❦︎ ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ 21 ❦︎
21. ¿Lo sabe él?
Enero 2018
—Claro que era eso… –murmuró Joshua Jennigs con sorna cuando se quedó solo. Se dejó caer en el suelo, extendiendo sus piernas y metiendo las manos en los bolsillos de su abrigo con la expresión molesta que le había ocultado a Ashton—. ¿Qué más iba a decirme? Nada.
Resopló, alzando la vista hacia el cielo que comenzaba a nublarse.
El día del espectáculo el cielo estaba despejado de nubes, estrellas aisladas opacadas por las luces de la ciudad. Él había salido como cada año a ver el espectáculo, llevando consigo a su hermanita menor. Giselle tenía quince años, pero para Joshua siempre sería una niña, así que él estuvo más que de acuerdo a ser su protector cuando ella decidió que iría con su novio. Y por protector quería decir observarla desde lejos sin que ella se diera cuenta por orden de sus padres. Más, Giselle no era tonta y en un punto del camino hacia la Plaza se detuvo y se volteó para caminar directamente hacia su hermano mayor.
—Deja de seguirnos, Joshua –le dijo, cruzándose de brazos frente a él.
—Mamá me ha dado órdenes precisas –replicó él—, al menos les estoy dando espacio.
—Joshua, eres patético, ¿lo sabes? –rodo los ojos la menor, haciendo que él frunciera el ceño—. Haces todo lo que te piden porque te sientes culpable por ser como eres. Supéralo, eres gay y hasta papá y mamá lo saben. Créeme que lo saben.
Los ojos de Joshua se abrieron ampliamente, mirando a su hermana con sorpresa.
—¿Cómo…?
—Son tus padres y te conocen –resopló ella—. No te dirán nada si no les dices, tu espacio o qué se yo, pero por favor deja de ser patético y hacer todo lo que te piden. Ya estoy grande y puedo cuidarme sola. Además, este lugar está lleno de oficiales, no me pasará nada.
—Giselle…
—Ni lo intentes –lo cortó ella—. Deberías reaccionar, es tu vida y si quieres, qué sé yo, besar chicos, no debe ser algo de lo que te sientas culpable. Sobre todo, porque mamá y papá te querrán igual. Así son ellos –se encogió de hombros—. Así que deja de ser el hijo perfecto y deja de vigilarme.
Joshua frunció el ceño.
—Me estás manipulando.
—Sí –sonrió ella—. Está funcionando, ¿o no?
El hermano mayor se metió las manos en los bolsillos y suspiró, rindiéndose.
—De acuerdo, te dejaré en paz. Pero después de los fuegos artificiales nos vemos en la chocolatería. ¿Sí? Júralo, Giselle, porque te estaré esperando.
—Sí, sí, diviértete, hermanito… –la chica besó la mejilla del mayor y corrió de vuelta donde su novio.
Con un suspiro y sacudiendo la cabeza Joshua decidió caminar hacia la Plaza en busca de presenciar el espectáculo mientras pasaba el tiempo. En su camino hacia el frente fue empujado por la multitud a las cercanías de un callejón. Por pura casualidad miró hacia las sombras, descubriendo con disgusto a una pareja que no encontraba mejor lugar para toquetearse. Con cara de asco intentó pasar de largo, pero no pudo apartar su vista cuando Ashton Weiss se separó del beso y lo atrapó mirando.
Su estómago había dado un tirón y, cerrando sus puños, apartó la vista, apresuró el paso. La multitud danzante se lo tragó poco antes de la cuenta regresiva. Se encontró a sí mismo esquivando el escenario, tratando de rodearlo y dirigiéndose hacia la chocolatería donde había quedado con su hermana. Ella probablemente no llegaría a tiempo, pero no le importaba.
Ya no quería ver el espectáculo, solo volver a casa.
Ni siquiera miró arriba cuando los fuegos artificiales comenzaron.
