❦︎ ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ 5 ❦︎
5. Ese no es tu asiento
Dedicado a NattChavez17, y OrionDreams ♡︎♡︎.
Noviembre 2017
No fue hasta el lunes que Casey se atrevió a tomar su teléfono y solo porque debió encenderlo para la alarma. Bueno sí, técnicamente lo sacó de la gaveta el domingo para encenderlo, conectarlo al cargador y poner la alarma. Pero no fue hasta el lunes, mientras iba en auto con su mejor amiga, que se atrevió a encender los datos y enfrentar a Leandro. Tampoco es que pudiera ignorarlo para siempre, era su amigo. Era más que eso, era el único amigo con quien soportaba hablar si estaba enferma.
Adalyn y Marshall iban en los asientos delanteros, el muchacho reprendiéndola por haber comido esa magdalena que Casey le llevó tan temprano. Al menos el regaño era para ella, así que los ignoró mientras cargaban las notificaciones silenciadas y el número de mensajes de Leandro aumentaba.
—¡Ay, no protestes más! –se quejó Adalyn hacia Marshall—. ¡No voy a perder mi figura por un par de magdalenas! –dijo ella—. ¡Si estoy en el equipo de gimnasia, por las estrellas!
El Virgo rodó los ojos.
—No es por tu figura –se quejó—. Es por tu salud, solo intento cuidarte.
Adalyn resopló y Casey les dedicó una mirada mientras el silencio entre ellos se volvía mortífero. Marshall era algo obsesivo con la salud, sobre todo con los problemas alimenticios, quizás porque su madre era doctora y lo había traumatizado con ello, o quizás solo porque los Virgos eran así. A Casey le daba igual el motivo, solo sabía que era uno de los puntos encontrados con Adalyn, cuya felicidad en la vida se basaba en comer magdalenas, cantar Taylor Swift a todo lo alto, bailar, dormir, hacer ejercicio y de vez en cuando coquetear con un par de chicos que terminarían desilusionándola.
—Está bien –dijo Adalyn, suspirando y rompiendo el silencio—. No volveré a comer las magdalenas a esta hora de la mañana. ¿Bien?
Casey rodó los ojos, oliéndose la mentira, pero no hizo falta que dijera nada porque Marshall también lo notaba por sí solo. Conocían a Adalyn de toda la vida, sabían cuando mentía mejor que cuando ellos mismos mentían. Casey ignoró la respuesta del Virgo pues acabó por abrir el chat de Leandro. Leyó un par de mensajes preocupados por ella y luego nada. Se mordió el labio y miró fugaz mente al frente, donde sus dos amigos seguían enzarzados en una discusión.
«Lo siento», tecleó y luego lo borró. Se lo pensó mejor, aprovechando que el chico no estaba en línea. Respiró hondo y pensó sus opciones. No es que fueran muchas, podía ser sincera o buscarse una excusa. Ella, obviamente, escogió la segunda. «No te preocupes, estoy bien, es solo que mi teléfono murió y recién ayer conseguí una nueva batería».
En cuando el mensaje marcó recibido el chico pasó a estar en línea y las palomitas se volvieron azules. Casey lanzó una mirada a sus amigos, pero ninguno de ellos le estaba prestando atención.
«Pensé que me estas ignorando», leyó en la respuesta y frunció el ceño, el chico se había tomado dos minutos escribiendo para enviar eso. Eso quería decir que estaba meditando sus respuestas, justo como ella. O al menos como ella debió haberlas meditado.
«No, no, nunca. Perdona»
Leandro está escribiendo… era la frase más horrible del mundo. El mundo que de pronto estuvo lleno con una canción de Green Day cuando Adalyn encendió la radio para poner fin a su discusión. Casey alzó la vista, mientras Leandro seguía escribiendo y descubrió a Marshall cruzado de brazos y mirando la ventana; Adalyn mantenía una sonrisa victoriosa y miraba al frente, rebasando el autobús para ir a más velocidad.
«¿Y qué tal la escuela?»
