que seguirlo, ¿está bien? –suspiró, pasándose una mano por la cara en gesto cansado—. Fuimos hasta un edificio bastante sucio y demacrado. Pensé que vivía allí, no me sorprendería, es un Signo traidor y obviamente debía vivir en el mundo humano, está preparando una revolución y…
—¿Desde cuándo es una revolución? –interrumpió Ashton.
—Déjenme hablar –protestó ella—. Ya es suficientemente difícil, no necesito que además me corten cada dos palabras.
—Está bien, perdón.
—Pero podrías darte prisa –comentó Alexei.
Casey tomó una respiración honda.
—Mi punto es que no llegamos a un apartamento sucio y pequeño, sino al apartamento de Olivia Moore –apoyó sus codos en la mesa y gesticuló con sus manos a medida que explicaba—. Olivia Moore es la nieta del Jefe pasado, el hombre antes de Daniel Hunter.
—Sí, ya no mandaba cuando nacimos –murmuró Alexei más para sí que para otros.
—Murió –dijo Joshua con un aire pesado, cruzado de brazos y con la espalda apoyada en el borde de la repisa—. No soy apasionado de la política, pero mi padre creía que ese había sido nuestro mejor Jefe en mucho tiempo. El hombre llevaba unos, qué se yo, ¿treinta años al mando? No, más. Pero murió, de pronto enfermó y luego Daniel Hunter tomó el poder. No sé bien cómo.
—Espera un segundo –interrumpió el tema el Leo—. ¿Cómo es que Gabriel estaba en casa de Olivia Moore? Sí, sí, era un limbo. ¿Pero no que él le había disparado? –preguntó hacia Casey.
—¿Le disparó? –Alexei miró extrañado entre la chica y su mejor amigo—. ¿De qué hablan?
Ella suspiró y se pasó las manos por el rostro.
—En las vacaciones de invierno, fui a la universidad y lo vi discutir con ella. Olivia fue a llamar a Seguridad, pero él le disparó. No fue nada mortal, fue como al entrenador Ricardo, solo para sacarla de en medio.
Joshua se acercó a la mesa y se sentó, apoyando los codos y sosteniéndose el rostro con ambas manos. Su semblante se volvió pensativo y algo oscuro. Ashton jugó nervioso con el cigarrillo entre sus dedos, sin saber qué hacer, sus ojos fijos en la chica. Ella le miró y apartó rápido sus pupilas, sabiendo que él tenía razón. No hacía falta que el Leo se lo dijera en voz alta.
—De acuerdo, hay un par de cosas que deberían saber –murmuró y rápidamente les contó todo lo que sabía hasta el momento que entró al apartamento. Fue cómo quitarse un peso de encima, como mismo le sucedió al contárselo a Ashton. Les contó la conexión sobre el tiroteo, los dos heridos y les contó sobre Darío Walker. También habló de lo que ella y Joshua pensaban sobre Daniel Hunter, Cesare Dante, Gabriel Guillory y Alicia, el árbol.
Mientras más hablaba más fácil venían las palabras. De vez en cuando, Ashton añadía algo aquí o allá; Alexei mascullaba incoherencias que sonaban a maldiciones y Joshua se pasaba las manos por el cabello en gesto nervioso. Cuando terminó sus hombros se sentían ligeros y su interior estaba en calma. Pero la calma siempre anunciaba tormentas.
—Entonces todo el tiempo se ha sabido que no son ataques humanos –dijo Joshua, sosteniéndose la cabeza como si de otra forma se le fuera a caer—, Daniel Hunter siempre supo que era Gabriel Guillory quien quería robar las piedras.
—Sí y nos mintió –dijo Ashton, dando una larga calada a su cigarrillo.
—¿Y tú siempre lo supiste? –preguntó Alexei hacia Casey y ella asintió—. ¿Y le contaste a Ashton?