Abrió los ojos de regreso en el presente cuando la puerta de la azotea se abrió y las gemelas entraron junto a Juliana Corbelin. Se puso de pie mientras su amiga se acercaba a él con una sonrisa curiosa.
—¿Qué hacía Ashton aquí arriba? –preguntó y cuando él frunció el ceño ella explicó—. Lo hemos visto mientras subíamos. ¿Estabais hablando?
Joshua no tuvo que responder, porque entonces el ruido de un disparo cortando el aire atrajo la atención de todos.
Casey almorzó en un abrir y cerrar de ojos y dejó solos a sus amigos para adelantarse hacia el invernadero. Caminaba con prisas, pisando la nieve derretida sin miramientos y pensando en el nuevo proyecto que debía empezar. Estaba de ánimo para algo más florido. Otra vez era ella la primera en llegar al invernadero, tenía el lugar para ella sola. El suelo lodoso le dio una fresca bienvenida y ella respiró hondo como si quisiera absorber todos los olores del lugar: vegetación fresca, tierra húmeda, madera.
Tuvo que admitirse a sí misma que había extrañado aquel lugar.
—¿Vas a esconderte para siempre? –la voz de Alexei Lyov la hizo girarse para encontrarlo viendo desde la entrada del invernadero. Avanzó con cuidado de no resbalar en el suelo, sin apartar sus ojos de ella, con una expresión curiosa.
—No me estoy escondiendo –resopló ella, dándole la espalda y continuando su camino para que él no notara la mentira, pero Alexei no dudó en seguirla, caminando por el curvo sendero.
—Sí lo haces.
—No me llames mentirosa en mi cara –se quejó ella, volteándose para encararlo.
Alexei se detuvo a un par de pasos de ella.
—No te estoy diciendo mentirosa –dijo con una sonrisa de medio lado—. Estoy diciendo que te estas escondiendo de mí, pero quizás lo haces inconscientemente.
—¿Y por qué me escondería? –replicó ella.
—Porque no quieres hablar de cómo me besaste.
Ella tomó una respiración honda, cruzándose de brazos con incomodidad.
—¿Qué quieres, Alexei?
—¿Verte? –dijo él, haciendo que Casey hiciera una mueca y solo para no verlo se pusiera a caminar, rodeando el árbol más cercano. Él la siguió—. Iba a preguntarte si hiciste algo especial por tu cumpleaños o en fin de año.
Ella se detuvo, volteando a verlo subida en una de las raíces sobresalientes del árbol.
—La verdad es que sí –soltó sin pensarlo mucho—. Me he reconciliado con Leandro.
El Escorpio se tensó visiblemente y a Casey la recorrió una ligera sensación triunfal. Casey dio un paso hacia atrás, pasando de una raíz a la siguiente. Alexei no se movió de donde estaba mientras ella lo veía y seguía contando.
—Hemos hablado –dijo ella, disfrutando que por primera vez fuera él quien se quedase sin palabras y no ella—. De hecho, hemos hablado mucho en las vacaciones. Como…casi todos los días.
Casey notó la respiración profunda de Alexei y la forma en que evitaba mirarla a ella, concentrándose en el árbol o cualquier otro punto alrededor.
—Supongo que has recuperado a tu amigo.
Ella se apoyó en el tronco del árbol, la raíz dándole ventaja de altura incluso si él se hubiera acercado, cosa que no hizo en ese momento. A Casey le entraron unas extrañas de seguirlo molestando, de seguirlo picando. No podía detenerse, aunque no sabía muy bien lo que estaba haciendo. Había una ligera sonrisa en su rostro, notando la postura de Alexei que parecía no querer saber nada más que Leandro. Bueno, ella aún tenía cosas que decir.
—Supongo que con amigo te refieres al chico que me gusta.
Los ojos del Escorpio relampaguearon hasta posarse en los suyos.
—Pues me alegro mucho –masculló él con visible enojo. Se dio la vuelta y comenzó a recorrer de regreso el serpenteante camino lodoso. Casey fue tras él, dando pisadas largas para alcanzarlo.
