Capítulo 2
Los días pasaban y con ello, la inseguridad de Mitsuyi se convertía en un torrente sin control.
Y no era para menos.
El temido daiyōkai le pisaba los talones cada que salía de cacería. Tratando de atraparlo y sometemerlo para después dejarlo solo con la crianza.
Esto es un hecho contundente en su raza.
Ningún demonio se hace responsable de proteger a las crías.
Toda responsabilidad recae en los Omegas, que tratan fervientemente de mantener a sus hijos.
Una tarea difícil con los continuos acechos de altos demonios y enemigos del progenitor que esperan pacientes el matar a las posibles crías y evitar el fortalecimiento de sus genes de su rival.
Mitsuyi lo sabía mejor que nadie. El, a sus ya 3,000 años de antigüedad tuvo varias cámadas. Las cuales nunca alcanzaron la madurez. Perdió a cada uno siendo indefensos e ingenuos cachorros.
Lo peor del asunto es que sus muertes eran demasiado lentas y dolorosas.
El sufrió mucho por todas esas pérdidas, entró en luto y terminó por apenarse con el mismo demonio que mató a sus crías.
¿Por qué? Simplemente no hay lugar para la moral. El instinto se preserva sobre el racionamiento y lógica. Por qué, en cierta parte, lo lógico y razonable sería no aparearse con nadie nunca más.
— Papá, quiero salir a jugar.
Mitsuyi parpadeó hacia su cachorro y negó al asimilar lo que dijo.
— Lo siento, cariño. Aún no puedes salir.
— Pero, ¿Por qué?— preguntó cabizbajo.
— Dejaste tus verduras. — inventó al mirar el plato abandonado. — Los niños que no comen sus verduras no salen a jugar.
Inuyasha rápidamente tomó los palillos y de dos sentadas terminó la comida, sorprendiendo al rubio.
Oh no.
— Ya me las comí. — hizo una leve mueca por el sabor, pero al saber que jugaría olvidó todo. — ¿Puedo salir ya?
El Omega lo pensó un poco más. Negarse significaría quitarle algo tan vital a su corta edad, pero el aceptar podría traer consecuencias desastrosas.
— Si no hay demonios cerca podrás salir con mi supervisión. — Suspiró y se encamino hasta la entrada. Giro un poco su cabeza para ver al cachorro emocionado. — ¿Recuerdas nuestras reglas?
— No salir sin permiso. No hablar con gente desconocida. — enumero con sus deditos. — Y no hacer ruido mientras papá sale de cacería.
— Muy bien. — sonrió.
Rápidamente la mirada grisácea recorrió los alrededores. Olfateo y abrio el rango de alcance para detectar algún olor, sonido u objeto desconocido.
Nada fuera de lo normal. Estaba limpió. Demasiado para ser cierto.
Regreso a su cubil y dio el permiso a Inuyasha de jugar.
El pequeño hanyō reía al sentir la calidez del sol y la frescura del viento contra su cara. Los animales mas diminutos que pasaban volando le llamaban la atención y terminaba persiguiendolos sin salirse de la mirada de su papá.
Ante tal escena, el Omega no evitó que su rostro se inundará de afectó, la inocencia de su cachorro era tan refrescante de ver. Habia extrañado la calida sensación de ser padre.
— ¡Papá, mira esa cosa! ¡Parece un sapo con alas!
Sesshomaru observó la interacción con fríos ojos ambares.
Su cachorro no estaba.
El aroma del Omega era distinto.
Su primogenito había muerto.
Entrecerró los ojos ante el repentino dolor que embargo sus sentidos.
Su bestia parecía estar en una lucha interna.
— ¡Papá!
Era su hijo quien tenía que estar ahí. Su hijo debería estar jugando, creciendo. Ser un digno hijo suyo, un cachorro sangre pura.
Sin embargo ahí estaba su medio hermano híbrido.
¡El no necesita esa atención!
Gruño furioso. Correría sangre de esta nueva cría. El de encargaría de eso.
Cuanto más pronto lo mate, más rápido podrá aparearse con el Omega.
(☞^o^) ☞
Aclaraciones de la historia.
Sesshomaru era el padre del cachorro que recientemente murió. No lo mató, no hizo nada. Simplemente había ocasiones en las cuales se olvidaba de el. Cómo se dice en el capítulo, los demonios no sienten esa responsabilidad de crianza como los Omegas, por eso son bastante indiferentes a lo que suceda después del celo. Confian en que el Omega resuelva todo.
Pero con respecto a que Sesshomaru mató a unos cachorros, si lo hizo.
Cuando conoció a Mitsuyi el ya tenía dos crías a su cuidado. El mató a esas crías, espero a que el luto del Omega pasará y comenzará su ciclo de celo para aparearse con el.
De ese apareamiento nació su hijo, el cual fue asesinado por otro ¿demonio?
Cualquier duda háganlo saber y con gusto la resolveré.
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