—Creí que él debía saber, había estado conmigo en dos de esas ocasiones.
—No entiendo por qué nos ocultaría esto –masculló Joshua, más para sí que para los otros.
—No es lo único que ha estado ocultado.
El Acuario levantó su vista ante la declaración de Casey y sus ojos no fueron los únicos que pesaron en ella. La chica se relamió veloz el labio, preparándose para hablar.
—Cuando estuve con Gabriel y Olivia…
—Todavía no entiendo lo de esos dos –dijo Ashton.
—Tienen una relación romántica, es todo lo que sé –respondió ella antes de seguir—. Gabriel dijo que respondería todas mis preguntas, incluso me dieron té y bocadillos, Olivia dijo que él había deseado hablar conmigo desde hacía bastante tiempo, pero no había tenido ocasión –alzó una mano para decirle a Joshua que esperara antes de interrumpirla—. Les pregunté cosas que ahora realmente me parecen tontas, ¿vale? Para comprobar nuestras teorías sobre ellos siendo del mismo año. Bueno, estábamos en lo correcto, solo que nos dejamos fuera a la profesora Saye.
—¿Saye? –murmuró el Leo, que era directamente su alumno.
—Sí, pero déjame acabar –respiró hondo—. Entonces le pregunté cómo consiguió que Darío Walker traicionara al Zodiaco y me dijo que él solamente le había contado la verdad.
—¿La verdad? ¿Qué verdad? –habló Alexei.
—Verán… –Casey jugó con sus manos sobre la mesa, mirando la superficie e incapaz de alzar la vista a ningunos de los ojos fijos en ella—. Todavía estoy algo confusa y no sé mucho, pero lo que me dijeron es bastante para alucinar –soltó una risa seca—. Mientras estuve allí me contaron cómo funciona realmente la planificación familiar.
—¿La planificación familiar? –Joshua hizo una mueca—. Eso no…
—No nacen solo doce Signos porque las estrellas quieren. Nacen doce porque el Zodiaco solo quiere doce –habló rápido, dejando a los otros con distintos grados de confusión.
Por un par de segundos buscó en sus silencios algún destello de entendimiento, pero nada. Suspiró y se pasó una mano por el rostro, claro que no entendían, eran chicos.
—Controlan el nacimiento de bebés –explicó y se levantó la manga de su blusa para develar una marca en forma de lunar oscuro en su hombro—. ¿Ven esto? Cada año a todas las chicas nos colocan una vacuna, empiezan a los once y es hasta quién sabe cuándo.
—¿Una vacuna?
—Sí –bajó su manga y ellos volvieron a verla a los ojos, por lo que sus mejillas ardieron un poco con vergüenza—. Vamos, ustedes también estuvieron en esa clase de biología. Se supone que nuestros cuerpos todos los meses ovulen y estos óvulos al no ser fecundados se eliminen mediante sangre. ¿Entienden? ¿Nunca se han preguntado por qué las chicas no quedan embarazadas si ustedes no tienen que usar protección con ellas? ¿Por qué no hay almohadillas sanitarias? ¿Por qué solo se embarazan doce parejas cada año?
—Creo que veo a dónde quieres llegar… –dijo Alexei, con una ceja arqueadas—. ¿Dices que ellos tienen control sobre eso?
—¡Eso digo! –exclamó, suspirando—. La vacuna inhibe nuestro proceso de ovulación por un término de doce meses, luego de lo cual hay que reactivarla. Verán, cuando una pareja intenta tener bebés debe decirlo con unos meses de antelación y presentar sus fichas en el Centro de Planificación Familiar…
—¿Todo esto te lo contaron Olivia y Gabriel? –Alexei la miró con el ceño fruncido.
Casey hizo una mueca incómoda.
—Sí, pero mis padres también me daban charlas educativas, algunas veces.