Casey respiró hondo, su corazón latía tanto como los tambores de la bocina.
—¿Al menos podemos cambiar la música? –dijo Marshall.
—Ley de la dueña del auto, O´Callaghan, ley de la dueña del auto.
«Estoy en camino a ella», respondió y en cuanto salieron las palomitas azules Casey volvió a escribir. «He revisado lo que me enviaste al e-mail»
«¿Y?»
«No es una universidad muy conocida, pero es mejor que las opciones que tengo aquí»
Una vez volvieron a aparecer las dos palomitas azules a Casey se le quiso salir el corazón. Aquí.
«¿No has decidido qué elegir? Quizás deberías ser bibliotecaria o profesora. Imagino que se te dará bien»
Casey frunció el ceño, porque era como si él hubiera leído la carta que venía con su plantilla. O hubiese visto el video que habían preparado solo para ella. Ella lo había visto el domingo, acurrucada en el sofá, en las mismas mantas con que se había tropezado al recibir a Ashton Weiss. Un video que comenzaba en la fuente de Capricornio, en el corazón de su hogar como casa, donde se suponía que estuviera la piedra de Capricornio. El video era viejo, quién sabe a cuántos chicos se los había enviado antes, porque Casey pudo notar que los azulejos de la pared eran diferentes a los que ella había visto tantas veces en el templo. Tenía una voz en off de algún desconocido y le describía a los Capricornio, dando una versión de en qué eran mejores, sus virtudes y no sus defectos, así como de los beneficios que podría tener que ella aceptase que era mejor en unas cosas y en otras, que podía servir mejor a la Comunidad en unos puestos que en otros.
«Antes de ser bibliotecaria me suicido o me escapo», envió, frunciendo el ceño. La respuesta fue inmediata.
«Yo puedo ayudar con esa fuga»
Se le escapó una risita que gracias a los astros la música cubrió.
«Jaja, no sabes a lo que me enfrentaría si intentase fugarme, bobo», envió, sonriendo porque habían pasado al terreno de las bromas y eso quería decir que estaban bien, que Leandro dejaría pasar todo su enorme error después de hablarle directamente de la secta donde vivía.
«Nos enfrentaríamos*», le corrigió y Casey sonrió como tonta. Él no sabía de lo que estaba hablando y ella sí. Casey no estaba pensando precisamente en los Signos de Tierra, pues ellos eran apenas la mínima amenaza. Los Signos de Fuego eran mayoría entre los de Seguridad, no sin razón.
«Nos enfrentaríamos», aceptó ella.
—Oye, Casey –llamó Adalyn, mirándola por el retrovisor y ella bloqueó la pantalla de su celular. La mirada de su amiga era entrecerrada y contenía sospechas, quizás por la ligera sonrisa en labios de la chica—. ¿Qué tal tu fin de semana? –preguntó y ella arrugó los labios.
—Fue una mierda –respondió, sintiendo su teléfono vibrar en su mano, pero sin atreverse a verlo.
—¿Por qué? Tú amas los fines de semana. Además, estuviste desconectada del mundo.
La chica arrugó los labios, su teléfono vibró otra vez.
—Mis padres tomaron la casa, ya sabes. Y olvidé el teléfono en mi habitación cuando me fui al sótano –explicó, acurrucándose un poco en el asiento—. Amo los fines de semana, pero este Ashton Weiss se presentó en mi casa a las ocho de la mañana y no me dejó dormir.
A Adalyn se le escapó una risa.
—De acuerdo, niña, eso sí es una sorpresa.
«Si me dieras más detalles sabría contra qué luchamos»
«Está bien, no puedes contarme, lo entiendo. Pero bueno, Casey, espero que algún día confíes en mí lo suficiente para hacerlo. Cuando lo hagas, estaré esperando. Suerte en la escuela»
Casey bloqueó la pantalla y se acomodó mejor la mochila en el hombro, cerrando la puerta del auto se apresuró a seguir a sus amigos. Adalyn enroscó su brazo con el de Marshall, pero se volteó para hablar con ella.