—Debería agradecerte, Lyov, es gracias a ti que me di cuenta todo lo que me gusta de él.
Alexei se detuvo, mirándola sobre su hombro. Ella se encogió de hombros con fingida inocencia.
—Ah, ¿sí?
Casey avanzó otro paso, metiendo las manos en sus bolsillos.
—Sí –respondió—. Con él no puedo enojarme, porque es la persona más amable y divertida –explicó, haciendo que el Escorpio se diera la vuelta para verla con el ceño fruncido—. Él es bueno conmigo y, sobre todo, él no…
Cortó la frase, mordiéndose la lengua al tiempo que su cerebro reaccionaba. Había ido demasiado lejos. La mirada de Alexei estaba atenta sobre ella y Casey podía asegurar que él notó de pronto el cambio en su determinación por la forma en que sus ojos brillaron y él dio un paso en su dirección. Ella dio un paso atrás, su sonrisa borrándose.
—¿Sobre todo porque él qué cosa, Casey? –preguntó él, su tono de voz delataba cierto enojo, pero más lo delataban sus ojos. Avanzó dos pasos, obligando a Casey a levantar la cabeza para poder verlo a los ojos.
—Él…él… –la garganta de Casey se había convertido en una pared de ladrillos que no dejaba escapar ningún sonido. La mirada de Alexei era intensa y pesaba sobre ella, caía sobre sus ojos pardos. Casey trató de encontrar las palabras, pero nada acudió a su lengua. Él dio otro paso en su dirección, acortando la distancia y asegurándose de que ella lo notase.
—¿Has perdido el valor de pronto? –preguntó él—. ¿Te comió la lengua el gato o qué, Casey?
—Eres imbécil –escupió, apretando los puños y frunciendo las cejas.
Alexei sonrió burlón y ella se sonrojó notando que le había cedido el poder.
—Te ves linda enojada –dijo él, dando otro paso adelante, ella retrocedió.
—Idiota –murmuró ella, sintiendo su respiración acelerarse cuando él avanzó otro paso hacia ella y tuvo que volver a retroceder—. Estúpido.
—Te estás quedando sin sinónimos, chocolatito.
—Eres… –apretó los dientes y él rió al oírla decir de nuevo—: Imbécil.
—De una forma u otra termino siendo un imbécil a tu alrededor, te concedo eso –apuntó él, dando otro paso hacia ella—. Pero es tu culpa, Casey.
—No lo es –replicó—. Tú eres imbécil de nacimiento.
—¿Tú crees?
El ceño de ella se frunció y su respuesta salió como un látigo feroz.
—Nunca me pasaría esto con Leandro.
La expresión de Alexei se agrietó con una emoción que Casey no supo identificar.
—¿Tanto te gusta? –su voz fue plana, vacía, pero sus hombros cayeron y sus ojos se apagaron. Ella dudó y él siguió hablando—. Sigo sin entender qué ves en un tipo que no conoces de verdad.
—Sí lo conozco –refutó ella—. Y él me conoce mejor que nadie.
Alexei resopló.
—No es cierto –dijo.
—¿Qué puedes saber tú, Lyov?
El chico soltó una risa fría y tristona.
—Él no te conoce ni la mitad de lo que yo te conozco, Casey Everson –sus ojos retadores estaban fijos en los otros orbes que lo miraban desde abajo. Ella se irguió un poco, en busca de la autoridad que su altura le restaba.
—¿Cómo estás tan seguro de eso?
—¿Sabe él que, aunque eres buena en clase, no te esfuerzas realmente? –preguntó, cruzándose de brazos y mirándola fijo—. Por favor, Casey, te conozco desde niño, es obvio que sé más cosas sobre ti que las que sabe Leandro.
A ella no le gustó la forma en que él dijo el nombre del otro chico.
—No lo creo –refunfuñó, apretando los dientes y un poco después se arrepentiría cuando Alexei comenzara a hablar.