—Casey dice la verdad –intervino Joshua—. Recuerdo un poco de cuándo mis padres intentaron tener a Giselle. Tenían que rellenar unas planillas con información sobre ellos e incluso sobre su primer hijo… Ahora cuando Casey ha dicho esto, tiene un poco de sentido.
—Evalúan su genética y otros factores sociales, se aseguran de que la descendencia no posea genes indeseados como enfermedades hereditarias fuertes u otras cosas problemáticas –dijo la chica—. Las parejas elegidas se someten a un tratamiento. Primero deben eliminar las vacunas de la futura madre, para ello le aplican algo como un antídoto… no tengo los detalles, solo sé que Olivia dice que existe y que es aplicado hasta que finalmente la madre queda embarazada.
Hubo un corto silencio en que todos analizaron aquella información.
—De acuerdo, hay un control de natalidad, ¿y qué con eso? –finalmente dijo Alexei, encogiéndose de hombros—. No veo ningún problema en que se aseguren de que nazcamos sanos y…
—No lo estás entendiendo –murmuró Casey.
—Estoy con Alexei en esto, lo siento, Casey –dijo Ashton, acercándose a la mesa y apoyándose en el respaldo de una silla—. ¿Qué hay de malo en eso? ¿Por qué sería una información que haría una revolución, como tú dices?
—¡Maldita sea! –exclamó Joshua, golpeando sus manos en la mesa—. ¿Cómo es que no lo ven? ¡Es malditamente sencillo! –los otros dos chicos lo miraban en silencio—. Se supone que todo nuestro mundo gira alrededor de Las Estrellas, somos hijos de Las Estrellas, se supone que cada año ellas solo dan el don de la vida a una nueva persona en su Casa. ¡Pero eso no es verdad!
—Y hay más –murmuró Casey, consiguiendo las miradas en ella—. No solo controlan el número de Signos que nacen, sino que controlan en qué Casa nacen… Solo calculan las fechas y luego exponen a los fetos a las piedras.
—¿Qué?
—Si no lo hicieran quién sabe si naceríamos con los poderes de nuestros padres, una mezcla o uno de dos –se encogió de hombros—. Las piedras fueron el inicio del Zodiaco, exponer a los bebés antes de nacer a la piedra de la Casa que les corresponde… Las embarazadas tienen sesiones durante todo el embarazo –gesticuló ampliamente, como si quisiera abarcar la habitación, luego se señaló el estómago—. Ellas no se ven afectadas porque ellas ya son un Signo definido.
—A mi madre le ponían sueros –dijo Joshua—. Todo el tiempo, durante el embarazado de Giselle. Decía que eran para que naciera sana.
—Y ella no tenía que tomar las píldoras –comentó Casey—. Tu hermana es Géminis –dijo ante la mirada curiosa de Joshua—. ¿No se han preguntado por qué solo nacen gemelos en Géminis y no en otra casa? Bueno, según Olivia Moore existen unas píldoras que se ocupan de que la embarazada solo pueda tener un bebé. Si se forman dos fetos, las píldoras…eliminan uno de ellos.
—¡Todo eso es una locura! –exclamó Ashton—. ¿Es siquiera posible?
Joshua se encogió de hombros, asintiendo.
—La ciencia genética puede haberse perfeccionado hasta al punto con el suficiente interés y las presiones adecuadas. Claro, debería contarse con el elemento del secreto y el apoyo del gobierno…
—Y si para mantener la ilusión de la Comunidad del Zodiaco heredera de Las Estrellas es necesario que solo nazcan doce –dijo Casey—, hay bastante motivación para que el gobierno lo apoye. Y para todos lo que sucede una vez que una pareja entre en el Centro de Planificación Familiar es un secreto… Incluso para las parejas.
El silencio se extendió por la habitación, cada uno asimilando a su forma aquella información. Fue Alexei quien finalmente puso en palabras lo que todos pensaban.
—Si eso es verdad –murmuró—, entonces el Zodiaco en sí es una mentira.
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