—¿Ya sabes cómo llenar tu planilla? –preguntó—. Yo estoy en un dilema –dijo, arrugando su bonita nariz—. Los del otorgamiento quieren que sea algo más de Tauro, pero yo siempre he querido ser sanadora.
—Yo te dije que eso iba a ser difícil –opinó Marshall, mirándola con severidad.
—Lo sé –respondió Adalyn—, porque nunca has visto un sanador Tauro no significa que todos los sanadores sean Signos Agua. ¿Verdad, Casey?
La chica arrugó los labios.
—Yo creo que serías una buena sanadora, Adalyn. Yo creo que deberíamos ser capaces de elegir lo que queremos y no lo que ellos quieren que elijamos.
—Ellos están ahí por algo –dijo Marshall—. Sus estudios poblacionales y del éxito de los Signos según su correcta integración a la sociedad no son por gusto. Tienen sentido y tienen éxito en la práctica. ¿No atienden a la orientación vocacional?
—Tengo tareas más importantes –murmuró Casey.
—¿Y a ti que te han propuesto, tonto? –bufó Adalyn—. Porque estoy segura de que tu carta decía que deberías dedicarte a ser uno de ellos.
—No importa lo que diga mi carta –resopló Marshall—. Yo me uniré a los de Seguridad, allí tienen un hueco para todos nosotros. Y son los Signos más importantes de la Comunidad –sonrió con orgullo.
Casey arrugó el ceño.
—Corrección, yo creo que eso serían los de alimentos –dijo Casey.
—¿Te han recomendado ir allí? –preguntó Adalyn, resoplando—. Que estúpidos, tú puedes hacer mucho más.
—Y con lo que te demoras en hacer crecer un arbusto no quiero ver cuánto te demorarías en hacer florecer algo –se burló Marshall. Casey le sacó la lengua de una forma muy madura y Adalyn le propinó un zape en la parte trasera de la cabeza—. Está bien, está bien. Pero lo que sí tienen que aceptar es que los Signos de Seguridad tienen el trabajo más entretenido.
—¿En qué sentido? –inquirió Adalyn mientras subían las escaleras al primer salón del día—. ¿Porque son policías de tránsito? ¿O te refieres a los que mandan en misiones al mundo humano?
—Me refiero a los de la verdadera seguridad –dijo él—. ¿Sabían que constantemente estamos en peligro y ni siquiera nos enteramos? ¡Ese es el gran trabajo que hacen!
—Eso se llama publicidad y el panfleto que te dieron cuando fuiste a visitar la torre.
—Eso se llama encontré los archivos de mi padre y leí que ha habido ataques a varias casas limbo.
Adalyn rodó los ojos, pero a Casey le saltó el corazón.
—¿Qué ha habido qué?
—Ataques, de humanos, por supuesto. Ni siquiera han dado el nombre de la organización a la que pertenecen, así que no se sabe si son de una nueva organización anti-zodiaco o de uno de nuestros enemigos mortales –dramatizó él—. Yo creo que son un grupo desorganizado, porque no encontré mucho patrón en los ataques.
Adalyn le propinó un segundo zape y el chico la miró con mala cara.
—Ya deja de asustarla –le dijo y miró a Casey con una expresión dulce—. No te preocupes, recuerda que no debes guiarte por los chismes de Marshall. Tú estás segura –dijo Adalyn, soltando el brazo de Marshall para engancharse en el de su mejor amiga.
—Sí, claro, ignoren a Marshall –refunfuñó el chico.
Las mesas del salón de clases eran de a dos, razón por la que Marshall y Casey siempre se rifaban a Adalyn. Aquella mañana Casey había ganado a Adalyn a su lado antes de llegar al aula. Pero tan pronto entraron hubo un problema. La mesa donde ellas dos se sentaban estaba medio ocupada por un chico que pertenecía al fondo del salón.
—¡Buenos días, compañera! –exclamó Ashton Weiss, alzando su mano.