—Sé que la vergüenza que aparentas de tus padres es solo fingida. Los adoras. Sé que estuviste enamorada de Jules, que Adalyn y tú enterraron una muñeca llamada Ana y decapitada.
—Se decapitó por tu culpa.
—Sé que querías mucho a tu abuelo.
—Todo el mundo sabe eso.
—Todavía guardas el cuaderno con todas sus historias –dijo él, callándola y haciéndola sonrojarse—. ¿Eso lo sabe todo el mundo? ¿Todo el mundo te vio traerlo por semanas a la escuela y sentarte a leerlo sola en los recesos?
La garganta de Casey se apretó y fue incapaz de responder por lo que Alexei dio un pequeño paso hacia ella, acortando más la poca distancia entre ellos. Casey se sintió pequeña, expuesta mientras el Escorpio develaba su mundo en voz alta.
—Te he visto darle tu comida a Adalyn para no comerla, incluso si tienes hambre –siguió, entrecerrando sus ojos—. ¿Sabe él eso? ¿Sabe él que de pequeña te gustaba dibujar? ¿Sabe las cosas que te ponen nerviosa? ¿Sabe lo ansiosa que te pones? ¿Cómo juegas con lo que tengas a mano si estás alterada? ¿Sabe las cosas que te hacen sonrojar? No dudo que le hayas dicho tus películas y libros favoritos, pero yo las sé por las camisetas que llevas en verano y no necesito que me las digas. Pero… ¿él sabe que no te puedes resistir a un desafío? ¿Sabe lo competitiva que puedes ser? ¿Sabe que te haces la dura cuando eres dulce? ¿O que tienes una debilidad por el chocolate? ¿Sabe él que prefieres callar para no molestar? ¿Sabe él que le tienes miedo a las abejas? ¿Al agua? ¿Qué no sabes nadar? ¿Lo sabe, Casey? ¿Sabe también que siempre te sientas junto a una ventana en cualquier habitación que elijas? ¿Lo sabe?
La última pregunta había sido casi un susurro, su voz rozando los labios de ella y haciéndola estremecerse. Alexei le dio una pequeña sonrisa y sus ojos azules bajaron a ese punto que ya había tocado una vez con su boca.
—Me conoces desde siempre –murmuró ella y él frunció el ceño.
—¿Crees que por eso sé todas esas cosas? –arrugó la nariz Alexei—. Tú me conoces desde siempre y podrías contar con una mano las cosas que sabes sobre mí, chocolatito, esa no es una buena excusa.
—No estés tan seguro, Lyov –respondió ella y su voz tomó fuerza—. Uno, eres imbécil –alzaba los dedos a medida que contaba—. Dos, te gustan los perros. Tres, te pones incómodo cuando la gente llora delante de ti. Cuatro, no pareces borracho incluso cuando estás cerca del coma etílico.
—Eso no cuenta.
—Bien, entonces voy a cambiarlo: cuando estás así de borracho te pones a hablar sobre comedias románticas que has visto con tu abuela. Creo que una vez te oí comentar Pretty Woman.
Alexei resopló y ella siguió.
—Cinco, serías de los mejores de la clase si tan solo te interesara, pero prefieres leer que prestar atención en clase –se ganó una sonrisa y quiso borrarla rápido—. Seis, cuando tenías ocho años nombrabas a tu bicicleta «el rayo». Siete, tuviste un pez llamado Nemo que murió porque olvidaste alimentarlo. Ocho, tienes miedo a las alturas, pero te gusta subir en la estrella de la feria. Nueve, nunca te has enamorado. Diez, cada año vas en Navidad y te sientas por largo rato en la tumba de tus padres.
Casey tomó una gran bocanada de aire y por un instante solo se miraron en silencio. Alexei pareció tener la intención de decir algo, pero no salió ninguna palabra de su boca. Ella tampoco dijo nada, porque se había detenido en el diez, pero quizás, solo quizás, podía seguir un par de números más.
—Te has equivocado –dijo él finalmente y ella frunció el ceño.
—¿Me he equivocado?