Ninguno de los otros presentes en el salón les dedicó ni una mirada. Casey frunció el ceño y Adalyn arqueó sus cejas con curiosa diversión.
—Buenos días, creo que te has equivocado de asiento –dijo ella, soltándose de Adalyn y acercándose a la mesa. Su mejor amiga también se acercó, pero había una sonrisa sospechosa formándose en su rostro.
—¿Qué? –el Leo frunció ligeramente los labios, como si no supiera a qué se refería.
—Que estás en el asiento de Adalyn, el tuyo es por allá detrás con Alexei –murmuró con frialdad, lanzando una mirada fugaz al Escorpio cuyos pies estaban sobre la mesa y su rostro escondido detrás de un comic.
—Oh, sí, Alexei –rio Ashton—. He decidido que debemos darnos un tiempo, ¿sabes? Lo nuestro no funciona tan bien como antes. Pensé que podrías ayudarme ya que eres amable y buena en matemáticas.
Casey oyó a su mejor amiga reír y le lanzó una mirada fulminante.
—Sí, bueno, yo no…
—Siéntate con él, Casey –dijo Adalyn, dándole una palmada en el hombro—. Yo iré a sentarme con Marshall –sonrió y se acercó al oído de la chica—. Pórtate bien, gruñona.
Le dedicó una mala mirada mientras su mejor amiga se alejaba con una sonrisa, traicionándola totalmente. Abrió la boca para protestar, pero Ashton ya estaba abriéndole el asiento y dejándola pasar con un exagerado gesto caballeroso. Ese iba a ser un largo día.
No fue un día tan largo. Fue un día larguísimo, en el cual Ashton no se despegó de ella ni para ir al baño. Casey tuvo miedo de que entrara con ella al retrete y casi tuvo que señalar con lumínicos que la señal era de mujeres, para que el chico no entrara. Pero el baño solo la salvaba por un máximo de cinco minutos si no quería que pensase que tenía algún desorden estomacal. Así que fue al baño unas veinte veces al día, solo para huir de la lengua de Ashton.
El chico no paraba de hablar. Saltaba de un tema a otro sin problemas, iba de un chisme a un tema serio, o de pronto sacaba una pregunta existencial tan tonta como los zapatos blancos de Marshall en día lluvioso.
Cuando llegó la clase práctica de la tarde, Casey pensó que finalmente podría librarse de él. En aquel horario ella debía irse al invernadero y pasar un par de horas desarrollando su arbusto, mientras que Ashton debía dirigirse al salón de fuego, que era más bien un área de pura piedra que parecía una sala de artes marciales. No fue una agradable sorpresa descubrir que la profesora de fuego tenía a su hijo enfermo y llevaba faltando desde el jueves pasado.
A la profesora Eloise no le había importado que Ashton estuviera en su clase. Como si los astros se estuviesen burlando de Casey el chico se sentó junto a ella mientras intentaba darle forma a su arbusto. No solo era molesto, era curioso y preguntó cientos de cosas en los primeros veinte minutos. Ella tuvo que bajar sus manos y dedicarle una mala mirada.
—¿Puedes callarte un rato? –preguntó y él hizo un gesto infantil de sellar sus labios.
Volviendo a lo suyo Casey intentó concentrarse. Rompió un par de hojas de nuevo en su palma y se dispuso a trabajar. Funcionó por cinco minutos, hasta que en lugar de sus palabras su mirada le pesó. Podía sentirlo seguir sus movimientos, cada caricia al tramo, cada hebra estirada, cada giro y trenzado de la vida. Golpeó las manos en sus rodillas y lo miró apretando los labios.
—No he dicho nada –se defendió él y se cubrió la boca con una mano, consciente de que acababa de romper su voto de silencio.
—Me estás mirando –dijo ella y alzó las manos a la altura de sus hombros en un gesto irritado y curioso al mismo tiempo—. ¿Qué pasa contigo? –las dejó caer sobre sus rodillas otra vez.
—¿Conmigo, por qué?
—¿Por qué meteoritos llevas todo el día detrás de mí? Por los astros, no te callas nunca –suspiró—. ¿Qué no tienes amigos a quiénes molestar?