—Tu número nueve, no es cierto –murmuró y en un movimiento rápido terminó por cortar la distancia entre ellos.
Casey cerró sus ojos, dejando que sus manos rodearan el cuello del chico mientras él le abrazaba la cintura. Los labios del Escorpio se movieron con una intensidad dulce, jugando, haciéndola desear más y obligándola a alzarse en sus puntillas y tirar un poco de su pelo. Podía sentirlo reír contra sus labios, también lo sintió mordisquear su labio inferior.
El beso duró escasos segundos, pero pareció mucho más tiempo. Se separaron para tomar aire, pero Casey no lo dejó apartarse mucho tiempo y tiró de él para besarlo de forma brusca. Ella no estaba pensando en qué pasaría cuando se separasen, ni en qué diría, ni en que cualquiera podía entrar y verlos. No le importaba, solo le importaba el fuego en sus venas, el calor en su boca, el suave cabello de Alexei entre sus dedos.
—¡Grandísimas Estrellas! –una exclamación femenina los hizo apartarse.
Casey reconoció la voz de su mejor amiga e inmediatamente empujó los hombros del Escorpio y se echó hacia atrás, resbalando en el lodo. La mano de Alexei la sostuvo del brazo, incorporándola y atrayéndola hacia sí al mismo tiempo.
—¿Tú también lo viste? –murmuró Adalyn hacia Marshall, tirando de su manga.
—¿A Casey y a Alexei besándose?
La Tauro asintió.
—¿Algún problema, Delauney? –dijo el Escorpio, cuyo ceño se había fruncido con molestia a causa de la introducción.
—No exactamente. Casey, ¿estabas besando a Alexei?
Ella abrió la boca para negarlo, sin importar que era obvio que la habían visto, pero no pudo hablar. En ese instante resonó un disparo y los nervios de todos se tensaron. Un segundo disparo cruzó el silencio y un tercero consiguió que todos despertaran del sueño. Volvieron su atención hacia el exterior, inmóviles.
—Ha venido del gimnasio… –murmuró Marshall.
Con el corazón en la garganta y el disparo reproduciéndose en su cabeza, Casey comenzó a correr fuera del invernadero en aquella dirección.
♡︎♡︎♡︎
Holi, ¡espero les siga gustando la historia! No se olviden de votar y comentar si les agrada, recuerden que es gratis y hace maravillas por mi corazoncito helado (helado como un iceberg en un inmenso océano con pingüinitos 🐧❄️). Esto recién comienza~
Dejo esta nota para avisar que puede que durante esta semana las actualizaciones sean menos frecuentes o si un día logro subir suba uno o dos caps de una sola vez, puesto que me iré de vacaciones (sí, en medio de la pandemia, mi familia no entiende que pasemos un verano sin irnos a la playa :c) y no sé cuánto tiempo tenga para actualizar o cuánto me dejen tener el celular en la mano... Quizás sí sea normal jsjsjssjsj, porque soy un caso asocial y quizás prefieran dejarme ser feliz, o quizás no. En cualquier caso, estáis avisados. A veces Wattpad no les envía la notificación, así que si gustan estar pendientes actualicen su biblioteca cada noche y podrían sorprenderse con un par de capítulos.
Cómo sea, no deben preocuparse porque la historia se estanque, ya que la tengo completa en borradores y tan pronto regrese a casa intentaré subir rápido, para una vez del todo publicada poder inscribirla en los Wattys (cruzo dedos xd).
Aviso que ahora las cosas comenzarán a complicarse en la historia, de más está decir que acepto teorías sobre lo que se vendrá. Déjenmelas en los comentarios, me encanta leerlas »
Pregunta, si pudieran decirle (o preguntarle) algo a los personajes que han visto hasta ahora, qué les dirían:
Casey Everson 🌺
Adalyn Delauney 🍰
Marshall O'Callaghan 🌾
Alexei Lyov ❄️
Leandro Llinás 🌚
Ashton Weiss 🔥
Joshua Jennings 💭
Eso es todo,
Cam.
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