El Leo frunció el ceño y Casey agradeció al cielo que finalmente captase algo. Al menos no era tan tonto. Ella le había estado dando la oportunidad de callarse e irse después de todo un largo día ignorándolo y volteando la cara. ¿Hacía falta que se lo pintara en la frente?
—Lo siento, no sabía que te estaba molestando –dijo él y Casey se sintió mala al notar que había algo de dolor traslucido en sus palabras—. Solo me caes bien, Casey. Nunca he tenido mucha oportunidad de hacer migas contigo porque no eres lo que se dice accesible. Pero Perdona si soy una molestia.
—Lo eres –respondió ella con una sonrisa apretada—, al menos después de las primeras cinco horas y contarme la borrachera de Jules por octava vez.
Ashton resopló y se puso de pie, tomando sus cosas.
—Está bien, disculpa –dijo y Casey lo siguió con la vista como para asegurarse de que no volvería. No lo hizo, siguió caminando hasta salir del invernadero. Algo dentro de ella se apretó al ni siquiera verlo voltear. Fue peor cuando Adalyn se acercó a ella.
—Creo que te pasaste de la raya como mil kilómetros, Casey –dijo—. Mejor te vas a disculpar antes de que nos vayamos. Marshall y yo te esperamos en el parqueo. Y más te vale traerlo contigo, porque no vi su auto esta mañana y no vas a dejarlo irse en autobús solo por tu arrebato.
La hija de Capricornio se pasó las manos por el rostro, ignorando los rastros de tierra y yerba que quedaron en sus mejillas. Eloise la apresuró para cerrar el invernadero, eran los últimos en la escuela. Casey recogió sus cosas y sabiendo que Marshall y Adalyn la esperarían en el parqueo se dirigió al único lugar donde esperó encontrar al chico.
La puerta de la sala de música estaba entreabierta. Casey subió el último tramo de escaleras hasta el tercer piso, oyendo las cuerdas de un violín rasgarse horriblemente, cortando la melodía de pronto. Suspiró, imaginando que Ashton debía estar enojado. Imaginó también que el chico tenía la llave del salón, porque el resto del edificio estaba vacío. En cualquier momento las puertas se cerrarían y todo quedaría bloqueado hasta la próxima mañana. Con prisa se acercó hacia la puerta, practicando en su cabeza una disculpa, esas cosas que ella nunca daba, pero se detuvo antes de llegar, oyendo a Ashton hablar a alguien más.
—No exageres las cosas, Alexei –le oyó decir—. ¡Solo sucedió una vez! ¡Te prometo que no volverá a pasar!
Casey frunció el ceño y no oyó que el Escorpio le respondiera, así que supuso que estaba hablando por el celular.
—Te lo digo en serio –dijo el Leo—. Solo me acosté con tu hermana una vez… No, no siento nada por ella, lo juro –Casey terminó de acercarse a la puerta y asomar su cabeza para descubrir al Leo sentado en una banqueta, con el violín en una mano y el celular en su oreja en la otra—. ¿Qué? No, yo no le dije eso, lo juro.
Casey terminó por apoyarse en el marco de la puerta, cruzándose de brazos y preguntándose cuánto tiempo le tomaría al Leo descubrirla allí.
—¡Qué solo fue esa vez! –exclamó él y se cubrió los ojos con el antebrazo derecho—. Mira, Alexei, tu hermana es preciosa y es muy buena persona, pero te juro que si no fuera porque Jules me emborrachó no hubiera sucedido nada. ¡Es tu hermana, por las estrellas! ¡Tengo respeto por nuestra amistad! ¡Más del que tienen Jules, que sí la estaba mirando!
En ese momento Ashton dejó su violín en la mesa y en el giro sus ojos atraparon a Casey mientras oía la respuesta de su amigo.
—Mira –lo cortó—. Dile a Liudmila que no quiero hacerle daño, que es una chica maravillosa, pero que no me gusta. Y ahora tengo que irme porque Casey me está esperando –se cayó por un instante, oyendo—. Sí, esa Casey, ¿conoces alguna otra? Adiós, Alexei, te llamo luego. Sí, sí te voy a llamar y si me bloqueas me apareceré en tu casa.
El Leo colgó y se volteó totalmente hacia Casey que esperaba en la puerta.
—Hola, Casey.
—Así que no es que yo te caiga bien –dijo ella—, sino que Alexei y tú han tenido una pelea por la hermana menor.
—No quiero nada con Liudmila –se defendió él—. Es una absurda pelea desde su cumpleaños. ¿Cómo iba a yo a acostarme con ella en mi sano juicio? –se cayó cuando entendió por las cejas arqueadas de la muchacha, que ese no era el problema—. Sí me caes bien, Casey –resopló—. Y sí quiero ser tu amigo.
Casey respiró hondo y se encogió de hombros, separándose del marco de la puerta.
—Ya, bueno, no me importa, porque yo había venido a pedirte disculpas y encuentro que no te la mereces –dijo, insultada y se dio la vuelta para salir de allí. El chico podía tomar el maldito autobús, ya estaba grandecito.
—¿Ibas a pedir disculpas? ¡Espera! –Casey no le hizo caso, solo apresuró el paso hacia las escaleras.
—Ya no voy a pedirte nada, ni siquiera eres mi amigo –resopló.
Casey llegó a las escaleras mucho antes de que él, pues Ashton se detuvo a cerrar la puerta. Él empezó a bajar cuando a ella le quedaban solo seis escalones.
—¡Casey! –gritó él y la chica se dio la vuelta con brusquedad, mirándolo con mala cara.
—¡¿Qué?! –gritó ella de vuelta.
—¡Abajo!
Y entonces el chico la abrazó y se la llevó consigo al suelo justo cuando los disparos rompieron los ventanales a su derecha.
♡︎ ♡︎ ♡︎ ♡︎
[N/A]: Primero, gracias a los que han seguido la historia y me han tenido paciencia como para llegar hasta aquí cuando los capítulos han sido cortos y un poquito lentos (y las actualizaciones... 🙇🏻♀️).
Pero... Era necesario, para presentar el mundo y los personajes más importantes. Apartir de ahora, no es que los capítulos vayan a ser más largos jsjssjsjs (sólo algunos, tal vez), pero siento que comienzan a pasar más cositas.
Espero que estén comprendiendo como funciona La Comunidad del Zodiaco, y les pido que no sean tímidos y me pregunten cualquier duda sobre el mundo. Así no solo les puedo explicar, sino que pueden obligarme a pensar y suplir esos espacios que puedo haber dejado vacíos de explicación. Si las dudas son importantes estaré publicando la info como un extra en mi Instagram (¿ya me siguen? 🤨)
Hasta acá puedo decir que ya están casi casi casi todos los personajes principales presentados. Natt, Javii, espero hayan disfrutado el momento del Leo ❤️, aunque digamos que el arco se completa en la próxima actualización sjsjsjjsjs.
Y puesto que ya hemos presentado a todos los importantes (o casi, pero wenu >//u\\<) estaré pasando por mis historias de Instagram ilustraciones hermosas que me hizo mi mejor amiga de los protagonistas y algunos datitos o detalles sobre ellos. ¡No se lo pierdan, prometo que no se arrepentirán!
¿Por qué no las subo a Wattpad? Yaaa, wenu, porque la app le baja mucho la calidad a las imágenes y no quieren perderse un solo pixel, créanme.
Pregunta, ¿cuál es hasta ahora su personaje favorito 👇🏻?
Casey Everson 🌺
Adalyn Delauney 🍰
Marshall O'Callaghan 🌾
Alexei Lyov ❄️
Leandro Llinás 🌚
Ashton Weiss 🔥
Besitos, recuerden que amo sus comentarios (Natt y Javii, amo sus teorías jshshs, me matan) y los votos son gratis y hacen maravillas por mi corazón.
Cam ♡︎.
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